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series abiertas que se van actualizando, generalmente al mes

… y qué?

Córdoba, Argentina
Verano
2025

      … y qué?

Un haiku que hable de la luna no es la luna misma

      Jim Kacian en “El realismo está muerto (y siempre lo estuvo)” (2016) observa que muchos estudios sobre haiku en habla inglesa han reivindicado la correspondencia del haiku con el mundo real y que, incluso, tiene un término para ello, sono-mama (lo tal como es). Para Kacian esta idea ha dado lugar a una fantasía de realidad en el haiku, lo que ha potenciado el mito de que el haiku es una expresión de la naturaleza no mediada por el lenguaje. De allí afirma: “La luna es un objeto real, pero el haiku es solo un artefacto literario” (Kacian, 2016: 57).

      En alguna otra entrada escribiré sobre lo que considero dos mitos en torno al haiku (la creencia que se defina por su relación con la naturaleza, o bien, con el zen). Pero, lo que quiero traer este mes es el problema del realismo del haiku. Algo que parece desacelerar la posibilidad crítica en torno a las poéticas. Siguiendo a Kacian, pareciera no poder decirse demasiado del haiku cuando simplemente recorta una escena realista. El realismo en el haiku fue fundamental para su establecimiento como forma a principios de siglo, y ese realismo no fue solo una mención de la realidad, tenia muchos matices. Shiki cumple un papel fundamental, problema que se nota con las distintas traducciones que ha recibido el termino shasei. Algunos traducen esbozo, otros boceto. Pero eso, no deja de tener un tinte vital derivado la mirada subjetiva (estoy siendo reduccionista) de quien escribe. Esto trajo otro problema, sumado al falso realismo de Shiki, y fue para mediados de siglo XX, que el ensayo “Haiku: arte de segunda clase” de Kuwabara Takeo para quien el haiku sólo debía su prestigio a quien lo firmaba. Shiki para ese entonces llevaba cuatro décadas y años muerto y sus precursores o detractores defendieron las ideas de un haiku estilizado e intelectual (como fue el caso de Kyoshi) o de fuerza ideológica o libre (como el caso de Shūōshi Mizuhara o Shūson Katō).   De todos maneras, el problema del realismo persistió, una haiku que nombra la luna no es la luna, aunque quisiéramos ver en el espejismo de esas letras manuscritas y estilizadas un soplo de vida.

     Sin embargo, si hay algo de realismo en el haiku ya no esas pequeñas escenas de palabras y ritmo exacto sino la literalidad del artefacto verbal, algo hecho con la destreza de quien pellizca la seda del lenguaje, como diría Barthes. Una arruga en la expectativa, una ilusión imprevista: leemos queriendo predecir lo que la brevedad inmediatamente nos devolverá a nuestra ilusión, a ese mundo donde se nos deshacen los marcos de comprensión para reclamarnos, un vistazo detenido, detenido ya no al pie de la letra como en la estrategia de lectura literal para nosotros no hablantes de japonés, sino una lectura que sigue la curvatura del trazo, sus enredos, su remanencias con los demás caracteres que conviven en la misma línea, en la misma página.

      Ante el haiku solo tenemos un puñado de trazos que hacen valer su significado de diversas formas. Cuando el haiku no hace más que mención a un hecho o configura una imagen que en apariencia podríamos relacionar con alguno de nuestros paseos a los parques citadinos o en nuestra imaginación literaria, con esos haiku Kacian expide una interrogante sobre el realismo, el cual resume un tipo de pregunta retórica desafiante de la apariencia anodina del haiku: ¿y qué?

大根の花紫野大徳寺

daikon no hana murasakino daitokuji

Flores de daikon, los campos púrpuras de Daitoku-ji

(Kyoshi, 2016: s/n)

Dos nombres propios enmarcan los campos púrpura: murasakino. Leído a primera vista, claro, no hay nada que decir de lo que aparenta ser un paisaje perfecto, una forma acatada.
¿y qué?
La perspectiva, un pequeño cuadro donde en apariencia los campos purpurasen.

      Para Kacian hay que buscar otra manera de tratar esos artefactos verbales. Algo que intente contestar a esa pregunta o bien la anule por completo. Sin embargo, en una lengua que no pertenece como escribía Derrida, difícilmente podamos acceder no solo a la realidad evocada sino tampoco a codificación de las imágenes evocadas sino haciendo un sumo esfuerzo intelectual por reponer significados, una y otra, y otra vez.

      Kacian reconoce que en el haiku moderno las imágenes de la naturaleza están codificadas dentro de una herencia cultural y traen consigo un peso emocional. Sin embargo, señala que el peso emocional o el universo simbólico que evocan dichas imágenes varía en haikus que ya no se escriben en la estela de la tradición. Ante este panorama, propone la siguiente definición de haiku:

      Los haikus son composiciones muy breves de letras, signos de puntuación y otros símbolos, o bien sonidos y pausas. Su intención es casi siempre comunicar, aunque lo que comunican puede variar mucho. Emplean una o varias estrategias para lograr sus fines, y estas estrategias suelen ser literarias, es decir, se basan en la tradición lingüística de una cultura para indicar su significado. (Kacian, 2016: 57).

      Pero recordemos que seguimos en una lengua y, especialmente, una escritura que no pertenece. Y de momento, solo captaríamos ese recuerdo inútil que emerge cuando leemos un haiku que nos simpatiza y nos resuena. Cada lector tendría así su catálogo personal de haikus con los que podría construir una memoria humilde de su propia vida. Pero, creo que el haiku visto, no de frente sino una poco en su borde nos muestra otras figuras. Poner el ojo al borde del discurso, escribía Lyotard, para ver ahí supurar la figura (que no es la figuración ni nada tiene que ver con lo figurativo). Esa supuración es una especie de espectro sensible que se entierra en la densidad de esa escritura: ya sea haciendo resonar un verbo y una onomatopeya, o bien, en la aspereza de la arena que inunda las imágenes.

砂濱きらゝの光る春日かな

sunahama kirara no hikaru haruhi kana

La arena de la playa destellando, el sol de primavera.

(Shiki, 1975: 399)

      Kirara no hikaru, literalmente, el brillo de la mica (mineral silicatado).  En el haiku describe la superficie ondulada de la arena para luego señalar el efecto visual. Un suelo refractario, la mica inherente de la arena ofrece sus minúsculos brillos de forma intermitente. Casi imperceptibles, los diminutos fragmentos de la mica elevan su presencia gracias a su centelleo. Esta cualidad refractaria de la arena nos brinda un suelo con cierto ritmo visual, lo que parece coincidir con la sonoridad del verso: kirara no hikaru. La refracción proyecta la suavidad del sol de primavera. Incluso, si damos un paso más en esta imaginación sensible, se vuelve posible sentir ese hormigueo en la garganta.

     Tal vez el haiku no sea un objeto literario susceptible de teorización y crítica, pero creo que nos abre muchas vías para pensar un modo de operar propio de la literatura pero, especialmente, de la poesía japonesa. El realismo, finalmente, siempre es ilusión. Ilusión referencial: un añadido a favor del verosímil. Un haiku ha sido arrojado al mar de la poesía y no sirve para nada, hasta que el paciente pescador de ilusiones lo encuentre y obnubilado por su espejismo pueda dejarse seducir los sentidos por eso que la forma breve entrama en su escritura.

Anátidas

…»Las nubes se acumulaban ahora
para el viento alisio y él miró hacia adelante
y vio un vuelo de patos salvajes
que se grababan contra el cielo sobre el agua,
luego se desdibujaban, luego volvían a grabarse
y supo que ningún hombre estaba nunca sólo en el mar.»

Ernest Hemingway

 

Quién no se ha sentido fascinado alguna vez viendo a un pato flotar imperturbable sobre las tranquilas aguas de un estanque. O el armonioso desfile acuático en el que mamá pato se desliza seguida de sus polluelos en una hilera perfecta venciendo la resistencia que el agua ofrece a su avance. Tal vez, ese cisne que aterriza majestuosamente en el lago…

Dejan su estela

en el lago los ánades.

También se borra.

Martín López-Vega

Las anátidas pertenecen al grupo de las llamadas aves acuáticas. Su hábitat natural son los estanques, lagos, pantanos, ríos y arroyos. Ánades (=patos, no confundir anadae con anatidae), cucharas, cisnes, gansos, ocas, tarros, cercetas, porrones o malvasías, eideres, barnaclas o cauquenes, son aves migratorias en su mayoría, adaptadas al medio acuático.

Bajo la lluvia…

en silencio los patos

volando al sur

 

Leti Sicilia (Hadaverde)

tarde nublada-

el cisne que aletea

vuelve a flotar

Mary Vidal

Esta capacidad de flotar es producto de una serie de factores: Las plumas suaves y flexibles que repelen el agua, su reserva de grasa, y las patas palmeadas que hacen de timón natural ayudándoles a mantener el equilibrio y la dirección.

Se mueve el juncal

los patos apresuran

su vuelta al agua

 

Jaspe Uriel (Ajenjo)

En culturas que desarrollaron una conexión profunda con los cuerpos de agua, como China, Japón o Egipto, los patos aparecen como símbolos de prosperidad, paz, amor, fidelidad y también de renovación. (Los patos mandarines son tradicional regalo y amuleto del feng shui para el amor).

oshi no ha ni

usu yuki tsumurozu

skizukesa yo

 

En las plumas del pato

cae tenue la nieve

serenidad

 

Shiki

 

Cisnes dormidos

flotan bajo la lluvia.

Noche de otoño.

 

Fernando Mora

El símbolo del cisne aparece en Europa y Asia en forma de cuentos y leyendas, representando el poder de la luz. Para Pitágoras el cisne era semejante al alma que nunca muere, de la misma forma que en India, los gansos, blancos, (previos a la introducción de los cisnes por los ingleses) representaban el ātman, el principio espiritual que transmigra de un cuerpo a otro.

Invierno.

El azul de la noche

en las plumas de un ganso

 

Maria Victoria Porras (Mavi)

 

El vuelo bajo

de un ganso por el río…

flores de colza

 

Xaro Ortolá (Destellos)

Haikus alegres, con la mirada de un niño que se acerca a estas aves coloridas, de andar gracioso y grácil nado, que parecen sonreir. Haikus sagrados, haikus de compasión…

Risas de niños,

una hilera de patos

cruza el sendero

 

Leti Sicilia (Hadaverde)

 

kamo no hashi yori

tara-tara to

haru no doro

 

Del pico de los patos

¡chas,chas! gotea el barro

de primavera

 

Kioshi

 

yû-shimo ni

hima nakioshi no

ha-oto kana

 

Noche de escarcha:

y sin cesar los patos

dan aleteos

 

Sôgui

 

 

yamu kari no

yo-samu ni ochite

tabi-ne kana

 

Enfermo el ánsar

cae en la noche fría.

Yo, de viaje.

 

Matsuo Bashô

Cada año se pierde en el mundo una cantidad ingente de humedales.  La desecación para «el desarrollo», las contínuas sequías, la acción de especies animales y vegetales invasoras, la polución por plásticos, sobreexplotación de acuíferos o la pérdida de alimentos, entre otras, serán las causas.

«Una gota de agua

qué poco es

y qué pronto se acaba.»

Decía así el poeta José María Hinojosa.

Proteger los cuerpos de agua se hace necesario, y así poder seguir disfrutando de esa hermosa vida alada que conecta cielo y agua…y nos arrastra.

wari kurete

kamo no koe

honokanishirosi

 

El mar ya oscuro:

los gritos de los patos

apenas blancos

 

Matsuo Bashô

Mariposas viajeras

Roxana Dávila Peña
mushi

Hay café recién hecho para empezar el día. Me gusta su olor y también el que llega del corazón de un viejo pino. Quizá es de ocote.

Más arriba, para allá hacia donde vamos, el picoteo de un pájaro carpintero.

Por fin llego a la cima. No voy ligera. ¡Cuánto cansancio!, me seco el sudor. Esta vez, me costó más trabajo subir. ¡Uf!, pero qué maravilla, como cada año, adormiladas, en los troncos del bosque de oyamel, racimos de miles de mariposas descansan en las colonias de hibernación en el Santuario. Basta para ellas, el pálido sol de invierno. Al avanzar la mañana, poco a poco, se desentumen cuando crece la luz entre las frondas que no se mueven. Se abre un claro. Casi están quietas las mariposas cuando con el calorcito, lentas, de ida y vuelta, cambian de lugar. Ya bien despiertas, bajan al valle a beber de las gotas de rocío que la helada madrugada dejó sobre la hierba. Cuidando donde pisar y en silencio, avanzo por el sendero. Resuena el eco que se acumula con el roce de un ala y de otra… de miles de alas… Aumenta el ajetreo. Al dejarse tocar por la tibieza del sol, en una zanja, amontonadas, sus colores se avivan. No encuentro en el cielo ni una nube. Es asombroso cómo tantas mariposas despliegan sus alas y vuelan por todas partes. Unas van a buscar agua, otras regresan. Una vibra posada en un cardo.

A solas, recuerdo a mis muertos. Para algunas personas las xepje* representan una guía para las almas de los familiares y amigos que han muerto y que vienen a visitarnos. Me quito las botas y los calcetines para sentir la tierra. Me aquieto y me quedo.

A mediodía, mientras preparo el descenso, allá lejos, miro el naranja y el negro desvanecerse. Bajando por la montaña, las sombras de las mariposas me atraviesan como si yo fuera una de ellas, así, liviana. Ya se siente el sol que brilla en mis trenzas y a la del lado izquierdo se acerca, revoloteando, una monarca.

Una calandria no para de cantar. Cada vez se escucha más cerca.

Ya tiene hojas nuevas la margarita que apenas se inclina cuando a ella vuelve una mariposa. Pronto se va.

¡Despierta xepje!
Es hora de emprender
un nuevo viaje.

*El grupo mazahua, comunidad indígena a la que pertenecen los bosques de oyamel a los que cada año llegan las mariposas, las conocen también como “xepje” o ”hijas del sol” por el color brillante de sus alas y porque con el despertar de la monarca, previo a su regreso a Canadá, llega el sol de primavera.

Córvidos

…Mira el bosque desnudo
de sus pomposas galas:
Oye cual lanza su graznido rudo
el cuervo que se aleja
hendiendo el aire con sus negras alas…

José Tomás de Cuéllar

 

Cuervos, urracas, arrendajos, rabilargos, cornejas, chorvas, grajos o grajilllas. Aves misteriosas, oscuras, cercanas, inteligentes. Capaces de reconocer su propia imagen en un espejo, de fabricar sus propias herramientas, de celebrar rituales funerarios… Las capacidades cognitivas y de resolución de problemas de esta familia de aves son extraordinarias.

 

noche cerrada,
el graznido del cuervo
muestra el camino

Consuelo Orias

 

En muchas partes del mundo son consideradas mensajeros divinos, transmisores de sabiduría.

Kare-eda ni/karasu no tomaritaru ya/aki nokure

La rama seca
con un cuervo posado.
Tarde de otoño.

Matsuo Bashô

Sus graznidos pueden ser escuchados a distancia, en el campo, en los montes, o en el silencio nocturno de las ciudades. La mayoría de los haikus que los incluyen atienden a este sonido, atractivo, inquietante, o molesto en función del oyente y su entorno.

 

Tsune nikuki/karasu mo yuki mo/ashita kana

¡Ah, qué alba nevada
hasta con esos cuervos
siempre odiosos!

Matsuo Bashô

 

Final de otoño, invierno… la familia de los cuervos en la mayoría de los haikus se vincula al frío.

Un cuervo grazna
en la noche estrellada.
Escalofrío.

José Ramón Velasco Niño

cielo plomizo
una hilera de cuervos
en la azotea

Luis Corrales

 

Así como en Europa, los cuervos representan el mal, la oscuridad, a excepción de culturas como la escandinava, en la que eran considerados seres divinos que aportaban las virtudes de la «reflexión» y la «memoria», en Japón, especialmente los cuervos, pero también urracas y demás familia, son considerados animales sagrados, portadores de buena suerte y símbolos del amor y de la gratitud. A veces también del paso de una vida a la otra.

 

Ware o yobu ka/meido mo shimo no/asagarasu

¿Es a mí a quien llama el cuervo
desde el mundo de las sombras
en esta mañana de escarcha?

Shukabo

Yume kaese/karasu no samasu/kiri no tsuki

¡Devuélveme mi sueño
cuervo! La niebla empaña
la luna que veo al despertar.

Onitsura

El cuervo de tres patas está presente en varias culturas orientales como la japonesa, la china o la coreana,  representando el sol o su habitar en él. Para los indios americanos el cuervo es símbolo de magia, de curación, es el espíritu mensajero del Vacío, el portador de la luz.

 

Aki no kure
karasu mo nakade
tôri keri

La tarde de otoño…
Incluso el cuervo
pasó sin graznar…

Kishû

En el cerezo
un grajo que no duerme.
Luna de otoño

Pilar Carmona (Piluca)

grazna un grajo;
del fresno se desprenden
las últimas hojas

Mercedes Pérez (Kotori)

 

El graznido de las urracas es especialmente reconocible, jocoso, alegre. Son aves que se establecen en entornos naturales humanizados, siendo fáciles de ver, de escuchar, y ateniéndonos al plumaje, de identificar.

 

Cerezo en flor.
Va graznando la urraca
entre la lluvia

uli bidean

rumor de encinas…
en el bancal* sembrado
un par de urracas

Xaro Ortolá

*bancal: terreno (terraza) para labores agrícolas.

 

Respetadas, cercanas, mensajeras, plaga o mito romántico, estas aves oscuras no dejan a nadie indiferente.

 

karasu naite/watashi mo hitori

Un cuervo grazna.
Yo también estoy solo.

Taneda Santôka

Primera anotación

Córdoba, Argentina
Verano
2025

Primera anotación

 Gendai haiku significa haiku moderno. Sin embargo, en diversos artículos y ensayos, la cuestión del gendai abre un debate en torno a la autonomía de la forma de su tradición, y especialmente, sobre lo moderno (siendo que esta idea de modernidad procede de la cultura occidental). Hay dos tendencias, una, el uso de este término para referirse a un momento en el que el haiku adquiere autonomía respecto a la tradición literaria, o bien, a un proyecto teórico-crítico específico que surge tras la Segunda Guerra Mundial y que exige nuevas categorías para definir el haiku. Lo que señalo es lo siguiente: para algunos, el gendai haiku sería todo lo que viene junto con (y después de) Shiki, cuando el haiku adquiere su nombre. O bien, lo que aparece durante el periodo de posguerra, cuando el haiku como forma poética literaria es cuestionado, destacándose la figura de Kaneko Tōta como referencia central.

Entre los autores que han reflexionado críticamente en torno a esta noción encontramos a Sato Hiroaki quien, revisando una serie de antologías que llevan por título esta categoría, no encuentra nada en especial que distinga a los haiku compilados en ella. En este sentido escribe:

Entonces, ¿qué es el gendai haiku según se entiende el término en Japón? ¿Significa algo especial? La respuesta simple es no, solo significa ‘haiku moderno’. Se define por el período de tiempo en lugar de por el contenido o el enfoque. Y el período aceptado va desde finales del siglo XIX hasta el presente (Sato, 2018: 181)

Para Sato el haiku hereda de la renga elementos la estructura moraica, el kigo y diversos recursos para cortar el verso y/o yuxtaponer imágenes (kire); pero lo que distingue al gendai haiku es su autonomía respecto a la renga y la eliminación de la función introductoria o de salutación. Según Sato, más allá de estas cualidades nada distingue al gendai haiku, pero sí se pueden marcar diferencias con respecto al haiku tradicional (que tiene a Kyoshi como su mejor representante), al notradicional (donde se incluirían los estilos libres y más flexibles en su respeto a las pautas formales) y el estilo claramente diferenciado del haiku de vanguardia (que nombra como zen’ei haiku, que mencionaremos más adelante y que, para Sato, está representado por Takayanagi Shigenobu).

En otras palabras, para Sato, la noción de gendai haiku marca una diferencia contundente entre la forma tradicional (5-7-5, kigo) con el no-tradicional (que buscan ampliar, flexibilizar, o experimentar con la forma), desvinculadas de la tradición.[1] Las exploraciones de Sato son significativas para los estudios de haiku, ya que su profundo conocimiento de las diversas antologías que dan cuenta de la paulatina autonomía que adquirió el hokku al perder su función de introducción a la renga.

 Pero, la trama del nombre es mucho mas amplia. Los embates de principios del siglo XX, Shiki se volverá una figura destacada sobre las transformaciones del haiku. La noción de gendai haiku (haiku moderno o contemporáneo) comenzó a utilizarse en los círculos de crítica literaria japonesa de la academia occidental gracias al trabajo en inglés de Makoto Ueda Modern Japanese Haiku: An Anthology (Haiku moderno japonés: Una antología) (1976) y William Higginson en Itadakimasu: Essays on haiku and senryu in English (Itadakimasu: Ensayos sobre el haiku y el senryu en inglés) (1971) en los años 70. Años en los que (dicho a grandes rasgos) el conocimiento anglosajón del haiku se profundiza gracias a las múltiples tradiciones y teorías que permitieron volver a vincular a la literatura japonesa con la occidental.

Clayton Beach (2019) entiende que la noción de gendai haiku refiere a las poéticas no-tradicionales agrupadas en distintas escuelas y estilos que emergieron durante siglo XX. Sin embargo, más allá de describir un grupo de poetas, para Beach, la noción de gendai haiku implica una reconfiguración del paradigma del conocimiento en torno al haiku, donde los valores tradicionales y no tradicionales coexisten. Este equilibrio destaca tanto la búsqueda de innovación como el respeto por el legado del pasado, es decir, integrando lo nuevo. Al respecto, afirma Beach: “Muchos de los haiku más radicales que se han escrito datan de la época anterior a la guerra, y en los gendai se observa una mezcla más equilibrada de experimentación, individualismo y respeto por la tradición” (2019: 61). A diferencia de Sato, para Beach gendai no se trata de una forma no-tradicional diferenciada de la tradicional, sino (por decirlo de algún modo) una forma tradicional con impronta moderna. Moderna en cuenta la asimilación de los valores como individualismo, experimentación, y esta reverberación de la forma tradicional entendida, bajo sus términos, como respeto a la tradición.

Uno de los autores más relevantes en los estudios de haiku en inglés es Richard Gilbert (2004), quien realizó un proyecto de relevamiento de poetas de posguerra para repensar la idea de lo gendai. Como premisa, Gilbert sostiene que la estética de Shiki ofreció una base estética influenciada por el realismo en cuanto que esbozo o boceto (shasei, anotación larga que merece una entrada propia) y modelo formal estándar a partir del cual se comenzó a transformar la escritura de esta forma poética. Allí, el autor identifica que lo gendai implica desafiar las convenciones tradicionales del haiku y abrirse a una amplia gama de temas y estilos, y que reflejan las complejidades de la vida contemporánea, lo que permitió una mayor libertad creativa para los poetas.

Además, replantea y amplía las nociones de kigo y kireji en otros términos que permiten un acercamiento al haiku en diversas lenguas, a saber: disyunción, superposición y yuxtaposición. Una apreciación que tiene menos que ver con la densidad semántica de los patrones formales tradicionales y más con la composición poética y la producción de imágenes.

Sin embargo, una de las claves que define lo gendai es la influencia del circuito de edición de ciertos poetas seleccionados, no por otros poetas maestros ni por los lectores, sino por editores y críticos. Una operación que el propio autor reproduce con sus propias publicaciones y su proyecto de producción del sitio web gendaihaiku.com. En dicho sitio constan las entrevistas y comentarios sobre poéticas de posguerra (como las de Hasegawa Kai, Tota Kaneko y Uda Kyoko). El valioso aporte de Gilbert fue ofrecer al público anglosajón poéticas no demasiado populares y perspectivas actualizadas en boca de los propios poetas japoneses. Ahora bien, ¿es lo gendai una cuestión de actualidad temporal? O bien, como sostiene Sato Hiroaki, ¿una diferencia con respecto a la tradición poética?

Estas preguntas son demasiado generales para estos autores de larga trayectoria, pero en una primera exploración sobre el haiku del siglo XX, la cuestión de lo moderno del haiku es ineludible para comprender las sutiles diferencias que traman  entre las distintas tendencias y poéticas del haiku durante cien años; así mimo esta noción desarma una tradición poética, ya sea haciendo de aquellas poéticas que se reúnen bajo su nombre un desvío, un desafío o un ruptura con la el pasado. La cuestión de lo moderno no obliga a dejar a un costado nuestra propia idea de lo moderno. Se ha dicho mucho: la modernidad japonesas es inconmensurable con la modernidad occidental. A pesar de que el haiku moderno se vuelve más accesible para el lector occidental, dicha proximidad delata la diferencia que nos separa. El haiku japonés es tan solo un espectro en nuestra escritura breve. Sin embargo este no es un camino sin salida, sino que delimitan un posición ética cuando estamos ante el: el haiku adviene, esa es su naturaleza: interrumpe sin aviso. El haiku trae consigo un saber (una imagen) propio de un futuro difícil de anticipar. Por ello, debemos dar respuestas sin alardes. No explayarnos demasiado en el comentario histórico-literario, sino desplegar el haiku con la delicadeza que necesita un origami para desarmase. Frente a ese papel desdoblado es posible tantear esas marcas sin trazos. Refrenarnos ante ese advenir que al sentido inesperado y a los significantes irreductibles al presente del haiku.

Bibliografía

Beach, C. (2019). “Gendai Haiku: A Short History”. Modern haiku. 50(2), pp. 55-67. https://www.modernhaiku.org/issue50-2/Beach-GendaiHaiku-MH50-2.pdf

Gilbert, R. (2024). “The Disjunctive Dragonfly: A Study of Disjunctive Method and Definitions in Contemporary English Language Haiku”. En J. Shea y G. Caldwell (Eds.) The Routledge Global Haiku Reader., pp. 197-224. New York, Routledge Taylor and Francis Group.

Sato, H. (1983). One hundred frogs: from renga to haiku to English. Boston, Weatherhill.

___. (2018). On haiku. EEUU, New Directions Publishing. La traducción es nuestra.

 

[1] Esta idea se evidencia con otra gesto exploratoria de Sato en On hundred frogs (). En búsqueda de una introducción a las transformaciones del haiku en inglés, recorre la tradición del renga y el haikai a partir de diversas publicaciones que reunieron estas formas hasta el momento en que el hokku, la forma introductoria de la renga se independiza de ella y comienzan a publicarse en antologías por separado. Estas antologías conforman una bisagra cuando se empieza a vislumbrar como el haiku emerge como una forma poética independiente. Es decir, la clave para Sato, es la autonomía de la forma.

Introducción y enero

«A los doce años sabía dibujar como Rafael,
          pero necesité toda una vida para aprender
      a pintar como un niño»

PABLO PICASSO

El ego es una trampa que no permite evolucionar el espíritu.

Soltarlo es un aprendizaje que incentiva a liberar la mente.

En cada pincelada abstracta sentí que, al plasmar la pintura,
lo peor es “copiarse a sí mismo”.

En esa búsqueda llegué a los Haikus (poemas japoneses).

Paseos Net , El Rincón del Haiku. aún sigo en el aprendizaje.

         Sin llegar al automatismo pude expresar en la pintura un nuevo instante para vivenciar la naturaleza.

                 No fue fácil!!!

Despojarme de intelectualismos, estructuras y «romanticismo occidental»,

ese ruido mental que acecha se aplacó cuando «acepté mis sombras»

Solté la niña interior…

Mis caminatas hacia el parque que otrora eran un ir y venir, hoy las vivencias tienen otra mirada.

No pinto como una oriental, soy una mujer occidental inspirada en oriente.

Nací en el centro de la ciudad de cemento, (Rio Cuarto-  Cba- Argentina)

hoy vivo lejos, rodeada de árboles frutales y otros propios de esta selva.

pude reconciliarme con la Naturaleza Madre de los haikús, así como la Pachamama

es a la tierra.

La mirada cambió, todo fluye, le coloco alas a los hks y pinturas, nada nos pertenece,

todo tiene su vuelo.

Sigo en el proceso: en la unión espontánea de haikús y artes visuales,

No hay prisa, puedo expresarme libremente, quizás no a una ilustración

del hk ,  soy consciente no respondo al sumie tradicional ni a un collage.

La libre expresión se encausa… las estructuras occidentales han quedado en el pasado.

paso a paso… la mirada cambia

Agradezco a compañeros y guías.

 

Pájaros en la lluvia

dejan su trino

en el frescor de las gotas

 

esa garúa

con el viento que sopla

huele a magnolia

 

Templo nevado

La paloma deja huellas

a media luz.

 

Viento del sur

En la tumba sin nombre

un lirio de agua

 

manguera rota

riega a su paso

las margaritas

 

Monte nevado

las huellas del ternero

en la oscuridad

 

suena en la cáscara

el pico de un pollito

Llovizna

 

Luna de agosto

En el cuenco aún brilla

la gota de rocío

 

 

Cerro Uritorco

Un perro se detiene

ante la tumba.

Haikus al filo del pincel (1 de 2)

Con un palo
golpeo el pincel
congelado por la noche
-Yosa Buson-

Iniciamos este año con una nueva sección en la que el haiku y la pintura se entrelazan y complementan, conformando así una nueva obra “haiga”.

En esta primera entrega compartimos una serie de haigas: “Haikus al filo del pincel”, que pertenecen al Museo Municipal de la Cuchillería de Albacete. La exposición de los trabajos se realizó a partir de la gestión realizada por Toñi Sánchez Verdejo en nombre de la AGHA con la impecable maquetación de Enrique Linares Martí.

Si deseas conocer algo sobre el haiga puedes leer las entregas en:

https://nueva.elrincondelhaiku.org/category/sin-categoria/con-el-mismo-pincel-sandra-perez/

https://nueva.elrincondelhaiku.org/category/haigas-del-camino-sandra-perez/

Asimismo invitamos a quienes quieran sumarse a esta sección que nos envíen sus trabajos haiga o sus obras sumie a sandraenlaluna@gmail.com

INTRODUCCIÓN Y ENTREGA DE ENERO: BANDOS

ALAS DEL HAIKU

 

INTRODUCCIÓN

 «Entre aleteo y aleteo en la vida, el hermano verderón y el hermano jilguero se preguntan cuándo los hombres aprenderán el lenguaje de los pájaros. En verdad te digo que si aprendes a oir el silencio y en el silencio tu voz interior, tus pensamientos se convertirán en suave canto, tus sentimientos en trino alegre, y tus pasos en la vida serán como vuelos al amanecer. Y cada amanecer como una nueva vida que comienzas.»

Abul Beka (Poeta rondeño del s. XIII)

Tras los efectos devastadores de la Dana aquí en Valencia, que nos han dejado un halo de tristeza e impotencia, agradezco al Rincón del Haiku permitirme comenzar esta andadura, y a mi hija Nuria por colaborar con sus dibujos. Releer bellos haikus barre muchos lodos.

Comienzo esta serie mirando al cielo. Amanece y un bando de estorninos está a punto de pasar frente al balcón de casa. Dejan los dormideros de la ciudad y se dirigen a los campos cuando el naranja apunta y la ciudad se despereza. Cientos de alas juntas ejerciendo su fuerza contra el aire. Ese murmullo a su paso (murmuraciones les llaman los ingleses), me acompañará todo el día. El cielo puede atronar pero también nos salva.

Tras el bando, el coro de tortolitas de las farolas y esas gaviotas hambrientas que vienen del mar con altos vuelos. De eso precisamente van estas palabras. De vuelos, trinos y plumajes; nidos, bandos y cortejos… De salir a la intemperie, alzar la vista y contemplar.

En el mundo hay aproximadamente 50.000 millones de aves de 11.000 especies diferentes. Unas seis por cada ser humano.  Aves rapaces de altos vuelos, aves corredoras incapaces de volar, zancudas, que se deslizan por el agua, de todos los colores, grandes, pequeñas, cantoras, viajeras… Van y vienen, habitan el cielo, conectan con las emociones humanas y su anhelo de libertad. En muchas culturas, mensajeras, criaturas sagradas. Símbolos y metáforas que aportan significado más allá de las palabras.

Silencio, libertad…

Las aves inundan los haikus.

Pájaros migrantes…
Los ojos de los refugiados
en el atardecer

Julia Guzmán

-.-

 BANDOS

(Enero)

Es tiempo de invernada. Bandadas de grullas, cormoranes, ansares, aguiluchos, zorzales, avefrías y otros más, llegan para pasar el invierno. Surcando  el cielo ofrecen un bello espectáculo. Elevar la mirada, ver cómo se armonizan con el viento, su condición volátil, volar con ellos…

Se oye una bandada,
resplandece la nieve
del camino viejo.

Sandra Pérez

 

Entrada la primavera partirán. Otros destinos les aguardan y nuevas bandadas llegan tras un agotador periplo que les hará a recorrer distancias que nos llevan al asombro. Sus vuelos se hacen uno con el firmamento como nube que el viento deshilacha y aleja, perdiéndose en la distancia.

hane fururu made
kari no koe
katamareri

Hasta entrechocarse alas,
los cantos de los gansos salvajes
se han fundido en uno

Yamaguchi Seishi

Sus trinos, graznidos, chillidos… son cantos del mundo que el haijin recoge gozoso, testigo de los cambios que anuncian su llegada. Las aves serán muchas veces el «kigo» en el haiku.

Puesta de sol-
el último reflejo
en la bandada

Luis Alberto Plaquin (Luezei)

De golpe se alzan
con la forma del fresno
los estorninos

Mercedes Pérez

Esa luz, ese reflejo, esa forma exacta, y el sonido/murmullo (no explícito en el haiku) que hacen dichas aves al elevarse.

koborete wa kaze hiroi-yuku chidori kana

De la bandada de los chorlitejos
uno va perdiendo fuerzas
y el viento lo recoge

Chiyo-Ni

Watari-dori miru miru ware no chiisaku nari

Un ave migratoria cruza el cielo…
Poco a poco como tú
me voy haciendo pequeño

Ueda Gosengoku

El haijin y el ave se hacen uno. La pequeñez del pájaro, también la suya.

Haikus de compasión, haikus de lo sagrado, y otros, con las aves como centro; haikus tradicionales, haikus modernos, plumas de escritura que aletean sobre el papel.

Bruma en el valle-
la bandada de pájaros
se parte en dos.

María Dech (Annur)

Solas, en pareja o en grupo, casi una de cada cinco aves migra, algunas apenas tocan tierra y solo el 50% completa su viaje. La pérdida de hábitat, los plaguicidas, la contaminación lumínica, la falta de insectos, la caza y un largo etc…son algunos de los problemas que encuentran en el camino. Necesario intensificar acciones que permitan su protección y la de los hábitats para su supervivencia. Para, como dice el poeta y naturalista Joaquín Araujo:

«No restarle al aire un solo alado más», pues «allí donde todavía puedes escucharlos, ten por seguro que queda algo con lo que volver a empezar».

a media luz
la bandada de patos
se ahila entre la lluvia

Mercedes Pérez