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Entrega nº 110. 30 de agosto

… (Continúa del 109)

Caqui kueba

Kane ga naru nari

Hôryûji

 

Como un caqui

Y he ahí que la campana suena.

Templo Hôryû-ji

Al comentar sobre este poema, Hekigotô se pregunta que por qué no escribí:

Caqui kûte

kane naru oreba

Hôryûji

 

Mientras como un caqui

suena la campana.

Templo Hôryû-ji

Esta es una opinión con sentido común. Sin embargo, creo que el efecto del haiku, perdería fuerza.

 

Kiku no hana

Tenchôsetsu wa

Suginikeri

 

Flores de crisantemo

El aniversario del emperador

Ha pasado

A menudo he discutido problemas estacionales, pero aquí nuevamente hay una mala interpretación. Hago una referencia al “invierno”, entendido como el período que viene después de “el comienzo del invierno”, y también al cumpleaños del Emperador que es parte del otoño. El 5 o 6 de noviembre, estamos en pleno otoño. Yo no puse aquí en el haiku nada sobre un tema de octubre.

 

Kogarashi ya

Kane hikisuteshi

Michi no hata

 

Viento glacial –

Una campana abandonada

Al borde del camino

Mi idea es que el día cae sobre un camino donde se ha dejado una gran campana, que es para llevar al templo, y así esa campana, esa tarde-noche, permanecerá abandonada al lado del camino. Mi intención es contar ese paisaje, ese momento, y por lo tanto, sea una tarde anocheciendo, o sea ya bien entrada la noche, los fieles han regresado a su casa, y por supuesto, ya no hay nadie. Además, añado, mi idea es la de tomar ese paisaje lúgubre y desolado, al tiempo que el de una campana solitaria al borde de un camino. Y es por ello así, que yo lo asocio con ese viento helado.

 

Geta haite

Yuku ya yakeno no

Usuzuku yo

 

Calzando unos zuecos

¡Adelante! Sobre las ascuas

Luna velada del anochecer

Sobre la frase “calzando unos zuecos / ¡adelante!”, Hekigotô se hace algunas preguntas, pero mi idea es que, especialmente con zuecos de madera, uno puede caminar perfectamente sobre rescoldos de unas zarzas quemadas. Sin embargo, también es cierto que podría no tratarse necesariamente de eso. De todos modos, no es algo muy interesante.

 

Deru toki no

Kasa ni ochitaru

Shôbu kana

 

Al salir

Caídos en el paraguas

¡Unos ácoros!

Al comentar este poema, Hekigotô lo encuentra un poco atrevido, y no tengo nada que objetar. Sin embargo, si imaginamos que el paraguas, al tocar los ácoros, los hizo caer, no resulta tan arriesgado.

 

Nakiyamete

Tobu toki semi no

Miyuru nari

 

Al dejar de cantar,

Una cigarra vuela

Y se deja ver

Según el comentario, este poema tiene poco encanto. Es innegable. Sin embargo, reconozco que me cuesta un poco rechazarlo.

 

Tsunbo nari

Aki no yûbe no

Watashimori

 

Es sordo:

En la tarde de otoño,

El barquero del transbordador

El comentario hecho, afirma que este poema da la impresión de ser como una mala novela. Pregunté al crítico, quien me respondió que él imagina a alguien que le hace una pregunta al barquero y es entonces cuando comprende que es sordo. Yo, por mi parte, lo que quería decir es que alguien situado en una orilla, llama en vano al barquero situado al otro lado del río, ya que este es sordo. (Fin)

 

Notas del traductor y las fuentes

– No sabría decir si el primer haiku, el del caqui, la campana y el templo, se trata del haiku más conocido de Shiki traducido al castellano, pero sí lo es en inglés y en francés. Apareció por primera vez en el diario Kainan shinbun el 8 de noviembre de 1895, precedido por la indicación “En una parada, en una local de refrescos en Hôryû-ji”. Después de haber enfermado durante su viaje a China, tratado en Kôbe, Shiki pasó el verano recuperándose en Matsuyama. Es durante su viaje de regreso a Tokio, a fines de octubre, que hace un enlace en Nara, donde pasa unos días y compila este poema. Al principio no llama la atención, no se recoge luego en ninguna antología y además es criticado aquí por Hekigotô. Se hará famoso solo más tarde, después de la Segunda Guerra Mundial.

– Según Lozerand “La diferencia entre el haiku de Shiki y lo que Hekigotô propone, es gramatical. En la versión de Shiki, se entiende que se produce la impresión de una secuencia automática, y aunque no haya una relación causal, sí transmite una relación de implicación entre los dos actos. Por ello se traduce al francés por “…et voilà…” (… y he ahí…). La propuesta de Hekigotô … ¡es una simple coincidencia temporal, prosaica y sin gran interés!”.

– Podría decirse también que Shiki escribe el haiku centrándolo en el sonido de la campana, que se produce, eso sí, mientras come un caqui. Por la otra parte, Hekigotô hubiera preferido poner el centro en el comer el caqui, y que mientras eso se produce y de forma más secundaria, suena una campana.

– Sobre este mismo haiku, Rodríguez-Izquierdo (El haiku japonés. Historia y traducción. Evolución y triunfo del haikai, breve poema sensitivo. Publicaciones de la Fundación Juan March, Madrid, 1972, pag. 387) explica literalmente su traducción del siguiente modo:

“Caqui / kueba                                 Caqui / si como

kane / ga / naru / nari                   campana / (tópico) / ·tocar /

es

Hooryuuji                                           templo de Hooryuu

 

Cuando como caqui

suena la campana

en el templo de Hooryuu

                                           Shiki

 

«Kueba» es una forma de condicional o de circunstancia temporal no especificada. Entre «caqui», que es el objeto directo de «kueba», y este verbo se ha eludido el morfema indicador de objeto directo «WO». El gusto astringente de los caqui está expresado onomatopéyicamente por la abundancia de «k». Para Shiki era tal vez fruta prohibida, por su enfermedad. Cuando a pesar de todo la tomaba, el sonido de la campana del templo le traía pensamientos del más allá.

Sobre la campana de los templos, cf. (hk. 41 ).

«-nari» es una forma culta y literaria de terminación verbal. Equivale a la predicación de «es», y en nuestro haiku convierte en presente la forma desnuda de infinitivo «naru»”

  • Por su parte, otro niponólogo, Carlos Rubio (La flor de Masaoka Shiki, HELA nº 10, sept. de 2018; pag. 29), hace el siguiente y más que interesante comentario en torno al poema, donde cuestiona la autenticidad del haiku que tanto propugnara Shiki con su sashei (para sashei ver “Shiki: aproximación al cómo vino, qué vio y por qué [con] venció”; en las notas de la entrega 45):

…“El año siguiente, 1895, y a pesar de su delicada salud, se alistó como corresponsal de guerra en la contienda contra China de ese año. Fue una estancia de poco más de un mes en la cual llegó a conocer a Mori Ôgai, el patriarca, junto con Sôseki, de la moderna literatura japonesa. Pero en la travesía de regreso, al parecer por la impresión de ver un tiburón, sufrió un violento esputo de sangre. Nada más desembarcar, fue traslado en estado crítico a un hospital de Kobe. Su familia llegó de Tokio resignada a darle el último adiós, pero para sorpresa de todos, se recuperó y el otoño de ese mismo año volvió a su ciudad natal, Matsuyama, y luego a Nara donde compuso uno de sus más celebrados poemas:

       Caqui kueba                Muerdo un caqui

kane ga naru nari              y la campana oigo

Hôryû-ji                  de Hôryû-ji

 Al parecer el lugar de composición no fue el templo mencionado en el tercer verso, sino el del Tôdai-ji. Convencido de que la atmósfera de Hôryû-ji era más tranquila que la más ruidosa del popular Tôdai-ji, el poeta cambió el nombre. ¿Una traición a su compromiso con el realismo del concepto de shasei?”.

– Este mismo haiku también es ampliamente comentado por Beichman J., la biógrafa de Shiki (Masaoka Shiki: His Life and Works. 2002, p. 54), y retomado más tarde por Trumbull, Ch.

Beichman también habla del cambio de templo que hizo Shiki, aunque por otros motivos; pero sobre todo, alude a la importancia de los sonidos en la pronunciación del haiku. La referencia completa es la siguiente:

… “El siguiente poema, también de 1895, es hoy el más conocido de todos los haiku de Shiki y puede ser citado por prácticamente cualquier graduado de secundaria japonés:

                             kaki kueba                 Muerdo un caqui

                  kane ga narunai                 y una campana suena

                                i Hôryûji                   templo Hôryûji (II, 325)

 

El poema se basa en la experiencia de Shiki de escuchar la campana del templo mientras mordía un caqui (su fruta favorita) en una tienda de té en Nara, sitio de muchos templos budistas antiguos. La campana que escuchó, sin embargo, era en realidad la del Templo Tôdaiji, no el Templo Hôryûji. El día después de su experiencia original, Shiki visitó el Hôryûji y decidió que sería un lugar más apropiado para su poema que el Tôdaiji, debido a sus famosos huertos de caqui. Esto, por supuesto, es un ejemplo muy literal del uso de la selección de Shiki en combinación con el realismo; pero el poema tiene elementos más sutiles. Entre estos, el uso hábil del sonido es más notable.

Al igual que en la última línea del otro poema del pavo real, el uso de los repetidos sonidos «k» en la primera línea de este poema, da un ritmo rígido y recortado, que aquí refuerza la idea de morder algo. Los sonidos rígidos y recortados comienzan a alargarse y extenderse con «narunar i» en la segunda línea y este proceso, sugiriendo el sonido resonante de una campana del templo, continúa con el largo, prolongado t doble «o» y doble «u «de Hoo-ryu u -ji.

La clave del poema es, sin lugar a duda, la yuxtaposición de la mordida y la campana. Sin embargo, esta yuxtaposición funciona en muchos niveles: estar entre la agudeza del acto de morder y el repique largo y suave de la campana, así como, en un nivel más metafísico, el momento mortal de un ser humano mordiendo un pedazo de fruta y la amplia y eterna extensión del tiempo simbolizada por la campana del antiguo templo.

Se puede decir que este haiku es el primero en el que Shiki logró, a través de una descripción realista, evocar una complejidad de significado que va más allá del realismo literal.”…

Hôryû-ji (Templo de la Ley Floreciente) es un templo budista localizado en Ikaruga, prefectura de Nara. Su nombre completo es Hôryû Gakumonji (lit. Templo de la Enseñanza de la Ley Floreciente), ya que sirve de monasterio.

– Por su parte, Tôdai-ji (gran templo oriental), también es un templo budista que se encuentra en Nara. Alberga una estatua gigante del Buda Vairocana (llamado dainichi, que en japonés; significa “Buda que brilla a lo largo del mundo como el sol”).

– Sobre el siguiente haiku en el que se cita el aniversario del Emperador, cabe decir que el 3 de noviembre, el día del nacimiento del emperador Meiji, fue designado como fiesta nacional por un decreto del 14 de octubre de 1873. Hoy, se celebra el Bunka no hi (Día de la Cultura),un día en el que se trata de promover actividades culturales, reemplazando así la festividad nacional anterior que conmemoraba el mencionado nacimiento del Emperador Meiji.

– Lo que Shiki está refiriendo al comentar su haiku cuando habla de “el comienzo del invierno”, es la “decimonovena división del ciclo de las estaciones”, lo que se corresponde a un período de aproximadamente dos semanas que comienza alrededor del 7 de noviembre del calendario gregoriano. La concepción occidental (y del norte en este caso) que hace que el invierno comience en el solsticio del 21 de diciembre, no es necesariamente la más relevante.

– Previamente, recordemos que cuando Shiki utiliza la palabra “crisantemo (kiku)” está usando una palabra estacional (kigo) que indica otoño. Shiki explica a Hekigotô, que parece haber criticado un posible “doble kigo”, siendo además ambos contradictorios entre sí, el por qué lo ha hecho. Parece establecer una secuencia “otoño—comienzo del invierno—invierno”.

– En el siguiente haiku, se ha traducido finalmente “kogarashi ya” por el llamado viento glacial, que es un viento fuerte y frío del norte u oeste que sopla a finales de otoño y principios de invierno. Es uno de los primeros vientos realmente fríos, cuando las últimas hojas son definitivamente barridas de los árboles. Literalmente significa “árbol con el que se va”. En el período Edo, el kogarashi se usaba para kigo del otoño o del invierno, pero ahora es un kigo para principios del invierno. Hay traductores que traducen kogarashi por viento que arranca las hojas, viento devastador, tormenta de invierno, ráfaga de invierno, etc.

Shiki tiene algún haiku más con ese primer verso:

kogarashi ya

hoshi fuki-kobosu

umi no ue

 

viento glacial:

¡qué dispersas las estrellas

sobre el mar!

Además de Shiki, también los otros tres grandes maestros han escrito haikus que tienen como primer verso kogarashi ya, como por ejemplo:

Bashô:

kogarashi ya

hoho bare itamu

hito no kao

 

viento glacial:

mejillas hinchadas y doloridas

en todas las caras

-.-

kogarashi ya

Take ni kakurete

Shizumarinu

 

viento glacial:

al adentrarse entre los bambúes

empieza a calmarse

 

Yosa Buson

Kogarashi ya

Hita to tsumazuku

Modori uma

 

viento glacial,

el tropiezo de una mula

ya de regreso

 

Issa

kogarashi ya

iwashi o kurumu

kashiwa no ha

 

viento glacial,

con una gran hoja de roble

envuelve una sardina

-.-

  kogarashi ya

ni jû shi mon

no yûjogoya

 

viento glacial,

una choza de prostitutas

que cobran veinticuatro monedas

Pero también han comenzado sus haikus con “kogarashi ya” otros muchos haijines. Como pequeña muestra:

 

Soseki

kogarashi ya

umi ni yuhi wo

fuki-otosu

 

viento glacial…

la puesta de sol

sobre el mar

 

Hasegawa Reyoko

kogarashi ya

ishi fuki-tobasu

Ohi-gawa

 

viento glacial

soplando sobre las rocas

del río Ohi-gawa

– En otro haiku, se traduce por zuecos los llamados “geta” japoneses: un calzado de gruesa suela de madera que podríamos calificar de “mitad zueco mitad sandalia”.

– Al hablar de ácoros, Shiki se refiere a la Acorus calamus, llamada shôbu en japonés. Es una planta que se asemeja a los juncos y posee hojas largas de bordes afilados, muy apuntadas. Las flores son pequeñas, de color verde amarillento, y se presentan en forma de espiral. Se ha utilizado por su fragancia y como droga psicotrópica. Su raíz se empleaba como anestésico y estimulante contra la fatiga por la asarona que contiene; en dosis mayores, produce efectos alucinógenos. Walt Whitman empleó ésta, o la raíz del estrechamente emparentado Acorus americanus. Figuraba igualmente en las pociones psicotrópicas preparadas por las llamadas brujas europeas durante la Edad Media.

XARO ORTOLÁ “Destellos”

Unas palabras de la autora

(Nota explicativa: Además de su reseña personal –publicada más abajo- Xaro nos envía esta entrevista recopilada por ella misma a partir de preguntas y respuestas que considera de interés y que extrae directamente de su actividad en foros y revistas.)

 

– ¿Cómo llegó el haiku a tu vida?

Escuché por primera vez la palabra «Haiku» en el Facebook, había gente que los escribía y yo no tenía ni idea de qué era… me resultaba extraño leer pequeñas poesías de tres versos; alguien dijo que se trataba de poesía japonesa de 17 sílabas…Intenté escribirlos era como un juego y todo un reto el poder expresar algo con sentido con tan sólo 17 sílabas.

Busqué por Internet información y cuanto más leía más respeto y conexión sentía: sencillamente me atrapó, me enamoró su sencillez, su belleza, su humildad…

Estudié a los clásicos, me fascinaban Bashô, Buson, Santôka, Onitsura, Chiyo-ni… y recuerdo que me quedaba sin respiración al leerlos, hoy día aún me pasa.

 

¿Cómo vives el haiku?

Vivo el haiku de forma intensa, quizás por mi carácter, no sé…Mi atención ha ido “in crescendo”, esas pequeñas cosas que antes eran invisibles a mis ojos, ahora las veo, las siento, me asombran y conmocionan en un sinfín de percepciones y emociones…pero también hablan: la luna, el viento, la lluvia… y pienso: – ¿Cómo es que nunca antes las había percibido, mirado, escuchado, sentido de esta forma tan profunda?

Supongo que como a todos los que escriben haikus se nos otorga el don de la “mirada de haijin” jeje

 

– ¿Quién o quiénes han sido o son tus maestros?

Conocer y estudiar bajo el paraguas del maestro Vicente Haya, para mí fue como un antes y un después en el camino del haiku, doy gracias por haberle conocido y aprender directamente de él. También aprender de otras personas relevantes como son el profesor Fernando Rodríguez, JL Vicent, Kotori, Mavi, Momiji, Elías… no puedo olvidar a mi buen amigo Gorka, el cual empezamos juntos, conectamos a nivel espiritual y después comenzamos a caminar por esta senda donde he ido haciendo amigos y son más que eso, son como familia, por nombrar a algunos: Unsui, JC Durilén, Leti, Grego, Enrique, Frutos, Mª Jesús, Toñi, Sandra,…

Un amigo me dijo en una ocasión:

«El Haiku es un pequeño poema que intenta atrapar el tiempo, son como fotografías hechas con palabras. El Haiku es un arte para expresar y tocar nuestro Budha interno».

 

– ¿Eres bloguera de haikus?

Jeje sííí, creé un blog y los empecé a escribir y cuando leo los de los primeros tiempos, me entra la risa, por supuesto que no eran haikus ni de lejos jajaja… no los borro porque veo la evolución. Ahora empiezo a eliminar algún que otro porque formo parte del profesorado de la «Escuela de Haiku Makoto» y los alumnos consultan el blog y la verdad es que da un poco de cosa leer los NO Haikus de mis principios de aprendizaje…

El segundo blog, dedicado a esta noble senda en pro del haiku, y que está en constante cambio y renovación, dedicado a los haijines clásicos y a los contemporáneos donde intento acercar al haiku y al haijin de todo el mundo y de todos los tiempos.

 

– ¿Por qué Xaro Ortolá, Xaro La, Destellos?

Xaro es el nombre en mi lengua natal, Ortolá el apellido de mi padre entonces tomé la «La» de la última sílaba Xaro La. Destellos, no lo sé…me llegó como una inspiración en una meditación, cuando me dijeron que tenía que ponerme un seudónimo de “haijina” porque así es como lo hacían los japoneses.

 

– ¿En qué momento del proceso de aprendizaje te encuentras y cómo lo vives?

Lo vivo de forma profundamente intensa, enamorada perdidamente del haiku dô jeje.

Sobre el aprendizaje, pues ¿qué decir?… tal como voy aprendiendo, más principiante me veo, más aprendiz soy.

 

¿Para qué sirven los foros?

¡Oh! para mucho, mucho, mucho…Son de una grandísima ayuda, cada comentario hecho a mí o a los compañer@s son verdaderas joyas. Los foros el Rincón del Haiku y Paseos.net son tesoros para aprender a escribir verdaderos haikus cosa de la que me siento verdaderamente afortunada por tener tan buenos maestros.

Me da mucha pena ver a ciertas personas, libros, entrevistas, Facebook, etc. en donde se hacen la propaganda de que escriben haikus, para mí, siento decirlo, pero son tan solo charlatanes que engañosamente se autodenominan escritores de haiku. Una pena denigrarse tanto, hasta el punto de autodefinirse haijines, y es que encima se lo creen jajaja. Pero bien, en esta existencia todo camino que uno toma son lecciones de vida.

 

– ¿Podrías definir tu estilo de escribir haiku?

Pues no lo sé, escribo lo que me gusta o disgusta, lo que me emociona, conmociona, asombra o me llega al corazón, la verdad es que cuanto más escribo más me maravilla la sacralidad de la naturaleza. En una ocasión me comentaron que mi estilo está entre Bashô y Buson, con chispas de Onitsura.

 

– ¿Sientes que has alcanzado el rango de maestra?

Jajajajajaa, me llaman maestra porque corrijo y enseño en la Escuela de Haiku Makoto, pero te puedo asegurar que no hay maestro que se precie en este mundo del haiku, aprender, evolucionar y entonces ves lo grande que es este camino y que, en realidad, cuanto más aprendes, más te das cuenta de lo que te falta por aprender… El haiku son 3 versos, 17 sílabas, o más si escoges la métrica libre, pero te puedo asegurar que su profundidad es infinita, sin metáforas, sin florituras… escogiendo las palabras justas, no solo se trata de escribir más o menos bien, el haiku es una forma de vida…

 

– ¿Cuál considerarías que es tu mejor haiku?

No lo sé, he escrito muchos malos y alguno bueno, pero elegiría el primer haiku titulado «pozo» en el que me felicitaron los compañeros, cada uno de ellos me dio las 3 estrellas, era en los principios de mi aprendizaje en el foro paseos.net bajo la atenta mirada de JL.Vicent cuando me dijo: «Destellos, un haiku precioso, para exponer en un calendario». Este haiku también fue el ganador en la sección de «Haikus destacados».

 

***

 

Biografía

Xaro Ortolá nace en Pego, un pequeño pueblo en el interior de Alicante rodeado por una parte de montañas y por otro de arrozales. Estudia filosofía oriental con los Lamas tibetanos. Escribe bajo el seudónimo de «Destellos “en los foros de “El Rincón del Haiku” y «paseos.net». Bloguera desde el año 2012.

Forma parte del profesorado de «La Escuela de Haiku Makoto».

Colaboradora en la gaceta «Hojas en la Acera, Hela» en el espacio “Celebrar la Vida”.

Colaboradora en la revista digital de ERDH. Ha publicado haikus inéditos en las revistas literarias, «Barcarola» y «Crátera».

Galardonada: con el primer premio de la «Asociación Ronnin» (2012);

Primer premio del II Concurso Internacional de «El Vuelo del Samandar»(2015);

Finalista del «Certamen de Haiku de Haikunversaciones» en homenaje a Santiago Larreta (2016);

Premio Literario Grau Miró haikus en catalán (2017);

Primer premio a la mejor colección de haikus en el VIII Concurso Internacional de Haiku de la UCLM (2017);

«Maestra de Afinación» en cada uno de los cuatro elementos, título otorgado por el maestro Vicente Haya por los haikus para el Concierto de Haiku Ciudad de Medellín: “Ser Agua” (2016), «Ser Aire» (2017), «Ser Tierra» (2018), «Ser Fuego-Luz»(2019).

 

Bibliografía:

– “Los cuatro elementos: Concierto de haiku” Fundación Montaña de Silencio, con         Juan Felipe Jaramillo y Vicente Haya. (Editor: Independently published, 2019).

-«Pisar la Hierba». Facultad de Derecho de Albacete, UCLM (2019).

– “Antología de haiku «la mujer y la luna» (Colección Haibooks – UNO editorial, 2017).

– “Luna en el río” (UNO Editorial, 2017).

– “Los silencios del músico” (Ed. Shinden, 2016).

– “Haikus” (Ed. Diversidad literaria, 2016).

– “Clarea el día. Antología de haiku en castellano” (Mandala Ediciones, 2014).

 

 

helecho de agua;

el zigzag de una anguila

rozando el fondo.

 

*

el campo baldío

cubierto de escarcha…

piar de lavanderas

*

luna creciente…

el agua llovediza

entre el borrajo

 

*

nubes rosadas…

los quiebros de un murciélago

por el arroyo

 

*

la luz de luna;

el rumor de las hojas

de la chopera

*

un viejo estanque;

bajo el estramonio en flor

saltan las carpas

 

*

hojas mordidas;

el brillo de la lluvia

en el rosal

 

*

juegan los niños,

en la barca partida

del arrozal

 

*

almendro silvestre,

una mitad con hojas

la otra con flores

 

*

tierra arada;

las huellas de los jabatos

llenas de lluvia

 

*

han florecido

las grietas de la costra

del almendral

 

*

humo de incienso,

a la luz del eclipse

silban los mirlos

 

*

el gato persigue

a una mantis azulada…

flores de níspero

*

caña inclinada…

los amagos de vuelo

de dos gurriatos

 

*

sol de la tarde.

rodeado de plantas

un pozo seco

¡SALUD HAJIN@S DEL MUNDO!

_()_

 

UN RECORRIDO POR EL HAIKU PERUANO

INTRODUCCIÓN: LA LLEGADA DE JAPONESES A PERÚ.

La historia de la inmigración japonesa a Perú, una de las comunidades más importantes del país y que cuenta con más de 100.000 descendientes, empezó hace 120 años con la llegada del barco Sakura Maru con los primeros 790 japoneses en busca de trabajo en las haciendas azucareras de la costa peruana. Japón eligió a Perú como el destino para sus ciudadanos en plena era Meiji ya que era el primer país en Latinoamérica con el que establecieron relaciones diplomáticas y el imperio buscaba «occidentalizar» a sus jóvenes agricultores en una lejana tierra en Sudamérica que vivía un auge de sus cultivos. Los primeros inmigrantes, todos hombres, llegaron a Perú un 3 de abril de 1899 y desde esa fecha hasta la entrada de Japón en la Segunda Guerra Mundial, en 1941, alrededor de 30.000 japoneses cruzaron el océano Pacífico hacia Perú, inicialmente con un contrato laboral y con la expectativa de volver a su país. La Segunda Guerra Mundial supuso un revés muy importante para la comunidad japonesa en Perú. Muchos de ellos volvieron a Japón, pero otros muchos fueron deportados a EEUU y sus condiciones de vida cambiaron mucho durante esos años. Una vez terminada la guerra, los japoneses de Perú y sus descendientes (nikkei) optaron por salir adelante en el país, dejando atrás el sufrimiento y luchando por el futuro que el país andino les ofrecía.

Desde entonces, los lazos de amistad entre los dos países se han afianzado a lo largo de los años, y ambas culturas han compartido e intercambiado sus particulares formas de ver la vida. El haiku japonés se ha hecho un hueco en la cultura andina de forma progresiva como podemos ver a continuación.

 

LOS INICIOS DEL HAIKU EN EL PAÍS

El primer acercamiento al haiku en Perú data de principios del siglo XX, lo llevó a cabo el poeta ALBERTO GUILLÉN (1897–1935) quien, atraído por este tipo de poema japonés, compuso varios ejemplos:

 

Digo mi nombre al universo,

de bruces en mí mismo,

con la burbuja de un verso.

 

 

Amarramos el crepúsculo

con el hilo

de un verso absurdo.

 

De su poemario “Cancionero”, Arequipa, 1930:

 

Un burro

está aserruchando el paisaje

con su rebuzno.

 

 

Cuando camino

todo el paisaje se pone en movimiento

conmigo.

 

 

Lo que dice la arena:

-Siempre duele

la huella.

 

Como anoche ha llovido

se le ha refrescado la voz

al río.

 

El alma vuela,

el hombre se va,

el mármol queda.

 

Mentira. No matan

el tiempo:

el tiempo es el que los mata.

 

Como vemos, aunque formalmente se acerca al haiku, está muy lejos de éste en su esencia, por lo que no se puede afirmar categóricamente que sea Guillén el introductor del haiku en Perú, pero sí el que comenzó una senda seguida por muchos otros escritores.

Otros autores peruanos de la época que también se interesaron por la estética oriental fueron por ejemplo José María Eguren (1874–1942), el diplomático Francisco A. Loayza (1872–1953) quien publicó una antología de poemas japoneses traducidos al español, “Perlas de Oriente” en 1919 o Estuardo Núñez (1908–2013) autor de “El Japón y el lejano Oriente en la literatura peruana” (1964)

También han probado, con mayor o menor acierto, a incluir haikus entre sus poemas escritores como:

ARTURO CORCUERA (Lima, 1935 – 2017) publicó una veintena más de poemarios, desde “Primavera triunfante” (1964) hasta “Vida cantada. Memorias de un olvidadizo” (2017), con muy diversos temas y opciones formales. Pero fue su poemario “Noé delirante” (1963) el que le otorgó el Premio Nacional de Poesía 1963, aumentándole secciones hasta configurar un libro mucho más amplio: “A bordo del arca” (2006), que obtuvo el Premio Casa de Las Américas.

«DE LOS DUENDES Y LA VILLA DE SANTA INES», Editorial Ames, Lima, 1977

 

ALBUM DE FAMILIA

 

¡Oh, antiguo espejo,

adónde habrás guardado

la cara del abuelo!

 

 

PREGUNTA AL ESPEJO CIEGO:

 

¿Es verdad,

que a tientas,

retratas la soledad?

 

 

EL ESPEJO SE CONFIESA

 

Por no quebrar mi calma,

nunca quise a los hombres

retratarles el alma.

 

 

EL HALLAZGO

 

Habita un cisne de bruma

en el fondo del espejo:

ayer le arranqué una pluma.

 

BLANCA VARELA (Lima, Perú, 10 de agosto de 1926 – 12 de marzo de 2009), fue una poeta peruana, considerada como una de las voces poéticas más importantes del género en América Latina que también incursionó en el haiku.

 

REJAS

cuál es la luz

cuál la sombra

 

 

NOCHE

viejo artífice

velo que has hecho de la mentira

otro día

 

 

JUEGO

entre mis dedos

ardió el ángel

DESPUÉS

tras la rosa

sombra

 

RICARDO SILVA-SANTISTEBAN (Lima, 1941) Doctor en literatura, además de su extensa obra es un reconocido traductor y también ha publicado algunos haikus como en «Terra Incógnita» (Mosca Azul Editores, Lima, 1989)

 

Así despierto

Vuestro aroma yo aspiro

Doradas flores.

 

Noche de otoño

Eres mi pensamiento:

Luna que avanza.

 

Tan solo

La caída de una hoja

En el arroyo.

 

Nubes lejanas

Con árboles y montes

Turban mis ojos.

 

Fresca fontana

Quietud del alto otoño

Aves en vuelo.

 

Resplandor vivo

Sombra nubes y río

Pasa la vida.

 

INES COOK (1956) Reconocida poeta peruana, ha publicado varios libros de poemas e incursionado en el mundo de la música.

 

Estas gaviotas

Son la clara señal:

Impermanencia.

 

Cae la lluvia

Sobre el pequeño muro:

La flor marchita.

 

Del hondo norte

me es aún misterioso

el amanecer

 

Aún sin estrellas

se sientan a escribir

constelaciones

 

Viento de tarde

Sobre mi débil techo

un ave duda

 

Bajo las patas

de los blancos caballos:

el girasol

 

 

JOSÉ BELTRÁN PEÑA: Nacido en Lima en 1961, es un reconocido poeta, investigador literario, antólogo, y promotor cultural perteneciente a la llamada Generación del Noventa. Entre su extensa obra destacamos su libro ”El haiku peruano” (2010) una antología de los principales escritores de haiku del país.

 

Hacer un poema

es como beber vino

en tu cuerpo

 

Flor del lenguaje

Pepita de oro

Haiku

 

En el mundo

ningún hombre

es extranjero

 

Estrellas del jardín

Juguetes de ángeles

Las mariposas

 

CARLOS ZÚÑIGA SEGURA: Nació el 19 de junio de 1942, en la provincia de Tayacaja (Huancavelica), fundador y director de la revista de poesía La Manzana Mordida y de las Ediciones Capulí, ambas fundadas el 23 de septiembre de 1975. Ha participado en conferencias y recitales en los principales centros culturales del Perú y en las repúblicas de Ecuador, Colombia, Alemania y Cuba. Parte de su obra poética ha sido traducida a diversos idiomas. Actualmente realiza actividades culturales en el distrito limeño de Magdalena del Mar, lugar donde reside.

 

Hebras de cielo

anudan mi calzado:

trigos de Dios.

 

 

Todo de blanco

en el cielo aparecen

los que se fueron.

 

Toda la noche

al borde del camino

conmigo mismo.

 

 

Irme no puedo

quedarme tampoco:

¿será el amor?

 

 

La estrella

es una gata pícara

en los tejados.

 

 

Todo mi cuerpo

guarda sus filamentos

sobre la cama.

 

 

Alguien escribe

en la espuma la voz

del silencio

 

 

Otros célebres escritores peruanos que han dado muestras de su admiración por la cultura nipona son Jorge Eduardo Eielson (1924–2006), Rafael Yamasato (1945–1975), César Toro Montalvo (1947), Nicolás Matayoshi (1949), Renato Sandoval (1957) , Doris Moromisato (1962) o Santiago Risso (1967)

Ejemplo de la fascinación por el haiku en artistas de otras áreas fue Daniel Peña Bresciani (1950-2017). Daniel fue un artista de la acuarela nacido en Lima, galardonado en diferentes eventos culturales y artísticos por su obra y que se aventuró a escribir haiku al conocer este género por su relación con la técnica de sumi-e.

 

Casa vacía

es todo lo que queda

de un caracol

 

Nube de aves

contra la luz del cielo

¡el halcón!

 

 

Vuelvo del monte

y el águila también vuela

muy dentro de mí

 

Verde montaña

la niebla no ha querido

mostrar su cima

 

Abrazándote

has llenado mi alma

roca desnuda

 

Hay un recuerdo

que siempre me obsesiona,

es el olvido

 

Flotan sin pausa

como pétalos blancos

las mariposas

 

Por la quebrada

el viento se desliza

lamiendo piedras

 

Rozar la tierra

¿es siempre el destino

de nuestros pies?

 

 

LAS FIGURAS DEL HAIKU EN PERÚ

Entre los autores de la llamada Generación de los 50 destacaron especialmente tres nombres propios que abordaron el haiku y lo dieron a conocer en el país: José Wanatabe, Javier Sologuren y Alfonso Cisneros Cox.

 

JOSÉ WATANABE VARAS. Nace en Laredo, 17 de marzo de 1945 y fallece en Lima, 25 de abril de 2007. Su padre, Harumi Watanabe Kawano, llega al Perú como muchos otros japoneses a trabajar en las haciendas azucareras de la costa peruana en 1916, y se casa con una joven peruana. José aprendió de éste el arte del haiku.

En el prólogo a su libro “El huso de la palabra” José Watanabe habla de esa herencia:

Mi padre empezó a traducirme los primeros haiku cuando yo tenía alrededor de doce años (…) Bashô describía el salto de la rana en el estanque antiguo y yo no sabía que estaba hablando de nuestra condición: un efímero ruido de agua interrumpiendo un gran silencio. Lo que sí entendía era que en el haiku hablaba un hombre parco de actitud, y conciso y coloquial de lenguaje. Yo entendía esas características primarias del haiku porque, de algún modo afín y diverso, estaban en mi casa y más allá: en la gente de mi pueblo, austeros descendientes de los trabajadores enganchados del azúcar

Su condición de nisei (descendiente directo de inmigrante japonés) deslumbró a varias generaciones de poetas con su manera sencilla de decir las cosas, desde la contemplación plácida y trascedente de los elementos comunes de la vida, legando a su poesía no solo la sensibilidad oriental, sino la templanza de la filosofía zen.

Bashō (1644-1694), escribió su haiku en el siglo XVII, Watanabe cuatro siglos después escribe su poema “Bashô” repitiendo y modificando a la vez el original:

 

El estanque antiguo,

ninguna rana.

El poeta escribe con su bastón en la superficie.

Hace cuatro siglos que tiembla el agua.

 

La influencia del haiku en los poemas de Watanabe debe buscarse en el tono de sus poemas y en la actitud del poeta frente a la naturaleza y frente al lenguaje, y no en la conocida estructura formal tradicional del haiku. Watanabe no practicó la escritura del haiku ciñéndose a sus tres versos y diecisiete sílabas, más bien lo utilizó como un elemento constructivo dentro de algunos de sus poemas, siendo fiel, consciente o inconscientemente, al origen del mismo.

Al traducir el haiku a otra lengua, como el español, estamos pensando demasiado metafóricamente, no podemos evitar la metáfora. Hay hermosos poemas, pero no son haikus. Borges, por ejemplo, escribió haikus pero no los confundió con metáforas.

La poesía lo cautivó, aunque destacó también como narrador, dramaturgo, guionista de cine y productor televisivo. Su actividad poética empezó en 1971 con “Álbum de familia (“Poeta Joven del Perú”) y logró desarrollar una sólida obra en ese campo, con poemarios clásicos como “El huso de la palabra” (1989), «Historia natural» (1994), «Cosas del cuerpo» (1999) y «El guardián del hielo» (2000), entre otros libros. Falleció en el 2007, a los 61 años.

Al final de “Imitación de Matsuo Bashô”, tras cuatro párrafos de prosa poética José Watanabe escribe:

A veces pienso en cabalgar nuevamente hasta esa posada para colgar en su puerta estos versos:

En la cima del risco

retozan el cabrío y su cabra.

Abajo, el abismo.

 

 

JAVIER SOLOGUREN ROMÁN (Lima, 19 de enero de 1921 – Lima, 21 de mayo de 2004), fue un poeta, profesor universitario, ensayista, traductor, antologador y editor peruano perteneciente a la Generación del 50.

Doctor en Filosofía por la Universidad de San Marcos, con especializaciones en México y en Bélgica, en 1962 asumió la dirección de publicaciones de la Universidad de San Marcos. Fue editor-impresor de las Ediciones de la Rama Florida, en donde se han publicado numerosos títulos de poesía peruana y extranjera. Desempeñó una intensa labor cultural como miembro del Consejo General de Cultura del INC, publicando varias antologías de poesía peruana y dirigiendo revistas culturales y literarias. Fue además miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua.

Entre su obra poética podemos encontrar “El morador” 1944, “Detenimientos” 1947, “Dédalo dormido” 1949, “Bajo los ojos del amor” 1950, “Otoño endechas” 1959, «Estancias» 1960, “La gruta de la sirena” 1961, “Vida continua” 1967, “Vida continua, obra poética 1939 a 1989”, “Recinto” 1968, “Surcando el aire oscuro” 1970, y “Un trino en la ventana vacía” 1992.

Sologuren ha sido uno de los máximos precursores del haiku peruano, aunque él negó en varias ocasiones que hubiera escrito haikus. Afirmaba que sus poemas sólo eran aproximaciones al género o poemas escritos a la manera de haiku.

La poesía japonesa ha contribuido a enriquecer mi poesía indudablemente, porque yo he escrito versos ‘a la manera de jaikus’. Digo ‘a la manera de jaikus’, pese a que tiene sus diecisiete sílabas y se distribuyen en tres versos de cinco, siete y cinco, como es formalmente el jaiku japonés. Pero no siendo yo japonés, no estando inmerso en la cultura japonesa, no conociendo el idioma mismo, mal podría decir que escribo jaikus, o escribo tankas. Son propuestas de mi lado a esa poesía que me interesa no solamente por la brevedad, que sería poco decir, sino por la gran capacidad de sugestión, por la sutileza expresiva que en ella alienta

De entre toda su obra literaria, destacamos sus tres libros dedicados al haiku: “Corola parva” (1977), “Jaikus escritos un amanecer de otoño” (1986) y

“Haikus” (1999)

 

La tinta en el papel.

El pensamiento

deja su noche.

 

 

¿Qué canta el agua?

El agua canta el agua

canta el agua canta.

 

 

Cascada de agua seca,

papel de cielo

iluminado

(Buganvilla)

 

 

Bailan, ascienden,

ascienden, bailan.

Viejo jardín de fiesta.

(Fucsia)

 

 

¡Cómo se obstina

la vida en la canción

de la cigarra!

 

 

Con las penas

mido

la extensión de mi cuarto.

 

Nada dejé en la página

salvo la sombra

de mi inclinada cabeza.

 

No veo el florecer

del naranjo, oigo

subir su canto.

 

En el silencio

del estanque arde

la lámpara votiva.

(Nenúfar)

 

Blanca,

sencillamente blanca,

abierta al blanco espacio.

(Jazmín)

 

Cerrado cielo.

En una callejuela

se rasca un perro.

 

Un día más

y una jornada menos

llevándonos al cero.

 

 

Cuando uno habla de una hoja que cae en el otoño, se trasmite algo que va más allá de la hoja que cae en el otoño, que es la caducidad de la propia vida. Y de esta manera la naturaleza nos está proveyendo –soy en particular muy sensible a eso- de sugestiones infinitas, y no tengo una actitud crítica, una distancia ante la naturaleza, sino al contrario, una actitud de comunión.

 

Al pie del guinkgo,

el viento está esparciendo

áureos abanicos

 

El gobierno japonés lo reconoció en 1989 con el más alto mérito que puede brindar, la Orden Imperial del Sagrado Tesoro, reconociendo su rol de difusor de las artes y la cultura japonesas.

 

ALFONSO CISNEROS COX (Lima, 1953- 2011)

 

Poeta, catedrático universitario, musicólogo y editor peruano, fue uno de los mayores exponentes contemporáneos del haiku en Hispanoamérica. Director, fundador y propulsor de “Lienzo” (revista de arte y cultura de la Universidad de Lima) Cisneros Cox fue publicado en diversas revistas y antologías de Perú y de otros países, así como en publicaciones mayormente ligadas a la difusión del haiku en los idiomas inglés y japonés. También viajó a países como Japón y Bolivia representando a Perú en encuentros de haijines y festivales de poesía dedicados al haiku. Su constante inquietud lo llevó a indagar e impulsar la brevedad y la sugerencia de este género escribiendo artículos y elaborando breves compilaciones en “Lienzo” y colaborando en varias revistas especializadas.

En su libro “La Ensenada” también cultivó el haibun:

 

A lo largo de la playa

La noche encendía estrellas a lo largo de la playa.

Contaba resplandecientes luceros

que imaginaba como el tesoro de un mago construyendo

imágenes desde el recreo de su excitada mente.

La arena era blanca y más blanca bajo el reflejo

de los ojos,

escuchando en transparentes horas el sonido de las olas.

Una, tres, cinco, siete, quince, iba sumando

hasta que la mirada dejaba de brillar

y volvían a esconderse los astros luminosos.

Así, sumergido en noches oscuras y tenebrosas,

inventé el universo,

entre cánticos de agua y lejanos pensamientos,

como quien va lavando sus heridas.

 

Noche estrellada.

Al amanecer

conchas blancas

 

Mucha de su obra poética reflejaba sus constantes viajes a diversas zonas de Perú, como los poemas extensos “El Pez Muerto” (inspirado en el balneario Caleta Sal, cerca de Punta Sal) y “Casa Deshabitada” (inspirado en el balneario La Quipa, Pucusana, lugar que también le inspiró los textos contenidos en La Ensenada, mientras que los haikus de “Lomas” están inspirados en el puerto de Lomas, en la costa norte de Arequipa.

En el año 2001, logró el primer premio en el concurso de poesía convocado por El Rincón del Haiku, de España, con el haiku titulado «Instante», posiblemente su poema más reconocido:

 

INSTANTE

Un charco:

la calle inundada

de cielo

 

El haiku debe ser sugerente, capaz de conmovernos; apelando a esa parte no visible que el Cosmos encierra y que nos une a la más pura esencia de nuestro entorno. Esta forma poética parte de un principio fundamental: la alusión a la naturaleza. Busca captar el instante de este mundo, frente al inefable misterio del Universo, de la verdad que se puede percibir solamente por la intuición, la sensibilidad y la sugerencia.
En la brevedad de estos textos hay una suerte de percepción filosófica que nos ilumina, que nos otorga chispazos estéticos y, finalmente, nos conmueve.

 

Su última colección de haikus publicada fue Instantes (2010), con fotografías de su hermano Miky Cisneros Cox.

 

Si la piedra cae

el silencio

es del agua

 

 

 

Cangrejos rotos

la luz los deshace:

Arena fina…

 

La lámpara de brea

el jarrón de vino

la puerta abierta

 

Desnudo techo:

extraños quehaceres

de la araña

 

Amarillo y azul

en la jaula cautivos

cielo y sol

 

Han cambiado

de agua

tus ojos

 

El pez ha muerto:

en sus ojos huecos

agua cristalina

 

Viejo candil:

la oscuridad parpadea

en la sombra

 

La arena roja:

el silencio de los cuerpos

descalzos

 

Entre la niebla

viaja una ola

que nadie ve

 

Antiguo templo:

¿cruje acaso tu corazón

de madera?

 

De salto en salto

el petirrojo enciende

la enramada

 

Cuando callas

todo permanece

pensativo

 

EL PANORAMA DEL HAIKU ACTUAL EN PERÚ

A lo largo del siglo XX y XXI el haiku ha ido ganando seguidores en el país. Son muchos los autores interesados en esta forma poética y, ya sea en sus obras o a través de talleres, ponencias, encuentros, etc.están realizando una gran labor en favor del género.

Entidades como el Centro de Estudios Orientales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (CEO – PUCP), la Asociación Peruano Japonesa, el Círculo de estudios japoneses Tenjin – 天神学団 o Satori Talleres llevan a cabo multitud de actividades de investigación y difusión de la cultura japonesa y nikkei.

A continuación, una muestra de los haikus que se escriben hoy en el país y de los artistas interesados en éste.

 

MAURICIO PISCOYA (Lima, 1966)

Sobre la tumba

del asesino también

crecen los lirios.

 

 

No cesa el concierto:

Mudo el ruiseñor,

canta el silencio.

 

Solitario,

el espejo repasa

sus memorias.

 

La rama vacía…

¿Ha de morir acaso

algo más que el día?

 

JOSE LUIS MEJÍA (Lima, 1969) Sus poesías han aparecido en diferentes diarios y revistas especializadas en distintos países del mundo tales como Perú, Chile, USA, Argentina, España, México, Uruguay, Colombia, Brasil, Puerto Rico y Francia; además de haber sido incluido en varias antologías hispanoamericanas. Tiene publicados diez libros entre poemarios, novelas para adolescentes y cuentos para niños.

Actualmente reside en Indonesia y es profesor de español en el Colegio Internacional de Yakarta.

Son las estrellas

las mentiras más bellas

de los dioses.

 

 

Calla y observa

la calavera ríe

junto a la cuerva.

 

 

Tiemblan los dioses

cuando escuchan los cantos

de nuestras voces.

 

 

En el desierto

hallarás el oasis

para los muertos.

 

 

Vuela gaviota

anda y dile a los dioses

de su derrota.

 

 

De tanta nada

camino sin camino

sombra gastada.

 

 

ALONSO BELAÚNDE DEGREGORI (Lima, 1991) es licenciado en Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Su tesis de licenciatura sobre el haiku en la poesía de Javier Sologuren y Alfonso Cisneros Cox es de gran interés y analiza de forma muy detallada cómo los dos autores integraron la forma poética japonesa en su obra y en su forma de entender la poesía.

Ha publicado además los poemarios “Río Javier Prado” (Plectro, 2016) y “Temporada de lúcumas” (Hanan Harawi, 2016). Es docente de la PUCP y miembro del Círculo de estudios japoneses Tenjin.

 

leve mañana:

una hoja cae girando

sobre mi mano

 

 

luz de faroles.

en las hojas del enramado,

líneas doradas

 

viento de otoño-

el lúcumo y la higuera

estrechan sus ramas

 

parras de calabaza:

la libélula se balancea

sobre una hoja

 

paloma al mediodía;

en un charco de nubes

tiembla al verme

 

lúcumo frondoso.

de tanto cansancio

ha botado sus frutos

 

noche amarilla.

una pluma sostiene

gotas de luz

 

cielo de otoño

-si miro intensamente-

nubes de otoño

 

garúa temprana.

las plantas quietas

bebiendo

 

tordillos:

se hinchan y brota

otoño dorado

 

luna nueva:

en la vereda advierto

puntos de garúa

 

RUBÉN SILVA (Lima, 1975) es un escritor, traductor y lingüista peruano que desde muy joven se interesó por la poesía.

Tuve la suerte de conocer al profesor Ricardo Silva Santisteban que, aunque no leía japonés, era un gran conocedor de la literatura y poesía japonesa. De esta poesía me llamaron la atención la sugerencia, en lo que no dice está su mayor significado; la sencillez, una trabajada sencillez, la aversión al lujo fácil o evidente, que es también propia de la comida japonesa; y, por último, el amor por lo efímero, el paso de las estaciones, la belleza de las flores de cerezo.

Aunque se ha dedicado más a la edición y la escritura de libros para niños, Rubén ha escrito el poemario “El mar es un olvido” (Paracaídas, 2014), y ha traducido muchos poemas sueltos, además de una antología de la poeta Akiko Yosano, autora de tankas.

 

AMANDA DEL CARPIO (Lima, 1966) es una fotógrafa cuyos intereses artísticos la acercaron al haiku.

Conocí el haiku en 2010, cuando comencé a estudiar japonés, entonces dentro del proceso al crear proyectos no solo me inspiro o hago uso de una sola línea de arte sino de varias de ellas, cuenta Amanda, quien se sintió atraída por la frescura de Issa Kobayashi y Yosa Buson.

El que mayor impacto ha tenido en mí es Matsuo Bashô, sus poemas me inspiraron a crear “Shinikawaru”, una exposición de haikus visuales, pues sus haikus no solo te crean una imagen sino una historia en tu mente al leerlos.

 

DIEGO ALONSO SÁNCHEZ (Lima, 1981)

A los 17 años Diego ya escribía poesía pero el haiku le parecía enigmático, hasta que leyó a José Watanabe y luego “Sendas de oku” de Matsuo Bashô, en una traducción de Octavio Paz y Eikichi Hayashiya.

Poeta e investigador de literatura japonesa y cultura nikkei. Bachiller en Literatura Peruana e Hispanoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es cofundador del Grupo de Creación y Publicación Literaria Sociedad Elefante. Ha publicado “Mitsuya Nicolás y otros poemas” (2002) y los poemarios “Por el pequeño sendero interior de Matsuo Basho” (Lustra, 2009), “Se inicia un camino sin saberlo” (APJ, 2014; poemario ganador del Concurso Nacional de Poesía Asociación Peruano Japonesa, Premio José Watanabe Varas, 2013) y “Pasos silenciosos entre flores de fuji” (Paracaídas, 2016). Actualmente, se desempeña como docente en el colegio Los Reyes Rojos de Barranco y continúa con su labor investigadora.

“Creo que no hay todavía en nuestra lengua una verdadera tradición del haiku… Escribir un haiku es observar y atrapar un instante que nos ilumina”,

 

GONZALO D. MARQUINA ARCOS (Lima, 1992) es maestro de escuela, gestor cultural, músico, escritor, traductor, investigador y estudiante de la especialidad de Lenguaje y Literatura en la Facultad de Educación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Ha llevado a cabo diversos eventos culturales en Lima y provincias sobre Educación y Literatura, especialmente sobre poesía japonesa y nikkei, tal como los talleres “Del tanka al haiku” y “La poesía del instante: el haiku (un enfoque literario-pedagógico)”, así como las ponencias “Haiku-Dō: el camino del Haiku”, “Entre el mito y la poesía: el espíritu del Japón” y “Entre la forma y el fondo: un acercamiento a la apreciación del haiku». Recientemente, ha presentado su investigación, titulada: “Yosa Buson: el poeta pintor y la importancia de la técnica en la escritura del haiku”, expuesta en el marco del I Congreso Nacional de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África: visiones y estudios desde el Perú (ALADAA PERÚ), organizado por el Centro de Estudios Orientales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (CEO-PUCP) y el Centro de Estudios Asiáticos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (CEAS-UNMSM). Varias de estas actividades han aparecido en medios tales como ペルー新報 – Peru Shimpo (diario bilingüe de la comunidad peruano-japonesa), Poesis Abditus (revista internacional de cultura), entre otros. Ha publicado de manera independiente las compilaciones “Poesía: Lago de flores e impalas” (2016), “Cuentos: Catalejos de buena esperanza (2016), la novela “Obnubilación” (2016), el cuento “La Piel Brillante” (2017) y el conjunto de relatos “Media Luna” (2018), así como diferentes ensayos y artículos académicos. Además, algunos de sus haiku han sido incluidos en las antologías “Del Silencio a la Palabra” (compilada y editada en el 2018 por el poeta Diego Alonso Sánchez Barrueto, con el auspicio de la Biblioteca “Elena Kohatsu” del Centro Cultural Peruano-Japonés) y «Arquitectura de la Palabra (Vol. V): Poesía XXI» (2019), esta última perteneciente a la revista española Liberoamérica. También han sido publicados en la plaquette “Ambrosía” (2019) y en el portal web “lenguajeperu.pe” (2019). Actualmente, participa del proyecto narrativo “Travesías en el mar de Hypnos: los sueños de la hidra” y es miembro principal del colectivo poético “Ambrosía” y del grupo de gestión “Lámpara de papel: proyectos culturales asiáticos”.

 

 

引潮哉岩に蟹の泡静かにふく

hikishio kana

iwa ni kani no awa

shizuka ni fuku

 

Baja marea:

sobre la roca un cangrejo

esparce su espuma.

 

蜘の巣の中に露とリマの山

 kumo no su no

naka ni tsuyu to

rima no yama

 

En la tela de araña,

el rocío y…

los cerros de Lima.

 

祖父母の囲碁の上にあるよ花吹雪

 sofubo no igo

no ue ni aru yo

hanafubuki

 

Caen

sobre el juego de los ancianos:

pétalos del cerezo.

 

白色の小鶏の羽毛に秋が吹く

hakushoku no

ko-niwatori no umou ni

aki ga fuku

 

Sopla el otoño

en las plumas blancas

de la gallinita.

 

父の日ぞ我植えし桑雲雀の家

chichi no hi zo

ware ueshi kuwa

hibari no ie

 

Día del padre.

La morera que planté, se ha vuelto

hogar de alondras.

 

高潮哉岩にさけゆく海の聲

takashio kana

iwa ni sakeyuku

umi no koe

 

Alta marea…

desgarrada por las piedras

la voz del mar.

 

 

 文月の虚空に涼しカモメ哉

 fumizuki no

kokuu ni suzushi

kamome kana

 

En el frescor

del cielo vacío del séptimo mes…

llora una gaviota.

  

一茶かな煙の後ろの蟻の列

 issa kana

kemuri no ushiro no

ari no retsu

 

Una taza de té:

tras su humareda,

algunas hormigas.

 

の畑ところどころに水の音

fuyu no hata

tokoro-dokoro ni

mizu no oto

 

Pradera en invierno-

Por todas partes:

sonidos del agua.

 

落ち葉かな古池の上に月が揺れる

ochiba kana

furu ike no ue ni

tsuki ga yureru

 

Viejo estanque:

la hojarasca que cae

mece la luna.

 

Como vemos, el haiku en Perú tiene un futuro muy prometedor.

 

Leticia Sicilia, 2019©

Comentarios de haikus con kire

Viento de otoño. (kire)

No se mueve el caballo

que carga piedras

                                                     Midori-Yo

                                                                               (trad. Antonio Cabezas)

     En este haiku de Midori-Yo, el kire lo encontramos al final del primer verso. Hay quienes se preguntarán qué podrían tener en común el viento otoñal y un caballo inmóvil que carga piedras. Y lo que tienen en común es el suceder a la vez, el coincidir en espacio y tiempo.

Cuando el poeta pasa de sentir el viento a ver al caballo cargado que no puede moverse, suma distintos elementos. Es el momento de su asombro: nada menos que un ser viviente cargado que debe avanzar en un día de viento y se niega a ello o simplemente no puede.

Siempre las distintas partes en que el kire divide a un haiku al yutaxponerse se potencian. No se siente lo mismo frente a un caballo cargado que no avanza en un día de clima agradable, que frente a un caballo cargado de piedras que no avanza en un día de viento. Todo esto el haiku no lo dice, pero está, es el lector quien debe verlo para poder así recrear la experiencia que conmocionó al haijin.

 

En las manos de la madre

tiemblan las cenizas del héroe. (kire)

La línea férrea

                                                                   Takaya Soshu

                                                                                          (trad. Alfredo Lavergne)

 

   En cambio en este haiku de Takaya Soshu, el kire se presenta al final del segundo verso, donde hay un cambio brusco de contenido. Siempre en el kire de una cosa se pasa a otra sin explicaciones y el lector debe ver, o más bien sentir o intuir, porqué el haijin las ha relacionado. Hay cortes que son muy suaves y en ellos es más fácil relacionar las dos partes del haiku, pero otras veces, como en el caso de este poema, el corte es más bien brusco, hay un gran salto al vacío, un espacio de silencio que es parte del poema y que lo hace casi inasible. Además tenemos la ambigüedad de ese tercer verso que amplifica la resonancia del haiku, porque si bien puede referirse a una línea de ferrocarril en la que trasladan las cenizas del hijo, también puede estar refiriéndose a esa continuidad de uno que hay en los hijos y que sólo la muerte puede cortar. Lo mágico de la ambigüedad en el haiku es que no se nos pide que nos decantemos por una, recibimos todas las posibilidades, y eso amplifica nuestros sentimientos.

 

Haciendo un fuego

bajo un nido de vencejos (kire)

¡La lluvia nocturna!

                                                          Shirao

                                                                                    (trad. Vicente Haya)

 

En este otro haiku de Shirao tenemos un ejemplo claro para ver cómo donde hay kire se realiza una yuxtaposición de contenidos y uno puede, gracias a ello, percibir la unidad de la experiencia.

Sin lugar a dudas las partes que se yuxtaponen, aunque en un primer momento no lo detectemos, tienen una relación; no siempre es una relación que se pueda entender con el intelecto como en este caso (fuego- nido- peligro- lluvia- salvación) porque al ser fundamentalmente relaciones de esencia, se captan mejor por medio de la intuición.

 

Resumiendo: el haiku, a pesar de su brevedad, presenta normalmente dos partes. De la confrontación de estas dos partes, separadas por lo que los japoneses denominan kireji ( palabra cortante que se utiliza para señalar el kire), surge el efecto fundamental del haiku.

El «kire» resulta ser así el elemento estructurador del haiku en la medida en que, yuxtaponiendo las dos partes, la mente se ve allí obligada a saltar entre dos conceptos y unirlos. Eso permite la recreación del instante como una unidad mayor que la suma de sus partes.

Por ello el kireji, ha llegado a considerarse indispensable en el haiku tradicional y aunque hoy en día este formalismo se ha superado y es posible, pues, encontrar haiku sin kireji, casi siempre en un poema haiku encontraremos pausas de pensamiento bien definidas basadas en el significado.

© Isabel Pose, 2019

Haiku 9

鶯の日枝をうしろに高音哉

uguisu no hie o ushiro ni takane kana

 

El canto agudo

de un ruiseñor-

detrás el monte Hiei.

De nuevo la agudeza visual de Buson quien, como un lienzo, plasma un instante convertido en inmortal: el ruiseñor y el monte de marco, la escena de un fondo contrastado. Según cierta leyenda tradicional, hubo un artista a quien se le ha pedido pintar una montaña: se demora en la entrega, incumple los plazos, y cuando se le pregunta el motivo, afirma: “aún no soy la montaña”. Así es, el haijin se funde con la naturaleza, igual que el canto agudo, elevado, de un animal que los occidentales (con nuestra visión del mundo) podríamos considerar insignificante frente a la grandeza de un monte. Pero aquí no hay categorías, sólo una fusión de sensaciones (visuales, auditivas) y la relación entre sus protagonistas: el canto dirigido al monte, donde la voz melódica del ugüisu reverbera por toda la eternidad. Son ecos de propia naturaleza, con sus leyes ajenas al ser humano.

El monte Hiei está situado al noreste de Kioto. Reunía en su espacio cerca 3.000 templos dispersos y centenares de monjes y familiares. En 1571, Nobunaga declara la guerra, elimina su población y quema los templos. Junto al monte Atago, este espacio sagrado de templos protegía a la ciudad de Kyoto de los demonios del norte.

 

En otras ocasiones, Buson se centra en la dirección del sonido:

 鶯の啼くやあちむきこちら向

uguisu no naku ya achimuki kochira muki

 

El canto del ruiseñor-

primero hacia un lado,

después hacia el otro.

 

 

 

 

 

LICENCIAS POÉTICAS EN HAIKU

El haiku japonés, si se escribe enteramente en silabario hiragana –cosa posible- mostrará sus diecisiete sílabas (5/7/5) mediante otros tantos caracteres escritos, con muy escaso margen de variación respecto a tal pauta. La traducción de dicho haiku al español, o bien la creación de haiku en español, debe atenerse a las normas de la prosodia española y a su aplicación métrica, donde existen ciertas licencias para acortar –o alargar- el número de sílabas en un verso, conservando la pauta métrica pertinente.

Para acortar un verso, disponemos de la sinalefa y la sinéresis; para alargar, tenemos la dialefa, el hiato, la sinafía y la compensación.

Voy a fijarme hoy en las dos últimas licencias recién citadas -sinafía y compensación-, por parecerme menos conocidas, siendo por lo demás relevantes para el haiku en nuestra lengua. Dichas licencias pueden tener lugar cuando –conservando la métrica del poema- se necesita una sílaba más para el segundo de un par de versos que entran en juego. Viniendo al terreno del haiku, es aplicable sobre todo al tercer verso (pentasílabo), que es el de cierre del poema, tras el segundo (heptasílabo).

Para darse la sinafía se requiere que el segundo verso termine en vocal átona (en sílaba abierta, por tanto, y no trabada por consonante final), y que el tercer verso empiece por vocal. En tal caso puede darse una especie de sinalefa (reducción de dos vocales contiguas a una sola, a efectos métricos) en la breve distancia de un verso a otro. Así pues, siendo el cómputo normal del haiku 5/7/5 silabas, el cómputo resultante de la sinafía será 5/7/6; pero manteniendo la sonoridad de la pauta normal. Tal “especie” de sinalefa es la sinafía.

La compensación puede darse en un contexto parecido; en nuestro caso, también entre el segundo y el tercer verso de un haiku. Si el segundo verso termina en una palabra aguda (en sílaba tónica, por tanto), sabemos que se debe contar una sílaba más (inexistente, pero es un cómputo que preserva el ritmo, basado este en el normal predominio de la palabra llana). Con todo, esa sílaba inexistente, pero que entra en el cómputo métrico, permanece vacía; y así, su espacio puede ser rellenado por una sílaba más del verso siguiente, el tercero y final el haiku –en nuestro caso- , el cual podría contar ahora seis sílabas. “Compensación” se refiere a rellenar tal espacio vacío, sin ruptura del ritmo. Mediante esta licencia tendríamos también la pauta de 5/7/6 sílabas para el haiku.

Veamos la aplicación de esta teoría a un haiku traducido por mí de Etsujin (1656 ?- 1739), discípulo directo de Bashoo (ver icono).

Una traducción bastante literal sería esta:

Envidioso (estoy)

– cuando me cierro a todo-

(del) amor gatuno.

 

Una traducción más libre:

   Me dan envidia,

cuando me desanimo:

gatos en celo.

 

Una traducción con sinafía (5/7/6):

¡Qué envidia, al ver

-encerrado en mí mismo-

amores gatunos!

Hay sinafía entre la “o” final de “mismo” y la “a” inicial de “amores”.

 

Una traducción con compensación:

¡Qué envidia, al ver

-cerrado yo al amor-

los celos gatunos!

Hay compensación de la sílaba vacía tras la palabra aguda “amor”, mediante la sílaba representada por el artículo “los” al inicio del tercer verso.

Ambas licencias poéticas –sinafía y compensación- pueden tener lugar en las traducciones al español de haikus, o bien en la creación de haikus españoles, permitiendo una sílaba añadida al cómputo, y aportando una ayuda a la consiguiente expresividad de los poemas.

 

Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala.

Universidad de Sevilla.

Entrega nº 106. 26 de agosto.

– En los Encuentros sobre las Colecciones de versos de Buson (Buson kushû kôgi) publicados en el número 10 de la serie de Hototogisu, la interpretación del siguiente haiku no es convincente:

Sobre un tema elegido al azar.

La forma de un vuelo de gansos salvajes

 

Hitotsura no

Kari ya hayama ni

Tsuki o shirusu

 

Un vuelo de gansos salvajes –

Al pie de la montaña,

De la luna el sello

 

Como nadie había reparado en el título, que ya menciona de manera directa la forma de un vuelo de gansos salvajes, lo dejé pasar, ya que, durante la sesión colectiva de comentarios, lo estuve escuchando, pero sin tener el texto escrito ante mis ojos.

La expresión del primer verso «un vuelo de gansos salvajes» que compara a un grupo de gansos alineados en el cielo con una serie de signos gráficos, ya fue forjada en China, luego pasó a la literatura japonesa y, en las composiciones de waka sobre el tema «gansos», se usa a menudo. Como comparamos un vuelo de gansos salvajes con una serie de signos gráficos, la idea original de estos versos era comparar también la luna con un “sello”. Si admitimos que la luna roja y redonda se corresponde con un sello redondo impreso con tinta bermellón, es un juego de espíritu refinado asociarlo con un vuelo de gansos salvajes. La frase “un vuelo de gansos salvajes” es bastante común, pero no hace falta decir que en ningún verso el número específico utilizado para contar un vuelo (hitotsura) de pájaros también recuerda a una columna (ichigyô) de signos gráficos. Por otro lado, no sé si “al pie de la montaña” tiene un significado particular aquí, pero si lo tuviera, ¿no sería lógico pensar que forma parte del paisaje de una pintura? Sin embargo, prefiero considerar que no tiene un significado particular y tomarlo como un simple enlace para conectar el principio y el final del poema. Si desarrollamos este “espectáculo”, entonces sería necesario imaginar a los gansos y la luna en medio de un inmenso cielo, que se observaría de abajo hacia arriba, con la cabeza inclinada hacia atrás; y con la luna ahí, el efecto en la comparación dejaría de ser pertinente. Pero, si la luna roja aparece sobre un lugar bajo, cerca del pie de una montaña, es mucho más evidente el pensar en un sello.

Por cierto, durante mucho tiempo se usaron sellos redondos ocasionalmente, y personas como Ogata Kôrin los usaron mucho.

 

Notas del traductor y las fuentes

El poema original escrito en kanji es:

(Tomado de Rodríguez-Izquierdo Gavala, F.

El haiku japonés y su traducción. F. Juan March, 1972)

– Con respecto a este haiku en el que Buson juega con el texto, la polisemia e incluso con la grafía de los kanji, se han pronunciado diversos traductores. Varían incluso en la primera traducción al romanji tanto en el primer verso como en el tercero, ya que a veces podrían escribirse términos diferentes con los mismos caracteres.

Por ejemplo:

*Emmanuel Lozerand, el traductor al francés, comenta de forma directa la entrega de Shiki. Recuerda que “el idioma japonés utiliza <números específicos> para contar cada tipo de objeto. Así, hitotsura designa un vuelo de pájaros, e ichigyô una columna de signos gráficos. Sin embargo, estos dos términos se escriben, dependiendo de la circunstancia, con los mismos caracteres <un> e <ir, columna>:  一 行 ”

 

Él lo traduce tal y como ya se ha reproducido en la entrega:

Hitotsura no

Kari ya hayama ni

Tsuki o shirusu

 

Un vuelo de gansos salvajes –

Al pie de la montaña,

De la luna el sello

 

 

*Seiko Ota, en su libro “José Juan Tablada: su haikú y su japonismo (Fondo de cultura económica, México DF, 2014)” establece semejanzas de un poema de Tablada con unos haikus de Sora y el que estamos tratando de Buson. Hace referencia a un texto de P.L. Couchoud, que Tablada habría leído, titulado Sages et poètes d’Asie (Sabios y poetas asiáticos)

En ese contexto afirma literalmente:

Al leer este otro poema nos damos cuenta de la semejanza que tiene con el de Sora y el de Buson; los dos están incluidos en Sages et Poètes d’Asie y Couchoud explica así:

…Luego es puesto en su ámbito natural. Su movimiento sólo es retenido; tan sólo es una pincelada en un cuadro. …

…El vuelo de los gansos salvajes:

 

Una línea de gansos salvajes

Se desvincula por encima del pico aislado

En el claro de luna

                                                         .Buson”

Y continúa Ota:

“… el de Buson:

lkko no kari ya

hayama ni tsuki

wo insu

 

Va una banda de gansos en una línea

al extremo de la montaña

sellan la luna.

Tsuki wo insu («sellar la luna») es una expresión que compara la luna llena -aparecida al extremo de la montaña- con el sello de caligrafía. En el haikú tabladiano el ave no es chorlito ni ganso, sino golondrina, y su número es singular, mientras que en los haikús de Sora y Buson es plural; además, el movimiento del ave es diferente en éstos. No es que el haikú tabladiano sufriera influencia de estos dos haikús directamente; más bien, habiéndolos conocido en Sages et Poétes d’Asie, Tablada compuso el suyo aprendiendo que en el haikú podía describir con sólo un movimiento a un animal: en este caso, un ave”.

*Finalmente, es Rodríguez-Izquierdo Gavala F., quien en dos ocasiones traduce y comenta este haiku de Buson. La primera de ella en su célebre EL HAIKU JAPONES. HISTORIA Y TRADUCCION. Evolución y triunfo del haikai, breve poema sensitivo (Publicaciones de la Fundación Juan March, Madrid, 1972, p. 321) y en él, el profesor refiere literalmente:

“Ichigyoo / no                                                  Una línea / ( = poses.)

kari / ya / hayama / ni                                  gansos salvajes / : / pie de

                                                                                la colina / en

tsuki / wo / insu                                               luna / ( = obj. dir.) / sella

 

Línea de gansos en vuelo;

al pie de la colina,

la luna puesta por sello.

                                             .Buson

 

«Ichigyoo» se refiere a una línea de escritura, que en japonés es de arriba hacia abajo. Los gansos no están volando pues en posición horizontal; han dado, la vuelta y vuelan hacia abajo, pero todavía por encima de las colinas y la luna. Los gansos escriben como un verso en el cielo. La luna queda como una nota en rojo, como el sello del artista al pie del cuadro. El artista japonés firma con su sello rojo.

Quién pone el sello de la luna es algo que no dice el poeta, y queda enteramente a la imaginación del lector. Buson ha visto aquí en la naturaleza no solamente el tema de un cuadro, sino el cuadro ya acabado.

Sobre la construcción «in-su», cf. «ryoo-su» (hk. 43).”

 

Y más recientemente, el 23/11/2014, en la web hermana paseos.net, en un artículo titulado El haiku español: ¿injerto o trasplante?, El profesor Rodríguez-Izquierdo dibuja sobre el haiku que tratamos y lo vuelve a comentar del siguiente modo:El haiku de Buson (1) dice así:

 ichigyoo no

kari ya hayama ni

tsuki wo in-su

 

Línea de gansos

en vuelo; al pie del monte

la luna es sello.

                                       (Traducc. mía)

 

Ocas en línea.

La luna en la ladera

hace de sello.

                                             (Traducc. Antonio Cabezas)

 Representamos gráficamente la escena descrita (2). «kari» son los gansos u ocas salvajes, que vuelan en línea, la cual es comparable a una línea -«ichigyoo» (3)- de escritura vertical, como puede ser la del haiku japonés, que suele escribirse en una sola línea de caracteres. Cada carácter sería un ave de esa sarta. La luna, rojiza y redonda, pone un sello en la ladera del monte contiguo a esa línea poética, así como el haijin imprime su sello personal al pie de su obra. Diríamos que aquí la naturaleza copia al arte, como en digno tributo de reciprocidad.

Buson, pues, que era poeta y pintor, asimila aquí el haiku a una pintura: «ut pictura poesis», reza nuestra tradición, en forma de adagio latino.

Por no omitir un par de notas, aquí las expreso. La primera: el haiku de Buson, siendo admirable, cuenta seis sílabas en el tercer verso, pues cuentan como silabas los segmentos fónicos que transcribo con mayúsculas, incluida la -n (nasal implosiva): t s U k I w O I N s U. La segunda nota es que la traducción de Antonio Cabezas me parece mejor que la mía”.

– Sobre Ogata Kôrin, se han referido comentarios en las entregas 20 y 27 del 1 y 8 de junio. En ellas se decía que Ogata Kôrin (1658-1716) es uno de los más grandes pintores japoneses. Entre otras muchas exquisitas obras, es famoso especialmente por su “Biombo de los Iris”. “Kôrin gashiki”, el álbum citado en la entrega 27, fue publicado en 1818, un siglo después de su muerte. Se trata de un estudio sobre su estilo, realizado Aikawa Minwa (1806–1821), pero no todo lo que reproduce son las propias obras originales de Kôrin. Para ver (e incluso descargarte) este libro que tenía, comenta y tanto hacía disfrutar a Shiki, puedes clicar aquí (para verlo en otro formato puedes clicar aquí). Si quieres ver y/o descargarte otra obra de Aikiwa Minwa sobre Kôrin (Ehon Kôrin, en castellano “Libro Ilustrado de Kôrin”), puedes clicar aquí.

– Sobre el sello rojo en Japón, Shiki aclara que, si bien los artistas suelen firmar siempre con uno cuadrado, muchos, entre ellos Kôrin, lo hacían a veces con uno redondo. Y por abundar en esto del sello japonés, podemos decir que supone la firma oficial en Japón para todo tipo de documentos, y se llama hanko. En Japón no es frecuente el empleo de firmas tal y como es costumbre en occidente. En su lugar se emplea un sello denominado hanko, que normalmente lleva impreso el apellido de su poseedor escrito en kanji.

Uno puede comprar estos sellos en cualquier papelería e incluso en cualquier tienda de 100 yenes, similares a las tiendas de “todo a un euro”, esto al menos si uno tiene apellido japonés y que sea más o menos conocido. Sin embargo estos hanko, no pueden ser empleados para algunas transacciones importantes como por ejemplo comprar un coche o una casa. Su precio tan reducido se debe a que son producidos en serie. A estos sellos de uso cotidiano los denominamos mitome-in (acuse de recibo). Pero, debe tenerse en cuenta que al estar destinados a cumplir las funciones de una firma debe dificultarse la reproducción del mismo.

Para el uso oficial se requiere registrar el hanko en la municipalidad donde uno vive. Este hanko pasa a denominarse jitsu-in (real, verdadero).

Mientras el hanko (o inkan) es un sello relativamente pequeño, con la forma oval o a veces redondo que se usa para hacer contratos u otros tipos de documentos, el rakkan (rakkan shirushi) es un tipo de sello oriental, relativamente grande y con una forma cuadrada. No se usa para hacer documentos ni en negocios. Se usa en tanzaku shikishi (tiras de papel de color), shodô (caligrafía) o pintura sumi-e, etc. por los artistas. Los más tradicionales son labrados en la base de una piedra de mármol (en forma de pequeña columna, un prisma cuadrangular alargado) por un artesano.

La tinta usada se llama Syuniku. Syu (Syu iro) es un color importante en las culturas orientales. Se puede encontrar en los edificios de santuarios sintoístas, o por ejemplo el Torii de Miyajima. Niku significa carne, pero ¡ojo! la tinta Syuniku no es comida y contiene productos químicos y metales que no recomiendan su ingestión. Syu (Syu iro) es un color resultado de la sabia mezcla del rojo y el amarillo.

Los Kireji

Los Kireji son palabras que en japonés provocan explícitamente un corte gramatical y de contenido en un haiku y no tienen un equivalente directo en otros idiomas.

Según Inahata Teiko, Presidente de la Asociación Japonesa Tradicional Haiku, el kireji es la tercera condición básica en el haiku tradicional, y su función puede ser difícil de definir.

Se coloca normalmente en el extremo de uno de los tres versos. Dependiendo de la posición puede indicar una pausa, tanto gramatical como de sentido, y puede prestar un sabor emocional a la frase que lo precede.

Cuando se coloca al final del poema, el kireji atrae al lector de nuevo al principio, iniciando un patrón circular. Colocado dentro del poema un kireji realiza la función paradójica de corte y de unión; establece una correspondencia entre las dos partes que separa, lo que implica una comparación implícita entre los dos elementos separados.

 

Fernando Rodríguez-Izquierdo en su libro “El haiku japonés. Historia y traducción” dice con respecto a los kireji : “(…) es una especie de puntuación poética que tiene el fin de señalar o poner énfasis en los estados anímicos del poeta (…)”

 

Los kireji más conocidos

 

ya: Expresa admiración, incertidumbre, interrogación. Suele aparecer al final del primer verso. Da énfasis y divide al poema en dos partes que se yuxtaponen e inevitablemente se unen:

 

 

Haru-kase / ya

Tooshi / wo/ dakite

oka / ni / tatsu

 

Viento de primavera:

con todo mi coraje,

erguido en la colina.

Kyoshi

 

(Pág. 410, “El haiku japonés” Fernando Rodríguez-Izquierdo)

 

 

Otras veces el kireji “ya” da al verso una sensación de suspensión, como cuando ponemos puntos suspensivos.

 

Osoki / hi / ya                               Lento / día / :

kodama / kikoyuru                       eco / oírse

Kyoo / no / sumi                           Kyoto / (=poses.) / esquina

 

El lento día;

ecos que se escuchan

por las esquinas de Kyoto.

Buson

 

 

(Pág. 316, “El haiku japonés” Fernando Rodríguez-Izquierdo)

 

 

kana : indica el asombro del autor por el objeto, la escena, el lugar, o el suceso. Por lo general se puede encontrar al final de un poema. Da énfasis a las palabras que lo anteceden.

 

 

osoki hi no                         Los días lentos

tsumorite, tôki                    se apilan, evocando

mukashi kana                    un viejo antaño

Buson

 

(Pág. 67, “Jaikus inmortales” de Antonio Cabezas)

 

 

keri : Sufijo de verbo. Antigua forma de pasado. Muestra el paso del tiempo y su emoción consiguiente. Con frecuencia aparece al final del haiku.

 

Hana / no / kage                       Flor / (=poses.) / sombra

aka no / tanin / wa                   completo / extraño / (tópico)

nakari / keri                               no hay / (final)

 

A la sombra de los cerezos en flor,

personas del todo extrañas

no hay ya.

Issa

 

(Pág. 362, El haiku japonés” Fernando Rodríguez-Izquierdo)

 

 

Un ejemplo donde aparece en mitad del haiku.

 

            Ooyuki / to / narikeri / seki / no / tozashidoki

Se levanta

gran tempestad de nieve

al tiempo de cerrar la barrera

Buson

 

 

 

Otras palabras de corte:

 

“Ka”: Al final de una frase indica una pregunta.

“-ramu” : Sufijo verbal que indica probabilidad.

“-ran”: Igual que el anterior

“shi”:   Sufijo de adjetivo; generalmente se usa para poner fin a una cláusula.

“-tsu”:  Sufijo verbal; presente perfecto.

«nari»: y otras kireji añaden sentimientos del autor en el haiku.

 

 

© Isabel Pose, 2019

 

Haiku 8

うぐひすや賢過たる軒の梅

uguisu ya kashiko sugitaru noki no ume

 

El ruiseñor

se cobija sabiamente

en las ramas del ciruelo.

 

La flor del ciruelo (ume) es uno de los elementos de referencia en el Japón tradicional, cuyo color rosado florece a mediados de febrero, simbolizando el comienzo de la primavera junto al año nuevo japonés (según el calendario lunar). El árbol (más cercano a la familia del albaricoque) y su flor son motivos recurrentes en numerosas obras pictóricas del Japón feudal y no pasa desapercibido para un poeta –y pintor- como Buson. De hecho, el título previo nos avisa: leyenda, motivo para un cuadro. A menudo la flor del ciruelo rodeaba las aldeas y los templos, con diversas tonalidades, desprendiendo un aroma delicado.

La curruca o ruiseñor japonés (ugüisu) está relacionado directamente con la flor del ciruelo (ume), tanto en la poesía japonesa tradicional como en pintura (recordemos que Buson también fue un pintor reconocido). Ya en la conocida antología “Man’yôshû” -siglo VIII- aparecen estrofas poéticas con el ruiseñor y el ciruelo como protagonistas, simbolizando la estación del año (el fin del invierno y el comienzo de la primavera, es decir, del año nuevo).

Onitsura inmortalizó esta asociación con un haiku:

鶯や梅にとまるは昔から 

[Uguisu ya ume ni tomaru wa mukashi kara]

El ruiseñor/ posado en el ciruelo/ desde tiempos antiguos.

 

Regresando a nuestro poema, existe una ancestral leyenda conocida como “Ôshukubai” (“Ciruelo, hogar de ruiseñores”) la historia nos dice:

Bajo el mando del Emperador Murakami (946-967), se secó una vez el ciruelo del jardín del palacio imperial. Dolido por esta circunstancia, mandó buscar otro que pudiese sustituirlo. Los súbditos encuentran uno en el jardín de un poderoso noble, y consiguen trasplantarlo.
Sin embargo, pronto descubre el Emperador una hoja de papel atada en una rama del mismo árbol, con un poema firmado por la esposa del noble, que dice así:

Acato su ley, como súbdita que soy.
Pero ¿qué les respondo yo a los ‘ugüisu’ de mi jardín
cuando me pregunten
por su hogar amado?

El Emperador devuelve el árbol (un ciruelo rojo) para que los ruiseñores siguieran disponiendo de un hogar.

 

El haiku en Cuba

UN POCO DE HISTORIA: LA RELACIÓN ENTRE CUBA Y JAPÓN

El primer grupo de japoneses llegó al archipiélago cubano a mediados del siglo XVII. Relata la historia que el 23 de Julio de 1614 el samurái Hasekura Tsunenaga, con un grupo de 180 japoneses desembarcó en la Bahía de La Habana bajo órdenes del señorío de Sendai, Masamune Date. El principal propósito de estos japoneses que andaban de paso, era establecer un comercio directo entre Japón y México y tras una corta estancia en Cuba se dirigieron a España.

Pero esta no sería la última visita que recibiría Cuba por parte de los samuráis del lejano oriente. En el registro migratorio del “Diario de la Marina” está inscrita, en 1898, la llegada de Y. Osuna, el primer japonés que emigró a la Isla, llegando a bordo del vapor “Orizawa”, desde México.

Asimismo, en 1908 llegó otro emigrante japonés a la Isla de la Juventud, su nombre era Misaro Miyaki, un okinawés que llegó a La Habana desde México. Y es que, ya para 1914 el número de inmigrantes japoneses rodeaba a las 130 personas. Se establecieron por todo el país, pero principalmente en la Isla de Pinos.

Sin embargo, fue entre 1924 y 1926 cuando se registró un aumento significativo del número de inmigrantes japoneses a Cuba. Durante esta época, una compañía de viajes titulada “Oversea” se encargó de facilitar el tránsito hacia la mayor de las Antillas.

La emigración japonesa a Cuba estaba compuesta básicamente por hombres, muchos de los cuales formaron familia con mujeres cubanas y se adaptaron a la vida cotidiana de la Isla. Los primeros japoneses asentados en la Isla se dedicaron a la administración de pequeños negocios u otras actividades. Durante la década de los años veinte, llegaron contratados para ejercer labores agrícolas en los cultivos de caña de azúcar como braceros.

Llegaron a establecerse en 46 sitios de las seis provincias cubanas trabajando fundamentalmente en tareas como la agricultura, las minas, la industria azucarera, la pesca, la mecánica y los servicios.

Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial la emigración japonesa se paralizó y los radicados en Cuba fueron detenidos en campos de concentración en La Isla de Pinos y en La Habana desde 1942 hasta 1945.

 

Entre las manifestaciones de las relaciones interculturales cubano-japonesas podemos citar algunos artistas nipones que trabajaron en Cuba:
Kokichi Shimizuentre, artista circense, estuvo trabajando en la isla entre 1911 y 1920. Mokutaro Kinoshita (1885-1945, en 1939 se divulgaron en Japón dibujos suyos que complementaban el ensayo “Viaje a Cuba”, sobre sus impresiones de la visita a esta isla. Estos dibujos se tienen como los primeros de factura nipona sobre paisajes cubanos; sus títulos son: La Habana, Restaurante Florida, Vendedor de periódico, Llanura de las afueras de La Habana y La noche de La Habana.
Hiroshi Kambara (1892- 1970). Ingresó a la Academia de San Alejandro, escuela de pintura de la Habana, en 1916. Durante su paso por la Habana se relacionó profesionalmente con Manuel Cortina, secretario del entonces presidente del país y posteriormente Secretario de Estado, y que luego devendría su mecenas. Cortina le propuso ejecutar un proyecto en su hacienda de Pinar del Río que fuera representativo de la cultura nipona.
De esta forma, allí dirigió una obra de alto sentido estético que incluyó un lago artificial, muelles y pasos en forma de arco sobre los arroyos, una piscina techada junto al río, fuentes, estanques, esculturas, jardines, glorietas, bancos, jaulas para aves, sitio para baños medicinales, y una casa japonesa para la ceremonia del té con la finalidad de alojar las colecciones de arte que Cortina atesoraba. El artista dibujó 10 cuadros de paisajes campestres y costumbristas de Japón en las puertas corredizas de aquella cabaña, algunas se conservan en el Museo Provincial de Pinar del Río. La obra se llevó a cabo entre 1920 y 1940 por artesanos cubanos y un constructor japonés de apellido Nakagawa. En la actualidad, la Hacienda Cortina en Pinar del Río conserva su diseño, símbolos y estatuas con técnicas japonesas.
En 1922, la VII Exposición de Arte de Kobe incluyó dos de sus obras realizadas en la IslaLas afueras de La Habana y el Bohío de María. Desafortunadamente, ambas desaparecieron durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial a esa ciudad portuaria.
Tamiji Kitagawa (1894- 1989, Tetsuo Hama. o Tsuguharu Foujita fueron otros pintores japoneses que también trabajaron en la isla.

Además de la pintura, diferentes manifestaciones socioculturales como las artes marciales japonesas, especialmente el judo, o deportes como el béisbol fueron compartidos por cubanos y japoneses a lo largo de todos estos años.

«La migración de japoneses a Cuba fue escasa con relación a otros países, pero lo que sí ha sido relevante es el ejemplo que nos inculcaron de sencillez, honestidad, honradez, espíritu de sacrificio y amor al trabajo y a la patria», expresó recientemente Francisco Miyasaka, presidente del Comité Organizador del Aniversario 120 de la Migración Japonesa.

 

EL DESARROLLO DEL HAIKU EN CUBA

El término haiku ( haikai) aparece por primera vez en el país de la mano de Eduardo Benet y Castellón (1879-1965) escritor cubano que destacó principalmente en el campo de la poesía.

 

En la mar dormida

un tamiz de agua

los luceros criba.

 

En dos de sus obras, “Ensayo de haikai antillano” y “Un jabuquito de haikais”, Benet fue el primero que relacionó el breve poema japonés con uno de los escritores y políticos más importantes de Cuba, José Martí.

Según Benet, la obra de Martí está llena de fragmentos, que si bien no llegan a ser haikus, están impregnados de su esencia.

 

Vuela el polen…

se aparejan las ramas;

busca el sol las hojas

 

Años más tarde, Samuel Feijóo (1914-1992) conocido por su poesía y narrativa, así como por su trabajo como crítico, traductor, dibujante y pintor, dedicó un extenso y completo ensayo al haiku, “Asuntos del haikú”

 

Tarde de Otoño

Truenos enormes.

Camino frío.

Granizo con un tambor.

 

En este ensayo, Feijóo hace un recorrido por el haiku japonés, que él mismo había traducido, relacionándolo con poemas de escritores españoles y latinoamericanos. Según su opinión, en Cuba muchos escritores y poetas habían insertado haiku en sus obras aunque no fueran conscientes de ello ni conocieran esta forma japonesa: Martí, Dulce María Loynaz, Miguel Barnet, etc.

Fue el primer autor en abrir el camino del haiku en tierras cubanas.

 

Nicolás Guillén (1902-1989) afamado poeta cubano, también incursionó en el mundo del haiku. De su autoría es

Sola, en su jaula mínima,

dormitando,

La pajarita de Papel.

Y lo mismo sucede con otros autores:

Inútil ocultarlo.

El gato deshace la noche

de un salto.

Ana Rosa Núñez

El toro de Guisando

no pregunta cómo ni cuándo,

va creciendo y temblando.

José Lezama Lima

Los gallos cantan.

Miden de pico a pico

la madrugada.

Jesús Orta Ruiz

Aire de otoño,

cuando quedan los árboles

en pura forma.

Eugenio Florit

Cactus resplandecientes

con una flor en cada espina.

Nancy Morejón

 

Pero a pesar de estos intentos de aproximación al haiku japonés, en Cuba no se comenzó a profundizar en éste hasta bien entrado el siglo XXI gracias a estudiosos y haijines cubanos que están realizando una gran labor didáctica y divulgativa de este género.

UNA MUESTRA DEL HAIKU CONTEMPORÁNEO EN CUBA

Existe un nexo común a todos los autores cubanos: el amor por su tierra, por la exótica naturaleza que les rodea. Aunque las estaciones no son tan marcadas como en Japón, el cubano logra plasmar en sus versos la explosión de colores de la primavera, el bochorno tropical del verano, la humedad del viento otoñal o el frío y el gris del invierno.

Con una fauna y flora únicas, los haikus cubanos están repletos de mangles, zunzunes, ceibas, vicarias, majaguas, totíes, y un sinfín de sonidos, colores y aromas isleños.

Es de destacar el entusiasmo y esfuerzo con el que un puñado de hombres y mujeres están dando a conocer esta forma literaria japonesa en tierras cubanas, llevando a cabo charlas, talleres, encuentros y certámenes, no sólo dedicados a los adultos, sino también a niños y adolescentes que descubren poco a poco el camino del haiku.

A continuación pueden disfrutar de una selección de autores contemporáneos:

De especial relevancia es la aportación del profesor Jorge Braulio Rodríguez Quintana (La Habana, 1950) Escritor, pintor y poeta cubano, es decano de la Facultad de Artes Plásticas y Facultad de Artes Visuales de la Universidad de las Artes (ISA). A través de su labor de investigación y traducción, la impartición de talleres, y su propia cosecha de haikus, ha logrado que en Cuba se reconozca este género y que cada vez tenga más seguidores. Además de ello, su esfuerzo ha permitido conocer el trabajo de numerosos autores cubanos en el resto del mundo.

Es autor de una selección y traducción de senryus del norteamericano Richard Wright, publicada por la editorial Arte y Literatura y del libro de haikus “Todo en Tres líneas”, publicado por la editorial Gente Nueva. Ha impartido talleres y conferencias sobre el haiku en Suecia, Bolivia, Brasil y Cuba.

Integrante del equipo redactor de la gaceta de haiku “Hojas en la acera” es considerado “el maestro” por sus compatriotas haijines.

Todo aquel que desee aprender y empaparse del haiku escrito en Cuba puede visitar su blog “En clave de haiku” https://enclavedehaiku.cubava.cu/

 

Seco maizal

Una vaca lamiendo

a su ternera

 

Rallo en silencio

el par de zanahorias

Relampaguea

 

Leve, la sombra

de la nube a través

del campo en llamas

 

Mierda en las hojas

Abandonaron el nido

los zunzunes.

 

Amarillean

los calabazares

Un diente menos

 

Mar invernal

Retrocede el palomo

ante la ola

 

Cielo sin nubes

Limpia sus viejos zancos

el saltimbanqui

 

 

Yulier Canuto Pérez (Mella, Santiago de Cuba, 1980). Narrador y poeta. Licenciado en Cultura Física y Deportes. Es miembro de los Talleres Municipal y Provincial de Literatura. Autor del libro “Páginas de otoño” (Ediciones Santiago, Cuba) Es además promotor de la Peña Literaria “Pensar en Haiku” de la Biblioteca Municipal Abel Santamaría en el municipio y provincia de Santiago de Cuba que se encarga de organizar el certamen internacional de haiku “La luna roja”.

 

El sicomoro

En la próxima luna

No tendrá flores.

 

Apenas tiemblan

Entre el agua y las nubes

Dos o tres hojas.

 

Majagua azul

A la hora exacta llegan

Los dos zumbetes.

 

Siempre camino

Olvidado de todo

Entre los robles.

 

El cocodrilo

Abriendo más la boca

Bajo la luna.

 

Vas por la senda

Callada de los lirios

Luna de otoño.

 

Ahora que hace frío

La guácima se cubre

De varias garzas.

 

 

Mayra Rosa Sorís Santos (Santa Clara) Licenciada en Educación Informática, reside en Santa Clara, Villa Clara. Le apasiona el haiku y participa en los foros de haiku por internet: “El Rincón del Haiku” y “Paseos.net” Obtuvo el segundo premio en el III Concurso Internacional de Haiku “La Luna Roja”

 

alba invernal

en el polvo de tiza

huellas de gato

 

llueve con sol

sobre el pañal tendido

la mariquita

 

claro del monte

cabecea el chivito

tras su madre

 

desayuno

el primero que se arrima:

un gorrioncillo

 

nubarrones

tiñosas en ruedos

y no llovió

 

amanece

entre ramas del mamey

cachos de luna

 

tarde de otoño

las hojas del caimito

loma arriba

 

José Antonio Martínez Coronel: Nacido en Güines, provincia Mayabeque, el 20 de septiembre de 1966, es licenciado en Lengua y Literatura Francesa (Traducción e Interpretación) por la Universidad de La Habana. Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

 

El canto del guineo,

en medio del valle,

hace más profunda la noche.

 

Una garza sobre los techos;

los hombres

ante el fogón.

 

Fin de año.

Las hojas caen

en el silencio.

 

Este cayo,

bajo el cielo estrellado,

diminuto planeta.

 

El pino,

siempre con hojas

siempre perdiéndolas.

 

Bruma del agua.

Arena que la lluvia

sacudió al fondo del mar.

 

Lánguida casuarina

sobre el mangle

bajo las nubes.

 

 

Rafael Jorge Carballosa. Nació el 24 de febrero de 1975 en San Germán, Holguín, Cuba. Entre 1993 y 1998 cursó hasta el quinto año de Licenciatura en Filología en la Universidad de La Habana. Desde el 2010 preside la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en la Isla de la Juventud y dirige La Casa del Joven Creador. Ha publicado textos poéticos en la Revista Caimán Barbudo (AHS), Videncia (Ciego de Ávila) y Carapachibey (Isla de la Juventud).

 

El marabú.

También a sus espinas

moja el rocío.

 

Junto a la cerca

una vaca ha rumiado

toda la noche.

 

Riega las fotos

el viento de Diciembre

sobre la mesa.

 

Últimos rayos

del sol en la ventana.

Juegan los niños.

 

Quién paseará

al perro del ausente

por el jardín.

 

Todo está oscuro

pero sabes que el mar

aún sigue allí.

 

Bajo la cama

el par de botas viejas

del forastero.

 

Yordán Rey Oliva (Ciudad de La Habana, Cuba, 11 de Agosto de 1982) Poeta y narrador, tiene publicados: “Teresa Valdés del Pueblo de Quita y pon” (Literatura para niños y jóvenes. Unicornio, 2016); “El caserón de la curva” (Literatura para niños y jóvenes. Áncoras, 2017); “El Asteroide B600” (Literatura para niños y jóvenes. Unicornio, 2018); “Cantar del niño nunca robado” (Poesía, 2018) y “Grutesco” (Novela, editorial. Capiro 2019). Textos suyos pueden ser encontrados además en diversas publicaciones periódicas y antologías

 

Día de la Candelaria

alguien podando

las ramas del pino.

 

Amanecer

devuelve el oleaje

tres marpacíficos.

 

Risas apagadas

con flores de majagua

ellas lavándose el pelo

 

Sobre el sillón de mi madre

ya no da el sol.

Fin del verano.

 

Casa en ruinas

en el pozo sin brocal

crecen los helechos

 

Noche invernal

el farol del cementerio

bajo la llovizna.

 

Madrugada.

ya son seis

las mariposas del techo.

 

 

José Manuel Rodríguez Quintana (La Habana) Sus haikus han merecido reconocimientos en diversos certámenes, entre los que se encuentra ser ganador del VII Concurso de haiku de la Facultad de Derecho de Albacete, primer premio al mejor haiku individual, en el II Concurso de Haiku Ciudad de Medellín 2014 donde también obtuvo una mención a la mejor colección. También ha sido seleccionado en el Concierto de haiku Los Cuatro Elementos, Ser Agua.

 

 

sol en las cañas

sobre el agua del tinajón

un sapo inflado

 

titila a ratos

un hilo de araña

que pende del flamboyán

 

día de lluvia

nadie con quien hablar

ni a dónde ir

 

al pie del plátano

temblequeando un pichón

lleno de hormigas

 

Año Nuevo

hoy regalé un gladiolo

a alguien que no conozco

 

altar mayor

sólo murciélagos

después del fuego

 

Puente en penumbras

Un ramo de girasoles

llegando al mar

 

goteando lluvia

a trechos el gorrión

alza el mendrugo

 

Alberto Armenteros (Jaruco)

 

calabazar

atraviesa el cercado

un tallo tierno

 

patio en calma

echó una flor la piña

entre guijarros

 

Un triplaris florecido:

desde sus ramas sin hojas,

el canto de dos zorzales

 

sopor diurno

un cangrejo ermitaño

entre mis pies

 

cielo cerrado

el zorzal mira al viejo

antes de irse

 

nada me dicen

las olas de este mar

hondo respiro

 

Aida Elizabeth Montanarro Torres (La Habana) Es licenciada en Cibernética Matemática y miembro del Grupo de Creación Literaria Expedición. Ha recibido premios y menciones en el género cuento y su poesía ha sido publicada en “Instantes como islas” (haiku), por el Grupo Expedición, Ediciones Latin Heritage Foundation, 2012.

 

Sol naciente.

Aún cubre la neblina

el arrozal.

 

Rayos de sol

sobre el banco del parque.

La fuente seca.

 

Tarde de agosto.

El gato duerme

junto al nido vacío.

 

Rachas de huracán.

La hojarasca del patio

tras los sillones.

 

Trillo enlodado.

Chillidos de lechuza

en la arboleda.

 

Laurel del parque.

Entre las quietas ramas

fulgor de luna.

 

Maleza húmeda.

Arrastra el viento

aroma de azahar.

Lázaro Orihuela Martínez (Batabanó) Licenciado en Estudios Socioculturales. Miembro de los dos reconocidos foros de haiku Paseos.net y El Rincón del Haiku. Ha colaborado con la gaceta “Hojas en la Acera” y participado en varios kukai de dicha publicación. Fue incluido en el “Concierto -Ser Tierra-“organizado por “Fundación Zen Montaña de Silencio” Ha publicado en la revista “Haiku & Haibun Magazine”. Mantiene activo el blog de Haiku-Dô: “Decir la Nada” http://decirlanada.cubava.cu/ Es creador del foro -Tu Zona Haiku- http://somostuzona.nat.cu/comunidad/index.php. Es además el organizador del Primer Concurso Internacional de haiku “Senda del Sur”

 

Brisa.

En un mangle seco

el cascarón de una chicharra.

 

Meses sin lluvia.

Descargo la leña

al lado de las vicarias.

 

Puerto pesquero.

Bajo la raya muerta

escaramujos.

 

Costa quemada.

Recojo entre el vapor

unas semillas.

 

Zanjas de San Vicente.

En la brisa el olor

a estiércol de vaca.

 

Atardece.

Por el cabo de amarra

fila de hormigas.

 

 

Jardín del bohío.

Entre el racimo de fongo

un nido de tojosas.

 

 

Idalberto Tamayo (ciudad de Manzanillo, Oriente, 1952) En la década de los 90 comenzó a escribir poesía y participar en concursos auspiciados por la Facultad de Ciencias Médicas de La Habana, obteniendo premios en los géneros de paremias, cuento y poesía a nivel municipal y provincial. Actualmente vive en Estados Unidos y desde el año 2017 practica el haiku.

.

Vuelo de gallinuelas –

Tiembla la luz

en el pantano

 

Salto de agua

Canta el tocororo

cerca del curujey

 

Gotean las hojas

No han salido esta noche

los caracoles

 

Termina el alba

Posado en un cardo

canta el jilguero

 

Sauces del río

Silbando muy cerca

el petirrojo

 

Hormigas bravas

Con un palito el niño

empuja la oruga

 

Luna llena

Con hojas y sin hojas

la bibijaua

 

 

 

María Elena Quintana Freire (La Habana, 1968) Graduada en Ingeniería en Control Automático. Ha impartido talleres literarios para niños en La Casa de La Poesía en La Habana Vieja. Ganadora del premio de poesía nacional de Haiku “El vuelo del Samandar” , 2012, del primer premio de Haiku de la Universidad de Albacete ( 2012), del tercer lugar del premio Farraluque en cuento (2015), y del Accesit Félix Pita Rodríguez de literatura infantil (2015). Fue mención en el X Encuentro de Estudios Literarios (La Habana, 2015). Se incluyeron algunos de sus cuentos y poesías en la antología infantil Mis escritos (Editorial Mis escritos, Argentina, 2015) Es co-autora de “Instantes como islas” y ha publicado para los niños “Carmicuentos de Maruka” (Ediciones Montecallado, 2016).

 

Luna en el río.

El olor a jazmín

de la otra orilla.

 

Sopor de agosto.

Un limón ha caído

en los tablones.

 

Patio inundado.

Canta una vieja copla

mi abuelo ciego.

 

Se ha detenido

en el claro de luna,

un cangrejo.

 

Diez campanadas.

Las flores del framboyán

siguen cayendo.

 

Hierba marchita

La sombra del pescador

quieta en el río

 

 

 

Rafael Álvarez Rosales (La Habana, 1983). Graduado de Letras.

 

 

Truena, y salen

de sus guaridas

tres jicoteas.

 

 

Aguacero.

Tirita el cundeamor

ante la bruma.

 

 

 

 

Lázaro Alfonso Díaz Cala (La Habana, 1970) estudió Contabilidad, profesión que desempeña desde 1988 en el Sistema Bancario Cubano. Es además poeta, narrador y compilador; miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y fundador del Proyecto de Creación Literaria Expedición y del Proyecto de Haiku Monte Yoshino.

Textos suyos han sido incluidos en publicaciones periódicas y en diversas antologías de narrativas y poesía, en Cuba y el extranjero. Ha sido premiado en numerosos concursos nacionales e internacionales, como el David de novela, en Cuba, y el Julia Guerra de poesía, en Algeciras, España.

 

Pomarrosas maduras.

Dos tomeguines

cantan al alba.

 

Gotas de rocío.

La leche de la ubre

cae en la vasija.

 

 

Sol intenso.

Un solo pelicano

flotando en la bahía.

 

Mediodía.

En la rama del guayabo

reposa el zunzún.

 

 

Crecido el arroyo.

El tronco del almendro

cierra el camino.

 

 

Tarde nublada.

Entre las dos palomas

vuela un gorrión.

 

 

Una crisálida

aferrada al horcón.

Jadea el perro.

 

 

Maikel Iglesias Rodríguez Pinar del Río, Cuba (1980) Escritor, médico y fotógrafo.

Varias jornadas

se ocultan las espinas

en los zapatos.

 

Abunda el pasto,

no berrean las cabras

ni las ovejas.

 

Vacío establo:

salvo un corcel sudado.

¿A quién relincha?

 

La más endeble

entre todas las casas

provee rosas.

 

Sobre la rama

truncada de la ceiba

se oye un gorjeo.

 

Cantan los grillos,

ya es noche y los cangrejos

voraces tañen.

 

En plenilunio

la bandada de pavos

salta las vallas.

 

Marcel Lueiro La Habana, 1977. Poeta y editor, estudió Periodismo en la Universidad de la Habana.

Cae el moscón

en el vaso de leche.

Estamos solos.

 

No se inmuta,

con el viento de la ciudad,

mi sonajero.

Lucrecia Linares (Consolación del Norte, Pinar del Río)

Río en otoño

Para cruzar el puente

aúpa al niño

 

Cálida noche.

El macao que barrí

vuelve al umbral.

 

liba el zunzún

en la flor que le ofrezco

los dos temblamos

 

vuela al encuentro

de su sombra en el barro

una paloma

 

Sí, lagartija,

nada fuera del círculo

que hacen las aguas

 

La luz del alba…

Un cuerpo que encontró

ya su silencio.

 

qué resplandor

una plumita blanca

en el helecho

 

La fuente al alba:

en el muro un peón

olvidó un guante.

 

mariposa diurna,

¿esta noche también

tú estás insomne?

 

Mucho más joven

que mañana, despierto.

Día de luz

 

Al despertar,

la primera llovizna

de este año.

 

Lester Flores López (La Habana, 1981) Escritor y poeta, es licenciado en Historia, profesor y librero. Entre otros premios, sus haikus han recibido mención en el VI y VIII Concurso de Haiku de la Facultad de Derecho de la Universidad de Castilla La Mancha, en Albacete, España, en 2012 y en 2016, mención en el II Concurso de Haikus de la Biblioteca Manuel Siurot de Huelva, España, en 2013. Premio a la mejor selección cubana en el II concurso Internacional de Haiku “El Vuelo del Samandar” de la Casa de la Poesía de La Habana, Cuba, en 2014. Seleccionado en el Concierto de Haiku Los Cuatro Elementos, Ser Agua y Ser Fuego-Luz, antologado en Haikool, en 2013; en Au fil de l’eau y Jours d’Ecole, en 2014, Editions L’iroli, Francia.

En 2018 este haiku suyo recibió el Tercer Premio al mejor haiku en español en el IV Concurso de Haiku de la librería Haiku Barcelona:

 

El mediodía.

Un caballo bebiendo

lluvia de ayer.

 

Es además editor de Ediciones Yoshino http://eyoshino.cubava.cu/

Su sitio web, “Con luz reflejada”: http://fleures.cubava.cu/

 

Dos en silencio.

En la acera un montoncito

de vicarias.

 

Humareda:

posándose alrededor

las garzas blancas.

 

La lluvia amaina.

Un hombre se persigna

al ver la ceiba.

 

Lavo mis dientes.

Unas pencas marchitas

en la sábila.

 

Otro pollo muerto

entre las rocas.

Vuelo de pelícanos.

 

La tarde yéndose.

Dicen que es olor

a ají quemado.

 

Nochebuena.

En el techito dos gatos

se dan la espalda.

 

 

Miguel González (1976) (Cárdenas)

Largo camino

a la luz de la luna

se hace más corto.

 

Tras la lluvia

la rana vuelve a cantar

sobre el nenufar.

 

Marea baja

sobre las rocas los percebes

se cierran.

 

Las hojas secas

lucen aún más rojas

en el ocaso.

 

 

Raonel Cruz Díaz (Sancti Spiritus) microbiólogo de profesión, escribe haiku, senryu y tanka. Algunos de sus haikus aparecen en el libro recopilatorio del III Certamen de haikus «Jorge Luis Borges» y ha sido el ganador del V Concurso Literario de Haikus «Mundo Escritura» y del II Concurso Literario de Haikus «Al claro de la luna»

 

Asoma el sol,

rojo en el horizonte

sube al camino.

 

La red de araña

alberga en la mañana

gotas de lluvia.

 

En la distancia

sobre olas del mar

haces de luz.

 

Bajo la lluvia

la garza imperturbable

sobre la roca.

 

Las hojas secas

cubren la senda antigua.

Pasos sin rumbo.

 

Ondea el rostro

que refleja el estanque

al caer la hoja.

 

Bajo granizo

llegan en la tormenta

cantos de ranas.

 

Juan Carlos Domínguez Camps (La Habana)

 

Amanecer junto al mar.

La mujer preñada

tararea.

 

En el estante

más alto de la farmacia:

¡un nido!

 

Mañana de abril.

Polvo y gallinas

alza un niño encuero.

 

Encallado,

junto al malecón,

un velo de novia.

 

Noche fría.

Contra el pecho del loco

su jolongo de sobras.

 

Octubre.

Sobre los arrecifes

una muñeca rota.

 

Noche cerrada.

Muestra un relámpago

el camino.

 

Erich Estremera (Ciego de Ávila, Cuba, 1979). Poeta. Ha obtenido los premios de Poesía «Eliécer Lazo», «Mangle rojo»» y «Poesía de primavera», todos en 2007. Ediciones Ávila publicó sus poemarios “Granos de cebada” (2008) y “Fuegos fatuos” (2010). Actualmente reside en Islas Canarias, España.

 

Caído a tierra

el tronco del naranjo.

Racha de viento.

 

Seca la charca,

y un niño lleva aprisa

un balde de agua.

 

No vives solo:

aún cantan los gorriones

bajo tu techo.

 

Rocas sin filo,

adornando la senda

del riachuelo.

 

Vuelo, corte, giro,

y entre las garras del zorzal

una libélula.

 

Sube el ratón

sus crías a las piedras.

Río crecido.

 

 

Miguel Ángel Ochoa Cruz (Palma Soriano, Santiago de Cuba, 1979) Escritor y promotor cultural.

 

Por el estero

la corriente lleva

hojas marchitas.

 

Dentellea el perro,

en una tarde otoñal

vuela el moscardón.

 

Una por una

las patas del ciempiés

van por el trillo.

 

Último intento.

De un salto a otro salto,

el dienteperro.

 

En la bahía

los peces nadan lejos

del alcatraz.

 

Viento de otoño

y hojas que se arrastran

por esta calle.

 

Croa una rana,

al borde de la charca

una libélula.

 

 

Orlando Víctor Pérez Cabrera (Cumanayagua, Cienfuegos, 1950) Maestro titular de Enseñanza Primaria y poeta.

 

La garza pica

granos que va dejando

el campesino.

 

 

Ernesto Hernández Busto (La Habana, 1968) es escritor y traductor. Desde 1999 reside en Barcelona, donde ha publicado varios libros (ensayo, poesía) y numerosas traducciones del inglés, latín, italiano, ruso y francés. Sus tres últimos libros recogen versiones japonesas: “La sombra en el espejo” (Bokeh, Leiden, 2016) “Jardín de grava (Cuadrivio, México, 2017, Godall Edicions, Barcelona, 2018) y “Hoguera y abanico, versiones de Bashô (Editorial Pre-textos, Valencia, 2018).

 

Anzuelo, a veces,

y otras noches guadaña:

luna menguante.

 

Azuzo sombras

mientras la luna duerme

sola en mi cuarto.

 

Camilo José Noa Rodríguez (Gibara, Holguín, 1990)

 

entre las olas

casi descompuesto

flota un perro

 

ya sin carne

huesos de vaca

en el potrero

 

Sinecio Verdecia (La Habana, Cuba, 1974) Poeta, performático, promotor cultural, narrador oral y cantautor, ejerce su labor en la Casa de la poesía de La Habana.

 

Un gato muerto

la lluvia matutina

borra su sangre

 

Tarde nublada

mi vecino ciego

fríe pescado

 

Dalila León Meneses (Sancti Spíritus, 1980). Graduada de Contabilidad y Finanzas en 1998, es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Pertenece al Consejo Provincial de la Editorial Luminaria y trabaja en la Casa de Cultura de Sancti Spíritus como Instructora de Literatura. Ha publicado los poemarios “Sin buenas nuevas”, “Bon Appétit”, “Pop Art Collection, “Antes que amanezca y su libro inédito “Bon Voyage” ha recibido Mención en el Premio de poesía “Calendario”

 

Oscuras ramas

meciéndose en el patio

toda la noche.

 

Brota el jardín

y en sí mismo se pierde

con su maleza.

 

 

Mónica Ramos Pérez. Poeta y narradora. Natural de Gibara, municipio de Holguín. Licenciada en Comunicación Social, ha obtenido multitud de premios en distintos certámenes literarios de países como España, Argentina o Venezuela. En 2014 obtuvo el segundo premio en el II Concurso Internacional de Haiku Samurai Hasekura,

 

Llega la brisa

arrullando la Fūrin

de mi ventana.

 

El haiku tiene un futuro muy prometedor en Cuba, sirvan esto ejemplos como muestra de lo que está por llegar:

 

En la playa

las olas van y vienen

de todos los tamaños

 

Sofía Calvo Reyes (7 años)

( Taller de Mizu, Casa de la Poesía, La Habana)

 

 

Tarde nublada

Los pájaros huyendo

De la tormenta.

 

Talía Torres Cortina (14 años)

 

Ojos de vaca

Ligeramente me miran

Muy desganados.

 

María Fernanda Rivero Ortiz (14 años)

 

Las estrellas brillan

alrededor de mi patio.

Un perro ladra a un gato.

 

Shanti Macías Santí (5 años)

 

De día y noche

En el fondo marino

Peces nadando.

 

Talía Badel Saiz (14 años)

 

 

 

Leticia Sicilia, 2019 ©