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Julio 2022

CONSTRUIR

Ras, ras, de golpe
cierra la persiana el vecino.
Con su propia historia.

DECONSTRUIR

Kikaku, nacido en 1661,  fue tal vez el discípulo predilecto del gran maestro Bashō que, sin embargo, lo criticaba a veces por su deseo de asombrar, de ser original.

De Kikaku son estos versos:

 

Koe karete
Saru no ha shiroshi
Mine no tsuki

声嗄れて
さるのは白し
峰の月

Con voces roncas,
y enseñando sus blancos dientes
los monos bajo la luz del monte.

Bashō, generosamente, lo amonestaba en estos términos: «Tienes la debilidad de decir siempre algo extraordinario. Te esfuerzas en componer versos espléndidos sobre asuntos lejanos, pero todo está en las cosas que te rodean».

   El vecino del piso de abajo o de arriba, o el de la casa de enfrente, siempre está a nuestro lado. Suele ocurrir en una ciudad. El vecino que cada día vemos fugazmente u oímos o sentimos representa el misterio del Otro. ¿Cuál será su historia? No queremos ser cotillas y enterarnos de la historia del vecino, solo reconocer el hecho de que todo misterio encierra un caudal de poesía y ese misterio vive a nuestro lado. El vecino del que no conocemos  nada o casi nada se ha convertido en nuestra conciencia del misterio, de nuestra soledad, de nuestra ignorancia. El sonido áspero de una persiana que se baja por la mañana para impedir que entre el sol el resto de un día de verano fue para mi el aldabonazo en esa  conciencia.

  No  hay que irse a buscar monos una noche de luna como el bueno de Kikaku. La inspiración está siempre a nuestro lado, con la mano tendida hacia nosotros. Basta con verla y reaccionar.

    El otro día, el ligero estrépito de la ventana fue para mí esa mano.

Junio 2022

CONSTRUIR

Dos gorriones
por las mesas de Casa Antonio,
revoloteando.

DECONSTRUIR

“Casa Antonio” es un humilde chiringuito playero. Está en el barrio de El Palo, al que llego tomando el autobús 11 desde el centro de Málaga. Me gusta ir a comer solo a este restaurante cada vez que voy a esta ciudad; así lo hice en mi reciente viaje de hace tres semanas a Málaga (donde por cierto desde hace ya unos cinco años se mantiene activo un club de literatura japonesa llamado Shunkin cuyos miembros cada mes comentan, presencial o virtualmente, un libro).

   Mientras comía, observé que una pareja de gorriones, ¿o eran tres?, se atrevía a acercarse a picotear algún resto de comida que había en las mesas, pero enseguida se alejaban temerosos.  Y enseguida volvían y de nuevo se alejaban. Fue la escena que vi.

   ¿Quién podría decir que a menos de cincuenta metros estaba el mar? Me pareció, cuando compuse este haiku, que la escena de los gorriones, que por ser pareja me hacía pensar en un nuevo amor, ocupaba un buen espacio, el suficiente tal vez como para no añadir alguna tentadora pincelada marina, aunque fuera por medio de una leve insinuación. El olor del mar me llegaba, la brisa la sentía en los brazos,  y el rumor de  las olas podía hasta oírse desde donde yo estaba sentado…,  pero no me cabía ninguna de estas sensaciones simplemente porque los osados pajarillos lo llenaban todo.

   El gran haijin Issa, nacido en 1715 y siempre vivo con sus maravillosos haikus, es el san Francisco de Asís de los haijines. A él debemos un inolvidable poema de gorriones. Dice así:

Suzumera yo
Shoben muyō
Furu fusuma

雀らよ
小便 無用
古いふむま

¡Eh, gorriones!
¡No hagáis vuestras necesidades
en mi vieja colcha!

Issa es famoso por sus interpelaciones a los más humildes bichos vivientes, como pulgas:

Mi choza es pequeña,
pero, por favor, practicar vuestros saltitos,
¡oh, pulgas mías!

Y moscas:

En mi ausencia
divertíos haciendo el amor,
¡oh moscas de mi choza!

 

En mi haiku de junio Carlos Rubio, terrenal, habla DE gorriones.

Pero el maestro Issa, celestial, habla A los gorriones (y a pulgas y moscas).

¿Habrase visto tamaña diferencia?

33 vistas del Monte Tsukuba

A mis amigos de aquel rincón de Ibaraki

Cuando uno se dedica a la literatura japonesa, el haiku es algo que siempre sale al encuentro. Sin embargo, mi tesis de maestría fue sobre una obra narrativa del siglo XVII y mi interés estaba más bien en el tanka clásico, que expresa emociones e ideas de forma elegante e indirecta. En ese contexto, mi primer acercamiento serio con este tipo de poesía se dio a raíz de una plática que tuve con Yaxkin Melchy mientras regresábamos de visitar, también por vez primera, el jardín de ciruelos del Monte Tsukuba. Ante la pregunta de cuál era mi haiku para aquella ocasión, no supe qué responder. Después, pensando en no volverme a quedar sin el verso apropiado, me di cuenta de que muchas de las plantas y animales que había estado documentando durante mi estancia en aquel lugar no aparecían en tankas ni en El relato de un Genji, sino sólo en el haiku, más abierto a preservar la simpleza de lo cotidiano y no sólo retomar los elementos cargados de bagaje literario o simbólico.

Quizá no haya sido un hecho fortuito, sino el resultado de un enlace kármico el que sucediera así, pues el Monte Tsukuba es la montaña de la poesía, opacada sólo en el par de siglos recientes por el Fuji, ubicado al otro extremo de la planicie de Musashi (o de la zona metropolitana de Tokio). El primer poema dialógico dentro de los mitos Kiki 記紀, presentado en el apartado uno, menciona dicho topónimo, por lo que se convirtió en signo de las secuencias poéticas clásicas, es decir, del renga 連歌. Así, «vía de Tsukuba» (Tsukuba no michi 筑波の道) fue sinónimo de esa práctica de la que surgió el haikai y, siglos más tarde, el haiku. Bashô, después de recordar esa historia, escribió en el prefacio del Peregrinaje a Kashima (Kashima mairi 鹿島詣; 1687) que, ante ese par de cumbres que recordaba a las famosas Montañas del Ermitaño (Lúshān 廬山), en China, con su pico llamado Par de Espadas (Shuāngjiàn 双剣): “no se puede estar sin poemas [tanka], no se puede pasar de largo sin versos [haikai]. De verdad, parece que ha sido una montaña que sólo se puede amar” (waka naku ba aru bekarazu, ku naku ba sugu bekarazu. Makoto ni ai subeki yama no sugata narikerashi 和歌なくばあるべからず、句なくばすぐべからず。まことに愛すべき山のすがたなりけらし).

En la actualidad, «vía de Tsukuba» (Tsukuba no michi つくばの道) es el nombre dado al camino principal que conduce al Santuario del Monte Tsukuba (Tsukubasan Jinja 筑波山神社), espacio religioso formado en 1875 con la destrucción del Templo de la Meditación Media (Chūzenji 中禅寺), que había estado ahí desde inicios del siglo IX. Algunos elementos de su compleja historia religiosa son relevantes para la poesía aquí compilada, así que haré un breve resumen. Desde tiempos antiguos, como se ve en los poemas de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759), el Monte Tsukuba, con sus dos cumbres, fue visto como la unión de una deidad masculina y otra femenina, de la cual emanaba la fertilidad de los valles circundantes. Esos dioses fueron identificados con Izanagi 伊弉諾 e Izanami 伊弉冊 que, de acuerdo con los mitos Kiki, eran los creadores del archipiélago japonés y los ancestros de casi todos los dioses locales. En la versión transmitida por Los orígenes kármicos del Monte Tsukuba (Tsukubasan engi 筑波山縁起), un texto que se cree de inicios del siglo XIX, el sitio de la montaña sería la isla Onokoro, lugar a partir del cual esa pareja divina engendró las islas, los ríos, las montañas y la miríada de dioses que los pueblan. Ésta es la razón por la que Masaoka Shiki 政岡子規 dice en su tanka que Tsukuba es «la primavera del Origen del Sol» (Hi no moto no haru 日の本の春) y ésta es la historia que cuenta la serie de haikus mitológicos de Mizuhara Shūôshi 水原秋桜子. No olvidemos, sin embargo, que, durante casi un milenio, ambas cumbres fueron vistas como avatares cuyas fuentes eran dos formas tántricas del bodhisattva Avalokiteśvara (Kannon 観音), unidas al Deva del Gozo (Kangiten 歓喜天; Gaņeśa) en el caso masculino, y a la Devī del Discurso y del Ingenio (Benzaiten 弁財天, Sarasvati), en el femenino. Quizá es la confluencia de atributos de esas deidades lo que hizo de la montaña, también conocida como las Cumbres Púrpuras (Shihô 紫峰), una fuente de inspiración a través de los siglos.

1.

Este canto dialógico, presentado tanto en El registro de las cosas antiguas (Kojiki 古事記; 712), como en las Crónicas de Japón (Nihonshoki 日本書紀; 720) en las respectivas secciones dedicadas al mítico Emperador que Recorría los Paisajes (Keikô 景行) es considerado el primer sedôka 旋頭歌, poema compuesto por dos tercetos complementarios de 5-7-7 sonidos. La primera mitad es atribuida al Príncipe Ousu 小碓, mejor conocido como el Guerrero de Yamato (Yamato-Takeru 倭建 o 日本武), personaje mítico que habría derrotado a varios pueblos que no se sometían a la autoridad de su padre. Su segmento habría sido una pregunta a sus acompañantes cuando regresaban de una campaña en el noreste de Honshū. La segunda parte habría sido la respuesta de un portador de antorcha ante el silencio de los sirvientes del príncipe.

珥比麼利菟玖波塢須擬氐異玖用伽禰菟流
Niibari / Tsukuba o sugite / ikuyo ka netsuru

¿Cuánto he dormido
desde que atrás dejamos
Niibari y Tsukuba?

伽餓奈倍氐用珥波虛々能用比珥波苔塢伽塢
Kaga nabete / yo ni wa kokonoyo / hi niwa tôka o

Siguiéndose los días,
noches, nueve van ya
y días, diez.

2.

Takahashi no Mushimaro 高橋虫麻呂 (siglo VIII), funcionario en Hitachi y poeta. Éste es el poema 1757 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759), compuesto al subir el Monte Tsukuba.

草枕客之憂乎名草漏事毛有哉跡筑波嶺尓登而見者尾花落師付之田井尓鴈泣毛寒来喧奴新治乃鳥羽能淡海毛秋風尓白浪立奴筑波嶺乃吉久乎見者長氣尓念積来之憂者息沼

Kusamakura / tabi no uree o / nagusamoru / koto mo ari ya to / Tsukubane ni / noborite mireba / obana chiru / Shizuku no tai ni / kari ga ne mo / samuku ki nakinu / Niihari no / Toba no awaumi mo / akikaze ni / shiranami tachinu / Tsukubane no / yokeku o mireba / nagaki hi ni / omoitsumi koshi / uree wa yaminu

¡Que alguna cosa
las penas aliviara
de un viaje en que la hierba
sirve de almohada!

Y, al subir y observar,
desde el Monte Tsukuba:

voces de gansos
que van graznando
sobre arrozales
del gélido Shizuku
en que se esparcen
penachos de los pastos;

y aquel pantano
de Toba en el Niibari,
donde el viento de otoño
levanta blancas olas.

Viendo esas maravillas
desde el Monte Tsukuba,
desaparecen
todas las penas
acumuladas
después de un largo día.

Éste es el 1758 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759) y se trata del poema opuesto (hanka 反歌) al anterior.

筑波嶺乃須蘇廻乃田井尓秋田苅妹許将遺黄葉手折奈

Tsukubane no / susomi no tai ni / akita karu / imo gari yaramu / momiji teorana

Voy a cortar
hojas ocres para ella
que anda en la siega
otoñal de arrozales
a los pies del Tsukuba.

Éste es el poema 1759 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759), compuesto el día en que se sube al Monte Tsukuba para realizar el festival del Kagai 嬥謌.

鷲住筑波乃山之裳羽服津乃其津乃上尓率而 未通女牡士之徃集加賀布嬥歌尓他妻尓吾毛交牟吾妻尓他毛言問此山乎牛掃神之従来不禁行事叙今日耳者目串毛勿見事毛咎莫

Washi no sumu / Tsukuba no yama no / Mohakitsu no / sono tsu no ue ni / adomoite / otome otoko no / ikitsudoi / kagau kagai ni / hitozuma ni / a mo majiwaramu / waga tsuma ni / hito no kototoe / kono yama o / ushiwaku kami no / mukashi yori / isamenuwaza zo / kyô nomi wa / megushi mo na mi so / koto mo togamu na

Sobre aquel puerto
de Mohakitsu
en el Monte Tsukuba
donde habitan las águilas,
somos llevados.
Doncellas y mancebos
se irán reuniendo
y, en medio de la fiesta,
con una esposa ajena
también podría unirme
y mi mujer, de otro hombre,
puede tener propuesta.
Los dioses que gobiernan
esta montaña
desde tiempos remotos
lo permiten así.
Sólo por hoy,
¡ni notes la belleza,
ni reproches los actos!

 

Éste es el 1760 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万 集; c. 759) y se trata del poema opuesto (hanka 反歌) al anterior.

男神尓雲立登斯具礼零沾通友吾将反哉
Onokami ni / kumodachi nobori / shigure furi / nuretôru to mo / ware karerame ya

Sobre el dios macho,
se alzan súbitas nubes
y cae llovizna.
¿Acaso me iré así
totalmente mojado?

3.
Tajihi no Mahito Kunihito 丹比真人国人 (siglo VIII), funcionario del Ministerio de Asuntos Populares, gobernador de Izumo y de Tôtômi, exiliado a Izu en el 757 por su implicación en la conspiración de Tachibana no Naramaro 橘奈良麻呂. Éste es el poema 382 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759), compuesto al subir el Monte Tsukuba.

鷄之鳴東國尓高山者佐波尓雖有朋神之貴山乃儕立乃見杲石山跡神代従人之言嗣國見為築羽乃山矣冬木成時敷時跡不見而徃者益而戀石見雪消為山道尚矣名積叙吾来煎

Tori ga naku / azuma no kuni ni / takayama wa / sawa ni aredomo / futa kami no / tôtoki yama no / nami tachi no / mi ga hoshi yama to / kamiyo yori / hito no iitsugi / kunimi suru / Tsukuba no yama o / fuyugomori / tokijiki toki to / mizute ikaba / mashite koishimi / yukige suru / yamamichi sura o / nazumi zo waga keru

Aunque haya muchos
montes muy altos
en las tierras de oriente
en que cantan los gallos,
habla la gente
desde la era divina
de esos montes sagrados,
dos deidades en fila,
cuyo encuentro deseaba.
Al ir sin observar
que el monte de Tsukuba
de donde el territorio
de vista se domina
fuera de tiempo
aún se hallaba
sumido en el invierno,
con dificultad vengo
por sendas en deshielo
aumentado mi aprecio.

Éste es el poema 383 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759) y se trata del poema opuesto (hanka 反歌) al anterior.

築羽根矣卌耳見乍有金手雪消乃道矣名積来有鴨
Tsukubane o / yoso nomi mitsutsu / ari kanete / yukige no michi o / nazumi kuru kamo

Tras haber visto
al tal Monte Tsukuba,
sólo de lejos,
por sendas en deshielo
con pesar quizá llegue.

4.
Poema anónimo con el número 1095 de la Antología de la poesía japonesa antigua y moderna (Kokinwakashū 古今和歌集). Es presentado como «La canción de Hitachi» (Hitachi uta ひたちうた).

筑波嶺のこのもかのもに陰はあれど君がみかげにますかげはなし
Tsukubane no / kono mo kano mo ni / kage wa aredo / kimi ga mikage ni / masu kage wa nashi

Aunque haya encantos
en el Monte Tsukuba
por todas partes,
no hay una que supere
la de vuestra merced.

La palabra kage 陰 puede significar sombra, pero también protección o benevolencia de algún ser superior. Es homófona con kage 影, que significa silueta o imagen. Mientras tanto, mikage みかげ es una forma honorífica de cualquiera de las anteriores, especialmente usada para las imágenes de dioses, budas y aristócratas. De acuerdo con el poema, los bellos paisajes del Monte Tsukuba no se comparaban con la persona a quien iba dirigida o quizá su benevolencia superaba la sombra de aquella montaña.

5.
El Emperador del Claustro Repleto de Sol (Yôzeiin 陽成院; 869-949). Éste es el poema 776 de la Segunda antología de poesía japonesa (Gosenwakashū 後撰和歌集; 951).

筑波嶺の峰より落つるみなの河恋ぞつもりて淵となりける
Tsukubane no / mine yori otsuru / Minanogawa / koi zo tsumorite / fuchi to narikeru

El Río Minano
cae desde las cimas
del Monte Tsukuba:
así el amor se acopia
volviéndose hondonadas.

El nombre de este río que desciende del Monte Tsukuba se escribe con los caracteres para hombre y para mujer, Minano 男女, por lo que se entiende como símbolo del amor heterosexual y emblema de la fertilidad que prodiga la montaña. Actualmente, es sólo un vestigio de aquel pasado, pero su curso sigue pasando junto a santuarios que recuerdan su importancia religiosa.

6.
Nôin 能因 (988-1051), monje, poeta viajero y esteta. Éste es el poema número 164 de la Antología de poesía japonesa de las flores del lenguaje (Shikawakashū 詞花和歌集; 1152).

君が世はしら雲かかる筑波嶺のみねのつづきの海となるまで
Kimi ga yo wa / shirakumo kakaru / Tsukubane no / mine no tsuzuki no / umi to naru made

Vuestro reinado
hasta donde los montes
se vuelven mar
más allá del Tsukuba
lleno de blancas nubes.

Éste es el poema con el número 1303 de la Nueva antología imperial de poesía japonesa (Shinchokusenwakashū 新勅撰和歌集; 1234), acompañado por una introducción que dice que fue compuesto en Hitachi.

よそにのみおもひおこせしつくばねのみねの白雲けふ見つるかな
Yoso ni nomi / omoiokoseshi / Tsukubane no / mine no shirakumo / kyô mitsuru kana

Me hace pensar
tan sólo en otras cosas:
hoy pude ver
las nubes en las cimas
del tal Monte Tsukuba.

7.
Hattori Ransetsu 服部嵐雪 (1654-1707), samurái al servicio del señor feudal de Hitachi y poeta de haikai discípulo de Bashô. Este hokku fue incluido en la introducción en prosa a Peregrinaje a Kashima (Kashima mairi 鹿島詣).

ゆきは不申先むらさきのつくばかな
Yuki wa môsazu / murasaki no / Tsukuba kana

Huelga hablar de la nieve:
¡Monte Tsukuba
de color púrpura!

8.
Yosa Buson 与謝蕪村 (1716-1784), poeta de haikai y pintor.

行春やむらさきさむる筑羽山
Yuku haru ya / murasaki samuru / Tsukubasan

¡Abril termina!
Compruebo que es morado
Monte Tsukuba.

 


9.
Kobayashi Issa 小林一茶 (1763-1828), monje de la Escuela de la Verdad de la Tierra Pura (Jôdoshinshū 浄土真宗) y poeta de haikai.

よしきりや空の小隅のつくば山
Yoshikiri ya / sora no osumi no / Tsukubasan

¡Un carricero!
Y, en un rincón del cielo,
Monte Tsukuba.

冬枯や垣にゆひ込つくば山
Fuyugare ya / kaki ni yuikomu / Tsukubasan

¡Marchitez invernal!
Monte Tsukuba apresado
por aquel seto.

炭舟や筑波おろしを天窓から
Sumifune ya / Tsukuba oroshi o / atama kara

Barco carbonero.
El viento del Tsukuba
por la claraboya.

El viento que desciende de Monte Tsukuba (Tsukuba oroshi 筑波おろし) es en realidad una corriente invernal que atraviesa el sur de Ibaraki hacia Chiba, regiones desde las que se ve la montaña

10.
Masaoka Shiki 政岡子規 (1867-1902), reformador de la poesía japonesa, haikuísta, poeta de tanka y editor.

秋風や鳥飛び盡す筑波山
Akikaze ya / tori tobitsukusu / Tsukubasan

¡Viento otoñal!
Las aves vuelan hasta agotarse.
Monte Tsukuba.

名月や彷彿としてつくば山
Meigetsu ya / hôfutsu to shite / Tsukubasan

¡Luna de la cosecha!
Me la recuerda
Monte Tsukuba.

赤とんぼ筑波に雲もなかりけり
Aka tonbo / Tsukuba ni kumo mo / nakarikeri

Roja libélula.
Ni una nube tan solo
allá en Tsukuba.

いつはあれといつこはあれと日の本の春はつくばゆ朝日さしのぼる
Itsu wa are to / itsu ko wa are to / hi no moto no / haru wa Tsukuba yu / asahi sashinoboru

Es como siempre,
así como siempre ha sido:
la primavera
de Japón es Tsukuba.
Se alza el sol matutino.
11.
Nagatsuka Takashi 長塚節 (1879-1915), poeta de tanka discípulo de Masaoka Shiki 政岡子規 y novelista. Nació y creció en un pueblo de Ibaraki desde el que es visible el Monte Tsukuba.

筑波嶺に降りける雪は白駒の額毛に似たり消えずもあらぬか
Tsukubane ni / furikeru yuki wa / shirokoma no / nukage ni nitari / kiezu mo aranu ka

La nieve caída
en el Monte Tsukuba
de una yegua alba
se asemeja a las crines.
¿Tampoco se esfumará?

夕さればむらさき匂ふ筑波嶺のしづくの田居に雁鳴き渡る
Yū sareba / murasaki niou / Tsukubane no / shizuku no tai ni / kari naki wataru

Pasan los gansos
graznando sobre campos
que riega el Tsukuba.
Al llegar el ocaso,
reluce color púrpura.

蜀黍の穗ぬれに見ゆる筑波嶺ゆ棚引き渡る秋の白雲
Morokoshi no / honure ni miyuru / Tsukubane yu / tanabiki wataru / aki no shirakumo

Monte Tsukuba
visible entre las espigas
del campo de sorgo
Blancas nubes de otoño
se deslizan flotando.

筑波嶺に雪は降れども枯菊の刈らず殘れるしたもえに出づ
Tsukubane ni / yuki wa furedomo / karegiku no / karazu nokoreru / shitamoe ni izu

Aunque ya neva
sobre el Monte Tsukuba,
el no cortar
los crisantemos secos
es porque quedan brotes.

12.
Mizuhara Shūôshi 水原秋桜子 (1892-1981), médico obstetra con doctorado a cargo de la Oficina Médica del Ministerio de la Casa Imperial, profesor de ginecología en el Colegio Médico de Shôwa (Shôwa Igaku Senmongakkô 昭和医学専門学校), haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子 y de Matsune Tôyôjô 松根東洋城, luego adalid del haiku de vanguardia y editor. La siguiente secuencia de haikus (renku 連句) lleva el título de «Los orígenes kármicos de Monte Tsukuba» (Tsukubasan engi 筑波山縁起), fue compuesto en 1927 después de ver el texto del mismo nombre en el santuario e inscritos en 1979 en un monumento en los terrenos del mismo.

わだなかや鵜の鳥むるゝ島二つ
Wada naka ya / u no tori mururu / shima futatsu

Centro del mar:
dos islas en que se juntan
los cormoranes.

天霧らひ男峰は立てり望の夜を
Amagirai / omine wa tateri / mochi no yo o

Entre la niebla,
la Cumbre Viril se alza:
el plenilunio…

いづみわく女峰の萱の小春かな
Izumi waku / nyohô no kaya no / koharu kana

¡El suave invierno
en pastos de la Cumbre Hembra
donde mana agua!

国原や野火の走り火よもすから
Kunibara ya / nobi no hashiribi / yomosugara

¡Vastos terrenos!
Crepita el fuego agrario
toda la noche.

蚕の宮居端山霞に立てり見ゆ
Ko no miyai / hayama kasumi ni / tateri miyu

Santuario de polillas:
ver que se yergue
al pie en la niebla.

 
13.
Katô Shūson 加藤楸邨 (1905-1993), especialista en literatura japonesa, profesor de la Universidad de Ciencias y Humanidades de Tokio (Tôkyô Bunrika Daigaku 東京文理科大学), haikuísta discípulo de Mizuhara Shūôshi 水原秋桜子, selector de la sección de haiku del periódico Asahi 朝日 y miembro de la Academia Japonesa de las Artes (Nihon Geijutsuin 日本藝術院).

筑波嶺の消えて畦火も衰へぬ
Tsukubane no / kiete azebi mo / otoroenu

Fuego entre tierras
mengua ya al eclipsarse
Monte Tsukuba.

東風吹くや岩戸の神の二はしら
Kochi fuku ya / Iwato no kami no / futahashira

Las dos deidades
de la puerta de roca.
¡Sopla el levante!

14.
Kanbara Eiji 神原栄二 (n. 1932).

初筑波午後へむらさき深めけり
Hatsu Tsukuba / gogo e murasaki / fukamekeri

Primer Tsukuba:
hacia el ocaso el púrpura
se profundiza.

15.
Nenokawa Naoyuki 布川直幸 (n. 1945), haikuísta discípulo de Shimizu Keiko 清水径子, editor, miembro de la Asociación de Haiku Moderno (Gendai Haiku Kyôkai 現代俳句協会) y de la Asociación de Autores de Haiku de la Prefectura de Ibaraki (Ibarakiken Haiku Sakka Kyôkai 茨城県俳句作家協).

初富士に面と向かひて初筑波
Hatsu Fuji ni / tsura to mukaite / hatsu Tsukuba

Dirijo el rostro
al primer Monte Fuji.
Primer Tsukuba.

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Junio 2022

Llegamos, casi sin darnos cuenta, a la mitad del 2022, y con junio llega también el verano en el hemisferio norte. El haiku de este mes tiene por kigo la palabra 蛍 “hotaru, luciérnaga”, elemento que encontramos desde la antigüedad en poesía japonesa, como vemos en los dos tankas que siguen. El primero, de Ki no Tomonori, viene compilado con el número 562 en el Kokin Wakashuu, la primera antología imperial.

夕されば蛍よりけに燃ゆれども光見ねばやひとのつれなき

yuu sareba hotaru yori ke ni moyure domo hikari mineba ya hito no tsurenaki

al anochecer más que las luciérnagas ardo y sin embargo no alumbro ¿seguirá mi amor indiferente?

 

El siguiente, perteneciente a Izumi Shikibu, lo encontramos en el Go Shuui Wakashuu, cuarta antología imperial, con el número 1162.

もの思へば沢の蛍もわが身よりあくがれ出づる魂かとぞ見る

mono omoeba sawa no hotaru mo wa ga mi yori akugare idzuru tama ka to zo miru

pensando en aquello, vi las luciérnagas volar en el pantano, y parecía como si mi alma se alejase de mí

Dos hermosos poemas románticos de la segunda mitad del período Heian (794-1185). Pero a Bashou siempre le gustaba darle una vuelta a las cosas; verlas de forma distinta, y esta vez se basa en las enseñanzas de Zhuang Zhou, también conocido como Chuang Tzu, filósofo chino del siglo IV, de gran influencia no sólo en Asia, sino también en Europa. Él establece, a través de sus alegorías, lo que considera un tonto: “aquel quien pierde de vista el Tao y se aleja de su naturaleza innata”. Bashou lo expresa en el siguiente haiku.

愚に暗く茨をつかむ蛍哉

gu ni kuraku ibara wo tsukamu hotaru kana

tontamente en la oscuridad atrapo las espinas ¡oh, luciérnagas!

El haiku muestra una típica actividad veraniega que se realiza hasta nuestros días, la caza de luciérnagas. Pero el autor no sólo se deleita con la escena en la que se percibe la ceguera humana de buscar la satisfacción inmediata sin ponderar consecuencias; además, juega con los kanjis del primer verso 愚に暗く que, reordenados, forman la palabra 暗愚 “angu”, imbecilidad. Por lo tanto, no sólo tenemos la oscuridad en el sentido de la ausencia de luz, sino de inteligencia o perspicacia.

Y así, con la ironía tan propia de Bashou, me despido esperando tengan todos un maravilloso verano. Yo por mi parte, en Santiago de Chile, pasaré el invierno soñando con la tibieza de una noche estival.

Mágica noche de San Juan

No hay, en la cultura popular de Occidente, una fiesta más mágica. La mañana de San Juan, tan maravillosamente cantada por el romancero y por el cancionero español, viene precedida por la gran noche de la purificación y de la luz. Solsticio de verano, cuando el “sol inmóvil” (que es lo que significa “solsticio”) parece detenido en algún punto del ecuador celeste. En el hemisferio austral, ese momento ocurre hacia el 21 de diciembre. Aquí, en el hemisferio boreal, es ahora, hacia el 21 de junio, cuando la noche más corta y el día más largo del año evocan una suerte de iluminación cósmica. Para los griegos, el solsticio de verano era la “puerta de los hombres” -a diferencia del solsticio de invierno, la “puerta de los dioses”-, como si se quisiera subrayar, al hilo de la luz, la exaltación pagana del verano. El cristianismo asumió los ritos estacionales y los rebautizó, en un intento de fijar, en el calendario litúrgico, los momentos estelares, coincidiendo, aproximadamente, con los solsticios y con los equinoccios: la Navidad, la Pascua, el nacimiento de San Juan Bautista, la fiesta de San Miguel Arcángel.

                Muchas veces hemos recordado el prodigio del rayo de sol que ilumina, en ambos equinoccios, el capitel de la Anunciación de la iglesia burgalesa de San Juan de Ortega: prodigio de una técnica sutil, que implica un profundo conocimiento de la astronomía, pero que es, al mismo tiempo, y quizá en primer lugar, el símbolo de un misterio teológico. En relación con los cambios estacionales en general, hay testimonios mucho más remotos: La orientación de los cuatro círculos concéntricos de Stonehenge está determinada por el solsticio de verano: se sospecha que la llamada Piedra Talón tenía mucho que ver con la observación de esa primera mañana del solsticio, pero, en general, esos conjuntos circulares de la Edad del Bronce debieron funcionar como observatorios astronómicos para la predicción de los cambios estacionales y, paralelamente, como centros ceremoniales relacionados con ellos.

En Egipto, las sombras producidas por la pirámide de Keops marcaban, con exactitud matemática, las fechas de los equinoccios de primavera y otoño y los solsticios de invierno y verano. Al otro lado del mundo, los mayas orientaban sus ciudades en relación con el movimiento de la bóveda celeste; y en la fortaleza de Chichén Itzá se observa el descenso de serpiente Kukulkán, formada por las sombras que se crean en los vértices de la fortaleza cuando comienzan el verano y el invierno… Los incas celebraban, el 24 de junio, el Inti-Raymi o Fiesta del Sol en la explanada de Sacsayhuamán, cerca de Cuzco. Al despuntar la primera mañana de verano, el inca levantaba sus brazos al cielo y exclamaba: «¡Oh, mi Sol! ¡Oh, mi Sol! Envíanos tu calor, que el frío desaparezca. ¡Oh, mi Sol!»

                Los rituales del fuego sugieren el simbolismo de darle fuerza al sol, fuente de la vida, en el momento en que en empieza a crecer o a declinar. Los celtas celebraban, el primero de mayo, el festival del Beltane o “buen fuego”, con hogueras coronadas por pértigas, y hacían pasar al ganado entre las llamas para purificarlo. Las hogueras purificadoras se encendían y se encienden por todo el mundo, sobre todo en las culturas agrarias, para asegurar las cosechas, pero esos rituales de fuego tienen también otro sentido más profundo, como observa Mircea Eliade: “»una combustión, una anulación de los pecados y de las faltas del individuo y de la comunidad en su conjunto, y no una simple purificación”, pues «la regeneración es, como lo indica su nombre, un nuevo nacimiento».

                Y, junto al fuego, el agua, el “agua de gracia” de San Juan: las nueve olas de la fertilidad en la playa gallega de La Lanzada, o el agua de los “baños de amor”, enramada de trébol, albahaca, romero, lavanda y ruda… La iglesia visigótica de Baños de Cerrato (Palencia), dedicada a San Juan Bautista, fue erigida, en el siglo VII, por el rey godo de Toledo, Recesvinto, tras ser curado allí mismo por las aguas de unas fuentes o baños consagrados a las ninfas. En numerosos lugares, se suele recoger esa noche el agua de una fuente o manantial señalado, dejándola reposar a la luz de la luna; a la mañana siguiente, las muchachas se lavan la cara con esa agua revitalizadora, seguras de conservar la belleza y la juventud.

                Noche mágica por excelencia, la noche de San Juan. Noche en la que es posible ver, como en un instante de iluminación, la “flor de agua”; abrir las puertas invisibles y trasladarse al otro lado del espejo; liberarse de los encantamientos; encontrar el amor… Noche para el ensueño y para la purificación evocada por el bautismo en el Jordán. Mañana también mágica, en la que el conde Olinos madruga para dar agua a su caballo en las orillas del mar, y en la que

el infante Arnaldos ve venir una galera y escucha la misteriosa canción de un marinero, poderosa, pero reservada:

“yo no digo mi canción

sino a quien conmigo va”.

***

Mayo 2022

CONSTRUIR

Junto a la ría,
de gaviotas olvidada,
la vieja hélice.

 

DECONSTRUIR

Ayer, ¿o fue anteayer?, de uno de estos días de primavera, hice el mismo largo paseo mañanero por la ría de Avilés –ciudad donde desde hace dos semanas me ocupa mi afición por la cerámica–. A un lado del paseo, en el suelo, había objetos de hierro, testigos mudos y herrumbrosos de la otrora floreciente industria siderúrgica de esta ciudad asturiana. Al observar una gran hélice de hierro, hoy inútil dormida sobre la hierba, que pudo ser parte de algún mecanismo de los Altos Hornos o tal vez de algún barco, me vino la imagen común en los puertos de las gaviotas que siguen el rastro de los barcos cuando estos se acercan a tierra, los barcos que todavía hoy creo que se mueven ayudados por la propulsión de hélices.

     En otro tiempo los movimientos de esta hélice, que hoy yace ruinosa, pudieron ser saludados por decenas de gaviotas ansiosas. Hélice ruinosa, pero viva. Hoy, entre sus aspas crece la hierba y asoma alguna flor. El olvido, pasaporte del tiempo, no acabará  con la vida de esta vieja gloria. Inútil, pero viva.

Sobre el olvido renovado por la presencia de una flor, también inspirado en un día de primavera, hay un hermoso poema de Masaoka Shiki que deseo compartir con los lectores del Rincón del Haiku.

Wasureorishi
Hachi ni hana saki
Haruhi kana.

忘れ おりし
鉢 の 花 咲
春日 かな

En día de primavera,
de un tiesto olvidado,
brota una flor.

El poema de Shiki es infinitamente más directo y hermoso que el mío. En mis versos yo he tenido que pensar en las gaviotas para que la vieja hélice recobrara vida.  Recorrí un largo camino. El de Shiki es mucho más corto. Él no necesita mencionar el agente del olvido: solo el hecho. Y el milagro: la flor que brota donde nadie lo espera. Pero ahí debía de estar el haijin para ser testigo. “El haijin, testigo de milagros” sería un bonito título para un taller de haiku, ¿no os parece? De los milagros cotidianos que están ahí, a cada paso que damos, bajo cada mirada que lanzamos.

El graznido del cuervo

No hay nada más ubicuo en el paisaje japonés que el graznido de los cuervos (Corvus macrorhyncos). No sólo es el único sonido animal que logra imponerse al chillido de las cigarras, sino que también son una de las pocas aves que se escuchan en el silencio invernal de los montes y zonas rurales, sin contar con que también están presentes en las ciudades. Aunque pueden ser considerados dañinos para la agricultura o molestos por su escándalo, los cuervos han tenido cierto valor simbólico y religioso debido a los mitos de origen continental que ponían a una de estas aves en el sol y que los convirtieron en emblemas del mismo. Por extensión, se asociaron a las múltiples deidades solares de Japón, en cuya iconografía suele aparecer un disco rojo con un cuervo de tres patas. Es particularmente importante el enviado por la diosa Amaterasu 天照 para guiar al Guerrero Divino (Jinmu 神武), fundador mítico del reino de Yamato, en su conquista del archipiélago japonés, pues se asocia al mandato divino de la casa imperial. Al mismo tiempo, son la inspiración formal de los tengu 天狗, seres sobrenaturales de moralidad ambigua que protegen las montañas, así como de algunas deidades emparentadas, entre las que destaca el Avatar de Īzuna (Īzuna Gongen 飯綱権現). De igual manera, el color de su plumaje sirve como parámetro de un cabello bonito.

El nombre japonés de estas aves totalmente negras es karasu, escribible con el carácter 烏 o con 鴉. Pese a su presencia constante, son poco frecuentes en la poesía clásica. En cambio, hay muchos haikus en los que aparecen y, con frecuencia, es su graznido el que atrae la atención. Aunque no se los asocia con una estación específica, existen palabras como “cuervo de frío” (kangarasu  寒烏), propia del invierno, o “primer cuervo” (hatsugarasu 初烏), relacionada con el Año Nuevo. Construyen sus grandes nidos en la primavera, cuando los árboles carecen de hojas, por lo que estas estructuras y sus crías funcionan como palabras de esa estación.

1.

El Príncipe de Ôtsu 大津 (663-686), poeta de kanshi y de waka, heredero al trono acusado de traición por la Emperatriz que Tuvo la Sucesión (Jitô 持統). Éste es el poema número 7 de El esplendor del estilo amado (Kaifūsô 懐風藻; 751) y tiene el título «Un poema antes de la muerte» (Rinjū ichizetsu 臨終一絕).

金烏臨西舍 鼓聲催短命 泉路無賓主 此夕誰家向

El cuervo dorado desciende a su residencia del oeste,
mientras las voces de los tambores apresuran mi corta vida.
En las sendas del inframundo, no hay huésped ni anfitrión:
en este ocaso, ¿a qué casa me dirigiré?

“Cuervo dorado” es una metáfora de origen chino para referirse al sol, la cual se basa en antiguos mitos. En este sentido, su descenso a la residencia occidental significa el ocaso.

2.
Poema anónimo con el número 1263 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759)

暁跡夜烏雖鳴此山上之木末之於者未静之

暁と夜烏鳴けどこの岡の木末の上はいまだ静けし
Akatoki to / yogarasu nakedo / kono oka no / konure no ue wa / imada shizukeshi

Pese al graznido
del cuervo nocturno al alba,
sobre las ramas
de aquellas colinas,
permanece el silencio.

3.

Poema anónimo con el número 3095 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759)

朝烏早勿鳴吾背子之旦開之容儀見者悲毛

朝烏早くな鳴きそ我が背子が朝明の姿見れば悲しも
Asagarasu / hayaku na naki so / waga seko ga / asake no sugata / mireba kanashi mo

Cuervo matutino,
no graznes tan temprano.
Ver la silueta
al alba de mi amado
¡me produce tristeza!

El amanecer es el momento de separación de los amados que pasaron la noche juntos, cuando el hombre solía partir de regreso a su propia residencia.

4.
Poema anónimo con el número 3521 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759)

可良須等布 於保乎曽杼里能 麻左[偏弖]尓毛 伎麻左奴伎美乎 許呂久等曽奈久

烏とふ大をそ鳥のまさでにも来まさぬ君をころくとぞ鳴く
Karasu chô / ô oso tori no / masade ni mo / komasanu kimi o / koroku to zo naku

Hasta esa tonta
ave llamada cuervo
me lo confirma:
que «acá, acá» llega ya
grazna sobre el ausente.

5.
El príncipe de Takamiya 高宮 (siglo VIII). Éste es el poema 3866 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759).

波羅門乃 作有流小田乎 喫烏 瞼腫而 幡幢尓居

波羅門の作れる小田を食む烏瞼腫れて幡桙に居り
Baramon no / tsukureru oda o / hamu karasu / manabuta harete / hatahoko ni ori

Cuervos devoran
el arrozal construido
por Bodhisena.
Inflamados los párpados,
sirven como estandartes. 

Bodhisena (704-760) fue un monje del sur de la India que llegó a Japón en el 736 buscando a la reencarnación del bodhisattva Mañjuśri, que reconoció en el monje Gyôki 行基. Fue uno de los transmisores de la Escuela de la Guirnalda de Flores (Kegonshū 華厳宗), introductor del estudio del sánscrito y consejero político que impulsó proyectos de construcción. El poema tiene un tono cómico visible en comparar los párpados inflamados con pendones, aunque no se puede saber a quien se refiere.

6.
Ikkyū Sōjun 一休宗純 (1394-1481), monje de la Escuela de Línjì (Rinzaishū 臨済宗), poeta sinófilo, calígrafo, abad del Templo de la Gran Virtud (Daitokuji 大徳寺) y preceptor imperial. Éste es el poema escrito para conmemorar su iluminación a la edad de 27 años, momento que ocurrió mientras meditaba en un bote sobre el Lago Biwa y, entre el sonido de las olas que lo hicieron olvidarse de sí mismo, escuchó el graznido de un cuervo.

十年以前識情心
嗔恚豪機在即今
鴉笑出塵羅漢果
昭陽日影玉顔吟

Los últimos diez años, el corazón conoció las pasiones,
lleno de una gran ira, pero la oportunidad está en el ahora.
Un cuervo ríe, salgo del polvo: al fin un arhat.
En Zhāoyáng, a la luz del sol, un rostro como el jade canta.

Para entender este zekku 絶句, es necesario referirse al hipotexto del que proceden las imágenes, escrito por Wáng Chānglíng 王昌齡 (698-757) y titulado «Versos otoñales en Zhǎngxìn» (Zhǎngxìn qiū cí 長信秋詞)

奉帚平明金殿開,  且將團扇暫徘徊。
玉顏不及寒鴉色,  猶帶昭陽日影來。

Dedicada a barrer desde el alba cuando el Palacio Dorado abre sus puertas
y sólo deambular en grupo con los abanicos para pasar el rato.
Un rostro como el jade no se compara con el color de un cuervo invernal
que aún recibe en Zhāoyáng la luz del sol.

Este poema se inspira en la historia de la consorte Bān Jiéyú 班婕妤 (48 a.e.c. – 2 a.e.c), que cayó de la gracia del emperador Chéng 成, pero logró convertirse en dama de compañía de la madre de éste gracias a su gran conocimiento y habilidad oratoria. Aquí se la muestra olvidada y sin mayor entretenimiento en el palacio de Zhǎngxìn, que mantiene limpio para visitantes que no llegarán. Los abanicos son una alusión a un poema de Bān en el que habla de estos objetos siendo descartados con la llegada del otoño por cortesanos asiduos a la novedad. Mientras tanto, Zhāoyáng es el palacio de la corte de Han, donde vivía la nueva consorte favorecida por el emperador, del que el sol era un símbolo. Con esta alusión, Ikkyū compara su situación precedente con la de aquella poetisa que languidecía sin recibir lo que esperaba. Finalmente, él experimenta la iluminación con el graznido del cuervo y deja atrás el resentimiento.


7.
Matsunaga Teitoku 松永貞徳 (1571-1654), poeta de renga discípulo de Satomura Joha 里村紹巴, poeta de tanka discípulo del Ministro de la Izquierda Kujô Tanemichi 九条稙通 y del señor feudal Hosokawa Yūsai 細川幽斎, estudioso de la poesía clásica, secretario privado del regente Toyotomi Hideyoshi 豊臣秀吉 y maestro de haikai en torno a quien se formó la escuela Teimon 貞門.

烏には似ぬうの花ぞ鷺の色
Karasu ni wa / ninu unohana zo / sagi no iro

¡Justo la deutzia
no se parece al cuervo!
Color de garzas.

El nombre en japonés de la Deutzia crenata es unohana 卯の花, donde u 卯 es el cuarto signo del zodiaco chino, el del conejo, hana 花 significa flor y no の indica una relación de pertenencia o inclusión del segundo término en el primero. En este sentido, la traducción del nombre es «flor del signo del conejo», derivado de que florecía en el cuarto mes del calendario lunar. Sin embargo, esa primera sílaba le suena al poeta como cormorán, u 鵜, un ave de color negro que es parte de una expresión popular «un cuervo que imita a un cormorán» (u no mane o suru karasu 鵜の真似をする烏), usada para llamar a alguien que, al no conocer su propio valor, incurre en los errores de aquellos a quienes imita. Las flores de la deutzia son blancas, por lo que no habría ningún parecido con un cuervo. La última parte del poema se debe a la palabra uro 烏鷺, formada por el sinograma para cuervo y el de garza, que significa «negro y blanco».

8.
Matsuo Bashô 松尾芭蕉 (1644-1694). Poema incrito en una pintura del mismo autor de 1680, cuando vivía recluido en Fukagawa, conservada en el Museo Idemitsu 出光 de Tokio. Las veinte sílabas y las imágenes de tinta señalan la influencia de la tradición poética china de este poema al ser cercano a un zekku 絶句.

枯枝に烏のとまりたるや秋の暮
Kareeda ni / karasu no tomaritaru ya / aki no kure

Está posado un cuervo
en la rama desnuda.
Ocaso otoñal.

Versión conservada en la compilación de hokku Arano 阿羅野 de 1689.

枯枝に烏とまりけり秋の暮れ
Kareeda ni / karasu tomarikeri / aki no kure

Se posó un cuervo
en la rama desnuda.
Ocaso otoñal.

Poema inscrito en una pintura del mismo autor de 1691 y acompañado de un comentario que lo sitúa una mañana en el Templo de Kisô (Kisôji 木曽寺), luego de levantarse con el sonido de las campanas y observar los árboles que parecían llenos de flores de tela blanca.

つね憎き烏も雪のあした哉
Tsune nikuki / karasu mo yuki mo / ashita kana

¡Ah, qué alba nevada
hasta con esos cuervos
siempre odiosos!

Versión conservada en la Antología de los leones mendigos (Komo jishi shū 薦獅子集; 1693)

ひごろにくき烏も雪の朝哉
Higoro nikuki / karasu mo yuki no / ashita kana

¡Ah, qué alba nevada
hasta con los normalmente
odiosos cuervos!

9.
Yosa Buson 与謝蕪村 (1716-1784), poeta de haikai y pintor.

己が羽の文字もよめたり初鴉
Ore ga ha no / moji mo yometari / hatsugarasu

También las letras
de sus plumas pude leer:
el primer cuervo.

10.
Kobayashi Issa 小林一茶 (1763-1828), monje de la Escuela de la Verdad de la Tierra Pura (Jôdoshinshū 浄土真宗) y poeta de haikai.

挑灯もちらりほらりやはつ烏
Tôchin mo / chirarihorari ya / hatsugarasu

Se avivan fuegos
también por aquí y por allá.
Primeros cuervos.

鳩の恋烏の恋や春の雨
Kamo no koi / karasu no koi ya / haru no ame

Amor de patos,
y el amor de los cuervos.
Lluvia vernal. 

La primavera es la temporada de reproducción de patos, cuervos y otras aves, por lo que pasan mayor tiempo en pareja.

11.
Sarai Kyokusen 皿井旭川 (1870-1945), médico otorrinolaringólogo, profesor de la Universidad Médica de Okayama (Okayama Ika Daigaku 岡山医科大学) y haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子.

浮腰となりし烏や柿紅葉
Ukigoshi to / narishi karasu ya / kaki momiji

Aquellos cuervos
se ponen muy inquietos.
Caqui enrojecido.

12.

Takahama Kyôshi 高浜虚子 (1874-1959), haikuísta discípulo de Masaoka Shiki 正岡子規, editor, novelista y dramaturgo.

初鴉廓の夜明けもたゝならず
Hatsu karasu / kaku no yoake mo / tada narazu

Primeros cuervos.
Todavía no amanece
sobre este barrio.

13.
Terada Torahiko 寺田寅彦 (1878-1935), físico, profesor de la Universidad Imperial de Tokio, miembro del Instituto de Investigaciones Físicas y Químicas (Rikagaku Kenkyūsho 理化学研究所), miembro de la Academia Imperial (Teikoku Gakushiin 帝国学士院) y haikuísta discípulo de Natsume Sôseki 夏目漱石.

夕立や鴉は飛んで牛ぬるゝ
Yūdachi ya / karasu wa tonde / ushi nururu

Chaparrón de ocaso.
Los cuervos se van volando
y el buey se moja. 

Yūdachi 夕立, traducida por “chaparrón de ocaso”, es una palabra estacional del verano que nombra lluvias intensas, pero breves.

14
Aizu Yaichi 会津八一 (1881-1956), docente de inglés, historiador del arte especialista en los periodos Asuka y Nara, profesor emérito de la Universidad de Waseda, poeta de tanka y haikuísta.

橋の霜鴉の痕を判ずべく
Hashi no shimo / karasu no ato o / hanzubeku

Escarcha en puente
para evaluar las huellas
de los cuervos.

15.
Taneda Santôka 種田山頭火 (1882-1940), haikuísta de estilo libre, caminante y monje de la Escuela Sôtô (Sôtôshū 曹洞宗).

鴉啼いてわたしも一人
Karasu naite / watashi mo hitori

Un cuervo grazna.
Yo también estoy solo.

風の中からかあかあ鴉
Kaze no naka kara / kā kā karasu

De entre los vientos,
el «¡croc! ¡croc!» de un cuervo.

16.
Īda Dakotsu 飯田蛇笏 (1885-1962), haikuísta díscipulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子 y editor.

五月山月出て鴉啼きしづむ
Satsukiyama / tsuki dete karasu / nakishizumu

Monte Satsuki:
sale la luna y los cuervos
graznan sin tregua.

17.
Hata Kôichi 畑耕一 (1886-1957), novelista, dramaturgo, periodista cultural, jefe editorial de varias publicaciones, compositor, profesor de la Universidad Meiji 明治 y haikuísta.

たそがれのなにか落しぬ鴉の巣
Tasogare no / nanika otoshinu / karasu no su

Lo que cayó
en la penumbra:
el nido de unos cuervos.


18.
Hayashibara Kôzô 林原耒井 (1887-1975), especialista en literatura inglesa, profesor de las universidades Hôsei 法政, Meiji 明治, etc. y haikuísta discípulo de Usuda Arô 臼田亜浪.

花桐に烏がとまりあな黒し
Hana kiri ni / karasu ga tomari / ana koroshi

Se posa un cuervo
en la paulonia en flor:
un hoyo negro. 

Las paulonias (Pawlonia tomentosa) florecen en mayo, por lo que su nombre es una palabra estacional de dicho mes.

19.
Takano Sujū 高野素十 (1893-1976), médico forense y serólogo con doctorado, profesor de la Universidad Médica de Niigata, haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子 y editor.

食べ飽きてとんとん歩く鴉の子
Tabe akite / tonton aruku / karasu no ko

Las crías de cuervo
caminan con un tap, tap
hartas de comer.

20.
Nishimura Kôhô 西村公鳳 (1895-1989)

子供らと鴉と浜の祭来る
Kodomo-ra to / karasu to hama no / matsuri kuru

Niños y cuervos
vienen al festival
hecho en la playa

21.
Okada Kôyô 岡田耿陽 (1897-1985), haikuísta díscipulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子 y editor.

桜蝦干せば来るなり浜鴉
Sakuraebi / hoseba kuru nari / hama karasu

Vienen al poner
a secar los camarones:
cuervos de playa. 

Sakuraebi 桜蝦 (Sergia lucens) es un tipo de camarón pequeño de color rosado que habita aguas profundas, pero sube a la superficie en la primavera. Su color recuerda al de los cerezos, además de que son capturados y puestos a secar en la playa en el mismo periodo del florecimiento de esos árboles. Por ello, su nombre es una palabra estacional de abril.

22.
Nakajima Getsuryū 中島月笠 (1899-1987), haikuísta discípulo de Watanabe Suiha 渡辺水巴.

夜鴉の含み声なり秋涼し
Yogarasu no / fukumigoe nari / aki suzushi

La voz ahogada
de un cuervo por la noche.
Un fresco otoño.

23.
Shiba Fukio 芝不器男 (1903-1930), haikuísta.

鴉はや唖々とゐるなリ菌狩
Karasu haya / ā to iru nari / kinokogari

¡Ay, aquel cuervo
está con su croc, croc!
Colecta de hongos. 

Los hongos son característicos de octubre, por lo que kinokogari 菌狩 o colecta de hongos es una palabra estacional de ese mes.

24.
Hashimoto Keiji 橋本鶏二 (1907-1990), haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子, editor y asesor de la Asociación de Haikuístas (Haijin Kyôkai 俳人協会).

炎天や鴉があるく森の底
Enten ya / karasu ga aruku / mori no soko

Suelo del bosque
en que camina un cuervo.
Sol abrasador. 

Enten 炎天, que significa sol abrasador, es una palabra estacional de julio, periodo del verano en que ya terminó el monzón.

25.
Ishikawa Keirô 石川桂郎 (1909-1975), haikuísta discípulo de Sugita Hisajo 杉田久女 y de Ishida Hakyô 石田波郷, novelista, ensayista, compilador y editor.

枯蓮に応ふるごとく唖鴉
Karehasu ni / irauru gotoku / ā karasu

Como respuesta
a los lotos marchitos,
«croc, croc» del cuervo. 

Los lotos marchitos son característicos del invierno y, en general, el prefijo kare 枯 forma palabras de esa estación.

26.
Ishida Hakyô 石田波郷 (1913-1969), haikuísta discípulo de Mizuhara Shūôshi 水原秋桜子 y editor.

山越の鴉こゑなし花辛夷
Yamagoshi no / karasu koe nashi / hana kobushi

No tiene voz
el cuervo que baja el monte.
Magnolia en flor.

27.
Takagi Haruko 高木晴子 (1915-2000), hija y discípula de Takahama Kyôshi 高浜虚子 y editora.

杜に鳴く鵯よ鴉よ鹿島宮
Mori ni naku / hiyo yo karasu yo / Kashimagū

¡Bulbules y cuervos
chillando en soto sagrado!
Santuario Kashima.

Los santuarios de Kashima (Kashima jinja 鹿島神社), distribuidos principalmente al noreste del país, están dedicados a Takemikazuchi 武甕槌 / 建御雷, dios de la guerra, protector contra los sismos y uno de los tutelares de los antiguos clanes aristocráticos Nakatomi 中臣 y Fujiwara 藤原. El centro de su culto se encuentra en la ciudad epónima en la prefectura de Ibaraki, el cual recibe la denominación de Jingū 神宮. Es famoso por su bosque con más de ochocientas especies de plantas y su jardín de ciervos, mensajeros del dios. Por su parte, chiyo o chiyodori 鵯, bulbul en español, es una palabra estacional de octubre, cuando dichas aves descienden de las montañas para comer frutos de la temporada.

28.
Kishida Chigyo 岸田稚魚 (1918-1988), haikuísta discípulo de Ishida Hakyô 石田波郷.

田楽やたまたま秋の鴉啼き
Dengaku ya / tamatama aki no / karasu naki

¡La danza agrícola!
De repente, el graznido
de un cuervo otoñal.

29.
Kawai Gaibu 河合凱夫 (1922-1999), director de la Escuela Primaria Central de la Ciudad de Noda (Nodashiritsu Chūô Shôgakkô 野田市立中央小学校) y haikuísta.

鴉来て深みにはまる紅葉谷
Karasu kite / fukami ni hamaru / momijidani

Un cuervo viene
y se interna en la espesura.
Valle otoñal.

Momijidani 紅葉谷 indica un valle de hojas coloridas por el otoño.

30.
Yagi Mikajo 八木三日女 (1924-2014), oftalmóloga con doctorado, profesora y haikuísta discípula de Hirahata Seitô 平畑静塔.

弁天に烏甘ゆる春の水
Benten ni karasu amayuru haru no mizu

Le es dulce al cuervo
el agua primaveral
del santuario a Benten.

Benten 弁天, que significa «Devī del Discurso», y Benzaiten 弁才天, «Devī del Discurso y el Ingenio», son los nombres japoneses de Sarasvatī, deidad de las aguas, la elocuencia, la música y la sabiduría, así como diosa tutelar de los antiguos clanes Taira 平 y Hôjô 北条. Sus santuarios suelen estar construidos en islas al centro de estanques artificiales, aunque los más importantes están en formaciones naturales.

31.
Hirano Hajime 平野哉

夏風邪や鴉に声を奪はれぬ
Natsu kaze ya / karasu ni koe o / ubawarenu

Gripe estival.
El cuervo debe haberme
robado la voz.

Mayo 2022

Este mes de mayo les traigo un poema inusual de Bashou, pero intensamente japonés, cargado de historia y tradiciones. Y para comenzar, también de forma inusual, lo haremos por el haiku:

あやめ生り軒の鰯のされかうべ

ayame oikeri noki no iwashi no sarekau be

crece el iris en el alero con el cráneo de la sardina

Partamos por el kigo: ayame, que significa iris, el cual hace referencia al Kodomo no hi o Día del niño, que se celebra el 5 de mayo. En esta festividad, que en la antigüedad estaba reservada a los varones, una de las costumbres era decorar con esta flor los aleros en contra de la mala suerte y la enfermedad. Luego tenemos otra referencia a una celebración tradicional: el Setsubun, que en el antiguo calendario era el último día antes de primavera y en la actualidad se festeja el 3 de febrero. En ella se pone énfasis en la “limpieza” de la energía para comenzar un nuevo ciclo. Uno de sus rituales consistía en colocar cabezas de sardinas, o iwashi, en ramas que se insertaban en dinteles de puertas o aleros de casas para ahuyentar a los demonios. Dado que transcurren un par de meses entre una celebración y otra, sólo queda el cráneo cuando comienzan a crecer los iris. Bashou une así estas dos festividades en su haiku.

Pero Bashou no sólo se basa en costumbres relacionadas con los festivales, sino que busca en las tradiciones literarias también. Cuando se habla de cráneos, uno famoso desde tiempos antiguos es el de Ono no Komachi, única mujer del selecto grupo de los Rokkasen o Seis Poetas Magistrales. De hecho, Kamo no Choumei, en su Mumyoushou, texto de teoría poética del período Kamakura, cuenta la siguiente anécdota sobre Ariwara no Narihira, otro de los Magistrales: “cuando Narihira secuestra a Takako y va con ella a cuestas por el campo, de pronto escucha una voz diciendo ‘cada vez que el viento otoñal sopla, oh, duelen mis ojos…’ pero por más que miraba quién podría estar hablando, sólo encontró un cráneo de cuyos ojos salían iris, por lo que pensó que sería un juego del viento pasando por lo orificios. Narihira pensó que este era un buen signo, y luego al preguntar a los lugareños, estos le dijeron que probablemente era el cráneo de Ono no Komachi, quien alguna vez había viajado por esa zona. Narihira, conmovido, dijo: Komachi debe ser, dado que crecen iris.”

Y así, con este haiku inusual, hemos podido realizar un viaje fantástico y misterioso, a través de siglos de lenguaje, tradiciones, leyendas y personajes. Si me preguntan a mí, una buenísima forma de comenzar un nuevo mes.

Haiku 39

39

藪いりやよそ目ながらの愛宕山


Yabuiri ya yosome nagara no atago-san

Las vacaciones del sirviente-
durante todo el tiempo mira
el monte Atago.

Desglose:

 やぶ入[ yabuiri: vacaciones concedidas a los criados], よそ目[yosome: los ojos de otros], ながら[nagara: mientras, durante todo el tiempo], 愛宕山[atago-san: monte atago].

 

Comentario y notas culturales:

 Atago es una montaña (924 metros) al noroeste de Kyoto que alberga numerosos templos. Es un monte protector que se aprecia desde cualquier punto de la ciudad, de tal modo que en el regreso a casa el criado lo tiene presente. Es una especie de símbolo que le protege en el camino . El sufijo “san” hace referencia tanto a la montaña como al tratamiento de cortesía de una persona.

Como nos decía Kavafis en su célebre poema “Ítaca”, lo importante no era tanto la llegada como el propio viaje, el periplo: una oportunidad para sentir, admirar, celebrar la vida. Buson  capta a menudo esta sensación:

 

A.- やぶ入や鳩にめでつゝ男山

yabuiri ya hato ni mede- tsutsu Otoko- yama

Las vacaciones del criado-
admira las palomas
en la colina de Otokoyama.

* Otoko-yama: esta montaña, al sur de Kioto, es el sitio del Santuario Iwashimizu a Hachiman (el dios de la guerra). Las palomas son sus mensajeras y sirvientas: un paralelismo entre semejantes profesiones.

B.-やぶいりのまたいで過ぬ凧の糸

 yabuiri no mataide suginu tako no ito

 El criado en sus vacaciones
camina y pasa de largo
ante los hilos de las cometas.

Rosas

Vicente Huidobro advertía en su “Arte poética”: “Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas! / Hacedla florecer en el poema”. Así incitaba a la perfección, como lo haría Juan Ramón Jiménez, advirtiendo ante el poema acabado: “¡No le toques ya más, / que así es la rosa!” ¿Cómo apresar ese lujo sospechoso en la divagación de un artículo, sumando un peso más a la vasta y suntuosa bibliografía sobre las rosas de este mundo? Ninguna flor ha gravitado tanto sobre la cultura de Occidente, hasta ahogarla con su mórbido perfume. Traspuesta, idealizada, esculpida, la rosa ha enseñoreado las artes, ha refinado y enloquecido a sus amantes, se ha erigido en símbolo de la perfección absoluta. En la Edad Media era símbolo de silencio: su presencia en una reunión obligaba al secreto… ¿Cómo no recordar el “Roman de la Rose”, iniciado en el siglo XIII por el joven poeta Guillaume de Lorris, delicado compendio del Arte del Amor? ¿Cómo olvidar a todos los poetas que cantaron a esta flor divina? Rilke esculpió con ella el famoso epitafio que guarda su sueño en Raron:

“Rosa, oh contradicción pura, delicia

de no ser sueño de nadie bajo tantos párpados”.

                A Borges el perfume de la rosa y del jazmín le trae la certidumbre de la dicha perdida. La rosa uruguaya de Matilde Bianqui es rosa de lucha y de perdón y también “rosa verde de mar y de arena”. Pedro Salinas ve palpitar el pecho del océano en la “rosa frágil, de espuma, blanquísima”. Adscrita a la fugacidad, como si anticipara toda despedida, la rosa ha escapado del sino barroco para entrar, audazmente, en la inmortalidad, como si apelara a su origen divino, pues cuenta la leyenda que fue naciendo blanca y perfecta de las pisadas de Afrodita cuando, recién nacida de la espuma, la diosa erraba por las solitarias playas de Citerea. Otra leyenda siria explica la transformación de la rosa blanca en rosa roja: fue la misma diosa la que, al ir a socorrer a su amado Adonis, se pinchó con las espinas de un blanco rosal, tiñendo con su sangre las flores.

                Ya nunca dejará la rosa de ser símbolo de amor ruboroso y ardiente. Su culto prende arrebatado en los dioses y en los mortales. Su perfume trasmina e Oriente a Occidente, desdibujando las fronteras entre la muerte y la vida. En las tumbas egipcias se han encontrado restos de rosas, pero también los muertos han alimentado desde su oscuridad orgánica la semilla inmortal. Millares de volúmenes hablan de su éxito entre los eruditos. Se dice que un emperador chino tenía en su biblioteca más de quinientos volúmenes sobre el cultivo de las rosas. El escritor portugués Eça de Queiroz recuerda en un espléndido ensayo los rumbos de esta flor: su misterioso nacimiento en Citerea; aquel Jardín de Midas donde sólo crecían los rosales que Baco regaba con el agua purísima que, desde la fuente Castalia, traían las Náyades; las rosas que los pontífices del imperio romano cortaban al amanecer con la hoz de plata para perfumar las aras de Venus; la “capitular” de Carlomagno sobre el cultivo de la flor; los “torneos de rosas” en España y Provenza, donde damas y caballeros se arrojaban pesados ramos; la rosa bautizada como flor de María, “Rosa Mystica”; la rosa roja de los rosacruces, símbolo del amor divino, con su alegoría -“Dat rosa mel apibus”-; la esquiva rosa azul, posible e imposible, cifra de lo maravilloso y del olvido…

                En la metamorfosis de su color, cada superstición o creencia ha ido retocándola con inflexiones propias. La blanca rosa original, que primero fue roja por la sangre de Afrodita, lo será luego por la sangre redentora de Cristo. Pero hoy la rosa arrastra una existencia vergonzante y furtiva, como si hubiera consentido un mal pensamiento. Arrojada del paraíso, ya no inunda la vida, sino que la roza como al descuido, asustada de su propio rubor. Ya no es norma, sino lujo marginal. Madrid cuenta con la más bella rosaleda de Europa, pero esa espléndida excepción, apenas advertida, no puede con las tristes transmigraciones de los invernaderos ni con el oprobio de nuestra prisa. Ya no arrojan los novios su ramo ardiente a las puertas de sus enamoradas, esperando con ansia el “sí” o el “no”. Los amantes ya no se tiran rosas a la cara. Se diría que es ésta una edad bárbara que ha canjeado la pasión por la rutina, recordando vagamente que la rosa fue siempre ornato de banquetes y triunfos, gloria de los manteles y del vino, compañera de viaje, reclamo de los muertos que no querían sufrir el desaire de su ausencia.

                Anacreonte llegó a exagerar deliciosamente: “¿Qué sería de la humanidad sin la rosa?” Ella dio nombre, aunque simbólico, a la guerra entre York y Lancaster, las dos ramas de los Plantagenet, cuyos blasones respectivos eran una rosa blanca y una rosa roja. Mucho antes de esa incivil derivación, las primeras rosas del año eran ofrecidas en Roma, en las calendas de mayo, a la gran diosa de las cortesanas, que marchaban en procesión, envueltas en velos amarillos, al son de las cítaras. La diosa de los campos, la Dea-Dia, recibía también la ofrenda de los panes cubiertos de rosas. Ya el padre Homero nos contaba cómo había ungido Afrodita el cuerpo de Héctor con el óleo de la rosa silvestre, mientras inauguraba la metáfora insigne sobre la aurora, “la de rosados dedos”. Rosas en el agua del baño y en el vino de las libaciones. Rosas en los manteles de las bodas y en las apoteosis. Un mundo densamente embriagado. En la antigüedad fueron célebres las rosas de Damasco, Malta, la Campania y Poestum. También las de Persia que, junto con los pavos reales, forman la simbólica quintaesencia de aquel viejo país. La rosa sigue teniendo sus adeptos, pero ese culto apasionado se me antoja un culto de “gehto”. La rosa encarcelada, la rosa de las catacumbas se ve obligada a convivir con el hacinamiento. Ya no despliega su esplendor deslumbrante con su rica e íntima lentitud. La rosa urbana acelera su ciclo frágil, como si no fuera ya de este mundo, “sueño de nadie bajo tantos párpados”… Pero quien la regala da su alma.

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