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PRESENTACIÓN

Colección de haikus del maestro Yosa Buson
-reunidos por sus discípulos en 1784-.

Traducción de Jaime Lorente y Setsuko Takeoka
Comentarios y notas culturales de Jaime Lorente

En 1784 los discípulos de Buson se reunieron en sentido homenaje, un año después de su muerte: habían publicado un libro con 868 haikus del Maestro.

Iniciamos en El Rincón del Haiku una serie que pretende transmitir a sus lectores el espíritu de aquel Buson Haikushû o colección de haikus del Maestro, publicando un haiku cada mes siguiendo el orden establecido por sus discípulos. Nuestra tarea se fundamenta en el deseo de ofrecer los haikus de Buson con la máxima humildad posible, sin adornos o recreaciones poéticas, tal y como fueron escritos dentro de la traición absoluta que supone verter un idioma en otro, acción por la que pedimos disculpas de antemano. Ojalá nos aproximemos al sentir de Buson: maestro del haiku y pintor cuyo aware describía una escena en los márgenes de un lienzo…

Jaime Lorente y Setsuko Takeoka

KIKAKU NOS BRINDA UN HAIKU MUY SINGULAR

Aunque todo haiku bien hecho goza de su singularidad propia, el que hoy presento aquí, en “El Rincón del Haiku”, reúne muchas características especiales, como iremos viendo.

Lo he encontrado –como un artículo entre muchos- en un librito japonés de bolsillo, primer volumen de cierta colección de (al menos) seis, titulada “Sekai-shi kobore-banashi” o ‘Historias que circulan por el mundo”, de la editorial Kadokawa Bunko, obra muy leída en Japón. Son anécdotas varias de cualquier tiempo y lugar, frecuentemente divulgadas por tradición oral. La historicidad, a veces, puede ponerse en entredicho; aunque para tales casos resulta válido el refrán italiano “Si non é vero, é bene trovato”.

En nuestro caso, se trata de un haiku de Takarai Kikaku, uno de los más cercanos y relevantes discípulos de Bashoo, también denominados “los diez filósofos”. El artículo en cuestión se halla en el vol. 1 (2ª ed., 1974, p. 120). Su texto original lo reproduzco íntegro en (ic 1).

Creo que cualquier alumna o alumno –“ladies first”, no lo olvidemos- de tercer curso de japonés, podrá leerlo sin gran dificultad. Lo traduzco a continuación:

***

¡MIRA BIEN LO QUE HAY!

Se cuenta del haijin Kikaku, que en un convite, cierto nuevo rico –quien se le acercó, portando ante sí un gran biombo dorado- se dirigió a él con el ruego muy expreso de que le escribiera unos versos. “Cualquier cosa servirá” –añadió.

“Cualquier casa servirá, ¿verdad?” –exclamó Kikaku, como cerciorándose de lo escuchado-. Acto seguido, el poeta escribió esto en el biombo:

   “Prohibido usar la zona

   como un urinario”

   A su anfitrión, hombre impulsivo como era, un color se le subía a la cara y otro se le iba. Al advertir eso sagazmente, Kikaku añadió a lo escrito:

“monte de flores”.

                                                                             ***

He aquí el haiku completo de Kikaku:

kono tokoro   /   shooben muyoo   /   hana no yama                                    Kikaku (ic 2)

“Prohibido usar la zona

como un urinario:

monte de flores.”

      Al traducir, me he servido de una pauta métrica muy próxima a la consabida de 5-7-5 sílabas, a saber: 7-7-5, que conserva el ritmo biensonante del género.

En el presente haiku de Kikaku, junto a un sentido –muy japonés por cierto, y muy haikista- de respeto a la naturaleza, aparece también el humor, en torno a algo tan normal como es el orinar. El poeta se vale de un eufemismo “shooben”, que significa algo así como ‘una conveniencia o necesidad menor’, concepto que he traducido como “urinario”, palabra nuestra bien clara, aunque poco usada, casi un cultismo.

Las singularidades del texto original de Kikaku son varias:

El rasgo de su improvisación –viéndose instado a decorar sobre la marcha un precioso biombo, seguramente dotado de un paisaje campestre- es muy patente. Yo diría que Kikaku busca más la sorpresa que el asombro, rasgo éste nada extraño en él.

Los versos primero y segundo recuerdan un posible y tosco aviso, plantado mediante una estaca clavada en campo abierto: “Prohibido usar la zona como un urinario”. Busca así provocar la sorpresa, mencionando un tema maloliente (para compensarlo luego mediante el tercer verso) al mismo tiempo que se apela a la conciencia de quien lee.

El segundo verso del texto original consta de dos palabras yuxtapuestas de lectura china: “shooben muyoo”: ’(para una) necesidad menor, no usar’, algo así como una frase redactada en estilo antiguo “kanbun”, o japonés con ideogramas chinos.

En contraste con lo anterior, los versos primero y tercero tienen una sintaxis y lectura netamente japonesa: “kono tokoro /   / hana no yama” ‘este lugar /   / monte de flores’. Tal rasgo nos asegura que no estamos ante un texto chino, sino japonés. Los versos recién citados son descriptivos, y por ello en cierto modo se destacan del segundo verso –más bien, una prohibición- y lo enmarcan, como arropándolo.

Hay un “kigo” o palabra de estación: “hana”, un sustantivo que es lícito interpretar en su sentido general de ‘flor(-es)’, o bien en el específico de ‘flor(-es) de cerezo’. En el contexto, puede tratarse de colinas pobladas de cerezos. En cualquiera de ambas opciones, este último verso remite a la primavera.

El tercer y último verso trastoca el sentido de los dos anteriores: de una prohibición y de un hecho cotidiano y prosaico-aunque maloliente-, pasamos mediante este verso final a una imagen cien por cien poética y deleitable, acorde con la nobleza del biombo. Con lo cual, lo prosaico se torna en poesía.

Tal era la intención de Kikaku. Y ahí radica el estupor de su anfitrión.

Y ahí precisamente –añadiríamos- se hace sentir el valor del haiku.

 

   – Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala. Universidad de Sevilla.

Febrero 2019

     Amanece-
las olas del mar
llegan a la orilla.

Dennis Luca Birzila (12 años)

Colegio Mayol (Toledo, España)

-.-

    Tarde de invierno-
los pájaros se esconden
entre las plantas.

Alma Alejo (12 años)

Colegio Mayol (Toledo, España)

-.-

En la orilla
de la playa
aún la babosa.

Claudia Flores (12 años)

Colegio Mayol (Toledo, España)

-.-

    Noche de primavera-
en el bosque
los lobos aúllan

Roberto Pinilla (13 años)

Colegio Mayol (Toledo, España)

 

Enero 2019

¡Olor a la lavanda!

Gorjeos de gorriones

al atardecer.

Inés Rodríguez Cortés (13 años)

C. Diocesano (Albacete)

-.-

Guirnaldas de flores

descienden por el río.

Fiesta eslava…

Lina Shuliak   2º ESO (13 años

C. Diocesano (Albacete)

-.-

Atardece desde el barco.

Una ballena, a lo lejos,

expulsa vapor.

Miguel García Murcia 2º ESO (14 años)

C. Diocesano (Albacete)

-.-

Cascada de Ifran.

El ruido del agua

sobre las rocas.

Mohamed Faouzi 3º ESO 14 años

C. Diocesano (Albacete)

 

 

 

 

 

Rogelio Rodríguez -Viento-

 

 

 

 

Unas palabras del autor

Cada palabra es un acto de convivencia y cada instante, una profunda
interrelación. Ser testigo de cómo la vida se hace a sí misma es un don.

El camino jamás es solitario. La individualidad destierra lo sagrado.

Un paso no es otra cosa que la vida dando un paso.

Agradecer. Todo corazón puede escribir un haiku.

***************

cara a cara
en el borde de la senda
la libélula se posa

*

mañana de duelo…
el olor de la hierba
recién cortada

*

dos niñas ríen
tras matar a la hormiga-
los higos aún verdes

*

entre pedradas
la mariposa se aleja
del árbol en flor

*

la claridad
en el borde de las flores –
el canto de un grillo

*

la mariposa
se ha posado en una hoja
de su mismo color

*

suben y bajan
por un lugar del cielo:
los insectos brillan

*

mecida en la flor
la mariposa pliega sus alas –
el viento arrecia

*

una onda
se aleja brillando
de la cascada

*

a punto de posarse
una pequeña bandada
con la forma de la rama

*

las mandarinas
junto al insecto en la telaraña
madurando

*

en la puerta
tras la primera lluvia:
una hoja pegada

*

el pájaro abandona
la ramita de eucalipto –
el viento la dobla

*

dos caballos blancos
comen hierba con lluvia –
uno mueve la cola

*

el agua resplandece
al caer en la maceta –
luna creciente de agosto

 

Doce

El ábrego ya se cansó de jugar con las hojas… La lluvia anuncia lo que está por venir. A lo lejos pueden verse en las montañas las primeras nieves… Hace frío… un frío que no se si ha llegado de lejos o siempre ha estado dentro de mí…

Atrás quedó la calidez del “viento de las castañas”, ahora sopla un viento nuevo, del noroeste… siempre enérgico, siempre lleno de incertidumbre. Trae nubes densas, voraces, que se tragan, presurosas, cualquier indicio de luz… Llega el invierno y con él miles de pequeños pájaros que dejaron atrás cientos de kilómetros. Petirrojos, mosquiteros, lavanderas enlutadas… no sé si los empuja el frío… no sé si el frío llega prendido en sus diminutas alas… no sé…

Camino junto al río. Una bandada de azulones nada entre los jirones de la bruma que flota sobre la superficie del agua. Todo late a un ritmo lento… el paisaje se atisba semidormido en un sueño teñido en blanco y negro… La vida, agazapada en el silencio, aguarda la llegada de otros vientos… Respiro, profundo… se disipa en el aire el vaho que sale de mi boca… por un instante la bandada de azulones parece nadar entre los jirones que deja mi aliento.

La niebla tiene mucho de misterio, todo lo que está al alcance de la mano es diáfano, sin embargo, al mirar más allá nada es fácil de discernir; bastan unos pocos pasos para que aquello que asomaba distorsionado se vuelva nítido y aquello que teníamos como certeza se torne incertidumbre…

Camino, paso a paso… El invierno será largo, quizás muy largo… mas siempre volverán a soplar nuevos vientos de primavera…

 

Nada parece lo mismo…

En la casa derruida

ha crecido un árbol

 

Dedicado a “Tíni”

Asturias, donde la tierra siempre es verde.

Entrega nº 32. 13 de junio

– No me importa no tener utensilios de lujo, pero sí es cierto que aún quería tener una piedra de tinta de buena calidad. Sin embargo, como había escuchado que si no llego a la irónica suma de dos o tres yenes no encontraría nada bueno, había abandonado la ilusión. Pero no sé por qué, recientemente la idea me había vuelto a la cabeza, más insistente, de nuevo, aunque sé que es completamente ridículo para alguien en mi situación, gastar tanto dinero, y por tanto debo quedar satisfecho con una tinta de piedra común, de diez o quince centavos.

Fue entonces cuando Hekigotô llegó con la piedra de Kitô, su hermano mayor fallecido, que en su momento reclamó. En un lado se socava un rectángulo, en el otro hay hojas de platanero talladas. No creo que el material sea de una calidad demasiado excepcional, pero esta piedra que seguramente ni siquiera llegue a los quince centavos, tal vez sea mejor, pues es de las que se venden en las Ferias-Exposiciones, y además es un recuerdo de Kitô. Por todo ello despierta en mí nostalgia, y yo, la miro atentamente, mañana y noche, a mi lado, junto a mi cabecera.

La tinta líquida,

secándose sobre las hojas enrolladas

del platanero

Bokuju no / Kawaku bashô no / Makiba kana

-.-

 

Peonias herbáceas.

Se dispersa el polvo*

en el tintero

                                                            *ralladura de la piedra de tinta

Shakuyaku wa / Chirite suzuri / Hokori kana

-.-

 

Lluvias del quinto mes.

Tal vez pida prestada

una buena piedra de tinta

Samidare ya / Yoki suzuriishi / Kari etari

 -.-

Notas del traductor y las fuentes

 

– E. Lozerand, el traductor de Shiki, llama al hermano de Hekigotô, Takemura Kitô. Por el contrario, su biógrafa J. Beichman, le llama Takemura Kôtô. Respeto el nombre usado según la fuente.

– Takemura Kitô (1866-1901), era el hermano mayor de Kawahigashi Hekigotô, y un amigo cercano de Shiki. Se dedicó a un importante trabajo lexicográfico que interrumpió su muerte prematura.

Shiki le dedica una entrada (la del 7 de febrero de 1901) en su anterior diario titulado Una gota de tinta. Reproduzco a continuación, en castellano, dicha entrada.

………………………………………………..

–7 de febrero (en Una Gota de Tinta)

Los diccionarios del idioma japonés han progresado lentamente desde el Genkai, pero aún deben perfeccionarse, no hace falta decirlo. Mi amigo Takemura Kôtô (Tan) siempre fue muy consciente de esto, y su mayor deseo era dedicar su vida a la creación de un diccionario completo e íntegro. Debía incluir todas las palabras especializadas y técnicas, además de las del lenguaje coloquial. Y la historia de cada palabra (su origen y cambios en el significado) también debía ser explicada. Sin embargo, él no tenía los recursos financieros necesarios para un proyecto tan grande, así que cuando la editorial Fuzambô le prometió la oportunidad de compilar uno bajo sus auspicios, se fue a trabajar allí provisionalmente. Sin embargo, lo saturaron con trabajos para libros de texto, y no pudo cumplir con su ambición. Finalmente se fue, y en primavera del año pasado se convirtió en profesor de la Escuela Normal Superior de Mujeres. En septiembre, contrajo tuberculosis e ingresó en el Hospital de la Cruz Roja. Hicieron todo lo que pudieron, pero nada ayudó. El primero de febrero de este año ingresó en el reino de los muertos.

¿Me duele por él, que no pudo compilar un buen diccionario para la sociedad, o lo siento por mi vínculo con él, roto en una mañana? Ni él, ni yo ni nadie, podía pensar que moriría antes que yo. Mi viejo maestro Kawahigashi Seikei tuvo cinco hijos. Kôtô fue el tercero. La familia Takemura lo adoptó. El cuarto es Kazen, el quinto Hekigotô. Kôtô tuvo tres hijos, todos aún jóvenes.

………………………………………………..

  • Las Ferias-Exposiciones a las que Shiki hacer referencia, eran unos eventos comerciales típicos de ya entrada la Era Meiji (1868-1912) y Taishô (1912-1926), destinados a fomentar el comercio y la industria. La primera tuvo lugar en 1877.

Entrega nº 31. 12 de junio

En un libro de texto para escuelas superiores femeninas, se ha incluido un texto de Ishikawa. En él, se hace una referencia a un lugar de muy dudosa reputación de Ryogoku, llamado Yotsume-ya. De repente, se ha provocado un escándalo y se ha culpado, o al autor del libro de texto, o a los funcionarios de la Junta de Aprobación. Pero, en mi opinión, incluso habiendo grados de culpabilidad, el enfoque de la crítica elegido por los censores, señalando, bien la negligencia del autor, bien la de los funcionarios, es incorrecto. Hubiera sido mejor hacerla desde otro punto de vista. De hecho, es su ignorancia la que debe ser cuestionada. Apuesto a que probablemente, ni uno ni otros sabían qué era Yotsume-ya: por eso el primero lo mencionó en su libro de texto y por eso mismo también, los otros le dieron permiso.

Así, si es su ignorancia lo que provocó este desafortunado resultado, ¿no es más bien eso lo que se debería criticar? Hasta ahora, los especialistas en literatura nacional, o aquellos pertenecientes a los Kokugaku (estudios nacionales), solo han dedicado sus esfuerzos al estudio del Cuento de Genji o a Notas de almohada; y aun estando en tiempos modernos, solo les interesa lo de entonces. Al comienzo del Clan Tokugawa, se contentaban con despreciar a todos lo demás, rechazarlos y no prestarles atención, de modo que ocho o nueve de cada diez, ignoran por completo trescientos años de literatura. En este incidente de Yotsume-ya, su ignorancia no es muy grave en sí misma, y ​​no hay que echar más leña al fuego, pero en realidad, si vamos un poco más lejos, este episodio atestigua claramente los efectos producidos por la ausencia de cualquier investigación en la literatura en la etapa de los Tokugawa: es por eso que deseo denigrar lo más posible la incompetencia de estos especialistas de la literatura pseudo-clásica. Nos debe sorprender, en particular, la grosería de un autor de libros de texto que cita algo en su trabajo, sin siquiera comprender su significado. Los especialistas en literatura, deberían aprovechar la oportunidad de generar un riguroso examen de conciencia.

 

Notas del traductor y las fuentes

 

Ishikawa Masamochi (1753-1830), fue un erudito, estudioso de Kokugaku (escuela de filología y filosofía japonesas que se originó durante el período del shogunato Tokugawa que estudiaba principalmente a los clásicos japoneses, de la que se habla más adelante) y escritor de libros yomihon y kyôka.

– El clan Tokugawa fue uno de los clanes más poderosos de Japón. Alcanzaron el dominio de Japón durante el período Edo, en donde establecerían el shogunato Tokugawa entre 1603 y 1868.

Kyōka («salvaje» o «poesía loca») es un subgénero paródico popular la poesía japonesa tanka, con un metro pues de 5-7-5-7-7, una waka cómica. La forma floreció durante el período Edo (siglos XVII-XVIII) y alcanzó su cenit durante la era Tenmei (1781–1789). De la misma manera que los poetas en el estilo kanshi (poesía china de los poetas japoneses) escribieron poemas humorísticos kyōshi (ver más abajo), los poetas en el estilo japonés waka, compusieron poemas humorísticos en el estilo de 31 sílabas. El estudioso de la literatura japonesa Tanaka Rokuo, sugiere que el estilo se puede haber inspirado en los gishôka (笑 歌 = «verso juguetón y burlón»), una poesía escrita para leerse a los invitados de un banquete, donde se leían en una atmósfera similar a la de una barbacoa.

Kyôshi es una forma de poesía japonesa que usa caracteres chinos y fue popular entre 1770 y 1800. Los Kyôshi evitan las formas poéticas típicas, y con frecuencia incluyen expresiones humorísticas y juegos de palabras o de doble sentido. La forma está principalmente relacionada con la ya referida kyôka y con el kyôbun, una forma de escritura en prosa que también usa solo caracteres chinos, principalmente escrita por samurái y gente del pueblo (chônin).

– Las Escuelas Superiores femeninas a las que Shiki se refiere, se establecieron en Japón en 1899, y recibían niñas y jóvenes de entre 10 y 16 años.

– El lugar llamado Yotsume-ya, era un famoso negocio especializado en la venta de afrodisíacos y utensilios eróticos, y estaba ubicado en el corazón de Tokio, cerca del puente de las Dos Provincias (Ryogoku).

– Antes, desde 1886, los libros de texto requerían la aprobación oficial de la llamada Junta de Aprobación. Desde 1903, y hasta 1947, fueron redactados directamente por el ministerio.

– Los Kokugaku o «estudios nacionales», como se ha dicho anteriormente forman una corriente intelectual, floreciente en el siglo XVIII, basada en el deseo de reenfocar todos los estudios hacia los textos originarios que hablaban de la supuesta «alma japonesa», como la Crónica de las cosas antiguas (Kojiki) del siglo VIII, comentado por Motoori Norinaga, pero también el Cuento de Genji. Los estudios de literatura nacional, desarrollados a mediados de la era Meiji, a fines de la década de 1880, han mantenido una particular reverencia por esta literatura del período Heian, tratándola como una verdadera Edad de Oro. Mantenían un desprecio por las obras de cualquier otra época.

Kojiki (o Furukotofumi) es el libro histórico más antiguo que se conserva sobre la historia de Japón. Literalmente, significa «registro de cosas antiguas». Este menciona a otra compilación más vieja que se dice fue destruida por el fuego. Según el prólogo, el libro fue presentado por O no Yasumaro basándose en una historia memorizada por Hieda no Are en 712, bajo la orden de la Corte Imperial de Emperatriz Genmei. Al Kojiki le sigue el Nihonshoki.

Motoori Norinaga (1730-1801) fue un erudito japonés del Kokugaku durante la era Edo. Es probablemente el más conocido y prominente de los eruditos en esta tradición. Su estudio sobre Kojiki es muy reconocido.

– El Cuento de Genji (Genji Monogatari), generalmente traducido como Novela de Genji, Romance de Genji o Historia de Genji, es una novela clásica de la literatura japonesa, considerada por muchos como la novela más antigua de la historia, escrita alrededor del año 1000 por Murasaki Shikibu.

– El libro de la almohada (Makura no Sôshi), que puedes descargar clicando aquí, es un diario escrito por la autora japonesa Sei Shônagon, dama de la corte de la emperatriz Sadako (no confundir con la emperatriz Timei – Sadako Kujô-), hacia el año 1000, durante la era Heian. Posiblemente sea el nikki (o diario íntimo) más famoso de la literatura japonesa.

Suigen

人の世は此山陰も湯哉
hito no yo wa kono yama kage mo waka yu kana

mundo terrenal…

incluso en la sombra de la montaña

el agua tibia de Año Nuevo

                                                                              Issa Kobayashi

Termina el segundo día del año. Tomamos el último café del día hecho con el agua que recogimos del manantial de Shirakawa Suigen.

La pureza de esa agua que mana sin cesar a unos catorce grados centígrados es famosa en todo Japón. Los torii, los santuarios shintoistas, diseminados por el lugar así lo atestiguan. La pureza tan fundamental en el shintoismo, aquí se bebe, se respira, se vive.

La nieve cubre casi todo el paisaje, con su silencio, con su blancura entre el cielo y la tierra, aliento irreal, inmaculado. Las montañas lejanas apenas se perciben entre las nubes.

Sobre un banco junto al manantial cascabeles de varios tamaños muestran signos evidentes de haber estado bajo el agua. ¿Quién los sacaría de allí? ¿Quién los echaría? ¿Por qué? Quizá alguna ofrenda… Quizá solo un acto tan natural y sencillo como la nieve que cae. Sin más. Sin quién, sin por qué. Cubriendo poco a poco, mansamente, los campos y las sendas, el mundo entero. Salvo el agua.

Las piedrecillas y las algas del fondo son perfectamente identificables, una a una, a pesar de la profundidad. Es un agua que parece no estar. Y sin embargo…

Aquí, ya de vuelta en Kumamoto, en casa, sabe a nada el agua del manantial. La nieve, el aire casi blanco, la quietud de las montañas está en ella. Sin estar.

Pienso en el río Shirakawa atravesando la ciudad a esta hora de la noche, en silencio. Arrastrando en él la pureza del agua que nace del corazón tibio de la tierra.

 

Revista de haikus