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Mayo 2020

CONSTRUIR

  Tan ignorante
de la muerte que llega.
Ze, ze, ze, ze, ze.

Otro:

En soledad
Una vida se esfuma.
El cielo azul.

DECONSTRUIR

Estos dos haikus nos hablan de la muerte. Rehuir este tema es hacer el juego a la innaturalidad de no tenerla presente en nuestros pensamientos. ¿Podemos vivir sin tener presente a la vida? La vida es parte de la muerte, tanto como la muerte es parte de la vida. Somos invitados en este mundo y los invitados, tarde o temprano, se van. Quedan el aire, la tierra, el agua, elementos que, forzoso es reconocerlo, parecen estar mejor sin nuestra actividad y presencia. Nada pues más natural que tener presente en nuestros poemas a la muerte, a nuestra partida, a nuestra salida de la jaula, al comienzo del vuelo hacia la nada.

El primer poema recrea uno famoso de Bashō sobre una cigarra que dice:

Yagate shinu
Keshiki wa miyezu
Semi no koe

 

De su pronta muerte
Sin señales mostrar,
Voz de cigarra.

A mi entender, todo el peso de este maravilloso haiku está en el tercer verso: el canto de este insecto que, en Japón, nos evoca el calor sofocante del verano.

En una vuelta de tuerca, yo he pretendido reproducir torpemente, por falta de consonantes apropiadas en español, el sonido de la cigarra: un “ye, ye, ye, ye, ye”, pero pronunciando esta “ye” algo así como con una palatal fricativa, parecido al inglés “je” aunque alargando del fricación, como con un prolongado roce. En suma, el canto de la cigarra.   Este poema siempre me ha llamado la atención porque, en contra de la opinión de la tesis moralista de algunos que afirman la lección sobre la fugacidad de la vida que nos puede dar Bashō con estos versos, creo que la cigarra se ríe de nuestra preocupación por la muerte o por las cosas que no han llegado.

Compongamos haikus, con la inconsciencia con que canta la cigarra, sobre la vida o sobre la muerte porque lo único importante es el AQUÍ y el AHORA, es decir, el espíritu del haiku.

En cuanto al segundo poema que hoy presento a la atención de los amigos de El Rincón del Haiku, incide sobre la misma sensación: la indiferencia del azul del cielo (antes era el canto de la cigarra) ante el insignificante drama de la desaparición de una vida. Al fin y al cabo, como he comentado antes, ¿no va estar más limpio y más azul el cielo cuando nos hayamos ido?

La foto que adjunto, con la ramita de cerezo en flor en primer plano, lo dice mejor.

Ni el azul del cielo ni la cigarra tienen temor a la muerte. Son intrépidos, como intrépido es el haijin cuando con la flecha de su arte perfora el Inconsciente, es decir, la vida interior de las cosas.

  “Japón ha siso capaz de impregnarse de rasgos
de otras culturas y civilizaciones; pero conservando
su propia idiosincrasia”

Watanabe

El haiku es el placer de una escritura que nos
libera de la incontinente carga ideológica occidental
pesada y cautivadora. El sujeto, la terrible y pétrea
individualización culpabilizadora de occidente, se
disuelve, se difumina, desaparece”.

Adolfo García Ortega

     En los artículos precedentes habíamos presentado la literatura y en concreto, el haiku como ejemplo de conexión de contenidos, valores y referencias culturales (etnológicas, históricas, sociolingüísticas, folklóricas…) prioritariamente desde Japón a Occidente; pero también podríamos hablar de una bidireccionalidad de influencias.

         Lo cierto es que oriente y occidente han vivido y viven, conociéndose y observándose mutuamente, al mismo tiempo que defienden sus fronteras de identidad.

         Con el inicio en Japón de la revolución cultural del último tercio del S. XIX, que culminó en la Restauración Meiji (“gobierno de las luces o gobierno ilustrado”) de 1868 en la cual, la Corte Imperial se trasladó a Tokio; se propició una nueva cultura finisecular, permitiendo la recepción de la literatura y las ideas provenientes de Occidente y su sincretismo con el pensamiento japonés.

         En este momento, fue cuando se produjo el fenómeno denominado “bummei kaika” (civilización e ilustración), siendo tal vez el movimiento intelectual que más contribuyó a la recepción del pensamiento y la cultura Occidental en Japón.

         Este cambio tan relevante en su historia, determinó la labor de algunos pensadores muy influyentes en el proceso de modernización y apertura al exterior como fueron Yukich Fukuzawa, Inazo Nitobe, Natsume Söseki…, entre otros, los cuales se interesaron por la literatura, la ciencia y las lenguas occidentales, generando un puente de conexión entre Japón y Occidente. Culturas que, a pesar de ser muy diferentes, poseen puntos en común, los cuales han quedado reflejados en la mutua influencia literaria, amén de otras áreas del saber.

         Las fronteras culturales, por lo tanto, se amplían y en algunos casos, absorben límites que tradicionalmente habían sido considerados infranqueables y la cultura Occidental, junto con sus manifestaciones artísticas y literarias, evolucionan marcando relaciones de paralelismo, complementariedad y contraste.

   Así comenzó Japón su periodo de occidentalización con avances y estancamientos en los que tradición y modernidad se fusionaron; pero retornando a su vez a poetas y conceptos clásicos, arraigados a su tradición como sería Bashō y su obra.

         Watanabe, destaca que Japón ha sido capaz de impregnarse de rasgos de otras culturas y civilizaciones; pero conservando su propia idiosincrasia. Por lo tanto, matizamos que ha logrado asimilar lo mejor de Occidente a su propia cultura. Siendo significativa la marcada influencia de la poesía y la novela realista como modelos literarios occidentales; a la vista de lo expuesto se puede concluir que Japón durante este periodo se da a conocer al resto del mundo y, al mismo tiempo, entra en contacto con el resto de países extranjeros. Desde este proceso de transculturización, se logra construir, a través del haiku y de su estrofa una identidad que refleja los valores autóctonos, articulados con los provenientes del exterior; pero sin dejar de visualizar la necesidad de conciliar de forma recíproca el bagaje de ambas culturas que desde un espacio de encuentro logran el ensamblaje necesario para alcanzar una voz unánime en las diferentes manifestaciones artísticas.

     En estos momentos, están en la brecha de la vanguardia del haiku, haijines de la talla de:

  • Tanedo Santōka. Seudónimo de Taneda Shōichi (1882-1940). Fue de los primeros en mantener contacto con la literatura Occidental como traductor, en 1911 publicó en la revista Seinen traducciones de Iván Turguénev y Guy Mauppassant
  • A su vez Taneda Santōka como haijin transcendió las diferencias con las poéticas del haiku tradicional.
  • Masaoka Shiki (1867-1902). Publicó en la revista Hototogitsu y fue en ella en la que declaró tres principios funda-mentales:

-El haiku es literatura
-El haiku debe ingresar en la realidad.
-Los maestros del viejo estilo del haiku, deben ser reemplazados si se quiere que el haiku sobreviva.

  • Ozaki Hōzai (1885-1926). Dejó escritas verdaderas sentencias reflexivas sobre el ser humano. Discípulo y amigo de Seisensui que preconizaba el verso libre.
  • Ogiwara Seisensui (1884-1976). Cofundó la revista literaria de vanguardia Sōun.

    Lo dicho hasta aquí, nos ha servido de punto de partida e introducción para señalar la sincronía temporal entre la llegada del haiku a Occidente y la apertura de Oriente a Europa y al mundo exterior.

BIBLIOGRAFÍA:

  • Arevalos, M. (1998). Fernando Ortiz: La Historia en una perspectiva transcultural. Cuadernos de literatura, Vol. 4, no. 7-8, 9, 146-155.
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  • Blyth, R. H. (1968): A History of Haiku. Tokyo: Hokuseido, vol, I.
  • Brower, G. L. (1968): «Brief note. The Japanese haiku in Hispanic Poetry». En: Monumenta Nipponica, XI–XII, 1-2.
  • Cabezas, A. (1996). La literatura japonesa. Barcelona. Hiperión.
  • D’Allemand, Patricia (1996): “Ángel Rama: el discurso de la transculturación”. ​Voz y escritura ​ 6, 7: 140-167.
  • Eliade, Mircea (1974): Tratado de historia de las religiones. Madrid: Ediciones Cristiandad.
  • Gómez Parro, E ( Traduct). (2003): Breve Historia de Japón. Madrid. Alianza Editorial.
  • González Vallés, J. (2000). Historia de la filosofía japonesa. Madrid. Tecnos
  • Haya, V. (2002). Aware. Iniciación al haiku japonés. Barcelona. Kairós.  
  • Haya, V. (2002). El corazón del haiku. La expresión de lo sagrado.   Madrid. Mandala Ediciones.
  • Haya, Vicente 4). El espacio interior del haiku. Barcelona, Shinden Ediciones
  • Haya, V, Yamada, Akiko. (2007). Haiku-dô. El haiku como camino espiritual Madrid. Kairós.
  • Haya, V. (2008). Haiku Tsumami-Gokoro 150 haikus inmortales. Barcelona. Shinden.
  • Haya, V. (2010). 99 haikus de Mu-i. Varios autores. Coord. Vicente Haya. Madrid Mandala
  • Hane, Mikiso. (1991) Premodern Japan. A Historical Survey: USA. Westerview Press Inc.
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  • Itohh, M. (2000). Globalization of Japan. Japanese Sakoku Mentality and US efforts to Open Japan. London. Mac Millan
  • López, Alejo. Nuevas instancias transculturales de la literatura latinoamericana: la tradición latina de los Estados Unidos.
  • Mendoza Fillola, A. Literatura, cultura, intercultura. Reflexiones didácticas para la enseñanza de español, lengua extranjera. Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Universidad de Barcelona.
  • Ortiz, F. (1984). Ensayos etnográficos. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales
  • Ortiz, Fernando (1963). Contrapunteo cubano del tabaco y del azúcar, La Habana: Consejo Nacional de Cultura,
  • Okakura, Kakuko. (2018). Los ideales de Oriente, Oviedo. Satori Ediciones
  • Penas, Mª A., Martín, R. (eds. y coords.) (2009): Traducción e interculturalidad. Aspectos metodológicos teóricos y prácticos. Rabat: Universidad Mohamed V de Rabat – Universidad de Bergen – Ed. Cantarabia.
  • Penas, Mª A. (2013): «La traducción intralingüística». En: Tomás Albaladejo y Mª A. Penas (eds.), Teoría y práctica de la traducción. Madrid: Síntesis, 1–32, en prensa.
  • Portuondo, G. (1990). El problema antropológico y la superación del positivismo en Fernando Ortiz. Revista Vivarium, 23, 163-186
  • Rodríguez-Izquierdo, F. (2010): El haiku japonés. Historia y traducción. Madrid: Hiperión.
  • Rozman, G. (1986). Japan in Transition. from Tokugawa to Meiji. New Jersey. Princeton University Press.
  • Watanabe, J. (2003). Elogio del refrenamiento. Sevilla: Editorial Renacimiento.
  • Watanabe, J. (2008). Poesía completa. Valencia: Editorial Pre-textos.
  • Watanabe, J. (1997). Path Through the Canefield. (DeLomellini, C.A., Tipton, D.Trads.) Edinburgh: White Adder Press.

 

 

 

 

Doble panorama

La palabra “panorama” ya es bastante expresiva de una totalidad, ya que significa –a partir del griego- “ver(lo) todo”. El ojo humano es muy abarcador, y focaliza enseguida una imagen dada, ya sea cercana o lejana. Puede verse, pues, un amplio paisaje en conjunto, aunque nos resulta imposible mirar simultáneamente al cielo y al suelo. Sería lo que podemos llamar “doble panorama”. Y este haiku de Joosoo (léase “Yoosoo”) (1665-1604) –contemporáneo de Bashoo y uno de sus discípulos inmediatos- así nos hace ver lo aparentemente imposible:

hototogisu / naku ya kosui no / sasa nigori

 

Canta un cuclillo.

Por el lago va un cielo

con finas nubes.

 

 

   Para hacer posible lo imposible se requiere: el canto de un pájaro, que alerte nuestra sensibilidad; y un reflejo del cielo a ras del suelo, en las aguas de un lago o charco. Tal es la escena que nos brinda Joosoo en su haiku. Pasamos a aclarar las palabras:

“hototogisu”: cuco o cuclillo.

“naku”: verbo en presente que expresa el canto o grito de un animal. En este caso, un canto.

“ya”: “kireji” o palabra de cesura. Equivale a una pausa.

“kosui”: sustantivo, que es un compuesto de lectura china: “ko” ´lago”, y “sui” “agua”. El conjunto significa a su vez “lago”“.

“no”: posposición equivalente a nuestra preposición “de”.

“sasa”: “leve, ligero”; actúa aquí como adverbio, antepuesto al verbo que sigue.

“nigori”: verbo “nigoru” “nublarse”, aquí en una forma de infinitivo sustantivado, y matizado por el adverbio precedente, significando “leve nublado”. El verbo “nigoru” presta cierto dinamismo al contexto. De hecho, en español, la palabra “nublado” puede considerarse nombre, adjetivo, o participio del verbo “nublarse”.

Estamos ante un poema sobre todo visual, aunque también interviene el sentido auditivo, en el canto del cuclillo.   En el aspecto visual, existe un doble plano: el reflejo a nivel del suelo, y la realidad del cielo en lo alto. La métrica del poema es perfecta.

Podemos incluso imaginar el suave murmullo de las olitas del lago, como haciendo fondo al canto del ave, y acaso prestando su tenue son a la imagen de la nubes.

 

Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala.

Universidad de Sevilla.

Abril 2020

CONSTRUIR

 

Voy esperando

Las flores del celindo

Que en mayo llegan.

 

DECONSTRUIR

Aquejados todos, contagiados o no contagiados, sintomáticos o asintomáticos, hospitalizados o no hospitalizados, muertos o vivos, por esta pandemia del coronavirus, es tiempo de esperanza.

Enjaulados en el mundo, la esperanza es nuestro resorte de supervivencia, nuestra respuesta instintiva al peligro.

Doble esperanza: la de saber que esta prueba nos está haciendo más fuertes (solidarios, compasivos, sabios, humildes, y todo lo que queramos añadir, sin excluir el comentario cínico de que a algunos pocos les está haciendo más ricos; o desengañados o amargados) y la esperanza de sentir que algún día todo esto tendrá un fin y habrá sido una terrible pesadilla.

Para mí el comienzo del fin de esta terrible pesadilla es el mes de mayo, dentro de muy poco, y el perfume embriagador de las blancas florecillas del celindo. Es el arbusto que forma la pared del patio de mi casa. Esperanza en forma de la blanca luz del final de un túnel.

Tengamos fe o Fe (el esqueleto de la esperanza). La fe o Fe es otro de los términos con que podemos significar nuestra intuición del Inconsciente. Y este Inconsciente (o inconsciente, como escribiría un agnóstico) es el océano inabarcable, inagotable que nutre nuestra inspiración poética.

Con este poema, además, quiero rendir un insignificante tributo a la tradición poética japonesa de la que bebemos quienes componemos haikus. Concretamente a un celebérrimo poema amoroso, un tanka, el nr. 139 de la antología Kokinshū o Colección de poemas antiguos y modernos (Hiperión, 2005), publicada el año 905, la más canónica e influyente de las antología japonesas.

Satsuki matsu

Hana tachibana no

Kao kageba

Mukashi no hito no

Sode no ka zo suru.

Mi traducción al famoso y anónimo (en el Kokinshū y otras antologías clásicas, “anónimo” suele ser sinónimo de antigüedad)  tanka dice así:

 

Voy esperando

La flor del mandarino

Que en mayo llega.

¡Cómo añoro el aroma

de las mangas de aquel hombre!

Tan famoso, en efecto, que la protagonista de El diario de la Dama Izumi (Satori, 2017), un intrigante manual del código amatorio de la época escrito a principios del siglo XI, repite espontáneamente el último verso del poema cuando se fija en la ramita de azahar que sostiene en la mano el mensajero que le trae una carta de amor del príncipe Atsumichi. Gracias a la mención de este poema, la dama Izumi pasa con nota alta la prueba de mujer refinada a que la somete el príncipe. Será el comienzo de una maravillosa historia de amor.

Abril 2020

HAIBUN 01

Con frecuencia las ocho de la tarde me sorprenden en algún afán, casi siempre en el estudio: una habitación sin ventanas, con un plátano enano y con una claraboya plástica que la ilumina desde primera hora. Cuando llueve es acogedora, el goteo pacífico sobre el plástico opaco te traslada a la calle abrigada.

Todos estos días regidos por decreto, a menos cinco, Llanos cruza por el pasillo y abre la ventana de la cocina. Desde esa ventana se pueden ver: algunos perros paseados y algún peatón que camina arrimado a la pared con humildad frailesca; el aparcamiento del restaurante iluminando automáticamente las plazas vacantes y luces que repiquetean tras ventanales entornados.

Llevamos unos días algo grises. No son solo las nubes, ni la luz. Son otras cosas que van dibujando unos almendros sin horizonte. Más de viento, brisa y aire.

En la terraza han aguantado algunas macetas: el jazmín, el aloe regalado, dos cactus, otra que huele a limón… y se han secado: la hierbabuena, la de guindillas picantes y alguna otra que ignoramos el nombre. Estamos deseando que llegue el momento de reponer flores otra vez y que el mueble se pinte de colores y aromas, inesperados y verdes.

No hemos tirado ninguna maceta – aún no – las dejamos ahí, con la última esperanza, por si alguna sabe rebrotar.

En estas quincenas de decretos vivimos pendientes de que venzan los eslóganes solidarios, los memes ingeniosos y los besos que nos dan miedo.

El barrio es callado; una calle peatonal con bolardos automáticos controlan el paso de oeste a este.

Desde la ventana de la cocina se ven algunos perros paseados …

ya oigo los aplausos,

otra vez a las ocho

en la ventana

Jose Ángel Cebrián Martínez
(Albacete, España)

-.-

HAIBUN 02

Huracán

Afuera llueve.

Dentro, en mi habitación, también. Hilillos de agua corren pared abajo. Varios recipientes capturan las filtraciones del techo. Con la última mecha del farol ojeo un álbum de fotos: mis viejos, mis hijas cuando pequeñas, aniversarios, navidades, amigos, amores, otros instantes de mi bregar.

La casa está a oscuras. Oscura y fría, a pesar de los treinta grados de temperatura. Cada vez que sopla el viento se cortan la electricidad y el futuro, dando paso a las memorias. Agotadas las baterías de la radio, hace varias horas no sé cuál será el rumbo del huracán. Hace varios años no sé cuál será el rumbo de mi vida.

Afuera ruidos.

Dentro, silencio… todo cuanto percibo penetra del exterior. La lluvia en el techo, las ráfagas en la ventana, algún objeto en el patio o azotea vecina que vuela o es arrastrado.

Afuera se inunda.

Dentro, las fotos y yo.

Noche de otoño.
El viento del sur
inclina el flamboyán.

 Lázaro Alfonso Díaz Cala
Cuba

Haiku 14

若草に根をわすれたる柳かな

wakakusa ni ne o wasuretaru yanagi kana


La joven hierba

oculta la raíz;

¡el sauce!

 Blyth comenta sobre este poema (Spring, p.284) que “no se trata tanto de una personificación del sauce, sino de la proclamación del avance de la primavera. Las hojas y las ramas del sauce crecen incontrolablemente, crecen las hierbas tiernas. Lo que en invierno era raíz, ahora son hojas; lo que era campo yermo y hierbas muertas ahora se forma la maleza verde y amarillenta”.

La mente japonesa, “difusa” en palabras de V.Haya, es de carácter relacional (los seres y objetos guardan un vínculo, una causa-efecto)… está “especialmente capacitada para sentir como un todo las miríadas de impresiones sueltas que se dan alrededor nuestra (V.Haya, El espacio interior del haiku, págs. 33 y 34)”. Por el contrario, la mente occidental se concentra en un punto específico sin atender con tanta predilección al resto de las premisas.

La materia que ha estado en las diversas estaciones es el sauce: la raíz soporta el frío invierno, desnuda, a la intemperie; las hierbas salvajes de la primavera crecen a su alrededor, de forma azarosa, ofreciendo un manto que parece cicatrizar las heridas del árbol. Por ello, se prefiere la traducción anterior.

En este comienzo de la primavera brotan las primeras hierbas: jóvenes, frescas, que aportan verdor al suelo, cubren la tierra tras el gélido invierno y su manto blanquecino.

Las hierbas y las hojas cubren y ocultan, casi todo. Vemos cómo aparecen las “hierbas de la primavera” en otros hokkus (haikus) de Buson:

我 帰る道いく筋ぞ はる春の草

waga kaeru michi ikusuji zo haru no kusa


En mi regreso

cuántos caminos hay-

la hierba de la primavera *.

*Intromisión del haijin en el poema con el uso de “waga”, que significa “yo, a mí”.

草霞み 水に声なき 日暮かな

kusa kasumi mizu ni koe naki higure kan


Las hierbas en la bruma,

el silencio del agua,

atardecer.

 

También las hojas cubren el suelo. El kigo que vamos a comentar, wakaba, se compone del adjetivo “wakai” (joven) y “ba” (hoja). Así Buson escribe:

 

不二ひとつうずみ残して若葉かな

fuji hitotsu uzumi nokoshite wakaba kana


Tan sólo el monte Fuji

sin cubrir-

las primeras hojas.

 

El hielo se derrite, el agua corre en torrentes cristalinos y ruidosos. Buson nos lo muestra:

 

おちこちに 瀧の音聞く若葉かな

ochi kochi ni taki no oto kiku wakaba kana


Aquí y allí

el sonido de la cascada-

primeras hojas.

 

Y el poeta nos recuerda cómo lo antiguo y lo nuevo se funden (la piedra y las nuevas hojas):

 

絶頂の城たのもしき若葉かな

zetchô no shiro tanomoshiki wakaba kana

 

Un confortante castillo

sobre la cima de la montaña;

las jóvenes hojas.

 

O cómo la vida vuelve a los valles verdosos:

 

蛇を切って 渡る谷間の若葉かな

Ja o kitte wataru tanima no wakaba kana


Muerta la serpiente

atravieso el valle-

primeras hojas.

 

谷路行く人は小さき若葉かな

 Tani-ji yuku hito wa chiisaki wakaba kana


Atravesando la senda del valle

la gente parece pequeña,

primeras hojas.

 

若葉して水白く麦黄みたり

Wakaba shite mizu shiroku mugi kibami tari.


Las jóvenes hojas,

el agua blanquecina,

el trigo amarillento *.

*Literalmente: el trigo se dirige hacia el color amarillento (kibami tari).