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Noviembre 2019

Noche de verano-

el mar mueve las piedras

hacia mis pies.

 

Mencía Peña (13 años)

Colegio Mayol, Toledo, España

-.-

La autovía-

un poste en la noche

aún parpadea.

 

Candela Gauna (12 años)

Colegio Mayol, Toledo, España

-.-

Atardecer

Todas las vacas comen

una me mira

 

Nombre del niño/a: Elier Bazán Infante

Edad: 9 años

Colegio: Mártires del Moncada

Ciudad: Santa Clara

País: Cuba

-.-

Día de calor

Una mariposa

volando hacia mí

 

Nombre del niño/a: Liz Daniela Morales López

Edad: 10 años

Colegio: Ramón Pando Ferrer

Ciudad: Santa Clara

País: Cuba

Del treinta y cuatro al treinta y ocho

treinta y cuatro

Están limpiando el gallinero. Nos hemos divertido muchísimo persiguiendo a las gallinas moñudas y a las pescuezopelado, que son tan raras, hasta que nos regañaron. Con la caca de gallina fertilizaron luego los tomates. ¡Qué asco! Debo recordar lavarlos bien antes de comérmelos de la mata.

 

Uno… dos… tres.

Lanzar desde la colina

los huevos cluecos.

treinta y cinco

Abuela no lava en el río porque dice que ya está muy vieja. Mi tío le hizo hace años un lavadero con la goma cortada de un tractor y unos postes de madera. Ella no usa detergente, machaca las hojas de una planta llamada Maguey que hace mucha espuma.

«¿Extrañas al abuelo?, le pregunto.

Ella escupe el tabaco en el suelo y dice que no porque el abuelo la está esperando sentado, al lado del pozo.

 

Sosteniendo

el cordel de la ropa,

el espantapájaros.

 

treinta y seis

Nos han castigado a los dos. Todos vienen a hablarnos de lo feo que es hacer lo que hemos hecho. Han dicho tantas cosas que ya nos convencieron. Juramos no hacerlo más. Helem juró por Dios, yo por mi papá. Mi madre se fue a llorar al patio cuando mencioné a mi padre.

 

Bajo el anón,

hemos asado a escondidas

la carne robada.

 

treinta y siete

¡Ya me sé subir a los árboles! Helem me ha enseñado. Mi favorito es el tamarindo porque entre el follaje parece que estamos en una cueva. El de Helem es el úpito. Dice que ya veré en enero cómo se llena de flores rosas. Al pie del árbol hay unas hormigas que pican durísimo. Les hemos rociado limón para que sepan lo que es bueno.

¡Si Nadia nos ve!

 

Mamoncillos.

Hemos abierto ya cinco,

¡todos jimaguas!

 

treinta y ocho

Ya casi llega el tiempo de escuela. Empiezo a extrañar a mis amigos y a mi papá. Mi madre se ha sentado de nuevo a conversar y me ha dicho que, si quiero, puedo elegir entre irme con mi padre a La Habana o quedarme con todos en el rancho. No sé qué hacer y me quedo en silencio. Ella me pasa la mano por la cabeza.

Creo que me comprende.

 

Sobre el sillón de la abuela

ya no da el sol.

Fin del verano.

 

Haiku 9

鶯の日枝をうしろに高音哉

uguisu no hie o ushiro ni takane kana

 

El canto agudo

de un ruiseñor-

detrás el monte Hiei.

De nuevo la agudeza visual de Buson quien, como un lienzo, plasma un instante convertido en inmortal: el ruiseñor y el monte de marco, la escena de un fondo contrastado. Según cierta leyenda tradicional, hubo un artista a quien se le ha pedido pintar una montaña: se demora en la entrega, incumple los plazos, y cuando se le pregunta el motivo, afirma: “aún no soy la montaña”. Así es, el haijin se funde con la naturaleza, igual que el canto agudo, elevado, de un animal que los occidentales (con nuestra visión del mundo) podríamos considerar insignificante frente a la grandeza de un monte. Pero aquí no hay categorías, sólo una fusión de sensaciones (visuales, auditivas) y la relación entre sus protagonistas: el canto dirigido al monte, donde la voz melódica del ugüisu reverbera por toda la eternidad. Son ecos de propia naturaleza, con sus leyes ajenas al ser humano.

El monte Hiei está situado al noreste de Kioto. Reunía en su espacio cerca 3.000 templos dispersos y centenares de monjes y familiares. En 1571, Nobunaga declara la guerra, elimina su población y quema los templos. Junto al monte Atago, este espacio sagrado de templos protegía a la ciudad de Kyoto de los demonios del norte.

 

En otras ocasiones, Buson se centra en la dirección del sonido:

 鶯の啼くやあちむきこちら向

uguisu no naku ya achimuki kochira muki

 

El canto del ruiseñor-

primero hacia un lado,

después hacia el otro.

 

 

 

 

 

LICENCIAS POÉTICAS EN HAIKU

El haiku japonés, si se escribe enteramente en silabario hiragana –cosa posible- mostrará sus diecisiete sílabas (5/7/5) mediante otros tantos caracteres escritos, con muy escaso margen de variación respecto a tal pauta. La traducción de dicho haiku al español, o bien la creación de haiku en español, debe atenerse a las normas de la prosodia española y a su aplicación métrica, donde existen ciertas licencias para acortar –o alargar- el número de sílabas en un verso, conservando la pauta métrica pertinente.

Para acortar un verso, disponemos de la sinalefa y la sinéresis; para alargar, tenemos la dialefa, el hiato, la sinafía y la compensación.

Voy a fijarme hoy en las dos últimas licencias recién citadas -sinafía y compensación-, por parecerme menos conocidas, siendo por lo demás relevantes para el haiku en nuestra lengua. Dichas licencias pueden tener lugar cuando –conservando la métrica del poema- se necesita una sílaba más para el segundo de un par de versos que entran en juego. Viniendo al terreno del haiku, es aplicable sobre todo al tercer verso (pentasílabo), que es el de cierre del poema, tras el segundo (heptasílabo).

Para darse la sinafía se requiere que el segundo verso termine en vocal átona (en sílaba abierta, por tanto, y no trabada por consonante final), y que el tercer verso empiece por vocal. En tal caso puede darse una especie de sinalefa (reducción de dos vocales contiguas a una sola, a efectos métricos) en la breve distancia de un verso a otro. Así pues, siendo el cómputo normal del haiku 5/7/5 silabas, el cómputo resultante de la sinafía será 5/7/6; pero manteniendo la sonoridad de la pauta normal. Tal “especie” de sinalefa es la sinafía.

La compensación puede darse en un contexto parecido; en nuestro caso, también entre el segundo y el tercer verso de un haiku. Si el segundo verso termina en una palabra aguda (en sílaba tónica, por tanto), sabemos que se debe contar una sílaba más (inexistente, pero es un cómputo que preserva el ritmo, basado este en el normal predominio de la palabra llana). Con todo, esa sílaba inexistente, pero que entra en el cómputo métrico, permanece vacía; y así, su espacio puede ser rellenado por una sílaba más del verso siguiente, el tercero y final el haiku –en nuestro caso- , el cual podría contar ahora seis sílabas. “Compensación” se refiere a rellenar tal espacio vacío, sin ruptura del ritmo. Mediante esta licencia tendríamos también la pauta de 5/7/6 sílabas para el haiku.

Veamos la aplicación de esta teoría a un haiku traducido por mí de Etsujin (1656 ?- 1739), discípulo directo de Bashoo (ver icono).

Una traducción bastante literal sería esta:

Envidioso (estoy)

– cuando me cierro a todo-

(del) amor gatuno.

 

Una traducción más libre:

   Me dan envidia,

cuando me desanimo:

gatos en celo.

 

Una traducción con sinafía (5/7/6):

¡Qué envidia, al ver

-encerrado en mí mismo-

amores gatunos!

Hay sinafía entre la “o” final de “mismo” y la “a” inicial de “amores”.

 

Una traducción con compensación:

¡Qué envidia, al ver

-cerrado yo al amor-

los celos gatunos!

Hay compensación de la sílaba vacía tras la palabra aguda “amor”, mediante la sílaba representada por el artículo “los” al inicio del tercer verso.

Ambas licencias poéticas –sinafía y compensación- pueden tener lugar en las traducciones al español de haikus, o bien en la creación de haikus españoles, permitiendo una sílaba añadida al cómputo, y aportando una ayuda a la consiguiente expresividad de los poemas.

 

Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala.

Universidad de Sevilla.

Entrega nº 106. 26 de agosto.

– En los Encuentros sobre las Colecciones de versos de Buson (Buson kushû kôgi) publicados en el número 10 de la serie de Hototogisu, la interpretación del siguiente haiku no es convincente:

Sobre un tema elegido al azar.

La forma de un vuelo de gansos salvajes

 

Hitotsura no

Kari ya hayama ni

Tsuki o shirusu

 

Un vuelo de gansos salvajes –

Al pie de la montaña,

De la luna el sello

 

Como nadie había reparado en el título, que ya menciona de manera directa la forma de un vuelo de gansos salvajes, lo dejé pasar, ya que, durante la sesión colectiva de comentarios, lo estuve escuchando, pero sin tener el texto escrito ante mis ojos.

La expresión del primer verso «un vuelo de gansos salvajes» que compara a un grupo de gansos alineados en el cielo con una serie de signos gráficos, ya fue forjada en China, luego pasó a la literatura japonesa y, en las composiciones de waka sobre el tema «gansos», se usa a menudo. Como comparamos un vuelo de gansos salvajes con una serie de signos gráficos, la idea original de estos versos era comparar también la luna con un “sello”. Si admitimos que la luna roja y redonda se corresponde con un sello redondo impreso con tinta bermellón, es un juego de espíritu refinado asociarlo con un vuelo de gansos salvajes. La frase “un vuelo de gansos salvajes” es bastante común, pero no hace falta decir que en ningún verso el número específico utilizado para contar un vuelo (hitotsura) de pájaros también recuerda a una columna (ichigyô) de signos gráficos. Por otro lado, no sé si “al pie de la montaña” tiene un significado particular aquí, pero si lo tuviera, ¿no sería lógico pensar que forma parte del paisaje de una pintura? Sin embargo, prefiero considerar que no tiene un significado particular y tomarlo como un simple enlace para conectar el principio y el final del poema. Si desarrollamos este “espectáculo”, entonces sería necesario imaginar a los gansos y la luna en medio de un inmenso cielo, que se observaría de abajo hacia arriba, con la cabeza inclinada hacia atrás; y con la luna ahí, el efecto en la comparación dejaría de ser pertinente. Pero, si la luna roja aparece sobre un lugar bajo, cerca del pie de una montaña, es mucho más evidente el pensar en un sello.

Por cierto, durante mucho tiempo se usaron sellos redondos ocasionalmente, y personas como Ogata Kôrin los usaron mucho.

 

Notas del traductor y las fuentes

El poema original escrito en kanji es:

(Tomado de Rodríguez-Izquierdo Gavala, F.

El haiku japonés y su traducción. F. Juan March, 1972)

– Con respecto a este haiku en el que Buson juega con el texto, la polisemia e incluso con la grafía de los kanji, se han pronunciado diversos traductores. Varían incluso en la primera traducción al romanji tanto en el primer verso como en el tercero, ya que a veces podrían escribirse términos diferentes con los mismos caracteres.

Por ejemplo:

*Emmanuel Lozerand, el traductor al francés, comenta de forma directa la entrega de Shiki. Recuerda que “el idioma japonés utiliza <números específicos> para contar cada tipo de objeto. Así, hitotsura designa un vuelo de pájaros, e ichigyô una columna de signos gráficos. Sin embargo, estos dos términos se escriben, dependiendo de la circunstancia, con los mismos caracteres <un> e <ir, columna>:  一 行 ”

 

Él lo traduce tal y como ya se ha reproducido en la entrega:

Hitotsura no

Kari ya hayama ni

Tsuki o shirusu

 

Un vuelo de gansos salvajes –

Al pie de la montaña,

De la luna el sello

 

 

*Seiko Ota, en su libro “José Juan Tablada: su haikú y su japonismo (Fondo de cultura económica, México DF, 2014)” establece semejanzas de un poema de Tablada con unos haikus de Sora y el que estamos tratando de Buson. Hace referencia a un texto de P.L. Couchoud, que Tablada habría leído, titulado Sages et poètes d’Asie (Sabios y poetas asiáticos)

En ese contexto afirma literalmente:

Al leer este otro poema nos damos cuenta de la semejanza que tiene con el de Sora y el de Buson; los dos están incluidos en Sages et Poètes d’Asie y Couchoud explica así:

…Luego es puesto en su ámbito natural. Su movimiento sólo es retenido; tan sólo es una pincelada en un cuadro. …

…El vuelo de los gansos salvajes:

 

Una línea de gansos salvajes

Se desvincula por encima del pico aislado

En el claro de luna

                                                         .Buson”

Y continúa Ota:

“… el de Buson:

lkko no kari ya

hayama ni tsuki

wo insu

 

Va una banda de gansos en una línea

al extremo de la montaña

sellan la luna.

Tsuki wo insu («sellar la luna») es una expresión que compara la luna llena -aparecida al extremo de la montaña- con el sello de caligrafía. En el haikú tabladiano el ave no es chorlito ni ganso, sino golondrina, y su número es singular, mientras que en los haikús de Sora y Buson es plural; además, el movimiento del ave es diferente en éstos. No es que el haikú tabladiano sufriera influencia de estos dos haikús directamente; más bien, habiéndolos conocido en Sages et Poétes d’Asie, Tablada compuso el suyo aprendiendo que en el haikú podía describir con sólo un movimiento a un animal: en este caso, un ave”.

*Finalmente, es Rodríguez-Izquierdo Gavala F., quien en dos ocasiones traduce y comenta este haiku de Buson. La primera de ella en su célebre EL HAIKU JAPONES. HISTORIA Y TRADUCCION. Evolución y triunfo del haikai, breve poema sensitivo (Publicaciones de la Fundación Juan March, Madrid, 1972, p. 321) y en él, el profesor refiere literalmente:

“Ichigyoo / no                                                  Una línea / ( = poses.)

kari / ya / hayama / ni                                  gansos salvajes / : / pie de

                                                                                la colina / en

tsuki / wo / insu                                               luna / ( = obj. dir.) / sella

 

Línea de gansos en vuelo;

al pie de la colina,

la luna puesta por sello.

                                             .Buson

 

«Ichigyoo» se refiere a una línea de escritura, que en japonés es de arriba hacia abajo. Los gansos no están volando pues en posición horizontal; han dado, la vuelta y vuelan hacia abajo, pero todavía por encima de las colinas y la luna. Los gansos escriben como un verso en el cielo. La luna queda como una nota en rojo, como el sello del artista al pie del cuadro. El artista japonés firma con su sello rojo.

Quién pone el sello de la luna es algo que no dice el poeta, y queda enteramente a la imaginación del lector. Buson ha visto aquí en la naturaleza no solamente el tema de un cuadro, sino el cuadro ya acabado.

Sobre la construcción «in-su», cf. «ryoo-su» (hk. 43).”

 

Y más recientemente, el 23/11/2014, en la web hermana paseos.net, en un artículo titulado El haiku español: ¿injerto o trasplante?, El profesor Rodríguez-Izquierdo dibuja sobre el haiku que tratamos y lo vuelve a comentar del siguiente modo:El haiku de Buson (1) dice así:

 ichigyoo no

kari ya hayama ni

tsuki wo in-su

 

Línea de gansos

en vuelo; al pie del monte

la luna es sello.

                                       (Traducc. mía)

 

Ocas en línea.

La luna en la ladera

hace de sello.

                                             (Traducc. Antonio Cabezas)

 Representamos gráficamente la escena descrita (2). «kari» son los gansos u ocas salvajes, que vuelan en línea, la cual es comparable a una línea -«ichigyoo» (3)- de escritura vertical, como puede ser la del haiku japonés, que suele escribirse en una sola línea de caracteres. Cada carácter sería un ave de esa sarta. La luna, rojiza y redonda, pone un sello en la ladera del monte contiguo a esa línea poética, así como el haijin imprime su sello personal al pie de su obra. Diríamos que aquí la naturaleza copia al arte, como en digno tributo de reciprocidad.

Buson, pues, que era poeta y pintor, asimila aquí el haiku a una pintura: «ut pictura poesis», reza nuestra tradición, en forma de adagio latino.

Por no omitir un par de notas, aquí las expreso. La primera: el haiku de Buson, siendo admirable, cuenta seis sílabas en el tercer verso, pues cuentan como silabas los segmentos fónicos que transcribo con mayúsculas, incluida la -n (nasal implosiva): t s U k I w O I N s U. La segunda nota es que la traducción de Antonio Cabezas me parece mejor que la mía”.

– Sobre Ogata Kôrin, se han referido comentarios en las entregas 20 y 27 del 1 y 8 de junio. En ellas se decía que Ogata Kôrin (1658-1716) es uno de los más grandes pintores japoneses. Entre otras muchas exquisitas obras, es famoso especialmente por su “Biombo de los Iris”. “Kôrin gashiki”, el álbum citado en la entrega 27, fue publicado en 1818, un siglo después de su muerte. Se trata de un estudio sobre su estilo, realizado Aikawa Minwa (1806–1821), pero no todo lo que reproduce son las propias obras originales de Kôrin. Para ver (e incluso descargarte) este libro que tenía, comenta y tanto hacía disfrutar a Shiki, puedes clicar aquí (para verlo en otro formato puedes clicar aquí). Si quieres ver y/o descargarte otra obra de Aikiwa Minwa sobre Kôrin (Ehon Kôrin, en castellano “Libro Ilustrado de Kôrin”), puedes clicar aquí.

– Sobre el sello rojo en Japón, Shiki aclara que, si bien los artistas suelen firmar siempre con uno cuadrado, muchos, entre ellos Kôrin, lo hacían a veces con uno redondo. Y por abundar en esto del sello japonés, podemos decir que supone la firma oficial en Japón para todo tipo de documentos, y se llama hanko. En Japón no es frecuente el empleo de firmas tal y como es costumbre en occidente. En su lugar se emplea un sello denominado hanko, que normalmente lleva impreso el apellido de su poseedor escrito en kanji.

Uno puede comprar estos sellos en cualquier papelería e incluso en cualquier tienda de 100 yenes, similares a las tiendas de “todo a un euro”, esto al menos si uno tiene apellido japonés y que sea más o menos conocido. Sin embargo estos hanko, no pueden ser empleados para algunas transacciones importantes como por ejemplo comprar un coche o una casa. Su precio tan reducido se debe a que son producidos en serie. A estos sellos de uso cotidiano los denominamos mitome-in (acuse de recibo). Pero, debe tenerse en cuenta que al estar destinados a cumplir las funciones de una firma debe dificultarse la reproducción del mismo.

Para el uso oficial se requiere registrar el hanko en la municipalidad donde uno vive. Este hanko pasa a denominarse jitsu-in (real, verdadero).

Mientras el hanko (o inkan) es un sello relativamente pequeño, con la forma oval o a veces redondo que se usa para hacer contratos u otros tipos de documentos, el rakkan (rakkan shirushi) es un tipo de sello oriental, relativamente grande y con una forma cuadrada. No se usa para hacer documentos ni en negocios. Se usa en tanzaku shikishi (tiras de papel de color), shodô (caligrafía) o pintura sumi-e, etc. por los artistas. Los más tradicionales son labrados en la base de una piedra de mármol (en forma de pequeña columna, un prisma cuadrangular alargado) por un artesano.

La tinta usada se llama Syuniku. Syu (Syu iro) es un color importante en las culturas orientales. Se puede encontrar en los edificios de santuarios sintoístas, o por ejemplo el Torii de Miyajima. Niku significa carne, pero ¡ojo! la tinta Syuniku no es comida y contiene productos químicos y metales que no recomiendan su ingestión. Syu (Syu iro) es un color resultado de la sabia mezcla del rojo y el amarillo.

Entrega nº 105. 25 de agosto

-Podemos decir que las pinturas pintadas con un pequeño número de rasgos bajo el nombre de «pintura abreviada», “bosquejos” o «pintura con el espíritu del haikai», son uno de los puntos fuertes de la pintura japonesa. No obstante, mucha gente piensa que lo apropiado de la pintura abreviada es simplificar una pintura compleja. Pero no se trata solo de eso. El punto fuerte de estos trabajos también es, por su naturaleza, resaltar el encanto sencillo de las cosas extremadamente sencillas. Mirando Bosquejos de Kôchô, a menudo nos desbordan con una seducción ligera y agradable de una inspiración extraordinariamente sencilla. Por ejemplo, en un cuadrado de unos pocos centímetros, Kôchô pinta grandes cantidades de hierba verde, que recuerda a los brotes de arroz, y en el medio una rana. No es mucho, pero el negro de la rana en el verde de las hierbas da lugar a una sensación realmente agradable.

O simplemente pinta agua azul, en la que una rana acaba de saltar: uno claramente discierne solo tres patas de la rana, pero ni la cabeza ni la última pata. Esta parecería una idea cualquiera, sin embargo, el hecho de pintar solo agua azul y la rana negra, al igual que en la imagen anterior, causa una agradable sensación, pequeña pero muy placentera. Kôchô también pinta una hoja de loto verde, y al lado dos garzas, una mirando hacia arriba y otra mirando hacia abajo. Se ve cuán hábil es para representar una escena complicada de una manera sobria, cómo pinta de forma sencilla, y la disposición de los colores, así como la de las líneas, son inmediatamente reconocibles.

Paradójicamente, todo es mucho más encantador que en obras densas y minuciosas. Las otras imágenes que aparecen en este libro son las más simples de todas las que he tenido la oportunidad de ver hasta hoy, y el encanto en la simplicidad de cada una de ellas, es probable que refleje un singular virtuosismo.

 

Notas del traductor y las fuentes

– De Kôchô ya se habló en la entrega nº 5 , en la entrega 6 y en la 35, de 10 y 12 de mayo y de 16 de junio respectivamente.

Ueda Kôchô (1788-1850): Fue el pintor principal de Osaka durante la primera mitad del siglo XIX. Alumno de Matsumura Goshun y Nakai Ranko. Se convirtió en un pintor oficial del 11º señor de Kishu Tokugawa, Tokugawa Ienari. Realizó frecuentes con sashei, pinturas como bosquejos tipo haikai. Algunas de ellas clicando aquí.

 

Entrega nº 104. 24 de agosto

…(Continúa de la 103)

Como no los había visto en dos años, estaba deseando volverlos a ver, particularmente a Kaisei, aquel pequeño monje que vi la última vez con aspecto infantil, y que ahora, lógicamente, tenía un poco de barba y algo ya de adulto. Mientras conversaba, reanudé mi pintura inacabada, pero tan pronto como terminé, dejé a un lado mi cuaderno de bosquejos, aparté el material y fue entonces cuando Sonsei comenzó a contarme una historia inesperada sobre el hecho de que una tal “señorita Watanabe” quería conocerme. Le dije lo enormemente asombrado que estaba, y contesté ¡oh, pues yo también a ella! De hecho, había venido con ellos y estaba esperando, lo que me sorprendió aún más. Pronto Sonsei se dirigió a la entrada, llamó y regresó con la señorita Watanabe. Debido a su reputación, no era completamente desconocida para mí, pero nunca pensé que la conocería, por lo que en principio todo parecía aún mejor de lo que yo habría imaginado … incluso a ella la encontré glamurosa, tenía algo muy cercano a mi ideal.

Solo de verla, estaba emocionado y no sé si mi corazón se me puso a palpitar, si mi pulso se aceleró… La señora me saludó seriamente, sin superfluidad: tenía un aspecto encantador. Este tipo de fisonomía no es muy apreciada por la gente común, incluso es criticada, por ello no es valorada entre las mejores; ni es particularmente respetada. Pero el caso es que yo nunca había visto tanta hermosura (por decir «hermosura» podría sonar vulgar, pero lo digo aquí en el sentido de la belleza de las bellas artes, la belleza de la estética). A decir verdad, lo único que no terminó de convencerme fue que era demasiado sobria. Por supuesto, no era una sobriedad excesiva: no es que careciera de adornos, de hecho daba testimonio de una armonía indescriptible, pero, vestida un poco más vistosa, me habría seducido aún más. Sea como fuere, eso sería ya pedir un requisito excesivo, o más concretamente imposible. En cualquier caso, verla mientras se presentaba a mí era suficiente para sumergirme en éxtasis. La conversación pasó libremente de un tema a otro. Kaisei contaba que en el templo de Shimôsa donde él vivía, disponía de un ala de retiro con seis esteras en la cima de una colina, desde la cual la vista era magnífica, que no había riesgo de robos, y que ayudaba a una decena de familias asignadas, que era un lugar realmente agradable: la conversación era muy amena. Después de un tiempo, todos se despedían y comenzaron a retirarse, entonces, monté en cólera en mi cama de enfermo y me sentí totalmente impotente, tanto, que hice que Sonsei, que ya había tomado el camino de la vuelta, regresara y secretamente le conté mis más profundas intenciones. Fue un hecho brusco y grosero, pero nunca desde que nací mi corazón había conocido un tormento así, y era porque, por primera vez en mi vida, estaba tomando una decisión heroica. Sonsei aceptó con placer y dijo: «Vamos, dejemos a la señorita”. Luego fue a la entrada y murmuró algo. Como resultado, la señorita regresó ya sin ellos a la habitación principal, donde se decidió que ella se quedaría pasando la noche. Luego, la tarde caía, cené, llegó la noche, y como de costumbre, yo estaba medio sufriendo, medio agotado. Entonces pensé que iba a conversar con ella, dieron las nueve. Por lo general, a esta hora del día, el sueño me lleva. Me trajeron la mosquitera y, cuando pensé que iba a charlar tranquilamente, me entregaron un sobre. Era un texto que Sonsei me había prometido: Los cien héroes (Gendai hyakunin gô). Comencé a leerlo bajo la mosquitera, pero finalmente, tomado por el sueño, me quedé dormido.

A la mañana siguiente, cuando desperté, me esperaban dos cartas. Abrí la primera, enviada por Kosei, eran dos hojas de papel occidental, del tamaño de una postal, que representaban unas plantas. Una era una gloxinia, la otra, una flor como la de los guisantes cultivados. Kosei dijo que me estaba enviando lo que había pintado el día anterior, pero era tan hermoso que al principio pensé que era algo ya impreso previamente. Cuando tomé la otra carta, vi que era de Sonsei y Kaisei, y mi corazón comenzó a palpitar violentamente. En ella me contaban que habían discutido ayer después de nuestras conversaciones, y que, por motivos mayores, no podrían desplazarse según mis deseos. La señorita, sin embargo, podría quedar en casa por unos días. Comencé a sentir decepción y abatimiento. Si ella no iba a ser mía, era mejor que volviera a su casa. Sería una experiencia desgarradora, terrible, encontrarme con ella y hablarle una o dos veces más tan solo. Por ello, no quería volver a verla. Y con esos pensamientos, escribí una respuesta a Sonsei y a Kaisei. Esta réplica fue hecha de modo muy ordinario a sabiendas, y consciente de que faltaba algo en el texto escrito, le añadí para redondear algunas palabras de rencor bajo la forma de un poema:

Danchô-ka

Tsurenaki fumi no

Henji kana

 

Flores desgarradoras,

a una carta insensible

¡mi respuesta!

 

Luego me quedé sin hacer nada, sin leer el periódico, soñando, con un dolor insoportable, de modo que escribí otra carta. Por supuesto, también estaba dirigida a Sonsei y Kaisei, pero esta vez, después de haber ventilado mi rencor, entré en detalles, les expliqué mis deseos y pregunté si no podíamos encontrar una solución ingeniosa, explicando que yo estaba listo para dar lo mejor dada mi condición, y agregué los siguientes versos:

Kusa no hana

Tsurenaki mono ni

Omoikeri

 

Estas flores silvestres,

parecen

totalmente insensibles

 

Este día, debido al clima, o lo que fuera, lo pasé con dolor.

Al día siguiente, mientras pintaba una muñeca de papel, podrían ser las tres de la tarde, una llamada telefónica de los vecinos me trajo una noticia feliz. Eran Sonsei y Kaisei, y comentaban que la evolución de los detalles de las medidas tomadas para cumplir mis deseos, ya los contarían por carta. ¡Qué feliz estaba! no se puede decir con palabras.

Esta «joven» es en realidad El Rollo de las Flores (Sôka emaki) de (Watanabe) Nangaku.

Fragmento de una de las imágenes de “la señorita Watanabe”, es decir, de El Rollo de las Flores (Sôka emaki) de Watanabe NangakuVer obra completa en http://jmapps.ne.jp/geidai/det.html?data_id=1047

 

Notas del traductor y las fuentes

– La señorita de la que Shiki había oído hablar y que provocó un flechazo a primera vista con pérdida de papeles del maestro, era en realidad la obra pictórica El Rollo de las Flores. Este “Pergamino de Vistas de Nangaku (Sôka emaki)” es más conocido como Dibujos de flores de las cuatro estaciones (Shiki sôka zukan), mismo nombre de obra que otra (también maravillosa) de Ogata Kôrin (1657-1716). Es el trabajo de Watanabe Nangaku (1767-1813), de quien ya se habló anteriormente en la sexta entrega de 12 de mayo. Ahora se conserva en el Museo de Artes de la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio. Se puede encontrar (muy aconsejable la visita) una copia completa de toda la obra en

http://jmapps.ne.jp/geidai/det.html?data_id=1047

título: 四季草花図巻 . Dibujos de flores de las cuatro estaciones

autor: 渡辺南岳 1767-1813.     Nangaku Watanabe 1767-1813

Watanabe Nangaku (1767-1813) fue un pintor, grabador y dibujante japonés, nacido en Kyoto; estudiante de Maruyama Masataka (Ôkyo), luego influenciado por Ôgata Kôrin (de ahí el nombre en común de sus bellas obras). Watanabe Nangaku introdujo el estilo Maruyama-Shijo en Edo, donde enseñó.

– Cuando se habla de las familias asignadas, es porque en Japón, es frecuente que una familia suela estar afiliada a un templo budista concreto.

– En abril de 1902, fue enviado a Shinseisha (una editorial japonesa fundada en 1971 y que se declaró en bancarrota en 1999) el primer volumen de una obra titulada Cien héroes de hoy (Gendai hyakunin gô) de Satô Gisuke (1878-1951), quien, por otra parte, fue también el fundador de la gran y prestigiosa editoral Shinchosha.

– Se cita a alguien llamado Kosei, que no ha podido ser identificado.

La gloxinia es una planta que pertenece a la familia de las Gesneriaceae y del género Sinningia

– Shiki refiere en su poema “flores silvestres” intencionadamente. En Japón, el concepto de las «flores silvestres» (kusa no hana) citadas en el segundo poema, se opone a otro tipo de «Flores de árbol» (ko no hana). El concepto es más amplio de lo que pueda parecer en castellano, e incluye todas las flores que crecen directamente del suelo. El término a menudo se refiere a las flores de otoño, mientras que la primavera es más bien la estación de las “flores de los árboles”.

Entrega nº 103. 23 de agosto

– Hoy es miércoles. Desde buena mañana el cielo está despejado y, aunque yazgo enfermo en la cama, siento el calor. Como de costumbre, quiero pintar flores del natural, y cuando estoy a punto de terminar mi cuaderno de flores, me gustaría hacerlo con algo vigoroso, y me digo a mí mismo que una ipomea sería adecuada, pero desafortunadamente no se han plantado en el jardín este año, y por lo tanto me resigno a pedir el bonsái del vecino. Sin embargo, como resultado de algún error, solo me traen dos flores cortadas. Como no me sirven, me enojo conmigo mismo, entonces el vecino viene a verme por primera vez en mucho tiempo, y como he tomado analgésicos, le hablo y le hablo de unas cosas y otras. Se va aproximadamente al mediodía, pero, según sus instrucciones, sus niñas vienen a traerme una maceta con una ipomea. “Solo tiene una flor”, dicen, poniendo la maceta frente a mí, y de hecho, solo queda una flor morada, sin blanquear. Entonces, cuando termino el almuerzo, me pongo a trabajar, pero me cuesta mucho esbozar el contorno de esta flor, pues plantea grandes dificultades. Las niñas quieren ver y esperan mientras se completa ese bosquejo. Vienen de vez en cuando para ver el trabajo y la que, con una vocecita llena de desesperación dice que “esto no está todavía terminado” es una niña de siete años. Más tarde, me dan otro kit de pintura que todavía queda disponible, y esta niña de siete años y su hermana de diez, comienzan a pintar.

Otra tercera hermana, aún mayor, se coloca junto a ellas y las vigila. Las dos pequeñas han encontrado mi Cuaderno de Frutos, lleno de bosquejos, y lo usan como modelo. La niña de siete años dice: “¡Hagamos una manzana! ¿de acuerdo?” Y la de diez años le responde: “No, eso es algo demasiado difícil para nosotras, hagamos las cerezas”.

             Cuaderno de Frutos de Shiki. Vemos unos fragmentos de los bosquejos de las manzanas que las niñas se planteaban copiar, y las cerezas por las que finalmente se deciden.

Luego se ponen algo inquietas… el color que no les termina de salir… les fata algún material…, pero finalmente me traen el resultado de su trabajo. Las cerezas de la niña de siete años están perfectamente bien hechas. En cuanto a las de su hermana, están pintadas con una mano más segura. Es mucho mejor que el original y me deja atónito. Finalmente, cansadas ​​de su juego, sin esperar a que termine mi ipomea, se vuelven a su casa.

En lo que a mí respecta, sin que el resultado fuera terrible del todo, pues pude pintar una flor, sí que me resulta escaso y me molesta, por lo que trato de pintar las grandes hojas moteadas de blanco. El papel rechaza la pintura y por momentos no puedo hacerlo; … de pronto otras veces se hace solo: es muy divertido. Mirar la hiedra enredada es también muy entretenido…Cuaderno de plantas y flores de Shiki. Observamos un fragmento de su último dibujo, el que Shiki describe en esta entrega: una flor de ipomea con sus hojas de enredadera.

Escuchamos ahora unas fuertes pisadas de visitantes. Anunciados por sus tarjetas de presentación, aquí están Sonsei y Kaisei. (Continuará…)

 

Notas del traductor y las fuentes

– Kaisei, es Itô Gyûho (1878-1942), un haijin discípulo de Shiki. Ambos, Sonsei y Kaisei, eran monjes budistas.

– En breve, El Rincón del haiku publicará los dos cuadernos de Shiki sobre plantas y flores, y el de frutos.

La Ipomea se conoce también como Dondiego de día, Gloria de la mañana, Hiedra morada Campanilla morada, Asagao, Corrigüela, Enredadera, Rostro de la mañana, Maravillas y Campanillas. Reproducimos algunos haikus y poemas clásicos en los que se habla de la ipomea.

Ipomea (asagao): como algunos de sus nombres indican, florece y sale en las primeras horas de la mañana. La forma de campanilla de esta flor simboliza la mortalidad y nos permite ver que la vida puede ser corta pero hermosa. Suelen ser de colores violetas/morados/púrpuras o tonos azulados con el centro blanco. Es kigo de verano.

 

BASHÔ (1644-1694)

 

solo soy un hombre

comiendo su sopa

ante la flor de asagao.

 

la ipomea,

aun con torpes palabras

llena de encanto

                                    (escrito porque un discípulo pinta una flor de                                               asagao y pide a Bashô que le escriba un poema)

 

¡niños: ya está

la enredadera en flor!

Os abriré un melón

 

CHIYO-NI (1703-1775)

 

 tomado el pozo

por la flor de asagao,

salgo a por agua

 

si por las mañanas se cierran

las campanillas en flor

¡es por el odio de la humanidad!

 

KISHI FUUSANRÔ (1910 – 1982)

 

pasan las nubes

mientras fluye el agua…

campanillas en flor

 

NATSUME SOSEKI (1865-1915)

 

La ipomea,

floreciendo amarilla

asoma poco a poco

 

tras una sombría

enredadera de asagao

¡los ojos de un gato!

 

la ipomea, ya a punto

de florecer: ha cambiado

el color del cielo

 

YAMAMOTO KAKEI (1648-1716)

 

flor de asagao:

en su blancura

no se ve el rocío

 

KOBAYASHI ISSA (1763-1827)

 

 ¡los dondiegos!

en los rostros de los hombres

hay defectos

 

SUGITA HISAJO (1890-1946)

 

 ¡flor de asagao!

sobre el mercado, el cielo

se oscurece

 

TAGAMI KIKUSHA-NI (1753-1826)

 

 atardecer:

¡cómo no admirar

la flor de asagao!

 

Incluso arrastrándose en la arena,

la enredadera

florece

Entrega nº 102. 22 de agosto

– En una selección de haiku realizada por Kyoshi, entre los versos clasificados en tres categorías, publicados en el número diez de la quinta serie de Hototogisu, uno encuentra estos, extraídos del tercer grupo:

 

Kawagari ya

Katana tsukanete

Kusa no ue

 

Pesca en el río:

Los sables juntos

sobre la hierba

(Tenpa)

 

Nos trae la imagen de antiguos guerreros que están de pesca en el río, y entonces, con «los sables juntos», se da la idea de un hombre solo con sus dos espadas, o de dos o tres hombres «juntando espadas», no lo sabemos exactamente. Y, cuando hablamos de espada, refiere la más grande (la katana, el sable). Creo que los guerreros de antaño, cuando iban a pescar, generalmente no tomaban sus dos espadas, sino solo la corta, la daga ¿y podemos realmente pensar que el poeta dice «sables» para referirse a las cortas? Por otro lado, hay un viejo poema que dice:

Kawagari ya

Jizô no hiza ni

Kowakizashi

 

Pescando en el río…

sobre las rodillas de Jizô

una pequeña daga

(Issa)

 

Podemos pensar lo que queramos, pero no parece que el poema seleccionado sea precisamente extraordinario.

 

Entre los versos del segundo grupo, encontramos:

 

Masakari o

Katagete wataru

Shimizu kana

 

Con la azuela

al hombro,

¡cruzando por el agua pura!

(Hekikûsei)

 

El término “agua pura” hace referencia a una pequeña fuente en las montañas o en mitad del páramo, y si se trata de describir el lecho por donde fluye el cauce del agua, digamos que no debe exceder una vara o una vara y media. Para “cruzar” esta tan estrecha agua pura, solo se precisa un paso o dos, un mínimo salto. ¿Por qué entonces parar voluntariamente en este lugar, que cruzamos con ese paso o dos, para hacer un haiku? Elegir cosas tan irrisorias como punto de partida para un poema y darles una importancia que no se merecen, es justo lo que hacen los pertenecientes a la “Escuela mensual».

Entre los versos del primer grupo, encontramos:

 

Sano ga yado

Nata furuu beki

Akaza kana

 

Casa de Sano,

es preciso manejar el hacha

sobre la pata de ganso

(Chôurô)

 

Con “la casa de Sano” se debe referir a la de Genzaemon, y encuentro que hay un pésimo gusto al asociar la imagen de la tala de bonsáis en sus macetas (hablamos de ciruelos, pinos o cerezos) a la del corte de las malas hierbas, como las patas de ganso durante el verano. Además de eso, evocar la solemne imagen de un guerrero empuñando su gran guja oxidada para describir el «manejo» (furuu) del hacha, realmente muestra un mal gusto destinado a impresionar a los neófitos. No hablemos ya de ese “es preciso” (beki) que, igualmente, es de lo peor.

 

Notas del traductor y las fuentes

– Nuevamente Shiki analiza algunos haikus, y nuevamente lo hace criticando duramente algunos de ellos que había seleccionado para Hototogisu su amigo, pero sobre todo discípulo, Kyoshi.

– Los guerreros samuráis acostumbraban a llevar dos espadas. La más larga, tipo sable, la katana, que era el arma principal reservada especialmente para la batalla y es de la que habla el haiku seleccionado. La espada corta, el wakizashi, es tipo sable corto o daga (entre 30 y 60 cms.), y es de la que habla el haiku de Issa, reservada para otro tipo de actividades más cotidianas. A Shiki no le termina de convencer que se citen unas katanas en el contexto de la pesca.

– En el poema de 1813, Kobayashi Issa describe a un guerrero que, para pescar, puso su espada (corta, la daga) sobre las rodillas de Bodhisattva Jizô, una figura pacífica, compasiva y protectora de los niños. A este respecto, Los seis Jizô es una antigua leyenda japonesa perteneciente al budismo, cuyo protagonista es precisamente el Bodhisattva Jizô o Ksitigarbha, tal como se le conoce en Japón.

– En los comentarios sobre la casa de Sano, se hace alusión a la obra de teatro Nô titulada “El árbol en la maceta (Hachinoki)”, donde el guerrero Sano Genzaemon rescata a Hôjô Tokiyori, gobernante del shogun, y corta un bonsái para calentar la casa.

– Las hierbas tipo “pata de ganso” son unas malas hierbas propias de lugares abandonados.

– A Shiki le desagradan los paralelismos de referir una solemne obra de Nô en la que se debe cortar un bonsái (árbol pequeño pero noble), con una casa descuidada donde hay que cortar malas hierbas; el evocar impresionantes figuras de guerreros diestros en el manejo de majestuosas armas, con la “necesidad” de manejar un “hacha jardinera” para arrancar unos hierbajos.

– La guja es un arma medieval que en Japón tomó forma de Bisento o también de Naginata.

Entrega nº 101. 21 de agosto

El otro día, hablé sobre las peras de Occidente; pero más tarde he tenido la oportunidad de probarlas nuevamente y he comprobado que, bien maduras, son también muy jugosas y no tienen demasiado que envidiar a las peras de Japón. En cualquier caso, el jugo no es el mismo.

Las frutas cosechadas en países cálidos, como los plátanos y las piñas, tienen una carne tierna, con toque tropical. Las frutas cítricas en sí mismas, cuando provienen de regiones cálidas, tienen carne y piel tiernas y dulces. Además, muchas frutas de regiones frías también tienen la carne tierna. Es el caso de las manzanas, pero también de las peras japonesas. Sin embargo, en las regiones intermedias (por ejemplo, en Tôkaidô o Nankaidô), la fruta, incluidos los cítricos, puede ser comparativamente más dura, pero también más jugosa y más ácida. Como resultado, estas frutas son perfectas para el verano, no porque su jugo sea dulce, sino porque son muy refrescantes. En comparación con el jugo de las peras occidentales, el jugo de las peras japonesas es más refrescante, y es más abundante aún en ese tipo de peras sin pepitas.

 

Notas del traductor y las fuentes

– De todo esto ya se habló en las entregas 81 del 31 de julio y la 97, 17 de agosto.

– Históricamente, Tôkaidô incluye provincias que van desde Kantô (área de Tokio) a Kansai (región de Kyoto y Osaka), y Nankaidô de las provincias del sur de Kansai, así como la isla Shikoku.

Revista de haikus