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El haiku como vida. Kaneko Tohta Omnibus

Finalmente Jaime Lorente ha podido concluir la traducción de Kaneko Tohta Omnibus, los 4 volúmenes (2 ya publicados, Ikimonofüei y la entrevista, a los que se añaden otros 2 con una selección de más de 200 haikus de Kaneko Tohta, con su kigo, metro y explicación oportuna, además de unos jugosos anexos: glosario de términos, cronología anotada, referencias biográficas, etc). Todo ha sido posible gracias al permiso de quienes entrevistaron a Kaneko Tohta, el grupo Kon Nichi liderado por Jim Kacian. Su trabajo en inglés es la única traducción en este idioma del trabajo de Tohta y recibió en 2019 el premio Touchstone Distinguished Books. Afirma Lorente que haberlo podido traducir con su permiso ha sido un verdadero privilegio y cree que será muy positivo para la difusión de su pensamiento, ya que hasta ahora no había nada suyo en español, más allá de algún haiku aislado. Aquí tenemos el pensamiento en bruto de uno de los líderes de la corriente gendai haiku.

¡A disfrutarlo!

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EL HAIKU COMO VIDA
Kaneko Tohta Omnibus

TRADUCIDO AL ESPAÑOL

 

Junio 2024

CONSTRUIR

Muñeca rota
En la calle tirada.
Cae la tarde.

DECONSTRUIR

Al contemplar ese juguete de piernas rotas tirado al suelo. Fue en el curso de un paseo realizado al final de la tarde de un día de estos. Me pareció una visión triste y me vino a la cabeza la imagen de una desconocida mano infantil y amorosa que algún día, sin duda no hace mucho tiempo, se entretuvo jugando con esta muñeca. Hoy la muñeca tiene las piernas rotas y está abandonada en el suelo de un parque.

Pensando esto, pude haber escrito estos otros versos:

Abandonada
De manos infantiles,
Las piernas rotas.

O estos otros:

 El sueño roto
con manos infantiles
de esta muñeca.

 O

 En plena calle,
Muñeco abandonado.
Final de mayo.

O bien estos:

 

La larga sombra
De un muñeco tirado.
Al caer la tarde.

Pero a estos cuatro haikus me parecía que les faltaba ese asiento de sencillez e inocencia que, a mi juicio, sobre el que debe descansar un buen haiku. Eran rebuscados. Así que me decidí por el primero, el de CONSTRUIR, el de la muñeca rota. Incluso en este, apurando aún más la búsqueda de la sencillez, pudiera cambiar el tercer verso por este otro: Ya es tarde. Tiene una sílaba menos y aporta otro significado distinto, pero le da una variación más espontánea. Aún más sencillo, podría ser este otro

Una muñeca
Tirada en la calle.
Cae la tarde.

Hablando de juguetes rotos, me viene a la cabeza un poemario titulado «Juguetes tristes» (Kanashiki gangu / kanashiki). De Takuboku Ishikawa (1886-1912). Fue publicado póstumamente a su temprana muerte. Takuboku, un seudónimo con el hermoso significado de «el árbol que susurra», revolucionó la poesía de su tiempo aportando sentimiento individual, frescura,  sinceridad sin filtros, lo que entonces se llamaba realismo, un ideal poético perseguido por muchos autores de su tiempo a raíz del descubrimiento de la poesía inglesa y francesa. De este gran poeta, quiero ofrecer algunos poemas en traducción de Atsuko Tanabe:

¡Ay, el silencio de muerte
de la arena
que se cuela entre mis dedos!

O este otro, en forma de tanka, pero con aires de senryū:

Mis recuerdos
Se parecen mucho
Al mal humor
Cuando me pongo
Calcetines sucios.

Más famosos son los tankas de su poemario Puñado de arena, como este, tristísimo, del juego con el cangrejo (trad. de Antonio Cabezas):

En la playa de una islita oriental
En la arena blanca
Jugaba yo
Con un cangrejito
Y lloraba, lloraba.

____________________________________________________________________

Aún aprendo

Antonio Machado nos recuerda -a través de su heterónimo Juan de Mairena- algo que oyó decir a un aceitunero sevillano: “Todo lo que sabemos lo sabemos entre todos”. Quizá por eso, Machado decía que la mayor gloria para un poeta es escuchar sus versos en boca del pueblo, como si fueran anónimos. (Anónimo es, según un conocido haiku de Shiki. el autor de un poema magistral sobre la primavera). Bashô acertó a definir en varias pinceladas la esencia del haikai: novedad, inmediatez, ligereza, inocencia, equilibrio entre lo perenne y lo efímero, y, en definitiva, sinceridad. Una y otra vez vuelven a nuestra memoria, iluminándola, sus aforismos: “No sigas las huellas de los viejos maestros; busca lo que ellos buscaron”; “Aprende las reglas y, luego, olvídalas”; “el haikai no está en la letra, sino en el corazón”…

Evocando la difícil facilidad del poema, recordamos a una Chiyo-ni insomne, bloqueada en su intento de escribir sobre el cuco, que, al ver amanecer, encuentra por fin la inspiración en su propio bloqueo. Y recordamos a Setsuko Nozawa, que expresa su desconcierto al recibir de manos de su maestro una nuez, como si fuera un enigma. Pero entre todos sabemos lo que sabemos, y frente a la crispación y a la vanidad, un proverbio yoruba nos dice que “el trato con personas sencillas refresca la mente”.  Sin olvidar la energía de algunos mensajes silenciosos: el de Buda, haciendo girar una flor en su mano; el de la niña que -según Dostoievski- señala con su dedo acusador a quien la ha violado; o el del monje Shisui, que se despide de la vida dibujando en el suelo un círculo, símbolo del vacío y de la iluminación.

En la Academia de Bellas Artes de Madrid sigue abierta -hasta el 23 de junio- la exposición “Goya. El despertar de la conciencia”, junto a las planchas de todos los grabados del genio aragonés, recientemente restauradas. Asombra la intensidad con que el pintor vive la vida en todo su arco palpitante, exaltándola -incluso en sus vertientes más sombrías- y ensanchándola infinitamente con su arte genial, de pie entre un mundo viejo que agoniza resistiéndose y un mundo nuevo que no acaba de cuajar. En sus últimos años, de 1819 a 1828, Goya abraza la litografía, un nuevo recurso pictórico que le permite seguir desarrollándose como artista y que le lleva a un renacimiento personal y vital. La litografía “Aún aprendo”, realizada en 1826 (dos años antes de su muerte) lo dice todo. También Basó aprendió a pintar al final de su vida, ilustrando algunos de sus propios poemas, en la reciente tradición del haiga. También Sócrates y Fernando Zóbel aprendieron a tocar la flauta poco antes de morir. Toda una confesión de humildad y todo un desafío.

***

Viento

Junio 2024
Otoño – invierno
Córdoba, Argentina

Viento

A la hora de enfrentarnos a poetas como Santôka (cuya irreverencia a las reglas formales propicia su originalidad) podemos abrirnos hacia un campo de exploración sumamente interesante para configurar líneas de lectura cuando entendemos que el haiku trasciende sus tópicos, sus estereotipos, su código poético. Creo que si seguimos sosteniendo que ciertos kigo o kireji tienen un sentido determinado y leemos el haiku contando silabas y apostando por la acreditación o desacreditación de estas, tal vez logremos saber poco y nada de los desafíos que presenta esta escritura poética y el modo en que se modernizó durante el siglo XX. Por esta razón, en esta entrada de ir sin fin, quisiera ampliar el título de esa columna hacia otro lugar: ir sin fin en la lectura, esto es, prescindir de los diccionarios y manuales de haiku para abrirnos a la lectura creativa. Y digo prescindir, lo que no significa abandonar. Sino permitirnos el delirio de una lectura, no solo por el placer de él sino también por el entusiasmo de descubrir lo que hay entre los trazos del haiku.

Tetsuro Watsuji en Antropología del paisaje (Fudô) elabora una hipótesis en torno a las relaciones entre los distintos agentes que participan del clima y los paisajes en relación con el hombre. Específicamente, Watsuji propone una fenomenología del paisaje donde el hombre se explica a través de su entorno. Para argumentar esta hipótesis recurre al concepto de kimochi, “un temple o disposición anímica” que no es un simple rasgo psicológico sino que evidencia un estado de existencia que involucra, al clima, al paisaje y al conjunto de relaciones de existencia humana. Sin embargo, este kimochi no es experiencia cultural codificada, sino que se modula cuando se presta atención a las posibles interpretaciones del haiku.

  Para esta ocasión elegí, el viento. Y elegí el viento para presentar esta idea porque creo que es uno de los fenómenos atmosféricos con más variaciones y una amplitud de kimochi, o diré, de temple, en el haiku. El viento es vendaval, es brisa, el soplo de otoño, pero también se aparece en la forma de los pinos, en el sonido de un furin, en los remolinos de hojas secas. En todas estas manifestaciones el viento moviliza un temple imprevisible, inesperado, particular en uno y cada uno de los haikus. Si el sonido de la campana es manifestación de un viento suave con la fuerza justa para hacer sonar la sutileza del furin, es porque para dar cuenta de él hay un yo que pone el oído antes de la escritura. Watsuji denomina esta relación como “el peso del paisaje [y el clima] en nuestras vidas” (39). Y particularmente, para el filósofo japonés, las expresiones tópicas del haiku expresan mejor que cualquier otro elemento cultural ese peso. Detengámonos un minuto a leer las siguientes líneas de Watsuji:

El estado de ánimo luminoso de un día claro de atmósfera diáfana, el kimochi oscuro de un día de humedad densa y calor sofocante, el sentirse rebosante de vida al contemplar el nuevo reverdecer o el frescor de lluvias primaverales, el temor ante la tempestad…Podríamos seguir enumerando así todas las expresiones poéticas tópicas de los versos haiku japoneses y aún no habríamos expresado por completo el peso del clima y del paisaje sobre nuestra vida, que ofrece una gama tan rica de determinaciones ambientales. Ciertamente, no sólo llevamos con nosotros un pasado sino también uno ambientes y unos paisajes. (Watsuji, 2006: 40)

Sin embargo, dudaría de afirmar que ese peso se manifiesta de una manera tópica, en otras palabras, siempre del mismo modo. Esto significa que la caída de las flores de cerezo evoca cierto sentimiento invariable en el “alma poética” japonesa. Efectivamente, existe un kimochi específico en relación con ese fenómeno, pero podríamos afirmar que a todos los lectores afecta de la misma manera. Y no solo pienso en los occidentales, sino también en los japoneses, porque creo que no deberíamos desestimar la creatividad que reside en los lectores, cuya predilección por este tipo de poema no solo es un poco excéntrica, sino también de cierto entusiasmo. En este punto se abre otro cantar, que requeriría una investigación en antropología de la lectura con lectores de haiku japoneses que llevaría años y creo sería imposible reponer. Pero me atrevo a quedarme con esta idea, y confirmar en la potencia de la lectura poética así como en la potencia significativa del haiku.

Ahora bien, creo que Santôka, ante al viento, muestra un temple bastante distinto. Si se me preguntara por qué creo esto, no podría precisar exactamente de dónde proviene ese gusto por el viento, por el aire, por lo invisible; una preferencia por la levedad y lo invisible que clausura las preguntas y las respuestas. En la antología El monje desnudo, Vicente Haya ante el siguiente haiku de la sección “viento”:

秋風の石を拾う

Akikaze no ishi wo hirou

Con viento de otoño
recojo una piedra

(2006, 174)

Haya encuentra este haiku “perfecto”. Lo es: breve, sencillo, simple en su escritura; expone una imagen fuerte. Ante el viento de otoño, el poeta recoge una piedra. Nada motiva este gesto, como nada motiva al viento. Esta falta de motivación se convierte en el motivo poético del haiku. Es maravilloso: con una sola frase, resume, y me atrevo a decir con mucho pudor, una verdad vital: una vida lo es por imprevisible. Aunque busquemos certezas en los pasados y creamos en la racionalidad que instaura el orden de la causalidad, lo cierto es que si nos entregamos a la vida poética es porque ahí reside el alivio de lo no calculable. Suponiendo, si es que esto es posible, que lo poético contradice el orden de los racionales, lo imprevisible “el gesto inocente” de recoger una piedra sin motivos nos introduce en el orden de lo poético como aquello que, parecido a la vida, no tiene fines, ni destino, demuestra un sin razón y la validez de esa sin-razón, de la estupidez.

どうすることもできない矛盾を風ふく

dō suru koto mo dekinai mujun o kaze fuku

No hay remedio
El viento sopla
contra mis incoherencias

(2006, 104)

*

さて、どちらへ行かう風がふく

Sate, dochira e ikô kaze ga fuku

 Bien, ¿a dónde vamos?..
Sopla el viento

(2004, 33)

*

何を求める風の中ゆく

Nani o motomeru kaze no naka yuku

¿Qué pretendo encontrar
internándome en el viento?

(2004: 159)

*

山から風が風鈴へ生きていたいよおもふ

Yama kara kaze ga furin e ikite itai to omou

Un viento que va
de la montaña a la campanilla…
Yo quiero seguir viviendo…

(2006: 181)

Trad. Vicente Haya

*

あれこれ食べるものはあって風の一日

arekore taberumono wa atte kaze no ichinichi

Picando de esto y aquello, viento todo el día.

*

松風すずしく人も食べ馬も食べ

Matsukaze suzushiku hito mo tabe uma mo tabe

Confesión: Algunos haikus dejan solos a los traductores. Si solo nos guiamos por nuestros conocimientos del vocabulario poético, inicialmente traduciríamos matsukaze como “el sonido del viento entre los pinos”. Una imagen preciosa, una de esas palabras japonesas que particularizan lo más ínfimo. No es solo el viento o el sonido, sino específicamente un sonido envolvente, que embota a quien lo percibe dentro de un bosque y solo ocurre entre los pinos, solo cuando el viento sopla. Este sentido de matsukaze se combina muy bien con susushiku, que es fresco y agradable. Pero veamos las imágenes siguientes: Alguien come, un caballo también. Y es ahí cuando el haiku nos hace volver al principio. Podríamos traducirlo como: «El sonido del viento entre los pinos. Refresca, alguien come y el caballo también»; podrían comer cualquier cosa, pero inmediatamente se asoma otro sentido de matsukaze: un tipo de galleta espolvoreada con azúcar y semillas de sésamo. Así habría otro tipo de traducción: “Alguien come galletas frescas, el caballo también”. En esta última traducción, habría cierta gracia que distaría mucho del contenido elevadamente estético de “el sonido del viento entre los pinos”. Pero lo grandioso es que ambos sentidos se combinen en un mismo haiku.

Pienso que este tipo de haikus merecen menos traducción que explicación; así, cada lector puede construir la pluralidad de la imagen en la cabeza, reírse y emocionarse a la vez, recordar las valencias del sentido del poema aunque no lo recuerde en japonés. O bien, habrá quienes decidan, con valentía, enfrentarse al instante de decisión sobre la lengua e imponer su traducción, tarea igualmente válida. Pero, insisto, en aprender a abrazar la poesía más allá de sus palabras, cultivar el sentimiento poético, esas variaciones del kimochi que se producen por el olor a galletas recién horneadas, por el sonido del viento y el frescor que trae junto al aroma de los pinos.

*

けふもいちにち風をあるいてきた

Kefu mo ichinichi kaze wo aruitekita

También hoy: caminé todo el día contra el viento.

*

春風の鉢の子一つ

Harukaze no hachi no ko hitotsu

 Solo brisa de primavera en el cuenco de un niño.

*

ふる郷忘れがたい夕風が出た

furu sato wasure gatai yūfū ga deta

Sopla, el inolvidable viento nocturno de mi pueblo natal.

*

秋風の鶏を闘はせてゐる

akikaze no niwatori o hasete iru

Viento de otoño. Los gallos salen de riña.

Trad. Julia Jorge

Referencias

Santôka (2004). Saborear el agua. Trad. Vicente Haya. Madrid: Hiperión.

_______ (2006). El monje desnudo. Trad. Vicente Haya.  Madrid: Miraguano.

_______ (16 de septiembre de 2014) 草木塔 [Pagoda vegetal (selección de haikus)]. Aozora Bunko. Recuperado de: https://www.aozora.gr.jp/cards/000146/files/749_34457.html La traducción es nuestra.

Watsuji, Tetsuro. (2006) Antropología del paisaje. Trad. Juan Masiá y Anselmo Mataix. Salamanca: Ediciones Sígueme.

Junio 2024

Escribo el artículo para junio en una fría noche, en espera del frente lluvioso anunciado para los próximos días. Abrigada y con la estufa como fiel compañera, recuerdo con los kigos de este mes el verano del 2019, en el que estuve estudiando en Japón y sufriendo con la temporada de lluvias, cuando el calor sofocante y la alta humedad hacían la vida compleja, pero también ofrecían una vegetación hermosa y unos cielos azules radiantes.

Este mes volvemos a nuestra revisión de las categorías en que se clasifican los kigos. Ya hemos visto 時候 jikou o estacional y 天文 tenmon o astronomía, por lo que este mes corresponde 地理 chiri o geografía.

Los kigos que pertenecen a esta categoría muestran cómo las estaciones afectan a diversos accidentes geográficos como montañas, ríos, lagos, cascadas, y cómo se muestran el océano y el terreno. Por ejemplo, 井水増す imizumasu o pozo (noria) creciente, se refiere a un pozo que ha aumentado su nivel durante la temporada de lluvias, el cual, si está en malas condiciones, puede volverse turbio. También tenemos 五月山 satsuki yama o montañas del Quinto Mes. Habla de las montañas durante la temporada de lluvias o 梅雨 tsuyu, en la cual la vegetación que cubre sus faldas y cimas es vibrante. Otro ejemplo es 梅雨穴 tsuyu ana o brecha (abertura, orificio, perforación) de época de lluvias. Durante este período las carreteras colapsan debido a las continuas lluvias. Si se produce un derrumbe importante, podría provocar deslizamientos de tierra, lo que, a su vez, generaría grandes desastres.

Los haikus que les traigo este mes corresponden al período de 仲夏 chuuka o mitad del verano, el que abarca, según el calendario actual, junio o Satsuki, el quinto mes del calendario lunar.

Kigo: 植田 ueta, recién plantado campo de arroz. El campo se llena con agua para evitar que los vástagos se muevan, reflejando el cielo y el paisaje circundante.

Período: 仲夏 chuuka, mitad del verano

Categoría: 地理 chiri, geografía

Haijin: Kojima Ken (1946 -)

鴇色の夕雲放つ植田かな

tokiiro no yuugumo hanatsu ueta kana

los campos con el arroz recién plantado emiten nubes rosadas al atardecer

Kigo: 富士の雪解 fuji no yukidoke, nieve derretida del Fuji. La nieve del monte Fuji se derrite alrededor de junio. Los árboles en la base de este monte son exuberantes, y el propio monte parece negro y majestuoso. Variaciones 雪解富士 yukige fuji, 富士雪解fuji yukige, 富士の農男 fuji no nou otoko.

Período: 仲夏 chuuka, mitad del verano

Categoría: 地理 chiri, geografía

Haijin: Watanabe Suiha (1882 – 1946)

雪解富士幽かに凍みる月夜かな

yukige fuji kasuka ni shimiru tsukiyo kana

nieve derretida del Fuji, noche de luna ligeramente helada

Kigo: 出水 demizu, inundaciones. Las fuertes precipitaciones durante la temporada de lluvias provocan que los ríos crezcan y se desborden. Por otra parte, las inundaciones causadas por tifones se llaman 秋出水 akidemizu y son kigo de otoño.

Período: 仲夏 chuuka, mitad del verano

Categoría: 地理 chiri, geografía

Haijin: Matsumo Takashi (1906 – 1956)

木曽川の出水告げ去る小作かな

kiso gawa no demizu tsuge saru kosaku kana

la pequeña historia que revela la inundación del río Kiso

Kigo: 皐月波 satsuki nami, olas del Quinto Mes. Se refiere a las olas que se levantan en el mar alrededor del quinto mes del calendario lunar (sexto mes del calendario solar). Es la temporada de lluvias, y a menudo soplan fuertes vientos del sur comúnmente conocidos como 荒南風 arahae.

Período: 仲夏 chuuka, mitad del verano

Categoría: 地理 chiri, geografía

Haijin: Suzuki Hanamino (1881 – 1942)

引いてゆく長きひゞきや五月波

hiite yuku nagaki hibiki ya satsuki nami

arrancan un prolongado sonido, las olas del Quinto Mes

Esperando disfruten de los haikus que elegí para ustedes me despido por este mes. Les agradezco su compañía en este viaje de descubrimiento del fascinante mundo del kigo. ¡Hasta el próximo artículo!

Mayo 2024

CONSTRUIR

Lluvia de primavera.
Entre nubes inmóviles
Se oculta un pato.

 

DECONSTRUIR

Lo compuse uno de estos días de la lluviosa primavera de este año. En el camino de la sierra de San Vicente, que frecuentemente hago, cada vez que subo a El Real desde Talavera. Desde el coche, me llamó la atención el vuelo solitario de un pato, con prisa por llegar al río, que apenas tuve tiempo de ver antes de esconderse en nubes bajas y preñadas de agua. Aunque el vuelo bajo de los patos casi siempre nos parece presuroso, me impresionó su aleteo tan veloz en contraste con unas nubes que me parecieron inmóviles por su gravidez.

Quería comentar hoy la irregularidad del primer verso. Irregular  porque no tiene cinco sílabas como prescribe el haiku japonés.  Tiene siete; dos más de lo que mandan los cánones. Podía haber escribo “Lluvia vernal” y entonces cumpliría el canon métrico (llu-via-ver-nal = cuatro sílabas gramaticales, pero cinco prosódicas por acabar el verso en palabra aguda). Pero no me gusta la palabra “vernal” en el haiku. Aunque es el adjetivo propio para calificar a “primavera”, no deja de ser un cultismo. “Vernal”. No es la palabra que escribiría un niño si compusiera un haiku. El haiku, así lo entiendo, es la poesía de las palabras comunes, del habla cotidiana, de un lenguaje más infantil que intelectual o culto. En aras de esta idea que yo tengo del haiku, he sacrificado la escansión: siete sílabas donde la tradición pide cinco.

Este sacrificio lo hago con gusto. De hecho, el canon y la prescripción son dos ligaduras que me agrada romper cuando en un poema me parecen reñidos con el espíritu poético. Y el espíritu poético del haiku es la inocencia. La forma léxica de la inocencia no me parece que tenga que revestirse de un lenguaje culto porque entonces deja de ser inocente. Admito, eso sí, “otoñal”, porque la derivación de “otoño” la puede deducir un niño; pero no puedo admitir “vernal”. Son criterios que sigo en mis traducciones de poesía japonesa desde hace cuarenta años. Cada traductor o haijin tendrá los suyos. Todo es respetable.

En cierto sentido, elegir entre respeto a la métrica tradicional del haiku y respeto al espíritu poético es un eco de la oposición entre palabra y corazón, o entre kotoba y kokoro en términos del viejo debate poético de la historia literaria de Japón. Era el debate entre la insistencia entre los aspectos formales, entre la importancia absoluta de la dicción (kotoba), y la preeminencia del sentimiento poético (kokoro), de cierta libertad versificadora y expresiva.  ¿Qué elegir si uno se ve obligado a ello? Evidentemente, lo ideal será armonizar ambas nociones en la hechura del haiku. Favorecer la primera –fidelidad a la forma– en detrimento de la segunda –importancia de la inspiración– representó, en la historia de la poética japonesa, la corriente más conservadora y también la más autorizada en un Japón en donde la tradición ha jugado un gran peso. Por el contrario, favorecer a la segunda, ha sido la propuesta de escuelas poéticas más innovadoras y atrevidas, especialmente notorias en los siglos XIII y XIV. En los waka de los poetas de estas escuelas, como la Kyōgoku, representada por poetas tan exquisitas como la emperatriz Eifukumon-in (1271-1342), encontramos bastante casos de irregularidades métricas e, incluso, del uso de palabras ajenas al limitado acerbo léxico preconizado en las antologías poéticas canónicas y hasta de expresiones novedosas.  Yo, cuando compongo un modesto haiku, si me veo en el brete de elegir, me quedo con la adopción de la segunda, con la inspiración poética, con el “corazón”. Es decir, con “lluvia de primavera” antes que con “lluvia vernal”. Y que los kami de la poesía me perdonen.

Por otro lado, la imagen de los nubes inmóviles me parece que ofrece un contraste vivo con la velocidad del vuelo del pato. Las nubes inmóviles me recuerdan un viejo poema del Kokinshū, el número 463 de esta antología del año 905, la más venerada de las colecciones poéticas de Japón. Es este:

Es mi morada
Un monte fragoso
En compañía
De blancas, inmóviles nubes.
¿Qué querrán de mí?

あしひきの              ashihiki no

山辺におれば             yamabe ni oreba

白雲の                shirakumo no

いかにせよとか            ika ni seyo to ka

晴るる時なき             haruru toki naki

El poeta, que en realidad es Ki no Tsurayuki, asume el artificio poético de ser un ermitaño recluido en una montaña para ponderar su soledad. Una soledad, realzada por la única compañía de las nubes, pero rota con la amenaza de un posible reproche o interpelación de estas nubes, demasiado bajas, tal vez, para resultar indiferentes al poeta.

Caminar II

Mayo 2024
Otoño
Córdoba, Argentina

Caminar II

Un año después de ordenarse como monje, Santôka emprende su primer viaje por Honshu, Shikoku, Kyûshû y Shodôjima durante tres años. Sin embargo, a su regreso, agobiado por el alcohol, quemó los diarios que escribió durante su primer viaje dejando registro de ello en un haiku:

 

焼き捨てて日記の灰のこれだけか

yakisubete nikki no hai no kore dake ka

 

El diario que tiré al fuego…

¿sólo estas cenizas?

(Santōka, 2006, p. 196)

Trad. Vicente Haya

 

Renacido de esas esas cenizas, en 1930 emprende su segundo viaje a pie por norte de Kyûshû (isla ubicada al sur del de archipiélago nipón) que duró alrededor de un año. El diario de este viaje evidencia que ante todo, ir a pie, ir sin fin, librar esa batalla cuerpo a cuerpo con la naturaleza de cierta manera un tipo de soledad que garantiza su supervivencia. El juicio contra sí mismo, su memoria, de alguna manera sus karmas no pueden expiarse, solo puede convivir con ellos. La contradicción interna que se revela en los diarios da cuenta de la hipocresía de vivir como monje medicante pero a la vez de una profunda reflexión sobre su propia vida, la composición poética y otras observaciones sobre la sociedad y la época. Sin embargo, Santôka como caminante justifica su existencia como alguien vapuleado por las desgracias e inútil para la vida social por lo que su única opción es entregarse al camino y dejarse afectar al máximo; ya sea por las heridas que le ocasiona o por los eventos imprevisibles que acontecen. En esta ocasión, comparto algunas entradas de los diarios de Santôka que, creo, ilustran los comentarios hechos hasta el momento.

 

9 de septiembre 1930

De nuevo en marcha. Una vez más me doy cuenta de que en realidad no soy más que un monje mendigo. Así, comienzo otro viaje. Voy a caminar tanto como pueda, iré lo más lejos que pueda ir.

(Santōka, 2003, p. 31)

 

20 de octubre de 1930

Tomemos el caso del sake, me gusta el sake, así que no voy a renunciar a él. Eso es todo. No hay nada que hacer al respecto. Pero ¿cuánto mérito obtengo haciéndolo? Si dejo que el sake obtenga lo mejor de mí, entonces soy un esclavo del sake. En otras palabras, ¡soy un caso perdido!

(2003, p. 37)

 

19 de diciembre de 1930

¡No tengo ni un centavo! Por mucho que me moleste, aprieto los dientes y sigo mendigando hasta reunir lo suficiente para una noche de alojamiento y una comida. Cuando llego a una posada, me baño y se me pasa. Pero odio mendigar. Odio deambular. Sobre todo, odio tener que hacer cosas que odio.

 (2003, p. 40)

 

28 de diciembre de 1930

Acostado en la cama, pienso. Soy un desafortunado afortunado, un incrédulo que ha sido bendecido. Puedo morirme tranquilamente en cualquier momento sin ser apaleado por nada. Ya no necesito alcohol, ya no necesito calmotin [remedio calmante], ni Geld, ni Frau. Bueno, una mentira es una mentira, pero un sentimiento que tienes es un sentimiento que tienes.

(2003, p. 40)

 

9 de noviembre de 1930

Cuando Fayan dice, ‘Cada paso es una llegada’, olvida lo caminado, tampoco piensa aquello por caminar. Un paso, otro paso; ni más allá, ni más acá; ni la dirección al este o al oeste: un paso es una totalidad. Llega hasta ahí y entenderás el significado del caminar para el zen.

 (2003, p. 39)

 

1 de octubre de 1930

Hoy, mientras caminaba, no dejaba de pensar: habiendo trenes y automóviles, decido caminar, y encima calzado con sandalias de paja. ¡Qué cosa anticuada! Una manera tan ineficaz y pesada de viajar. De hecho, en el camino que recorrí hoy había autos y bicicletas que pasaban de vez en cuando, pero no encontré casi nadie que caminara. Sin embargo, el hecho de aventurarme a hacer algo tan ridículo, para mí que no soy muy listo, justifica mi existencia.

(2003, p. 34)

 

16 de septiembre de 1930

 De estos vendedores ambulantes que van por el campo, oigo hablar de la miserable suerte de las familias campesinas locales: un jornalero que suda de la mañana a la noche, puede hacer 80 sen; si es mujer, 50 sen. Un carbonero trabajando todo el día hará 25 sen como máximo; alguien pescando eficientemente en el río Kuma (famoso por sus peces dulces) puede obtener 70 u 80 sen por día. Obviamente, esta. Las personas apenas se mantienen con vida. Cuando pienso en ello, la vida que vivo es mucho mejor de lo que merezco. (2003, p. 32)

 

* Los Diarios mendicantes que han sido publicados integran el Volumen 3 de la Obra Completa de Santōka (1986) en idioma japonés. Sin embargo, al no disponer de la versión física de este libro, contamos con la versión digital (que data de septiembre de 1930 a agosto de 1940) en el archivo aozora (archivo de textos digitalizados que, según los derechos de autor, son de dominio público). Para referir a este archivo hemos desistido del uso de la cursiva, pero hemos conservado la mayúscula. Hemos cotejado con este archivo la pertenencia de las citas introducidas en el trabajo desde la selección realizada por Burton Watson y traducida por el mismo autor para la publicación For all my walking. Free-verse Haiku of Taneda Santōka with Exerpts from His Diary (2003). Todas las citas correspondientes a este libro son de traducción propia.

Referencias

Santôka (2003). For all my walking. Free-verse Haiku of Taneda Santōka with Exerpts from His Diary [Introducción y traducción de Burton Watson]. New York: Columbia University Press. La traducción es nuestra.

_______ (2004). Saborear el agua. Trad. Vicente Haya. Madrid: Hiperión.

_______ (2006). El monje desnudo. Trad. Vicente Haya.  Madrid: Miraguano.

_______ (20 de marzo de 2008). 行乞記(一)[Diarios mendicantes (1)]. Aozora Bunko. Recuperado de: https://www.aozora.gr.jp/cards/000146/files/44913_30581.html

La traducción es nuestra.

Mayo 2024

Escribo el artículo de este mes desde un Santiago de Chile que, si bien se encuentra en otoño, nos muestra día a día el rostro oscuro y nublado del invierno. Así que centrarme en las estaciones del hemisferio norte, específicamente las de Japón, me ayuda a escapar, aunque sea en mi imaginación, a un mundo de sol y luz.

En el artículo de mayo dejaremos de lado la revisión de las categorías en el kigo y volveremos a la clasificación estacional con el verano o 夏 natsu. Según el calendario lunar, que es el que rige la utilización del kigo, la estación estival abarca desde 立夏 rikka o inicio del verano (alrededor del 06 de mayo) hasta el día anterior a 立秋 risshuu o inicio del otoño, es decir, el 07 de agosto. Si lo vemos desde un punto de vista meteorológico, sería desde el solsticio de verano al equinoccio de otoño. Es la estación más calurosa y con mayor cantidad de luz del sol. Se divide, para efectos del kigo y su uso subsecuente en la composición de haiku, en palabras que se pueden utilizar durante todo el intervalo estacional y cada uno de los tres meses que lo abarcan. 三夏 sanka o tres veranos, corresponden a palabras que representan la estación en su totalidad y se pueden utilizar durante toda su duración. Describen el fresco calor de inicio de verano, la humedad de la temporada de lluvias o 梅雨 tsuyu a mitad de la estación y el calor abrasador al final del período. Luego tenemos 初夏 shoka o inicio del verano; de acuerdo con el calendario solar sería mayo, y con el lunar, Udzuki. El cielo es claro y despejado y el calor todavía no tan intenso, por lo que la gente aprovecha los largos feriados para vacacionar en las montañas o el mar. La siguiente división es仲夏 chuuka, mitad del verano; junio en el calendario actual y Satsuki, el quinto mes del calendario lunar. Coincide con la temporada de lluvias, en la que el verdor de la vegetación parece brillar de lo intenso y la humedad y calor sofocan. Por último, 晩夏 banka, fines del verano; corresponde a julio o el sexto mes del calendario lunar, Minadzuki. A pesar de estar finalizando la temporada el calor sigue muy alto, sin embargo, la pronta venida del otoño se puede notar en el viento que sopla temprano en la mañana y al atardecer.

Como he mencionado en los artículos anteriores, cada una de estas divisiones tiene, a su vez, las siete categorías 時候 jikou, estacional; 天文 tenmon, astronomía; 地理 chiri, geografía; 生活 seikatsu, vida cotidiana; 行事 gyouji, eventos; 動物 doubutsu, animales y 植物 shokubutsu, vegetación.

Los dejo con algunos haikus que seleccioné y traduje, correspondientes a la clasificación 三夏 sanka, que describe toda la estación, y 初夏 shoka o inicio del verano.

 

Kigo: 短夜 mijikayo literalmente significa corta noche; noche de verano, noche estival.
Período: 三夏 sanka o tres veranos
Categoría: 時候 jikou, estacional
Haijin: Takizawa Kazuharu (1953 -)

短夜の鉤爪動く檻の中

mijikayo no kagidzume ugoku ori no naka

dentro de la jaula se mueven las garras de la noche estival

 

 

Kigo: 風薫る kaze kaoru o 薫風 kunpuu; literalmente significa el aroma del viento o brisa fragante; el viento que sopla en verano. También describe el viento que sopla cuando florece fresca vegetación y hojas nuevas.

Período: 三夏 sanka o tres veranos
Categoría: 天文 tenmon, astronomía
Haijin: Yamaguchi Soku (1929-2016)

薫風に風のさざなみ草千里

kunpuu ni kaze no sazanami kusa chisato

brisa fragante, millas de hierba ondulada por el viento

 

 

Kigo: 薄暑 hakusho, suave calor a inicio del verano.
Período: 初夏 shoka o inicio de verano
Categoría: 時候 jikou, estacional
Haijin: Iida Ryuuta (1920-2007)

山の木に風すこしある薄暑かな

yama no ki ni kaze sukoshi aru hakusho kana

en los árboles de la montaña hay un poco de viento y un suave calor

Kigo: ネル neru o franela, tejido suave y ligero que puede utilizarse como material para ropa de dormir veraniega.
Período: 初夏 shoka o inicio de verano
Categoría: 生活 seikatsu, vida cotidiana
Haijin: Shimada Seihou (1882-1944)

ネル着たる肉塊の女に聖書かな

neru kitaru nikukai no onna ni seisho kana

vestir franela es palabra sagrada para el cuerpo femenino

Me despido de esta pausa mental para retornar a este invernal y oscuro Santiago, deseando que, si no puedo disfrutar del verano por los próximos meses, cuando menos el otoño reclame su lugar para alegrarnos los días con su dorada luz. Hasta el próximo artículo, en el cual continuaremos con el análisis de las categorías.

Caminar I

Abril, 2024
Otoño
Córdoba, Argentina

Caminar I

 Sin talento e incompetente como soy, hay sólo dos cosas que puedo hacer:
caminar, con mis propios pies; componer, mis propios poemas
(Santôka, 2003, p. 9) *

 ¿Qué significa hacer un viaje a pie? Ponerse en marcha y caminar, dar un paso tras otro paso sin saber muy bien cuándo y dónde aparece el destino. Viajar a pie no tiene nada de planificación es más bien librarse al azar. ¿Qué sentimientos invadirán al cargar un bolso y un paraguas, salir de casa y abandonarla lentamente, sin la ansiedad ni del regreso y la llegada. Caminar por nuestra propia ciudad hasta sus límites donde la naturaleza le gana terreno a la urbanización. Disfrutar del frescor de las sombras en los senderos de los bosques pero también librar una lucha cuerpo a cuerpo con los azares de la naturaleza. Admirar el frescor del agua, alimentarse de los frutos del camino, las mariposas y las hormigas que siguen nuestra con la misma intensidad en que padecemos el hambre, la fiebre y los dolores causados por el viaje.

大地ひえびえとして熱あるからだをまかす

Daichi hiebie to shite netsu aru karada o makasu

Confío mi cuerpo
con fiebre
a la tierra fría

(Santôka, 2006, p. 164)

Trad. Vicente Haya

 

*

 

いつまで旅することの爪をきる

itsu made tabisuru koto no tsume o kiru

¿Cuánto tiempo más me cortaré las uñas para viajar?

 

*

 

炎天をいただいて乞ひ歩く

Enten wo itadaite kohi aruku

Bajo un sol ardiente, pedir y caminar.

 

*

 

投げだしてまだ陽のある脚

Nagedashite mada hi no aru ashi

Me rindo, aún el sol me da en los pies

 

*

 

生き残ったからだ掻いてゐる

Ikinokotta karada kaiteiru

Me rasco el cuerpo ¡Todavía sigo vivo!

Trad. Julia Jorge

 

Cuando leo acerca de Santôka, sus críticas, sus diarios de viaje y sus haikus, la idea de “el último monje mendicante peregrino» se desvanece en varias facetas. Su escritura ha dejado testimonio de las oscilaciones del pensamiento, de los vaivenes de las decisiones, del reconocimiento de su propia hipocresía y de la aceptación de un modo de vida susceptible de crítica, pero que le permitió sobrellevar sus malestares existenciales, sus dolores heredados y el sentimiento constante de estar al margen de lo común.

En lo familiar, el margen comienza con el suicidio de su madre, luego de su hermano, el alcoholismo de su padre y la venta de las tierras familiares para la apertura en 1906 de una fábrica de alcohol que quebró diez años después. En lo personal, su ingreso a la universidad de Waseda que abandonó en 1904 a causa de un ataque de nervios que coincidía con su frecuente consumo de alcohol. También su fallido matrimonio arreglado por su padre con Sato Sakino. Aunque su carrera literaria fue bastante escribiendo bajo la tutela de Ogiwara Sansensui desde 1913, cultivando el estilo libre (shinkeikô) y convirtiéndose en editor de la revista Capas de nubes (Soun) en 1916. Sin embargo, en 1919 apostó por su traslado a Tokio para convertirse en poeta y encontrar un buen futuro laboral, abandonado a su hijo ken y a su esposa. Esta decisión se vio afectada por su consumo de alcohol lo que llevo a perder su trabajo como bibliotecario en 1920. Borracho en 1924 intentó suicidarse arrojándose a las vías de un tren. Este intento fue una bisagra en la vida de Santôka, que rescatado de su intento de suicidio fue trasladado a un templo zen y dejado a cargo del monje Mochizuki Osho Gian. Allí permaneció y se ordenado como monje en 1925.

La conjunción de estos dos periodos de su vida son el motor de sus peregrinaciones. Santôka se refería a estos viajes con el nombre de mendicación itinerante (gyōkotsu). Durante el día reunía el dinero suficiente para pasar la noche en una posada barata, abastecerse de sake (licor de arroz) o shôchû (licor de batatas). Pese a intentar sostener los hábitos zen, en sus Diarios confiesa reiteradamente la hipocresía que residía en la práctica mendicante. Su actitud contrasta con la larga tradición budista y zen, en la que los viajes a pie eran una forma de poner en ejercicio la meditación. Tradicionalmente, estas expediciones mendicantes (takahatsu) se hacían en grupo y las limosnas eran recibidas en nombre de un templo. A diferencia de estas expediciones, Santôka peregrinaba de forma independiente y su cuenco para mendigar no tenía el nombre de ningún templo. Esta situación le costó varios interrogatorios de la policía, dada la desconfianza que generaba un sujeto cuya mendicidad no tenía motivos religiosos estrictos. Más que un monje, parecía un mendigo.

Visto así, Santôka parece aventurado en una travesía inútil, dada su falta de fines y destinos, Santôka camina por el solo hecho de caminar. La pregunta por el dónde no tiene respuesta. El solo hecho de conservar ese interrogante es lo que lo mantiene en marcha y caminar es su único destino:

この道しかないひとりであるく

Kono michi shika nai hitori de aruku

No hay más que esta senda
Camino en soledad

(2006, p. 36)

 

どうしようもないわらしが歩いてゐる

Dô shiyô mo nai watashi ga aruite iru

No hay forma de evitarlo
ya estoy andando

(2004, p. 32)

Trad. Vicente Haya

 

*

 

炎天をいただいて乞ひ歩く

Enten wo itadaite kohi aruku

Bajo un sol ardiente, pedir y caminar.

 

*

 

どうしようもないわたしが歩いてゐる

Dôshô mo nai watashi ga aruiteiru

Nada qué hacer, solo caminar.

 

*

 

まつすぐな道でさみしい

Masuguna do de samishii 

Solo por un camino recto.

Trad. Julia Jorge

 

Referencias

Santôka (2003). For all my walking. Free-verse Haiku of Taneda Santōka with Exerpts from His Diary [Introducción y traducción de Burton Watson]. New York: Columbia University Press. La traducción es nuestra y ha sido cotejada con el original en japonés.

_______ (2009) El monje desnudo. Miraguano, Madrid.

______ (2004) Saborear el agua. Hiperión, Madrid.

______ (20 de marzo de 2008). 行乞記(一)[Diarios mendicantes (1)]. Aozora Bunko. Recuperado de:
https://www.aozora.gr.jp/cards/000146/files/44913_30581.html

La traducción es nuestra.

Hierbas al borde del camino

Marzo, 2024
Verano – otoño
Córdoba, Argentina

 

Hierbas al borde del camino

 

何とかしたい草の葉のそよげども

Nan toka shitai kusa no ha no soyo gedomo

 

Los susurros de las hierbas ¿qué es lo que quieren?

(Trad. Julia Jorge)

 

Este, y otros haikus de Santôka, atestiguan la agudeza de sus oídos. No sabemos con certeza si el poeta está tendido en la hierba y escucha el suave sonido de la hierba movida por el viento. Ese murmullo aparece en este haiku como una especie de oleaje verde sutil como cuando se escucha el mar dentro de una corola. Otra interpretación posible surge cuando al imaginar un Santôka errando por senderos desconocidos mientras escucha el sonido que producen las pisadas en la hierba. Se trata del sonido del caer de las hojas o el imperceptible murmullo de las plantas mecidas por el viento. Todos estos débiles sonidos componen una especie de armonía vegetal. Quién viaja a pie se dispone sensorialmente al mundo ya sea para captar sus sutilezas o para enfrentarse cuerpo a cuerpo con una naturaleza de fuerza imprevisible.

            La idea de “estar en armonía con la naturaleza” ha sido central en la definición de las poéticas del haiku en general. Sin embargo, en el caso de Santôka, el artificio de una naturaleza organizada (esa segunda naturaleza mencionada por Haruo Shirane) raramente se refleja en sus composiciones. En una época de constantes cambios, el territorio (y con esto me refiero tanto a las ciudades, pueblos, como a los caminos de montaña) están intervenidos por elementos y fuerzas humanas que preceden la modernidad y la conquista. Tal y como Santôka menciona en “Sobre mí” (traducción que presente en la entrada anterior).

            Sin embargo, dejaré para otra ocasión aquellos haikus donde aparecen esos elementos “modernos” (en tanto modificaciones de la forma poética, características del estilo libre (Jiyuritsu); pero también de contenido o tema). En esta ocasión me gustaría presentarles algunos haikus de Pagoda vegetal (Sômokutô), obra que reúne haikus de sus libros publicados en vida compilada por el mismo Santôka.

ここにおちつき草萌ゆる

Koko ni ochitsuke kusa moeyuru

Aquí brota la hierba en calma

*

 

草の実の露の、おちつかうとする

Kusa no mi no tsuyu no, ochitsukau to suru.

 El rocío sobre los frutos de la hierba, me calma

*

 

草しげるそこは死人を焼くところ

kusa shigeru zoko shinin wo yaku tokoro

La hierba crece rápidamente, ahí
dónde se ha quemado un cadáver

*

 

木の芽草の芽あるきつづける

kinomesô no me arukitsuzukeru

 Sigo caminando entre árboles y brotes de hierba

*

 

法衣こんなにやぶれて草の実

hôe konnani yaburete kusa no mi

Mi túnica rasgándose con los frutos de la hierba

*

 

何とかしたい草の葉のそよげども

nantoka shitai kusa no ha no soyoge domo

 La brisa entre la hierba ¿qué es lo que quieren?

*

 

草の実の露の、おちつかうとする

kusa no mi no tsuyu no, ochitsukau to suru

Me calma
la gota de rocío sobre los frutos de hierba

*

 

草の青さよはだしでもどる

kusa no aosa yo hadashi de modoru

 El verdor de la hierba, vuelvo descalzo

 

 

あるけば草の実すわれば草の実

Si caminas, la hierba
Si te sientas, la hierba

*

 

ここを死に 場所とし 草の しげりに しげり

koko o shini basho to shi kusa no shigeri ni shigeri

Morir aquí: en dónde hierba crece y crecerá.

 

Bibliogafía

Santôka (16 de septiembre de 2014) 草木塔 [Pagoda vegetal (selección de haikus)]. Aozora Bunko. Recuperado de: https://www.aozora.gr.jp/cards/000146/files/749_34457.html La traducción es nuestra.