“Sin esperar recompensas”
Autor:
Maikel Iglesias Rodríguez
Locución:
Rita Valero (Radio Palafrugell)
Puede leerse el texto
clicando aquí
“Sin esperar recompensas”
Autor:
Maikel Iglesias Rodríguez
Locución:
Rita Valero (Radio Palafrugell)
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Haibun 53
Un solo instante
Hoy la mar tiene esa mezcla de paz y tormenta… casa de Ulises, de argonautas, de filibusteros, de callados pescadores que aún llevan, en el alma, restos de su vieja piel.
Hoy la mar escupe sobre la playa flores mustias, desvencijadas, cargadas de luto y pesar, de adioses que nunca se alejan… Sobre la arena, entre las flores, agoniza un pájaro, un arao… el pico cerrado, los ojos abiertos, sobre sus plumas brillan unas gotas de mar.
Sentado sobre una roca desgastada, contemplo…
Sentado sobre una roca desgastada, siento…
Sentado sobre una roca desgastada…
Miro el cielo, miro la mar, miro la playa… solo mis huellas en la arena, solo mis pasos. Las nubes se mueven hacia el este, el sol se eleva, la mar se aleja… y yo aquí, sentado sobre una roca desgastada.
La bahía se llena de bruma. Me lleno de bruma. Flotan sobre mi cabeza mil graznidos de gaviota, graznidos que muerden… murmulla la playa. El aire se rebela… Por un instante, un solo instante, silencio…
Brama la mar…
En una bolsa de plástico
recojo el pájaro muerto
Dejo la playa…
Asturias, donde la tierra siempre es verde.
Alfredo Benjamín Ramírez Sancho
Asturias (España)
Un clavel blanco quebrado por la lluvia
“El color habla todos los lenguajes”
Joseph Addison
A menudo, a los haijines de occidente se nos reprocha que la vista es el único sentido que tenemos desarrollado: dicen que tenemos más atrofiados el tacto y el olfato que los ojos. Sin ánimo de confrontación, creemos que esta crítica es simplista. En una primera reflexión, quizá sea verdad el hecho de que las cosas salten a la vista facilite su percepción. Sin embargo, posiblemente la verdadera crítica radique en que recurrir más asiduamente al sentido de la vista topicalice este sentido más que los demás y pueda desgastar, en cierto modo, el aware de los haikus.
En esta entrada intentaremos mostrar a aquellos que afirman lo anterior que también es posible celebrar el mundo con el sentido de la vista, tan excelso como los demás, y que es capaz de regalarnos verdaderas estampas cromáticas dignas de admiración. Para empezar, hay colores que llaman más la atención que otros por su escasez: el púrpura es uno de ellos…
Un caballo…
la pulpa de remolacha
entre sus dientes
En este haiku, la dentadura del caballo no es de color blanco, como es de esperar; sino de un color morado intenso. Es a priori una estampa muy visual, pero tras saborearlo, la imagen se vuelve dinámica: se escucha perfectamente el crujir de la remolacha entre los dientes del caballo, e incluso se lo ve masticar y tragar. Sin duda, un haiku muy original, con un pequeño toque cómico, que arranca una sonrisa a quien lo lee por su inocencia y sencillez.
Por otra parte, ¿a quién no le emociona la paleta del amanecer?
Cañas emplumadas.
En un cielo rojizo
la luna al este
La imagen mostrada es digna de un cuadro de Buson. En primer plano observamos las cañas emplumadas que se mecen con la brisa matutina, aún fresca. Al fondo, el horizonte muestra el amanecer de un nuevo día, preámbulo del sol y sus colores. De la noche anterior, sólo queda su señora: la luna, que, cada vez más iluminada, dejará de verse culminado el comienzo del día. Del hermanamiento de una luna moribunda y un sol naciente, uncidos ambos por el rojo del amanecer, sólo son testigos esas cañas emplumadas.
La noche también tiene su propio color:
Invierno.
El azul de la noche
en las plumas de un ganso
En este haiku, las plumas del ganso son más oscuras porque así se perciben: la oscuridad propia de la noche transfiere al ganso su color, estamos, por tanto, ante un haiku con hosomi visual. También se percibe el frío de la estación en las plumas del ganso, quizá mojadas; e incluso parece que ese frío intensifica el color: inconscientemente, el azul de las noches de invierno es más azul que el propio de las noches de verano.
El mundo también gira en torno al color de las flores:
Un clavel blanco
quebrado por la lluvia.
La vieja ermita
Un haiku sublime, con mucho yûgen, ese valor estético que ahonda en una belleza inexplicable y misteriosa cuya causa desconocemos. En este caso, la lluvia se ensaña con un clavel blanco hasta partirlo. Contrasta sobremanera el ambiente oscuro amplificado por el aguacero —por alguna razón, este haiku para nosotros es pura noche intempesta— con la blancura del clavel roto, de cuyos pétalos gotea el agua de la lluvia. Y al fondo, testigo de la escena, esa ermita vieja, que contribuye con su abandono al yûgen de la escena.
Finalmente, hay estampas que quitan el aliento, independientemente de cuantas veces se admiren:
hacia el sureste
los verdes arrozales
cerca del mar
La detonación de colores en el haiku contribuye realmente a la sensación principal: una explosión de espacio, de tierra por doquier y libertad; el mundo es tan grande que sólo podemos conocer una parte muy pequeña. En este haiku se capta la infinitud del mar, que colorea el horizonte, y cerca de él, los arrozales que mezclan el verde de sus plantas con los tonos azules del primero. La combinación de colores fríos es cotidiana, pero no por ello aburrida: la sensibilidad del haijin radica en apreciar la belleza real de las escenas que, por manidas que puedan resultar o tópicas que sean, jamás se cansará de contemplar.
(Los haikus seleccionados, en orden de aparición, pertenecen a Bibisan, Hikari, Mavi, Rodolfo Langer y J.L. Vicent).
Escribo este artículo rodeada de la evidencia del cambio climático: por una parte, hemos tenido uno de los veranos más calurosos de la historia con temperaturas que llegan incluso a los 37° en Santiago; algo totalmente inusual. Pero cuando salgo a pasear por el parque veo que el otoño llegó a los árboles a inicios de febrero. Y para aumentar la confusión, en la televisión están promocionando ropa de la temporada otoño-invierno. En medio de este caos la estructura del kigo y su utilización en el haiku me ofrecen una medida de orden.
Como expliqué en mis artículos de enero y febrero, este año revisaremos la estructura básica de organización del kigo, es decir, división temporal y categorías. El mes pasado vimos la primera estación, “春 haru o shun” primavera, y ahora comenzaremos la revisión de las categorías. Existen 7 y son: “時候 jikou, estacional”, “天文 tenmon, astronomía”, “地理 chiri, geografía”, “生活 seikatsu, vida cotidiana”, “行事 gyouji, eventos”, “動物 doubutsu, animales” y “植物 shokubutsu, vegetación”.
Comencemos con “時候 jikou, estacional”. Si analizamos los kanjis que componen la palabra tenemos 時 ji que indica tiempo y 候 kou que significa estaciones, pero también esperar algo con expectación. Por lo tanto, esta categoría comprende términos que indican el clima o momento específico de la estación, incluso características especiales de cómo se percibe el día dentro de una estación en particular. Por ejemplo, veamos estos que corresponden a mitad de primavera: “龍天に登る ryuu ten ni noboru o el dragón sube al cielo”, que recuerda a una leyenda en China sobre un dragón que sube al cielo en el equinoccio de primavera y hace que caiga lluvia de las nubes. O, “彼岸 higan”, el cual se refiere a un período de siete días, tres días antes y tres después del equinoccio de primavera. “春社 shunsha”, el quinto día después del primer día de primavera, en el cual se venera al dios de la tierra y se ruega por buenas cosechas. “三月 sangatsu o marzo”, momento en que las plantas comienzan a florecer, si bien en el norte (de Japón) todavía hay nieve. A fin de este mes empieza el florecimiento de los cerezos, y también es el período en que muchos sufren fiebre del heno. Es así como a esta categoría se traduce a veces como “temporal”.
Los siguientes haikus que seleccioné y traduje utilizan kigos que pertenecen a esta categoría, 時候 jikou, y al período de 仲春 chuushun o mitad de primavera, y que comprende desde “啓蟄 keichitsu o despertar de los insectos”, alrededor del 06 de marzo, hasta el día anterior a “清明 seimei o puro y claro”, es decir, el 04 de abril, ya que en el artículo anterior vimos haikus de inicio de primavera o 初春 shoshun.
Kigo: 如月 kisaragi, segundo mes del calendario lunar (06 de marzo al 04 de abril). Otra de las formas de escribirlo es 衣更着, que si lo descomponemos en sus kanjis es: 衣 ki, ropa; 更 sara, más y más; 着 ki o gi, vestirse. Si bien de acuerdo con el calendario es primavera el clima todavía es frío y se dice que el término nació a partir de la costumbre de ponerse más capas de ropa para resguardarse del frío que quedaba del invierno.
Período: 仲春 chuushun.
Categoría: 時候 jikou, estacional.
Haijin: Hayashi Jukurou
如月や旧き映画に妻誘ひ
kisaragi ya furuki eiga ni tsuma sasoi
segundo mes, invitando a mi esposa a una vieja película
…
Kigo: 春分 shunbun, equinoccio de primavera.
Período: 仲春 chuushun.
Categoría: 時候 jikou, estacional.
Haijin: Okabe Nahoko
幹つたふ春分の日のひかりかな
miki tsutau shunbun no hi no hikari kana
¡oh! La luz del día del equinoccio primaveral va por el tronco del árbol
…
Kigo: 啓蟄 keichitsu o despertar de los insectos. El tercero de los 24 términos solares. 啓 kei significa abrir y 蟄 chitsu se refiere a insectos que hibernan en el suelo. Se dice que las serpientes, ranas y otros animales salen de sus escondites atraídos por la calidez del sol.
Período: 仲春 chuushun.
Categoría: 時候 jikou, estacional.
Haijin: Mori Sumio
水あふれゐて啓蟄の最上川
mizu afureite keichitsu no mogami gawa
el agua rebalsa el río Mogami en keichitsu
Esperando les complazcan los haikus que elegí para esta ocasión y que estén disfrutando este camino en “El mundo del kigo”, me despido hasta la próxima.
Roxana Dávila Peña
“mushi”
Junto al mar sopla una suave brisa. Hoy no es tan fría y me permite ir menos abrigada que ayer.
espuma
donde las olas retroceden
destellos de sal
Después de cruzar un puente rojo hacia Oshima, se pueden ver las siluetas de cientos de otras islas a través de las hojas de los arces ya anaranjados. Apenas oigo los pasos de otros viajeros.
Por el sendero que va subiendo, hay cuevas que utilizaban los monjes budistas para meditar. Son rincones llenos de silencio y de olor a mar. Pienso en lo difícil que sería para mí recogerme, hacer nada en medio de tanta belleza natural y tantas sensaciones. Craquean los cuervos.
El pequeño espacio entre cada hoja del chopo permite que el tenue sol se cuele por momentos.
Hay estelas que no están totalmente cubiertas por líquenes. Entre una y otra se pueden leer poemas de Matsuo Bashō y de Raiken que mi maestro traduce y recita. Hacemos una respetuosa reverencia esperando que los sentimientos y las emociones nos lleven al momento que inspiró a los poetas y experimentamos lo que ellos. Voy del pasado al presente en la quietud, pero con el corazón conmovido.
Más adelante, sentada junto a las raíces de un pino, percibo la tierra. Regreso al polvo.
El silencio nunca es incómodo en estas tierras. Siento en la mano el roce de la hierba susuki.
El paseo en bote por la Bahía de Matsushima nos lleva sobre aguas tranquilas y transparentes, mientras el viento sopla en el cielo nublado.
Resbalan lentamente las pocas gotas que deja la lluvia prendidas en el cristal desde donde miro la inmensidad del océano.
Las islas “parecen apiladas unas sobre otras”, cubiertas de pinos. Me recuerdan algunas pinturas de Hasegawa Tōhaku.
La erosión ha creado arcos: como vacíos que se han hecho viejos y que se han transformado en cientos de posibles figuras.
Al llegar al muelle, el eco sereno de la marea y sus intervalos me despiden con la intuición de algún día regresar. Camino al ryo-kan mi paraguas se voltea por completo con la corriente. La lluvia cesa.
“Buenas noches”
Autor:
Enrique Linares Martin
Locución:
Rita Valero (Radio Palafrugell)
Puede leerse el texto
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En su viaje por las tierras del norte, Bashô acaba de cruzar el paso de Shirakawa, deslumbrado por la blancura de los espinos en flor. En la posada del río Suga alguien le pregunta cómo se ha sentido al atravesar ese paso, uno de los tres más famosos de Japón y el favorito de los poetas. Bashô responde: “En verdad, desasosegado por viaje tan largo y el cuerpo tan cansado como el espíritu; además, la riqueza del paisaje y tantos recuerdos del pasado me turbaron e impidieron la paz necesaria a la concentración.” De pronto, una imagen campestre le inspira y le devuelve al origen: “plantando arroz, / cantan: primer encuentro / con la poesía”. En otro momento, otro poeta -Raizan- evoca la misma escena: la de las sembradoras de arroz, hundidas en el lodo: en ellas, “todo es fangoso… menos su canto”. Ahí está, bellamente expresada, la esencia de la poesía, el “cantar” y el “contar”, como la define Antonio Machado.
Aedas y juglares acreditan el uso universal de esa forma de transmisión. La plaza de la Xemáa-el-Fná, en Marrakech (que inauguró, gracias a Juan Goytisolo, la declaración del Patrimonio inmaterial de la Humanidad) es un ejemplo insuperable. De esa plaza (y del zoco contiguo, que es su afluente o su prolongación), retengo en la memoria un bullir de sensaciones: los cucuruchos de mimbre para los madroños cubiertos con hojas; el ciego y los mendigos que gritan el nombre de Allah; los olores (cuero, especias, frutas, hortalizas…), el espectáculo humano de encantadores de cobras, contadores de cuentos, echadores de la buenaventura, aguadores tocando los platillos, mozos con monos al hombro, niños que venden cestos, cafetines, músicos ambulantes, curanderos, escritores bajo negros paraguas, vendedores de frutas y de especias y de piedras para cocinar, para embellecerse, afrodisíacas, para perfumar la ropa…
Los pliegos de cordel -que aquí, en España, cantaban o relataban de pueblo en pueblo los ciegos- nos recuerdan los pasajes del “Heike monogatari” que en Japón recitaban los biwa-hoshi, monjes ciegos, acompañándose de un laúd tradicional: el biwa. Todos hemos silbado o cantado para acompañarnos o para conjurar el miedo, pero también son parte de nuestra memoria colectiva las nanas, las canciones infantiles, los romances (como el del Conde Olinos, que oí cantar a un niño en Santiago de Compostela), o los relatos y leyendas contados al amor de la lumbre. El haiku evoca constantemente la interacción entre el cantar y el decir: viajeros con voces soñolientas que hablan del frío; voces de gente regando los arrozales bajo la luna de verano; un novicio cantando alegres sutras una mañana helada; la contemplación de la primera nieve, que da un motivo para hablar a padre e hijo… A veces, todo se humaniza. Sôkan, por ejemplo, observa cómo la rana, erguida sobre sus patas, con respeto, recita un poema. Es esa misma rana, que -según Teishitsu- destaca en todo: en canto, en lucha y en artes marciales… Desvelado, en una larga noche, Gochiku acaba confesando: “el agua dice todo lo que yo pienso”. Chiyo-ni, bloqueada al intentar un haiku sobre el cuco, observa el respetuoso silencio de las mariposas durante un rito budista, pero se asombra de cómo el ruiseñor vuelve y vuelve a decir su canto, y no se cansa….
Antonio Machado evoca la ingenuidad de la canción infantil –“confusa la historia y clara la pena”-; pero su hermano Manuel -recordando quizá a los cantaores del flamenco- dice: “cantando la pena, la pena se olvida”. Y Caballero Bonald matiza, reintegrándolo todo a su verdad más honda: “El cantaor no inventa, recuerda.”
***
Febrero, 2024
Verano
Córdoba, Argentina
Yo, el fuego en la cima de la montaña
El seudónimo que adopto Taneda Shôichi para firmar sus publicaciones en vida como sus diarios fue Santôka. En japonés la composición del nombre incluye tres kanjis 山頭火. Las alusiones de este nombre son varias, entre estas: la cabeza de la montaña en llamas, que convoca una imagen volcánica, que delata una conexión profunda con la naturaleza. Sabemos muchos de los viajes de Santôka lo llevaron a caminar muchos senderos de montaña en profunda soledad. Nadie más que sus haikus son testigos de sus tonterías y de sus osadías. Así haikus como:
すべってころんで山がひっそり
subette koronde yama ga hissori
Resbalo y caigo en la montaña desierta
*
枯山飲むほどの水はありて
kareyama nomu hodo no mizu wa arite
En la montaña marchita, sobrevivo bebiendo agua.
*
雪ふる一人一人ゆく
Yuki furu hitorihitori yuku.
Cae la nieve, uno a uno nos alcanza.
(Trad. Julia Jorge)
Suele decirse que, según las pautas formales, el haiku no acepta el yo. Es decir, no acepta que el poeta se nombre a sí mismo, ya que esto delataría cierta distancia con la naturaleza. Sin embargo, el estilo libre de Santôka no puede evitar hablar de sí mismo para vehiculizar su experiencia en la naturaleza. Los anteriores haikus dan cuenta de ello. Santôka a veces necesita confesarse, no solo escribir sobre su miseria sino también sobre sus malos sentimientos. Esta contradicción lo habita constantemente. De sus miles de haikus, encontraremos algunos que dan cuenta de ciertas experiencias búdicas, así como también remisiones a grandes frases del budismo zen. Pero también encontraremos haikus donde se resbala, tiene hambre y reniega de su miseria y su condición. Leamos entonces al poeta hablando sobre si mismo en la siguiente entrada
Sobre mí*
(En respuesta de una carta)
Yo también he llegado a los 50 años. Luego de 50 años de existencia, Confucio tomó su nombre. Aunque aún no he comprendido lo que significa la trascendencia, pero creo que he entendido algo sobre la naturaleza humana. O al menos sobre mi propia naturaleza.
Estoy cansando. Caminar es cansador pero más aún lo son las constantes contradicciones que me producen el hecho de mendigar. Esconderme en la sombra de mi kasaya, recitar sutras falsos, jugar las artimañas del mendigo: no tengo ningún mérito (arakan), ni siquiera merezco ofrendas (kuyô). Tal es mi sufrimiento mental que no lo soporto.**
A veces una vida no puede morir y otras veces no muere. Aunque las personas honestas no se equivoquen, se va y se viene entre la vida y la muerte. Este ciclo es un mandato divino del Buda.
En el mundo hay conquistas y épocas de guerra. Para la humanidad es imperativo conquistar la naturaleza. En estas luchas se ha derramado sangre de hombre a hombre.
Ser amigo o enemigo, salir victorioso y derrotado, asesinar o ser asesinado, todo ocurre bajo nubes blancas hasta en las cimas de las montañas. Tal vez sentarme a meditar en una ermita sea ocioso o no esté permitido. Sin embargo, yo que soy débil e incompetente, tiendo al anacronismo, no puedo pararme a tocar la bocina en la calle. Encerrado en mi vida anacrónica estoy sumergido en la contemplación. Aspirar al mundo “vacío” y transitar la peregrinación hacia la “Tierra Pura” necesita de una devoción que no encuentro en el mundo exterior.
Hay que regresar a la estupidez originaria y proteger esa estupidez.
Tengo dos deseos egoístas como para tomar las armas. Mientras viva quiero vivir sin mentir sobre lo que siento tanto como sea posible. Este es mi primer deseo. Es otras palabras, desearía decir las cosas que me gustan y las que no me gustan. Hacer lo que quisiera y no hacer lo que no quisiera. Y me segundo deseo, siendo franco sería morirme cuando yo quisiera. Comúnmente se dice “pasar a la otra vida” pero a mí no me preocupa admitirlo.
No sé si soy feliz o infeliz pero no dejo de sentir que poco a poco los dos deseos más egoístas de mi corazón se hacen realidad. Si dejo ir lo que tengo en mis manos, se llenarán.
Aquí una frase de un poeta felizmente desafortunado:
hoy
por este camino
tantas veces recorrido
voy
*Entrada 389 del 1 volumen de Gyokotsu no nikki, fechado el 2 de febrero de 1931.
** En esta oración Santôka hace referencia a dos figuras que no hemos traducido para no entorpecer la lectura pero es pertinente aclararlas: en el budismo el termino arakan (arhat en pâli) se refiere a la persona que ha comprendido la naturaleza humana, ha alcanzado el nirvana y, por ello, no volverá a nacer. Aunque el budismo de Theravâda considera convertirse en es la meta del progreso espiritual, el budismo de Mahâyâna (del que deriva el zen) cree que el arakan como meta es un fin egoísta y a cambio cree que los Bodhisattvas permanecen en el ciclo del renacimiento para ayudar a otras personas a alcanzar la iluminación. Por otro lado, kuyô (cuyo equivalente en pali es pûjâ) es un término utilizado para referirse a las manifestaciones de devoción y adoración a deidades a través de reverencias, ofrendas y canticos ya sea en entornos domésticos o festividades.
Referencias
Santôka (18 de mayo de 2008) 私を語る「消息に代えて」[Sobre mí (Respuesta a una carta)]. Aozora Bunko. Recuperado de: https://www.aozora.gr.jp/cards/000146/files/48267_31582.html La traducción es nuestra.
Santôka (16 de septiembre 2014) 「蜂の子」草木塔. [“El niño del cuenco” en Pagoda vegetal (selección de haikus)]. Aozora Bunko. Recuperado de: https://www.aozora.gr.jp/cards/000146/files/749_34457.html La traducción es nuestra.
CONSTRUIR
Por la mañana,
Cuatro hongos en el musgo.
Felicidad.
DECONSTRUIR
Kotodama es antigua palabra japonesa que quiere decir algo así como “el espíritu o alma de las palabras”. O bien “la fuerza vital y sobrenatural o mágica que tiene la palabra”.
En la literatura oral del Japón prehistórico era una noción fundamental en la creación y recitación de las antiguas canciones o poemas, plegarias, conjuros, etc. El historiador japonés Jinichi Konishi atribuye a esta noción de kotodama la importancia de la vocalidad en la antigua poesía japonesa, en el waka, el venerable ancestro del haiku. Yo, dentro del cajón de mi ignorancia, atribuyo a kotodama no solo la supervivencia del kigo, la palabra alusiva a la estación del año usada en el haiku japonés, sino también la sacralidad de su espíritu. El kigo es pues, para mí, una especie de kotodama fosilizado, el vestigio de una realidad poética en uso hace dos mil o mil quinientos años en Japón, el residuo de una concepción animista de la naturaleza.
Estos días hablo e investigo sobre kotodama a causa del curso presencial que estoy impartiendo en Casa Asia de Madrid a un grupo de doce estudiantes. Un curso sobre Poesía Japonesa Clásica y Moderna. El profesor Konishi va más allá e indica que el kotodama es, además, responsable del proceso de reducción silábica de la poesía japonesa: desde el waka con sus treinta y una sílabas al moderno haiku con solo diecisiete. En el primer volumen de su Historia de la Literatura Japonesa que trata de la edad arcaica y antigua de Japón señala: «A lo largo de los siglos, los versos de la poesía japonesa han evolucionado hacia formas más breves . . . Una razón de este desarrollo puede ser que la profusión de palabras es, como mínimo, tabú a la belleza animista. Se sabía que el kotodama producía efectos inesperados y que no debía debilitarse abusando de él . . . El haiku sigue conmoviendo al pueblo japonés y es más que probable que su emoción esconde en sus entrañas una conciencia animista que data de tiempos prehistóricos».
Cuando en un haiku incluimos un kigo, estamos, sin saberlo, tendiendo un puente hacia el terreno brumoso y mágico, pero real, del kotodama. Y al hacerlo así, infundimos vida nueva a la conciencia de la sacralidad de la naturaleza.
El haiku de este mes de febrero de 2024 bien pudiera ser un haiku de Año Nuevo (de hecho, según el calendario lunar del viejo Japón, el año nuevo empezaba la segunda semana de febrero). Porque aporta frescura y buenos auspicios. Las dos palabras del segundo verso “hongo” y “musgo” forman el kigo: son mi invocación al kotodama (perdón, solo se puede invocar en voz alta). El número “cuatro” proporciona inmediatez, concreción. Los números pequeños prestan cierto encanto al verso. Masaoka Shiki tiene un bonito haiku con números:
四五本の
柳取りまく
小家かな
Shigohon no
Yanagi torimaku
Koie kana
Son cuatro o cinco
Los sauces que rodean
A una casita
¡Que seamos felices en el Año Nuevo, con esa inmensa dicha que parecen irradiar los cuatro minúsculos hongos tan vivos sobre el mullido tapiz de musgo de una piedra cualquiera! (Incluyo foto).
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Les saludo desde un Santiago rodeado de cerros y montañas que encierran el calor estival.
En este primer año, el plan para la columna es revisar las divisiones que se aplican al kigo, tanto estacionales como temáticas. Pero para que además nos acompañe poéticamente durante el año, dividí estos temas de forma que los vayamos viendo al paso de las estaciones. Por lo tanto, cada tres meses analizaremos las estaciones, y entre medio veremos las categorías.
Muchas veces se considera el haiku como una expresión artística casi espiritual, pero la verdad es que, sobre todo en su variante clásica o tradicional, es un estilo poético muy exacto y puntual, casi milimétrico en cuanto a su precisión espacio temporal. Por ejemplo, “居待月 imachidzuki” es un kigo de mitad de otoño y significa “luna de la noche del décimo octavo día del octavo mes (del calendario lunar)”. Cuando alguna vez compuse un haiku con este kigo, un señor japonés me indicó su sorpresa de cómo una extranjera podía utilizar una palabra tan compleja en cuanto a su significado, siendo que a los mismos japoneses les costaba. Por otra parte, y sólo por argumentar, es interesante notar que este kigo tiene 5 sonidos; ¿cómo indicar esa riqueza de contenido en la misma cantidad de sílabas en español? Personalmente, creo que sería una tarea monumental. Comencemos, pues, nuestro camino hacia la profundidad de este bosque de significados que es “El mundo del kigo”.
Las estaciones del año son la primera gran clasificación en el kigo, de hecho, esta palabra está compuesta por los kanjis de “estación 季” y “palabra 語”. Estas estaciones son primavera, verano, otoño, invierno y Año Nuevo. Las cuatro primeras se dividen, a su vez, en kigos que representan toda la estación (三 san), que se pueden utilizar para componer haiku durante todo el período, y los que indican el comienzo (初 hatsu), mitad (仲 chuu) y fin (晩ban) de cada ciclo estacional. El Año Nuevo, por su parte, se divide en el fin del año viejo (暮 kure) y el nuevo año (新 shin). Dentro de cada una de estas subdivisiones encontraremos, además, las siete categorías, las cuales comenzaremos a conocer en profundidad a partir del próximo artículo.
Este mes nos enfocaremos en la primera estación del año, ya que el Año Nuevo está a caballo entre el fin de un ciclo anual y el comienzo del siguiente. Primavera o “春 haru / shun” se refiere al período comprendido entre “立春 risshun o el primer día de primavera” (alrededor del 04 de febrero) y el día anterior a “立夏 rikka o el primero del verano” (alrededor del 06 de mayo). Todavía hace frío y las camelias comienzan a florecer. En la actualidad, el comienzo del verano es a inicios de junio, antes de que comience la temporada de lluvia o 梅雨 tsuyu, pero en el mundo del haiku ya es verano en mayo. Sus divisiones son “三春 sanshun o tres primaveras”, indicando el período completo; “初春 shoshun o inicio de primavera”, va desde el primer día de primavera o risshun al día anterior a “啓蟄 keichitsu o despertar de los insectos”, alrededor del 06 de marzo; “仲春 chuushun o mitad de primavera”, y que comprende desde el ya mencionado keichitsu hasta el día anterior a “清明 seimei o puro y claro”, alrededor de 05 de abril; y por último, “晩春 banshun o fin de la primavera”, desde seimei al día antes del inicio del verano o 立夏 rikka el 06 de mayo aproximadamente. Dentro de cada uno de estos intervalos tenemos kigos que se clasifican en “時候 jikou, estacional”, “天文 tenmon, astronomía”, “地理 chiri, geografía”, “生活 seikatsu, vida cotidiana”, “行事 gyouji, eventos”, “動物 doubutsu, animales” y “植物 shokubutsu, vegetación”.
Como se puede apreciar, si se quiere componer haikus en estilo tradicional, se requiere de mucho estudio. Una herramienta indispensable para todo buen haijin es un saijiki o diccionario de kigo con ejemplos de haiku, o un kiyose, que es también un diccionario, sólo que no trae ejemplos. Incluso si se quiere componer haiku en estilo moderno, saber de kigo e incluso utilizarlos, ayuda muchísimo ya que nos da un marco referencial sólido en el cual situar nuestro poema.
Luego de toda esta teoría, los dejo con algunos haikus para que vean los kigos en acción. Elegí para este mes kigos que pertenezcan al período que abarca toda la primavera (三春 sanshun) y a inicio de primavera (初春 shoshun).
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Kigo 東風 kochi, viento del este, viento primaveral. Este es un 子季語 kokigo, o variación.
Período 三春 sanshun, toda la primavera.
Categoría 天文 tenmon, astronomía.
Nishigami Tomi
スカートの襞こまやかに桜東風
sukaato no hida komayaka ni sakura kochi
tiernamente en los pliegues de la falda el viento del este con cerezos
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Kigo 遅日 chijitsu, largo día de primavera. A medida que la primavera avanza el sol se pone cada vez más tarde.
Período 三春 sanshun, toda la primavera.
Categoría 時候 jikou o estacional.
Kou Chinatsuko (1945 – 2007)
牛の背ににはとりの乗る遅日かな
ushi no se ni niwatori no noru chijitsu kana
largo día de primavera en que la gallina anda a lomos de la vaca
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Kigo 春めく haru meku, ser como primavera, mostrar signos de primavera. De acuerdo con el calendario, la primavera comienza en 立春 risshun o el primer día de primavera (alrededor del 04 de febrero), pero con esta palabra se indica el ser consciente de la primavera en el sentido real, sentir la llegada de la estación.
Período 初春 shoshun o inicio de primavera.
Categoría 時候 jikou o estacional.
Iida Dakotsu (1885 – 1962)
風荒れて春めくといふなにもなし
kaze arete haru meku to iu nani mo nashi
viento tormentoso, no hay nada como la sensación de la primavera
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Espero disfruten de estos primeros pasos en el camino de “El mundo del kigo”, por mi parte estoy muy emocionada de caminar junto a ustedes. ¡Nos vemos en el próximo artículo!