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Segundo día. 6 de mayo

Como nací miedoso, siempre odié cargar un rifle. Sin embargo, cuando estaba en el preparatorio para la universidad, hice ejercicios de tiro al blanco con un Mauser, pero aparte de esa ocasión nunca usé una pistola, ni siquiera en la sala de tiro; y, la simple vista de una persona que lleva una pistola, me produce una desagradable sensación de peligro, de modo que nunca tuve la idea de ir a la caza por placer, aunque me lo aconsejaban insistentemente. ¿Fue el año pasado? Me enteré de que un tal Iwasaki había matado sin querer a un amigo suyo, un estudiante. Me pareció insoportable, a pesar de que era alguien completamente desconocido para mí. Después de esto, a petición legítima del padre de la víctima, la familia Iwasaki encontró una solución honorable de resarcir el mal hecho: se elaboró un compromiso escrito de familia según el cual, en lo sucesivo, ninguno de sus miembros cazará. Es un resultado positivo, pero desde este episodio he llegado a sentir una creciente ansiedad por la caza en general.

Sin embargo, en los últimos tiempos, a medida que mi idiotez crece, me he vuelto incapaz de razonar ciertos textos y, por último, nada me regocija ni me distrae tanto como las historias de caza que se publican en los periódicos. Según un cierto monje budista, no hay nada tan cruel como la caza: matar por sorpresa, desde atrás, un pájaro y la alegría de su canto, sería exactamente como derribar a un hombre que se regocija por componer la estrofa inicial de un poema encadenado, nada es más espantoso. No hay nada malo en ello, y aunque desde el punto de vista del pájaro el acto es ciertamente abominable, la gente común, cuando caza, se siente verdaderamente inocente y digna de simpatía; y es por eso que prefiero escuchar sus historias de caza en lugar de historias de política o economía: son más entretenidas.

Además, la caza se practica en el campo, y por este mismo hecho las historias de caza están a menudo cargadas de sabor. Los buenos disparadores, en particular, no se jactan de multiplicar innecesariamente las capturas matando gorriones o gallinas, se regocijan más bien por descubrir caminos. Desafortunadamente, son muchos los que no son conscientes de la belleza, y cuando se presta oído a sus historias, son en su mayoría insípidas, lo cual es una vergüenza. Las historias de caza, como digo, hablan de paseos por el campo, y por supuesto, no es cuando cuentan cómo se matan las aves lo que nos interesa, sino cuando recrean lo que hay a los lados. Sin embargo, son raros los narradores que saben cómo seducirnos así. Recientemente en la revista El Amigo de la caza (Ryóyu), se contaban las cacerías del profesor Iijima en Alemania. Como la narración era muy detallada, resultó mucho más interesante que de costumbre. Iijima, por ejemplo, explicaba que cuando él fue a cazar a la reserva del embajador Inoue, cada uno trajo de casa una comida japonesa, que luego tomaban con sake Masamune y les llevaba a enseñar japonés a un cazador alemán que les acompañaba. Así, en el artículo, encontramos pasajes como éste:

“Luego, en el interior, durante las comidas, por ejemplo, le enseñé a responder ¡hei! cuando golpeaba mis manos. Pero el paisano me contestaba ¡hi! con acento extranjero. Es un fragmento de la vida diaria en verdad divertido, hasta el punto de partirse uno de risa”.

De hecho, es muy divertido de leer. Me gustaría que todas las historias de caza se contaran como esta. ¡Qué estoy diciendo! me gustaría incluso que entraran en más detalles. Así la caza, incluso podría escapar a la crueldad.

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Componer la estrofa inicial (hokku), de un poema encadenado (renga), era en Japón todo un honor entre los poetas, por ello el monje budista presenta la desgarradora imagen y compara cazar un pájaro de gozoso canto con abatir a alguien que acaba de componerlo (esta anécdota, será de nuevo retomada por Shiki en la entrada 55).

El profesor Iijima al que se refiere, es Iijima Isao (1861-1921), prestigioso ornitólogo japonés. Igualmente cuando habla de Inoue, se refiere al Sr. Inoue Katsunoshin (1861 – 1929) embajador de Japón en Alemania por aquél entonces.

El sake Masamune aún perdura y es de los más antiguos de Japón: la marca se fundó en 1659.

Primer día. 5 de mayo

La cama de un enfermo de seis pies de largo: aquí está todo mi mundo. Y, aun así, este catre de seis pies de largo es todavía demasiado grande para mí. Aunque a veces puedo extender la mano, no sin gran dificultad, y tocar las esteras, no hay manera de que pueda extender mis piernas fuera del colchón y que mi cuerpo se relaje. En los peores momentos, me asaltan dolores extremos, y a veces no puedo moverme en absoluto, ni siquiera una pulgada. Dolor, tormento, gritos, analgésicos: buscar tímidamente un sentido a la vida en el camino de la muerte y desear con avidez un poco de paz, ¡menuda broma!

Y sin embargo, cuando uno está vivo, hay cosas que necesariamente tiene que decir. En todo el día, no veo más que periódicos y revistas, y a menudo, el dolor me impide incluso leerlos. No obstante, solo tengo que avanzar unas cuantas líneas para encolerizarme, salvo a veces, excepcionalmente, que me llevo una alegría inexplicable que me permite olvidar el sufrimiento de la enfermedad. A modo de introducción, estos son, mis queridos amigos, los sentimientos de estar postrado en cama todo el tiempo, además del hecho de que, desde hace 6 años, tengo mayor ignorancia de las cosas de este mundo.

En la parte occidental de la provincia de Tosa, hay una pequeña isla llamada Kashiwa-jima, con un pueblo de pescadores donde se ven unas doscientas luces y una escuela de oficios relacionados con el mar. El aula es de cuarenta metros cuadrados, la oficina de cinco (sirve también como dormitorio del director) y los laboratorios tienen dieciocho o diecinueve. Los gastos de funcionamiento son cuatrocientos veinte yenes, el costo del equipo es de veintidós yenes, y para las pequeñas cosas se tienen diecisiete yenes. Hay sesenta y cinco alumnos, el salario mensual del director es de veinte yenes, y parece que no lo han ascendido durante los últimos cuatro años. Además, los alumnos se benefician de su trabajo y, con cinco centavos de materia prima, fabrican conservas que valen veinte. Por una red fabricada con sus manos, ganaban ochenta centavos. Ellos están obligados a colocar sus ganancias en una cuenta de ahorros postal, de la que no tienen derecho a retirarlos, excepto para el viaje anual de la escuela.

Este pequeño establecimiento parece haber llegado a ser muy famoso entre la gente del oficio, pero es desconocido para el resto de la gente en general. Al enterarme de su existencia, una alegría tan profunda me ha invadido que se me han saltado las lágrimas. Si es que no es posible hacer bullir la olla del Estado, qué alegría al menos entrar en esta escuela de formación para los oficios del mar, filetear los bonitos, poner los calamares al sol, fabricar redes y trabajar bajo la dirección de un gerente como este.

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El pie es una medida de longitud con diferente valor según época y región. En Japón, se conoce como shaku, y en la actualidad se valora en 30,3 cms. Seis pies (seis shakus, como en el título de la obra) equivalen a un ken. El ken (間) viene a suponer por tanto una longitud de 6 x 30,3 = 181,8 cms., lo que el maestro consideraba pues que aproximadamente medía su catre.

Shiki, con 22 años (1889) comenzó a presentar esputos con sangre (por una incipiente tuberculosis pulmonar). No fue hasta su regreso del conflicto chino-japonés, en 1895, que empezó un serio agravamiento del proceso, alcanzando las lesiones a sus huesos (tuberculosis ósea), por lo que en lo sucesivo debió de permanecer casi constantemente encamado.

Tosa pertenecía a la región de Shikoku. Matsuyama, donde nació Shiki, es la ciudad más poblada de la isla de Shikoku. Por ello, fue elegido como lugar para proclamar la conocida Declaración de Matsuyama sobre la apertura del haiku al resto del mundo.

Shiki siempre anduvo preocupado por la justicia social, siendo un revolucionario en la literatura, pero también socialmente. En su juventud formó parte del “Movimiento por la Libertad y los Derechos del Pueblo”.

Si bien la economía de Japón creció después de la victoria en la guerra chino-japonesa de 1894-1895, finalmente se acabaron por encarecer los préstamos, las importaciones de materias primas y los productos de consumo básico, por lo que había una gran polémica sobre la gestión del gobierno. Encontrar humildes rincones de buena gestión, era un gozo para cualquier japonés.

000.- PUBLICAMOS LA OBRA DE SHIKI: “UNA CAMA DE ENFERMO DE 6 PIES DE LARGO”

A PARTIR DEL 14 DE OCTUBRE

Hoy se celebra el 150 aniversario del nacimiento de Masaoka Shiki, promotor del haiku moderno, escritor, periodista y crítico literario a quien el haiku debe, entre otras muchas cosas, su nombre definitivo.

En las fuentes podemos observar dos fechas de su nacimiento: 17 de septiembre y 14 de octubre. ¿Por qué? Shiki nació el 17 de septiembre del año 3 de Keiô. Sin embargo, según el calendario gregoriano, el occidental, fue el 14 de octubre de 1867, y por eso esta fecha es la que encaja en nuestro calendario.

Conocido como escritor de haikus, Shiki practicó igualmente otros géneros. Ya en la escuela, escribió el ensayo Yoken Setsu (los perros de occidente), explicando la poco utilidad de los perros japoneses frente a la de los occidentales.

A pesar de que el haiku estaba en decadencia, sólo un año después de su llegada a Tokio en 1883, Shiki comenzó a escribirlos. En 1891, cuando tenía 24 años, en una caminata de 3 días cerca de Musashino, rodeado de arrozales y bosques, reflexionó sobre que el juego de palabras no bastaba para expresar la verdad y que se debería escribir sobre las cosas tal como son: habló entonces del Sashei o “bosquejo de la realidad” en el haiku. En 1892, publicó un trabajo seriado abogando por la reforma haiku, Dassai Shooku Haiwa (Conversaciones sobre Haiku en el refugio de la nutria). Le valió el puesto de editor de haiku en dicho periódico. En 1895 empezó a publicar las series Haikai Taiyō (Haikai para principiantes) y Meiji Nijūkunen no Haikukai (El Haiku Mundial, 1896), elogiando a Kyoshi y Hekigotō, sus discípulos. Un año después, con manifiesta admiración por la obra del maestro, escribirá Haijin Buson (1897), abordando seguidamente la reforma de la tanka en Utayomi ni Atauru Sho (Cartas a un Escritor de Tanka, 1898).

Obligado a permanecer encamado por su enfermedad, pasó algo más de un año escribiendo en el lecho las que serían sus tres últimas obras: Bokuju Itteki (Una gota de tinta, 1901), Gyōga Manroku (Notas extraviadas recostado sobre mi espalda, 1902), y Byōshō Rokushaku (Una cama de seis pies de largo, 1902).

Para homenajearlo, El Rincón del Haiku pretende dar a conocer una parte de su obra, poco divulgada en la lengua castellana. Con la limitación de que la traducción no se ha hecho directamente del japonés, pero estimando su interés por la falta de escritos de Shiki, publicaremos en la Nueva Revista “Una cama de seis pies de largo”, el diario que Shiki escribe desde el 5 del mes de mayo hasta dos días antes de morir, el 17 de septiembre de 1902. Tal cual lo hiciera el maestro, publicaremos por entregas, honrando así el ánimo con el que se sucedían sus palabras en aquellos días cercanos al final.

FUENTES

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Blyth RH. A History of Haiku. Vol.1: From the Beginnings up to Issa. Vol. 2: From Issa up to the Present.The Hokuseido Press. 1963-1964.

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Yoshîe Okazaki. Japanese literature in the Meiji era. Tokio: Ôbunsha, 1955

 

 

 

Presentación

                

Izquierda. En mi catre. Autorretrato de Shiki.                                                    Derecha: Shiki sobre su cama de enfermo. Haiga con acuarela de Nakamura Fusetsu y poema de Tsuchiya Bunmei

 

“UNA CAMA DE ENFERMO DE 6 PIES DE LARGO”

La obra de Shiki, va mucho más allá de sus haikus. Fue promotor del haiku moderno, escritor, periodista y crítico literario a quien el haiku debe, entre otras muchas cosas, su nombre definitivo.

Aunque sus escritos son numerosos, poco se conoce de ellos en castellano. Así, para celebrar el 150 aniversario de su nacimiento, El Rincón del Haiku se propone publicar seriadamente a partir de hoy mismo, la traducción de la que sería su última obra: “UNA CAMA DE ENFERMO DE 6 PIES DE LARGO”. Supone, un diario de 127 entradas, las que van del 5 de mayo al 17 de septiembre, dos días antes de fallecer. Son unos relatos duros, frecuentemente cargados de dolor, pero también a veces de anécdotas y humor, que nos hacen conocer a Shiki del puño y letra de Shiki. El maestro, en sus momentos más críticos, se abre al mundo.

Elías (AGHA)