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Marzo 2021

Sombra de árboles:
la mariposa trae
luz de otra vida.

Kobayashi Issa
(trad. Fernando Rodríguez-Izquierdo, del libro «Luz de otra vida» de editorial Satori)

«La elección es nuestra: formar una sociedad global para cuidar la Tierra y cuidarnos unos a otros o arriesgarnos a la destrucción de nosotros mismos y de la diversidad de la vida. Se necesitan cambios fundamentales en nuestros valores, instituciones y formas de vida. Debemos darnos cuenta de que, una vez satisfechas las necesidades básicas, el desarrollo humano se refiere primordialmente a ser más, no a tener más.»

(de la Carta de la Tierra)

Marzo 2021

CONSTRUIR

Caída la tarde,
inmóvil en los charcos,
hilal, hilal

DECONSTRUIR

Incluir palabras extranjeras en un haiku japonés que se escribe en español puede parecer poco canónico.

Pero el espíritu del haiku es libre y la ruptura del canon no creo que le haga menos libre, sino más.

En mi entrega del mes pasado me referí al haiku como expresión de inocencia; y puse el ejemplo de la poesía de una niña de seis años al observar, asombrada, la huella de la pisada de una sandalia impresa en la nieve.

Al niño que llevamos dentro no le importa que una palabra sea extranjera o no.

Para empezar, es muy probable que tal niño no llegue a diferenciar las palabras por su origen, es decir, por si es extranjera o no. Su corazón inocente, como es puro, no puede ser léxicamente “racista”, por así decir.

Cualquier palabra le vale si se ajusta a su sensación.

En este poema que presento he incluido el término repetido de hilal que, en árabe, quiere decir “luna nueva”, esa luna, delgada como el borde de la uña, que vemos en el cielo los dos o tres primeros crepúsculos del ciclo lunar. Tan delgada que, en su primera aparición, apenas se distingue del cielo crepuscular del final de la tarde.

Cuando la veo en el cielo,  inconscientemente viene a mi labios esta palabra, hilal, que aprendí durante mi estancia de tres años en Irak. No aprendí mucho árabe, pero de esta palabra no me olvido. Los árabes tienen otras tres o cuatro palabras para referirse a la luna, dependiendo del tamaño con que la ven en el cielo.

La versión “no hilal” del haiku podría ser esta:

Caída la tarde,

inmóvil en los charcos,

la luna nueva.

Pero, para mí, no tiene gracia si comparo esta versión con la otra.

Este uso de términos extranjeros en la poesía me recuerda el empleo revolucionario que en ella realizó una poeta japonesa contemporánea. Se llama Machi Tawara y en su libro Aniversario de la ensalada (editorial Verbum) tiene tankas de una frescura y libertad sorprendentes, refrescantes. Como este:

Kono kyokuto
Kimete kaigan
zoi no michi
tobaru kiminari
hoteru Kariforunia

Escuchando la canción,
la canción de siempre
aceleras
por la carretera de la costa.
Hotel California.

En su poema, Hotel California, –dos términos extranjeros– es el título de un famoso álbum,  y una canción, del grupo rockero Eagles. ¿Qué importa?  Palabras del inglés (hoteru), del español (California), del árabe (hilal). Son solo palabras.

Y las palabras son solo flechas que lanzamos al espacio. Ni las palabras, ni su origen, deben embridar nuestra inspiración. ¿Se preocupa una flecha de su origen una vez que sale del arco?  Hilal, hilal.

 

Marzo 2021

En Japón ya se sienten los primeros aires de primavera; ¿qué mejor sino poesía primaveral para el artículo de este mes?

Sosei Houshi fue el segundo hijo de Soujou Henjou, uno de los 36 Poetas Magistrales, y entró a servir como monje junto a su padre. Sin embargo, al no ser un camino deseado por él, al parecer, no se dedicó diligentemente a este. Incluso después de tomar los hábitos, continuó jugando un activo rol como poeta, acompañando al Emperador Retirado Uda en sus visitas, componiendo poemas que decoraban los biombos, entre otras actividades.

El siguiente poema de Sosei es el 56 en el primer rollo de primavera del Kokin Wakashuu, la primera antología imperial, compilada por Ki no Tsurayuki bajo orden del Emperador Daigo en el año 905.

見渡せば柳桜をこきまぜて都ぞ春の錦なりける

miwataseba yanagi zakura wo kokimazete miyako zo haru no nishiki nari keru

si miro alrededor los sauces y cerezos mezclarse, la capital se ha convertido en un brocado primaveral

En el año 1692, Mizuma Sentoku edita el texto Hairin Ichiji Yuuranshuu, en el cual viene incluido este haiku que Matsuo Bashou compuso mientras paseaba por Yamanashi. Bashou no sólo sentía devoción por los poetas clásicos japoneses, sino también por los chinos. Así como se inspiró en la calma de principios de primavera que refleja el poema de Sosei, también hay en el poema de Du Fu 柳を問ひ花を尋ねて野亭に到る * (yanagi wo toi hana wo tazunete notei ni itaru) “pregúntale al sauce, pregúntale a las flores, y llegaras a la cabaña campestre” una imagen similar que Bashou convirtió en el siguiente haiku:

かぞへ来ぬ屋敷〱の梅やなぎ

kazohe kinu yashiki yashiki no ume yanagi

vine contando, residencia tras residencia, ciruelos y sauces

* El poema de Du Fu original es como sigue: 問柳尋花到野亭 lo que se expuso en el párrafo corresponde la lectura en japonés.

HAIKU 25

宿の梅折取ほどになりにけり

yado no ume oritoru hodo ni nari ni keri

El ciruelo de la casa
creció muy alto,
no puedo recoger sus flores.

El ciruelo florece a principios de febrero, a menudo mientras todavía está cubierta de escarcha. La madera de color marrón oscuro, los capullos de flores de color rosa oscuro y la nieve blanca son un retrato sorprendente de colores contrastantes. Como las flores no se ven afectadas por el hielo o el frío, las flores de ciruelo representan una buena salud y superan las adversidades.

La primavera marca el comienzo de la temporada agrícola, así como las cosechas rentables. Así, las flores del ciruelo se asocian con la riqueza y la buena fortuna, siendo heraldos de la primavera.

 

 

ENTRANDO EN AÑO NUEVO CON BUSÓN

   Ante el Año Nuevo que estrenamos, veo oportuno tratar dos temas:

  1. La estación climática y su celebración mediante el haiku.
  2. La escritura misma y su práctica en nuestra lengua española.

En cuanto a la estación, nosotros entramos en Año Nuevo siempre en invierno, aunque para los países del hemisferio Sur tales fechas coinciden con el verano.  Para los japoneses del siglo XVIII, que se regían por el calendario lunar, el Año Nuevo coincidía con la entrada de la Primavera.  De ello se desprende que las lluvias primaverales pudieran convertirse en tema de Año Nuevo, como símbolo –además- de fecundidad y buenos augurios.

  El tema de escribir sobre lo experimentado vivencialmente es muy propio del haiku, máxime cuando dicha experiencia brota de la contemplación de la naturaleza y la inmersión en ella.

  Hoy día vivimos una crisis de escritura manual.  He oído decir la frase –muy acertada, creo-: “Ya no escribimos; tecleamos”.  Efectivamente, usamos el ordenador o el móvil para poner mensajes.  Es un medio muy apreciable y eficaz,  pero es lástima que poco a poco vaya acabando con la “letra” propia de cada uno al expresarse por escrito, algo tan personal y posiblemente bello, si se cultiva.

   De mí sé decir que a mis 83 años trato de mejorar mi letra, y siempre escribo a mano mi primera traducción de un haiku, o la primera versión de un haiku mío propio.

   Paso a comentar brevemente el haiku de Buson que ahora presento, y al final añadiré algo de mi cosecha.  El haiku reza así (ver ic.1):

harusame ya
mono kakenu mi no
aware naru

  Lluvia vernal, 
¡pobre de quien no puede
escribir nada!

   Una traducción “gramatical” del haiku elegido, nos daría:

Primavera-lluvia- (marca de cesura: “ya”)

cosa – no poder escribir – persona – de

compasión- es

  Este haiku lleva un preescrito, que se lee “muchuugin”, y significa: “poema escrito en un arrebato de ánimo”.

 Sobre la interpretación del poema, hay detalles que deben puntualizarse.

  En primer lugar, el sexo de la persona supuestamente protagonista del haiku es un dato no definido.  Como nuestra palabra “persona” que –aun siendo gramaticalmente femenina- semánticamente abarca los dos sexos;  lo más cercano a dicho concepto en el texto  es “mi” en japonés, que significa ‘persona’ o ‘cuerpo’ (algo así como el “body” de “everybody” en inglés).  De ahí han partido dos interpretaciones:  la primera se basa en que el texto habla de alguien que “no puede escribir”, e interpreta que se trataría de una mujer del siglo XVIII, que hubiera recibido muy poca instrucción sobre la gramática y  la escritura.

    La segunda interpretación consiste en que puede tratarse de un hombre, incluso instruido, pero que por dificultades circunstanciales –desconcierto, turbación, emoción fuerte- se ve imposibilitado de tomar el pincel para escribir. De hecho, el preescrito ya referido apoya dicha interpretación. Y así como Buson confiesa en su preescrito haber compuesto el haiku en un momento de éxtasis, lo contrario le puede pasar a esa persona “que no puede escribir”, referida en su haiku.

  Como hemos dicho, los datos lingüísticos no resuelven el dilema.  Una emoción honda tiende a paralizar a cualquiera respecto a tomar iniciativas personales.

   De las dos traducciones inglesas de este haiku que aparecen en las obras de Blyth, en una se atribuye el protagonismo a una mujer, y en la otra puede referirse a hombre o a mujer: “one who cannot write”.  En este sentido va mi propia traducción.

  La edición más autorizada que he visto para este haiku es la de la editorial japonesa Iwanami.  Allí encuentro, en nota marginal, que no se trata de incompetencia lingüística o artística en cierta mujer, sino de una fuerte alteración del ánimo, atribuible a cualquiera de los dos sexos.  Asimismo encuentro que no se trata meramente de «escribir» -como dice Blyth, añado yo- sino de la forma potencial y negativa del verbo «kaku», a saber:  «kakenu» , “no poder escribir”.

  Abordando finalmente mi segundo tema ya presentado –a saber:  la práctica manual de la escritura, y no tecleando-, voy a ofrecer a los lectores de “El rincón del haiku” un haiku mío de 7/7/5 sílabas, que puede servirles para practicar las 27 letras de nuestro abecedario, sin que se repitan ni una sola vez las consonantes.  Ver ic. 2)

   Así pues, ¡despacito y buena letra!  Celebremos la entrada de 2021 escribiendo serena y alegremente.  No nos dejemos sobrecoger por la emoción, sino más bien disfrutémosla.  ¡Suerte!

                                    Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala.
Universidad de Sevilla.

Febrero 2021

CONSTRUIR

 En el camino.
Bajo la nieve oculto
un viejo tronco

DECONSTRUIR

Este enero del 2021 se ha ido dejándonos nevadas históricas en partes de España donde ya no es frecuente ver la nieve.  Donde yo vivo, en la sierra de San Vicente toledana, al lado de Ávila, cayó una buena. Estuvimos una semana rodeados de un paisaje nevado. Ese haiku del viejo tronco me vino en el curso de uno de los paseos de esos días.

Soy de la opinión de que en el haiku lo más importante es la inocencia de la mirada. La inocencia de la mirada se traslada por lo general  en la sencillez de los versos, en la falta de artificio, de intelectualidad, de segundas ideas.

Maestros de la inocencia son los niños.

Hablando de nieve y de niños, me viene a la memoria un haiku compuesto por una niña de seis años. Andando el tiempo esta niña se convertirá en una famosa “haijina”: Den Sute-jo (1633-1698). Al igual que la gran Chiyo y muchas otras «haijinas» de la Era Edo, Sute-jo se hizo monja a la muerte de su marido. Sute-jo tuvo como maestro a Kitamura Kigin, el mismísimo maestro de Bashō.  Su estilo poético, muy personal, se basaba en el principio de «unidad con la naturaleza».  Al final de su vida, en 1686, aprendió Zen adoptando el nombre de Teikan.

El haiku de la nieve que compuso de nieve se refiere a la impresión que en su pupila infantil tuvo de las huellas de unas rústicas geta (sandalia con una suela de madera formada por dos tablillas) en la superficie nevada. Dice así:

雪の朝        Yuki no asa    

二の字 二の字 の                ni-no-ji ni-no-ji no

 下駄の跡       geta no ato                                          

 

 En la nieve de la mañana
la letra dos, la letra dos
al pisar con la sandalia.

Hay que indicar que el sinograma que representa el número dos se representa en japonés con dos rayas horizontales,   二 , cuya marca es la misma que  las dos tablillas de la suela de la sandalia tradicional japonesa (geta) imprimen al pisar en una superficie como la nieve. Dos sandalias, dos letras dos; y los dos ojos bien abiertos de una niña para apreciarlo.

Los  niños, maestros del haiku.

Febrero 2021

Así, tal cual,
como hierbas que son,
los brotes se abren

– Taneda Santoka
(trad. Vicente Haya, Hiroko Tsuji)

«La humanidad es parte de un vasto universo evolutivo. La Tierra, nuestro hogar, está viva con una comunidad singular de vida. Las fuerzas de la naturaleza promueven a que la existencia sea una aventura exigente e incierta, pero la Tierra ha brindado las condiciones esenciales para la evolución de la vida.»

(de la Carta de la Tierra)

Haiku 24

出べくとして出ずなりぬうめの宿

izubeku to shite dezu narinu ume no yado

Debería salir, salir afuera;
las flores del ciruelo
de esta posada.

 

 Comentario y notas culturales:

Obsesión con la salida: aparecen hasta tres verbos en un haiku, lo cual no es frecuente. En dos ocasiones aparece el kanji出[ salir] que a su vez procede del kanji de montaña [山]. Es la sensación de salir, por deber, por obligación de casa; sin embargo, el aware en la contemplación de las flores del ciruelo implica la permanencia en el hogar, admirando este ciclo de la primavera.