





LA CHOZA DEL HAIJIN
俳人の山小屋
fotokotori
NISHIGUCHI SACHIKO (1925-)
Para un occidental resulta impactante la definición que esta mujer hace de sí misma como “una de esas malas hierbas que hay en el haiku en Japón”. Seguro que muchos opinarán, desde las gafas con las que observan el mundo, que en esas palabras hay falsa modestia. Y cuando se les asegura que no, que corresponde a un sentimiento real, les impacta más todavía, porque jamás alcanzarán a comprender de verdad que algo así sea posible.
Nishiguchi Sachiko es una mujer corriente de una aldea pequeña, con una vida sencilla, sin pretensiones, y que es plasmada con absoluta naturalidad en unos haikus sin otro fin que el hacerlo como si fuera una faena más de su cotidianidad, como hervir el arroz, escuchar la perforadora, barrer el tatami, recoger helechos en el bosque, o dar a luz. Ni más, ni menos. Sin miedo a que sus haikus mueran con ella.
Esa humildad, nacida de la tierra y que brota en forma de haiku, es el fruto de la disolución del yo con el entorno. Pero sin esfuerzo, sin propósito aparente, como tan sólo puede hacerlo el alma japonesa.
Conocemos los haikus de esta mujer gracias a que Vicente Haya y la nieta de Sachiko, Fujisawa Yurei han recopilado y traducido al castellano sus haikus para la posteridad, a pesar de las reticencias de la anciana a hacerlo.
Quien espere emociones fáciles o evidentes de los haikus de Sachiko, se va a llevar un chasco. Porque precisamente su grandeza y su profundidad radican en las mismas cualidades que tiene el humus que desde hace siglos habita, favoreciendo la vida, en el suelo del bosque sin pedir nada a cambio, ni siquiera respeto.
道曲がる度の山藤ダム湖畔
Michimagaru tabi no yamafuji damukohan
 En cada recodo del camino,
glicinas silvestres.
Los bordes del embalse.
-.-
  老鶯や筧の水に欠湯呑
Rô ô ya kakei no mizu ni kake yunomi
 Ruiseñor de verano.
En el agua del caño
una taza desportillada.
-.-
Estos dos haikus fueron enviados por Sachiko a V. Haya en 2009.
En el siguiente enlace tenéis más información sobre Nishiguchi Sachiko.
http://blogs.periodistadigital.com/elalmadelhaiku.php/2009/09/16/p249629#more249629
Mercedes Pérez para ERDH 2018
Un cielo gris, una luz acerada… un frío blanco que se hace notar allí donde poso la mirada… un silencio que borra, del principio al fin, aquello que creo ser… Hoy, excepcionalmente, nieva en la ciudad…
Recorro otro de los lugares principales de Gijón, el parque de los Pericones, asiento del cementerio urbano de la ciudad… Paso a paso camino junto a los muros en donde se deslindan la muerte y la vida, el sueño y el soñador…
No muy lejos, y como en todo parque, hay una zona de juegos infantiles; hoy está vacía… no hay risas que se persigan, que se atrapen, que se asomen vertiginosas al final del tobogán. Hoy los bancos no tienen sombras en las que cobijarse, ni ancianos sentados que aparenten esperar mientras observan un velado horizonte. Hoy solo una mariposa vuela entre los últimos copos del invierno… parece no encontrar lugar en donde posarse; hoy, quizás como ella, tampoco sé donde pararme… Paso a paso, camino sin dejar de preguntarme: ¿en este silencio, cuántos silencios hay?
Cruzo una de las puertas que me lleva al otro lado del muro… un laberinto de nichos y tumbas donde el sonido es amordazado por el cemento, donde el tiempo es una cuña que agrieta los sepulcros… Me muevo entre ese todo que es la nada… y allí, en un rincón, donde aún respira la luz del mediodía, saludo a mi padre… el frío de la lápida y su recuerdo me hablan.
Retorno al parque… en mis labios el sabor de la nieve… mis sentidos tratan de aferrarse a todo aquello que me rodea. Atrás queda el ángel de granito con su ala quebrada… atrás queda ese espacio en el que miles de flores van a morir…
… cuando solo se escucha
el crujir de la nieve
al ser pisada
A mi padre, fallecido el mes de marzo de hace 39 años en el día más triste de mi vida.
Asturias, donde la tierra siempre es verde.
La vi un día de enero cuando el ruiseñor se posó aquí cerca sobre el hilo del tendido eléctrico. No cantó, no dijo nada.
Más tarde, viajando en la carretera, la vi en las flores naranjas de las amapolas y los tulipanes africanos.
En febrero ya estaba en la avenida y pasaba desapercibida. Algunas escasas caobas, en la parte más alta de su fronda, tenían pequeñas agrupaciones de hojas nuevas que se destacaban por su color verde manzana.
Ahora ya es marzo y llegó a la vista de todos. Son más largos los días, más cálidas sus horas. Su palpitación está en los robles, las acacias florecidas, los piñones, la niebla de la mañana, el concierto de los ruiseñores, la actividad de las ciguas, el sol que cruza más alto en el cielo.
Y unas lluvias tímidas que todavía no llenan los humedales.
Le cuesta caminar
al potrillo reciente.
Oh, primavera.
La nieve ha hecho / una montañita / encima de una pelota
-*-
Una raya
en la montaña de césped,
otra en la montaña azul
-*-

Un pájaro marrón
trae una rama
desde lejos.
Nombre del niño/a: Cordelia Gabrielli
Edad: 10 años
Colegio: Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina
-*-

Los peces saltan
para atrapar insectos,
atardecer
Nombre del niño/a: Connie Simonetti
Edad: 10 años
Colegio: Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina
-*-

Por el camino
que hicieron las hormigas,
pasa una araña.
Nombre del niño/a: Lara Cáseres
Edad: 10 años
Colegio: Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina
-*-

Ráfagas de viento
empujan al pajarito
montaña arriba.
Nombre del niño/a: Mora Rocchetti
Edad: 10 años
Colegio: Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina
-*-
弔旗へんぽんとしてうらゝか
chôki henpon to shite ura ka
luminosa
se agita la bandera
a media asta
– ¡Fueron tan famosos durante la guerra, el gobierno japonés hizo una canción para mostrar lo valientes que eran! Eran tiempos de guerra…
Hotta-san se recoge el vestido y se acerca a la foto desvaída por el tiempo. Yo también, casi de rodillas sobre el tatami. Parecen niños. Niños vestidos de uniforme junto a lo que parece un gran árbol. Tres hijos de esta tierra.
Sería la guerra sino-japonesa pienso para mis adentros. Por los años en que vivió Santôka… calculo un poco así al albur.
Sobre la mesita de madera, al lado de la fotografía de los niños, de los soldados, hay dos poemas de Santôka. Uno caligrafiado sobre un papel, otro sobre un plato de cerámica bellamente decorado en tonos azules. Un alguien que camina, que se aleja, que descansa. Los kanjis y kanas son estilizados y apenas reconozco nada salvo el nombre de Santôka.

– Recuerdo a mi madre cantar esa canción, ella era una niña de la escuela en ese momento.
Hotta-san guarda silencio y entorna ligeramente los ojos. Parece que descansa, o se aleja hacia algún lugar lejano, pequeño, teñido de azul.
Sakino, Nagayama. Una hermosa casa de antiguos comerciantes de la época Meiji. No acabo de entender por qué esa foto y esos poemas de Santôka están aquí. Hotta-san, antigua maestra de cha-dô, me guía por la casa con pasos cortos y ligeros. La madera antigua apenas cruje al subir escaleras y descorrer y volver a correr los shôji que separan unas estancias de otras. – Por aquí se escapaban los contrabandistas- me dice con una sonrisa de niña traviesa mientras señala una trampilla entre lo que parecen dos armarios. – Y aquí se escondían los ninjas- ríe. Me meto en esa especie de recoveco umbrío al cobijo de una escalera. Ninjas y gaijines debe ser un binomio tan hilarante y natural para un japonés como las ranas gordas y la lluvia.
En la luz del sol tamizada por las celosías de madera el polvo, de siglos iba a decir, no, el polvo sin más, brilla ahora sí, ahora no, en la soledad de esa casa vacía, cerrada la mayor parte del tiempo. Al salir fuera, en el coche junto a Hotta-san para retomar la ruta por Hirado, es en lo único que pienso. Qué cosas.
Hirado es una isla en el extremo noroccidental de Kyushu. Un puente rojo que recuerda también en su forma al famoso Golden Gate de la bahía de San Francisco lo une a Kyushu, otra isla al fin y al cabo.
Ascendemos por una colina con lo que parecen amplios escalones excavados en la ladera cubierta de hierba amarilla. Desde allí se puede ver casi todo Hirado y parte de las prefecturas de Nagasaki y Saga. Bajo un cielo encapotado los penachos de las altas susuki ondean al viento con una luminosidad vacilante.
Hotta-san vive en Tenkeiji, el templo del que su marido se encarga desde hace muchos años. Mientras tomamos un té verde servido primorosamente por ella, claro, admiro el pequeño jardín interior que parece rodearnos y penetrar las estancias cubiertas de tatami. Ella cuenta que es probable que el funeral de uno de esos tres soldados de la foto se celebrara en este mismo templo. Quizá Santôka asistiera a aquel funeral y escribiera el haiku caligrafiado sobre el papel que vimos esta mañana en Nagayama, me dice.
Afuera, en el jardín de entrada, sobre una enorme piedra está tallado un haiku. Esta vez no solo reconozco el nombre de Santôka, también el hiragana “pottori”. Solo puede ser un haiku:
笠へぽつとり椿だつた
kasa e pottori tsubaki data
¡pot! me cae una camelia en el sombrero
Siempre me ha encantado este haiku. Y esa onomatopeya. Pottori. De hecho la uso bastante a menudo sin darme cuenta. Pottori. Como caen las camelias y los días tristes, o los niños que van a la guerra. Por completo y de una sola vez.
Mientras vuelvo a casa en el autobús, justo tras cruzar el puente rojo de Hirado, puedo ver perfectamente el castillo dominando desde lo alto la ciudad, recortado en el cielo claro de la tarde. El azul se ha abierto paso entre las nubes que se han hecho jirones en el transcurso del día.
Pienso en Santôka con su sombrero entre las manos, serio, mirando una bandera a media asta y pensando vete tú a saber qué.
A veces pienso que pienso pero no.
春寒い島から島へ渡される
haru samui shima kara shima e watasareru
pasando de isla en isla
con el frescor
de la primavera
Pienso en el otro poema escrito por Santôka que vi esta mañana. El que estaba pintado en azul sobre un plato de cerámica.
Pienso en un alguien sobre una colina, o recogido en un recoveco, en el silencio antiguo de una vacía casa de madera. En pequeñas siluetas junto a un gran árbol, que sin saberlo se convierten ya en azul. En la maestra de cha-dô que mira el mar sin decir nada mientras los penachos de las susuki brillan ahora sí, ahora no, en el viento de la mañana, ajenos a todo.
En islas unidas por puentes rojos…
Quizá mi alma, como Japón, es una isla y por eso aquí camina sin más, un algo que se aleja, que descansa.
Pienso…
el pescador / remendando las redes / cierra los ojos
la pleamar: / las gaviotas en círculo / sobre la barca

ANIMALITOS DE DIOS
Calendario oriental
por Xaro Ortolá “destellos”
A Frutos Soriano: haijin, maestro, actor…
¿ Alguien no se ha dado cuenta de que podría ser perfectamente
el hermano gemelo de Javier Cámara?
Junquillos verdes;
se desliza entre dunas
la lagartija
– Xaro La, “destellos”
*
DRAGÓN

Utagawa Kunisada (1786 – 1865)
El dragón es considerado como el poder magnánimo de los cielos, las fuerzas de la naturaleza están a su favor y allá donde va hay lluvia de bendiciones. Sin más preámbulos el dragón ha nacido para brillar.
Matsuo Bashô ,松尾芭蕉 nacido en el 1664 era dragón, fue considerado el poeta más famoso del período Edo de Japón y uno de los cuatro grandes maestros del haiku , junto a Yosa Buson, Kobayashi Issa y Masaoka Shiki.
Cultivó y consolidó el haiku con un estilo sencillo y con un componente espiritual, gran parte porque era monje budista. Su poesía consiguió renombre internacional y en Japón muchos de sus poemas se reproducen en monumentos y lugares tradicionales. Recordemos su famoso haiku de la rana escrito a principios del 1686 a la edad de 23 años.

Retrato de Matsuo Bashô pintado en 1820 por Yokoi Kinkoku.
Forma parte de una colección dedicada a los poetas y sus haikús.
En este caso aparece la caligrafía del poema de la rana.
古池や
かわず飛び込む
水の音 (
furu ike ya
Kawazu tobikomu
mizu no oto
Un viejo estanque.
Se zambulle una rana:
ruido de agua.
-(Trad. Antonio Cabezas García)
Este haiku fue el que dictaminó la senda a seguir en el mundo del haiku
y de ahí hasta la actualidad.
*
Dragón de fuego
Del mismo color
bajo este sol de estío
lagarto y piedra.
-Leticia Sicilia
*
Dragón de tierra
Una perseida…
Mirando hacia el suelo
la salamanquesa
-Gorka Arellano
*
Dragón de hierro
No apresó bien el mirlo
a la salamanquesa
y rebotó contra el toldo
– Aurora Luque
*
Dragón de aire
Se aquieta al sol
la cría de lagartija.
Viento en ráfagas
-Mari Angels “Hikari”
*
Dragón de agua
ya nos ha visto,
entre la hierba verde
corre el lagarto
-Santiago Larreta
*
Dragón de madera
Brisa de enero.
Una y otra vez estira
la lengua un lagarto
-Mary Vidal
*
cruza un dragón
la pantalla del cine;
huele a jazmín.
-Isabel Núñez Jiménez
_()_
***
Algunos poemas recientes.
Para celebrar el funeral de un amigo chino: Sosanjín.
reverbera el calor;
en tierra japonesa
un rito funerario
kagerô ya / nihon no tsuchi ni / karimogari
Para el adiós:
decirte adiós,
donde los sauces blancos
se separan
kimi o okuru / enokoro yanagi / chiru koro ni
Sobre el tôfu de Negishi, enviado a un amigo que se va para Europa.
recuerdo de primavera:
desde el Sol Naciente,
un caldo con tôfu
hi no moto no / haru no nagori ya / tôfu jiru
Bujian, enfermo, se quedó en la cama por un largo tiempo, y escuché que ha fallecido.
 el cuco,
en sus versos de despedida
¿no ha cantado?
hototogitsu / jisei no ikku / nakarishi ya
Dibujo muy torpemente la peonía del jarrón, en el cuaderno del viejo Meisetsu, y agrego dos poemas a mi dibujo.
 pintar una peonía,
que se parece más
a un arbusto
shakuyaku o / egaku botan ni / ni mo nizu mo
ya marchita,
la flor de la peonía
junto a mi cama
shakuyaku no / otoroete ari / makuramoto
Leyendo el libreto de Nô «La piedra que quita la vida», tarareo algunos versos:
al salir el escarabajo
de su agujero,
¡la luz!
tamamushi no / ana o idetaru / hikari kana
cruzando un lugar famoso
¡por sus fantasmas!,
lluvia de primavera
bakemono no / meisho toru ya / haru no ame
leer “La piedra que quita la vida”…
lejos en el cielo
regresan los gansos salvajes
sessho-seki no / sora ya haruka ni / kaeru kari
Notas del traductor y las fuentes
 
en el jarro de agua
de mi cocina…
¡ah, el sol de otoño!
– Sobre “reverbera el calor”, en la primavera, el aire bruscamente recalentado, provoca ciertos espejismos, brillos o destellos. El traductor al francés comenta que “pueden ser considerados símbolos de impermanencia, pero al tiempo, también pueden considerarse manifestaciones de las fuerzas vitales del cosmos, al menos en las creencias arcaicas”.
– El término Enokoro yanagi, es traducido al francés como “saules blancs” y por tanto al castellano como “sauces blancos”, pero según el traductor al francés, literalmente también es “sauce del perrito», o salix thumbergiana. Entonces, bien, este «pequeño perro» también puede ser el origen de una cascada de referencias. La primera y directa sería a la colección “Perro Pequeño” (Enoko-shû, 1633), o primera colección burguesa de haikai, cuyo título contiene algunas referencias a otra famosa colección titulada «Perro», colección de Tsukuba (Inu Tsukuba shû, 1532) o primera colección de haikai no renga, que contiene haikais de Sôkan y otros; que probablemente fue escrita durante un período de varios años, pero no fue publicada hasta unos 100 años después de su finalización. La demora en la publicación puede deberse a que Sôkan compiló el libro para uso de sus alumnos y no tenía la intención de publicarlo. Una razón más probable, sin embargo, es la naturaleza grosera y profana de muchos de sus poemas. A pesar de su terrenalidad, los poemas contenían un ingenio y frescura que atraía a los aspirantes a poetas haikai del siglo XVII, especialmente a los de la Escuela Danrin, quienes a menudo trataban de imitar su estilo. A su vez, el nombre de esta colección hace referencia a Tsukuba-Shû, otra antología, esta vez de renga compilada por Sasaki Dōyō por una orden imperial.
– Cuando se refiere al tôfu de Negishi, se dice «sasa no yuki», cuya traducción literal sería «nieve de bambú enana». Se trata de una especialidad de tôfu muy célebre en Negishi, barrio de Shiki en Tokio. Allí, hay un restaurante que lleva este nombre, abierto en 1691, y que todavía existe.
– Sobre Bujian, ya se habló en la entrega 16.
– Cuando Shiki habla en el haiku de “el cuco” (Hototogitsu), según el traductor al francés, es seguro que habla de sí mismo. Personalmente entiendo que también podría referirse a Bujian, a quien dedica el poema y quien padecía también tuberculosis como él; y el cuco, que enseña su roja garganta al cantar, simboliza esta enfermedad. Por ello, se puede estar refiriendo al jisei que seguro que Bujian andaría escribiendo.
– Naitô Meisetsu (1847-1926), estudioso de Buson, fue un haijin de la escuela de Shiki, de Matsuyama, aun así, considerado uno de los pocos de la generación anterior. Desde hace mucho tiempo, en la revista clásica de El Rincón del haiku, pueden leerse tres haikus suyos. Uno de ellos es:
linterna en mano,
alguien cruza de noche
por los ciruelos
hi tomoshite / yoru yuku hito ya / ume no naka
-Hay dos tipos de peonías: herbáceas y arbustivas. Cuando Shiki escribe haikus de peonías, suele hacer referencia a la peonía herbácea, que es diferente a la peonía arbustiva (o peonía de árbol). Las peonías herbáceas desaparecen cada invierno y reaparecen en primavera. Ofrecen una floración espectacular. La especie más común es la lactiflora, llamada «peonía de China». Shiki, muy débil y en cama, al dibujar mal la flor, refiere el arbusto.
– En la entrega nº 5, ya se habló del libreto de teatro Nô «La piedra que quita la vida».
– El escarabajo concreto al que se refiere Shiki, es un bupresto (Tamamushi), ampliamente distribuido en Japón y famoso por sus colores irisados.