Entrega nº 43. 24 de junio

  • Para hacer sentir la realidad, la sensación de un cierto lugar a las personas que no lo han visto por sí mismas, la fotografía es la forma más efectiva, pero cuando se trata de un lugar complejo, una fotografía no es suficiente: hay que presentar varias, y en un cierto orden. En el caso de sitios famosos o monumentos históricos, a veces tenemos álbumes de fotografías; pero en ellos se contentan con alinear varias vistas cuya situación desconocemos, lo que disminuye su utilidad. Con este tipo de álbumes, sería absolutamente necesario tener un mapa que indique desde dónde y en qué dirección se tomó cada fotografía: eso sería maravilloso. Mirando las fotos, alguien que no conoce Nikkô puede sentir que ha estado allí. Y lo mismo para los que no pueden ir a occidente. Cuando no se puede estar allí, difícilmente hay algo tan simple y barato, ni tan efectivo.

 

Notas del traductor y las fuentes

– Sobre los inicios de la fotografía en Japón, se puede consultar este blog, o ver el interesante trabajo “Los pioneros de la fotografía en Japón: el arte de Uchida Kuichi” de Orlando Betancor, de la Universidad de la Laguna (España), al que se accede y puede descargarse clicando aquí.

– El trabajo de referencia en occidente sobre lo inicios de la fotografía japonesa es “Les premièrs ateliers de photographie japonais 1859-1872” (Los primeros estudios de fotografía japoneses 1859-1872) de Claude Estebe, ed. Études photographiques, diciembre de 2006; publicado en red en 2008 y que puede verse y descargarse clicando aquí.

Nikkô es un lugar histórico, de bellos paisajes, en el corazón de Japón. En las montañas del norte de Tokio, la pequeña ciudad se asienta a la entrada del Parque Nacional de Nikkô, un lugar con espectaculares vistas a las montañas, cataratas y aguas termales en plena naturaleza. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Nikkô es quizás más famosa por el santuario de Tôshô-gû, lugar donde yace Tokugawa Ieyasu, el fundador del shogunato Tokugawa que gobernó Japón durante 250 años, hasta el 1868. Ieyasu está consagrado en el Santuario Tôshô-gû como la deidad Tôshô Daigonen: El gran dios de la luz resplandeciente del Este.

– Dos grandes amigos de Shiki, el novelista Natsume Sôseki y el pintor Nakamura Fusetsu, se quedaron en Occidente: Sôseki en Londres desde octubre de 1900, Fusetsu en París desde julio de 1901. Desde allí, enviaban fotografías a Shiki.

– Shiki ya había hablado de representaciones y lugares famosos en la octava entrega