CONSTRUIR
Junto a la ría,
de gaviotas olvidada,
la vieja hélice.
DECONSTRUIR
Ayer, ¿o fue anteayer?, de uno de estos días de primavera, hice el mismo largo paseo mañanero por la ría de Avilés –ciudad donde desde hace dos semanas me ocupa mi afición por la cerámica–. A un lado del paseo, en el suelo, había objetos de hierro, testigos mudos y herrumbrosos de la otrora floreciente industria siderúrgica de esta ciudad asturiana. Al observar una gran hélice de hierro, hoy inútil dormida sobre la hierba, que pudo ser parte de algún mecanismo de los Altos Hornos o tal vez de algún barco, me vino la imagen común en los puertos de las gaviotas que siguen el rastro de los barcos cuando estos se acercan a tierra, los barcos que todavía hoy creo que se mueven ayudados por la propulsión de hélices.
En otro tiempo los movimientos de esta hélice, que hoy yace ruinosa, pudieron ser saludados por decenas de gaviotas ansiosas. Hélice ruinosa, pero viva. Hoy, entre sus aspas crece la hierba y asoma alguna flor. El olvido, pasaporte del tiempo, no acabará con la vida de esta vieja gloria. Inútil, pero viva.
Sobre el olvido renovado por la presencia de una flor, también inspirado en un día de primavera, hay un hermoso poema de Masaoka Shiki que deseo compartir con los lectores del Rincón del Haiku.
Wasureorishi
Hachi ni hana saki
Haruhi kana.
忘れ おりし
鉢 の 花 咲
春日 かな
En día de primavera,
de un tiesto olvidado,
brota una flor.
El poema de Shiki es infinitamente más directo y hermoso que el mío. En mis versos yo he tenido que pensar en las gaviotas para que la vieja hélice recobrara vida. Recorrí un largo camino. El de Shiki es mucho más corto. Él no necesita mencionar el agente del olvido: solo el hecho. Y el milagro: la flor que brota donde nadie lo espera. Pero ahí debía de estar el haijin para ser testigo. “El haijin, testigo de milagros” sería un bonito título para un taller de haiku, ¿no os parece? De los milagros cotidianos que están ahí, a cada paso que damos, bajo cada mirada que lanzamos.