Magnolias en flor

El género Magnolia existe desde el periodo Cretácico de la era Mesozoica, hace al menos 95 millones de años, cuando los dinosaurios se destacaban entre la fauna y aún no había abejas que realizaran la polinización. En su larga estancia en el planeta, este grupo de árboles de grandes flores se ha diversificado en alrededor de 210 especies distribuidas en torno al Océano Pacífico: en el este y sureste de Asia, por un lado, y en el continente americano, por otro. Los afectos y conexiones poéticas suscitadas por el encuentro con las magnolias, tanto en Japón, como en México, ya fueron exploradas por Yaxkin Melchy en su entrada para esta revista de junio de 2020, mes en que florece la especie Magnolia obovata o hoonoki 朴の.

En esta ocasión, yo me concentro en la más abundante de las especies japonesas, Magnolia kobus o kobushi 辛夷, que florece justamente en marzo y cuyo nombre es una palabra estacional del mismo periodo. Sus flores blancas poseen seis pétalos alargados que les dan un diámetro de alrededor de 10 cm y emanan una intensa fragancia muy agradable. Pueden presentar algunas marcas rosadas. Al igual que otros árboles más conocidos que florecen en la primavera, carecen de hojas durante dicho fenómeno, que tiene lugar cuando ya ha pasado la floración de los ciruelos, pero todavía no llega el apogeo de los cerezos. También se le da el nombre de tauchizakura 田打ち桜, que significa “cerezos del labrado”, ya que su florecimiento marcaba el inicio de los trabajos agrícolas. Pese a todas estas características, están prácticamente ausentes de la poesía clásica.

1.

Masaoka Shiki 政岡子規 (1867-1902), reformador de la poesía japonesa, haikuísta y editor.

鴉来て踏落したる辛夷哉
Karasu kite / fumi otoshitaru / kobushi kana

Ay, las magnolias
pisadas y tiradas
al venir un cuervo.

古宮の名代の辛夷咲きにけり
Furumiya no / nadai no kobushi no / sakinikeri

Han florecido
las famosas magnolias
del viejo palacio.

題目の碑がある寺の辛夷かな
Daimoku no / hi ga aru tera no / kobushi kana

Ah, la magnolia
del templo de la estela
que invoca el sutra.

Daimoku 題目 se refiere a la invocación del nombre del Sutra del Loto (Namu Myôhôrengekyô 南無妙法蓮華経), una práctica de la Escuela de Nichiren (Nichirenshū 日蓮宗).

2.

Watanabe Suiha 渡邊水巴 (1882-1946), haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子.

降りしきる雪をとどめず辛夷かな
Furishikiru / yuki o todomezu / kobushi kana

Sin que pararan
las intensas nevadas,
unas magnolias.

3.

Matsumura Sôseki 松村蒼石 (1887-1982), haikuísta discípulo de Īda Dakotsu 飯田蛇笏 y de su hijo Ryūta 龍太.

林中や辛夷花びら反りて散る
Rinchū ya / kobushi hanabira / sorite chiru

Centro del bosque.
Un pétalo de magnolia
se dobla y se cae.

4.

Mitsuhashi Takajo 三橋鷹女 (1899-1972), poeta de tanka, haikuísta de vanguardia discípula de Ono Bushi 小野蕪子 y colaboradora en revistas de haiku.

中年の辛夷を愛づる限りなく
Chūnen no / kobushi o mezuru / kagiri naku

No tiene límites
mi amor por las magnolias
en madurez.

5.

Awano Seiho 阿波野青畝 (1899-1992), haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子, editor y consultor de la Asociación de Haikuístas (Haijin Kyôkai 俳人協会).

雲表に雪の嶺のぞく辛夷かな
Unpyô ni / yuki no ne no zoku / kobushi kana

Esa magnolia
cual la cumbre nevada
sobre las nubes.

馬や牛ども糞落す辛夷かな
Uma ya ushi / domo fun otosu / kobushi kana

Dejan su estiércol
los caballos y vacas.
Ah, las magnolias.

6.

Yuriyama Ukô 百合山羽公 (1904-1991), haikuísta discípulo de Ikenouchi Takeshi 池内たけし.

鶏鳴や風まださむき辛夷の木
Keimei ya / kaze mada samuki / kobushi no ki

¡Cantan los gallos!
El viento es frío aún.
Unos magnolios.

7.

Fukuda Ryôtei 福田蓼汀 (1905-1988), haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子, editor, vicepresidente de Asociación de Haikuístas (Haijin Kyôkai 俳人協会) y montañista.

尾根越しの風に匂ふは花辛夷
One goshi no /kaze ni niou wa / hana kobushi

Aroma en el viento
que traspasa la sierra:
magnolias en flor

8.

Katô Shūson 加藤秋邨 (1905-1993), especialista en literatura japonesa y haikuísta discípulo de Mizuhara Shūôshi 水原秋桜子.

雪前雪後今年の辛夷暗かりき
Setsuzen setsugo / kotoshi no kobushi / kurakariki

Las magnolias de este año
antes y después de la nieve.
Estando oscuro.

9.

Hosomi Ayako 細見綾子 (1907-1997), haikuísta discípula de Matsuse Seisei 松瀬青々, compiladora, correctora y editora.

豆まきを待つ間見つけし辛夷の芽
Mamemaki o / matsu ma mitsukeshi / kobushi no me

Botón de magnolia
encontrado al esperar
que lancen frijoles.

Mamemaki 豆まき se refiere a la práctica ritual de lanzar frijoles de soya en la víspera del primer día del calendario lunar para ahuyentar a los espíritus malignos.

わさび田に散りてゐるらむかの辛夷
Wasabiden ni / chirite iruramu / kano kobushi

Se despetala
en plantío de wasabi
esa magnolia

鵯の喧嘩辛夷の花を散らしたり
Hiyodori no / kenka kobushi o / chirashitari

La riña de bulbules:
tiraron flores
de la magnolia.

Hidyodori 鵯 es la especie de ave paseriforme Hypsipetes amaurotis, conocida en español como bulbul orejipardo, que habita el extremo oriental de Asia, de Sajalín a Taiwán. Miden alrededor de 28 cm de longitud, son de color pardo grisáceo y, como su nombre en nuestra lengua indica, tiene mejillas de un tono de café más llamativo.

辛夷散りしあとの林の風を聞く
Kobushi chirishi / ato no hayashi no / kaze o kiku

Escucho el viento
tras caída de magnolias
en la arboleda.

10.

Nomura Toshirô 能村登四郎 (1911-2001), haikuísta discípulo de Mizuhara Shūôshi 水原秋桜子 y editor.

辛夷散り十日の沼の萌黄なす
Kobushi chiri / tôka no numa no / moegi nasu

Caen magnolias.
Tierna berenjena en ciénaga
el décimo día.

大寺の合掌造り辛夷咲く
Ôtera no / gasshôzukuri / kobushi saku

Agudos techos
de paja de un gran templo.
Florecen magnolias.

11.

Hayashi Shô 林翔 (1914-2009), haikuísta y editor.

白き小鳥千羽の舞か辛夷咲く
Shiroki kotori / senba no mai ka / kobushi saku

¿Es una danza
de mil pajaritos blancos?
Florecen magnolias.

12.

Saitô Gen 斎藤玄 (1914-1980), empleado de banco y haikuísta de vanguardia discípulo de Saitô Sanki 西東三鬼.

病室に見えずて匂ふ花辛夷
Byôshitsu ni / miezute niou / hana konushi

Magnolia en flor
que huele sin ser vista
en cuarto de hospital.

13.

Nomiyama Asuka 野見山朱鳥 (1917-1970), haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子 y editor.

辛夷散る烈風ベートーヴエン忌なり
Kobushi chiru / reppū Bētô / venki nari

Caen magnolias.
Vendaval y aniversario fúnebre
de Beethoven.

14.

Kishida Chigyô 岸田稚魚 (1918-1988), haikuísta y editor.

あの家の辛夷が咲いてわれは鬱
Ano ie no / kobushi ga saite / ware wa utsu

En esa casa,
florecen las magnolias.
Yo, deprimido.

風のなき日々の辛夷の照り疲れ
Kaze no naki / hibi no kobushi no / teri tsukare

Ajado brillo
de magnolias en días
en que no hay viento.

15.

Mori Sumio 森澄雄 (1919-2010), haikuísta discípulo de Katô Shūson 加藤楸邨, editor y miembro de la Academia Japonesa de las Artes (Nihon Geijutsuin 日本芸術院).

友の死を仰いでゐたる夜の辛夷
Tomo no shi o / aoide itaru / yo no kobushi

Esas magnolias
de la noche en que se afronta
muerte de amigo.

梅辛夷三月月も太りゆく
Ume kobushi / sangetsu tsuki mo / futori yuku

Ciruelos y magnolias.
También la luna de marzo
sigue rechoncha.

16.

Nozawa Setsuko 野澤節子 (1920-1995), haikuísta, editora y diarista.

辛夷散るうごくものなき水の上
Kobushi chiru / ugoku mono no naki / mizu no ue

Caen magnolias
No hay nada que se mueva
sobre las aguas.

17.

Ishida Katsuhiko 石田勝彦 (1920-2004), haikuísta discípulo de Ishida Hakyô 石田波郷, editor y miembro de la Asociación de Haikuístas (Haijin Kyôkai 俳人協会)

林中の花や辛夷はひとりの木
Rinchū no hana ya / kobushi wa hitori no ki

¡Ah, las flores de la arboleda!
Solo en el magnolio.

18.

Īda Ryūta 飯田龍太 (1920-2007), haikuísta hijo de Īda Dakotsu 飯田蛇笏, periodista y editor.

もの思ひつつ見て遠き花辛夷
Monoomoi / tsutsu mite tôki / hana kobushi

Mientras pensaba,
vi una magnolia en flor
allá a lo lejos.

辛夷咲く黒雲の風青空へ
Kobushi saku / kurokumo no kaze / aozora e

Florecen magnolias.
Viento de nubes negras
hacia el cielo azul.

19.

Kiyosaki Toshio 清崎敏郎 (1922-1999), especialista en literatura japonesa, profesor de la Universidad de Keiô 慶應 y haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子.

残雪の少し汚るゝ辛夷の芽
Zansetsu no / sukoshi yogoruru / kobushi no me

Algo manchados
los capullos de magnolia
por restos de nieve.

20.

Okai Shôji 岡井省二 (1925-2001) , haikuísta discípulo de Katô Shūson 加藤楸邨 y de Mori Sumio 森澄雄.

辛夷咲き畳のうへに死者生者
Kobushi saki / tatami no ue ni / shisha shôya

Florecen magnolias.
El difunto y los vivos
sobre el tatami.

21.

Arima Akito 有馬朗人 (1930-2020), físico nuclear que postuló el modelo interactivo de bosones, profesor emérito de la Universidad de Tokio, Ministro de Educación, director del Museo de Ciencia, haikuísta discípulo de Yamaguchi Seison 山口青邨, colaborador de la revista Hototogisu ホトトギス, presidente de la Asociación Internacional de Haiku, etc.

辛夷咲く空へ嬰児の掌を開く
Kobushi saku / sora e eiji no / te o hiraku

Florecen magnolias.
El bebé abre su palma
hacia el cielo.

22.

Takaha Shugyô 鷹羽狩行 (n. 1930), haikuísta discípulo de Yamaguchi Seishi 山口誓子, miembro de la Academia Japonesa de las Artes (Nihon Geijutsuin 日本芸術院) y de la mesa directiva del Museo Literario de la Poesía Japonesa Moderna (Nihon Gendai Shika Bungakukan 日本現代詩歌文学館).

幻の辛夷かがやく枯木中
Maboroshi no / kobushi kagayaku / kareki naka

Entre árboles secos,
la magnolia de ensueño
resplandeciendo.

Marzo 2022

CONSTRUIR

Medio escondidas,

¿son blancas o violetas?

Viento del sur.

DECONSTRUIR

 En un socavón del suelo, que cuando llovía rebosaba de agua y criaba nenúfares, ayer descubrí violetas. Flores de febrero, callados heraldos de la primavera.  Poblaban los bordes del socavón marcado por grandes piedras. Eran, naturalmente, de color violeta. Flores delicadas, que aman pasar desapercibidas, diminutas, vergonzosas tras las hojas grandes de sus plantas. Pero yo las vi poco antes del anochecer, cuando la luz se vuelve incierta.

   Pero en el fondo del socavón había también violetas blancas. Ligeramente más pequeñas que las moradas y que crecen en más profusión. Deben de ser silvestres: crecieron solas y conviven al lado de las otras, de las moradas. Entremedias pequeños laureles brotados espontáneamente de las semillas caídas de un gran laurel que crece en la grada de arriba, la hiedra omnipresente, otras hierbas. Y las violetas que crecen entre dos grandes piedras. Todas comparten, apretadamente, el espacio del fondo del socavón. Tan apretadamente que, si uno no se acerca, resulta difícil desde lejos, y a la hora en que yo las vi, precisar si son violetas de color blanco, las asalvajadas, o de color morado, las plantadas por mí hace ya bastantes años. Por eso, «¿blancas o violetas?».

Pero la pregunta se la llevó el viento. Procedía del sur. Es el viento del suroeste que, donde yo vivo, llega de Extremadura y nos suele ir acompañado de subidas de la temperatura. El viento que tritura los tiempos, que dispersa y anula, como hace la luz con las oscuridad, las interrogaciones, los discernimientos, las verdades del ser humano. ¿Eran blancas o eran violetas? ¿Quién lo sabe? Obotsu kana, diría Buson.

Buson (1716-1784) es el haijin de quien algo comenté el mes pasado a propósito de su habilidad para insinuar historias. Tiene un tercer verso donde los colores a debatir eran el blanco y el amarillo.  Y no eran violetas, sino las flores del té.

El haiku dice así:

Las flores del té
¿son blancas o amarillas?
¿Quién lo sabe?

 

Cha no hana ya
Shiro ni mo ki ni mo.
Obotsu kana.

 

茶 の 花 や
しろにも きにも
おぼつ かな。

 

Un haiku que muestra la maravillosa cualidad pictórica de los haikus de Buson, que destacó como haijin y como pintor.

Acompaño esta entrega con una foto. La  saqué a la mañana siguiente de observar las violetas, con más luz, da el sol lo cual no favorece mucho la calidad de la imagen. Los rayos solares golpean las violetas, pero al fondo, en penumbra, se distinguen débilmente unos puntos blancos: son las silvestres de tonos blancos. Son tan pequeñas que uno no puede evitar preguntarse … ¿son blancas o violetas? ¿A quién le importa?  Viento del sur.

Marga Alcalá

 

 

 

 

 

Unas palabras de la autora

Nací en Valencia en 1961. Licenciada en psicología. Profesora de danza clásica. Literatura, fotografía, ornitología, música y por supuesto danza, forman parte también de las horas vividas.

Entré al haiku por la vía del zen y ciertos libros de poesía oriental. En lecturas afines fui descubriendo ese mundo reducido a tres líneas (a veces menos, a veces más), hermoso y sencillo, en el que los silencios que hay entre ellas resonaban fuerte en mi interior. Y así, quise aprender y entré en Paseos.net y en El Rincón del Haiku, hice el curso del Makoto, leí los libros de Vicente Haya y otros más, e hice un curso que él impartió en Valencia. Y ahí estoy, afinando la atención, transitando por esta senda que transforma, y con tanto por aprender.

En el camino, la idea de fusionar la defensa de un entorno muy querido, como es el Parque Natural de la Albufera de Valencia, con el haiku, me llevó a publicar el libro «Espejo del sol».  Horas disfrutadas, inmersa en este espacio ecológico tan delicado, llevaron a la escritura de un puñado de haikus con la intención de mostrar el intrincado equilibrio de este hermoso paraje.

Otras publicaciones:

– Poemas, haikus y relatos en la revista digital Valencia Escribe, así como en varios libros publicados por el colectivo del mismo nombre.

-Haikus publicados en el libro «El mar la mar», para la asociación en defensa de la fauna marina Promar.

– Participación en el libro «Los cuatro elementos» Concierto de Haiku.

– También en las revistas Hela y Crátera

Tercer premio Grau Miró 2015 en la modalidad de haikus.

Segundo premio/ mención en el I Concurso Internacional de Haiku en castellano, «Albacete, Ciudad de la Cuchillería».

Agradezco enormemente a todos aquellos que con su paciencia y delicadeza se convierten en inestimable ayuda en esta senda del despertar de los sentidos, de vaciamiento, de autenticidad, de…

 

_/\_

 

calor intenso,
las manos de un anciano
tejiendo el mimbre

*

campos anegados,
se alarga la sombra
de una garza real

*

revolotea
la mariposa blanca
entre los mirlos

*

el cielo gris,
por el camino el canto
de una abubilla

*

olor a azahar,
al paso del anciano
su perro viejo

*

luna menguante,
gorjean en voz baja
los estorninos

*

al cruzar el río
el silencio de los buitres
sobre el barranco

*

lirios de mar,
a saltitos el niño
por no pisarlos

*

tras el temporal
dos niños lanzan al agua
los peces muertos

*

sol de noviembre,
una mantis cojea
hacia las cañas

*

rumor del mar,
brilla un hilo de araña
entre dos pinos

*

jardín de otoño,
en la charca hacen ondas
los renacuajos

*

nadie en los campos,
abren al sol sus alas
los cormoranes

*

olas pequeñas
en los campos de arroz,
planea un águila

*

cálida noche,
ese chorrito de agua
en las macetas

_/\_

Marzo 2022

Haibun 30 

Playa del Chivo

Antes no bajé desarmado de músicas. Ensordecido por los audífonos, me perdía la voz del océano, articulada en olas y en piedras, en viento, en pájaros, en alguna gente. La sola bahía una garganta salada: rumor. Esta debió ser la música segunda de la Creación, la inmediata al silencio.

Auras tiñosas

en las rocas, pelícanos

sobre las aguas

En silencio, los pollos blancos, negros, muertos en la piedra golpeada por las olas. Los rastros dispersos, desechados, de toda la materia citadina. La malangueta, batida por los Nortes. Los pescadores si solitarios. Las lanchas y los barcos en lo distante. Yo, que bajo a encarar, a aspirar, lo extenso marino, la ciudad a mis espaldas.

Media mañana.

No hay un pelícano

que levante vuelo

La ciudad haciéndose oír en los devotos cargados de ofrendas, casi nunca a solas, nunca silenciosos. De paso. Diciéndole a la bahía su jerga fervorosa: rumor contra rumor. Soltándole su carga desangrada. Se gritan, si camaradas, los pescadores. Bajan desde la autopista los ecos de motores de ómnibus, camiones, autos: inevitable que miren los de a bordo al fragmento costero antes de hundirse en el túnel. Un respiro visual.

Llegar tan cerca

de las auras posadas,

pisando rocas

Respiro con las músicas que cargo, atenúan el paso por la superficie ciudadana. Bajaba sin quitarme los audífonos. A encarar, a aspirar, lo extenso marino. La ciudad a mis espaldas. Callado ante la sola voz del océano. Su garganta salada. La música segunda de la Creación, la inmediata al silencio. Sin palabra que pensar, ni que decir, delante del primero de los sonidos.

 Lester Flores López
La Habana (Cuba)

Elogio de la penumbra

                Releo, en la indecisa luz que anticipa ya la primavera, un célebre ensayo de Junichiro Tanizaki (1886-1965): “El elogio de la sombra”. Borges plagió ese bello título en otro libro que aludía a su condición de ciego, añadiendo los temas de la vejez y la ética a su universo de espejos, laberintos y espadas. En un texto conmovedor, que en realidad es “una oración”, Borges nos dice: “Pedir que no anochezcan mis ojos sería una locura; sé de millares de personas que ven y que no son particularmente felices, justas o sabias…” Tanizaki aborda la sombra, no como contrafigura de la visión, sino como trasfondo y fermento de la percepción estética del Japón tradicional.

                   De manera sutil, con la precisión de un poeta, Tanizaki nos va revelando en este breve ensayo -que muchos consideran su obra maestra- los fulgurantes secretos de la sombra: una sombra que, no siendo absoluta, va siempre de la mano de la luz, evocando el silencio, la penumbra, una cierta austeridad callada. No es, sin embargo, un ensayo sombrío, sino luminoso, vivísimo, volcado hacia la totalidad de lo real, abarcando en el arco de la belleza lo más refinado y lo más rutinario. Tanizaki sintoniza con el gran poeta Bashô, que definía el haiku -ese breve poema de 17 sonidos- como “el camino ordinario”, “lo que ocurre aquí, en este momento”. En el haiku, que trata de fijar la eternidad del instante, abundan las observaciones de penumbra: en la oscuridad muere y se aja el crisantemo, se adensa la nieve, se olvida el ciego de sí mismo, se desdibuja una colina anónima, se aviva la brasa, se expande el sonido de una campana o el canto ensimismado del ruiseñor, se funden los enamorados…

                Partiendo de elementos corrientes, como los tabiques móviles o shôji, con la lechosa claridad del espeso papel blanco, Tanizaki defiende una estética basada en la naturalidad y en la sencillez, tratando de conciliar las pautas de la vivienda tradicional japonesa con las comodidades de la técnica: cañerías, ventanas de cristal, estufas de gas o estufas eléctricas. El ensayo discurre, deliciosamente, a través de una nostalgia razonada, haciéndonos ver, por ejemplo, la sensualidad del retrete de estilo japonés, concebido para la paz del espíritu, “donde, al amparo de sencillas paredes de superficies lisas, puedes contemplar el azul del cielo y el verdor del follaje”: “Aun a riesgo de repetirme, añadiré que cierto matiz de penumbra, una absoluta limpieza y un silencio tal que el zumbido de un mosquito pueda lastimar el oído, son también indispensables.” Este ejemplo es bien expresivo, porque demuestra la impregnación poética del lugar más sórdido de la casa, merced a una estrecha asociación con la naturaleza, armonizando con el sonido de la lluvia, el canto de los insectos, el gorjeo de los pájaros y las noches de luna.

                El escritor se ocupa también de otras cosas “divinas”, como el papel hôsho, “similar a la aterciopelada superficie de la primera nieve”; la pátina que va oscureciendo los objetos de metal; la exquisita turbiedad del jade o las ligeras nubes que turban el cristal del Japón; la intimidad que exhala la luz de los viejos candelabros, realzando las belleza de las lacas y sus reflejos profundos y espesos en las superficies negras, marrones o rojas, con infinitas “capas de oscuridad”: “No es que tengamos ninguna prevención a priori contra todo lo que reluce, pero siempre hemos preferido los reflejos profundos, algo velados, al brillo superficial y gélido; es decir, tanto en las piedras naturales como en las materias artificiales, ese brillo alterado que evoca irresistiblemente los efectos del tiempo…”

                La verdadera contemplación requiere penumbra: la densidad indefinida de la sopa roja de miso estancada en el fondo del cuenco; los colores de ese dulce gelatinoso llamado yôkan sobre una bandeja lacada; el realce de los alimentos blancos cuando emergen de la oscuridad… Y, en el teatro nôh, la sensualidad de los rostros, realzada por los trajes marrón mate o verde sobrio y por la oscuridad del escenario. Los edificios religiosos y civiles reiteran ese “sabor de zen” en la sombra vasta y profunda que proyectan los aleros y en la luz indirecta y difusa que filtran los shôji, equilibrada en la sala de estar por la relativa profundidad del cuadro o la composición floral que adornan el hueco del tokonoma.

***

Haiku 37

37  

御忌の鐘ひゞくや谷の氷まで

gyoki no kane hibiku ya tani no koori made

 La campana de Hônen
resuena
hasta en el hielo del valle.

 Desglose:

 御忌[Gyoki: ceremonia Gyoki-Daie en honor a Hônen], [no: partícula], [kane: campana], ひゞく [hibiku, es decir, 響く: resonar, vibrar, ser escuchado lejos], [ya: partícula], [tani: valle], [no: partícula], [koori: hielo] まで[made: tan lejos como, hasta].

 

Comentario y notas culturales:

Seguimos en la ceremonia Gyoki-Daie. Chio-in es el templo principal de la secta budista Jodo («Tierra Pura»). La campana del templo, de 74 toneladas, fue construida en 1633 y es la más grande de Japón. Se necesita la fuerza de hasta 17 monjes. La vibración, el sonido de la campana alcanza el valle. Según el profesor Shimizu, aquella vibración derrite el hielo del valle anunciando la llegada de la primavera (el fin del frío aún presente a principios de año Nuevo y el comienzo de un clima más cálido). Hoy solo se tañe la campana dos veces al año: el 1 de enero y en abril, durante la ceremonia en honor a Hônen.

Marzo 2022

Y comenzando el tercer mes, empezamos a decirle adiós al invierno y a prepararnos para la primavera. Para ello no hay nada mejor que un haiku de Bashou que nos hable de esos primeros brotes de cerezos que flotan en el aire montañoso.

El poema que inspira el haiku de este mes, es un tanka que encontramos compilado con el número 74 en el Ogura hyakunin isshu, antología privada del año 1235, compilada por Fujiwara no Sadaie, y también en el segundo rollo de amor de la séptima antología imperial Senzai Wakashuu. El poema pertenece a Minamoto no Toshiyori (1055-1129), quien, entre otros logros, fue el compilador de la quinta antología imperial Kin’you Wakashuu.

うかりける人を初瀬の山おろしよはげしかれとはいのらぬものを

ukarikeru hito wo hatsuse no yama oroshi yo hageshikare to wa inoranu mono wo

que aquella que me aflige sea fría como el viento de montaña en Hatsuse no es por lo que oré

 

Toshiyori compuso este poema en su viaje al templo Hasedera en Nara, lugar donde se venera una imagen del bodhisattva Kannon ―también llamado el Buda de la Compasión― y usualmente representado con forma de mujer. Al rezarle por el amor de una mujer y sentir el frío viento de montaña, u “oroshi”, lo percibe como la frialdad del corazón femenino.

Por su parte, Bashou toma de este poema la localidad, el templo Hasedera, pero jugando con la homofonía le da un giro importante al haiku. En el primer verso del tanka tenemos el adjetivo “ukarikeru” 憂かりける: “afligido”. En cambio, en el primer verso del haiku tenemos el verbo “ukarekeru” 浮かれけるque se puede interpretar como “flotar”, pero también tiene el sentido de “estar alegre” o “ser bullicioso”. Es fácil imaginarse la alegría de la gente que, después del frío invierno, habitualmente nevado en las montañas, se ve rodeada de las tempranas flores del yamazakura.

うかれける人や初瀬の山桜

ukarekeru hito ya hatsuse no yama zakura

deambula alegre la gente, cerezos de montaña en Hatsuse

Y para que nos acompañe en los últimos días de invierno y en el inicio esperanzador de la primavera, es que me tomé la libertad de incluir ambos significados en la traducción del haiku. ¡Que todos podamos también experimentar la alegría de caminar entre las flores!

LA VOZ DEL HAIKU EN LENGUA QUECHUA

clicar aquí para ver el vídeo

Actualmente, el quechua es reconocido por el gobierno peruano como una de las 48 lenguas originarias que dan forma a la identidad del país. Hoy el quechua es una gran familia lingüística que cuenta con millones de hablantes en los territorios de Ecuador, Perú, Bolivia, sur de Colombia, norte de Chile, noroeste de Argentina e incluso en algunas zonas de frontera Perú-Brasil.

En LAS VOCES DEL HAIKU disfrutamos de la sonoridad que posee esta lengua a la hora de leer un haiku.

Agradecemos tanto a Gonzalo Marquina como a Alexander Mucha Laurente su colaboración  para la realización de este vídeo.