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Gozos del tacto

                La poesía -también la del haiku- refleja y canta las cuatro sensaciones esenciales del quinto sentido: frío, calor, dolor y contacto. La gama del frío es una suma de matices: frío intenso, escalofrío, frescor que llega en oleadas, o ese fresquito delicioso que aviva la conciencia de ser, la suerte de vivir. Imágenes intensas: noches frías y mañanas heladas, para resistir o para iluminarse; gente extraña o solitaria tomando el fresco en las noches de verano, sobre un puente o en la terraza de un viejo monasterio… Tras los últimos fríos del deshielo, la tibieza primaveral se despereza por toda la piel y va buscando ya ese calor que flota sobre las hierbas requemadas, el sopor que hace caer la mano que movía el abanico, el sol ardiente que se desploma en el mar, el insoportable bochorno que presagia el fragor del trueno….

             El tacto es, esencialmente, roce, sensibilidad. Ransetsu se emociona al ver con qué ternura trata a las muñecas una mujer estéril. Y una mañana helada, Issa observa qué tiernamente se lamen unos cervatillos… Hay ternura y hay erotismo. En Sute-jo, Chiyo-ni o Sugita Hisajo, aflora la conciencia femenina de la propia piel: cálida y a la vez recatada, floreciendo como la luna llena o dejándose penetrar por su luz a través de un kimono ligero. Shiki -más intenso- percibe el calor de una escena banal: la de algunos hombres y una sola mujer… Erotismo e instinto, también en el reino animal: Issa, que ha observado a un gato vagabundo durmiendo en las rodillas del gran Buda, lo ve también buscando pareja al anochecer. Y la apasionada y heterodoxa Masajo Suzuki celebra el idilio de dos luciérnagas sobre la hierba.

                Releo a Gabriel Miró, nuestro gran escritor sensitivo, y me sumerjo en un mar de sensualidad. Beatriz y Félix, protagonistas de “Las cerezas del cementerio” viven su pasión incontenible en una especie de intimidad cósmica: “Se miraron, y vieron, dentro de sus retinas, luna, noche, inmensidad; y temblaron recibiendo el recuerdo de la mirada en el claro y vivo espejo del agua de la cisterna. […] Entonces los brazos de Félix la ciñeron. Parecióle que estaban en el templo solitario de un astro, alumbrado suavemente para ellos. Y tuvo la divina sensación de que abrazaba un alma desnuda, alma hecha de luna y jazmines. Y exclamaba: ¡Mirar el cielo y tenerla abrazada, Dios mío!».

                En “Gozos de la vista”, Dámaso Alonso ruega a Dios que se apiade de los ciegos que vieron la hermosura del mundo, y de los que no vieron jamás; pero, de esa desazón compasiva, emerge de pronto la conciencia maravillada del que ve, y pide para los ciegos “esa inundación súbita, ese riego glorioso / -bocanadas de luz, dicha, gloria, colores-“. El poeta celebra el milagro de su propia visión, y en el “Gozo del tacto” afirma aún más su asombro: “Estoy vivo y toco”, “¡Qué alegría loca! / Toca. Toca. Toca.” Su amigo Gerardo Diego lo expresa más serenamente en el soneto “Cumbre de Urbión”, en unos versos memorables –“al beso y tacto de infinita onda”- que culminan en una bellísima aliteración: “una nostalgia trémula de aquellas / palmas de Dios palpando su relieve”. Vuelvo a Miró, a las cerezas del cementerio, evocadas en una atrevida y prolongada metáfora, en un revuelo de sensaciones: “…cerezas, ya grandes, con un brillo tierno, jugoso y frio en su encendimiento de sangre y de brasa…».  Ahí están, genialmente expresados, los gozos de los cinco sentidos.

***

ZEN, EL ESTADO MENTAL DEL HAIKU 11. NO MATERIALIDAD, 12. AMOR Y 13. CORAJE

11

Materialidad

El Zen, como el haiku, enfatiza lo material frente a lo llamado espiritual. No hay argumentos abstractos ni principios generales. Todo es concreto. Si echamos un vistazo a una serie de haikus, descubriremos que tratan enteramente de cosas: nieve, flores de cerezo, gente bailando, ranas, el viento. A Walden le pasa lo mismo. Hablando de él mismo, Thoreau dice

Sentí que algunas bayas que había comido en la ladera de una colina habían alimentado mi genio.

Lawrence nos dice, en El Hombre que Murió, que Cristo se dio cuenta, después de su muerte, con respecto a María Magdalena, que su enseñanza, su vida misma, había sido demasiado espiritual.

Les pedí a todos que me sirvieran con el cadáver de su amor. Y al final les ofrecí sólo el cadáver de mi amor.

Estas palabras parecen una llamada muy alejada de aquellas palabras en las que Chora se describe a sí mismo, pero hay una profunda afinidad entre ellas:

夜はうれしく素は静かや春の雨

Yo wa ureshiku    hiru washizuka ya    haru no ame

Por la noche, felicidad;
de día, tranquilidad,
lluvia primaveral.

(Chora)

 

冷永にせんべい二枚様良が夏

Hiyamizu ni    senbei ni-mai    chora ga natsu

Agua fría,
dos galletas:
el verano de Chora.

 

El segundo de estos dos poemas nos recuerda las palabras de reproche a Marta,

Pero una cosa es suficiente.

Es un error suponer que en la poesía hemos de percibir lo absoluto en lo relativo, lo eterno, lo infinito en lo finito, lo espiritual en lo material. Si hay alguna antítesis al Zen, es este tipo de zoroastrismo, en el que es tan fácil caer, porque es de la propia naturaleza del intelecto funcionar dicotómicamente. Nuestra vida poética, nuestra vida religiosa es una larga e interminable lucha contra esta tendencia. La naturaleza del alma, sin embargo, es simple; el ojo del alma es único. Eckhart dice:

Ein Meister spricht: “Die Seele ist ein Punkt oder eine Ecke, wo sich Zeit und Ewigkeit treffen. Die Seele aber ist weder von Zeit noch von Ewigkeit gemacht, sondern sie hat eine Natur aus Nichts geschaffen zwischen beiden.” Ware sie von Zeit gemacht, so ware sie verganglich; ware sie dagegen von Ewigkeit geschaffen, so ware sie unwandelbar. (NT: Un maestro dice: “El alma es un punto o una esquina donde se encuentran el tiempo y la eternidad. Pero el alma no está hecha ni de tiempo ni de eternidad, sino que tiene una naturaleza creada de la nada entre ambas”. Si fue hecha de tiempo, fue transitoria; si fue creada de la eternidad, fue inmutable.

La materialidad del Zen se manifiesta en el hecho de que la vida religiosa está en su punto más bajo en la iglesia, donde todo está dispuesto para inclinar la mente hacia algún otro lugar, el Cielo o el Infierno, algún otro tiempo, el pasado o el futuro. Hay más religión en una taberna o en un campo de batalla. Es por eso que, como dice Cristo,

los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios

Los hombres viven según el Zen. Todo lo que desean es verlo y sentirlo. Van al cine por ello. Los romances de vaqueros están llenos de fracasos para conseguirlo. Cuando el “asesino” entra en el salón de baile con las manos preparadas para desenfundar, es en su Zen en lo que se fijan nuestros ojos. Pero este llamado “Zen” no existe como tal. No hay nada de simbólico en él. Goethe dice,

Alles Vergangliche ist nur ein Gleichnis.

(NT: Todo lo que es transitorio es sólo una parábola).

Pero no nos dice de qué es un símbolo, porque no puede. Es “un símbolo propiamente dicho”, como lo llama Carlyle, lo que significa, como diría Rinzai, un no-símbolo. En este sentido podemos recordar los versos de Keats:

Es un defecto

en la felicidad ver más allá de nuestra frontera,

nos obliga a lamentarnos en los cielos de verano,

estropeando el canto del ruiseñor.

En poesía, al menos tal como la entienden los poetas de haiku, simplemente no se puede prescindir de las cosas. Contraste el primero de los siguientes poemas con los otros tres, todos sobre el tema del cambio de sirvientes, que en la antigüedad tenía lugar el quinto día del tercer mes del calendario lunar:

出がはりや幼心に物はれ

Degawari ya    osana-gokoro ni    monoaware

Cambio de sirvientes:
el patetismo
de su corazón infantil.

(Ransetsu)

 

出がはりや傘提げてタながめ

Degawari ya    karakasa sagete    yū nagame

El criado que se va;
paraguas en mano,
contempla el atardecer.

(Kyoroku)

 

出代や農へ落す涙かな

Degawari ya    tatami e otosu    namida kana

El cambio de sirvientes;
sus lágrimas
salpican el tatami.

(Taigi)

 

紙屑や出代のあとの物淋し

Kamikuzu ya    degawari no    ato no mono sabishi

Algunos trozos de papel,
Después de que ella se haya ido:
Un sentimiento de soledad.

(Senna)

La poesía se ocupa mucho de los paraguas, los tatamis, los trozos de papel. Goethe, con la valentía que le caracteriza, parece contradecir sus propias palabras sobre el carácter “simbólico” de todas las cosas:

No busques, te lo ruego, no hay nada detrás de los fenómenos. Ellos mismos son su propia lección. (Sie selbst sind die Lehre.) (NT: Tú mismo eres la enseñanza).

En el conocido poema estadounidense Little Boy Blue, de Eugene Field, se nos cuenta la lección que las cosas guardan para nosotros; pero las cosas (los juguetes) son tan fuertes que son capaces de superar el peso muerto de su propia lección y hablar por sí mismas:

El perrito de juguete está cubierto de polvo,

pero se mantiene firme y robusto.

El soldadito de plomo está rojo de óxido,

y su mosquete se amolda en sus manos.

Hubo un tiempo en que el perrito de juguete era nuevo,

y al soldadito le pasaba igual,

y fue en aquel tiempo cuando nuestro Pequeño Niño Azul,

los besó y los puso allí.

“Ahora no te vayas hasta que yo venga”, dijo,

“y no hagas ningún ruido”.

Así que, caminando a su cama nido,

soñaba con sus bonitos juguetes.

Y mientras soñaba, la canción de un ángel,

despertó a nuestro Pequeño Niño Azul.

Ah, los años son muchos, los años son largos,

pero nuestros amiguitos de juguete son fieles.

¡Ay!, fieles al Pequeño Niño Azul permanecen,

cada uno en el mismo viejo lugar,

esperando el toque de una pequeña mano,

y la sonrisa de una carita.

Y se preguntan, mientras esperan todos estos largos años,

en el polvo de esa pequeña silla,

“qué ha sido de nuestro Pequeño Niño Azul,”

desde que los besó y los puso allí.

(Rompecabezas: señala la línea donde está el Zen). Esta es la fidelidad de las cosas, aquello a lo que el salmista se refiere indirectamente en los versos tantas veces citados:

El Señor es mi pastor;

nada me falta.

Se ve en lo siguiente;

あろし置く笑に地震る夏野哉

Oroshi oku    oi ni naefuru    natsuno kana

El altar ambulante acaba de posarse,
sacudido por un terremoto,
en el páramo de verano.

(Buson)

 

夕風や水青鷺の麗をうつ

Yûkaze ya    mizu aosagi no    hagi wo utsu

Con la brisa de la tarde,
el agua choca
contra las patas de la garza.

(Buson)

 

蝋打に花さくも打たれけり

Hae uchi ni    hana saku kusa mo    utare keri

Golpeando la mosca,
he golpeado también
una planta en flor.

(Issa)

Otro poeta estadounidense nos ofrece una lista de las cosas que más valora un poeta, especialmente un poeta de haiku, valora más:

sombras, colores, nubes, brotes de hierba y restos de orugas, ramas donde se posan las abejas silvestres, ¡colores que manchan el pétalo de la violeta.[1]

Esta es la practicidad del haiku. La practicidad del Zen resulta de la constitución del mundo en que vivimos. Cualquier creencia que tengamos carece de sentido excepto en la medida en que motiva nuestra vida interior, con la necesaria expresión en la forma y los actos:

Pero en verdad la convicción, que nunca fue tan excelente, ¿es inútil hasta que se convierte en conducta?[2]

Esta “sentida certeza indudable de la experiencia” debe ser sentida dentro y a través del cuerpo:

Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, se la dio diciendo: Bebed de ella todos.[3]

En la Ceremonia del Té, es el olor, el sabor del té, el sonido del agua hirviendo, el tacto de la tetera lo que da al devoto el significado que ningún pensamiento abstracto, ninguna observación de la ceremonia del té podrá transmitir jamás.

La duda de cualquier tipo no puede ser eliminada, excepto la acción.[4]

¿Qué tipo de acción es esta? Es la actividad física de escuchar al higurashi mientras las sombras caen en el cielo. Era el olor de la flor que Buda mostró ante la congregación de monjes. Es el sabor de la lágrima que cae, no sabemos por qué, el tacto del torno del dentista, la visión de las personas feas que amamos.

Suponemos que el cuerpo es una máquina y que el alma lo conduce a voluntad de aquí para allá, pero es al revés. Nuestro presumido autocontrol, confesión y penitencia, reforma, conversión, salvación, … todo está determinado físicamente, en nuestros cuerpos. Estos tienen la verdadera vida oscura. Es la raíz la que en la tierra fría y silenciosa decide qué flores han de florecer al viento y al sol. Spengler lo ha descrito a su manera, con su pensamiento característico, casi físico, su violencia intelectual:

El ser cósmico vegetal, cargado de destino, sangre, sexo, posee un inmemorial dominio y lo conserva. Es la vida. El otro sólo es un sirviente de la vida. Pero este otro quiere, no servir, sino gobernar; más aún, cree que gobierna, pues una de las pretensiones más decididas del espíritu humano es su pretensión de tener poder sobre el cuerpo, sobre la “naturaleza”. Pero la pregunta es: ¿no es esta misma creencia un servicio a la vida? ¿Por qué nuestro pensamiento piensa así? Tal vez porque el “ello” cósmico quiere que así sea. El pensamiento muestra su poder cuando llama al cuerpo al movimiento, cuando establece la miseria del cuerpo y ordena a las voces de la sangre que callen. Pero en verdad la sangre gobierna, en el sentido de que, silenciosamente, ordena que la actividad del pensamiento comience y cese.[5]

Incluso cuando el tema no admite un tratamiento muy burdo o terrenal, es bueno volver a lo material aunque sólo sea por un momento, no sea que perdamos el contacto con el terreno firme:

“Entonces dime”, dije, “¿de dónde crees que vienen estos momentos?” ¿Y me darás la mitad de tu cebolla? “Con mucho gusto”, y respondió, “porque ningún hombre puede comerse una cebolla entera; y en cuanto a ese otro asunto; bueno, creo que la puerta del cielo está entreabierta de vez en cuando, y esa luz brilla sobre nosotros por un momento entre su apertura y su cierre”.[6]

雷晴れて一樹の夕日蝉の撃

Rai harete    ichiju no yūhi    semi no koe

La tormenta ha amainado,
el sol del atardecer brilla en un árbol
donde canta una cigarra.

(Shiki)

Por este aspecto de materialidad, las cosas animadas e inanimadas pierden gran parte de su diferencia, como también lo hacen las humanas y las no humanas. El hombre pierde su dignidad de señor de la creación, las cosas se ven con su naturaleza de Buda plenamente desplegada:

Era tan grande que no pudo evitar sentirse un poco tímida con él, como le había sucedido con el cordero; sin embargo, venció su timidez con un gran esfuerzo, cortó un trozo y se lo entregó a la Reina Roja.

“¡Qué impertinencia!”, dijo el Budín. “Me pregunto qué te parecería si cortara una rebanada de ti, criatura!”

Imagen 19

La Calabaza, de Mushakoji Saneatsu

Esta igualdad de las cosas y de nosotros mismos, nuestra naturaleza común, es recíproca. Sólo existimos si ellas existen. No serán despreciadas. Somos iguales y podemos convivir armoniosamente, sólo si se reconoce nuestra independencia y dependencia, nuestra separación y continuidad. Las cosas ya han hecho su parte; nos corresponde a nosotros hacer la nuestra:

“Bueno, ahora que nos hemos visto”, dijo el Unicornio, “si tú crees en mí, yo creeré en ti. ¿Es un trato?” “Sí, si quieres”, dijo Alicia.

 

12

Amor

El zen es amor al universo. Sin este “amor”, la alegría es incierta, el dolor es inevitable, todo carece de sentido. Otelo dice,

Cuando no te quiero,

¡el caos vuelve!

Este amor debe ser completo, …… no es que apunte al universo como un todo, sino que la personalidad como un todo debe debe concentrarse en la cosa; la cosa debe estar impregnada con la personalidad. Luego tenemos el estado, descrito abstractamente por el Dr. Suzuki en las siguientes palabras:

Cuando se coge un objeto, todo lo demás, Uno y Todo, viene junto con él, no a modo de sugestión, sino de manera omniinclusiva, en el sentido de que el objeto es completo en sí mismo.

Dickens nos ofrece lo mismo, pero vivo y palpitante:

Los caballos y los perros son el capricho de algunos hombres. Para son las bromas … el alojamiento, esposa e hijos… lectura, escritura y aritmética… rapé, tabaco y sueño.

Obtenemos el mismo amor completo y desinteresado por el universo, concentrado en una cosa descrita en el Caso 19 del Hekiganroku:

Cualquiera que fuera la pregunta que le hicieran a Gutei,

él simplemente levantaba un dedo.

Debe ser sin calificaciones ni reservas, tomando el universo en buena salud y en mala salud, para bien y para mal, sin miedo a la muerte.

Si debo morir,

me encontraré con la oscuridad como con una novia,

¡y la abrazaré entre mis brazos![7]

Debe ser sin apego a la vida. El ejemplo clásico de esto en la literatura inglesa es la escena de la muerte del viejo Euclio, de Pope:

“¿Su dinero, señor?”— “Mi dinero, señor, ¿eso es todo? Por qué —si es necesario—(entonces llora) se lo doy a Paul”— “¿La mansión, señor?”— “¡La mansión! ¡sostenedme! Eso no, no puedo separarme de eso”, y murió.

En la medida en que dudamos de la “paternidad” de Dios, de su amor por el gorrión, los gusanos y los gérmenes de las enfermedades, no tenemos tranquilidad, porque no podemos evitar amarlo por la belleza de las hojas y las flores, de la lluvia que cae, las montañas brumosas y

“¡oh, qué condenados minutos cuenta el que idolatra y, no obstante duda; sospecha y, sin embargo, ama profundamente!”.[8]

La relación entre el amor y la poesía puede ser fácil de identificar, pero la relación con el Zen es mucho más difícil. Míralo así. Si estamos sin amor propio, sin avaricia, sin deseo de ganancia, de felicidad, de vida misma, toda esta energía debe desbordarse en alguna parte. Se desborda en todas las cosas, incluido en uno mismo, de modo que ahora ninguna acción es egoísta o desinteresada, buena o mala, sino que es como la luz del sol o la lluvia, pero con mente en lugar de sin mente.

Decimos que vemos la belleza de las finas gotas de lluvia, el brillo de las hojas al sol, las estrellas en su calma, pero lo que realmente vemos es la mente del hombre, nuestra propia mente, en todas estas cosas. A través de nuestra actividad y cooperación, estas cosas inanimadas adquieren mente y afecto. Las olas ahogan con pesar al náufrago, el sol abrasa con remordimiento al viajero cansado,

Sosteniendo su pañuelo de bolsillo

ante sus ojos llorosos.

A cambio, nos convertimos en criaturas ventosas, lluviosas, estrelladas, soleadas, que viven en todas las cosas, en todos los tiempos y lugares. Un hombre que existe así, ayuda a su prójimo como se ayuda a sí mismo; porque le produce el mismo placer. Si se le pide que camine una milla, con gusto camina dos, pero también, como dice Goldsmith,

El desnudo se viste todos los días

cuando se pone la ropa.

El hecho es que, como señaló una vez Bernard Shaw, no podemos persuadirnos a nosotros mismos de amar a lo desagradable, a los enemigos, a aquellos que nos dañan, ya sean cosas o personas. Aquí ambos, el cristianismo y el budismo, fallan. Pero lo que podemos hacer es vaciar nuestra mente del amor propio al darnos cuenta de un hecho: el hecho de que no hay un yo al que amar ni un amante al que amar. Nadie nos alaba, nadie nos culpa, nadie mata, nadie mató. Son sólo innumerables Budas que se inclinan unos ante otros, hombres, criaturas y cosas que alaban a Dios de común acuerdo.

Este tipo de “amor”, entonces, no es el primer paso ni es el medio, sino el fin, el objetivo y la consumación de nuestra peregrinación aquí. Se expresa de maneras muy distintas al altruismo y la abnegación. Es continuo y sin esfuerzo, inconsciente y sin nombre, pero lo sentimos y lo conocemos en nosotros mismos y en los demás como la salud del alma.

澁いとこ母が喰ひけり山の柿

Shibui toko    haha ga kui keri    yama no kaki

Caquis de montaña;
la madre está comiendo
las partes astringentes.

(Issa)

El Zen no puede cambiar el carácter innato de un hombre. (Lo que llamamos “carácter innato” es la Budeidad universal e idéntica en su manifestación físicamente limitada y específica). Nada puede hacerlo. No puede convertir un corazón frío y egoísta en uno cálido y amoroso. Lo que sí hace es cambiar la dirección de la energía interior, sacar a la luz todo el poder latente, para mostrar cosas interesantes que no se notaron o que se consideraban insignificantes o repulsivas:

山門をぎいと鎖すや秋の暮

Sanmon wo    gli to tozasu ya    aki no kure

Cerrando la puerta del gran templo,
¡un crujido!:
tarde de otoño.

(Shiki)

 

吾行けば共に歩みぬ遠案山子

Ware yukeba    tomo ni ayuminu    tōkakashi

Caminaba conmigo
mientras yo caminaba,
el espantapájaros a lo lejos.

(San-in)

Este amor es de Aquel que es tan libre como podríamos ser nosotros mismos, si tan sólo lo deseáramos. Hacemos nuestras solemnes e inútiles preguntas, y obtenemos nuestras respuestas, pero difícilmente son de nuestro agrado, pero

¡No estoy obligado a complacerte con mis respuestas![9]

Sin embargo, en nuestro corazón secreto amamos el universo tal como es, las cosas cortas tan cortas, las cosas largas tan largas, e interiormente detestamos ese mundo falsamente justo y superficialmente perfecto que pretendemos esperar o en el que pretendemos creer.

Así como el Zen es amor, el haiku puede denominarse poemas de amor y el Chushingura una historia de amor. El amor apasionado entre los sexos no está implícito aquí, y debe admitirse como una debilidad fundamental tanto del budismo como del cristianismo, que nunca han abordado el amor entre hombres y mujeres, sino que han ignorado todo el asunto, como si todos hubiéramos venido al mundo por generación espontánea, en lugar de como resultado del amor de nuestros padres.

El haiku es una expresión de la alegría de nuestro reencuentro con las cosas de las que nos hemos separado por la autoconciencia, tan fuerte y tierna en el acto sexual, más difusa, pero igualmente poderosa y delicada en nuestros momentos poéticos. Aunque nuestro amor por las cosas sea tan débil, todos deseamos ser amados ardientemente de la manera equivocada, la no budista, la no cristiana. Keats dice,

A ti mismo, tu alma, por piedad, dámelo todo,

no retengas ni un átomo de ningún átomo, o moriré,

y aquí, como siempre, es difícil evitar tirar al bebé con el agua del baño, especialmente porque desde el punto de vista zen, el bebé es el agua del baño; sin bebé, no hay agua para el baño; sin agua para el baño, no hay bebé. En verdad, es difícil amar como Dios ama al justo y al injusto, al violador y a la violada, a la babosa y a la lechuga.

 

 

13

Coraje

La última de estas manifestaciones del Zen es la valentía. Aunque no es una de las virtudes especialmente enfatizadas por un moralista, incluye las otras doce características mencionadas anteriormente: altruismo, soledad, aceptación agradecida, silencio, no intelectualidad, contradicción, humor, libertad, no moralidad, materialidad y amor. Todos estos elementos están de alguna manera presentes cuando se realiza un acto de valentía. Puede que sea difícil, sin embargo, es posible ver cómo el coraje es una parte esencial, incluso la más esencial, de un poeta. Podemos considerar el asunto de la siguiente manera.

Cuando oímos hablar de alguna calamidad que nos afecta a nosotros mismos, nuestros padres o familiares, la mente se esfuerza instantáneamente por encontrar alguna compensación barata, algún beneficio en la pérdida, algo que nos consuele de la inevitable pena. Esto no es malo en sí mismo. Es un elemento necesario en un universo que, aunque nos apoya constantemente, no deja de atacarnos y amenazarnos sin un momento de respiro; el mundo, la carne y el diablo nos atacan todo el tiempo. Pero esta división en pérdidas y ganancias debe entenderse y considerarse superficial; puede que incluso fuerte y profundamente superficial, siendo sólo las olas en la superficie de un profundo abismo de aguas. En nuestra timidez y egoísmo preguntamos con recelo: “Supongamos que pudiera asumir, y de hecho lo hiciera, todos los males y alegrías de toda la Creación, ¿cómo puedo saber si ese es un estado bendito o no?” En otras palabras; ¿El universo es bueno o no? ¿Sería mejor que nunca hubiera existido? O para decirlo de otra manera, ¿preferirías ser un terrón, un guijarro al borde del camino, o tomarías lo amargo con lo dulce, serías un hombre de dolores y experimentado en quebrantos, además de regocijarte siempre en el camino, en la presencia de Dios?

Es en respuesta a esta pregunta donde se muestra el coraje del poeta, y el coraje es, por tanto, la mayor de las virtudes, porque sin él la verdadera vida poética, la verdadera vida religiosa, es imposible:

​Dios no hará que su obra se manifieste por cobardes.

Sin coraje, ni siquiera se puede llegar a primera base, como dicen los americanos. Este coraje es de dos clases, que se corresponden aproximadamente con la división popular en coraje físico y coraje mental. Ambos son importantes; la falta de cualquiera de ellos es fatal para una vida de perfección. Por valor físico se entiende el valor en relación con el dolor físico y la muerte. Por coraje mental, la voluntad de mirar los hechos a la cara, la capacidad de comprender la inutilidad, el sinsentido de las cosas,[10] el poder de percibir la propia falta de autoestima, la carencia de cualquier derecho, la ausencia del llamado “amor de Dios” por nosotros,[11] es decir, la “indiferencia” del universo. Spengler dice,

Por comprender el mundo me refiero a ser igual al mundo.

El coraje es vida, vivir. Vida es cambio; el cambio es sufrimiento; la voluntad de sufrir es coraje. El mundo es, por un lado, un mundo de derecho, y

La naturaleza está escrita en lenguaje matemático,

pero la vida es incalculable.

Cuando Raleigh navegó hasta Cádiz y todos los fuertes y barcos abrieron fuego contra él a la vez, se negó a disparar también y respondió con un toque de trompetas insultantes. Prefiero esta bravuconería a las más sabias disposiciones para asegurar la victoria; ¡Viene del corazón![12] y va hacia ello.[13]

Goethe le dijo una vez a Eckermann,

La Divinidad es eficaz en los vivos y no en los muertos, en el devenir y en el cambiar, no en el devenir y el fijarse, y por eso, de manera similar, la razón (Vernunft) sólo se preocupa de aspirar a lo divino a través del devenir y el vivir; y la comprensión (Verstand) sólo para hacer uso del devenir y del fijarse.

Este “luchar hacia lo divino” es vida, es coraje. Cada animal y cada planta, en la medida en que hace este esfuerzo, tiene este coraje. Es una luz que, por muy baja que sea, arde hasta el final y sólo se apaga con la muerte. No sólo los hombres, sino todas las cosas son

debilitadas por el tiempo y el destino, pero fuertes en la voluntad de esforzarse, buscar, encontrar sin ceder.[14]

Es la voluntad de vivir que en las cosas inanimadas es la voluntad de existir. En el budismo se llama el “así de las cosas” que a su vez es el “devenir” de las cosas de Goethe.

Se requiere valor para dar cuerda al reloj antes de ser ejecutado. Hace falta valor para descartar todo lo que colorea la mente y la emoción de una cosa, para desdeñar todo lo que pasa por poesía pero que es ornamento superfluo, palabras que atascan el alma. El valor religioso y poético son una y la misma cosa en sus manifestaciones más elevadas. En la siguiente cita de Spengler podemos aplicar sus palabras con facilidad:

Con el despertar del alma, también la dirección alcanza primero expresión viva, la expresión clásica en la firme adhesión al presente próximo y la exclusión de lo lejano y futuro, la expresión fáustica en la dirección-energía que sólo tiene ojos para los horizontes más lejanos; la expresión china en el libre vagabundeo de aquí para allá que, sin embargo, se dirige a la meta; egipcio en la marcha decidida por el camino una vez iniciado.[15]

Otra cita de Spengler pondrá aún más de manifiesto que la poesía es coraje.

Consideremos su tratamiento (de Hebbel) de la historia de Judith. Shakespeare la habría tomado tal cual era y habría olido un secreto del mundo en el encanto fisonómico de la pura aventura.[16]

Este “secreto del mundo” está en la mente del propio Shakespeare. Él debe sacar los esqueletos de su propio armario y, cuando esto se haga, todo lo sombrío y horroroso aparece como “encanto fisionómico”, lo que Schiller llama “diversión”; la historia sórdida y brutal se convierte en “pura” aventura. Es el coraje del poeta el que efectúa esta transformación. Emerson dice:

El heroísmo siente y nunca razona, y por lo tanto siempre tiene razón.

Es el heroísmo del poeta lo que hace que cada palabra poética que Cristo pronunció sea perfectamente verdadera y eternamente válida.

De la valentía viene la falta de palabras y el silencio:

si tienes un dolor, no se lo digas al enemigo,

díselo a tu montura, y cabalga cantando.[17]

 

De él se deriva la abnegación:

Tuve una sensación singular al estar en su compañía. Porque apenas podía creer que estaba presente en la muerte de un amigo, y por lo tanto no me compadecí de él.[18]

Da libertad:

格に入りて、格を出て始めて自在を得べし。

Acata las reglas, luego tíralas por la borda, y por primera vez alcanzarás la libertad.[19]

La sencillez es su acompañante invariable:

道のほとりのあだどとの中に我が

一念の養心を築しむ。                    鴨長明

Cosas triviales dichas al borde del camino alegran la fe de mi corazón despierto.[20]

Nos permite aceptar contradicciones y absurdos sin cuestionarlos:

高山重から市君恩重し。

一髪艦からす、我が命軽し。

                                                                大石良離

Diez mil montañas no son pesadas, pero la benevolencia de mi señor sí. Un solo cabello no es, pero mi vida sí.[21]

El valor da esa “soledad” que desafía toda definición:

人を相手にせす、 天を相手にせよ

No trates con los hombres; trata con el Cielo.[22]

 

Nos hace intimar con las cosas materiales:

養水を汲まざれしば善農となること能はナ。 大宰春

A menos que un hombre sirva con cucharón, no puede ser un buen agricultor.[23]

 

Es totalmente no intelectual:

あしはらの, みずほの図はかんながら

ことあげせぬ戦。

                                                         人旅

Japón es un país donde la gente no discute contra la voluntad de los dioses.[24]

El coraje es lo que nos dota del poder de aceptar con gratitud todo lo que sucede; dice Bashō:

見るととろ花cあらすと云ととなし、

思よととろ月にあらすと云ふととなし。

No hay nada que veas que no sea una flor; no hay nada en lo que puedas pensar que no sea la luna.

Debemos tener esa audacia que no se acobarda ante lo absurdo.

La Reina Roja dijo: “Esa es una pobre y delgada manera de hacer las cosas. Aquí, la mayoría de las veces tenemos días y noches dos o tres a la vez, y a veces en el invierno tomamos hasta cinco noches juntas, para entrar en calor”.

“¿Son cinco noches más cálidas que una noche, ¿entonces?” se aventuró a preguntar Alicia.

“Cinco veces más calientes, por supuesto”.

“Pero deberían ser cinco veces más frías, por la misma regla”.

“¡Eso es!”, gritó la Reina Roja.

“Cinco veces más caliente, aun cinco veces más frío, así como yo soy cinco veces más rica que tú, y cinco veces más lista”.

Sin coraje, nunca seremos capaces de comprender… el hecho de que todas las cosas, todos los acontecimientos son vehículos de algo que está muy por encima y más allá de las reglas de la moralidad:

El sol poniente se refleja tanto en las ventanas de las casas de beneficencia como en la morada del rico.

Por último, el amor y el valor son una sola cosa en las siguientes líneas del final de Woodnotes I de Emerson:

Cuando el bosque me engañe

cuando la noche y la mañana yazcan,

cuando el mar y la tierra se nieguen a alimentarme,

será tiempo suficiente para morir:

entonces mi madre me dará

una almohada en su campo más verde,

ni las flores de junio despreciarán cubrir

la arcilla de su amante difunto.

:::::::::::::::::::::::::::

 

[1] Emerson, Woodnotes, I.

[2] Sartor Resartus.

[3] Matt, 26, 27.

[4] Sartor Resartus.

[5] Lo cósmico y el microcosmos.

[6] Belloc, El comedor de cebollas.

[7] Medida por medida, III, 1.

[8] Othello, 3, 3.

[9] El Mercader de Venecia, IV, 1, 65

[10] Goethe dice: Lo importante en la vida es la vida, no el resultado de la vida.

[11] El cansancio no demuestra que tiene dónde descansar. Arnold, Empédocles.

[12] La naturaleza de Buda.

[13] Stevenson, Los Almirantes Ingleses.

[14] Tennyson, Ulises.

[15] Simbolismo y espacio, IV.

[16] Destino y Causalidad, XI.

[17] Proverbios de Alfred, 1246-50.

[18] Phaedo, 58.

[19] Bashō.

[20] Kamo no Chōmei, siglos XII-XIII.

[21] Oishi Yoshio, 1659-1703.

[22] Saigō Takamori, 1827-1877.

[23] Dazai Shuntai, 1680-1747.

[24] Kakinomoto-no-Hitomaro, c.662-c.709.

ZEN, EL ESTADO MENTAL DEL HAIKU 9. NO MORALIDAD Y 10. SENCILLEZ

9

No moralidad

El Zen no es moral. Sobre la moralidad como tal, la moralidad pura, hay algo duro, mecánico y muerto que a menudo… nos hace desear prescindir de ella. Las llamadas «buenas» acciones son, en lo que a su moralidad se refiere, frías, y nos mueven a una admiración meramente fría. Es en la manera, más que en la acción o en sus resultados, en la manera de la persona que lo hace, donde reside el valor. Esto tiene muy poco que ver con los «modales» de la persona, con la amabilidad de la acción. En The Revolutionist’s Handbook, Shaw dice,

Si pegas a tu hijo, asegúrate de que lo haces con rabia.

En el fondo, esta “manera” es la poesía de la acción. No tiene nada que ver con la moralidad. Por ejemplo,

 

むむつとして戻れば庭に柳かな

Mutto shite     modoreba niwa modoreba niwa ni    yanagi kana

Enojado y ofendido,
regresé:
el sauce del jardín.

(Ryōta)

Esto no es poesía en absoluto. Sin embargo, aquí, como siempre, nos topamos con la misma dificultad en el tratamiento de cualquier problema. La poesía es una cosa, la moral es otra, y sin embargo son una cosa,… y sin embargo son dos cosas. Sea como fuere el problema, tanto si consideramos la poesía y la moral como una o como dos cosas, estamos obligados a caer en algún error u otro, simplemente porque, como tú y yo, esto y aquello, es y no es, son tanto una cosa como dos cosas.

Por un lado, la moral es de tal importancia que Eckhart en uno de sus dichos la califica por encima de la religión, por encima de Dios mismo:

Dem gerechten Menschen ist es so ernst um die Gerechtigkeit: ware Gott nicht gerecht, sie achteten nicht eine Bohne auf Gott.

(NT.- Traducción: El hombre justo se toma muy en serio la justicia: si Dios no fuera justo, no le prestaría ni puñetero caso.)

Thoreau en Walden dice,

Toda nuestra vida es asombrosamente moral. No hay ni un instante de tregua entre la virtud y el vicio.

Matthew Arnold dice en su ensayo sobre Wordsworth,

Una poesía de rebelión contra las ideas morales, es una poesía de rebelión contra la vida; una poesía de indiferencia hacia las ideas morales es una poesía de indiferencia hacia la vida.

Buda enseñó que mediante el cumplimiento de las leyes morales un hombre puede entrar en el Nirvana. Nunca sugirió que fuera posible por otro medio. La enseñanza de Cristo es exactamente la misma. El joven rico fracasa como candidato al Reino de los Cielos porque su moralidad no llega lo suficientemente lejos. La justicia de los escribas y fariseos debe ser superada, … pero por la justicia, no por nada que supuestamente la trascienda.

Entonces Jesús dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho. Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer el bien; pero a mí no siempre me tendréis.[1]

Engo plantea la cuestión de un modo aún más llamativo:

若是本分人、須是有照耕夫之牛、 奪飢人之食底手脚。

(碧巌録、 第三則)

Si eres un hombre de verdad, puedes ahuyentar libremente el buey del granjero, o arrebatarle la comida a un hombre hambriento.

Maquiavelo ha dicho lo que todos los maestros de moral y hombres buenos profesionales temían decir:

Entre las maravillosas hazañas de Aníbal se enumera ésta: que habiendo dirigido un enorme ejército, compuesto de varias razas de hombres, a luchar en tierras extranjeras, no surgieron disensiones ni entre ellos ni contra el príncipe, ni en su mala o buena fortuna. Esto se debía nada menos que a su crueldad inhumana, que, junto con su valor sin límite, lo hacía reverenciado y terrible a los ojos de sus soldados, pero sin esa crueldad, sus otras virtudes no serían suficientes para producir este efecto.[2]

Dos capítulos antes de este, Maquiavelo nos ha dado la regla general de la que ésta es una ilustración particular:

Por lo tanto, es necesario que un príncipe desee mantener su propio saber sobre cómo hacer el mal, y hacer uso de él o no según la necesidad.[3]

Imagen 17

Daitō Kokushi, de Hakuin

 

Cuando un perro del pueblo le ladró de camino a casa, Taigi dijo,

 

犬を打つ石のさてなし冬の月

Inu wo utsu   ishi no sate nashi   fuyu no tsuki

Ni una sola piedra
para tirar al perro;
luna invernal.

(Taigi)

 

Esto es poesía, por muy inhumano que sea también. El punto radica en el hecho de que Cristo y Engo no fueron impedidos por su moralidad para hacer la voluntad de Dios. Eckhart dice lo mismo, contradiciendo gustosamente lo que comenta en otra parte:

Wer aber Gott nicht allein sucht, liebt und im Sinne hat den hindert niche nur schlechte Gesellschaft, sondern auch gute, und nicht allein die Strasse, sondern auch die Kirche und auch nicht nur bose Worte und Werke, sondern ich behaupte: auch gute Worte und Werke. Denn das Hindernis liegt in ihm.

(NT.- Traducción: Pero el que no busca, no ama y no tiene en cuenta sólo a Dios, es estorbado no sólo por las Malas Compañías, sino también por las Buenas Compañías, y no sólo por la Calle, sino también por la Iglesia, y no sólo por las Malas Palabras y Obras, sino también, sostengo, por las Buenas Palabras y Obras. Porque el Obstáculo está en él.)

Este es el tema de St. Mawr, en el que Lawrence habla de

personas que realizan actos externos de lealtad, piedad, abnegación. Pero interiormente están empeñados en socavar, traicionar. Dirigen toda su sutil y malvada voluntad contra cualquier ser vivo positivo. Se hacen pasar por lo ideal, para envenenar lo real.

Un ejemplo sutil de esto, lo da Lawrence en El hombre que Murió:

Porque el destello del triunfo había brillado en sus ojos: la codicia de dar.

No es una visión meramente superficial la que considera esto algo que está por encima de la moralidad como destructivo. La vida sólo es posible a través de la muerte.

A menos que un grano de maíz caiga al suelo y muera …

Pero el lado positivo del asunto está en la vida misma.

Trata de aferrarte a lo vivo que destruye a su paso, pero sigue siendo dulce.[4]

Lo extraño es que debido a, o a pesar de, o independientemente de la moralidad, todas las cosas ayudan para bien, todo lo que contemplamos está lleno de bendiciones:

Perseguimos un fin mezquino, muy aparte del bien público, pero nuestro acto se organiza por un magnetismo irresistible en línea con los polos del mundo.[5]

La última palabra la tiene Spinoza, quien en sus conversaciones con Blyenburg explica lo mejor que puede su convicción de que el bien y el mal son distinciones humanas:

…….la ausencia del bien existe sólo con respecto al entendimiento del hombre, no con respecto al de Dios.

“El entendimiento de Dios” es lo que tenemos en momentos de iluminación, de inspiración. Lo que sigue, le da al hombre la comprensión (es decir, la mía) del problema del mal y del problema práctico de cómo adaptarse a él. Si algo va a existir, si el universo va a existir, debe haber actividad:

Im Anfang war die Tat

(NT: En el principio, fue el hecho.)

Para la actividad debe haber tiempo, una cosa debe seguir a la otra; debe haber un cambio. Así surgen en nuestra mente comparaciones entre lo bueno y lo malo, lo simple y lo complicado, aquí y allá, entonces y ahora. En cierto sentido, todas las cosas son iguales, indiferenciadas. En otro sentido, más fácilmente percibido, las cosas son diferentes, desiguales; uno es largo, el otro es corto, uno es negro y el otro es blanco. Si nos gusta un color y no nos gusta otro, el que nos disgusta nos resulta doloroso, deseamos que desaparezca del universo, nos esforzamos por explicarlo, por explicar su presencia.

Sigo defendiendo una orilla equivocada e imposible.[6]

Lo mismo ocurre con los juicios morales. Lo que es angustioso, moralmente se considera una ilusión o se descarta como un misterio sagrado. Lo que, por supuesto, deberíamos hacer es ponernos en la pizarra en la que deseamos que suceda todo lo que sucede. Pero el dolor y la pena por nosotros mismos, por aquellos a quienes amamos,… ¿cómo pueden ser tan deseados como se desea la felicidad y la alegría? La respuesta es que no lo son, no pueden serlo y no deberían desearse tanto.

Hay dos tipos de deseo,[7] uno desde nuestras mentes superficiales y temporales, otro desde nuestro yo más profundo, el cual, porque es originalmente y en esencia, uno con la naturaleza de todas las cosas, desea que lo que fue, lo que es y lo que será sea así. Por un lado, deseamos poder comer en exceso sin pagar el sufrimiento; por otro, deseamos (con nuestro cuerpo) lo que debe suceder, el consiguiente malestar y la mala salud. Esta importancia del cuerpo se realiza en el dogma cristiano. Froude dice en “La filosofía del cristianismo”:

La doctrina carnal de los sacramentos… ha sido durante mucho tiempo un obstáculo para los protestantes. Era la esencia misma del cristianismo. A menos que el cuerpo pudiera ser purificado, el alma no podría salvarse, o mejor dicho, como desde el principio el alma y la carne eran un solo hombre e inseparables, sin su carne el hombre se perdía o dejaría de existir.

Spinoza hace hincapié en el cuerpo de un modo inesperado en un filósofo tan puramente intelectual:

Aún no sabemos lo que el cuerpo puede o no puede hacer, o lo que de forma natural se desprendería de su estructura… La estructura del cuerpo excede infinitamente cualquier artificio de la habilidad humana, y una infinidad de cosas, como he demostrado, deberían derivarse de ella.

El deseo del cuerpo es el verdadero deseo, lo que Dios desea, y este deseo debe filtrarse, abrirse paso desde el cuerpo y llegar a la mente reacia.

La carne está dispuesta, pero el espíritu es débil.

La única manera de llegar al estado de aceptación voluntaria de todas las cosas es a través del sufrimiento. Este sufrimiento puede ser voluntario o involuntario; puede ser la causa de la iluminación o no. El sufrimiento profundo puede ser el pedagogo «que nos conduce a Cristo», puede llevarnos a la aceptación de la voluntad de Dios, por la cual nos convertimos en Buda, y conocemos la verdad del universo por mera introspección.

Sin embargo, si la vida aún no nos ha atormentado con el dolor que la iluminación nos impone, debemos, por algún medio, de otro modo padecer ese sufrimiento vicario que se simboliza en el Yuimakyō por la enfermedad de Yuima, que está enfermo porque, y sólo porque el mundo está enfermo.

¿Por qué el sufrimiento debe ser el requisito indispensable para la iluminación? Tal pregunta no puede plantearse porque se refiere al universo en su conjunto. Sólo podemos preguntar y recibir respuesta sobre la relación de las partes. Una pregunta del “¿por qué?” relativa al universo implicaría algo fuera de él. Es así porque es así. Por eso Cristo cuelga contorsionado en la cruz, y debe colgar allí para siempre. Ya sea en la carne, en el tiempo, o en el espíritu compasivo, en la eternidad, el hombre debe sufrir.

El infierno no tiene límites, ni está circunscrito

en un solo lugar; porque donde estamos es el Infierno,

y donde está el infierno, allí debemos estar siempre.[8]

Si el hombre debe sufrir, Dios debe sufrir; este sufrimiento más profundo es la divinidad de las cosas. Así dice Saigyō,

心なき身にもあわれは知られけり、

しぎ立つ澤の秋の夕ぐれ

Kokoro naki     mi nimo aware wa    shirare keri

Shigi tatsu sawa no          aki no yūgure.

Incluso en la mente
del insensato
surge el dolor,
cuando la agachadiza levanta sus alas
en la tarde de otoño sobre los pantanos.

Es en este sentido en el que decimos que el Zen no es moral. Vive una vida más profunda que la moral como tal, ni abatido por el pecado ni exultante por la acción virtuosa, una vida de dolorosa alegría sin cesar.

10

Simplicidad

El zen tiene una sencillez extrema y la volubilidad del idioma japonés ha sido completamente superada en el haiku. Cuando decimos “pensamiento oriental”, es decir, la manera de aprehender el mundo por parte de japoneses, chinos, coreanos e indios, nos referimos a una unidad de practicidad china, simplicidad y sencillez japonesas, independencia coreana y no egoísmo indio. Semejante sencillez, sin embargo, implica una extraordinaria agudeza, como la que encontramos, por ejemplo, en lo siguiente:

  • Lo mejor de todo es que Dios está con nosotros.[9]
  • Lo que sea que interese, es interesante.[10]
  • Ist Gottes Gottheit mir nicht inniglich gemein, wie kann ich dann sein Sohn und er mein Vater sein? (NT: Si no aprecio la deidad de Dios, ¿cómo puedo ser yo su hijo y él mi padre?).[11]
  • 天下皆知求其所不知。
    而莫知求其所日知者。(荘子、外常、駄錠、第十)
    Personas de todo el mundo intentan saber lo que no saben, en lugar de intentar saber lo que ya saben.[12]
  • Was Gott liebt das ist; was Gott nicht liebt, das ist nicht  (NT: Lo que Dios ama es, lo que Dios no ama, no es).[13]
  • 門逢葬迦、 入門逢踊物。
    (林旬集)
    Sal, y conocerás a Shakamuni;
    Ve a casa, y conocerás a Miroku.
  • Vaya donde vaya, el sabio está en casa.[14]
  • Gott ist namenlos. (NT: Dios no tiene nombre.)[15]
  • Y si Dios no muriera por los hombres y no se entregara eternamente por el hombre, el hombre no podría existir.[16]

No hay nada misterioso, nada sutil y complicado, nada «poético» en el mundo:

Nunca hubo misterio,

pero figura en las flores;

nunca hubo historia secreta,

pero los pájaros la cuentan en los bosques.[17]

Uno de las frases registradas de Bashō es:

Para escribir haikai, conseguid un niño de un metro de alto.

                                                         俳譜は三尺の前にさせよ

Como ejemplo de ello podemos tomar uno de los versos del propio Bashō:

道のベの木植は馬てくはれけり

Michi no be no mokuge wa uma ni kuware keri.

La rosa de Sharon
al borde del camino,
fue devorada por el caballo.

(Bashō)

Lo que Bashō quiere decir es algo que pertenece al Zen, a saber, que no debemos desear hacer algo inteligente, escribir un buen poema, sino hacerlo tan naturalmente, tan libremente, tan despreocupadamente como un niño lo hace todo. Tomemos, por ejemplo, el poema que Bashō compuso un día de nieve cuando Sora lo llamó:

君火をけ好き物見せん雪まろげ

Kimi hi take     yoki mono miseru    yukimaroge

Tú enciende el fuego;
Te mostraré algo bonito:
¡Una gran bola de nieve!

(Sora)

Compara esta sencillez con la de Issa;

うまさうな雪がふはりふうはりと

Umasōna     yuki ga fiwari     fawari to

¡Podría comérmela!
Esta nieve que cae
Tan suave, tan suave

(Issa)

Un ejemplo de non plus ultra:

時雨れけり走り入りけり時れにけり俺

Shigure keri     hashiriiri keri     hare ni keri

Llegó un chaparrón;
corriendo hacia adentro,
se despejó.

(Izen)

Spengler cita a Goethe de la siguiente manera:

Lo más alto que el hombre puede alcanzar es el asombro; y si el fenómeno principal (la lluvia, el correr hacia adentro y el despeje) le hace maravillarse, que se contente, nada más elevado se le puede ofrecer, y nada más se debe buscar detrás de eso; aquí está el límite.

Spengler explica este «fenómeno primordial» como

aquel en el que la idea del devenir se presenta neta.[18]

Imagen 18Pino de Ryōto            Pino de Gijōen

La vida del Zen es aquella en la que la idea de devenir se presenta en la actividad, la actividad de la mente, del cuerpo o de ambos. El objetivo del haiku es expresar los fenómenos primordiales con palabras. La idea del devenir se presenta con el menor material posible. Esta escasez de material es la causa de la engañosa sencillez del haiku, y esta sencillez es en sí misma un atractivo para el lector por toda su delicadeza y profundidad de sentimiento poético. Como ejemplo de esto, podemos tomar el siguiente;

桜散る日さヘタとなり にけり

Sakura chiru     hisae yûbe to     nari ni keri

Este día
en el que cayeron las flores de cerezo
ha llegado a su fin.

(Chora)

Durante todo el día las flores de cerezo se han ido cayendo, y esta leve sensación de inevitable pérdida y abatimiento se profundiza cuando el día empieza a oscurecerse y se hace de noche. En el crepúsculo, las ramas están casi desnudas y el suelo está cubierto de los pétalos brillantes que una vez fueron tan hermosos.

名月や只美しく登み渡る

Meigetsu ya     tada utsukushiku    sumiwataru

La luna llena,
sencillamente encantadora,
impecablemente clara.

(Chora)

見れば登り見ねぱ晴れゆく月見かな

Mireba kumori     mineba hareyuku     tsukimi kana

Contemplando la luna:
al mirar, se nubla;
sin mirar, se aclara.

(Chora)

Conocido ejemplo de Bashō, en alabanza del más bello lugar de Japón:

松島や ああ松島や松島や

Matsushima ya     aa matsushima ya     matsushima ya

¡Matsushima!
¡Ah, Matsushima, ah!
¡Matsushima, ah!

(Bashō)[19]

Bashō y Chora son los mayores poetas de la sencillez:

初秋や海も黄田の一みどり

Hatsu-aki ya    umi mo aota no    hito midori

Comienza el otoño;
el mar y los campos,
todo un mismo verde.

(Bashō)

とのあたり目見ゆるものは皆涼し

Ko no atari    me ni miyuru mono wa    mina suzushi

Todo alrededor,
eso se ve a simple vista,
es fresco y puro.

(Bashō)

Donde parece haber menos Zen, puede haber más.

La simplicidad es el trasfondo filosófico de toda la poesía asiática, como lo es de toda la ciencia europea. Shiki dice:

衣車すぎて煙うづまく若葉かな

Kisha sugite    kemuri uzumaku    wakaba kana

El tren pasa;
¡cómo se arremolina el humo
alrededor de las hojas jóvenes!

(Shiki)

Esta simplicidad en el ámbito del pensamiento y del sentimiento aparece como brevedad en el de la forma. El silencio es más profundo que el habla; del silencio nace el habla y a él vuelve. ¿Cómo representar la actividad que está más allá de la palabra y del habla y del silencio? La brevedad del haiku tiene su origen en el intento de apelar desde el inconsciente de un ser humano. Spengler da por una vez una ilustración práctica de ello en una pareja de ancianos sentados al sol del atardecer en completa armonía de silencio:

Cuanto más profunda e íntima es una comunión espiritual, más fácilmente prescinde de signos y vínculos a través de la conciencia despierta. Una verdadera camaradería se hace entender con pocas palabras, una verdadera fe calla por completo. El ejemplo más puro de una comprensión que va más allá del lenguaje es la vieja pareja de campesinos sentada al atardecer frente a su cabaña y se entretienen mutuamente sin palabra, ya que cada uno sabe lo que el otro piensa y siente. Las palabras sólo perturbarían la armonía. Desde tal estado de comprensión recíproca, algo se remonta mucho más allá de la existencia colectiva del mundo animal superior, en lo más profundo de la historia primitiva de la vida en libre movimiento. Aquí la liberación de la conciencia despierta está, por momentos, muy cerca de lograrse.[20]

Walter de la Mare tiene un poema que repite este pensamiento:

Cuando todo está en paz, dos amigos a gusto solos

hablan con todo su corazón, pero aún así

entre las notas de gracia

de la voz del amor

de cada uno a cada uno

tiembla un discurso más raro,

y su presencia llena cada pausa.[21]

La sencillez del tema, que es una de las marcadas características del haiku, la elección de los aspectos pacíficos y de la naturaleza, la evitación de todo lo confuso y violento, tanto en el hombre como en la naturaleza, se debe a una delicada sensibilidad que no soporta lo dramático y lo hiperbólico. No se debe de ninguna manera a la superficialidad:

El mar es tan profundo en calma como en tormenta.[22]

Como dice Johnson, (que podría tomarse como el lema de todos los haiku),

Nada es poco para quien lo siente con gran sensibilidad.

::::::::::::::::::::::

[1] Mc, 14:6-7.

[2] El Príncipe, Crueldad y Clemencia. Véase también su ensayo sobre Castruccio Castracani.

[3] Sobre el elogio o la culpa.

[4] St. Mawr.

[5] Emerson.

[6] Matthew Arnold, Una noche de verano.

[7] Compare los dos significados de «disfrute». Cuando Schiller dice. «Todo arte está dedicado al disfrute” se refiere a algo muy diferente del disfrute ordinario, más bien lo que Wordsworth expresó con “El pensamiento no lo fue; en el disfrute expiró”, y Spinoza en “Beatitudo non est virtutis pretium sed ipsa virtus NT: La felicidad no es el precio de la virtud, sino la virtud misma.”

[8] Marlowe, Fausto.

[9] Wesley.

[10] Hazlitt.

[11] Silesius.

[12] Sōshi.

[13] Eckhart.

[14] Emerson, Woodnotes I.

[15] Eckhart.

[16] Blake, Jerusalem.

[17] Emerson, La Apología.

[18] Fisionomía y Sistemática.

[19] NT: No se ha podido demostrar la autoría del haiku, no aparece recogido entre los 980 poemas del Maestro, tampoco en la web de la Universidad de Yamanashi ken, de tal modo que atribuirlo a Bashō es pura leyenda.

[20] Pueblos, razas, lenguas, IV.

[21] Silencio.

[22] Donne, Sermons, Mundus Mari.

ZEN, EL ESTADO MENTAL DEL HAIKU 8. LIBERTAD.

8

 Libertad

La libertad del Zen se manifiesta de formas muy diversas. ¿Qué es la verdadera libertad?

Pero, ¿qué debo hacer? dijo Alice. “Lo que quieras”, dijo el lacayo,
y empezó a silbar.

La libertad no es hacer lo que te gusta, sino que te guste lo que haces. Cuando sentimos dolor, pena y soledad, estamos a salvo. Nosotros podemos pensar como Satanás en el Infierno,

Aquí al menos

seremos libres; el Todopoderoso no ha construido

aquí por su envidia, no nos echará de aquí.

Esta es la libertad que Buson sintió un día, sentado solo en la oscuridad, recordando el rostro de su padre, la voz de su madre:

父母のことのみ思ふ秋の暮        蕪村

Chichi-haha no   koto nomi omō   aki no kure

Es de noche, otoño;
sólo pienso
en mis padres.

(Buson)

Es libertad para gustos y aversiones, no en el sentido de que nos volvemos indiferentes o insensibles, sino de que las cosas agradables no se sentimentalizan ni se falsifican:

遣羽子にまけし美人の総かな

Yaribane ni  makeshi bijin no  ikari kana

Vencida en el juego de pala y volante,
la bella doncella
¡muy enojada! 

(Shiki)

Del mismo modo, las cosas desagradables, feas o repugnantes resultan interesantes y significativas. El haiku se esfuerza por quitar lo que Coleridge llamaba

La película de la familiaridad y la solicitud egoísta.

Más difíciles de superar y de liberarse son las costumbres del lenguaje y las asociaciones de palabras. La palabra “roncar”, con su connotación humorística, abruma la poesía de los dos haiku siguientes, el primero con su extraña mezcla de lo inmaterial, lo humano y el mundo de los insectos; el segundo con su patetismo:

秋の夜や夢と新ときりぎりす

Akino yo ya    yume to ibikı to    kirigirisu

Una noche de otoño;
sueños, ronquidos,
el canto de los grillos.

 

(Suiō)

其人の鼾さへなし秋の輝

Sono hito no    ibiki sae nashi   aki no semi

Incluso sus ronquidos
ya no se oyen:
las cigarras de otoño.

(Kikaku)

Escrito tras la muerte de Kōsai, 工斎, discípulo de Bashō, el segundo verso significa que, aunque las cigarras siguen cantando en otoño, el menos inteligente e inteligible de los sonidos humanos, sus ronquidos, ahora son inaudibles en la muerte.

Es la libertad de lo que los hombres consideran ordinariamente posible e imposible.

間至人不知利子。 王促日。 至人陣 。大

深焚。而不能熱。河漢選面不能塞。疾雷破山。

 原振形,而不能驚。 若然者乗雲気。騎日月。而

遊学四海之外。死生無髪於己, 而況利害之端

(荘子内篇二。)

“¿Sabe un hombre de verdad lo que son pérdidas y ganancias?” dijo Ogei. “El Hombre Real es un ser espiritual- una entidad absoluta, por encima de la relatividad. Si el Gran Océano se secara por el calor, él no sentiría calor; si la Vía Láctea se congelara, él no sentiría frío. Aunque los truenos desgarraran las montañas y las tempestades sacudieran los mares, él permanecería impasible. Un hombre así puede subir a las nubes, cabalgar sobre el sol y la luna, navegar más allá de los cuatro océanos. La vida y la muerte no pueden cambiarle. ¿Cómo podrían entonces afectarle las ganancias y las pérdidas?”.

Un hombre así es como Dios, con quien todo es posible. En tal estado de ánimo iluminado, Cristo gritó,

             Os digo que, aun de estas piedras, Dios es capaz de darle hijos a Abraham.

Confucio, con toda su sobriedad, tiene un pasaje en armonía con el espíritu de las palabras de Cristo:

唯天下至誠、 鶴能漆其性、 能書其性、 則能恋

人之性、能霊人之性、 則能霊物之性、 能憲

物之性、則可以賞天地之化育、可以費天地

之化育、 則可以奥天地参笑。 (中席甘ニ)

Sólo quien ha alcanzado la (perfecta) sinceridad bajo el Cielo puede agotar (las infinitas posibilidades de) su naturaleza. Quien lo hace, puede agotar la naturaleza del hombre, y con ello la naturaleza de (todas las demás) cosas, alcanzando así (el poder de) tomar parte en la (actividad) transformadora y vivificadora del Cielo y de la Tierra, y como Hombre, hacer un Tercero con ellos.

Hay libertad frente al miedo a los resultados de las propias acciones:

生不受天党、死不伯地獄。 (障林句集)

Vivo, no me recibirán en los Salones Celestiales;

muerto, no temo al Infierno.

Hay libertad de los límites de tiempo y lugar

Alles was noch künftig ist in tausend und aber tausend Jahrenwenn denn die Welt so lange steht, das hat Gott jetzt gemacht, und alles was manch tausend Jahr veryanges ist, das soll er heute noch machen.[1]

(NT.- Traducción: “Todo lo que todavía estará en el futuro dentro de miles y miles años, cuando el mundo dure tanto tiempo, Dios lo ha hecho ahora, y todo lo que es muy antiguo, de hace muchos miles de años, debería seguir haciéndolo hoy”).

¿Cómo vamos a conseguirlo?

Dios no está atado al Tiempo ni al Lugar, está en todas partes al mismo tiempo; y esto lo sabremos en la medida en que seamos capaces, si dondequiera que estemos, nuestros deseos son estar con Él.[2]

“Estar con Él” no significa estar en ningún tipo de Cielo en el espacio o en el tiempo. Significa sentir el dolor y el placer igual que Dios, pero sin temor a que el dolor llegue o el placer huya, ya que son la trama y el tejido de nuestra existencia temporal y espacial. Significa estar libre de la vida y de la muerte, en el sentido de que sabemos que

empezamos a morir cuando vivimos, y la larga vida no es más que una prolongación de la muerte…. Lo que no tiene principio puede estar seguro de no tener final.[3]

Esta es la libertad deseada fervientemente por los estoicos, expresada por Virgilio en las palabras,

“Felix qui potuit rerum cognoscere causas,

atque metus omnes, et inexorabile fatum

subjectis pedibus, strepitumque acherontis avari” [Geórgicas, 2, 490].

(NT.- Traducción: Feliz el que ha sabido conocer las causas de las cosas,

y ha puesto fin a todo miedo, al destino implacable,

y al ruido del codicioso Aqueronte, bajo sus pies).

Pero en lugar de en tonos tan solemne, esto lo dice mejor Stevenson en Aes Triplex, expresado con la misma vivacidad y vitalidad, el dinamismo y la diversión que implica esta libertad:

Si nos aferráramos con tanta devoción como algunos filósofos pretenden que lo hacemos a la idea abstracta de la vida, o si tuviéramos la mitad de miedo que ellos pretenden que tenemos al accidente subversivo que acaba con todo, las trompetas podrían sonar a cada hora y nadie las seguiría a la batalla; el “blue-peter” podría volar hasta en un camión, pero ¿quién subiría? ¿un barco en alta mar? Piensa (si esos filósofos tuvieran razón) con qué espíritu debemos afrontar el peligro cotidiano de la mesa del comedor; ¡un lugar más mortífero que cualquier campo de batalla de la historia, donde la mayor parte de nuestros antepasados han dejado miserablemente sus huesos!

笠もなき我を時雨るる何となんと

Kasa mo naki    ware wo shigururu    nanto nanto

Que llueva, en invierno,
y ni siquiera un sombrero-paraguas,
¡Vaya, vaya!

(Bashō)

La libertad de credos, declaraciones generales, -ismos y -ologías, puede parecer que empobrece la vida intelectual. Puede parecer que ataca la raíz del cristianismo. Pero no es así:

“Su templo, fundado hace unos dieciocho siglos, yace ahora en ruinas, cubierto de selva, morada de lúgubres criaturas: no obstante, aventúrate; en una cripta baja, arqueada con fragmentos caídos, ¡encuentras el altar todavía allí, y su Lámpara sagrada perennemente encendida!”.[4]

只たのめ花もはらはらあの通り

Tada tanome    hana mo hara hara    ano tôri

Simplemente confía:
¿No revolotean los pétalos hacia abajo
así, sin más?

(Issa)

Libertad de la moral, de las nociones de progreso, de todos los ideales abstractos, de los valores preconcebidos que la mente está supuesta a otorgar a las cosas; y ¿qué queda? Spengler dice:

“Para el hombre que en estas cosas ha conquistado su libertad incondicional de perspectiva más allá de todo interés personal, no hay dependencia, ni prioridad, ni relación de causa-efecto, ni diferenciación de valor o importancia. Lo que asigna rangos relativos entre los detalles-hechos individuales es simplemente la mayor o menor pureza y fuerza de su forma-lenguaje, su simbolismo, más allá de toda cuestión de bien y mal, alto y bajo, útil e ideal”.[5]

Debemos liberarnos de la idea, y liberarnos del hecho de buscar la felicidad, de buscar la belleza o la importancia. Así que Buson dice:

さびしさのちれしくもあちの夢

Sabishisa no   ureshiku mo ari   aki no kure

Una víspera de otoño,
hay alegría también
en la soledad.

(Buson)

Escapar del sentimiento de que la felicidad es un fin en sí misma, es una tarea de toda la vida. Pero al menos podemos librarnos de la noción, implantada en nosotros indirectamente desde niños, que tenemos derecho a ciertas cosas, entre ellas y quizás la principal, la felicidad. En Sartor Resarlus, Carlyle dice:

“Pero el capricho que tenemos de la Felicidad es algo así. Mediante ciertas valoraciones y promedios de nuestros propios golpes, llegamos a una especie de suerte terrestre media: creemos que nos pertenece por naturaleza y por derecho imprescriptible. Es el simple pago de nuestros salarios, de nuestros merecimientos; no requiere ni agradecimiento ni queja; en el excedente que pueda haber contamos la Felicidad; cualquier déficit es de nuevo Miseria”.[6]

Thomas Jefferson lo expresó con palabras que nunca dejan de conmovernos y que, sin embargo, son casi universalmente malinterpretadas:

“Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre ellos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.

Pero Carlyle tiene una palabra que rompe todos los sofismas:

No ames el placer: ama a Dios.

Ama todo lo que fue, es y debe ser. Ama las cosas.

Este es el Sí Eterno, donde toda contradicción se resuelve: donde quien camina, está bien dentro de él.

 

Matthew Arnold lo expresa de forma más sombría y no menos enfática que Carlyle:

“Podrías, Pausanius, aprender cuán profunda es esta falta:

podrías discernir, tan sólo una vez, que no tienes derecho a la dicha…”[7]

Cuando aprendamos esto sin amargura ni arrepentimiento, cuando consintamos, estemos de acuerdo o incluso deseemos que así sea, comprenderemos por primera vez el significado de la libertad.

……………………

[1] San Agustín, citado por Eckhart.

[2] William Penn.

[3] Hydriotaphia.

[4]  Sartor Resartus.

[5] Introducción, 11.

[6] Capítulo IX.

[7] Empédocles.

Zen, el estado mental del haiku 7. Humor.

7

Humor

El humor es un elemento indispensable de la poesía y la religión que tan a menudo se ha dejado de lado y olvidado, con desastrosos resultados. (La religión católica romana es una honrosa excepción a la regla de que el cristianismo carece de humor en todos sus credos y actitud general). No fue un mero accidente que el haiku surgiera de la “deportividad” de los poetastros y se volviera serio, se convirtiera en literatura de la mano de Bashō. La ligereza, la franqueza, la falta de sentimentalismo (el enemigo mortal de toda risa verdadera), la paradoja central que yace en algún lugar oculta en cada haiku, proviene, no de, sino a través de, poemas tan primitivos como los siguientes:

まん丸に出づれど長き春日かな[1]

Manmaru ni    izuredo nagaki    harubi kana

Emergiendo una esfera perfecta,
y sin embargo, qué largo es
el día de primavera.

Sōkan (1458-1546)

 

月に柄をさしたらばよき闘扉かな

Tsuki ni e wo sashitaraba yoki uchiwa kana

Un mango
en la Luna,
¡y qué abanico más estupendo!

(Sōkan)

 

歌軍文武二道の能かな

Uta ikusa    bunbu nidô no    kawazu kana

La rana
tiene ambas artes,
del canto y de la batalla.

Teishitsu (1609-1673)

 

森息の 嵐も自し今朝の冬

Hana-iki no    arashi mo shiroshi    kesa no fuyu

Hasta la tormenta de aliento
es blanca,
esta mañana de invierno.

Shō-i (Siglo XVII)

 

早乙女やよでれぬものは歌ばかり来山

Saotome ya    yogorenu mono wa    uta bakari

Mujeres plantando arroz,
todo en ellas sucio,
menos su canto.

Raizan (1653-1716)

 

El haiku delata su origen en uno de sus temas, extraño e indigno para la literatura, Los Amores de los Gatos.

設て起て大欠して猫の

Nete okite    ôakubi shite    neko no koi

Después de haber dormido, el gato se levanta,
y con grandes bostezos,
sale a hacer el amor.

(Issa)

 

猿につく飯さへ見 す猫の糖

Hige ni tsuku   meshi sae miezu   neko no koi

Amores de gatos;
se olvida hasta del arroz
pegado a sus bigotes.

(Taigi)

 

おそろしや石垣崩す猫の糖

Osoroshi ya   ishigaki kuzusu   neko no koi

¡Qué horror!
han roto el muro de piedra,
¡gatos enamorados!

(Shiki)

Lear comentó:

Había un anciano que dijo: “¡Silencio!

veo a un joven en este arbusto”.

Cuando le preguntaron: “¿Es pequeño?”, respondió:

“en absoluto: ¡es cuatro veces más grande que el arbusto!”.

 

Se trata de la incomprensibilidad general de las cosas, debido a su esencia aparentemente espacial, pero que en realidad no lo es; porque cuando lo expresamos con palabras, nadie, ni siquiera el escritor, sabe de qué está hablando. Cuando leemos el texto de Lear, inmediatamente sabemos algo, algo que no puede expresarse con palabras con sentido y validez lógica, sino que requiere otra expresión.

En el siguiente texto de Lear, la vaca es el universo, cuyo corazón tratamos de ablandar de diferentes maneras:

Había un anciano que dijo:

“¿Cómo huiré de esta horrible vaca?

Me sentaré en este escalón,

y si sigo sonriendo,

tal vez ablande el corazón de la vaca.”

Los senryū se originaron en el siglo XVIII con Karai Hachiemon, 1718-1790, cuyo seudónimo era Senryū. Son más cínicos y menos refinados que los haiku, pero lo que es más importante, carecen del elemento de interpenetración que es el aspecto religioso de todos los haiku. Hay líneas en The Housekeper, de Lamb, que pueden escribirse como un senryū. El tema es el caracol:

Dondequiera que vaya,
llama cuando quieras,
seguro que está en casa.

Los siguientes, están bastante por encima de la media en valor poético. Después de todo, son en cierta medida un asunto personal, especialmente el primero. Si enfatizas el humor, es un senryū, si miras más la poesía es un haiku:

 

道問へば一度にうごく田植笠

Michi toeba ichido ni ugoku

Al preguntar por el camino,
todos los sombreros de bambú
se mueven a la vez.

 

資少しあふ、いでして見む

Uchiwa-uri sukoshi aoide dashite mise

El vendedor de abanicos,
sacó uno
mostrando cómo airearse.

 

かみなをまねて魔やつとさ

Kaminari wo    manete haragake    yatto sase

Imitando el trueno,
por fin logra
ponerse el chaleco.

Un dicho afirma que si alguien está desnudo, un trueno se llevará su ombligo. Una madre lo utiliza para conseguir que su terco hijo se ponga la camiseta interior, haciendo un ruido imitando el trueno.

無きもののやうにとらヘるととろてん

Naki mono no yõ ni toraeru tokoroten

Sacar el agar-agar,
es como recoger
nada.

Esta gelatina del alga gelidium (agar-agar) es transparente y suele conservarse en agua, y cuando intentamos sacarla parece como si recogiéramos algo invisible, inexistente.

El humor del haiku y del zen es mucho más fundamental que el de este tipo bastante obvio. Desciende a algo más profundo que el inconsciente, donde las represiones aguardan con una mala disimulada impaciencia. Va más allá, al reino donde una cosa es y no es al mismo tiempo, y sin embargo al mismo tiempo es. Tomemos un ejemplo difícil de Bashō:

塚も動け我が泣く声は秋の風

tsuka mo ugoke   waga naku koe wa   aki no kaze

¡Muévete, oh tumba!
el viento de otoño
es la voz de mi lamento

Fue compuesto a la muerte de Isshō. Pensemos sobre esto. Nuestra fe mueve montañas. Nuestro amor mueve el sol y las otras estrellas. Con nuestro violento dolor la naturaleza misma es compasiva, y la tumba tiembla en la ráfaga otoñal que es una con nuestro lamento. Nuestra fe no mueve ni un grano de arena, y mucho menos una montaña. El sol brilla sobre justos e injustos. Esta contradicción, ya apareció antes:

El Señor es mi pastor:

nada me falta

con los hechos reales de la vida humana, debe su poder a la verdad, y a la propia falsedad, que expone. Por decirlo de otro modo, toda verdad contiene una especie de falsedad que nos atrae por su propio absurdo, por la incongruencia del hecho en su naturaleza contradictoria. Notamos en nuestros huesos que hay algo raro, algo extraño en todo, y cuando esta contradicción tiene un sentido profundo, religioso, poético, cuando todo se revela y vemos a través de él, lloramos con una alegría incontrolable o reímos con una pena irreprimible.

Toda verdadera risa, toda risa que sale de la barriga, es hasta cierto punto una comprensión de la verdad, verdad que la mente normal con su conciencia difusa y su prominente intelectualidad no sólo nunca puede alcanzar, sino que puede y de hecho evita u oculta continuamente. Lo extraño es que este mundo del que deseamos liberarnos es, sin embargo, aquel en el que realmente deseamos vivir, de un modo u otro. Y cuando se piensa en ello, ¿no es acaso la fuerza del paroxismo del deleite (se habla incluso de un hombre “muriéndose de risa”) que tenemos en los chistes y el ingenio, una evidencia de que estamos momentáneamente iluminados, Budas, elevados por encima de la moral y la religión, más allá de la vida y la muerte, en un reino sin tiempo ni espacio que rebosa de felicidad perpetua, que es, sin embargo, este mundo de esperanzas y temores, remordimientos y aprensiones.

Todas las variedades del humor pueden compararse con las experiencias Zen y con el haiku. He aquí algunos ejemplos que el lector debe descubrir por sí mismo:

  1. La risa de la desilusión

Cuando Rinzai se iluminó a manos de Obaku, dijo,

“No hay mucho en este budismo de Obaku”.

黄葉伸法無多子

晝見れば首筋赤き螢哉

Hiru mireba   kubisuji akaki   hotaru kana

A la luz del día,
la nuca de la libélula
es roja.

(Bashō)[2]

  1. La risa de la idiotez estudiada

Bashō[3] dijo a los monjes reunidos: “Si tienes un palo, te lo daré. Si no tienes un palo, te lo quitaré”.

芭さ煮和宵示衆五休有荘杖子我輿称控杖子、

休無控杖子我奪休控杖子。(無門闘、四ート四)

(Compárese el problema de la decapitación del gato sin cuerpo en Alicia en el País de las Maravillas visto con anterioridad).

蛇逃げて我を見し眼の草に競る

Hebi nigete    ware wo mnishi me no    kusa ni nokoru

La serpiente se deslizó,
pero los ojos que me miraban
permanecieron en la hierba.

(Kyoshi)

  1. Idiotez espontánea

Como el tejado tenía goteras, un maestro zen dijo a dos monjes que trajeran algo para recoger el agua. Uno trajo un balde, el otro una cesta. El primero fue severamente reprendido, el segundo fue muy elogiado.

柴の戸や錠の代りにかたつむり

Shiba no to ya    jô no kawari ni    katatsumuri

Una puerta de matorrales;
para el candado,
este caracol.

(Issa)

  1. Hipérbole

遊大地撮来如栗米粒大。

(Seppō) cogió el globo terrestre entre el índice y el pulgar, y encontró que no era más grande que un grano de arroz.

乞食かな天地を着たる夏衣

Kojiki kana tenchi wo kitaru natsu-goromo

El mendigo,
tiene cielo y tierra
¡para su ropa de verano!

(Kikaku)

  1. Dilema

風穴和宵因骨問。語獄沙離徴如何通不犯。

穴云、長憶江南三月襲、鶴鶴略階百花香。

(無門闘、ニ十四)

Un monje preguntó a Fuketsu: “Hablar y callar pertenecen a los mundos de lo absoluto y lo relativo; ¿cómo podemos escapar de ambos errores?” Fuketsu respondió,

“Siempre pienso en Konan en marzo;

las perdices pían entre las flores perfumadas”.

  1. Humor escatológico

特門因僧間、如何是俳。 門、乾尿概。 (無門闘、 ニチー)

Un monje preguntó a Unmon: “¿Qué es Buda?”.

“Un palo de mierda seca”, respondió Unmon.

驚が梅の小枝て養をして

uguisu ga   ume no koeda ni   fun wo shite

                            El uguisu
caga
en la esbelta rama del ciruelo

(Onitsura)

 

  1. Humor ácido

都。俺問法眠。 悲超春和荷。如何是師。 法説云。 該是慧超。

Cierto monje le dijo a Hōgen,

“Yo, Echō, te pregunto: ‘¿Qué es Buda?’ ”

Hōgen respondió: “¡Tú eres Echō!”

頼牛そろそろ登れ富士の山

Katatsumuri    soro soro nobore    fuji no yama

Oh caracol,
escala el monte Fuji,
¡pero despacio, despacio!

(Issa)

No puedo dejar de citar Reminiscencias de la vida y el carácter escocés, de Dean Ramsay:

Un caballero sentado en la diligencia en Berwick, se quejó amargamente de que el cojín sobre el que se sentaba estaba bastante mojado. Al mirar hacia el techo, vio un agujero a través del cual la lluvia descendía copiosamente, y de inmediato explicó la desgracia. Llamó al cochero y con gran ira le reprochó el mal que sufría, y le señaló el agujero que era la causa del mismo. Sin embargo, toda la satisfacción que obtuvo fue la tranquila e impasible respuesta: “Ay, muchos se han quejado de ese agujero”.

 

  1. Romper con lo convencional

Cuando Hyakujo llamó a los monjes ante él, puso una botella de agua en el suelo, y diciéndoles que no la llamaran botella de agua, les preguntó cómo la llamarían. Isan se acercó y le dio una patada.[4]

御幸にも織笠ぬが変案由子かな

Miyuki nimo   amigasa nuganu   kakashi kana

Ni siquiera ante Su Majestad,
el espantapájaros se quita
su sombrero trenzado.

(Dansui)

  1. Pasar de lo sublime a lo ridículo.

 

越飛限危間、菜甲宇入業林を驚指示、飛去、

実勢了也未。倍玉、勢了也州玉、洗鉢去。 其徴有省。

Un monje dijo una vez a Jōshu: “Acabo de entrar en este monasterio. Te ruego que me des alguna instrucción y guía”.
Jōshu le dijo: “¿has desayunado?”. El monje contestó. “lo he hecho”. Jōshu le dijo: “entonces lava tus cuencos”. El monje cayó en la cuenta.

 

夕顔の花で洟かむ娘かな

Yūgao no    hana de hana kamu   musume kana

La joven chica
se sonó la nariz
sobre la gloria de la tarde.

(Issa)

……………………………………………………

[1] Aquí hay un juego de palabras 日 =  “sol” y “día”

[2] NT.- Blyth atribuye este poema erróneamente a Bashō, pero su autoría es falsa. Así aparece indicado por varios académicos y en la web de la Universidad de Yamanashi, que recopila el hokku de Bashō:

https://www2.yamanashi-ken.ac.jp/~itoyo/basho/haikusyu/zongihen/Defaul.htm

[3] NT.- Aquí se refiere a un monje zen coreano, no al famoso haijin japonés

[4] Véase Mumonkan, 40

Haiku 57

57

 

さしぬきを足でぬぐ夜や朧月

Sashinuki o/ ashi de nugu yo ya/ oboru zuki

De noche 
se quita el sashinuki con los pies;
la luna brumosa

 

El hakama (sashinuki) es un tipo de vestimenta tradicional japonesa. Consiste en unos pantalones anchos que se ponen sobre un triángulo recortado a los lados que muestra dicho kimono.

Según Blyth (A history of haiku, vol 1, 251) se trataría de un hombre perezoso que se quita los pantalones apoyando un pie en la parte inferior de uno y sacando la pierna mientras contempla la luna. Vicente Haya lo traduce como “a golpe de piernas” para indicar el movimiento.

En cualquier caso, el impacto ante la imagen de la luna primaveral es tan poderoso que evita cualquier distracción y un acto como el de quitarse el sashinuki se convierte en una acción secundaria, realizada por simple instinto mediante un movimiento de las extremidades inferiores.

El hombre no puede desviar su atención del luminoso satélite. Típica imagen de percepción pura donde un suceso del entorno conmociona al haijin.

SHIKI: ÁLBUM FAMILIAR (2 DE 3)

Nueva serie de fotografías. Nuevamente algunas archiconocidas y otras casi inéditas en nuestro ámbito. Se pretende crear una buena fuente a la que recurrir cuando se necesiten imágenes sobre Shiki y su entorno.

1892. Shiki en una fotografía muy típica de la época

 

1892. En pose similar, su controvertido primo Kohaku Fujino

 

14 de octubre de 1892, con atuendo tradicional de viaje durante una salida de senderismo a Hakone

 

30 de marzo de 1895, en Hiroshima, a punto de incorporarse al ejército en china como corresponsal de guerra del periódico Nippon

 

24 de diciembre de 1897,  (también en la entrada del mes de febrero) la primera reunión de haiku de «Busonki», o reunión por aniversario de la muerte de Yosa Buson.

Una fotografía conmemorativa tomada en el porche de una habitación de invitados de Shikian. Shiki se sentó en el medio de la fila del medio. Shiki era un ferviente admirador de Buson Yosa. Escribió «Haijin Buson» y «Haikaku Taiyo», y estableció «Shasei Shugi», o poema haiku de realismo, que citaba el dibujo de la naturaleza en el arte occidental. Estos logros llevaron a la fundación de «Hototogisu», una revista de haiku, y «Araragi», una revista de tanka, en la que participó Takashi Nagatsuka, poeta y novelista de tanka, que quedó profundamente impresionado por el Shasei Shugi de Shiki.

 

El mismo día, con 31 años, en solitario delante su casa frente jardín, en esa primera celebración sobre el poeta Buson

 

Diciembre de 1899. Una nueva celebración del Busonki. Esta foto fue tomada frente a la cerca de pizarra en el lado oeste. Shiki se apoyó en un reposabrazos en el medio.

 

19 de junio de 1899, en la galería de su casa Neghisi, frente al jardín

 

1899 Shiki, en su cama de enfermo con materiales de trabajo

Noviembre 2023

En el artículo de este mes les traigo un haiku que me produce una sensación de calma, silencio incluso. Pero que también habla de esa naturaleza siempre presente, en la que, si bien una especie ―planta, flor o árbol― puede brillar en una estación y cautivarnos con su belleza abrumadora, el resto del año sigue estando allí, aunque sean diferentes ejemplares los que toman el protagonismo. Al igual que el maestro, si estamos atentos, aún fuera de su apogeo nos puede cautivar.

El haiku del que les hablaré en esta ocasión lo compuso Bashou en Yoshino, en el camino de ida del viaje de nueve meses relatado en su diario Nozarashi kikou (1684) en el que recorrió Nara, Kyoto, Otsu y Nagoya, y el papel en el que fue escrito ―llamado 懐紙 kaishi, utilizado para escribir haikus, y que se podía subdividir en 8 短冊 tanzaku― fue regalado a su compañero de viaje, Chisato, y luego, heredado a los descendientes de este. Yoshino, en los alrededores de Nara, es un “名所 meisho o lugar famoso” desde la antigüedad para contemplar los cerezos, pero Bashou iba a contemplar las hojas otoñales o momiji 紅葉, y se encontró con que las hojas de los cerezos, que son muy livianas, ya estaban cayendo.

木の葉散る桜は軽し檜木笠

ko no ha chiru sakura wa karoshi hinoki gasa

caen las hojas del cerezo livianamente en el sombrero de ciprés

El uso de “軽し karoshi o liviano” está basado en un poema chino que aparece en el 詩人玉屑 Shijin gyokusetsu, compuesto por Wei Qingzhi a fines de la Dinastía Song del Sur (siglo XIII). Con un total de 21 volúmenes, además de teoría poética, incluía comentarios y anécdotas sobre poetas y poemas de esa dinastía. El poema es el siguiente:

笠ハ重シ呉天ノ雪、鞋ハ香シ楚地ノ花

kasa wa omoshi goten no yuki, ai wa kanbashi sochi no hana

el sombrero pesado con la nieve de Goten, las sandalias perfumadas con las flores de So

Goten se refiere a una región al sur de China; y So, al estado vasallo de la Dinastía Zhou, Chu, al centro del actual territorio de ese país. El poema describe el camino del peregrino a través de distintas regiones, al igual que a través del tiempo, en su búsqueda del conocimiento y la iluminación. En este 漢詩 kanshi o poema chino, la nieve hace pesado el sombrero. Bashou da vuelta la escena y las hojas se sienten livianas en el suyo. Y hablando del sombrero en cuestión, “檜木笠 hinoki gasa” se refiere a uno cónico hecho con listones de madera de ciprés y que los viajeros utilizaban para protegerse de la inclemencia del tiempo.

Espero disfruten de este haiku, y de toda la historia detrás de su composición. Siempre me maravilla todo el conocimiento literario, histórico y lingüístico de alguien como Matsuo Bashou, quien ponía todo ese tesoro a disposición de su poesía.

Me despido desde un Santiago lluvioso al que la primavera se niega a llegar, y deseándoles a todos un noviembre lleno de hermosos haikus.

Zen, el estado mental del haiku 6. Contradicción.

6

Contradicción

El zen se transmite a menudo mediante alguna contradicción intelectual, explícita o implícita, expresada en forma de paradoja o dilema, que se resuelve de algún modo mediante una experiencia vivida. En la Biblia y en otros lugares, estas contradicciones se aplican a los grandes problemas de la vida humana.

¿Existe un Dios?

El que se acerca a Dios debe creer que él existe.[Heb, 26.]

¿Qué es el hombre?

Dios dijo: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.[Gen. 1, 6.]

En cuanto al hombre, sus días son como la hierba.[Ps. 104, 15.]

¿Que quién soy?

dice Lear hablando de sí mismo,

de cuerpo perfectamente esférico.

Con un sombrero rúnico.

 

¿Tenemos libre albedrío o todo está predeterminado?

Amarás.

La ley perfecta, la ley de la libertad.[Jas. 1, 26.]

 

¿Cómo podemos alcanzar la vida eterna?

Para preservar la vida, hay que destruirla;

cuando está completamente destruida, por primera vez hay descanso.

護生須殺 、 殺恋始居安。(確林旬集)

 

Imagen 16

Iluminación de Enō, de Shuai Weng

 

¿Cuál es la naturaleza de Dios?

Es como un tigre, pero con muchos cuernos;

como una vaca, pero no tiene cola.

似虎多使角、如牛欠尾円     (確林旬集)

 

¿Cómo podemos tener fe?

Señor, yo creo; ayuda mi incredulidad. [Marc. 9, 24.]

 

¿Cómo podemos iluminarnos?

Sólo el cielo se regala,

se puede tener a Dios con sólo pedirlo.[Lowell]

 

¿Qué es lo más importante que poseemos?

Nada es tan valioso que no podamos tirarlo. [Religious Perplexities, L.P. Jacks]

 

¿Cómo podemos salvarnos?

Y se hizo una última pregunta: ¿de qué y para qué podría salvarse este torbellino infinito?[El Hombre que murió.]

 

¿Qué hará el hombre ahora, y cuál será su su recompensa?

Su recompensa está con él, y su obra delante de él.[Is. 40, 0.]

 

¿Cómo evitaremos el sufrimiento?

Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. [Gal. 6,2.]

Porque cada uno llevará su propia carga.[Gal. 6, 5.]

 

¿Cuál es la relación de Dios con el Universo?

Wer die ganze Welt mit Gott nähme, der hätte

nicht mehr, als wenn er Gott allein hatte.[Eckhart.]

(NT: Quienquiera que tomara el Mundo entero con Dios, no tendría más que si tuviera a Dios solo.)

 

¿Cuál debe ser nuestra relación con el prójimo?

Deja que los muertos entierren a sus muertos.[Mat. 8, 22.]

Ama a tu prójimo como a ti mismo.[Mat. 5, 43.]

 

El terrón y el guijarro, de Blake, cuenta la misma historia; es el tema de la Canción de los opuestos de Keats, pero se aprecia con mayor claridad en el siguiente famoso dilema:

El argumento del verdugo era que no se podía cortar una cabeza a menos que hubiera un cuerpo de…… El argumento del Rey era que cualquier cosa que tuviera cabeza podía ser decapitada, y que no debías decir tonterías.
El argumento de la Reina era que si no se hacía algo al respecto en menos de lo que canta un gallo ejecutaría a todo el mundo. (Fue este último comentario el que hizo que todo el grupo estuviera serio y ansioso.).[Alicia en el país de las Maravillas]

 

La paradoja y la contradicción sólo lo son para el intelecto, para el hombre maduro y civilizado. El niño, el salvaje, el poeta, el visionario, las toman de paso. Y por lo tanto no es extraño, sino característico de la poesía, que no sintamos la necesidad de “comprenderla” ni explicarla. No hay nada especial, nada misterioso, nada separado de nosotros mismos, nada separable de nuestra experiencia. Se le preguntó a Rinzai cuál es la enseñanza esotérica de Daruma. Él respondió,

若有意、自数不了。

“Si eso tiene algún sentido, yo mismo no estoy salvado”.

 

Y cuando el interlocutor refunfuñó,

飲無意何二龍存法

“Si no tenía sentido, ¿cómo fue que el segundo Patriarca (Eka) recibió la ley?

 

Rinzai sólo pudo gritar,

得者是不得。

“Este recibir es un no recibir”.

Si aspiramos a la coherencia, eso que Emerson llama “el duende de las mentes pequeñas”, toda la vida y la virtud en nosotros se secarán. En un Año Nuevo, Issa dijo:

めでたさも中位なりおらが着

Medetasa mo    chûgurai nari    ora ga haru

Es tiempo de felicitaciones;
más de lo habitual para mí:
esta es mi primavera.

Esto tiene el espíritu de las líneas de Matthew Arnold. Issa se sentía como las solemnes colinas, el mudo césped, el arroyo, el cielo solitario,

soportar más que alegrarse.

 

Pero en otra ocasión Issa dice todo lo contrario:

我が存も上上吉ぞ梅の花

Waga haru mo   jôjôkichi zo   ume no hana

Ciruelos en flor:
mi primavera
es un éxtasis.

Esto es de Browning:

Dios está en su Cielo;

¡Todo está bien en el mundo!

La verdad no está entre dos cosas, ni en una alternancia de ellas; la verdad es la contradicción misma. Así, Coleridge, al hablar del poeta, nos dice que él somete todas las facultades contradictorias de la humanidad a la imaginación, y este poder se muestra…

en el equilibrio o reconciliación de cualidades opuestas o discordantes; de igualdad, con diferencia; de lo general, con lo concreto; la idea, con la imagen; lo particular, con su representación; la sensación de novedad y frescura, con objetos antiguos y familiares; un estado de emoción mayor que el habitual con más orden de lo habitual.[Biografía Literaria, XIV.]

De hecho, esto es eminentemente cierto en el caso del haiku, y tiene su contrapartida en la Encarnación, donde, sin embargo, la inmanencia del “dios-todo-hombre” y del “dios-toda-cosa” de la filosofía Mahayana se restringe a la trascendencia del concepto “hombre-dios” de la teología cristiana.

Es una verdadera grandeza tener en uno la fragilidad de un hombre y la seguridad de un dios.[Palabras de Séneca, citadas por Bacon en Of Adversity.]

Para el poeta, su fragilidad pertenece a la ruptura y sacudida de las cosas, a la destrucción del arte y la cultura, a las paradojas de la moralidad, la necesidad del sufrimiento y de la muerte; su seguridad está en el libre fluir de la vida misma dentro de todos esos fenómenos.

Hay una hermosa paradoja oculta en un conocido pasaje de los Siglos de Meditación de Traherne, un pasaje que es una elaboración poética de las enseñanzas de Buda.

天上天下唯我猫章

Por encima de los cielos y por debajo de ellos,
yo sólo soy el Honrado,

pronunciado por él cuando nació.

 

Nunca disfrutarás del mundo correctamente, hasta que el Mar fluya por tus venas, hasta que estés vestido con los cielos, y coronado con las estrellas, y te percibas a ti mismo como el único heredero del mundo entero, y más aún, porque en él hay hombres que son todos herederos únicos al igual que tú.

La paradoja es la vida del haiku, porque en cada verso se ve algo en particular y, al mismo tiempo, sin perder esa individualidad y separación, su diferencia distintiva de todas las demás cosas, se le ve como una nada, como todas las cosas, como un todo. Coleridge, en su definición de poesía, presagia este estado paradójico cuando dice que un poema se propone a sí mismo

un deleite del conjunto, compatible con una gratificación distinta en cada parte componente.

Así como una parte de un largo poema debe disfrutarse mientras el todo se mantiene en la mente, de igual manera un haiku debe leerse con el objeto claramente ante los ojos, mientras que la estación, el mundo en una de sus cuatro formas, se debe leer ocupando toda la mente. Esto se debe a que cada objeto, cada flor, cada criatura es en sí misma lo es todo, mientras que al mismo tiempo es ella misma y nada más.

El poder de la imaginación es el poder de nuestra naturaleza búdica, nuestro instinto más profundo, un estado que los místicos indios llaman samadhi. Es esta condición de actividad la que Enō describe en el Rokusddangyo:

動静無心、凡聖忘, 能所倶渓、性相如

Tanto en actividad como en quietud, dejar que la mente no permanezca en ninguna parte, olvidar la diferencia entre sabio y tonto, no discriminar entre sujeto y objeto, ver la esencia y la forma como una sola: esto es estar siempre en samadhi.

Qué diferentes suenan las palabras de Thoreau:

A veces, mientras voy a la deriva en Walden Pond, dejo de vivir y empiezo a ser.

Sin embargo, esto también es samadhi.

Aquí hay algunos versos de Angelus Silesius (Johann Scheffler), 1624-1677. Se hizo católico en 1663 y compuso tanto textos religiosos sobre el sentimiento y la naturaleza, como versos en los que expresa con la mayor audacia las intuiciones filosóficas de Eckhart. En ellos, el elemento paradójico es tan fuerte, o mejor dicho, tan evidente, que el sentimiento poético se resiente. En otras palabras, la discordia se enfatiza demasiado a expensas de la armonía, sin embargo, es un profundo placer espiritual escuchar estos choques de poderoso contrapunto intelectual.

Bist du demiitiglich wie eine Jungfrau rein,

So wird Gott bald dein Kind, du seine Mutter sein.

Mensch, werde Gott verwandt aus Wasser, Blut und Geist,

Auf dass du Gott in Gott aus Gott durch Gott selbst!

O Wesen, dcm nichts gleich ! Gott ist ganz ausser mir,

Und inner mir auch ganz, ganz dort und ganz auch hier!

 

(NT: Si eres humildemente pura como una Virgen

pronto Dios será tu hijo y tú su madre.

Hombre, relaciónate con Dios desde el agua, la sangre y el espíritu,

¡para que seas Dios en Dios, desde Dios, y a través de Dios mismo!

¡Oh Ser, no hay nada igual! Dios está completamente fuera de mí,

¡y completamente dentro de mí también, completamente allí y completamente aquí también!).

 

Zen, el estado mental del haiku 4. Sin palabras y 5. No intelectualidad

4

Sin palabras

Nos referimos esencialmente a un estado sin palabras, en el que las que se utilizan, no son para expresar nada, sino más bien para despejar algo que parece interponerse entre nosotros y las cosas reales que (al no estar de hecho separadas de nosotros mismos) son entonces percibidas por el autoconocimiento.

Había un anciano que suponía,

que la puerta de calle estaba parcialmente cerrada

 pero algunas ratas muy grandes

se comieron su abrigo y sus sombreros,

mientras el inútil anciano dormitaba[1].

 

Este es el momento:

                                         Cuando la luz del sentido

se apaga, pero con un destello que ha revelado

el mundo invisible[2].

 

Otro ejemplo de Lear:

 

¡Ploffskin, Pluffskin, Pelican jee!

¡Creemos que no hay pájaros tan felices como nosotros!

¡Plumpskin, Ploshkin, Pelican jill!

¡Eso pensábamos entonces, y eso seguimos pensando!

 

Esto ilustra lo que dice Thoreau al final de Walden:

La volátil verdad de nuestras palabras debería traicionar continuamente la insuficiencia de la declaración residual. Su verdad se traduce instantáneamente; sólo queda su monumento literal.

Eckhart dice:

Gott hat keinen Namen… In ihrer Namenlosigkeit

sind Gott und Seele eins.

(NT: Dios no tiene nombre… En su falta de nombre

Dios y el alma son uno.)

 

Cristo, al tratar de encontrar un nombre para lo que esencialmente no tiene nombre, se llama a sí mismo puerta, rey, vid, pastor, ladrón en la noche. A este peligro de confundir las palabras con las cosas se une el de morir a manos de las mismas palabras de la vida:

                                                                         Ay de mí,

las palabras aladas en las que mi alma traspasaría

a las alturas del raro universo del Amor,

son cadenas de plomo alrededor de su vuelo de fuego[3].

 

Lawrence expresa el mismo pensamiento con una metáfora diferente:

Un mundo oscuro y quieto, donde el lenguaje

nunca alborotó las hojas en crecimiento y chamuscó sus bordes

como un mal viento[4].

 

Cristo se arrepiente de su predicación y enseñanza:

Qué pena que les prediqué. Un sermón

es mucho más probable que se convierta en barro

y cierre las fuentes, que un salmo o un cántico.

[El hombre que murió.]

Afirman dos de los más elocuentes hombres de genio que el mundo ha producido jamás, que la verdad es inexpresable:

Si el abismo pudiera vomitar sus secretos… pero falta una voz, la verdad profunda no tiene imagen.

(Dicho por Demogorgon en respuesta a la pregunta de Asia sobre el origen del Mal).

La Gran Vía no se expresa;

la Perfecta Elocuencia no habla[5].

Si esto es así, ¿cómo es posible que nos transmitamos unos a otros el hecho de nuestra percepción de la misma verdad? En su ensayo sobre Wordsworth, Matthew Arnold dice:

La poesía es nada menos que el discurso más perfecto del hombre.

 

¿Qué clase de discurso es éste?

ものいはず客と亭主と白菊と    蓼太

Mono iwazu    kyaku to teishu to   shiragiku to

No se dirigieron la palabra.
El visitante, el anfitrión,
y el crisantemo blanco.

(Ryōta)

 

Sin embargo, pueden ser tanto las palabras como el silencio:

タべの嬉しさ足洗ふ時の二言三言

Yūbe no ureshisa ashi arau toki no futakoto mikoto

Esta tarde… la felicidad,
mientras me lavaba los pies, …
esas dos o tres palabras.

(Kaito)

El haiku elimina el mayor número posible de palabras entre la cosa en sí y el lector. La poesía inglesa utiliza con demasiada frecuencia las palabras como vicegerentes de Dios. Esto es peligroso, y las palabras pueden convertirse en grilletes del espíritu. Cuando un haiku falla, nos quedamos con el objeto desnudo, desprovisto de significado, debido a una selección/rechazo poderosamente insuficientes. Cuando falla un poema inglés, nos quedamos con meras palabras, sílabas sin sentido. Algunos haikus, a pesar de su brevedad, son demasiado largos:

 

識ましや轟鳴く中に尼一人

Asamashi ya   mushi naku naka noi   ama hitori

¡Qué lamentable!
entre los insectos,
una monja solitaria.

(Gonsui)

Imagen 15

El canasto de carbón, de Ryōta.

La primera línea no sólo es redundante, sino que el patetismo de la escena desaparece cuando la mencionamos, cuando pensamos en ella. El chirrido de los insectos en el campo de otoño y la monja parada allí sola, esto es suficiente, y cualquier otra cosa es demasiado. Pero la mera brevedad no es poesía. Esto es especialmente cierto cuando se omiten elementos intelectuales. Por ejemplo,

創は花は見ね里ありけふの月

Tai wa hana wa   minu sato mo ari   kyô no tsuki

Hay aldeas
que no saben de besugos ni de flores,
pero todos tienen la luna de hoy.

(Saikaku)

Esto, de Saikaku, es literalmente “Besugo, flores, pueblos que no ven, también los hay, la luna de hoy”. Esto no es poesía porque los elementos intelectuales no están sometidos a la actitud poética. Hay un hiato, las palabras se interponen entre nosotros y el objeto. Podemos decir del buen haiku lo que Alcott dice del buen maestro, y lo que la gente debe tener en cuenta al imitar a Cristo,

El verdadero maestro defiende a sus alumnos contra su influencia personal. Les inspira confianza en sí mismos. Guía sus ojos desde sí mismo hacia el espíritu que lo anima. No tendrá discípulos.

Ciertos poetas, ciertos tipos de poesía, tienen un efecto intimidatorio sobre nosotros, y éste es un ejemplo del poder que ejercen las palabras. Nunca debemos permitir que sean más que herramientas y sirvientes. Humpty Dumpty dice:

“¡Hay gloria para ti!”

“No sé qué quieres decir con gloria”, dijo Alicia. Humpty Dumpty sonrió con desdén.

“Por supuesto que no… hasta que te lo diga. Quise decir que hay un buen argumento demoledor para ti”.

“Pero la gloria no significa un buen argumento demoledor”, objetó Alicia.

“Cuando uso una palabra”, dijo Humpty Dumty en un tono bastante desdeñoso, “significa exactamente lo que yo elijo que signifique… ni más ni menos”.

“La pregunta es”, dijo Alicia, “si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes”.

“La pregunta es”, dijo Humpty Dumpty, “qué es ser Maestro… eso es todo”.[6]

Un ejemplo de esto puede ser tomado de Dombey e hijo. Dickens muestra cómo se utiliza la palabra “considerando” para revelar todo un mundo de la mente, un estado del alma:

“Estoy bastante bien, considerando”. La Sra. Pipchin siempre usaba esa forma de hablar. Significaba considerando sus virtudes, sacrificios y demás.

Debemos utilizar el lenguaje más fuerte, y decir que nada es más peligroso, más “parecido a un pulpo” e insidioso que las palabras. Un hombre dice: “El lugar apropiado para un perro es fuera de la casa” y yo le odio por ello, sin darme cuenta de que él y yo hablamos de dos cosas totalmente distintas con el mismo nombre. O para decirlo más exactamente, lo que él está mirando y lo que yo estoy mirando no son la misma cosa en absoluto. Lo que a él le disgusta, a mí también me disgustaría. Lo que me gusta, a él también le gustaría si pudiera verlo. Pero es la cruda y vaga palabra “perro” la que nos engaña, nos hace malinterpretar y sentir antipatía mutua. Si la palabra “perro”, aparentemente tan clara y concreta, es así de ambigua e inabarcable, ¿cuánto más lo son palabras como Dios, libertad, humanidad, música…? Se puede decir que el aumento de la sabiduría significa una liberación de las cadenas con las que cada vez estamos más atados a medida que aumenta nuestro vocabulario.

Las sombras de la prisión comienzan a cerrarse

sobre el joven que crece.

Hay momentos en los que las palabras pierden su propio poder y nos sirven en humildad y verdad, cuando nuestros pensamientos se ordenan pacíficamente de conformidad con el orden de las cosas. Sin embargo, sigue siendo cierto que el chirrido de la plumilla con la que escribo tiene más significado y menos error que cualquier cosa que pueda escribir. Después de todo, ¿a qué equivalen todos esos años de enseñanza de Buda? Como dice Dogen,

山の 色、谷のひじきるみなながら 我が覆迦雅尼の蜂と姿と

Yama no iro    tani no hibiki mo    mina-nagara

waga shakamuni no    koe to sugata to

Los colores de las montañas,

los ecos de los valles,…

todo, todo es

la forma y la voz

de Shakamuni.

 

5

No intelectualidad

El zen no es intelectual.

La filosofía cortará las alas de un ángel, dice Keats, y Eckhart da la razón de esto:

Der Mensch soil sich nicht mit einem gedachten Gott begniigen; wenn der Gedanke vergeht, so vergeht auch der Gott.

(NT: El hombre no debería asociarse con un Dios imaginario; cuando el pensamiento desaparece, también lo hace Dios.)

 

Lo que el hombre conoce, y lo único que conoce, es Dios. En la medida en que conoce a Dios, él es Dios, puesto que todo conocimiento es autoconocimiento. Esto es lo que queremos decir cuando afirmamos que todos tenemos la naturaleza de Buda. Lo que pensamos acerca de las cosas es muy diferente de lo que captamos como la cosa misma.

De nuevo Eckhart dice:

Alles was man von Gott erdenken kann ist all zusammen nicht Gott.

(NT: Todo lo que puedas pensar acerca de Dios no es Dios.)

El pensamiento, como la pasión, profundiza en la intuición, pero en ningún caso puede sustituirla. De ahí la inexplicabilidad de de la vida, de la poesía.

A partir de este hecho de la no-intelectualidad del Zen y el haiku, podemos ver un profundo significado en el dicho

Las comparaciones son odiosas

y esto explica el fracaso, como poesía, de haikus como el siguiente:

名月や草木にる人の影

Meigetsu ya    kusaki ni otoru   hito no kage

La brillante luna de otoño:
las sombras de los árboles y la hierba
¡y las de los hombres!

(Baishitsu)

 

Obsérvese además que, naturalmente, la luz de la luna no tiene relación (poética) con las sombras que se contraponen. El mismo error en otro verso del mismo autor:

さてはあの月が鳴いたか時鳥

Sate wa ano   tsuki ga naita ka   hototogisu

Por qué, ¿era la luna
la que lloraba?
¡Un cuco!

Estaba la intuición de la identidad, el primer pensamiento, 第一念, que se dejó anular por el segundo. Cuando utilizamos sólo el intelecto, no llegamos a ninguna parte. Como dice Alicia:

“Estoy segura de que no soy Ada, porque su pelo va en largos tirabuzones, y el mío no va en tirabuzones en absoluto, y estoy segura de que no puedo ser Mabel, porque sé todo tipo de cosas, y ella, ¡oh! ella sabe ¡tan poco! Además, ella es ella y yo soy yo y… ¡Oh querido, ¡qué desconcertante es todo!”

La poesía tiene como base filosófica (inconsciente) el hecho de que todas las cosas son cambiantes, indeterminadas, irreparables, contradictorias, que una montaña no es una montaña y, sin embargo, al mismo tiempo es una montaña.

手把鏡頭,歩行騎水牛。(碑林旬菓)

Sostiene el mango de la azada, pero sus manos están vacías;

cabalga a horcajadas sobre el búfalo de agua, pero va caminando.

 

De ahí que la poesía con la ciencia, la religión con la ciencia,  sean verdaderamente antipáticas. La ciencia objetiva, abstrae y generaliza. La poesía identifica, vive en y a través de la cosa, en definitiva, particulariza. En el marco de esta paradoja, el poeta se une con el objeto, que, como la burra de Baalam, habla con voz humana.

Además, está la cuestión del todo y la parte. El intelecto puede entender cualquier parte de una cosa como parte, pero no como un todo. Puede entender cualquier cosa que no sea Dios. La divinidad de una cosa se manifiesta en su totalidad. Entonces, dado que el amor es la personalidad en su conjunto, amamos a Dios y él nos ama; conocemos una cosa y la cosa nos conoce a nosotros; nos conocemos como un todo. Cualquier entendimiento parcial, la comprensión de parte de una cosa es mala, aunque no siempre es lo que llamamos específicamente el mal moral. Así, el conocimiento científico de una cosa es, en su divorcio de la talidad, la totalidad de esa cosa, potencialmente mala, y mala en realidad cuando la cosa se usa sin tener en cuenta su talidad, pero científicamente, parcialmente, intelectualmente. Eckhart dice,

Gott wili wohl dass die Seele auch das wahrnahme, was Gott selbst nicht ist. Er will aber nicht dass sie etwas liebhabe ausser ihn, denn er hat sie zur Einung mit sich geschaffen.

(NT: Dios quiere que el alma perciba lo que Dios mismo no es. Pero no quiere que ame nada más que a Él, pues Él la ha creado para que sea una con Él mismo.)

Y aquí, en relación con la cuestión del mal uso del intelecto, podemos hacer una advertencia. El intelecto no sólo complica, sino que generaliza. Cuidado con la simplificación excesiva. Si no podemos mantener el equilibrio, como lo hace la vida, entre variedad y unidad, elijamos, si es necesario, la variedad, como la menos peligrosa y la menos tentadora intelectualmente. Si intentamos forzar a toda la poesía a adoptar una teoría única (que podemos llamar Zen, pero no lo es), nos encontraremos sirvientes, no amos del intelecto; estaremos retorciendo significados tratando de retorcer la vida y seremos retorcidos por ella. La poesía puede utilizar no sólo el zen, sino su ausencia:

を資 りていとr寝られぬ蛙載

Ta wo urite    itodo nerarenu   kawazu kana

Vendí el campo,
ya no podía dormir
por las ranas.

(Hokushi)

Hacemos la voluntad de Dios incluso desobedeciéndole. La Iluminación y la ilusión no son dos cosas diferentes. El hombre ordinario es Buda. Tomemos la poesía de la misma manera que debemos tomar la vida, tal como viene, independientemente de las teorías y explicaciones preparadas. La unidad estará ahí, nunca lo dudes, pero si intentamos forzarla, nuestras interpretaciones muertas serán condenadas por la vida misma de la poesía. Este es el primer párrafo del ensayo de Pater sobre el Estilo, y de

No juzguéis, para que no seáis juzgados.

Y del mismo modo que la poesía no puede explicarse, sino sólo repetirse, la religión, es decir, la vida en perfecto acuerdo con la realidad, no puede ser interpretada verbalmente:

遺順縦横時、 働赤不能排。(韓林旬菓)

El salmista dijo,

Al moverse en todas direcciones, ni siquiera el Buda puede disertar sobre él.

Al moverse en todas direcciones,
ni siquiera el Buda puede hablar sobre ello.

 

Dijo el Salmista,

El Señor es mi Pastor: nada me faltará.

Siempre que leemos esto sabemos, en el fondo de nuestro corazón, que es verdad. Pero cuando pensamos en ello, sobre todo, cuando los párrocos predican sobre ello, sabemos, intelectualmente hablando, que es falso.

Desde el punto de vista religioso, es evidente. Pero lo que sabemos por intuición es mucho más sutil que cualquier explicación que podamos dar al respecto. San Agustín dice,

Si nemo me quaerat, si quaerenti explicari

velim nescio.[Confesiones, XI, 14.]

(NT: Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicar a quien pregunta,

no lo sé.)

 

Las palabras de David no se refieren a cosas materiales, ya que es posible que lleguemos a carecer de alimento y calor, y estemos privados incluso de lo más básico para la vida. ¿Se refiere entonces sólo a cuestiones espirituales, al amor de Dios in vacuo, o a alguna otra abstracción similar? Esto difícilmente puede ser así, porque ¿qué clase de pastor es el que ama a sus ovejas pero no les da pasto ni protección contra los elementos? ¿Qué clase de protector es ese que cae sobre nosotros indiscriminadamente? ¿Pestes, terremotos, torbellinos y todas las formas de repentinas muertes por tierra y mar, por no hablar de la locura y la muerte prolongada en vida?

La verdad, la verdad profunda y dolorosa, la casi insoportable verdad de la que intuitivamente nos damos cuenta cuando leemos las palabras del Salmo, es que no queremos nada. Todas las alegrías y tristezas, los triunfos y agonías de la humanidad son nuestros. ¡ Son nuestra herencia como hombres, como hijos de Dios, como Buda!

La alegría y la aflicción están entretejidas finamente,

una prenda para el alma divina.

Desear únicamente la felicidad es el error cardinal del hombre. Para aceptar todo

                                           Con una mentalidad clara y heroica,[Sansón Agonista]

es el Camino. Y en cuanto a explicaciones de todo esto,

若識琴中趣、

何勢紋上撃。

Si conoces el significado del laúd,

¿Por qué preocuparse por el sonido de la cuerda?

 

Lo siguiente es un ejemplo de una “explicación”. Gaunt dice:

 

Todos los lugares que visita el ojo del cielo

son para un hombre sabio puertos y paraísos felices.

Enseña a tu necesidad a razonar así:

no hay virtud como la necesidad.

No pienses que el rey te desterró,

sino tú al rey: ¡Ay del que se siente peor

al percibir que apenas puede soportarlo!

Ve, di que te envié a comprar honor,

y no que el rey te desterró. O supón

que una peste devoradora flota en nuestro aire,

y tú vuelas a un clima más fresco.

Mira lo que  aprecia tu alma, imagínalo

mentir por dónde vas, nada de donde vienes.

Supón que los pájaros cantores son músicos.

La hierba sobre la que pisas está esparcida por la presencia;

las flores bellas damas, y tus pasos

un delicioso compás o una danza;

porque la pena retorcida, tiene menos poder para morder

al hombre que se burla de ella y no la toma en serio.[7]

 

Con excepción de las dos primeras líneas, que tienen algo de Zen en ellas, todo esto es bastante cierto, aunque falso. La experiencia más momentánea de la bondad del mal, la indiferencia de las circunstancias, la voluntad del destino, vale todo el filosofar del mundo. El error es visible en las palabras: “razona así”, “no pienses”, “supón que”, “di”, “imagínalo”. Una vez más, Gaunt se prolonga demasiado. En las enseñanzas del Zen, como ocurre con los sermones de Cristo, la brevedad es parte de su poder;

 

El agua que bebe una vaca se convierte en leche;

El agua que bebe una serpiente se convierte en veneno.

牛飲水成乳、蛇飲水成毒

Bienaventurados los limpios de corazón,

porque ellos verán a Dios.

 

Estas, como las de Gaunt

No hay virtud como la necesidad.

convencer, sin intentar persuadir. Bolingbroke responde a Gaunt en las siguientes líneas:

Oh, ¿quién puede sostener un fuego en la mano

pensando en el gélido Cáucaso?

¿O empalagar el borde hambriento del apetito

con sólo imaginar un festín?

¿O revolcarse desnudo en la nieve de diciembre

pensando en el fantástico calor del verano?

¡Oh, no! la aprehensión del bien

no hace más que aumentar la sensación de lo peor:

el diente del dolor nunca dolerá más

que cuando muerde, pero no hiere la llaga.

Quizás exista entonces un límite al alcance de

Nada es, pero el pensamiento lo hace.

Ninguna cantidad de pensamiento, es decir, de la fe y creencia más profunda, harán que un cuchillo afilado se desafile o que un hombre muerto viva. La fe no puede remover montañas. Pero puede mantener las montañas en su sitio, (siempre que permanezcan allí) y a medida que se mueven, las mueva. Este seguimiento de los acontecimientos, guiándolos, es instantáneo; está en la voluntad. No hace agradables las cosas dolorosas ni viceversa:

長者長法身、短者短法身。

(障部旬葉)

Una cosa larga es el cuerpo largo de Buda;

Una cosa corta es el cuerpo corto de Buda.

 

Cuando la mente está tranquila, puede aceptar tales afirmaciones y estar satisfecha con ellas, pero una vez que las elaboramos, la mente, la parte intelectual de la mente, se despierta para trabajar por sí misma. En el Ensayo sobre el Hombre, Pope dice,

Toda la naturaleza no es más que arte, desconocido para ti;

todo azar, dirección que no puedes ver;

toda discordia, armonía no comprendida;

todo mal parcial, bien universal.

Y, a pesar del orgullo, a pesar del error en la razón,

una verdad es clara: Todo lo que es, es correcto.

Todo esto es bastante cierto, pero se trata de una verdad muerta y fría que no tiene suficiente vida para entrar en el corazón. Cuando Shelley[8] repite esto sentimos una gran diferencia:

… la tensión plástica del Espíritu Único

barre el mundo denso y aburrido; obligando allí

a todas las nuevas sucesiones de las formas que adopta;

torturando a la escoria involuntaria que frena su vuelo

a su propia semejanza, como cada masa pueda soportar;

y estallando en su belleza y su poder

de los árboles, las bestias y los hombres hacia la luz del Cielo.

En estas palabras la verdad se desliza sin resistencia en nuestra mente, porque esa verdad se sublima en la forma que puede ser recibida instantáneamente por nuestro instinto más profundo, el problema para el haiku, tanto en composición como en apreciación, es el mismo que para la vida misma: cómo retener y asimilar los elementos intelectuales que distinguen a los animales superiores de los inferiores, en la vida instintiva común a todos. A veces, de hecho, podemos expresar mejor lo que queremos decir con nuestro silencio que de cualquier otra manera,

元日のこ、ろ営葉にあまりけり

Ganjitsu no   kokoro kotoba ni   amari keri

Día de Año Nuevo:
lo que siento, es demasiado
para las palabras.

(Daiō)

La amalgama incoherente y caótica de pensamiento-emoción, que es la fuente de nuestra existencia, a veces emerge cristalizada en palabras. Al expresarse, pierde algo de su vitalidad primitiva. Si tan sólo pudiéramos expresar sin expresar, podríamos tener nuestro pastel y comérnoslo también, y esto es lo que el poeta ha tratado de hacer en el verso anterior. Sin embargo, simplemente decir que una cosa es inexpresable no es expresarla. Pero nuestros sentimientos el día de Año Nuevo son particularmente difíciles de expresar con palabras, aunque sean muy insistentes. Mire el siguiente consejo de un antiguo profesor de Cambridge a un joven estudiante, quien le contó algunas dificultades y dudas que le torturaban:

“¡Dificultades! ¡Dudas!”, repitió el anciano caballero. “Tome un par de vasos de Oporto. Si eso no las disipa, tome dos más y continúe con la dosis hasta que se haya tranquilizado”.

Baring-Gould, The Rev. M.M.

 

Esta “tranquilidad mental” es lo que Spinoza llama la “eternidad” del hombre a diferencia de su inmortalidad en el tiempo, que Spinoza niega:

Si prestamos atención a la opinión común de los hombres, veremos que son conscientes de la eternidad de su mente; pero confunden la eternidad con la duración, y la atribuyen a la imaginación o a la memoria, que creen que permanecerá después de la muerte.

Ética, nota V, 34.

 

En otras palabras, cuando los hombres piensan, cuando usan su intelecto, suponen que la eternidad que sienten en ciertos momentos es una promesa, un anticipo de su inmortalidad en el tiempo. Por eso dice San Juan de la Cruz, en La noche oscura del alma:

Si un hombre quiere estar seguro del camino que pisa debe cerrar los ojos y caminar en la oscuridad.

Bashō dice lo mismo de forma menos poética:

 

稲妻に悟らぬ人の貴さよ

inazuma ni   satoranu hito no   tattosa yo

¡Qué admirable
el que no piensa “la vida es efímera,”
cuando ve el relámpago!

……………………………..

[1] Lear.

[2] Preludio VI, 610.

[3] Epipsychidion.

[4] El hombre que murió.

[5] Sōshi.

[6] Alicia en el espejo, Cap. VI.

[7] Rey Ricardo II, 1, 3.

[8] Adonais 43.