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RUPTURA MÉTRICA

El haiku japonés, como poesía que es, goza de un ritmo que le confiere sonoridad, y es la consabida pauta métrica de 5/7/5 sílabas. No existe en la tradición literaria japonesa nuestro concepto de “rima”.

Desde las antologías medievales donde abundan los poemas “tanka” (5/7/5 // 7/7 sílabas), los versos pentasílabos y heptasílabos combinados vienen aportando un ritmo biensonante a la poesía de Japón; y el haikai –luego llamado haiku- hereda dicha tendencia rítmica, coincidiendo con la primera estrofa del tanka.

Ello no impide que se den alguna vez excepciones a la pauta. Las excepciones hay que valorarlas como lo que son: ocasiones en que la ruptura de la pauta está justificada por alguna razón. Siempre se ha dicho en nuestro dominio cultural que “la excepción confirma la regla”, y nunca la excepción es un salvoconducto para saltarnos la regla a capricho.

Una bien conocida excepción a la pauta 5/7/5 del haiku es la llamada “hachoo” (1) o ‘ruptura del metro’; y es un concepto que también se aplica a la música, y con toda razón, pues tanto la música como la poesía tienen respectivamente su ritmo y sus metros. Y en el caso de la poesía, hablamos de la “métrica” como ciencia que contempla los diferentes metros de que la poesía se vale.

El ejemplo de ruptura que voy a citar es nada menos que de Matsuo Bashoo. Este gran maestro compuso un haiku que reza así (2):

umi kurete

kamo no koe

honoka ni shiroshi

       -Bashoo

 

El mar ya se oscurece,

suenan voces de patos

apenas blancas

Se trata obviamente de “kamo” o ‘patos salvajes’. El concepto de ‘pato doméstico’ se expresa mediante la voz “ahiru”. El ritmo silábico del texto original japonés es de 5/5/7 sílabas. Se altera pues la pauta métrica tradicional del haiku, por lo que atañe a los dos últimos versos.

Sobre este fenómeno concreto, he recogido dos testimonios importantes de autores japoneses:                                                                                                                                                                       El primero es del Profesor Oseko Toshiharu, en su obra “Basho’s Haiku” (vol I, hk nº 26).    Dicho especialista en Bashoo constata –en el citado haiku- la ruptura rítmica como “hachoo” (1), y argumenta que se podía haber escrito el mismo haiku cambiando de posición el verso 2º y el 3º entre ellos, para salvar el ritmo. Resultaría así como sigue:

umi kurete

honoka ni shiroshi

kamo no koe

 

Un mar oscureciéndose

(es) levemente blanca

la voz del pato.

Pero sobre esa rotación –provisionalmente efectuada en los dos últimos versos-, dice Oseko que el resultado no es bueno, y él estima preferible aquella ruptura métrica por la que optara Bashoo.

El segundo testimonio es más literario y cercano; se debe a la novelista Kawakami Hiromi en su obra “Sensei no kaban” ‘El bolso del profesor’ (2007). Tsukiko, la joven protagonista de dicha obra, comenta con un antiguo profesor suyo este mismo haiku de Bashoo. Y el pofesor argumenta que, de haberse alterado el orden de los dos últimos versos (alteración equivalente a la sugerida por Oseko –añado yo-), el segundo verso resultante “honoka ni shiroshi” ‘(es) levemente blanco/-a’   podría aplicarse simultáneamente al mar y a la voz del pato, según la sintaxis japonesa. Se generaría entonces confusión en la atribución adjetival.

Añado que sería también algo contradictorio dar a entender que un mar que se oscurece “es levemente blanco”. Si este verso “honoka ni shiroshi” va al final en posición de cierre, como de hecho lo situó Bashoo, la referencia adjetival es inequívoca, pues ya la atribución de “leve blancura” afecta así únicamente a la voz del pato. “-De este modo –añade el viejo profesor de la novela- el poema cobra vida.”

Como vemos, nuestra novelista citada Kawakami corrobora y precisa lo indicado por Oseko.

Indico de paso que es notable el claroscuro o contraste lumínico entre el oscurecimiento del mar y las voces casi blancas de los patos. Asimismo es patente la ágil sinestesia implicada en dotar de color -blanco- a las voces de las aves; algo semejante a “el trino amarillo del canario” de Federico García Lorca.

Parece así justificada la ruptura rítmica que usara Bashoo. Que haya excepciones a la norma no invalida la norma misma. Volviendo a nuestra patria y cultura, un soneto –por poner un ejemplo- consta de catorce versos: “Catorce versos dicen que es soneto”, proclamaba Lope de Vega en su archifamoso “Soneto del soneto”. No obstante, Miguel de Cervantes escribió también su célebre soneto con estrambote “al túmulo de Felipe II”, en Sevilla, poema en que se valió de diecisiete versos. No por ello va a poner alguien en duda que el soneto cuenta catorce versos.

La aplicación práctica de lo antedicho es que los/las poetas de haiku que escriben en español sean conscientes de que la pauta métrica 5/7/5 –que conocemos bien por la “fuga” de la seguidilla, por ejemplo- resulta ser muy sonora para escribir haiku, cuyo ritmo debemos siempre cuidar y procurar. Otra pauta alternativa , que conserva el buen ritmo y añade dos sílabas a la pauta canónica, es la de 7/7/5 sílabas. Estimo que el tercer y último verso debe permanecer pentasílabo, pues siempre el pie quebrado como cierre (el paso de siete sílabas a cinco) favorece al conjunto.

Dicha pauta alternativa es la que he empleado en mi primera versión del haiku de Bashoo:

 

El mar ya se oscurece,

suenan voces de patos

apenas blancas.

 

                                           Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala. Universidad de Sevilla

Del nueve al trece

nueve

En el rancho no hay agua en la pila ni tampoco taza de

inodoro. El agua se saca de un pozo viejísimo y la caca

se hace en la letrina de madera o en el monte. Yo prefiero

hacerlo en el monte. La letrina da miedo, como si de

adentro fuera a salir un bicho así de pronto.

Hoy vamos a ir de compras al pueblo. Helem y yo

decidimos hacer un periódico. Contaremos las cosas

que pasan en el rancho y otras inventadas. Hay que

hacer bastante para repartirlo entre la gente.

Al final solo hicimos dos ejemplares. Era muy aburrido

copiar todo a mano. El pueblo estaba un poco feo.

Todas las casas eran iguales, muchísimo polvo y calor.

La gente sí era muy amable con nosotros. Un muchacho que conoce a Helem le preguntó si yo también era ruso. Ella le dijo que sí y le empezamos a decir mentiras

sobre cómo allá en Ucrania hacíamos muñecos de

nieve y cómo era viajar en avión. El muchacho estaba

muy sorprendido.

Al regresar a la casa, decidimos hacer títeres de trapo

para hacer una obra de teatro para los demás niños.

Pero no nos dejaron terminar de picotear la sábana.

 

Castigados.

Jugamos con la luz

y un espejo roto

 

diez

Nos hemos enterado de la historia de la casa abandonada.

Cruzando la carretera hay una casa toda llena

de hierbajos de la que solo quedan algunas paredes

y el piso. Helem misma nunca había entrado, tenía

miedo a que hubiese algún fantasma. Pero estando

los dos juntos era diferente. Acordamos llevar a escondidas

el rosario de la madre de tía Nadia que, según

Helem, protege de las cosas malas. Yo me llené

los bolsillos de piedras, por si acaso.

Entramos a la casa y estaba vacía, salvo una cruz de

madera que había en el medio. Junto a ella, flores secas

en un frasco de cristal. Caminamos por donde se podía;

la hierba crecía muy alta y había montones de mariquitas.

Algo cayó del techo. Me asusté, pensaba que era un fantasma, y

Helem empezó a gritar. Corrimos hacia la calle.

Pasaba un viejo en carretón con caballos: “Anjá,

los cogí haciendo cosas. ¿Qué estaban haciendo

allí?” Después nos preguntó de qué familia éramos.

“De los Oliva”, contestamos. “Nietos de Dora y Manuel”.

“Ah, son de la familia de los locos”, y continuó:

“En esta casa se pegó fuego la hermana de Dora y la

casa también se quemó”. “¡Mentiroso, mentiroso!”

Echamos a correr y lo dejamos gritándonos cosas.

Llegamos al rancho. Le conté a mi madre y se molestó

mucho. Quería saber quién era el hombre del

caballo, pero ya se había ido. “¡Jamás hablen de ese

tema con nadie!”, nos dijo.

En la vieja cruz

hemos puesto a escondidas

marpacíficos.

once

Fui al pueblo de nuevo, pero Helem se quedó en la

casa porque la castigaron. Antes de irme prometí

comprarle algo para que no estuviera triste. Mi tío

David me llevó a caballo. Al principio me emocionó,

pero después era muy incómodo porque se me

acalambraba el fondillo y dolía. Le pregunté si había

alguna librería y, muerto de risa, dijo que me buscara

una novia y dejara los libros en La Habana.

Yo fui a caminar. Había tres muchachos en la esquina y me llamaron para preguntar de dónde era yo. “De La Habana”, murmuré. Se empezaron a reír.

El más grande me preguntó si todos los habaneros

éramos tan raros. Y se volvieron a reír. “Te estaremos vigilando, habanerito”.

Mi tío salió de la bodega y preguntó  qué me habían dicho,

pero le dije mentiras. Al final fuimos a la biblioteca

porque en el pueblo no había librería. Demoramos casi

media hora en hacerme la nueva ficha. Le llevé a Helem

un libro de trabalenguas de David Chericián y un dulce

de coco. Saqué para mí un libro llamado “Fábulas de una

abuela extraterrestre”, de la escritora Daína Chaviano.

 

Luz de quinqué.

Con piedras del sendero

jugar yaquis.

 

doce

Hoy casi provocamos un incendio. Tomamos prestados

los espejuelos de leer de tía Nadia y quemamos

hojas secas usando los cristales como lupa bajo el sol.

Las hojas se inflamaron tanto que un poste del gallinero

empezó a arder. Por suerte, a Helem se le ocurrió

echarle tierra. Pusimos los espejuelos en su sitio y luego

nos fuimos al río como si nada. Le hablé a Helem del libro que estaba leyendo y ella dice que los extraterrestres sí existen.

Esta noche vamos a vigilar el cielo. A lo mejor vemos

alguno.

Ojo de agua.

Justo en la orilla,

tripas y sangre.

 

trece

Al costado de la casona hay un jardín de platanillo,

lleno de ranas. Abuela les tiene pánico. Por eso, cuando

ella sale de casa, va por el otro sendero, el que rodea al

árbol de guindas y pasa por las conejeras.

Mi prima y yo nos divertimos mucho haciendo

muñecos de barro. Imaginamos que son muñecos

de nieve. Los míos llevan sombreros de hojas secas.

Los de ella, flores de cundeamor y algunas plumas

que le robamos a la oca. Dice que cuando vaya a

Ucrania me traerá nieve en un frasco; o mejor, iremos

juntos y así la veo con mis propios ojos.

Está cayendo la tarde, en unas horas comenzarán

a volar las animitas. Aunque lo parezca, las animitas

no son como los cocuyos: ellas alumbran por el fondillo

y los cocuyos por la cabeza. Helem me enseñó

cómo se sabe cuántos novios uno va a tener: se pone

un cocuyo bocarriba y los saltos que vaya dando son

los novios. Lo haremos esta noche.

Abuela nos llamará de un momento a otro para

bañarnos.

Ocultos por los platanillos

sofocamos la risa.

Los gritos de abuela.

Junio 2019

Frío en la tarde,

llenas de abrojos

las patas del caballo

Nombre del niño/a: Micaela González Merlini

Edad: 11 años

Colegio: Villa Devoto School

Ciudad: Buenos Aires

País: Argentina

……….

Mañana con niebla.

Sobre el rocío del césped,

las últimas hojas

Nombre del niño/a: Constanza Grigas

Edad: 11 años

Colegio: Villa Devoto School

Ciudad: Buenos Aires

País: Argentina

……….

Las olas rompen

contra la orilla.

Olor a algas

Nombre del niño/a: Julieta Squillari

Edad: 12 años

Colegio: Villa Devoto School

Ciudad: Buenos Aires

País: Argentina

……….

Tarde de otoño,

en la piedra con musgo

inmóvil, la tortuga.

Nombre del niño/a: Luciana Benítez Gilardoni

Edad: 12 años

Colegio: Villa Devoto School

Ciudad: Buenos Aires

País: Argentina

……….

Haiku 4

EL RUISEÑOR JAPONÉS (Uguisu) [1]

 

うぐひすのあちこちとするや小家がち

uguisu no achi kochi to suru ya koie gachi

 

El ruiseñor

vuela de un lado a otro

entre las pequeñas casas.

Fecha: escrito en la Era Meiwa (1764-1772), en torno a 1769.

 

Comentario y notas culturales:

Buson contempla el movimiento aparentemente azaroso de un pequeño ruiseñor japonés, que se divierte volando entre las casas. El movimiento (la vida) junto a la quietud artificial fabricada por el ser humano. Y lo describe con absoluta ausencia de pretensión: la realidad del mundo la forman los pequeños detalles, las continuas acciones en la naturaleza como el vuelo de un ruiseñor. El todo se compone de la suma de dichos actos, sin los cuales la realidad no tendría cabida. Por ello es tan importante el vuelo de aquel ruiseñor.

_________________________________________________________________________

[1] Siguen 9 haikus relacionados con esta pequeña ave japonesa, similar a un gorrión. Es kigo de primavera y animal asociado, a menudo, con el ciruelo. Del uguisu o ruiseñor japonés destaca su canto, según Blyth el oído humano escucha un “ho-hoh, hokekkyô” (Blyth, Spring. p.30).

Revista Cantarrana

Presentamos a nuestros lectores la edición N.° 27 de la revista Cantarrana, dedicada en esta ocasión al haiku contemporáneo escrito por poetas cubanos y colombianos. Es una coedición realizada gracias al empeño de la Asociación Colombiana de Haiku, presidida por el poeta Umberto Senegal, del blog cubano «Con luz reflejada» dirigido por el joven poeta Lester Flores López y de la revista de poesía «Cantarrana». Todos viviendo en tiempo de haiku, leyéndolo, escribiéndolo, investigando, debatiendo, difundiéndolo y siempre fieles a su filosofía de vida. …

cantarrana 27-2

cinco, seis, siete y ocho

cinco

El caserón de la curva, así es como le dicen al rancho de mis abuelos. Lo encuentro igualito que en mis re­cuerdos: azulosas paredes de palma, las ventanas con mallas para los bichos, el suelo de mármol. Tengo suerte porque aquí sí me dejan andar descalzo.

Despertaron a mi prima Helem para que nos salu­dara. Es demasiado seria, quizás porque es ucraniana y los extranjeros son raros. Sin embargo, su mamá, Nadia, me dio un beso y me abrazó fuerte.

Me caigo de sueño. Mi abuela me da un vaso de leche tibia y unos queques. Abuelo se sienta cerca y cuando lo miro se pone al revés los dientes postizos con la lengua. Pero no me da risa.

 

Noche cerrada.

A la luz del candil

abuela crece.

 

seis

Ni los gallos me hicieron levantarme a pesar de lo fastidiosos que son. Estaba muerto de cansancio. El desayuno estaba muy rico: pan tostado, huevo hervido y leche con café. Luego abuela nos coló café claro. Aún sigue usando el colador con su gorrito de tela.

Helem quiso ver mis libros y me enseñó los su­yos. Luego de eso, siento que somos los mejores primos. Ni siquiera a Milián le gustan los libros. Helem es la hermana que siempre quise tener. El libro que más le gustó fue “La familia Mumin”, de Tove Jansson. Se lo regalé. A cambio me regaló uno sobre maripo­sas nocturnas. Está en ruso pero tiene unas fotos muy lindas. En el último viaje ella todavía era muy chiqui­ta y casi no jugábamos, pero ahora me doy cuenta de que es genial.

Hoy me llevó al río. “Está cerca”, dijo. Yo no sé lo que es cerca para mi prima porque había que caminar un montón. Por el camino se trepó a una mata de ma­moncillos. Yo esperé abajo mientras ella me lanzaba los más maduros.

 

Ojo de agua.

Robar un mango

de las ofrendas.

 

siete

Abuelo tiene tremendo miedo a las arañas. Nos vio sacándolas de sus madrigueras con un trozo de jabón atado a un hilo y nos regañó desde lejos. Soltamos to­das, menos una que escondimos en un frasco vacío de mayonesa. Luego la olvidamos en la sala y se ha formado tremendo problema porque abuelo la vio y dijo que nos iba a encerrar en el gallinero. Nos gritó cantidad de cosas. Abuela mató a la araña y nos senti­mos culpables.

 

Caída del sol.

Enterramos a la araña

junto a su cueva.

 

 

ocho

 Cosechar café.

Hoy nos han picado

las santanillas.

Haiku 3

三椀の雜煮かゆるや長者ぶり

san-wan no zouni kayuru ya chouja buri

 

Tres cuencos de sopa zooni

hoy puedo permitirme

maneras de rico.

Fecha: escrito en la Era Meiwa (1764-1772).

Comentario y notas culturales:

“Zōni” (el kigo de este haiku) es una sopa propia del Año Nuevo, con mochi (bolas de arroz), verduras, carne, encurtidos y otros ingredientes, según la región. Cocinar este plato, propio del desayuno, es muy caro para la gente común del periodo Edo (1603-1868), como Buson, de tal modo que comer tres tazones de sopa era propio de personas adineradas. En un principio, se trataba de un plato exclusivo de los samuráis, siendo el entrante de la cena (Honzen-ryōri) propia de las batallas de campo. Hoy en día es un plato asequible para la gente común, que forma parte del menú tradicional de Año Nuevo, el osechi ryōri (おせち料理). “Zōni”, literalmente significa “pasteles de arroz con verduras hervidas”. En aquella época, la riqueza podía medirse por la cantidad de arroz que se disponía, tratándose de un producto abundante en las despensas de los señores feudales.

Mayo 2019

Pasto quemado,
la llama cobra fuerza
con el viento

Nombre del niño/a: Mateo Klos
Edad: 12 años
Colegio:  Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina
……….
Un perrito negro
al mover la cola
levanta tierra

Nombre del niño/a: Milagros González Merlini
Edad: 13 años
Colegio:  Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina
……….
Bajo la luz del sol
huyen dos pájaros
del arbusto

Nombre del niño/a: Milagros González Merlini
Edad: 13 años
Colegio:  Villa Devoto School
Ciudad: Buenos Aires
País: Argentina
……….

Sopla el viento,
la corneja casca
una pipa

Nombre del niño/a: Ander Arellano Gil
Edad: 10 años
Colegio:  CP Griseras
Ciudad: Tudela, Navarra
País: España

……….

 

 

 

Revista de haikus