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Versos para esto días

El 18 de marzo de 2020, con el confinamiento, comencé a publicar en Facebook cada día un poema japonés, generalmente haiku, esperando que nos ayudara a pasar aquellos días. Al poco de comenzar la publicación y tratarse de clásicos japoneses, me di cuenta de que sería bueno que fuesen escritos también en kanji y en romaji, así como cuando disponía de la información, el nombre del traductor/a. Con el fin del confinamiento, finalizó la serie. Hay muchos comentarios en Facebook muy interesantes, más que los del compilador, pero impsible recoger todo aquí. Todo se puede consultar en Facebook. A continuación, aquí compilados y con pésima maquetación, aquellos versos y sus comentarios.

 – – VERSOS PARA ESTOS DIAS

JULIO 2020

CONSTRUIR

 Entre la tierra

la cabeza de un ajo.

El mundo gira.

 

DECONSTRUIR

 «Entre san Juan y san Pedro, saca tus ajos del huerto».  Tal vez por eso, anteayer, que era 28 de junio (san Juan es el 24 y san Pedro, el 29), pasé un rato a primera hora de la mañana sacando, de la ya dura tierra de mi pequeño huerto familiar, los ajos que en cuatro o cinco surcos había sembrado seis meses antes, allá, a final del diciembre pasado.

   Mientras lo hacía, con cuidado para no lastimar las cabezas de los emergentes ajos con el borde cortante del azada, pensaba varias cosas y sentía muchas. Un amasijo de pensamientos y sensaciones: el sabor hiriente del ajo restregado en una tostada de pan, la generosidad de la tierra por darnos sus frutos, la inutilidad del esfuerzo humano, la indiferencia con que la Tierra gira a pesar del acre gusto de este humilde producto,  a pesar de nuestras labores y ambiciones, la maravillosa sencillez con que los dientes se disponen en la cabeza del ajo, la complicidad juguetona de las hierbas que crecían entre los tallos marchitos de los ajos, la búsqueda afanosa entre la tierra de los dientes perdidos de alguna cabeza, la intensa felicidad del momento en las primeras horas del día, la suavidad del aire fresco de la mañana, etc.

   Tantas y tan variadas sensaciones e ideas que hallaron plasmación en esos tres versos.

   La cabeza del ajo, terrosa, negruzca y sucia, que oculta acritudes palatales y promete guisos sorprendentes, fue para mí metáfora del planeta Tierra, obsesionado con su mecánico girar alrededor del Sol, planeta maltratado y generoso que nos da y nos quita todo en este breve rato que es la vida. Entremedias, tiempo para sostener una azada y hurgar en su superficie en busca de una ilusión: la cabeza de un ajo. La-ca-be-za-deun-a-jo, siete sílabas, siete dientes de intenso sabor con los cuales, entre la tierra y el cielo, componer un suspirillo de uniones. Componer un torpe haiku.

   Incumplí mi promesa de hablar hoy de las ideas sobre haikus de la gran Akiko Yosano. Los ajos tienen la culpa.

Información fresca a los amigos del Rincón del Haiku:

 Este 7 de julio, día de la bonita fiesta de Tanabata, daré una charla online (inscripción gratuita, en www.veranoculturaljapon.es organizado por la Embajada japonesa en Madrid) sobre “Escritoras japonesas contemporáneas”.  Entre estas, brilla la voz de Tawara Machi, una poetisa cuyo libro “Aniversario de la ensalada” (editorial Verbum), publicado no hace muchos años en Japón causó sensación por la frescura y espontaneidad de sus waka-tanka. Algunos críticos han comparado la revolución de esta poeta en el mundo del viejo waka, con la que hizo Masaoka Shiki en el mundo de haikai-haiku a final del siglo XIX.

  He aquí una muestra del librito de Machi:

Después de que me dijera

«no me puedo

casar contigo».

aquí estoy,

Desayunando como siempre.

El ajo es el amor, es el “tú”: acre, oloroso, intenso;
pero el desayuno es la Tierra que gira, como siempre.

 

HAIKU 17

青柳や芹生の里のせりの中

aoyagi ya seryuu no sato no seri no naka

Un sauce frondoso
rodeado de perejil
en el pueblo de Seryo.

 Es un poema que, según la mentalidad japonesa, se percibe de la siguiente forma: el sauce frondoso…. y se continúa en el final: en medio, rodeado, en…después una concatenación de relaciones con la partícula “no”: de perejil del pueblo de Seryo. Un poema colorido: el verde del sauce y el verde del perejil, de un pueblo que recibe el mismo nombre. Seryou es el antiguo nombre de la parte oeste de Ohara, al norte al norte de Kyoto. Este haiku contrasta con un waka del afamado bonzo y poeta Saigyō (1118-1190):

El perejil japonés (Oenanthe javanica) es una de las siete hierbas de la primavera. Crece en un suelo húmedo y se comen la raíz y las hojas (es la única variedad de Oenanthe comestible). En el perejil, hierba salvaje, brota una pequeña flor blanca durante la estación. Quizá Buson nos hable de dos variedades cromáticas, dada su faceta de pintor: el blanco del sauce y el blanco del perejil, por un lado; por otra parte, el verde de la hierba y del árbol.

Actualmente, el 7 de enero se celebra el Festival de las Siete Hierbas (七草の節句 nanakusa no sekku); el plato gastronómico por excelencia es el okayu, un tipo de arroz , que se consume para protegerse de los demonios, favorecer la longevidad y la buena suerte. Las siete hierbas son: perejil japonés (seri), jaramago blanco, borriza, pamplina, lampsana, nabo y rábano.

 Es llamativo el contraste con este otro poema de Buson:

 

柳ちり清水かれ石ところどころ

 yanagi chiri shimizu kareishi tokorodokoro

 El sauce desnudo-
la corriente seca,
las piedras por todas partes. *

 * Destaca la onomatopeya “tokorodokoro” (aquí y allí). Durante sus viajes al norte de Edo (1742-1751), Buson compuso en Ashino (un pueblo cercano a Utsunomiya) este poema. Él vio allí un viejo sauce reconocido por la literatura (un waka de Saigyô y un haiku de Bashô).

 En 1689 Bashô visitó este lugar y escribió:

 

田一枚植ゑて立去る柳かな

ta ichimai uete tachisaru yanagi kana

En todo el campo plantan arroz;
antes de separarme
el sauce.

 Es evidente que el haiku de Buson es pesimista y refleja, en palabras de Ueda (The Path, p. 17) su punto de vista negativo sobre la poesía contemporánea y el marco cultural de su época; se hallaba desolado sin hombres cercanos a la altura de Bashô y Saigyô.

UN HAIKU ESCRITO EN KATAKANA (silabario especial).

La escritura normal japonesa se realiza mediante una combinación de ideogramas (kanji) y silabogramas (caracteres silábicos, distribuidos en dos sistemas coextensivos:  hiraagana y katakana). De entre estos dos sistemas silábicos, es más corriente el hiragana, quedando el katakana -sobre todo- para escribir palabras extranjeras (de las cuales, la mayoría son anglicismos).

   Precisando algo más, yo diría que un texto japonés suele presentar un 40% expresado en kanji, y un 60% expresado en hiragana.  Tal proporción aproximada es válida para los haikus, y así suele encontrarse en ellos.

   Dentro de lo raro, siempre hay lugar a la sorpresa.  Para nosotros,  por ejemplo, resultan algo raros los números romanos, pero los usamos para distinguir reyes o papas homónimos, o bien para citar siglos.  Llegaría, pues, a resultarnos raro escribir “el pontífice Juan 23”, o “el siglo 5º”.

   He encontrado un haiku de Shiki (1867-1902) -en “A History of Haiku” de Blyth- escrito en una combinación de katakana y kanji,  sin nada de hiragana, el cual reza así:

/ / hige soru ya / ueno no kane no / kasumu hi ni //           (ver ic.1)

  Me afeito, mientras suena
la campana de Ueno,
y es día nublado.

  Según Blyth, dicho haiku se encontró en un cuaderno de notas del haijin.  El mismo haiku escrito en hiragana y kanji tendría este aspecto    (ver ic.2)

  Una campana monacal como la el templo budista de Ueno, en tiempos en que no era tan frecuente el reloj personal,  era un buen recordatorio de que hay que asearse y vestirse, para trabajar.  En esa cotidianidad, que se suma a la monotonía de una alborada con nubes, Shiki deja constancia del presente temporal, y de su propio estado de ánimo, que él trata de levantar mediante su afeitado y el haiku que improvisa.  Recurre a un sistema de escritura –el katakana- que no requiere tanto arte como el cursivo hiragana –el cual parece reclamar más el uso del pincel-.  El katakana consiste más bien en rasgos sueltos superpuestos.  Y así lo escribió Shiki en un modesto cuaderno de anotaciones.

  Voy analizando los versos, palabra por palabra:

hige soru: ‘barba afeitar’ (o “afeito”):  secuencia apositiva de complemento directo y verbo transitivo en presente.  No usa la posposición “wo” para marcar el complemento directo; rasgo este no raro, pero sí muy coherente con la poética de Shiki, quien exhortaba a suprimir posposiciones innecesarias en haiku, en pro de la brevedad.

ya:  kireji o palabra de cesura, cerrando el primer verso.

ueno no:  Ueno es un topónimo, referente al parque de Ueno, en Tokyo.  Va seguido de la posposición de pertenencia “no”, que equivale a nuestra preposición “de”.

kane no: “kane”: ‘campana monacal’, palabra seguida de la misma posposición “no”.

kasumu: verbo ‘nublarse’ en presente.  Se refiere a la palabra siguiente.

hi ni: ‘día en’.  Sustantivo más posposición deíctica o localizadora.  Conjuntamente con el contexto previo: ‘en día nublado’.

  Seguramente Shiki recurrió al katakana por cierta familiaridad con este sistema, quizá bastante usado en su libreta de apuntes.

  En medio de lo cotidiano y  de un cielo nuboso, una manera de superar la rutina para el haijin, sería darse un buen afeitado, mejorar de cara, y escribir un haiku.  El son de la campana seguramente avivó su ánimo, un tanto gris a la sazón.

Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala.           Universidad de Sevilla.

Haiku 16

捨やらで柳さしけり雨のひま

Suteyarade yanagi sashikeri ame no hima

Planto las ramas del sauce

que guardé,

después de la lluvia.

 

Buson, de camino a casa, tenía una rama de sauce en la mano y parece plantarla en el suelo.

El profesor Shimizu (en Buson zenshu) considera que se trata de unas ramas del sauce dispuestas en un jarrón: aprovechando el receso de la lluvia, Buson sale al campo y planta en la tierra las raíces sobre la tierra húmeda.

[sute, del verbo suteru: tirar, arrojar, desechar, abandonar, con “de” se transforma en acción negativa –no tirar-, es decir, conservar, guardar], けり[keri: indica la continuación de un verbo en pasado (no tirar) con otro en presente (plantar); permite cerrar el ciclo de la acción], [ame: lluvia. Se trata de un kanji muy visual (al principio eran más simples y cercanos al concepto “pictograma”: incorpora cuatro “gotas de agua”], ひま [hima: libre, es decir, el tiempo entre uno y otro suceso, en este caso el “tiempo sin lluvia”, cuando escampa].

Buson también presentó una variante de este poema, cambiando el último verso:

 

捨やらで柳さしけり雨の音

suteyarade yanagi sashikeri ame no oto

Planto la rama de sauce

que guardé;

el sonido de la lluvia.

 

El carácter sagrado, ancestral del agua y su sonido es una constante en la mentalidad japonesa.

Haiku 15

梅ちてさびしく成しやなぎ哉

ume chirite sabishiku narishi yanagi kana

Las flores del ciruelo caen;
el sauce
aún más solo.

 

Entre el ciruelo y el sauce existe una relación asociativa profunda, de hermandad. Ambos comparten, por ejemplo, unas flores de color blanco. La sensibilidad de Buson observa este vínculo entre el hermano mayor, que pierde sus flores, y el hermano pequeño refugiado en su creciente soledad. En ese microcosmos o representación del universo que es la naturaleza, según el taoísmo, los árboles se necesitan, se acompañan: no se trata de una personificación sino de una muestra compasiva por parte del poeta, a quien le duele, le aflige la caída de las flores, de las hojas, de los pétalos de un ser vivo, (elemento de lo sagrado que conforma la realidad en que transita el haijin).

Cada pétalo caído es un avance hacia la vejez de sus ramas y, en definitiva, del propio árbol. En este caso, la relación entre ambos seres y el contrate complementario entre la vida y la muerte, la lozanía y la caducidad, permanece en la mirada del poeta, quien nos dice en otro haiku (recogido por Blyth, Spring, p. 317):

散るたびに老行く梅の梢かな

chiru tabi ni oi-yuku ume no kozue kana

 

Con cada pétalo caído
las ramas del ciruelo
envejecen.

 

Sabishii queda abreviado en sabi. El aware puede incluir dos términos estéticos que han arraigado en la sociedad japonesa: es el wabi-sabi o belleza triste de las cosas. Este concepto se encuentra al mismo nivel que el orden racional y el canon de belleza del mundo griego de Occidente. Son palabras de difícil traducción: wabi sugiere el sentido austero, sobrio, de la belleza; sabi implica soledad, abandono, realidad cambiante, asimetría. Refieren a lo efímero de la vida, a lo imperfecto, humilde, simple y modesto, con cierta carga melancólica. En este haiku está muy presente la fugacidad de la vida, el paso del tiempo que acecha la primavera para derruir la flor. Sin embargo, el haijin no introduce sus sentimientos u opinión acerca de lo ocurrido. El cerezo japonés, sakura, es una muestra de la existencia transitoria de todos los seres, también nosotros. En Occidente podemos asimilarlo al tempus fugit latino y al «todo fluye, nada permanece» de Heráclito. Wabi-sabi es, en definitiva, la toma de conciencia y aceptación sobre lo efímero de la existencia y la fragilidad de las cosas.

En Occidente, el paisaje es una estructura fija, detenida: una imagen o icono. Sin embargo, en esta cultura oriental la palabra connota aspecto del viento, es decir, algo que fluye o se derrama, imperfecto y asimétrico, en continua transformación. Según cierto proverbio japonés: «al dibujar una rama también es necesario escuchar el soplo del viento». Mientras nosotros valoramos lo monumental, canónico, racional, simétrico, antiguo y duradero, el japonés afirma la belleza en un vaso roto o en una reciente flor marchita. Ambos son wabi-sabi: estructuras asimétricas en continuo cambio.

Bashō nos lo muestra:

落ざまに水こぼしけり花椿

ochizama ni mizu koboshi keri hana tsubaki

La flor de la camelia
ha caído
derramando su agua.

Y la réplica de Buson:

椿落ちて昨日の雨をこぼしけり

tsubaki ochite kinoo no ame o koboshi keri

La camelia cae
tras la lluvia de ayer,
derramando su agua.

Doble panorama

La palabra “panorama” ya es bastante expresiva de una totalidad, ya que significa –a partir del griego- “ver(lo) todo”. El ojo humano es muy abarcador, y focaliza enseguida una imagen dada, ya sea cercana o lejana. Puede verse, pues, un amplio paisaje en conjunto, aunque nos resulta imposible mirar simultáneamente al cielo y al suelo. Sería lo que podemos llamar “doble panorama”. Y este haiku de Joosoo (léase “Yoosoo”) (1665-1604) –contemporáneo de Bashoo y uno de sus discípulos inmediatos- así nos hace ver lo aparentemente imposible:

hototogisu / naku ya kosui no / sasa nigori

 

Canta un cuclillo.

Por el lago va un cielo

con finas nubes.

 

 

   Para hacer posible lo imposible se requiere: el canto de un pájaro, que alerte nuestra sensibilidad; y un reflejo del cielo a ras del suelo, en las aguas de un lago o charco. Tal es la escena que nos brinda Joosoo en su haiku. Pasamos a aclarar las palabras:

“hototogisu”: cuco o cuclillo.

“naku”: verbo en presente que expresa el canto o grito de un animal. En este caso, un canto.

“ya”: “kireji” o palabra de cesura. Equivale a una pausa.

“kosui”: sustantivo, que es un compuesto de lectura china: “ko” ´lago”, y “sui” “agua”. El conjunto significa a su vez “lago”“.

“no”: posposición equivalente a nuestra preposición “de”.

“sasa”: “leve, ligero”; actúa aquí como adverbio, antepuesto al verbo que sigue.

“nigori”: verbo “nigoru” “nublarse”, aquí en una forma de infinitivo sustantivado, y matizado por el adverbio precedente, significando “leve nublado”. El verbo “nigoru” presta cierto dinamismo al contexto. De hecho, en español, la palabra “nublado” puede considerarse nombre, adjetivo, o participio del verbo “nublarse”.

Estamos ante un poema sobre todo visual, aunque también interviene el sentido auditivo, en el canto del cuclillo.   En el aspecto visual, existe un doble plano: el reflejo a nivel del suelo, y la realidad del cielo en lo alto. La métrica del poema es perfecta.

Podemos incluso imaginar el suave murmullo de las olitas del lago, como haciendo fondo al canto del ave, y acaso prestando su tenue son a la imagen de la nubes.

 

Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala.

Universidad de Sevilla.

Haiku 14

若草に根をわすれたる柳かな

wakakusa ni ne o wasuretaru yanagi kana


La joven hierba

oculta la raíz;

¡el sauce!

 Blyth comenta sobre este poema (Spring, p.284) que “no se trata tanto de una personificación del sauce, sino de la proclamación del avance de la primavera. Las hojas y las ramas del sauce crecen incontrolablemente, crecen las hierbas tiernas. Lo que en invierno era raíz, ahora son hojas; lo que era campo yermo y hierbas muertas ahora se forma la maleza verde y amarillenta”.

La mente japonesa, “difusa” en palabras de V.Haya, es de carácter relacional (los seres y objetos guardan un vínculo, una causa-efecto)… está “especialmente capacitada para sentir como un todo las miríadas de impresiones sueltas que se dan alrededor nuestra (V.Haya, El espacio interior del haiku, págs. 33 y 34)”. Por el contrario, la mente occidental se concentra en un punto específico sin atender con tanta predilección al resto de las premisas.

La materia que ha estado en las diversas estaciones es el sauce: la raíz soporta el frío invierno, desnuda, a la intemperie; las hierbas salvajes de la primavera crecen a su alrededor, de forma azarosa, ofreciendo un manto que parece cicatrizar las heridas del árbol. Por ello, se prefiere la traducción anterior.

En este comienzo de la primavera brotan las primeras hierbas: jóvenes, frescas, que aportan verdor al suelo, cubren la tierra tras el gélido invierno y su manto blanquecino.

Las hierbas y las hojas cubren y ocultan, casi todo. Vemos cómo aparecen las “hierbas de la primavera” en otros hokkus (haikus) de Buson:

我 帰る道いく筋ぞ はる春の草

waga kaeru michi ikusuji zo haru no kusa


En mi regreso

cuántos caminos hay-

la hierba de la primavera *.

*Intromisión del haijin en el poema con el uso de “waga”, que significa “yo, a mí”.

草霞み 水に声なき 日暮かな

kusa kasumi mizu ni koe naki higure kan


Las hierbas en la bruma,

el silencio del agua,

atardecer.

 

También las hojas cubren el suelo. El kigo que vamos a comentar, wakaba, se compone del adjetivo “wakai” (joven) y “ba” (hoja). Así Buson escribe:

 

不二ひとつうずみ残して若葉かな

fuji hitotsu uzumi nokoshite wakaba kana


Tan sólo el monte Fuji

sin cubrir-

las primeras hojas.

 

El hielo se derrite, el agua corre en torrentes cristalinos y ruidosos. Buson nos lo muestra:

 

おちこちに 瀧の音聞く若葉かな

ochi kochi ni taki no oto kiku wakaba kana


Aquí y allí

el sonido de la cascada-

primeras hojas.

 

Y el poeta nos recuerda cómo lo antiguo y lo nuevo se funden (la piedra y las nuevas hojas):

 

絶頂の城たのもしき若葉かな

zetchô no shiro tanomoshiki wakaba kana

 

Un confortante castillo

sobre la cima de la montaña;

las jóvenes hojas.

 

O cómo la vida vuelve a los valles verdosos:

 

蛇を切って 渡る谷間の若葉かな

Ja o kitte wataru tanima no wakaba kana


Muerta la serpiente

atravieso el valle-

primeras hojas.

 

谷路行く人は小さき若葉かな

 Tani-ji yuku hito wa chiisaki wakaba kana


Atravesando la senda del valle

la gente parece pequeña,

primeras hojas.

 

若葉して水白く麦黄みたり

Wakaba shite mizu shiroku mugi kibami tari.


Las jóvenes hojas,

el agua blanquecina,

el trigo amarillento *.

*Literalmente: el trigo se dirige hacia el color amarillento (kibami tari).