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Agosto 2021

Este mes no nos enfocaremos en un verso del que Bashou hubiera tomado inspiración o influencia, como hacemos habitualmente, sino en un lugar en particular y en todo el peso de significado que éste conlleva. Me refiero a la playa de Suma, actual Prefectura de Hyogo, que ya desde tiempos antiguos era considerada un “uta makura” 歌枕. Estas consistían en palabras poéticas que hacían referencia, principalmente, a lugares famosos y a todo el significado de contexto literario que se les había atribuido desde tiempos del Manyoushuu, la primera antología imperial, allá por los siglos VII y VIII.

Suma es muy reconocida por los lectores de literatura clásica japonesa, ya que tiene un papel importante en el Genji monogatari de Murasaki Shikibu, considerada la primera novela del mundo. Uno de sus capítulos, el correspondiente al destierro de Genji, transcurre en esta playa. En él vemos su sufrimiento por verse obligado a apartarse de su vida en la capital imperial y de todos sus afectos. Para ejemplificar lo doloroso de esta situación he elegido los poemas de despedida de Genji y Murasaki no ue.

Genji:

生きる世の別れも知らず命かけ愛しあったよいついつまでもと

ikiru yo no wakare mo shirazu inochi kake aishi atta yoitsu itsu mademo to

sin saber que en este mundo existía la separación te prometí mi vida pero ahora veo el fin de ese voto

 

Murasaki no ue:

惜しくないわたしの命と引きかえにいまのお別れのばしたいもの

oshikunai watashi no inochi to hikikae ni ima no owakare no bashi tai mono

preferiría dejar esta vida mía si con eso pudiera detener aunque fuera un momento esta separación

Y Bashou, haciéndose eco del dolor generado por esta separación forzosa, y de cómo Genji la sufre en Suma, compone un haiku que se encuentra recopilado en su obra más famosa, el “kikou” o crónica viajera Oku no hosomichi:

寂しさや須磨にかちたる浜の秋

Sabishisa ya suma ni kachitaru hama no aki

¡Tristeza! Supera hasta Suma, playa de otoño.

Y así vemos como un lugar y su carga emotiva conmueven a través de los siglos los corazones sensibles.

Viaje a las fuentes del zen (y 2)

              De noche, Tokio es una fastuosa sinfonía de luz. Desde el aire, la inmensa luciérnaga se despliega, perezosamente. Ahí abajo están las luces de Ginza, el barrio de la elegancia, que hace honor a su significado de “astro resplandeciente”. Desde la habitación del Prince se ve la torre de Tokio, sobre el fondo de un ramo de “ikebana” que yo mismo compuse, en la escuela Sogetsu, con crisantemos amarillos y ramas secas. Muy cerca, el templo budista de Zojo-ji recorta su antiguo y misterioso perfil contra la estructura metálica de la torre que asciende al cielo de otoño. Este laberinto de vértigo alberga también, en su corazón, súbitas islas de sosiego y de naturaleza.

       Los días de Tokio siguen de nuevo la pauta de la belleza, compartida por otra intérprete –Akiko Ezawa-, también inolvidable, que subirá conmigo al esplendor barroco de Nikko, el día de la despedida. Antes, visitas a la escuela Sugetsu de “ikebana”, que alberga una exposición temporal de arquitectura de bambú, una especie de verde catedral efímera que contrasta con la modernidad funcional del edificio, en la zona de Akasaka.

                Otras imágenes se funden o se superponen en la memoria: las pinturas del Museo Matsuoka, los utensilios para incienso del Okura Shukokan, la entrevista con el crítico de teatro Hiroshi Fujita, quien me descubre algunos secretos del “kabuki” y me proporciona la sorpresa de ver, en el Teatro Nacional, una sesión de “bunraku”, el deslumbrante teatro de marionetas, con la belleza y la fuerza de sus recitativos, el movimiento solemne de los muñecos entronizados como si fueran custodias, la vistosidad de los trajes y el misterio de la música.

                El día del equinoccio de otoño quedará en mi memoria como el día del “kabuki” y de los oráculos de Asakusa. Ese día es festivo en Japón y cientos de personas acuden, por la mañana, al templo de Asakusa –“la cuesta roja”-, donde se venera una “Kannon” o diosa de la misericordia que, según se dice, salvó a los tokiotas que se refugiaron en el recinto durante el terremoto de 1923. A un lado y a otro de la larga calle que busca en línea recta la entrada del templo se suceden las tiendas y puestecitos ambulantes, a modo de “rastro” continuo. Aquí se pueden encontrar dulces que ya no se hacen en otra parte, juguetes antiguos, artesanía barata y adivinos que invocan a la diosa y leen el porvenir.

             La tarde queda consagrada al “kabuki”, una experiencia estética imposible de definir, porque se trata del arte total –música, danza, recitación, ritual, sensualidad oceánica, fiesta de la intuición y del sentido-. La etimología es ya una definición: -“ka” (música), -“bu” (danza) y –“ki” (recitación). ¿Cómo transmitir toda esa magia?

                Los elementos estéticos comienzan ya con el telón de boca o “joshiki-maku”, con sus anchas bandas verticales en verde, negro y rojo, descorriéndose como una cortina al son del “hyoshigi”. Sólo una actitud de activa contemplación, de abandono intuitivo, puede registrar los infinitos detalles: la entrada de algunos actores por el “camino de las flores” o “hanamichi” que arranca desde el fondo lateral del patio de butacas, la música del “shamisen” para los recitados, los efectos especiales del tambor “o-daiko”, las cumbres emotivas que subrayan los “tsuke” (dos tablas de madera golpeadas sobre una tabla cuadrada), la suntuosidad de la escenografía y del vestuario –incluida la “cortina de flores”-, el minucioso maquillaje que expresa simbólicamente las cualidades del actor, los “invisibles” “kurogo” u hombres negros que ayudan, ese momento culminante que señala el “mie” (gesto que resume, vigorosamente, con el cuerpo y con la cabeza, toda la energía, todo el orgullo del actor en su clímax)…

                Emocionante por sí misma y por la rareza con que se produce es la ceremonia de transmisión del nombre que puedo contemplar en el kabukiza de Tokio: el elogio solemne de cada uno de los actores al heredero del título de gran actor –en esta ocasión, tres miembros de la familia Bando, padre, hijo y sobrino- y la petición de apoyo al público… Un ritual inenarrable que sólo los gritos de los espectadores reflejan en su justa grandiosidad…

               Penúltima sorpresa: la maravilla de Nikko que, como me había dicho el embajador Eikichi Hayashiya, es el delirio del barroco japonés. Delirio doble –la propia naturaleza ahogada en su espléndida fecundidad, los bosques densos, los cedros monumentales, el lago Chuzen-ji, Kegon (la cascada de los suicidas…) y un arte enloquecido por el color y el retorcimiento suntuoso de las formas-. Tras la maravillosa “Puerta de la Luz del Día” –llamada también “Puerta del Crepúsculo” porque no podría uno abandonarla sin pena-, se suceden templos, tumbas, tesoros, linternas de piedra, fuentes y senderos, todo ello ahogado por un verdor asfixiante y la memoria del gran Tokugawa Ieyasu, que duerme aquí, al otro lado de la dorada y roja maravilla del Puente Sagrado…

                “No hables de “kekkko” (maravilla), si no has visto Nikko”, dice un proverbio popular. Y, más allá del tópico, a pesar de este día lluvioso, que aviva los colores del otoño nublando las ondulantes lejanías, Nikko es la borrachera sensual, el desatino. Arriba, junto a la furia de la “cascada del dragón”, el otoño se adelanta a sí mismo, extrayendo la sangre viva de los arces, imponiendo su imperio dorado, anticipando la memoria de la nieve.

                El viaje se adensa, se desborda, tan lleno de aventura y de conocimiento. Apenas queda espacio para contar la lección de “sho-do” (otro camino del arte zen: el de la caligrafía), con el señor Iijima, el mismo maestro que enseñó a un Joan Miró fascinado y que me dice: “El ‘sho-do’ es uno mismo, un mundo en blanco y negro, una revelación del ser”. O la clase de acuarela o “sumi-e”, en la escuela de la señora Murofushi –que da origen a un cuadro de bambúes que, posiblemente, sea mi primera y mi última audacia pictórica-. O la mañana del regreso, en el Museo de Arte Moderno.

                En el Museo del Haiku, también en Tokio, puedo admirar un “haiku” manuscrito del propio Bashô, el más grande de los poetas japoneses; dejar escrito en el libro de visitas un “haiku” modesto, recorrer la vasta biblioteca que atesora miles, millones de “haikus” como relámpagos… Y la despedida perfecta: esta tarde de otoño en la “ermita de Bashô”, oculto paraíso en las orillas del río Sumida, con su colina de las camelias, sus arces y su cerezos dorándose, su prado claro y su vegetación salvaje, la imagen del poeta rodeado de sus discípulos como un dios de la belleza o como un santo de la iluminación súbita, el pabellón de madera con sus pilas de agua –donde vivían, según dicen, las amantes del emperador Meiji-, el rumor del agua, el canto de los pájaros junto al fragor de la ciudad desaforada…

         ¿Qué imagen mejor? ¿Qué mejor resumen de este viaje iniciático? La poesía del maestro. La quietud de su ermita. Ese “haiku”, cuyo manuscrito contemplé al azar, y que dice:

“Ven a mi ermita
a escuchar al insecto
que canta mudo”.

***

Haiku 30

源八をわたりて梅のあるじ哉

Genpachi o watarite ume no aruji kana

Cruzando el río
en el ferry de Genpachi
la maestría de los ciruelos.

El primer Puente de Genpachi fue construido en 1939. Anteriormente, se utilizaba un barco para cruzar el río Ôkawa. El nombre de Genpachi proviene de un banco de arena llamado «Genpatsu», situado en mitad del río.

Sus dos orillas eran completamente opuestas: en el este un pueblo sencillo y tranquilo rodeado de ciruelos y cerezos; en el oeste las residencias de los funcionarios bajo el gobernador de Osaka, y el santuario de Tenmangû dedicado a Sugahara no Michizane (845-903) de quien hemos hablado en el haiku número 27.

Este hombre convertido en dios, compuso un famoso poema:

«Kochi fukaba nioi yokoseyo ume no hana aruji nashi tote haru o wasuruna»
«Durante la ausencia de vuestro «amo» en Kioto, no olvidéis florecer; enviadme vuestra fragancia a mi nueva residencia en Dazaifu… ¡flores del ciruelo ! cuando sopla la brisa primaveral desde el este». La leyenda dice que los ciruelos en su palacio de Kioto volaron hasta Dazaifu en Kyushu.

Buson pudo cruzar de este a oeste para visitar el Santuario de Osaka Tenmangû dedicado al amo de los ciruelos (Sugahara no Michidane); Si cruzó de oeste a este el río a Nakano para admirar las flores del ciruelo y él se sintió abrumado ante la visión de los ciruelos florecidos.

塊に笞うつ梅の あるじ かな

katamari ni muchi utsu ume no aruji kana

El maestro del ciruelo
golpea un grupo
con su bastón.

Agosto 2021

Atardecer
Todas las vacas comen
una me mira

 Elier Bazán Infante – 9 años
Santa Clara, Cuba

    Compartimos en esta entrega otra  experiencia que en esta ocasión  llega desde Argentina, más precisamente de la provincia de Córdoba. En ella encontraremos un nuevo abordaje con el que  el haiku dio origen a una novedosa propuesta de presentación. La profesora Adriana Mufarrege docente de Educación Visual nos lo cuenta:

Cubierto de hojas
no sabe si es camino
o si es otoño.

Rafael García Bidó

 

            El proyecto se desarrolló a lo largo de los meses de Marzo y Abril de 2021 en el Centro Educativo Héroes de Malvinas de la ciudad de Córdoba, con los alumnos de 5° y 6° grados de turnos mañana y tarde.

Noche otoñal:
la luna va entre nubes…
La apura el viento

Rafael Roldán Auzqui

 

            Debido a los protocolos escolares llevados a cabo por el COVID, los grupos escolares se dividieron en burbujas y en cada una de ellas de realizó la actividad. Empezamos trabajando dibujos realizados con lápices de colores sobre hoja blanca y luego incorporamos el collage sobre fondo de color.

Espejo de agua.
Se reordena el Cosmos:
cielo al revés…

Rafael Roldán Auzqui

             En la primera clase les conté brevemente qué es un haiku y de qué país y época provenía esa forma poética. Luego  y en las sucesivas clases escribía en el pizarrón varios haikus, los invité a leerlos en voz alta. Fuimos conversando sobre la métrica, el significado de los textos y la interpretación que cada una/uno de las niñas/niños hacía de los mismos. Después, cada estudiante elegía uno de los haiku para ilustrarlo.

           En el caso de los dibujos, primero escribían el poema (yo les señalaba que debían respetar los tres versos escritos en tres renglones, y no en uno o dos) y luego lo dibujaban. En el caso de los collages, escribían el haiku en un trozo de hoja blanca con renglones, lo recortaban y lo dejaban aparte, para incorporarlo a su trabajo junto con los demás elementos recortados.

El año nuevo:
con fuegos de artificio,
la misma luna…

Rafael Roldán Auzqui

 

            Mis principales indicadores de evaluación fueron:

-Correspondencia entre el tema del poema y la interpretación plástica hecha por el estudiante

-Legibilidad y corrección del texto escrito

-Utilización variada y creativa de la técnica empleada (dibujo, collage)

      El segundo ítem fue el más trabajoso, ya que la lectoescritura es uno de los puntos débiles en nuestra escuela. Lamentablemente, hasta el momento, ninguna docente de grado se ha sumado al proyecto, por lo cual queda pendiente la escritura de haikus por parte de las/los estudiantes.

Las hojas secas
reciben el otoño
con remolinos

Francisco Diéguez

 

           El video que presentamos fue elaborado por mí exclusivamente, sin participación de las/los estudiantes. Se armó  en el editor de videos de Windows 10, previo recorte y retoque de cada una de las fotos de los trabajos con Adobe Photoshop. La música fue extraída del siguiente video de YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=JDTp_YQizqE

       Los trabajos están agrupados de acuerdo a los diferentes poemas ilustrados, cada uno de los cuales ha sido tipeado en un fotograma aparte.  He incluido algunos efectos que me proveía el editor, seleccionándolos de acuerdo al tema de cada poema:  niebla, viento, hojas cayendo, etc. Primero puse una versión coral de esa misma canción Sakura, pero era demasiado dramática e impactante y creo que opacaba los trabajos y atraía demasiado la atención hacia la música. Así que me decidí por una versión instrumental. También elegí cuidadosamente entre las distintas tipografías y diseños para los fotogramas de texto, que no eran muchos en un editor tan simple, pero creo que es armonioso el efecto final.

            El video fue enviado a cada una de las docentes para que lo compartan con las familias de las/los estudiantes.

            Aquí les compartimos el resultado final:

https://www.youtube.com/watch?v=ARXjhg9IoJY&ab_channel=AdrianaMufarrege

Agosto 2021

no tengo nada,
¡salvo esta quietud,
esta frescura!

Kobayashi Issa
(Trad. José Maria Bermejo)

«9. Erradicar la pobreza como un imperativo ético, social y ambiental
a. Garantizar el derecho al agua potable, al aire limpio, a la seguridad alimenticia, a la tierra no contaminada, a una vivienda y a un saneamiento seguro, asignando los recursos nacionales e internacionales requeridos.
b. Habilitar a todos los seres humanos con la educación y con los recursos requeridos para que alcancen un modo de vida sostenible y proveer la seguridad social y las redes de apoyo requeridos para quienes no puedan mantenerse por sí mismos.
c. Reconocer a los ignorados, proteger a los vulnerables, servir a aquellos que sufren y posibilitar el desarrollo de sus capacidades y perseguir sus aspiraciones.»
(de la Carta de la Tierra)

Agosto 2021

Haibun 23

Sendas de Kumano Kodo

熊野古道の小道

Jorge

El ómnibus se detiene en silencio. Nuestra guía, Yuko, anuncia “¡llegamos!”.

De inmediato comienza el movimiento. Julia dice “ ¡no te olvidés la cámara!”. Con ansiedad bajamos y nuestros ojos quieren verlo todo.

Nos espera una anciana con su sombrero kaza y su piel con huellas de la historia. Con una reverencia y voz suave nos dice su nombre 小松貞子 .

La presenta Yuko : “Sadako Komatsu, es la guía oficial del camino de Kumano. No habla español”.

Julia

Después del saludo nos entrega a cada uno los bastones que nos ayudarán en la caminata. Iniciamos el camino en silencio dejando que ese paisaje de Japón se adentre en nosotros

Sol luminoso…

El aroma del bosque

en el aire

Jorge

Grandes árboles entrelazan las raíces, una niebla a lo lejos no deja ver más que imágenes únicas casi perdidas varios metros más abajo y una senda que serpentea y se pierde…

Historia del tiempo.

Las raíces de los árboles

entrelazadas

Julia

Al caminar acompañados por nuestra respiración y la naturaleza exuberante sentimos la presencia de los grandes maestros del haiku junto a nosotros

Camino ancestral…

Entre pinos y helechos

el sonido de los bastones

Jorge

“¡Miren allá!, parecen casas… “

“Es un oji; un santuario secundario”, nos acota la guía.  La fila india se va estirando. Nosotros dejamos pasar a algunos para hacer  fotografías con tranquilidad.

Escalón de madera.

En la rugosa piedra

brilla el musgo

Vamos bajando la cuesta , una compañera trastabilla y se levanta. Su bastón queda trabado entre la maleza y lo abandona. Ya más cerca vemos el santuario y un campo de arroz.

Julia

A medida que descendemos para llegar al santuario Kumano Hongu Taisha nuestros sentidos se alertan aún más.

Recibimiento inesperado…

El graznar de un cuervo

posándose

Jorge

Escalera empinada.

Una linterna de piedra

escolta al torii

Julia

Nos unimos a un grupo de peregrinos que hacen sus ofrendas.

Nubes bajas…

El humo del incienso

haciendo círculos

Jorge

Los puestos con tablillas Ema y los pies cansados y el torii a la vista y el deseo de un baño…

Pies cansados.

Comprando tablillas

sin saber que dicen

Estamos plenos de naturaleza y espiritualidad; el camino de Kumano  nos invita a seguir…

 

M. Julia Guzmán y Jorge A. Giallorenzi.
                                             Córdoba, Argentina.
                                             21 de abril de 2021

cof

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LA VOZ DEL HAIKU EN LENGUA MAPUZUGUN

clicar aquí para ver el vídeo

“El pueblo mapuche habita el wall mapu (territorio ancestral mapuche) que hoy es ocupado por los estados Argentino y Chileno. A ambos lados de la cordillera hoy cientos de familias mapuche luchan y resisten para poder vivir haciendo ejercicio pleno de su identidad cultural. El mapuzugun es el idioma del pueblo mapuche, el idioma que conversa con la tierra y con toda la biodiversidad, itxofill mogen.

   Hoy las luchas y resistencias del pueblo mapuche es sostenida por jóvenes a lo largo y ancho del wall mapu, todos los territorios son territorios de resistencia, por eso el uso del mapuzugun es una lucha cotidiana por la revitalización del idioma de wall mapu que se encuentra en grave peligro de extinción.

¡Petu mongueleiñ taiñ wall mapu mew, zuguleiñ taiñ kewün! Amulepe taiñ mapuzugun 

(Todavia vivimos en wall mapu, hablamos nuestro idioma, vamos con nuestro mapuzugun)”

   Esta entrada de Voces del Haiku, no sólo está dedicada al pueblo Mapuche, sino a todos y todas que consideran a la Naturaleza como nuestro mayor tesoro a preservar.

   Quizá el haiku sea todo esto….

   Agradecemos a los colaboradores del pueblo mapuche que nos han ayudado a crear este video y al grupo de haiku argentino Puente y Camino por su trabajo.

   Gracias a todos y todas.

Agosto 2021

Momentos musicales en Segura*

Entrada ya la noche, en la piscina de Amurjo (Orcera, Jaén), sobre una tarima instalada en el agua, resuena la voz de Raquel Andueza, acompañada por el conjunto de música antigua La Galanía. Sentir su canto dulce y potente, acompasado al ritmo de la percusión, la melodía del violín, las notas aéreas del arpa, los acordes y el punteo de la tiorba y la  guitarra barroca. Escuchar las letras preñadas de gracejo, humor, picardía y  agudeza. Vibrar, al fin, al unísono y aplaudir con el corazón en las palmas. Mecidos los músicos y el público en la misma noche iluminada y tendida sobre las aguas lisas de la piscina. Y trascender en sintonía el tiempo y sus edades.

Luna menguante.
Se cuela un perrillo
en el escenario.

       Iglesia de los jesuitas en Segura de la Sierra, consagrada ya no al culto sino a la cultura. Los jóvenes músicos del cuarteto Seikilos interpretan obras de maestros del siglo XX, Joaquín Turina entre otros. Te sumerges en la onda continua de las cuerdas frotadas -agudos, graves, intermedios- y te dejas fluir adonde te lleve la corriente y sus movimientos, sus silencios, sus remansos, sus progresos. No importa adónde te conduzca. Te sabes a salvo y comprendido en la lengua universal de los pentagramas.

Tañen las campanas.
En la quietud del templo
un pizzicato.

       Para asistir al concierto de Andrea Motis Quintet hay que ascender por una estrecha senda labrada en el monte hasta el escenario Fuenroble. Justo cuando el sol comienza a declinar en la tarde arrebolada, da comienzo también el espectáculo. Andrea, arrebatada -como el público que mira de hito en hito a poniente- por la magia del instante, no puede sustraerse a la emoción que improvisa su canto. Luego vinieron piezas magistrales de jazz fusión, pero aquella magia, aquella emoción del inicio aún siguen excitando las papilas de la memoria.

       Cientos de bombillitas encendidas jalonaban en zigzag el sendero del descenso. Sorpresa y asombro que añadir al embrujo del evento.

Entrada la noche
cambian los focos
el color de los pinos.

       En un rellano de la pista forestal que sube hasta el monte Peñalta nos aguarda el conjunto Neopercusión. Apenas audible al principio el toque de las baquetas en los platillos que sutil, lenta, levemente, va incrementando la intensidad de su vibración hasta la saturación final, acorde con la génesis de la luz, el amanecer radiante que ya se expande por todas las aberturas y claros del bosque y despierta el clamor de las cigarras.

A resguardo del sol.
Al compás de las chicharras
los yembés.

       Subida en sus altos tacones de lentejuelas brillantes, viola en ristre, acomete Isabel Villanueva -acompañada al piano por Antonio Galera- la interpretación de piezas de Schumann, Granados, García-Abril… Cuerdas vocales transfiguradas en crines de caballo frotan otras cuerdas que resuenan en su cuerpo orgánico de madera. Voz humana vertida en instrumento exento de palabras que toca directo el corazón, suscita la emoción y eleva el espíritu. Et in terra gloria.

Mediodía.
Sin otro sonido
que el de la viola.

       Cooperativa de Orcera. Bajo la nave metálica pintada de verde, flanqueada por enormes máquinas para elaborar y envasar el aceite, ahora calladas y en reposo, como un espectador más, se abre el concierto de la Orquesta Ciudad de Granada con una obrita de Charles Ives: La Pregunta sin Respuesta.

       Un pájaro entra y sale repetidas veces del recinto industrial, en vuelos cortos, no sé si temeroso o inquirido él también por la pregunta que no precisa respuesta porque se autoafirma en lo que acontece.

       Emergen del decurso ilativo de las cuerdas las notas en off de la trompeta e irrumpen las replicas disonantes de las maderas. Tríada disyuntiva que se hace trinidad sinfónica al converger en la única respuesta plausible: el silencio.

       Sin solución de continuidad llega la noche.

Concierto en la almazara.
El viento desordena
las partituras.

*Música en Segura es un festival de música -fundamentalmente clásica- que tiene lugar cada año en el entorno de Segura de la Sierra (Jaén), en el corazón del parque natural de la Sierra de Segura. Cuenta con dos ediciones: el de verano (antaño en primavera), que se celebró en la semana del 29 de Junio al 4 de Julio y el de otoño, que tendrá lugar entre los días 26 al 28 de Noviembre).(www.musicaensegura.com)

Poemas y cadáveres

(Porque la tumba siempre comprenderá al poeta)
Baudelaire, Las flores del mal

La poesía intenta llevar a la palabra de forma siempre única las fuerzas fundamentales de la existencia. Por eso, logra superar las barreras epocales y culturales, apelando a experiencias que son comprensibles para todas y todos. No es casual que abunde la poesía sobre el amor, sobre la belleza, sobre el júbilo. Pero también la poesía ha prestado palabra a la muerte. Como señala Baudelaire, hay algo en la muerte que invita a la poesía. Quién más es capaz de llevar a la palabra esa condición que no queremos ver.

En la vida cotidiana la muerte no figura. Intentamos pintarla como algo lejano, algo que vendrá en el futuro. Como señala Masao Abe, el cristianismo llega al extremo de tratar la muerte como un accidente de la vida; un inconveniente que se interpone a la vida después de la salida del edén y que terminará junto con el juicio final. Pero aunque no queramos verla, la muerte siempre está ahí y hace falta un poema para darle voz.

Uno de los temas de la “cosecha tardía” de Baudelaire es el encuentro entre las fuerzas del amor y la muerte. El amor nos hace desear que dure para siempre. Ya Fausto o la Comedia de Dante subrayaron el motivo del amor que se sobrepone a la muerte. En cambio, Baudelaire nos propone un final fáustico invertido, en que reconocemos que aún en el amor la muerte está siempre presente. En el poema número XXIX, titulado “La carroña”, nuestro poeta recuerda un paseo por un sendero con la amada en que se encontraron con un cadáver. Pinta una escena en que mezcla erotismo y muerte, con el deseo y la descomposición entremezclados y remata diciendo “¡Sí! así estarás, oh reina de las gracias, / después de los últimos sacramentos”. Reconoce Baudelaire que ni el impulso vital del amor puede desembarazarse de la condición carnal de la muerte. Hasta ese cuerpo amado será un día comido por gusanos y está ya caminando a la tumba. Estos poemas no sólo logran llamar la atención sobre la muerte que no queremos ver sino que nos recuerdan la unidad interna de vida y muerte, de erotismo y descomposición.

En un tono parecido encontramos al poeta y maestro zen del siglo XV Ikkyu Sojun en su híbrido de poesía y prosa titulado “Esqueletos”. En este texto nos narra su peregrinación a un templo zen. Ikkyu llega tarde a su destino y decide pasar la noche a las afueras del templo, donde como es costumbre hay un cementerio. Ikkyu es despertado a la mitad de la noche por el ruido de una fiesta y se encuentra con que, tras caer el sol, los esqueletos del cementerio se levantan de sus tumbas y emulan sus actividades cuando vivían. Y después de dialogar con los esqueletos que, en las noches, andan como vivos, El poeta se pregunta: “¿Quién no es un esqueleto? Es sólo porque los humanos estamos cubiertos de piel de distintos colores que las pasiones sexuales entre hombres y mujeres existen. Al parar la respiración y la piel del cuerpo romperse, ya no queda forma, ni mayor ni menor”.

Tanto Ikkyu como Baudelaire, separados por siglos y barreras culturales, reconocen una conexión entre erotismo y muerte en la carne. La carne es la dimensión del erotismo pero, poco a poco, bajo ella se asoma el esqueleto. Más aún, el esqueleto de nuestro ser amado ya está aquí en los huesos de la mano que acariciamos o los pómulos que se marcan en su rostro. Nishitani decía que no hay una dualidad vida/muerte, no son dos sino el mismo fenómeno vida-muerte. Y, en ese sentido, nuestros poetas nos recuerdan que el eje de esta unidad es el propio cuerpo. Yo a veces pienso en la tradición del tabú de la desnudez. Solemos pensar que tiene que ver con la dimensión erótica del cuerpo como fuente de deseo. Pero a veces pienso que la cultura occidental ha vuelto costumbre cubrir todo menos la cabeza para hacer como si fuéramos serafines, subjetividades sin cuerpo. Y si viéramos desnudas nuestras costillas, escucháramos nuestra barriga, viéramos nuestra piel cada vez más delgada, arrugada, reconoceríamos nuestro carácter carnal, nuestro carácter animal y que, en última instancia, ya somos cadáveres.