Archivo de la categoría: .

Ebriedad

Noviembre 2024
Primavera
Córdoba, Argentina

Ebriedad

El que actúa fracasa;
el que aferra algo lo pierde.
Por eso el sabio no actúa
y de ese modo no fracasa;
nada aferra y de ese modo nada pierde.

Tao Te Ching, LXIV (2012, p. 157)

La ebriedad es como el Tao. El principio más importante del Taoísmo es el wu-wei (no-creación). Esto es, un principio originante de lo existente. El Tao comienza por reconocer que no hay entidades fijas ni un conocimiento convencional. Frente a ello, propone un principio de espontaneidad que implica un desasimiento mental. La mente humana no es una vacuidad pueril, sino que debe basarse en su inteligencia espontánea sin forzarla. En este sentido, se postula un modo de conocimiento parcial del mundo. Se trata de una espontaneidad original que recibe el nombre de tzu-jan y podría traducirse como “cualidad de ser uno mismo así” (Watts, 2010: 23). Dejando de lado la visión central de la percepción del mundo, el Tao apuesta al uso de la visión periférica o, como refiere Alan Watts, andar ebrio por el camino. Ese andar borracho es afín al Tao: término que significa vía, camino o hablar, es decir, que implica un modo de transitar y habitar el mundo.

Los ebrios caminan zigzagueantes; pueden estar ebrio de felicidad, de tristeza, exaltados o desanimados, aturdidos en los oídos o iluminados en un remolino infinito que trae la aceptación de las cosas tal como son. Los borrachos se enojan y dicen verdades. Todos conocemos algún tipo de borracho. Pero ¿quién podría emborracharse hasta el poema? Emborracharse de un shot de sake, de un shot de haiku.

ほろほろ酔うて木の葉ふる

horohoro youte konoha furu

 Como las hojas al caer, me emborracho lentamente

*

酔へなくなったみじめさはこほろぎがなく

yoi e nakunatta mijimesa wa kohorogi ga naku

 sin haberme emborrachado aún, los grillos suenan infelices.

*

食べる物はあって酔ふ物もあつて雑草の雨

taberu mono wa atte yoi fu mono mo a tsute zassō no ame

Hay comida, hay alcohol
Lluvia sobre la maleza

*

酔ざめの風のかなしく吹きぬける

yoi zamenofū no kanashiku fuki nukeru

 El viento sopla tristemente mi embriaguez.

Bibliografía

Lao-Tse. (2012). Tao Te Ching. (ed.; trad. I. Preciado Idoeta) Trotta: Madrid.

Watts, Alan. (2014). Budismo. Kairós: Barcelona.

Santōka, Taneda (16 de septiembre de 2014) 草木塔 [Pagoda vegetal (selección de haikus)]. Aozora Bunko. Recuperado de: https://www.aozora.gr.jp/cards/000146/files/749_34457.html La traducción es nuestra.

Noviembre 2024

En Santiago estamos teniendo una primavera bastante inestable, algo usual para una estación intermedia, aunque en los últimos años nos habíamos acostumbrado a una suerte de mini verano. Pero más allá de la variación en temperatura y luz del sol, es hermoso ver las flores en su máximo esplendor e, incluso, algunas mariposas volando de aquí para allá en esta ajetreada capital.

Este mes veremos la última de las estaciones climatológicas: invierno o 冬 fuyu. Abarca, según el calendario actual en uso en Japón, desde 立冬 rittou o inicio del invierno (07 de noviembre) hasta el día anterior a 立春 risshun o inicio de la primavera (04 de febrero). Según el calendario tradicional o 旧暦 kyuureki, corresponde a los meses de 神無月 Kannadzuki o Décimo Mes, 霜月 Shimodzuki o Décimo Primer Mes y 師走 Shiwasu o Décimo Segundo Mes. Hace más de un milenio Minamoto no Muneyuki describió el alma de la estación en su famoso poema, compilado en el Kokin Wakashuu y en el Hyakunin Isshu:

 

山里は冬ぞさびしさまさりける人目も草もかれぬと思えば

yamazato wa fuyu zo sabishisa masarikeru hitome mo kusa mo karenu to omoeba

en la aldea de montaña invierno es cuando la soledad se acrecienta, el ruido de la gente y hasta la hierba han menguado, siento

 

Así, desde la antigüedad, el verdadero significado del invierno es la marchita soledad y el fin de todas las cosas. Japón tiene una de las mayores cantidades de nieve caída durante la estación invernal del planeta, por lo tanto, es fácil de comprender esta aseveración, sobre todo en tiempos antiguos, cuando las aldeas quedaban completamente aisladas durante los meses invernales.

En el mundo del kigo, el invierno se divide en cuatro períodos: 三冬 santou; tres inviernos, cuyas palabras se pueden utilizar en la composición de haikus durante toda la estación. Luego está 初冬 shotou o inicio del invierno, que corresponde a noviembre en el calendario solar, y a 神無月 Kannadzuki o Décimo Mes, en el lunar. Continuamos con 仲冬 chuutou o mitad del invierno; diciembre o 霜月 Shimodzuki; Décimo Primer Mes. Finalmente tenemos 晩冬 bantou o fin del invierno, que abarca enero o 師走 Shiwasu; Décimo Segundo Mes.

Los haikus que traduje para ustedes este mes corresponden a 三冬 santou; tres inviernos y 初冬 shotou o inicio del invierno.

 

Kigo: 冬ざれ fuyuzare; llega el invierno. Describe el sentimiento cuando llegando el invierno, las plantas y los árboles se marchitan, y el paisaje hasta donde alcanza la vista, incluidos el océano y las montañas, se vuelve desolado.

Período: 三冬 santou; tres inviernos

Categoría: 時候 jikou; estacional

Haijin: Yamazaki Hisao (1927)

冬ざれの景に旧軍港ありぬ

fuyuzare no kei ni kyuu gunkou arinu

en el paisaje invernal había un viejo puerto naval

Kigo: 短日 tanjitsu; días cortos. Se refiere a los días cortos del invierno. Después del equinoccio de otoño, el sol se pone más temprano en noviembre y diciembre, y las horas de luz son más cortas en el solsticio de invierno.

Período: 三冬 santou; tres inviernos

Categoría: 時候 jikou; estacional

Haijin: Takase Tetsuo (1958)

カステラのざらめ嚙みあて日短し

kasutera no zarame kamiate hi mijikashi

mordiendo la azúcar morena del queque, los días se van acortando

Kigo: 息白し ikishiroshi; blanco aliento. En las mañanas de invierno, cuando la temperatura es baja, el vapor de agua del aliento se enfría, haciéndolo parecer blanco.

Período: 三冬 santou; tres inviernos

Categoría: 生活 seikatsu; vida diaria

Haijin: Kadokawa Teruko (1928-2004)

白息をかけて遺愛の眼鏡拭く

shiroiki wo kakete iai no megane fuku

limpia con el blanco aliento sus amados lentes

Kigo: 熊穴に入る kuma ana ni iru; entra el oso en el agujero. Los osos hibernan en agujeros de árboles o cuevas desde que se acumula la nieve hasta que se derrite en la primavera. Sin embargo, no hibernan por completo, sino que pasan el tiempo durmiendo mientras utilizan la grasa acumulada y otros nutrientes. Las hembras dan a luz y crían a sus crías durante este período.

Período: 初冬 shotou; inicio del invierno

Categoría: 動物 doubutsu; animales

Haijin: Nakatani Makaze (¿?)

熊穴に入るや孤独の風の音

kuma ana ni iru ya kodoku no kaze no oto

entra el oso en el agujero, el sonido del viento solitario

Espero disfruten de los haikus seleccionados en este artículo; incluso puede que les ayuden a refrescarse si están sufriendo del inicio del calor acá en el hemisferio sur. Nos vemos el próximo mes, ya terminando el primer año de ‘El mundo del kigo’.

Con el viento solano el olor de la higuera

A lo largo de estas entradas hemos hablado, entre otros temas, del fuego, del aire y de la tierra. Faltaría el aire para completar la tétrada aristotélica, y es por ello por lo que dedicamos la entrada del mes de noviembre a este elemento. El viento, fuerza motriz generadora y etérea, es tan antiguo como el mundo, y supone prueba de ello que tenga tantos nombres distintos según su intensidad, su dirección y su humedad. De entre todos los elementos de la tétrada, quizá el aire sea el que más conectado está por su propia levedad al valor estético del karumi. Por esta razón, haremos una selección mixta: mostraremos algunos haikus donde se entrevé este valor; y, finalmente, expondremos otros cuyo aware pleno se focaliza en este elemento.

la brisa –
gorriones volando
entre naranjos en flor

Este haiku destila ligereza por sus poros: la brisa leve, el vuelo grácil de los gorriones livianos y el olor tenue del azahar. En estos versos, todo pesa poco, y esa levedad se percibe en la propia composición interna del haiku. Su lectura no es pesada y tiene los elementos necesarios para completar la escena. Por ello, podríamos considerar este haiku como arquetipo representativo del valor estético karumi. Entendemos como karumi esa sensación de ligereza que proporcionan los elementos del haiku: delicados, fluidos, poco masivos y apenas densos; como si fuesen “poca cosa”, de manera que las relaciones entre ellos heredan dicha levedad. Podríamos equiparar este valor estético con aquello que se percibe como “etéreo”, adjetivo derivado de éter, que, en griego antiguo, αθήρ, significa ‘aire fresco’. Este haiku tiene karumi porque tiene esa chispa vaporosa: el olor del azahar es fresco, el aire de cuyo olor se contagia también lo es. Por si fuera poco, en el aire perfumado de azahar también encontramos hosomi (vid. §2. El agua de remojar garbanzos). Karumi y hosomi están relacionados: los elementos fluidos que dotan a un haiku de karumi suelen ser el canal por el que las cualidades de los entes se contagian de unos a otros (hosomi).

De hecho, hay veces en las que ambos valores aparecen íntimamente entretejidos:

Olivar.
Con el viento solano
el olor de la higuera

 

En este haiku excelente, el olor de la higuera que llega a través del viento es el detonante de la escena. El aware es consecuencia natural del contraste olfativo entre los olivos y la higuera, cuyo olor se percibe claramente aun siendo una frente a muchos. También tiene karumi este haiku de olor, pero ¿tienen karumi todos los haikus que hablan de olor? La respuesta es negativa. Creemos que la clave del karumi, además de la cualidad de ligereza, es la cualidad de pasajero, que hace referencia a la “frescura” que comentábamos antes. Un haiku que hablara de un olor penetrante (porque se adhiriese a la materia, no porque no fuese agradable al olfato), no tendría karumi, pues ese olor no se podría despegar con facilidad de la entidad a la que contagia. En cierto modo, los rasgos adquiridos por hosomi devienen rasgos propios, futoki mono, si el tiempo de exposición o su intensidad son suficientemente elevados. Karumi tendría en cuenta cuán contagiado ha sido un ente de rasgos adquiridos por hosomi que no son suyos, cuán “frescos” están esos rasgos, que llevan demasiado poco tiempo en él para poder considerarlos ya como parte propia de ese ser que asume dichos rasgos. El olor ligero de la higuera se desprenderá del viento un poco más lejos del sitio donde la haijin vive la escena, y esa cualidad de “olor pasajero”, ese “poco olor a higuera”, dota al haiku de karumi.

Cada vez
que pasa el viento
se alza la espiga

En este haiku, el karumi queda patente en el propio aware, y es distinto a los anteriores porque habla de una acción que es propiamente karumi, en lugar de referenciar a una entidad cuyas cualidades posean dicho rasgo. El haijin se emociona cuando el aire levanta una espiga hacia arriba. La espiga es ligera, delicada y quebradiza, porque pesa poco y es frágil; el viento que la alza también es leve, porque tiene poca entidad; pero lo que dota al haiku de verdadero karumi es el hecho de que la espiga se alce de manera pasajera cuando hay algo de viento. La cualidad “estar alzado” es tan leve como el viento agente y la espiga, sujeto paciente de la acción.

Con todo, no debemos olvidar que lo que distingue a un haiku bueno de otro es tener aware. El karumi es un valor estético que, por sí solo, no hace a un haiku ni mejor ni peor. Veamos otros dos más cuyo elemento común también es el aire:

el viento racheado
aleja el nubarrón –
canta una perdiz

El aware de este haiku está en el adjetivo “racheado”, que imprime fuerza al viento y, además, describe a la perfección cómo se aleja el nubarrón: cada racha de aire es un golpe que separa más la nube del haijin. El corazón del haiku radica en decir que este viento es “racheado”; si no fuera dicho, la percepción de este cambiaría por completo, o quizá no habría habido aware. La perdiz, ajena a la batalla que presencia el haijin, continúa con su canto.

Juegan los primos –
La brisa de la tarde
bajo la palmera

 

Concluimos esta entrada con un haiku que rebosa paz. El haijin, que está vigilando a dos niños que son primos entre sí y cuya relación de parentesco con el que escribe es indiferente, disfruta sentado de la ligera brisa que corre, a la sombra de una palmera. Los niños se divierten jugando, incluso se escuchan sus gritos y sus risas, y también se entrevé la sonrisa que esboza el autor al verlos jugar. Ver felices a otras personas también lo hace a uno feliz: es otra de tantas razones por las que sentirse agradecido y dar gracias al mundo. En definitiva, un haiku fresco y delicioso para los sentidos.

 

(Los haikus seleccionados pertenecen, en orden de aparición, a J.L. Vicent, Encarna, Idalberto Tamayo, J.L. Vicent y Gorka Arellano).

La tierra del huerto bajo las uñas

¿Hay algo más sagrado que la cuna donde nace la propia vida?

Sol de invierno.
Comienza a brotar
la cebada

 La fuerza que reside en este haiku es la misma que la que tiene el grano para germinar. El sol es tibio y no calienta demasiado, pero aun así, la cebada comienza a brotar y la vida se abre camino entre la tierra a codazos, sin cuestionar si merece la pena o no, si llegará a buen puerto o no: todo eso son disquisiciones de la racionalidad. El haiku tiene un aware hondo y arraigado que evidencia la fina mirada de la haijin: es, por suerte, tan presente el milagro de la vida que apenas reparamos en él, y ese milagro necesita de la tierra ―¡bendita tierra! ― para tener lugar. La tierra, en tanto elemento de interés por sí mismo, encierra desde el primer momento una gran lección de humildad: este elemento tan modesto, amén de ser cuna y mortaja, estremece al lector con unos awares de potencia inusitada, sea cual fuere la forma que dicha tierra tomare: polvo, arena o barro. Prueba de ello ha sido el haiku anterior y la dificultad que ha costado seleccionar esta muestra de haikus publicados en el foro por su calidad excepcional, algo que atestigua, sin duda alguna, la buena salud de la que goza el haiku en español.

Un mirlo escarba
la tierra removida.
Siembra de abril

 La imagen que evoca este haiku es pura ternura. Acabada la tierra de ser arada para sembrar el grano, el mirlo aprovecha y escarba con el pico para comerse las semillas. En la imagen evocada se ve cómo destella el pico amarillo del mirlo, cuya cola se levanta al inclinarse para picar. Nos parece interesante destacar que este haiku sería un estupendo contraejemplo para mandar al traste la clasificación occidental de los distintos tipos de haiku que hay, pues habríamos de encuadrarlo en ese cajón de sastre al que convenimos en llamar “de difícil clasificación”. La escena es propia de un jinji (haikus de asuntos humanos), pues la siembra y el cultivo de la tierra son obra del hombre, pero el haiku no gira en torno a él; tampoco es un haiku cruel, ni evoca compasión; no lo podríamos considerar tampoco de manera ortodoxa como un haiku de lo sagrado. Sin embargo, es un haiku porque tiene ese pellizco de aware; el mundo es haiku, y el haiku es mundo: está por encima de las fronteras imaginarias que trazamos.

El sol al este
en la tierra húmeda
el maíz

Tenemos un haiku con un aware excepcional y atávico. Concluye la noche y la humedad del relente condensa sobre la tierra sembrada de maíz. Esta fina capa de agua, que humedece ligeramente el campo, se evapora de nuevo en cuanto la tierra se calienta con los primeros rayos de sol: los del amanecer, que salen por el este. A pesar de que el agua es el elemento “activo” del haiku, en tanto que es condición necesaria para la generación del asombro, el verdadero aware recae sobre el maíz, que, en el centro de la escena, es sujeto paciente de todo lo que acontece en el haiku: recibe los rayos de sol y se nutre de la tierra húmeda. Nos encontramos ante un gran haiku de lo sagrado con una capacidad brutal de sugerencia que se admira del mundo tal y como es.

Con el rebenque1
el patrón del olivar
golpea sus botas

 1 rebenque: Am. Látigo recio de jinete.

 Tiene un haimi particular este haiku. El dueño del olivar está quitándole a sus botas la tierra con un latiguillo para azuzar a las bestias. Una imagen tan sencilla puede impactar en la haijin, que describe con mucha naturalidad este momento tan habitual en un paseo por el campo. La imagen es dinámica al completo: se escucha el restallido del rebenque, e incluso golpear una bota con otra para terminar de sacudir los restos de tierra adheridos. El hecho de no mencionar si la textura de dicha tierra es polvorienta o, en cambio, más embarrada, también abre el haiku en múltiples posibilidades con sabores muy auténticos.

Huerto embarrado.
A través del guante
el picor de la ortiga

 Estamos, sin duda, ante un haiku excepcional. El primer verso, “huerto embarrado”, es muy potente y, además de formar una imagen muy clara que encuadra el resto del haiku, añade el olor sugerente de la tierra mojada. Los dos últimos versos tienen incluso más fuerza: la urticaria que provoca la ortiga es tan fuerte que se nota hasta con guantes. El sentido del tacto está muy acentuado en este haiku mediante dos ideas: por una parte, ese escozor desagradable; por otra, los pies del haijin se hunden en la tierra mojada y reconectan de nuevo con el primer verso. La combinación de sentidos involucrados es excepcional, y el aware de este haiku es tan original y directo que impacta en cuanto se lee. Un haiku de antología.

Concluyamos esta sección con otro haiku de matrícula de honor que incide en esa relación táctil derivada de la proximidad, que no es necesario explicar por su absoluta claridad:

Sol de primavera
La tierra del huerto
bajo las uñas

(Los haikus seleccionados pertenecen, en orden de aparición, a Encarna, Hikari, Idalberto Tamayo, Felisa Zicari, Hikari e Idalberto Tamayo).

Octubre 2024

Mientras en el hemisferio sur acabamos de entrar a la primavera, y por contraste en el norte, al otoño, en el mundo del haiku octubre es el último mes de la estación otoñal. El otro día vi un artículo que hablaba, precisamente, de cómo el calentamiento global y el desplazamiento de las estaciones amenazaban al haiku. Pero si lo pensamos, cuando el haiku fue concebido se utilizaba otra forma de medir el tiempo y, como hemos visto en esta columna mes a mes, el calendario lunar presenta un desfase con el solar que utilizamos en la actualidad, sin embargo, con un poco de investigación, esto no impide que comprendamos y disfrutemos de los haikus tradicionales. Creo que depende de quienes amamos esta forma de expresión poética el mantenerla viva.

De las siete categorías en que se dividen los kigo, ya hemos visto cinco: 時候 jikou o estacional; 天文 tenmon o astronomía; 地理 chiri o geografía; 生活 seikatsu o vida diaria; 行事 gyouji o eventos. Nos quedan solamente dos, por lo que este mes le toca el turno a 動物 doubutsu o animales.

El uso de esta palabra es similar al de “fauna” en español: conjunto de animales (insectos, aves, invertebrados, etc.) que habitan una región concreta en un período temporal concreto. Ahora bien, al combinarlo con la división estacional pueden surgir ciertas confusiones o cuestionamientos. Es de conocimiento general que existen las aves migratorias, y los insectos también suelen ser estacionales, pero recuerdo que una vez, en clases, un alumno me dijo: “¿el ciervo es de otoño? ¡pero si hay ciervos todo el año!” Lo que me pareció una observación absolutamente válida. Pero en otoño el ciervo brama en busca de una pareja para aparearse, y la melancolía de ese sonido es lo que lo convirtió en un kigo que representa esta estación y puede ser utilizado durante todo el período. Si bien esta asociación se realizaba en poesía desde los tiempos del Manyoushuu (759), 鹿 shika; ciervo se establece como kigo propiamente tal en el Hanahigusa del año 1636, el primer tratado sobre haiku, redactado por Chikashige.

Otro ejemplo de algo que puede parecer cotidiano a primera vista, pero que en el mundo del haiku se considera específicamente de fines de otoño, es 雪迎へ o yuki mukae. Hace referencia a una pequeña araña colgando de su hilo y que es arrastrada hacia el cielo por el viento otoñal. Una teoría es que este fenómeno sucede para que la araña pueda expandir su territorio de reproducción.

Un caso en que la relación temporal con la estación es más obvia puede ser 菜虫 namushi o insectos de los vegetales, término general para las plagas que se alimentan de rábanos, nabos, etc. La oruga de la mariposa de la col es un ejemplo típico.

Ya que tenemos algo más clara la definición de la categoría 動物 doubutsu; animales, veamos sus kigos en acción. Como octubre en el calendario actual, que equivaldría a 長月 Nagadzuki o Noveno Mes en el lunar, corresponde a 晩秋 banshuu o fin del otoño, los haikus pertenecen a ese período.

Kigo: 雁 kari; gansos salvajes. Vienen a Japón desde Siberia a finales del otoño y regresan en primavera. En la antigüedad a los gansos se les llamaba 雁が音 karigane porque mucha gente admiraba sus voces (雁が音 literalmente el sonido de los gansos).

Período: 晩秋 banshuu; finales de otoño

Categoría: 動物 doubutsu; animales

Haijin: Imase Gouichi (1936 –)

 

雁よりも高きところを空といふ

kari yori mo takaki tokoro wo sora to iu

el lugar más alto que los gansos salvajes se llama cielo

Kigo: 秋刀魚 sanma; lucio caballa. Como sugiere su nombre (秋=otoño, 刀=espada, 魚=pez), se asemeja a una espada, largo y delgado, alcanzando una longitud de unos 30 centímetros. Tiene un dorso azul oscuro y un vientre blanco plateado. Migran desde el norte hacia el sur para alimentarse y desovar, llegando hasta la costa de Boso en octubre. Tiene un alto contenido en grasas y se come asado con sal. No se consideraba una palabra estacional durante el período Edo y solo se introdujo en tiempos modernos.

Período: 晩秋 banshuu; finales de otoño

Categoría: 動物 doubutsu; animales

Haijin: Ootsuki Chisa (1926 -)

 

秋刀魚焼くうたがひもなき妻の日々

sanma yaku utagai mo naki tsuma no hibi

grillando la caballa, sin duda los días de una esposa

Kigo: 猪 inoshishi; jabalí salvaje. Tienen el cuerpo cubierto de pelaje marrón, con un cuello grueso y corto. A veces destruyen los cultivos en los campos, causando daños a las aldeas rurales. Su carne es deliciosa y se le llama ‘yama kujira o ballena de montaña’. Se consume en sashimi o estofado. Se considera kigo otoñal ya que durante esta época los jabalíes deambulan activamente por las montañas en busca de bellotas y otros frutos secos.

Período: 晩秋 banshuu; finales de otoño

Categoría: 動物 doubutsu; animales

Haijin: Takarai Kikaku (1661 – 1707)

 

山畑の芋ほるあとに伏す猪かな

yamabata no imo horu ato ni fusu inoshishi kana

postrado luego de excavar por camotes en el campo, el jabalí

Kigo: 残る虫 nokoru mushi; insectos que quedan. Se refiere a los insectos que emiten sonidos a medida que se acerca el invierno. Su voz es débil ya que son pocos.

Período: 晩秋 banshuu; finales de otoño

Categoría: 動物 doubutsu; animales

Haijin: Tamaki Kazuko (¿?)

 

目をとぢてどこかで残る虫の声

me wo tojite dokokade nokoru mushi no koe

cierro los ojos y en algún lugar la voz de los insectos que quedan

Espero que disfruten del inicio de una nueva estación, y si acompañan este comienzo con poesía, de seguro el disfrute será aun mayor. Me despido hasta el próximo artículo de ‘El mundo del kigo’.

Mediodía

    En su viaje hacia el Norte profundo, Bashô describe su emoción al visitar el templo de la montaña, en Yamagata, famoso por su silencio: “La montaña es un hacinamiento de rocas y peñas, entre las que crecen pinos y robles envejecidos; la tierra y las piedras estaban cubiertas por un musgo suave y todo parecía antiquísimo… Di la vuelta por un risco, trepé por los peñascos y llegué al santuario. Frente a la hermosura tranquila del paisaje, mi corazón se aquietó…” Era verano. En el ardor del mediodía, el canto de las cigarras taladrando las rocas hacía más hondo aún el silencio. El lugar, conocido popularmente como Yamadera, fue fundado hace más de mil años. Bashô lo visitó en 1689. Una estatua del poeta, el famoso poema de las cigarras grabado en piedra y un museo conmemorativo mantienen vivo su recuerdo.

    El sol alcanza su cenit y en ese instante desparece la sombra vertical. Es la hora que Jorge Guillén identifica con la perfección: “Es el redondeamiento / del esplendor: mediodía”-. En el centro de cielo, el sol se afirma como fuente luz, de calor y de vida, evocando -en la simbología védica- el sol espiritual, inmóvil en el centro del ser, también llamado “ojo” o “corazón” del mundo. En Japón, el país donde nace, se celebra el primer amanecer del año (hatsuhinode) y se recuerda a la diosa del sol, Amaterasu, saliendo de la cueva para iluminar la creación. La ronda estacional y los diferentes paisajes van modulando los matices asociados al sol: Onitsura celebra su caricia un día de invierno, pero siente la intensa punzada del frío; y en un jardín soleado observa a los gorriones bañándose en la arena. Taigi, Buson, Issa y Shiki nos regalan gestos y sensaciones relacionados con la siesta: cae la mano que movía el abanico; blanquea el codo de un monje en la penumbra; el cervatillo echa a la mariposa y se adormece; duermen en fila mariposa, gato y monje; hasta el Gran Buda dormita al calorcillo primaveral… Sôseki siente la intensidad del calor al ver cómo se desploma en el mar el sol ardiente. Y Shiki nos acerca a la tormenta, cuando, acalorado y encogido de miedo, escucha el trueno.

    Regreso a la memoria y emerge, con todo su poder, la tormenta que se va fraguando en el bochorno del mediodía: “El sol empieza a picar y las moscas se ponen pesadas. Las culebras salen a los caminos y los animales domésticos se inquietan en las cuadras. Llega una ráfaga repentina y se empieza a nublar. Se oye un trueno lejano, caen las primeras gotas abrasadas, se acerca la tormenta. Toda la creación queda como sobrecogida, conteniendo el aliento. De pronto, el cielo adquiere un color lívido, sombrío, y el relámpago suelta su latigazo en la penumbra, anunciando ya un trueno seco, poderoso, como un gran animal herido y empieza a arreciar la lluvia. Portazos, voces, llantos de criaturas; caballos al galope, con las crines mojadas… En las puertas se empieza a quemar la mirra bendita que se recogió el Día del Señor… La tormenta se crece, provocando el apagón, y un fulgor agónico se cierne sobre el pueblo en tinieblas, donde ya empiezan a encenderse los velones dorados, las mariposas que arden ante las imágenes, proyectando una luz espectral sobre los espejos empañados, las velas que proyectan sombras siniestras sobre las escaleras. Un trueno largo, sostenido en su tremenda crecida, agarrota las gargantas de los niños que, para consolarse, se imaginan a los ángeles arrastrando muebles por el cielo, y arrecian las oraciones a Santa Bárbara…”

    Shiki nos devuelve a un ámbito más sosegado: al frescor impagable de una terraza del viejo templo, por sólo dos monedas; o a los budas que contemplan, desde la penumbra, el mar de junio. Más íntima, Yorie, nos lleva al sol de invierno para ver la luz del mar en los ojos del gato. Esa misma luz, movida por el viento invernal, es la que sorprende Akutagawa Ryûnosuke en las sardinas secas.

***

La lluvia empapándome la ropa

La lluvia empapándome la ropa

En esta entrada quisiera hacer una recopilación de haikus que tengan hosomi. Entendemos esta cualidad de hosomi como los rasgos que, sin ser inherentes a una realidad, esta pasa a incorporarlos como suyos (se contagian de esos rasgos) y pasan a formar parte de ella (vid. serie “Bashô”, §2.º Apariencia, Mavi Porras, El Rincón del Haiku, sección Debates). Me gustaría revisar algunos haikus para disfrutar del hosomi que en ellos se percibe.

En primer lugar, el propio concepto de hosomi, entendido como transferencia de rasgos, necesita de dos o más realidades distintas para que tenga lugar. Las cualidades transferidas tienen generalmente un carácter fluido que discurre en el espacio, de modo que la contigüidad entre elementos confiere al uno los rasgos del otro. Quizá esa sea la razón por la que los haikus cuyo hosomi se percibe antes sean aquellos que apelan al sentido del tacto, pues la piel es la primera barrera sensorial que separa una realidad de otra:

Atardecer –

Sumerge la cabeza

un flamenco1

 1 flamenco: Ave perteneciente al género Phoenicopterus

En este haiku, el aware principal pasa por que el flamenco se refresca metiendo la cabeza en agua, de cuyo frescor disfruta. Por tanto, este frescor intrínseco del agua deviene un rasgo del flamenco; una cualidad prestada, pero ya suya, al mismo tiempo. El hosomi no tiene que ser explícito para poder disfrutar del aware. Otra experiencia similar, más clara aún, es la siguiente:

A la intemperie

La lluvia empapándome

la ropa

En este haiku vemos, por así decirlo, un hosomi doble: la lluvia calando en la ropa del haijin, a la cual confiere humedad y empapamiento; por otro, esa misma ropa, en contacto con el cuerpo, está calando al haijin. Hay, por tanto, una cadena de elementos (lluvia-ropa-cuerpo) por las que las cualidades intrínsecas de la lluvia van discurriendo. Si la ropa se hubiera presentado ya con la cualidad de empapamiento, como rasgo propiamente suyo (futoki mono), sin efecto mediador de la lluvia, habría un solo hosomi: el calado de la humedad en el cuerpo. No censuramos, en este caso, el uso pertinente del dativo simpatético me (superfluo como complemento indirecto según la norma actual), pues añade el eslabón cuerpo a la cadena de hosomi sin sobrerrepresentar excesivamente el yo.

También encontramos haikus donde el haijin se contagia del helor del aire, en la línea de los anteriores:

Un aire frío

entra en los pulmones –

Los petirrojos…

No es descabellado, por tanto, suponer que la mayor parte de los haikus con hosomi vengan motivados por una percepción táctil que incide directamente en las realidades de los polos. Sin embargo, hay también una minoría de haikus que notan relaciones de transferencia apelando al resto de sentidos, como por ejemplo:

El agua

de remojar los garbanzos.

Cantan las chicharras

Este haiku es excepcional porque, tras varias relecturas, vemos vibrar el agua del cuenco con el canto de las chicharras. La vibración de estos insectos, necesaria para el canto, se transfiere al agua y a los garbanzos. Los garbanzos también se moverán, pero a la autora, en este caso, le ha conmovido la fluidez del agua moviéndose al compás de las chicharras y la relación potentísima que el mundo establece entre ambos elementos. El mundo de este haiku se entreteje en una urdimbre de hosomi mecánico: el agente que se transfiere entre realidades es el movimiento.

 La bolsa del mandado

en el pasillo –

Los nanches2 de ayer

 2 nanche: Méx. Fruto de la especie Byrsonima crassifolia

 Concluyendo la entrada con este haiku, vemos que el hilo conductor de este haiku magistral es un hosomi olfativo: la bolsa se impregna del olor de los nanches. Es más, la relación entre ellos excede la dimensión del momento: el asombro motivado por el hosomi nanches-bolsa es fruto de un contacto que se sigue percibiendo el día de después. Poco más puedo aportar con este comentario a la genialidad del autor, dueño de una sensibilidad extraordinaria, salvo quizá el hecho de darle las gracias por permitirnos vivir estos momentos tan sumamente impactantes. Los recién neófitos podrán encontrarlo insignificante; para los restantes ―todos los haijines seremos siempre neófitos― no deja de ser un regalo para los sentidos.

(Los haikus seleccionados, en orden de aparición, pertenecen a Gorka Arellano, Idalberto Tamayo, Gorka Arellano, Mavi y Jorge Moreno).

ZEN, EL ESTADO MENTAL DEL HAIKU 8. LIBERTAD.

8

 Libertad

La libertad del Zen se manifiesta de formas muy diversas. ¿Qué es la verdadera libertad?

Pero, ¿qué debo hacer? dijo Alice. “Lo que quieras”, dijo el lacayo,
y empezó a silbar.

La libertad no es hacer lo que te gusta, sino que te guste lo que haces. Cuando sentimos dolor, pena y soledad, estamos a salvo. Nosotros podemos pensar como Satanás en el Infierno,

Aquí al menos

seremos libres; el Todopoderoso no ha construido

aquí por su envidia, no nos echará de aquí.

Esta es la libertad que Buson sintió un día, sentado solo en la oscuridad, recordando el rostro de su padre, la voz de su madre:

父母のことのみ思ふ秋の暮        蕪村

Chichi-haha no   koto nomi omō   aki no kure

Es de noche, otoño;
sólo pienso
en mis padres.

(Buson)

Es libertad para gustos y aversiones, no en el sentido de que nos volvemos indiferentes o insensibles, sino de que las cosas agradables no se sentimentalizan ni se falsifican:

遣羽子にまけし美人の総かな

Yaribane ni  makeshi bijin no  ikari kana

Vencida en el juego de pala y volante,
la bella doncella
¡muy enojada! 

(Shiki)

Del mismo modo, las cosas desagradables, feas o repugnantes resultan interesantes y significativas. El haiku se esfuerza por quitar lo que Coleridge llamaba

La película de la familiaridad y la solicitud egoísta.

Más difíciles de superar y de liberarse son las costumbres del lenguaje y las asociaciones de palabras. La palabra “roncar”, con su connotación humorística, abruma la poesía de los dos haiku siguientes, el primero con su extraña mezcla de lo inmaterial, lo humano y el mundo de los insectos; el segundo con su patetismo:

秋の夜や夢と新ときりぎりす

Akino yo ya    yume to ibikı to    kirigirisu

Una noche de otoño;
sueños, ronquidos,
el canto de los grillos.

 

(Suiō)

其人の鼾さへなし秋の輝

Sono hito no    ibiki sae nashi   aki no semi

Incluso sus ronquidos
ya no se oyen:
las cigarras de otoño.

(Kikaku)

Escrito tras la muerte de Kōsai, 工斎, discípulo de Bashō, el segundo verso significa que, aunque las cigarras siguen cantando en otoño, el menos inteligente e inteligible de los sonidos humanos, sus ronquidos, ahora son inaudibles en la muerte.

Es la libertad de lo que los hombres consideran ordinariamente posible e imposible.

間至人不知利子。 王促日。 至人陣 。大

深焚。而不能熱。河漢選面不能塞。疾雷破山。

 原振形,而不能驚。 若然者乗雲気。騎日月。而

遊学四海之外。死生無髪於己, 而況利害之端

(荘子内篇二。)

“¿Sabe un hombre de verdad lo que son pérdidas y ganancias?” dijo Ogei. “El Hombre Real es un ser espiritual- una entidad absoluta, por encima de la relatividad. Si el Gran Océano se secara por el calor, él no sentiría calor; si la Vía Láctea se congelara, él no sentiría frío. Aunque los truenos desgarraran las montañas y las tempestades sacudieran los mares, él permanecería impasible. Un hombre así puede subir a las nubes, cabalgar sobre el sol y la luna, navegar más allá de los cuatro océanos. La vida y la muerte no pueden cambiarle. ¿Cómo podrían entonces afectarle las ganancias y las pérdidas?”.

Un hombre así es como Dios, con quien todo es posible. En tal estado de ánimo iluminado, Cristo gritó,

             Os digo que, aun de estas piedras, Dios es capaz de darle hijos a Abraham.

Confucio, con toda su sobriedad, tiene un pasaje en armonía con el espíritu de las palabras de Cristo:

唯天下至誠、 鶴能漆其性、 能書其性、 則能恋

人之性、能霊人之性、 則能霊物之性、 能憲

物之性、則可以賞天地之化育、可以費天地

之化育、 則可以奥天地参笑。 (中席甘ニ)

Sólo quien ha alcanzado la (perfecta) sinceridad bajo el Cielo puede agotar (las infinitas posibilidades de) su naturaleza. Quien lo hace, puede agotar la naturaleza del hombre, y con ello la naturaleza de (todas las demás) cosas, alcanzando así (el poder de) tomar parte en la (actividad) transformadora y vivificadora del Cielo y de la Tierra, y como Hombre, hacer un Tercero con ellos.

Hay libertad frente al miedo a los resultados de las propias acciones:

生不受天党、死不伯地獄。 (障林句集)

Vivo, no me recibirán en los Salones Celestiales;

muerto, no temo al Infierno.

Hay libertad de los límites de tiempo y lugar

Alles was noch künftig ist in tausend und aber tausend Jahrenwenn denn die Welt so lange steht, das hat Gott jetzt gemacht, und alles was manch tausend Jahr veryanges ist, das soll er heute noch machen.[1]

(NT.- Traducción: “Todo lo que todavía estará en el futuro dentro de miles y miles años, cuando el mundo dure tanto tiempo, Dios lo ha hecho ahora, y todo lo que es muy antiguo, de hace muchos miles de años, debería seguir haciéndolo hoy”).

¿Cómo vamos a conseguirlo?

Dios no está atado al Tiempo ni al Lugar, está en todas partes al mismo tiempo; y esto lo sabremos en la medida en que seamos capaces, si dondequiera que estemos, nuestros deseos son estar con Él.[2]

“Estar con Él” no significa estar en ningún tipo de Cielo en el espacio o en el tiempo. Significa sentir el dolor y el placer igual que Dios, pero sin temor a que el dolor llegue o el placer huya, ya que son la trama y el tejido de nuestra existencia temporal y espacial. Significa estar libre de la vida y de la muerte, en el sentido de que sabemos que

empezamos a morir cuando vivimos, y la larga vida no es más que una prolongación de la muerte…. Lo que no tiene principio puede estar seguro de no tener final.[3]

Esta es la libertad deseada fervientemente por los estoicos, expresada por Virgilio en las palabras,

“Felix qui potuit rerum cognoscere causas,

atque metus omnes, et inexorabile fatum

subjectis pedibus, strepitumque acherontis avari” [Geórgicas, 2, 490].

(NT.- Traducción: Feliz el que ha sabido conocer las causas de las cosas,

y ha puesto fin a todo miedo, al destino implacable,

y al ruido del codicioso Aqueronte, bajo sus pies).

Pero en lugar de en tonos tan solemne, esto lo dice mejor Stevenson en Aes Triplex, expresado con la misma vivacidad y vitalidad, el dinamismo y la diversión que implica esta libertad:

Si nos aferráramos con tanta devoción como algunos filósofos pretenden que lo hacemos a la idea abstracta de la vida, o si tuviéramos la mitad de miedo que ellos pretenden que tenemos al accidente subversivo que acaba con todo, las trompetas podrían sonar a cada hora y nadie las seguiría a la batalla; el “blue-peter” podría volar hasta en un camión, pero ¿quién subiría? ¿un barco en alta mar? Piensa (si esos filósofos tuvieran razón) con qué espíritu debemos afrontar el peligro cotidiano de la mesa del comedor; ¡un lugar más mortífero que cualquier campo de batalla de la historia, donde la mayor parte de nuestros antepasados han dejado miserablemente sus huesos!

笠もなき我を時雨るる何となんと

Kasa mo naki    ware wo shigururu    nanto nanto

Que llueva, en invierno,
y ni siquiera un sombrero-paraguas,
¡Vaya, vaya!

(Bashō)

La libertad de credos, declaraciones generales, -ismos y -ologías, puede parecer que empobrece la vida intelectual. Puede parecer que ataca la raíz del cristianismo. Pero no es así:

“Su templo, fundado hace unos dieciocho siglos, yace ahora en ruinas, cubierto de selva, morada de lúgubres criaturas: no obstante, aventúrate; en una cripta baja, arqueada con fragmentos caídos, ¡encuentras el altar todavía allí, y su Lámpara sagrada perennemente encendida!”.[4]

只たのめ花もはらはらあの通り

Tada tanome    hana mo hara hara    ano tôri

Simplemente confía:
¿No revolotean los pétalos hacia abajo
así, sin más?

(Issa)

Libertad de la moral, de las nociones de progreso, de todos los ideales abstractos, de los valores preconcebidos que la mente está supuesta a otorgar a las cosas; y ¿qué queda? Spengler dice:

“Para el hombre que en estas cosas ha conquistado su libertad incondicional de perspectiva más allá de todo interés personal, no hay dependencia, ni prioridad, ni relación de causa-efecto, ni diferenciación de valor o importancia. Lo que asigna rangos relativos entre los detalles-hechos individuales es simplemente la mayor o menor pureza y fuerza de su forma-lenguaje, su simbolismo, más allá de toda cuestión de bien y mal, alto y bajo, útil e ideal”.[5]

Debemos liberarnos de la idea, y liberarnos del hecho de buscar la felicidad, de buscar la belleza o la importancia. Así que Buson dice:

さびしさのちれしくもあちの夢

Sabishisa no   ureshiku mo ari   aki no kure

Una víspera de otoño,
hay alegría también
en la soledad.

(Buson)

Escapar del sentimiento de que la felicidad es un fin en sí misma, es una tarea de toda la vida. Pero al menos podemos librarnos de la noción, implantada en nosotros indirectamente desde niños, que tenemos derecho a ciertas cosas, entre ellas y quizás la principal, la felicidad. En Sartor Resarlus, Carlyle dice:

“Pero el capricho que tenemos de la Felicidad es algo así. Mediante ciertas valoraciones y promedios de nuestros propios golpes, llegamos a una especie de suerte terrestre media: creemos que nos pertenece por naturaleza y por derecho imprescriptible. Es el simple pago de nuestros salarios, de nuestros merecimientos; no requiere ni agradecimiento ni queja; en el excedente que pueda haber contamos la Felicidad; cualquier déficit es de nuevo Miseria”.[6]

Thomas Jefferson lo expresó con palabras que nunca dejan de conmovernos y que, sin embargo, son casi universalmente malinterpretadas:

“Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre ellos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.

Pero Carlyle tiene una palabra que rompe todos los sofismas:

No ames el placer: ama a Dios.

Ama todo lo que fue, es y debe ser. Ama las cosas.

Este es el Sí Eterno, donde toda contradicción se resuelve: donde quien camina, está bien dentro de él.

 

Matthew Arnold lo expresa de forma más sombría y no menos enfática que Carlyle:

“Podrías, Pausanius, aprender cuán profunda es esta falta:

podrías discernir, tan sólo una vez, que no tienes derecho a la dicha…”[7]

Cuando aprendamos esto sin amargura ni arrepentimiento, cuando consintamos, estemos de acuerdo o incluso deseemos que así sea, comprenderemos por primera vez el significado de la libertad.

……………………

[1] San Agustín, citado por Eckhart.

[2] William Penn.

[3] Hydriotaphia.

[4]  Sartor Resartus.

[5] Introducción, 11.

[6] Capítulo IX.

[7] Empédocles.

Zen, el estado mental del haiku 2, Soledad.

2

 Soledad

Otro aspecto del estado zen es la soledad. El ritmo subyacente del pensamiento más que el pensamiento en sí, de las siguientes líneas de In Utrumque Paratus, expresa el sentimiento de Matthew Arnold sobre este estado:

Los picos son solemnes, pero a las estrellas les son conocidos,

pero a las estrellas, y a los fríos rayos lunares;

solo les sale el sol, y solo

les brotan los grandes arroyos.

En algún momento de nuestra vida debemos llegar a conocer a Sue,

Soy una de las Vírgenes eternas, sirviendo al fuego eterno (St Mawr),

y sentir con el Cristo resucitado,

Qué bueno es haber cumplido mi misión y estar más allá de ella. Ahora puedo estar solo y dejar todas las cosas a su suerte, y la higuera puede quedar estéril si así lo desea, y los ricos pueden ser ricos. Mi camino es sólo mío (El hombre que murió).

Esta es la verdadera soledad, pero necesita ir un paso más allá

Noli me tangere,

(NT: No me toques)

en el contexto

Y, sin embargo, no estoy solo, porque el Padre está conmigo.

En este punto, quizá convenga señalar el uso de las palabras en el Zen, la forma en que el silencio y el habla son una sola cosa. En todo verdadero lenguaje y conversación Zen, es decir, siempre que dos mentes están realmente en comunión, cualquier palabra dada connota también su opuesto lógico. Así, si decimos “abnegación”, significa, conjuntamente, “egoísmo”. La “soledad” es también un estado de interpenetración con todas las demás cosas. Así dice Bashō, aspirando a estar en este estado:

憂きわれを寂しがらせよ秋の寺

Uki ware wo    sabishi garaseyo    kankodori

Ah, kankodori,
profundiza
mi soledad

(Bashō)

El kankodori es un ave que vive entre las montañas lejos de las moradas de los hombres, por lo que su forma y figura son casi desconocidas. Su voz es parecida a la de la paloma torcaz y siempre se oye a lo lejos. Se dice que anuncia con su grito la llegada de la lluvia y su cese. En el haiku, es kigo de verano.

Sabishisa, soledad, es el equivalente haiku de Mu en el Zen, un estado de absoluta pobreza espiritual en el que, no teniendo nada, lo poseemos todo. Es un estado en el que nos alegramos con los que se alegran y lloramos con los que lloran, regocijarse con la alegría del asesino y llorar con los familiares del asesinado. No es un estado en el que elegimos con qué nos alegramos y con qué lloramos. No es un estado de olímpica indiferencia en el que los sentimientos positivos y negativos se anulan. Tomemos las conocidas líneas:

Entonces los dos hermanos y su hombre asesinado

pasaron por la bella Florencia, hasta donde fluye el arroyo Arno.

Gorjea a través de orillas estrechas, …

… pasaron el agua

en un bosque tranquilo para la matanza[1].

Todos los hombres son hombres muertos, y yo, que escribo esto. Y en la medida en que somos uno con Dios, no sólo aceptamos este asesinato, sino que somos nosotros mismos los hermanos asesinos de Isabel y su amante asesinado.

Imagen 13

Un Pájaro pa-pa en una rama de pino, de Mokkei

Pero existe el peligro de que, al tomar ejemplos de la poesía o el teatro, que nos convenzamos de que no es con el asesinato real con lo que simpatizamos, sino con los elementos artísticos del conjunto. Las siguientes observaciones de Stevenson, en A Gossip on Romance (Un cotilleo sobre el romance), nos dan una pista de cómo debemos ver las cosas:

Todos, cada uno con su gusto particular, leemos libros de cuentos en la infancia, no por elocuencia, carácter o pensamiento, sino por alguna cualidad de un incidente brutal. Esa cualidad no era un mero derramamiento de sangre o algo asombroso. Aunque cada cosa era bienvenida en su lugar, el hechizo por el cual leíamos dependía de algo diferente de cada caso… Crusoe retrocediendo ante la huella, Aquiles gritando frente al troyano, Ulises tensando el gran arco, Christian corriendo con los dedos en los oídos, son momentos culminantes de leyenda.

Estos “momentos culminantes” son puntos de ruptura en la línea del Mu; son momentos de “Soledad”, de abnegación, de vida universal en los que, sin embargo, el individuo no está desbordado, sino que sigue siendo claro y distinto.

¿Cómo se puede alcanzar este estado de soledad? Este es el estado habitual de tristeza solitaria en el que aún se encontraba Bashō. うき我 para ser transformado en aquello de lo que también podemos decir de todas las cosas y de todas las personas, como dice Virgilio a Minos,

Non impedir lo suo fatale andare:

vuolsi cosi cola dove si puote

cio che si vuole, e piu non diman dare.

 

No impidáis su fatal destino:

así lo queremos donde podamos

lo que quieras, y no pidas más.

Bashō nos dice que para él, es la arrulladora voz en la distancia del kankodori lo que puede obrar este milagro de gracia en su corazón. Wordsworth dice lo mismo:

Aunque sólo sea un balbuceo al Valle

de sol y de lluvia,

me traes un cuento

de horas visionarias.

¡Tres veces bienvenida, querida primavera!

aunque para mí

no eres un pájaro, sino algo invisible,

¡una voz, un misterio!

En Naturaleza dice de Lucy,

Las nubes flotantes prestarán su estado

a ella, por ella se inclinará el sauce;

no dejará de ver

incluso en los movimientos de la tormenta

la gracia que moldeará la forma de la doncella

por silenciosa simpatía.

 

En su Diario, en 1840, Thoreau escribe sobre sí mismo y una gota de lluvia:

Mientras estas nubes y esta llovizna nos encierran,

nosotros dos nos acercamos y nos conocemos.

 

La expresión poética china de la soledad puede ejemplificarse en el siguiente poema de Ilakurakuten:

閱            タ

一聲阜蟬歇、數點新螢度。

蘭紅耿無煙、筠草清有露。

未歸後房寢、且下前軒步。

斜月入低廊、凉風滿高樹。

放懷常自適、遇境多成趣。

何法便使之然,心中無細放

 

SILENCIO VESPERTINO

Las cigarras tempranas dejan de trinar;

puntos de luz, nuevas luciérnagas, pasan de un lado a otro.

La vela arde clara y sin humo;

gotas de rocío brillante cuelgan de la estera de bambú.

Aún no entraré en casa a dormir,

sino que caminaré un rato bajo el alero.

Los rayos de la luna se cuelan en el bajo porche;

la brisa fresca llena los altos árboles.

Dejando sueltos los sentimientos, la vida fluye con facilidad;

la escena entró profundamente en mi corazón.

¿Cuál es el secreto de este estado?

no tener nada pequeño en la mente.

Ilakurakuten comete aquí el error Wordsworthiano de decir demasiado. Aquí es donde entra la genialidad del haiku, con su aparente pobreza de forma y material. Los haiku son solitarios por su apariencia y su falta de riqueza tonal y rítmica.

牛つんで渡る小舟や夕しぐれ   子規

Ushi tsunde      wataru kobune ya     yū-shigure.

Con un toro a bordo,
una pequeña barca cruza el río
a través de la lluvia de la tarde.

(Shiki)

Soledad y pobreza, la pobreza de “Bienaventurados los pobres de espíritu”, son casi sinónimos. Es por esta razón que Sócrates dijo y ejemplificó en su vida y muerte,

Los que quieren menos cosas están más cerca de los dioses.

San Juan de la Cruz, m. 1591, en La Subida al Monte Carmelo, da instrucciones sobre cómo mortificar y calmar las cuatro pasiones naturales: alegría, esperanza, temor y dolor:

 

Procura siempre inclinarte:

no a lo más fácil, sino a lo más dificultoso;

no a lo más sabroso, sino a lo más desabrido;

no a lo más gustoso, sino antes a lo que da menos gusto;

no a lo que es descanso, sino a lo trabajoso.

no a lo que es consuelo, sino antes al desconsuelo;

no a lo más, sino a lo menos;

no a lo más alto y precioso, sino a lo más bajo y despreciable.

no a lo que es querer, sino a no querer nada…

 

La soledad del haiku no es la del poeta como recluso, no la de los lugares desolados y los hombres olvidados, aunque pueda ser inducida por ellos o estar en resonancia con ellos:

梨さくや戦のあとの崩れ家      子規

Nashi saku ya    ikusa no ato no    kuzure-ie.

Junto a una casa derrumbada,
florece un peral:
aquí se libró una batalla.

(Shiki)

Está en la ausencia de cosas que nunca fueron:

菜の花や 鯨もよらず 海暮れぬ    蕪村

Na-no-hana ya     kujira mo yorazu    umi kurenu

Flores de colza:
ninguna ballena se acerca;
oscurece sobre el mar.

(Buson)

Está en las cosas dolorosas que suceden cuando somos felices, en las cosas agradables que suceden cuando estamos tristes:

苦の娑婆や桜が咲けば咲いたとて     一茶

Ku no shaba ya sakura ga sakeba saita tote

Un mundo de pena y dolor:
las flores florecen;
incluso entonces…

(Issa)

Es sobre todo en un reino sin nombre donde lo humano y lo lo no humano, el amor y la ley, se encuentran y son uno:

秋の暮  灯やともさんと 問ひに来る    越人

Aki no kure    hi ya tomosan to    toi ni kuru

Una víspera de otoño;
ella llega y pregunta,
“¿enciendo la lámpara?”

(Etsujin)

Compárese esto con el caso de Tokusan:

 

一タ於案。外默坐。龍潭間。何不歸來。

山對日黑。潭點燭與山。山還接。

龍使吹滅。山乃禮拜。(傳燈錄ト五)

Tokusan estaba sentado fuera haciendo Zazen.

Ryutan le preguntó por qué no volvía a casa.

Tokusan respondió: “Porque está oscuro”.

Ryutan encendió una vela y se la dio. Cuando

Tokusan iba a cogerla, Ryutan la apagó. Tokusan[2] se postró.

Imagen 14

Tokusan y Ryutan, de Sengai

La iluminación de Etsujin es débil, difusa, temporal, en sólo una parte de la personalidad, pero sigue siendo una percepción de la verdad en su forma viva, no abstracta, sin palabras, inexpresable pero inconfundible. Es una entrada en la soledad a través de la soledad del atardecer, la soledad del otoño. Veamos una explicación del haiku (no es que esto vaya a dar la experiencia poética a quien no la haya vivido).

El poeta se sienta a contemplar el día que agoniza rápidamente, el último de todos los días, que tan rápido, tan lentamente está pasando. La tarde de otoño se oscurece y la esposa del poeta viene a preguntarle si debe llevarle una luz; no la lleva consigo, sólo viene a preguntar. Se inclina, y mientras levanta la cabeza y le mira con sus dulces ojos, él piensa en la lámpara con su débil luz en perspectiva. La tenue y cotidiana bondad y ternura de su esposa, la irrevocabilidad de la caída del día, se ven en la llama que aún no está presente, pero que debe llegar. También es bello, pero distante, y en la luz que ilumina su mente, el poeta percibe, como una sola cosa, la inevitabilidad de la naturaleza y la bondad amorosa del hombre.

La soledad común del jardín que todos sentimos no es algo completamente diferente de la “soledad” que hemos estado ilustrando aquí. Puede ser un preludio de la otra; puede ser la causa; puede ser la otra, cuando la energía de la vida religiosa y poética la impregna.

Y Jesús le dijo:

Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo tienen nidos,

pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar su cabeza.

この道や行く人なしに秋の暮     芭蕉

Ko no michi ya    iku hito nashi ni    aki no kure

Por este camino
no va nadie,
esta víspera de otoño

 (Bashō)

[1] Isabella, XXVI. NT: Unos versos de John Keats.

[2] The-shan, 779-865.

Los Orígenes espirituales del haiku 9.Nō, Ikebana, Cha no Yu; y 10. Shintō

  1. Nō, Ikebana, Cha no Yu

Hay tres artes, Nō, Ikebana (Arreglo floral) y Cha no Yu (El Arte del Té) que han jugado cierto papel en el origen y desarrollo del haiku. Su influencia directa fue pequeña, pero su influencia indirecta quizás fue correspondientemente grande, porque cada uno en su propia esfera, ya había hecho lo que debía hacer el haiku en sus diecisiete sílabas. Podrían ser, y fueron, utilizados como material para el haiku, pero su relación más significativa con él fue la analogía Bashō y los primeros escritores de haiku debieron ver en ellas. Cabe señalar de una vez por todas que el arte, la poesía y el teatro, el saber y la religión, la arquitectura y la música, están mucho más cerca unos de otros en Oriente que en Occidente. En este sentido, Oriente es fácil de entender; si conoces una correctamente, lo sabes todo, pero la comprensión de la arquitectura occidental no es garantía de una apreciación de Bach, ni de la metafísica kantiana. La multiforme incoherencia de las diversas formas de la cultura occidental le da una especie de vitalidad y una dirección indeterminada de desarrollo que hace que la cultura oriental parezca un poco monótona, un poco sin vida en comparación.

La verdad es que Oriente sabe vivir, pero no lo hace; Occidente no sabe. Como dijo D. H. Lawrence.

La vida y el amor son la vida y el amor, un ramo de violetas es un ramo de violetas, y arrastrar la idea de un sentido es arruinarlo todo. Vive y deja vivir, ama y deja amar, que florezca y que se desvanezca, y sigue la curva natural, que fluye sin sentido.

Es esta curva natural la que vemos en las diversas formas de cultura oriental; es esa falta de sentido lo que percibimos tan profundamente en cada una de ellas.

 

En una obra Nō, la acción se desarrolla en un mundo donde el movimiento representa la quietud, y la quietud no es inmovilidad, sino un equilibrio perfecto de fuerzas opuestas. El dolor apasionado y el llanto, por ejemplo, se representan levantando muy lentamente una mano rígida hasta unos centímetros de los ojos y bajándola con la misma lentitud. Al ver esto, pensamos en los versos de Emily Dickinson:

Qué fortaleza contiene el alma,

que puede soportar

el acento de un pie que se acerca,

la apertura de una puerta.

Existe una peculiar contradicción entre la realidad de los sentimientos y la irrealidad y convencionalidad de la actuación; es un mundo real y, sin embargo, un mundo de ensueño. Tal vez sea a esto a lo que se refiere Bashō en la siguiente frase

花の陰謡に似たる旅寝哉

Hana no kage   utai  ni  nitaru     tabine kana

 De viaje,
descansando bajo los cerezos en flor,
me siento como en una obra de Nō.

Este poema es digno de mención; no sólo el lenguaje del mismo es el del Nō, sino que vemos la fuerte impresión en Bashō de las obras del Nō que había visto, cómo se había identificado con el sacerdote que, por ejemplo, en Hachi no Ki, comienza la obra diciendo,

行方さだめぬ道なれば、 行方さだめぬ道なれば

来し方も何くならまし

Incierto el final del viaje, nuestro destino;

incierto también, el lugar de donde venimos.

 

Cuando Bashō contemplaba la obra del Nō, estaba de viaje; cuando viaja, se encuentra como actor en una obra de Nō. El sueño y la realidad, la vida y el arte, la poesía y el mundo cotidiano, el pasado histórico y el presente momentáneo son una misma cosa.

Los primeros poetas de haiku recurrían a muchas fuentes para su material poético. Además de las estaciones y de su propia vida cotidiana, estaban los waka, los monogatari o relatos históricos, la poesía china y las leyendas budistas. Kikaku era especialmente dado a utilizar pasajes adecuados y a “traducirlos” a haiku.    Un ejemplo es el siguiente

柳に転無つたふタばえや

Aoyagi ni kōmori tsutau yūbae ya

El murciélago
volando de sauce en sauce
en el resplandor del atardecer.

Esto está sacado de la obra Nō llamada 遊行柳, El Sauce del Yugyō.   Yugyō Shōnin era el nombre que se daba a cada uno de los monjes principales del templo Yugyōji de la prefectura de Kanagawa, el templo principal de la secta Jishu.  En la obra, el Yugyō va en peregrinación y se encuentra con un anciano que le indica el camino de la médula donde se alza el sauce que se hizo famoso por el waka de Saigyō :

道のべにしみづ流るい柳かげ

しばしとてこそたちどまりつれ

Michi no be ni   shimizu nagaruru     yanagi kage

shibashi tote koso   tachidomari tsure

El agua clara de un arroyo,

flores bajo la sombra

de un sauce junto al camino;

fue tan largo en verdad

que me quedé allí.

 

El anciano piensa que, si un santo así alzara la voz y entonara el sutra, incluso los árboles y las plantas se convertirían en budas. Desaparece y el Yugyo lee los sutras toda la noche. Más tarde, el anciano reaparece en una forma más augusta; en realidad era el espíritu del sauce. Baila para expresar su placer por poder ir al Paraíso, y sus primeras palabras son:

青柳に驚つたふ願の舞

柳花苑とぞ思ほえにける

La danza de las plumas de viento del uguisu del sauce;

recuerda la música de la corte llamada Ryukaen.

 

Kikaku lo ha tomado y ha transformado el uguisu en un murciélago, algo menos bello y poético, pero más extraño y humorístico, y por tanto más significativo.  El humor se encuentra en Nō, pero separado del cuerpo principal de la obra en farsas cómicas, interludios llamados Kyōgen. El humor del haiku se encuentra en todas partes, incluso donde menos se espera o se nota; quizás principalmente allí.

 

Ikebana

El arreglo floral está construyendo un mundo de gracia en el mundo de la naturaleza. Ten-chi-jin, cielo, tierra y hombre, deben estar juntos en armonía asimétrica en las formas sencillas y elaboradas de rama, hoja y flor. Hay una selección de la multiplicidad de la naturaleza y una infusión de la mente en la materia. Por unas pocas horas (en teoría, todo debería ser desmantelado por la noche y no permitir recoger el polvo de los días siguientes) es el espíritu libre y no simplemente las fuerzas ciegas de la naturaleza quienes deciden la longitud de la rama y la fuerza de empuje hacia arriba, la relación de la variedad con la uniformidad. La rama crece según su propia naturaleza y según la voluntad del hombre.

​Como en el haiku, el objetivo es reducir la complejidad, la salvaje anarquía del material, hasta ese punto, y no más allá, donde la verdadera naturaleza de la cosa se revela al ojo poético. Se alcanza una sencillez en la que hay una perfección de equilibrio entre la ley y el ejemplo. La verdad nos enmudece de asombro en la cosa particular, y la cosa particular se ve como ella misma, y sin embargo como todas las cosas. Vemos el cielo en una flor silvestre, dondequiera que esté, porque después de todo, el cielo está dentro de nuestros corazones, pero lo vemos mejor cuando estamos solos, ante la alcoba; privados, es cierto, de su vida natural, pero dotados de otra sobrenatural, una Natural que supera a la otra:

鵜の真似を鵜より巧者な子供哉    一茶

U no mane wo  u yori  kōsha na   kodomo kana

Los niños imitando a los cormoranes,
son más maravillosos
que los cormoranes de verdad.

(Issa)

Los arreglos florales comenzaron aproximadamente al mismo tiempo que Cha no Yu, 1478, con el Octavo Shōgun Ashikaga Yoshimasa, 義政, 1435-1490, al final de la Guerra Civil de Onin, cuando construyó en una colina al este de Kiōto un palacio llamado Kinkakuji. Aquí disfrutó durante los diez años siguientes de una vida artística tranquila y retirada.

 Arreglo floral y Cha no Yu son de origen aristocrático, aunque más tarde se extendieron a todas las clases sociales. No hay que olvidar que Yoshimasa vivió una especie de vida semibudista durante esta época. Sōami, 相阿額,  uno de los favoritos del Shōgun, pintor, poeta y Hombre de Té, se interesaba especialmente por los arreglos florales y la jardinería.

Ikenobō Ono, 池の坊小野, un monje de Rokkakudō, 大角堂, y amigo del Shōgun, fue el fundador de la más conocida escuela de Arreglo Floral. Uno de sus sucesores más famosos fue Ikenobō Senkō, 専好, del siglo XVII, y durante este tiempo, los emperadores se interesaron mucho por los arreglos florales; en el Shishinden, 紫底殿, todos los mejores Maestros florales mostraron su habilidad. El emperador Gomizu-no-o, que murió en 1680, catorce años antes de la muerte de Bashō, vivió retirado durante cincuenta años tras su abdicación, dedicando gran parte de su tiempo al arte. También dejó su huella en el Palacio Independiente y jardines del Shugakuin de Kiōto.

El arreglo floral ha cambiado mucho durante los cuatrocientos cincuenta años de su historia. Cha no Yu y Nō han cambiado muy poco, si es que lo han hecho, y esta diferencia se debe al hecho significativo de que el arreglo floral está muy cerca de la vida de las personas, variando según la edad, las condiciones de vida, el tamaño de la habitación y cada alteración en la vida diaria, mientras que los otros dos se mantienen en habitaciones separadas, de tamaño fijo y con un propósito especial, y ningún cambio se considera necesario o deseable.

El primer periodo Tokugawa, en el que vivía Bashō, estuvo marcado por el mecenazgo aristocrático antes mencionado, y rikka,立花 , el estilo formal, estaba en auge en esta época.

Sin embargo, hacia fines de siglo, el Nageire[1] o estilo informal y natural, 投入 , comenzaba a extenderse por todo el país, y en el siglo siguiente, el XVIII, esta tendencia se acentuó.

Cabe destacar la diferencia entre el estilo formal y el natural. El estilo formal, generalmente llamado Seika, con sus (finales del siglo XIX) ten-chi-jin, ramas cielo-tierra-hombre, posiciones y longitudes fijas, su asimetría equilibrada en el centro y su aire levemente artificial, está bastante lejos de la naturaleza. Es el mundo visto bajo el aspecto de ley. En Nageire, la rama se coloca en el jarrón y se deja que vaya más o menos por donde quiera, y los cambios se realizan de acuerdo con la naturaleza original de la rama. El Nageire se asocia especialmente con Cha no Yu, donde las líneas rectas y los patrones formales de la habitación hacen que el estilo Seika sea inadecuado. Otra diferencia de la mayor importancia en sí misma, y también en su relación con el haiku, es que el Seika tiene una especie de perfección alcanzada en él, mientras que el Nageire es incompleto, deja algo para la imaginación.

Rikyu, el gran Hombre del Té, a quien Bashō admiraba tanto, también era muy bueno arreglando flores. Lo que es interesante, sin embargo, y relevante para la conexión entre haiku y el arreglo floral, es el hecho de que no escribió nada sobre ninguno de ellos, creyendo que tales asuntos no podían ser transmitidos con palabras. Es aquí donde vemos la grandeza de Bashō, que encontró una forma (también incomunicable con palabras) de expresar en palabras, en diecisiete sílabas, lo que Rikyu retrató en Té y en Flores.

Sin embargo, un alumno suyo, Minami Bō, informó que Rikyu enseñaba que lo peor en el Nageire era el intento de mostrar algo artístico. Esto tiene un paralelo exacto en el haiku, donde es la cosa misma, y no la poesía sobre ella, lo que se representa, y de nuevo en el zen, porque el deseo de la iluminación es el mayor de todos los obstáculos para ella.

Un poema que muestra la profunda comprensión de Bashō del verdadero significado del Arreglo Floral, su razón de ser, es el siguiente poema, escrito hacia 1685:

米のなき時は瓢に女郎花

Kome no naki   toki wa hisago ni   ominaeshi

Cuando no hay arroz,
la flor ominaeshi
en la calabaza.

La calabaza es un tipo de florero que se utiliza en arreglos florales. El verso de Bashō puede interpretarse como la versión del poeta del dicho:

武士は食はねど高揚技

El samurái, aunque no ha comido, se escarba los dientes.

 

La ilustración muestra un arreglo Ikenobō de ciruela y senryō de Ichimura Sōshin, en un receptáculo de bambú. La ciruela y el senryō están bastante separados en su forma y aspecto, pero gracias al genio del arreglista, el material natural tiene una unidad interna. Es un espléndido ejemplo, en arreglo floral, de

 La diferencia es identidad,

la identidad es diferencia.

 

Imagen 12

Raidenboku. Organizado por la esposa del autor

 

Cha no Yu

La práctica del Arte del Té de Bashō es importante en la historia de la cultura, porque las cualidades de la mente que ejemplifica son también precisamente las que deseaba expresar en los poemas de diecisiete sílabas que entonces tenía a su disposición como instrumento de disfrute y poder. Wa, kei, sei, jaku, las cuatro cualidades del Arte del Té, armonía, XX, respeto, XX, pureza, XX y tranquilidad, XX, son las del estado de ánimo del escritor y del lector de haikus. La armonía de los invitados, y la de ellos con el sonido del agua que corre, los pinos, el hervir a fuego lento de la tetera; la vista de la sencillez y el orden, el toque del cuenco y el sabor amargo del té. El respeto de los invitados entre sí (todos los hombres son iguales en el salón de té), el respeto por el maestro del té, Rikyu, (esta es una especie de culto al héroe) y el escritor del cuadro que cuelga en la alcoba; el respeto por las flores que están allí en toda su sencillez y perfección, por el tatami, los pilares y el techo, y por las motas que juegan en los rayos del sol.

La pureza está en el cuerpo, en las cosas que nos rodean; pero sobre todo en la mente. Cuando hay algún sentimiento de competencia, de enemistad con la naturaleza, de deseo de usar las cosas en lugar de hacerlas ser, cuando se persigue algo, ya no hay pureza, ya no existe. La tranquilidad viene de la naturaleza a nosotros, y nosotros la devolvemos a la naturaleza. Podemos decir que la tranquilidad es algo que el hombre da a las cosas, pero esto presupone una inexistente división entre ambas, eliminar la ilusión de cuál es la función del Arte del Té. La relación de todo esto con el haiku puede ilustrarse con este poema de Bashō:

白菊の目に立てて見る塵もなし

Shiragiku no        me ni tatete miru             chiri mo nashi

El blanco crisantemo;
ni una mota de polvo
para encontrar con el ojo.

 

Según el Oi no Nikki, 笈日記 Diario del  Viajero Altar, este poema fue escrito en alabanza a Sonojo y la belleza de su vida poética, 園女が風雅の美をいへる一章なるべし. Sin embargo, se aplica tanto a la poetisa como a la flor en su expresión de armonía, respeto, pureza y tranquilidad.

Incluso el modo de andar del Maestro del Té, su inconsciente, su andar como si no anduviera, ese “vivir” práctico de la filosofía Mahayana, es lo que Bashō quería hacer y al fin logró hacer en el haiku. La cosa no se ve ni objetiva ni subjetivamente; es a la vez ella misma y es todas las cosas, todo y nada; aquí en la mente y allá bajo el cielo. Este fue el extraordinario descubrimiento-invención de este hombre tan común. Solo tenía que poner el espíritu de Rikyu, de Sōshi y Rōshi, de Buda y Enō, de Saigyō y Hakurakuten en la forma que se le dio, las 17 sílabas, pero qué hazaña fue. La aparente inanidad y falta de sentido de las cosas fue conquistada una vez más por el espíritu del hombre.

En Japón, el té se asoció desde el principio con el Zen, ya que el cultivo del té fue introducido en Japón por Eisai, 築西, fundador de la rama Rinzai del Zen, que escribió un libro titulado Kissayōjōki, 喫茶養生, alabando sus cualidades saludables.

El fundador de la Ceremonia del Té fue Jukō, 珠光, que murió en 1502. Hay una historia mondō de Jukō con Ikkyu Zenji, en la que podemos ver la profunda conexión entre Zen y Cha no Yu, tan profunda que no puede sacarse a la luz con nuestra actual intelectualidad.

Ikkyu le preguntó cuál era el elemento esencial de su Beber el Té. Jukō respondió que él estaba de acuerdo con la Mente Tranquila de Beber el Té, 喫茶静心法, de Senkō (Senkō es Eisai).

Ikkyu luego preguntó sobre el Beber el Té de Jōshu (“Toma una taza de té”) y Jukō se quedó en silencio. Ikkyu luego hizo que le trajeran una taza de té y se la prepararan, y justo cuando estaba a punto de beberla, gritó “Kwatz” y la aplastó con su barra de hierro; Jukō permaneció bastante quieto e imperturbable, mostrando así su poder para beber té sin Té.

La relación real de Bashō con el Cha no Yu es la siguiente. El joven señor al que Bashō servía, Tōdō Shinshirō, era devoto del Arte del Té. Cuando murió, Bashō fue a Kyōto, donde la Ceremonia del Té se practicaba por todas partes. Fue allí donde Jukō y Jōō[2] le enseñaron los Principios del Té. En 1671 Bashō fue a su lugar natal, Iga, y se quedó con su hermano. Allí escribió su poemario Kai-ōi, 貝おほひ. Aquí está su comentario sobre un poema de Fukutsu, 不屈:

掃除して瓢算たたきや炭ほこり

Sōji shite    hyōtan tataki ya    sumi hokori

Limpiando el cuarto,
al sacudir la calabaza,
sale polvo de carbón.

炭とりヘうたんをた きて撮除したるは、

手もまめなる虚あらはれて、 鷹なる養旬也。

“Hacer la limpieza y sacudir con un plumero

el recipiente de carbón hecho de una calabaza”;

esto muestra energía; el hokku es hermoso.

 

Una gran calabaza utilizada para contener carbón es uno de los objetos usados de la Ceremonia del Té. El pasaje anterior es el primero en el que vemos el interés y la comprensión de Bashō por el Cha no Yu.

Después de esto, Bashō regresó a Edo y pasó allí cinco dolorosos pero no inútiles años, 1673-1677, parte del tiempo como superintendente de obras hidráulicas y el resto luchando por ganarse la vida como profesor de haikai. Publicó colecciones de poemas propios y de sus alumnos, y entre esos renga y kasen[3],歌仙, aparecen un número notablemente grande de poemas de Bashō con referencias al Té. Fue por entonces cuando el crecimiento poético de Bashō, tan tardío hasta entonces, experimentó de repente un desarrollo notablemente rápido. Desde entonces hasta el final de su vida, hay varias referencias al té en versos y cartas que demuestran que Bashō no perdió el interés por él. Ha habido pocos que entendieran el Camino del Té tan bien como Bashō, y no cabe duda de que, en sus manos, desempeñó un papel en parte importante del origen del verdadero haiku.

En una carta a Yōwa, 養和, escrita uno o dos años antes de su muerte, invitándole a su propia casa, Bashō dice:

 

此四五目以前に木額兵へ多候て風興存寄りて

此の一初日すさみ候

秋ちか食心よするや四隊生

秋近き心の寄るや四畳半

Aki chikaki     kokoro yosuru ya     yojō han.

Hace cuatro o cinco días fui a casa de Mokusetsu[4],

y teniendo mucho placer estético,

me tarareó el siguiente poema:

El otoño está cerca;
me siento atraído por
la habitación-de-cuatro-esteras-y-media.

La “habitación-de-cuatro-esteras-y-media” es la habitación del Té, y al acercarse el otoño, la estación más poética, los pensamientos de Bashō se vuelven especialmente hacia el té. Una habitación donde la mente está tranquila y, sin embargo, enteramente en este mundo de sonido, vista y sentimiento. Bashō dijo más tarde:

機庵へも松風など御同道

Por favor ven junto con el viento

en los pinos a mi choza.

 

Este lenguaje también recuerda a la Ceremonia del Té; ya que el sonido del viento en los pinos es uno de sus muchos placeres.

Hay un poema de Ransetsu, uno de los mejores discípulos de Bashō, que muestra su interés en Cha no Yu:

松造のりんともいはす黒茶碗

Matsumushi no      rin tomo iguaz    kurochawan

El matsumushi[5]
no hace ruido:
el cuenco negro.

 

Este tazón en particular fue de Nonko, 新古, (a veces escrito 能無 que significa “sin talento y regocijo”) uno de los más famosos alfareros japoneses. Murió en 1657. Se destacó en cuencos negros que no tienen un atractivo inmediato o popular, pero se volvían más y más significativos a medida que los miramos y los manejamos con amor. El poema de Ransetsu significa: el matsumushi tiene una voz dulce, pero cuando está en silencio, todavía canta al espíritu cancioncillas sin tono. De la misma manera, este cuenco negro, de poco valor en una mirada superficial, tiene una profunda belleza que se realza cuando hay luna llena o los cerezos están en flor. El arte supremo del artista es ocultar más que revelar la belleza.

 

 

10. Shintō

La relación del sintoísmo con el haiku es vital, pero debido a la oscuridad de la naturaleza del sintoísmo es difícil escribir claramente sobre este tema. Con el sintoísmo y su aburrida y repulsiva mitología, el haiku tiene poco que ver, directa o indirectamente; pero el sintoísmo primitivo o crudo, que aún persiste en todo Japón, expresa el carácter nacional y lo afecta. En lo que concierne al haiku, hay dos aspectos de este sintoísmo que debemos describir: el animismo y la simplicidad.

El animismo, la creencia en espíritus moradores, junto con el animatismo, o simple culto a la naturaleza, era y es la esencia del Sintoísmo apolítico. Cascadas, grandes árboles, ciervos, monos, palomas, tortugas, cuervos y muchas otras criaturas son sagradas en varios santuarios. Motoori[6] dice,

El término Kami se aplica en el Nihongi[7] y en el Manyōshū[8] al tigre y al lobo…
Hay muchos casos de mares[9] y montañas que también se denominan Kami.
No se trata de sus espíritus. La palabra se aplicó directamente
a los propios mares o montañas como cosas terribles.

Para la mente japonesa, no existe ese tremendo abismo entre nosotros y Dios por un lado, y los animales, árboles y piedras por el otro. Se dice con algo de verdad que tienen una comprensión débil de la personalidad, y el haiku muestra una democracia entre sus sujetos que se deriva de esto. Tome lo siguiente como ejemplo. El pincel y el poeta, todos tienen sus propias “personalidades”; el espíritu de vida está obrando en todos ellos:

ともし火に氷れる筆を焦し鳧 大魯

Tomoshibi ni kôreru fude wo kogashi keri

El pincel helado
se quemó
en la llama de la lámpara.

(Tairo)

El poeta se sienta en pobreza y soledad, sujetando la punta congelada de su pincel en la llama. No se escucha un sonido. Se sienta allí “saboreando” el frío, escuchando el silencio. Pero mira la fidelidad de la materia. El pincel congelado en la llama puede ser momentáneamente olvidado por el poeta, pero Dios no lo olvida; lo quema.

Si somos infieles, él permanece fiel,

porque no puede negarse a sí mismo.

 

La sencillez es un factor aún más importante en el haiku. En el Shintō no hay referencia a una vida futura, ni hay un sentido de pecado, un sentido del pasado culpable; una vez que se realiza la purificación. Y esta purificación es física, no moral o espiritual. Tenemos dichos como:

Hacer el bien es ser puro; cometer el mal
es ser impuro. A los dioses no les gustan las malas acciones
porque son impuras.[10]

 

Éstas, sin embargo, datan de épocas muy posteriores. La sencillez del sintoísmo, como la del zen y la del haiku, no tiene nada de moral. Se asemeja a la de los niños a quienes hemos de parecernos si queremos entrar en el reino de los cielos. La sencillez del sintoísmo, en sus enseñanzas, sus ceremonias y sus edificios, su franqueza y falta de complicaciones intelectuales y morales, indudablemente tuvieron un gran efecto en la composición del haiku. Cuando un japonés, con sinceridad de corazón, con alegre piedad, va a un santuario, aplaude y se inclina ante el espíritu del lugar, ante sus antepasados, ante los poderes y el poder de la naturaleza, no está lejos del estado de mente que ve las cosas tal como son, y las registra en las palabras más sencillas y mínimas:

 

雨に折れて穂妾に狭き穫かな       丈草

Ame ni orete   homugi ni semaki   komichi kana

Dobladas por la lluvia,
las espigas de cebada
forman un estrecho camino.

(Jōsō)

 Shintō, el Camino de los Dioses, de Aston, una obra llena, es cierto, de las declaraciones más despectivas y dudosas, concluye con las siguientes palabras:

El sintoísmo seguirá sobreviviendo durante mucho tiempo,
la viva sensibilidad hacia lo divino en sus aspectos más simples y materiales
que caracteriza al pueblo de Japón.

=================================

[1] Nageire significa “algo arrojado en”, y describe la forma en que la rama yace como caída en el jarrón o vasija. Fue originalmente utilizado como una rama dispuesta en un recipiente en forma de barco suspendido del techo.

[2] 1503-55. Discípulo de Jukō, y maestro de Rikyu, 1521-1591.

[3] Uno de los muchos tipos de renku: grupo de 36 versos.

[4] Médico y discípulo de Bashō; asistió al propio Bashō a su muerte en Osaka.

[5] Una especie de grillo.

[6] 本語, 1730-1801.

[7] Escrito en 720.

[8] Compilado c. 750.

[9] Aston cita aquí a Wordsworth, muy acertadamente:

Escucha, el poderoso Ser está despierto,

y con su eterno movimiento hace

un ruido como el trueno, eternamente.

[10] Shintō Gobusho, siglo XIII.