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Viento

Junio 2024
Otoño – invierno
Córdoba, Argentina

Viento

A la hora de enfrentarnos a poetas como Santôka (cuya irreverencia a las reglas formales propicia su originalidad) podemos abrirnos hacia un campo de exploración sumamente interesante para configurar líneas de lectura cuando entendemos que el haiku trasciende sus tópicos, sus estereotipos, su código poético. Creo que si seguimos sosteniendo que ciertos kigo o kireji tienen un sentido determinado y leemos el haiku contando silabas y apostando por la acreditación o desacreditación de estas, tal vez logremos saber poco y nada de los desafíos que presenta esta escritura poética y el modo en que se modernizó durante el siglo XX. Por esta razón, en esta entrada de ir sin fin, quisiera ampliar el título de esa columna hacia otro lugar: ir sin fin en la lectura, esto es, prescindir de los diccionarios y manuales de haiku para abrirnos a la lectura creativa. Y digo prescindir, lo que no significa abandonar. Sino permitirnos el delirio de una lectura, no solo por el placer de él sino también por el entusiasmo de descubrir lo que hay entre los trazos del haiku.

Tetsuro Watsuji en Antropología del paisaje (Fudô) elabora una hipótesis en torno a las relaciones entre los distintos agentes que participan del clima y los paisajes en relación con el hombre. Específicamente, Watsuji propone una fenomenología del paisaje donde el hombre se explica a través de su entorno. Para argumentar esta hipótesis recurre al concepto de kimochi, “un temple o disposición anímica” que no es un simple rasgo psicológico sino que evidencia un estado de existencia que involucra, al clima, al paisaje y al conjunto de relaciones de existencia humana. Sin embargo, este kimochi no es experiencia cultural codificada, sino que se modula cuando se presta atención a las posibles interpretaciones del haiku.

  Para esta ocasión elegí, el viento. Y elegí el viento para presentar esta idea porque creo que es uno de los fenómenos atmosféricos con más variaciones y una amplitud de kimochi, o diré, de temple, en el haiku. El viento es vendaval, es brisa, el soplo de otoño, pero también se aparece en la forma de los pinos, en el sonido de un furin, en los remolinos de hojas secas. En todas estas manifestaciones el viento moviliza un temple imprevisible, inesperado, particular en uno y cada uno de los haikus. Si el sonido de la campana es manifestación de un viento suave con la fuerza justa para hacer sonar la sutileza del furin, es porque para dar cuenta de él hay un yo que pone el oído antes de la escritura. Watsuji denomina esta relación como “el peso del paisaje [y el clima] en nuestras vidas” (39). Y particularmente, para el filósofo japonés, las expresiones tópicas del haiku expresan mejor que cualquier otro elemento cultural ese peso. Detengámonos un minuto a leer las siguientes líneas de Watsuji:

El estado de ánimo luminoso de un día claro de atmósfera diáfana, el kimochi oscuro de un día de humedad densa y calor sofocante, el sentirse rebosante de vida al contemplar el nuevo reverdecer o el frescor de lluvias primaverales, el temor ante la tempestad…Podríamos seguir enumerando así todas las expresiones poéticas tópicas de los versos haiku japoneses y aún no habríamos expresado por completo el peso del clima y del paisaje sobre nuestra vida, que ofrece una gama tan rica de determinaciones ambientales. Ciertamente, no sólo llevamos con nosotros un pasado sino también uno ambientes y unos paisajes. (Watsuji, 2006: 40)

Sin embargo, dudaría de afirmar que ese peso se manifiesta de una manera tópica, en otras palabras, siempre del mismo modo. Esto significa que la caída de las flores de cerezo evoca cierto sentimiento invariable en el “alma poética” japonesa. Efectivamente, existe un kimochi específico en relación con ese fenómeno, pero podríamos afirmar que a todos los lectores afecta de la misma manera. Y no solo pienso en los occidentales, sino también en los japoneses, porque creo que no deberíamos desestimar la creatividad que reside en los lectores, cuya predilección por este tipo de poema no solo es un poco excéntrica, sino también de cierto entusiasmo. En este punto se abre otro cantar, que requeriría una investigación en antropología de la lectura con lectores de haiku japoneses que llevaría años y creo sería imposible reponer. Pero me atrevo a quedarme con esta idea, y confirmar en la potencia de la lectura poética así como en la potencia significativa del haiku.

Ahora bien, creo que Santôka, ante al viento, muestra un temple bastante distinto. Si se me preguntara por qué creo esto, no podría precisar exactamente de dónde proviene ese gusto por el viento, por el aire, por lo invisible; una preferencia por la levedad y lo invisible que clausura las preguntas y las respuestas. En la antología El monje desnudo, Vicente Haya ante el siguiente haiku de la sección “viento”:

秋風の石を拾う

Akikaze no ishi wo hirou

Con viento de otoño
recojo una piedra

(2006, 174)

Haya encuentra este haiku “perfecto”. Lo es: breve, sencillo, simple en su escritura; expone una imagen fuerte. Ante el viento de otoño, el poeta recoge una piedra. Nada motiva este gesto, como nada motiva al viento. Esta falta de motivación se convierte en el motivo poético del haiku. Es maravilloso: con una sola frase, resume, y me atrevo a decir con mucho pudor, una verdad vital: una vida lo es por imprevisible. Aunque busquemos certezas en los pasados y creamos en la racionalidad que instaura el orden de la causalidad, lo cierto es que si nos entregamos a la vida poética es porque ahí reside el alivio de lo no calculable. Suponiendo, si es que esto es posible, que lo poético contradice el orden de los racionales, lo imprevisible “el gesto inocente” de recoger una piedra sin motivos nos introduce en el orden de lo poético como aquello que, parecido a la vida, no tiene fines, ni destino, demuestra un sin razón y la validez de esa sin-razón, de la estupidez.

どうすることもできない矛盾を風ふく

dō suru koto mo dekinai mujun o kaze fuku

No hay remedio
El viento sopla
contra mis incoherencias

(2006, 104)

*

さて、どちらへ行かう風がふく

Sate, dochira e ikô kaze ga fuku

 Bien, ¿a dónde vamos?..
Sopla el viento

(2004, 33)

*

何を求める風の中ゆく

Nani o motomeru kaze no naka yuku

¿Qué pretendo encontrar
internándome en el viento?

(2004: 159)

*

山から風が風鈴へ生きていたいよおもふ

Yama kara kaze ga furin e ikite itai to omou

Un viento que va
de la montaña a la campanilla…
Yo quiero seguir viviendo…

(2006: 181)

Trad. Vicente Haya

*

あれこれ食べるものはあって風の一日

arekore taberumono wa atte kaze no ichinichi

Picando de esto y aquello, viento todo el día.

*

松風すずしく人も食べ馬も食べ

Matsukaze suzushiku hito mo tabe uma mo tabe

Confesión: Algunos haikus dejan solos a los traductores. Si solo nos guiamos por nuestros conocimientos del vocabulario poético, inicialmente traduciríamos matsukaze como “el sonido del viento entre los pinos”. Una imagen preciosa, una de esas palabras japonesas que particularizan lo más ínfimo. No es solo el viento o el sonido, sino específicamente un sonido envolvente, que embota a quien lo percibe dentro de un bosque y solo ocurre entre los pinos, solo cuando el viento sopla. Este sentido de matsukaze se combina muy bien con susushiku, que es fresco y agradable. Pero veamos las imágenes siguientes: Alguien come, un caballo también. Y es ahí cuando el haiku nos hace volver al principio. Podríamos traducirlo como: «El sonido del viento entre los pinos. Refresca, alguien come y el caballo también»; podrían comer cualquier cosa, pero inmediatamente se asoma otro sentido de matsukaze: un tipo de galleta espolvoreada con azúcar y semillas de sésamo. Así habría otro tipo de traducción: “Alguien come galletas frescas, el caballo también”. En esta última traducción, habría cierta gracia que distaría mucho del contenido elevadamente estético de “el sonido del viento entre los pinos”. Pero lo grandioso es que ambos sentidos se combinen en un mismo haiku.

Pienso que este tipo de haikus merecen menos traducción que explicación; así, cada lector puede construir la pluralidad de la imagen en la cabeza, reírse y emocionarse a la vez, recordar las valencias del sentido del poema aunque no lo recuerde en japonés. O bien, habrá quienes decidan, con valentía, enfrentarse al instante de decisión sobre la lengua e imponer su traducción, tarea igualmente válida. Pero, insisto, en aprender a abrazar la poesía más allá de sus palabras, cultivar el sentimiento poético, esas variaciones del kimochi que se producen por el olor a galletas recién horneadas, por el sonido del viento y el frescor que trae junto al aroma de los pinos.

*

けふもいちにち風をあるいてきた

Kefu mo ichinichi kaze wo aruitekita

También hoy: caminé todo el día contra el viento.

*

春風の鉢の子一つ

Harukaze no hachi no ko hitotsu

 Solo brisa de primavera en el cuenco de un niño.

*

ふる郷忘れがたい夕風が出た

furu sato wasure gatai yūfū ga deta

Sopla, el inolvidable viento nocturno de mi pueblo natal.

*

秋風の鶏を闘はせてゐる

akikaze no niwatori o hasete iru

Viento de otoño. Los gallos salen de riña.

Trad. Julia Jorge

Referencias

Santôka (2004). Saborear el agua. Trad. Vicente Haya. Madrid: Hiperión.

_______ (2006). El monje desnudo. Trad. Vicente Haya.  Madrid: Miraguano.

_______ (16 de septiembre de 2014) 草木塔 [Pagoda vegetal (selección de haikus)]. Aozora Bunko. Recuperado de: https://www.aozora.gr.jp/cards/000146/files/749_34457.html La traducción es nuestra.

Watsuji, Tetsuro. (2006) Antropología del paisaje. Trad. Juan Masiá y Anselmo Mataix. Salamanca: Ediciones Sígueme.

Junio 2024

Escribo el artículo para junio en una fría noche, en espera del frente lluvioso anunciado para los próximos días. Abrigada y con la estufa como fiel compañera, recuerdo con los kigos de este mes el verano del 2019, en el que estuve estudiando en Japón y sufriendo con la temporada de lluvias, cuando el calor sofocante y la alta humedad hacían la vida compleja, pero también ofrecían una vegetación hermosa y unos cielos azules radiantes.

Este mes volvemos a nuestra revisión de las categorías en que se clasifican los kigos. Ya hemos visto 時候 jikou o estacional y 天文 tenmon o astronomía, por lo que este mes corresponde 地理 chiri o geografía.

Los kigos que pertenecen a esta categoría muestran cómo las estaciones afectan a diversos accidentes geográficos como montañas, ríos, lagos, cascadas, y cómo se muestran el océano y el terreno. Por ejemplo, 井水増す imizumasu o pozo (noria) creciente, se refiere a un pozo que ha aumentado su nivel durante la temporada de lluvias, el cual, si está en malas condiciones, puede volverse turbio. También tenemos 五月山 satsuki yama o montañas del Quinto Mes. Habla de las montañas durante la temporada de lluvias o 梅雨 tsuyu, en la cual la vegetación que cubre sus faldas y cimas es vibrante. Otro ejemplo es 梅雨穴 tsuyu ana o brecha (abertura, orificio, perforación) de época de lluvias. Durante este período las carreteras colapsan debido a las continuas lluvias. Si se produce un derrumbe importante, podría provocar deslizamientos de tierra, lo que, a su vez, generaría grandes desastres.

Los haikus que les traigo este mes corresponden al período de 仲夏 chuuka o mitad del verano, el que abarca, según el calendario actual, junio o Satsuki, el quinto mes del calendario lunar.

Kigo: 植田 ueta, recién plantado campo de arroz. El campo se llena con agua para evitar que los vástagos se muevan, reflejando el cielo y el paisaje circundante.

Período: 仲夏 chuuka, mitad del verano

Categoría: 地理 chiri, geografía

Haijin: Kojima Ken (1946 -)

鴇色の夕雲放つ植田かな

tokiiro no yuugumo hanatsu ueta kana

los campos con el arroz recién plantado emiten nubes rosadas al atardecer

Kigo: 富士の雪解 fuji no yukidoke, nieve derretida del Fuji. La nieve del monte Fuji se derrite alrededor de junio. Los árboles en la base de este monte son exuberantes, y el propio monte parece negro y majestuoso. Variaciones 雪解富士 yukige fuji, 富士雪解fuji yukige, 富士の農男 fuji no nou otoko.

Período: 仲夏 chuuka, mitad del verano

Categoría: 地理 chiri, geografía

Haijin: Watanabe Suiha (1882 – 1946)

雪解富士幽かに凍みる月夜かな

yukige fuji kasuka ni shimiru tsukiyo kana

nieve derretida del Fuji, noche de luna ligeramente helada

Kigo: 出水 demizu, inundaciones. Las fuertes precipitaciones durante la temporada de lluvias provocan que los ríos crezcan y se desborden. Por otra parte, las inundaciones causadas por tifones se llaman 秋出水 akidemizu y son kigo de otoño.

Período: 仲夏 chuuka, mitad del verano

Categoría: 地理 chiri, geografía

Haijin: Matsumo Takashi (1906 – 1956)

木曽川の出水告げ去る小作かな

kiso gawa no demizu tsuge saru kosaku kana

la pequeña historia que revela la inundación del río Kiso

Kigo: 皐月波 satsuki nami, olas del Quinto Mes. Se refiere a las olas que se levantan en el mar alrededor del quinto mes del calendario lunar (sexto mes del calendario solar). Es la temporada de lluvias, y a menudo soplan fuertes vientos del sur comúnmente conocidos como 荒南風 arahae.

Período: 仲夏 chuuka, mitad del verano

Categoría: 地理 chiri, geografía

Haijin: Suzuki Hanamino (1881 – 1942)

引いてゆく長きひゞきや五月波

hiite yuku nagaki hibiki ya satsuki nami

arrancan un prolongado sonido, las olas del Quinto Mes

Esperando disfruten de los haikus que elegí para ustedes me despido por este mes. Les agradezco su compañía en este viaje de descubrimiento del fascinante mundo del kigo. ¡Hasta el próximo artículo!

Mayo 2024

CONSTRUIR

Lluvia de primavera.
Entre nubes inmóviles
Se oculta un pato.

 

DECONSTRUIR

Lo compuse uno de estos días de la lluviosa primavera de este año. En el camino de la sierra de San Vicente, que frecuentemente hago, cada vez que subo a El Real desde Talavera. Desde el coche, me llamó la atención el vuelo solitario de un pato, con prisa por llegar al río, que apenas tuve tiempo de ver antes de esconderse en nubes bajas y preñadas de agua. Aunque el vuelo bajo de los patos casi siempre nos parece presuroso, me impresionó su aleteo tan veloz en contraste con unas nubes que me parecieron inmóviles por su gravidez.

Quería comentar hoy la irregularidad del primer verso. Irregular  porque no tiene cinco sílabas como prescribe el haiku japonés.  Tiene siete; dos más de lo que mandan los cánones. Podía haber escribo “Lluvia vernal” y entonces cumpliría el canon métrico (llu-via-ver-nal = cuatro sílabas gramaticales, pero cinco prosódicas por acabar el verso en palabra aguda). Pero no me gusta la palabra “vernal” en el haiku. Aunque es el adjetivo propio para calificar a “primavera”, no deja de ser un cultismo. “Vernal”. No es la palabra que escribiría un niño si compusiera un haiku. El haiku, así lo entiendo, es la poesía de las palabras comunes, del habla cotidiana, de un lenguaje más infantil que intelectual o culto. En aras de esta idea que yo tengo del haiku, he sacrificado la escansión: siete sílabas donde la tradición pide cinco.

Este sacrificio lo hago con gusto. De hecho, el canon y la prescripción son dos ligaduras que me agrada romper cuando en un poema me parecen reñidos con el espíritu poético. Y el espíritu poético del haiku es la inocencia. La forma léxica de la inocencia no me parece que tenga que revestirse de un lenguaje culto porque entonces deja de ser inocente. Admito, eso sí, “otoñal”, porque la derivación de “otoño” la puede deducir un niño; pero no puedo admitir “vernal”. Son criterios que sigo en mis traducciones de poesía japonesa desde hace cuarenta años. Cada traductor o haijin tendrá los suyos. Todo es respetable.

En cierto sentido, elegir entre respeto a la métrica tradicional del haiku y respeto al espíritu poético es un eco de la oposición entre palabra y corazón, o entre kotoba y kokoro en términos del viejo debate poético de la historia literaria de Japón. Era el debate entre la insistencia entre los aspectos formales, entre la importancia absoluta de la dicción (kotoba), y la preeminencia del sentimiento poético (kokoro), de cierta libertad versificadora y expresiva.  ¿Qué elegir si uno se ve obligado a ello? Evidentemente, lo ideal será armonizar ambas nociones en la hechura del haiku. Favorecer la primera –fidelidad a la forma– en detrimento de la segunda –importancia de la inspiración– representó, en la historia de la poética japonesa, la corriente más conservadora y también la más autorizada en un Japón en donde la tradición ha jugado un gran peso. Por el contrario, favorecer a la segunda, ha sido la propuesta de escuelas poéticas más innovadoras y atrevidas, especialmente notorias en los siglos XIII y XIV. En los waka de los poetas de estas escuelas, como la Kyōgoku, representada por poetas tan exquisitas como la emperatriz Eifukumon-in (1271-1342), encontramos bastante casos de irregularidades métricas e, incluso, del uso de palabras ajenas al limitado acerbo léxico preconizado en las antologías poéticas canónicas y hasta de expresiones novedosas.  Yo, cuando compongo un modesto haiku, si me veo en el brete de elegir, me quedo con la adopción de la segunda, con la inspiración poética, con el “corazón”. Es decir, con “lluvia de primavera” antes que con “lluvia vernal”. Y que los kami de la poesía me perdonen.

Por otro lado, la imagen de los nubes inmóviles me parece que ofrece un contraste vivo con la velocidad del vuelo del pato. Las nubes inmóviles me recuerdan un viejo poema del Kokinshū, el número 463 de esta antología del año 905, la más venerada de las colecciones poéticas de Japón. Es este:

Es mi morada
Un monte fragoso
En compañía
De blancas, inmóviles nubes.
¿Qué querrán de mí?

あしひきの              ashihiki no

山辺におれば             yamabe ni oreba

白雲の                shirakumo no

いかにせよとか            ika ni seyo to ka

晴るる時なき             haruru toki naki

El poeta, que en realidad es Ki no Tsurayuki, asume el artificio poético de ser un ermitaño recluido en una montaña para ponderar su soledad. Una soledad, realzada por la única compañía de las nubes, pero rota con la amenaza de un posible reproche o interpelación de estas nubes, demasiado bajas, tal vez, para resultar indiferentes al poeta.

Caminar II

Mayo 2024
Otoño
Córdoba, Argentina

Caminar II

Un año después de ordenarse como monje, Santôka emprende su primer viaje por Honshu, Shikoku, Kyûshû y Shodôjima durante tres años. Sin embargo, a su regreso, agobiado por el alcohol, quemó los diarios que escribió durante su primer viaje dejando registro de ello en un haiku:

 

焼き捨てて日記の灰のこれだけか

yakisubete nikki no hai no kore dake ka

 

El diario que tiré al fuego…

¿sólo estas cenizas?

(Santōka, 2006, p. 196)

Trad. Vicente Haya

 

Renacido de esas esas cenizas, en 1930 emprende su segundo viaje a pie por norte de Kyûshû (isla ubicada al sur del de archipiélago nipón) que duró alrededor de un año. El diario de este viaje evidencia que ante todo, ir a pie, ir sin fin, librar esa batalla cuerpo a cuerpo con la naturaleza de cierta manera un tipo de soledad que garantiza su supervivencia. El juicio contra sí mismo, su memoria, de alguna manera sus karmas no pueden expiarse, solo puede convivir con ellos. La contradicción interna que se revela en los diarios da cuenta de la hipocresía de vivir como monje medicante pero a la vez de una profunda reflexión sobre su propia vida, la composición poética y otras observaciones sobre la sociedad y la época. Sin embargo, Santôka como caminante justifica su existencia como alguien vapuleado por las desgracias e inútil para la vida social por lo que su única opción es entregarse al camino y dejarse afectar al máximo; ya sea por las heridas que le ocasiona o por los eventos imprevisibles que acontecen. En esta ocasión, comparto algunas entradas de los diarios de Santôka que, creo, ilustran los comentarios hechos hasta el momento.

 

9 de septiembre 1930

De nuevo en marcha. Una vez más me doy cuenta de que en realidad no soy más que un monje mendigo. Así, comienzo otro viaje. Voy a caminar tanto como pueda, iré lo más lejos que pueda ir.

(Santōka, 2003, p. 31)

 

20 de octubre de 1930

Tomemos el caso del sake, me gusta el sake, así que no voy a renunciar a él. Eso es todo. No hay nada que hacer al respecto. Pero ¿cuánto mérito obtengo haciéndolo? Si dejo que el sake obtenga lo mejor de mí, entonces soy un esclavo del sake. En otras palabras, ¡soy un caso perdido!

(2003, p. 37)

 

19 de diciembre de 1930

¡No tengo ni un centavo! Por mucho que me moleste, aprieto los dientes y sigo mendigando hasta reunir lo suficiente para una noche de alojamiento y una comida. Cuando llego a una posada, me baño y se me pasa. Pero odio mendigar. Odio deambular. Sobre todo, odio tener que hacer cosas que odio.

 (2003, p. 40)

 

28 de diciembre de 1930

Acostado en la cama, pienso. Soy un desafortunado afortunado, un incrédulo que ha sido bendecido. Puedo morirme tranquilamente en cualquier momento sin ser apaleado por nada. Ya no necesito alcohol, ya no necesito calmotin [remedio calmante], ni Geld, ni Frau. Bueno, una mentira es una mentira, pero un sentimiento que tienes es un sentimiento que tienes.

(2003, p. 40)

 

9 de noviembre de 1930

Cuando Fayan dice, ‘Cada paso es una llegada’, olvida lo caminado, tampoco piensa aquello por caminar. Un paso, otro paso; ni más allá, ni más acá; ni la dirección al este o al oeste: un paso es una totalidad. Llega hasta ahí y entenderás el significado del caminar para el zen.

 (2003, p. 39)

 

1 de octubre de 1930

Hoy, mientras caminaba, no dejaba de pensar: habiendo trenes y automóviles, decido caminar, y encima calzado con sandalias de paja. ¡Qué cosa anticuada! Una manera tan ineficaz y pesada de viajar. De hecho, en el camino que recorrí hoy había autos y bicicletas que pasaban de vez en cuando, pero no encontré casi nadie que caminara. Sin embargo, el hecho de aventurarme a hacer algo tan ridículo, para mí que no soy muy listo, justifica mi existencia.

(2003, p. 34)

 

16 de septiembre de 1930

 De estos vendedores ambulantes que van por el campo, oigo hablar de la miserable suerte de las familias campesinas locales: un jornalero que suda de la mañana a la noche, puede hacer 80 sen; si es mujer, 50 sen. Un carbonero trabajando todo el día hará 25 sen como máximo; alguien pescando eficientemente en el río Kuma (famoso por sus peces dulces) puede obtener 70 u 80 sen por día. Obviamente, esta. Las personas apenas se mantienen con vida. Cuando pienso en ello, la vida que vivo es mucho mejor de lo que merezco. (2003, p. 32)

 

* Los Diarios mendicantes que han sido publicados integran el Volumen 3 de la Obra Completa de Santōka (1986) en idioma japonés. Sin embargo, al no disponer de la versión física de este libro, contamos con la versión digital (que data de septiembre de 1930 a agosto de 1940) en el archivo aozora (archivo de textos digitalizados que, según los derechos de autor, son de dominio público). Para referir a este archivo hemos desistido del uso de la cursiva, pero hemos conservado la mayúscula. Hemos cotejado con este archivo la pertenencia de las citas introducidas en el trabajo desde la selección realizada por Burton Watson y traducida por el mismo autor para la publicación For all my walking. Free-verse Haiku of Taneda Santōka with Exerpts from His Diary (2003). Todas las citas correspondientes a este libro son de traducción propia.

Referencias

Santôka (2003). For all my walking. Free-verse Haiku of Taneda Santōka with Exerpts from His Diary [Introducción y traducción de Burton Watson]. New York: Columbia University Press. La traducción es nuestra.

_______ (2004). Saborear el agua. Trad. Vicente Haya. Madrid: Hiperión.

_______ (2006). El monje desnudo. Trad. Vicente Haya.  Madrid: Miraguano.

_______ (20 de marzo de 2008). 行乞記(一)[Diarios mendicantes (1)]. Aozora Bunko. Recuperado de: https://www.aozora.gr.jp/cards/000146/files/44913_30581.html

La traducción es nuestra.

Mayo 2024

Escribo el artículo de este mes desde un Santiago de Chile que, si bien se encuentra en otoño, nos muestra día a día el rostro oscuro y nublado del invierno. Así que centrarme en las estaciones del hemisferio norte, específicamente las de Japón, me ayuda a escapar, aunque sea en mi imaginación, a un mundo de sol y luz.

En el artículo de mayo dejaremos de lado la revisión de las categorías en el kigo y volveremos a la clasificación estacional con el verano o 夏 natsu. Según el calendario lunar, que es el que rige la utilización del kigo, la estación estival abarca desde 立夏 rikka o inicio del verano (alrededor del 06 de mayo) hasta el día anterior a 立秋 risshuu o inicio del otoño, es decir, el 07 de agosto. Si lo vemos desde un punto de vista meteorológico, sería desde el solsticio de verano al equinoccio de otoño. Es la estación más calurosa y con mayor cantidad de luz del sol. Se divide, para efectos del kigo y su uso subsecuente en la composición de haiku, en palabras que se pueden utilizar durante todo el intervalo estacional y cada uno de los tres meses que lo abarcan. 三夏 sanka o tres veranos, corresponden a palabras que representan la estación en su totalidad y se pueden utilizar durante toda su duración. Describen el fresco calor de inicio de verano, la humedad de la temporada de lluvias o 梅雨 tsuyu a mitad de la estación y el calor abrasador al final del período. Luego tenemos 初夏 shoka o inicio del verano; de acuerdo con el calendario solar sería mayo, y con el lunar, Udzuki. El cielo es claro y despejado y el calor todavía no tan intenso, por lo que la gente aprovecha los largos feriados para vacacionar en las montañas o el mar. La siguiente división es仲夏 chuuka, mitad del verano; junio en el calendario actual y Satsuki, el quinto mes del calendario lunar. Coincide con la temporada de lluvias, en la que el verdor de la vegetación parece brillar de lo intenso y la humedad y calor sofocan. Por último, 晩夏 banka, fines del verano; corresponde a julio o el sexto mes del calendario lunar, Minadzuki. A pesar de estar finalizando la temporada el calor sigue muy alto, sin embargo, la pronta venida del otoño se puede notar en el viento que sopla temprano en la mañana y al atardecer.

Como he mencionado en los artículos anteriores, cada una de estas divisiones tiene, a su vez, las siete categorías 時候 jikou, estacional; 天文 tenmon, astronomía; 地理 chiri, geografía; 生活 seikatsu, vida cotidiana; 行事 gyouji, eventos; 動物 doubutsu, animales y 植物 shokubutsu, vegetación.

Los dejo con algunos haikus que seleccioné y traduje, correspondientes a la clasificación 三夏 sanka, que describe toda la estación, y 初夏 shoka o inicio del verano.

 

Kigo: 短夜 mijikayo literalmente significa corta noche; noche de verano, noche estival.
Período: 三夏 sanka o tres veranos
Categoría: 時候 jikou, estacional
Haijin: Takizawa Kazuharu (1953 -)

短夜の鉤爪動く檻の中

mijikayo no kagidzume ugoku ori no naka

dentro de la jaula se mueven las garras de la noche estival

 

 

Kigo: 風薫る kaze kaoru o 薫風 kunpuu; literalmente significa el aroma del viento o brisa fragante; el viento que sopla en verano. También describe el viento que sopla cuando florece fresca vegetación y hojas nuevas.

Período: 三夏 sanka o tres veranos
Categoría: 天文 tenmon, astronomía
Haijin: Yamaguchi Soku (1929-2016)

薫風に風のさざなみ草千里

kunpuu ni kaze no sazanami kusa chisato

brisa fragante, millas de hierba ondulada por el viento

 

 

Kigo: 薄暑 hakusho, suave calor a inicio del verano.
Período: 初夏 shoka o inicio de verano
Categoría: 時候 jikou, estacional
Haijin: Iida Ryuuta (1920-2007)

山の木に風すこしある薄暑かな

yama no ki ni kaze sukoshi aru hakusho kana

en los árboles de la montaña hay un poco de viento y un suave calor

Kigo: ネル neru o franela, tejido suave y ligero que puede utilizarse como material para ropa de dormir veraniega.
Período: 初夏 shoka o inicio de verano
Categoría: 生活 seikatsu, vida cotidiana
Haijin: Shimada Seihou (1882-1944)

ネル着たる肉塊の女に聖書かな

neru kitaru nikukai no onna ni seisho kana

vestir franela es palabra sagrada para el cuerpo femenino

Me despido de esta pausa mental para retornar a este invernal y oscuro Santiago, deseando que, si no puedo disfrutar del verano por los próximos meses, cuando menos el otoño reclame su lugar para alegrarnos los días con su dorada luz. Hasta el próximo artículo, en el cual continuaremos con el análisis de las categorías.

Los capullos del rosal con pulgón

“Siempre hay flores para aquellos que desean verlas”
Henri Matisse

Tradicionalmente, el mes de mayo se asocia con el apogeo de la época vernal, cuando los días son más largos y el frío del invierno cede el paso a la templanza y a la calidez de la primavera. Ya lo afirma la paremiología: “marzo ventoso y abril lluvioso sacan a mayo florido y hermoso”. En esta entrada, admiraremos el mundo a través de haikus cuyos polos giren en torno a las flores, preámbulos y símbolos del nacimiento de la vida, y de cuya importancia primordial ya eran conocedoras las civilizaciones más pretéritas.

No hay nada mejor que disfrutar de esas flores y aspirar su aroma:

Mientras sonríe
corta del naranjo
un ramito de azahar

 ¿Somos nosotros los únicos a los que los textos que hablan sobre sonrisas nos arrancan una? No hay mayor prueba de la alegría de vivir que una sonrisa. En este haiku espectacular, el agente —haijin o no— es feliz mientras corta esas ramitas de azahar, cuyo delicado olor añade una nota más de pureza e inocencia a la imagen que este haiku nos evoca.

Cerro Siete Colores –
Iluminada
brota la flor de cactus

 El cromatismo de este haiku es exquisito. Destaca en el primer verso del haiku, a modo de encuadre fotográfico, el cerro Siete Colores, cuya originalidad natural ya es suficiente como para admirarnos de su magia. Pero el milagro real acontece en el último verso: esa flor de cactus que, iluminada —no sabemos si por el sol o por la luna, pues deja la interpretación abierta al lector; para nosotros, la primera lectura nos evocó la noche, cuando algunos cactus florecen—, se va abriendo paso hasta que pasa al plano principal de la existencia. El cerro, imponente y masivo, deposita su grandeza y se empequeñece para servir a la flor, pequeña y delicada. El aware, la admiración por convivir el mundo, está ocurriendo continuamente ante nosotros.

La tarde en calma
Unas flores de adelfa
caen al mar

Este haiku destila tranquilidad por sus versos. Apenas corre una breve brisa frente al mar: la tarde está calmada y no hay viento ebullendo en movimiento. El mar que se nos muestra también está tranquilo; ni está bravo, ni hay temporal que lo revuelva. En esa estampa de quietud, unas flores de adelfa ―preciosas― caen al agua y flotan sobre esas olas, como si el mar fuese una cuna que meciese a las flores ofrendadas. Ese leve vaivén, que desencadena al haiku, podría contemplarse durante horas sin perder un ápice de espontaneidad.

 No conseguimos reponernos de un haiku bello cuando viene otro que también demuele el corazón:

Arrullos
Los capullos del rosal
con pulgón

Sinceramente, magistral. Hay una mezcla de elementos, un no sé qué que deja balbuciendo al lector, cuyas conexiones racionales son horadadas por los arrullos, heridas por el pulgón y desgarradas por la compasión por el rosal. Esa última sensación es inmensa: ¿por qué debe sufrir el rosal por el pulgón que lo daña? ¿Por qué? ¿Por qué sentimos compasión por las cosas bonitas, y no tanta por las que no lo son, cuando todas ellas forman parte del mismo mundo por igual? ¿Nos hace todo lo anterior más humanos, o menos? Ante este ensañamiento del mundo con su propia belleza, y ante esa imprecación que nos deja sollozando en la racionalidad ―incapaz de comprender el mundo― al proponer la pregunta del porqué ―no podemos alterar el orden de las cosas―, los arrullos de los pájaros confortan al lector.

 Casi la noche
el canto del cardenal rojo
entre las magnolias

 Concluimos esta sección con otro gran haiku. El canto del cardenal es determinante, pues motiva la escena del haiku, pero su agente se intuye solamente: la luz del crepúsculo parece insuficiente incluso para dibujar la silueta del ave. El agente se esconde en una cama de magnolias, cuyo olor impregna a su cantor y a la escena percibida. Un contraste percibido entre el dulzor de la melodía y el de las flores; la oposición entre el color de las magnolias y de los colores térreos del ocaso, desdibujados por la penumbra que avanza inexorablemente en el tiempo. En definitiva, el haiku presenta unos elementos combinados y unos sentidos evocados difíciles de olvidar para el lector.

(Los autores de los haikus corresponden, en orden de aparición, a Idalberto Tamayo, Bibisan, Piluca C.P., jlcarcas y William Cue).

Los tlacuachitos saliendo del marsupio

Los tlacuachitos1 saliendo del marsupio

 1 tlacuache: Méx. Zarigüeya

 En esta serie de entradas no podía faltar una que intentara hacer justicia al propio nombre de la sección: Celebrar la vida. Por ello, en esta entrega comentaremos algunos haikus que cantan a la vida y se emocionan con la existencia por el mero hecho de ser y de seguir estando. El misterio de la vida, que suscita más preguntas que respuestas, es el tema principal de lo sagrado —no hay nada más sagrado que la propia vida—, que bien merece una selección y comentario por todo lo alto.

 

Acahuale2
y los tlacuachitos
saliendo del marsupio

2 acahuale: Méx. Derivación paragógica de acahual, ‘girasol’ o ‘hierba alta y de tallo algo grueso de que suelen cubrirse los barbechos’.

 

El exotismo fónico-léxico de este haiku para oídos españoles no resta un ápice de entendimiento en cuanto al sentimiento que transmite: la alegría del haijin por ser testigo de escena tan tierna como ver a esos tlacuachitos que salen, independientes, a continuar con el ciclo de la vida. El primer verso aporta una nota de compasión: los acahuales, que esconden a las zarigüeyas, los protegen de la crueldad del mundo que les espera afuera.

No podría faltar en esta sección un haiku que tratara sobre el agua como generadora y fuente de vida:

 

La Sagra en verano.
Por donde pasa el río
verdean los surcos

 

En este haiku tan delicado, la autora percibe en un entorno privilegiado que aquellas zonas contiguas al río reverdecen más que las más lejanas. Se emociona con el hecho de que el agua posibilita la existencia de vida, y no juzga si dicha vida es más o menos compleja que otra, pues, al fin y al cabo, todas y cada una de las formas de vida existentes tienen ese derecho a existir.

 

Escarcha en la huerta
Los saltos del potrillo
que se ha curado

 

La enfermedad y el dolor, inherentes a la existencia, quedan superados en este haiku magistral que, con palabras y gestos muy sencillos, encierra una gran lección de vida. La alegría del potrillo es evidente: está tan feliz que salta de alegría por haberse recuperado. ¿No es maravilloso que podamos emocionarnos con los sentimientos de otros seres? ¿Acaso no es motivo de alegría saber que otros seres son felices? Completa la escena el primer verso, que imprime una fuerza especial al segundo polo: la antítesis del vigor, asociado de manera inconsciente al calor y a la vitalidad, contrasta con la frialdad y quietud de la escarcha presente en la escena.

 

Pacas de heno
Se tambalea el potro
recién nacido

 

Otro haiku excelente, que canta directamente al nacimiento de un ser: al comienzo de la existencia de otra entidad que antes no estaba. Dicho sentimiento inunda el haiku de ternura y compasión por el potrillo recién nacido.  El olor y el tacto de las pacas de heno, que encuadran perfectamente la escena, amplifican la dimensión y la potencia de este haiku. Nacer es un misterio para la racionalidad: más allá del instinto de procrear y perpetuar la especie; ¿acaso no hay mayor muestra de amor que regalar la vida y cuidar a otra criatura?

 

d’una flor a una altre
es van aparellant
dos papallones

 

de una flor a otra
se van apareando
dos mariposas

 

Este haiku tan elegante describe la cópula de dos lepidópteros de flor en flor. La imagen es muy bella y delicada: el vuelo intermitente de las mariposas, con cuyo movimiento doblan los tallos de las flores mientras cantan a la vida, es el aware demoledor que nos hace enmudecer ante esta estampa tan sagrada. En definitiva, un haiku de primera que revela la sensibilidad extraordinaria del autor.

 

Brisa helada.
En la mano,
un huevo recién puesto

 

Este haiku es una explosión de sensaciones. El huevo, receptáculo de vida, aún caliente, se siente casi palpitante en la mano de la autora. Contrasta el calor inherente a la vida con la brisa helada que, probablemente, haya enfriado las manos antes de tocar el huevo y cuyo calor le transmite de nuevo: ese hosomi tactual anticipa el perfecto nibutsushougeki (contraposición de dos polos no armónicos: brisa helada/calor del huevo). Dicha oposición cierra esta obra maestra con el sello propio de la vida, a saber: la conjugación acumulativa de realidades antagónicas, que, sin ser paradójicas ni excluirse mutuamente, se potencian y realzan entre sí hasta el extremo.

(Los haikus seleccionados, en orden de aparición, pertenecen a Jorge Moreno Bulbarela, Encarna, Piluca C.P., Idalberto Tamayo, mencs6 y Mavi).

Caminar I

Abril, 2024
Otoño
Córdoba, Argentina

Caminar I

 Sin talento e incompetente como soy, hay sólo dos cosas que puedo hacer:
caminar, con mis propios pies; componer, mis propios poemas
(Santôka, 2003, p. 9) *

 ¿Qué significa hacer un viaje a pie? Ponerse en marcha y caminar, dar un paso tras otro paso sin saber muy bien cuándo y dónde aparece el destino. Viajar a pie no tiene nada de planificación es más bien librarse al azar. ¿Qué sentimientos invadirán al cargar un bolso y un paraguas, salir de casa y abandonarla lentamente, sin la ansiedad ni del regreso y la llegada. Caminar por nuestra propia ciudad hasta sus límites donde la naturaleza le gana terreno a la urbanización. Disfrutar del frescor de las sombras en los senderos de los bosques pero también librar una lucha cuerpo a cuerpo con los azares de la naturaleza. Admirar el frescor del agua, alimentarse de los frutos del camino, las mariposas y las hormigas que siguen nuestra con la misma intensidad en que padecemos el hambre, la fiebre y los dolores causados por el viaje.

大地ひえびえとして熱あるからだをまかす

Daichi hiebie to shite netsu aru karada o makasu

Confío mi cuerpo
con fiebre
a la tierra fría

(Santôka, 2006, p. 164)

Trad. Vicente Haya

 

*

 

いつまで旅することの爪をきる

itsu made tabisuru koto no tsume o kiru

¿Cuánto tiempo más me cortaré las uñas para viajar?

 

*

 

炎天をいただいて乞ひ歩く

Enten wo itadaite kohi aruku

Bajo un sol ardiente, pedir y caminar.

 

*

 

投げだしてまだ陽のある脚

Nagedashite mada hi no aru ashi

Me rindo, aún el sol me da en los pies

 

*

 

生き残ったからだ掻いてゐる

Ikinokotta karada kaiteiru

Me rasco el cuerpo ¡Todavía sigo vivo!

Trad. Julia Jorge

 

Cuando leo acerca de Santôka, sus críticas, sus diarios de viaje y sus haikus, la idea de “el último monje mendicante peregrino» se desvanece en varias facetas. Su escritura ha dejado testimonio de las oscilaciones del pensamiento, de los vaivenes de las decisiones, del reconocimiento de su propia hipocresía y de la aceptación de un modo de vida susceptible de crítica, pero que le permitió sobrellevar sus malestares existenciales, sus dolores heredados y el sentimiento constante de estar al margen de lo común.

En lo familiar, el margen comienza con el suicidio de su madre, luego de su hermano, el alcoholismo de su padre y la venta de las tierras familiares para la apertura en 1906 de una fábrica de alcohol que quebró diez años después. En lo personal, su ingreso a la universidad de Waseda que abandonó en 1904 a causa de un ataque de nervios que coincidía con su frecuente consumo de alcohol. También su fallido matrimonio arreglado por su padre con Sato Sakino. Aunque su carrera literaria fue bastante escribiendo bajo la tutela de Ogiwara Sansensui desde 1913, cultivando el estilo libre (shinkeikô) y convirtiéndose en editor de la revista Capas de nubes (Soun) en 1916. Sin embargo, en 1919 apostó por su traslado a Tokio para convertirse en poeta y encontrar un buen futuro laboral, abandonado a su hijo ken y a su esposa. Esta decisión se vio afectada por su consumo de alcohol lo que llevo a perder su trabajo como bibliotecario en 1920. Borracho en 1924 intentó suicidarse arrojándose a las vías de un tren. Este intento fue una bisagra en la vida de Santôka, que rescatado de su intento de suicidio fue trasladado a un templo zen y dejado a cargo del monje Mochizuki Osho Gian. Allí permaneció y se ordenado como monje en 1925.

La conjunción de estos dos periodos de su vida son el motor de sus peregrinaciones. Santôka se refería a estos viajes con el nombre de mendicación itinerante (gyōkotsu). Durante el día reunía el dinero suficiente para pasar la noche en una posada barata, abastecerse de sake (licor de arroz) o shôchû (licor de batatas). Pese a intentar sostener los hábitos zen, en sus Diarios confiesa reiteradamente la hipocresía que residía en la práctica mendicante. Su actitud contrasta con la larga tradición budista y zen, en la que los viajes a pie eran una forma de poner en ejercicio la meditación. Tradicionalmente, estas expediciones mendicantes (takahatsu) se hacían en grupo y las limosnas eran recibidas en nombre de un templo. A diferencia de estas expediciones, Santôka peregrinaba de forma independiente y su cuenco para mendigar no tenía el nombre de ningún templo. Esta situación le costó varios interrogatorios de la policía, dada la desconfianza que generaba un sujeto cuya mendicidad no tenía motivos religiosos estrictos. Más que un monje, parecía un mendigo.

Visto así, Santôka parece aventurado en una travesía inútil, dada su falta de fines y destinos, Santôka camina por el solo hecho de caminar. La pregunta por el dónde no tiene respuesta. El solo hecho de conservar ese interrogante es lo que lo mantiene en marcha y caminar es su único destino:

この道しかないひとりであるく

Kono michi shika nai hitori de aruku

No hay más que esta senda
Camino en soledad

(2006, p. 36)

 

どうしようもないわらしが歩いてゐる

Dô shiyô mo nai watashi ga aruite iru

No hay forma de evitarlo
ya estoy andando

(2004, p. 32)

Trad. Vicente Haya

 

*

 

炎天をいただいて乞ひ歩く

Enten wo itadaite kohi aruku

Bajo un sol ardiente, pedir y caminar.

 

*

 

どうしようもないわたしが歩いてゐる

Dôshô mo nai watashi ga aruiteiru

Nada qué hacer, solo caminar.

 

*

 

まつすぐな道でさみしい

Masuguna do de samishii 

Solo por un camino recto.

Trad. Julia Jorge

 

Referencias

Santôka (2003). For all my walking. Free-verse Haiku of Taneda Santōka with Exerpts from His Diary [Introducción y traducción de Burton Watson]. New York: Columbia University Press. La traducción es nuestra y ha sido cotejada con el original en japonés.

_______ (2009) El monje desnudo. Miraguano, Madrid.

______ (2004) Saborear el agua. Hiperión, Madrid.

______ (20 de marzo de 2008). 行乞記(一)[Diarios mendicantes (1)]. Aozora Bunko. Recuperado de:
https://www.aozora.gr.jp/cards/000146/files/44913_30581.html

La traducción es nuestra.

Abril 2024

Les saludo desde un Santiago de Chile que intenta sobrevivir a marzo, mes en el que comienza el año académico y la mayoría de las personas vuelve de las vacaciones estivales a sus trabajos. Si bien el otoño llegó a los árboles del parque cercano a mi hogar a fines de enero, es por estos días que la nueva estación se respira en el aire y se siente en la luz del sol.

En el artículo de este mes de “El mundo del kigo” continuaremos revisando las categorías en que se dividen estas palabras estacionales. Como indiqué previamente, tenemos la división por estaciones ―primavera, verano, otoño, invierno y Año Nuevo― y estos períodos, a su vez, se dividen en tres subsecciones. Por otro lado, tenemos siete categorías temáticas dentro de cada una de estas subsecciones estacionales. En el artículo de marzo vimos 時候 jikou o estacional, y en abril nos corresponde analizar 天文 tenmon o astronomía.

Si bien el término 天文 tenmon significa, como indiqué, astronomía, su uso en haiku hace referencia a lo que hoy llamaríamos “meteorología”. Fuera de algunos cuerpos celestes como la luna y las estrellas, los temas que encontramos mayormente en esta categoría son vientos, lluvias, nubes, etc. El físico y autor Terada Torahiko, en su ensayo Tenmon to haiku “Astronomía (meteorología) y haiku”, indica que, probablemente, esta confusión se generó ya que, desde la antigüedad, tanto en China como Japón, se utilizaba tenmon en el mismo sentido que el concepto griego de “μετέωρος meteoros” definido como “todos los fenómenos entre el cielo y la tierra”. De esta forma nos encontramos con kigos como “逃げ水, 逃水 nigemizu = agua que escapa” y que se refiere a un fenómeno de espejismo que parece un charco de agua en el asfalto en un día soleado y caluroso. O “油風 abura kaze = viento aceitoso”, suave brisa que sopla en los días soleados de fines de primavera, alrededor de abril. Y también “初虹 hatsuniji = primer arcoíris”; aunque la palabra 虹 niji sola es kigo de verano, hatsuniji es de fines de primavera, y se refiere al primer arcoíris que aparece en esta época y que se genera con un sol débil, por lo que sus colores son lavados.

Los haikus que seleccioné y traduje para ustedes este mes corresponden al período “晩春 banshun o fines de primavera”, lo que nos permite ir con el paso de las estaciones según el calendario de haiku. Así, en enero tuvimos de Año Nuevo; en febrero, de inicio de primavera; marzo, kigos de mitad de primavera, y ahora en abril llegamos al fin de la estación.

Kigo: 花曇り hanagumori = nublado de cerezos. Hace referencia al cielo nublado de primavera en la época de florecimiento de los cerezos. El cielo está relativamente azul, con nubes altas. En ocasiones se ve un halo en el sol. Variaciones 養花天 youkaten y 春陰 shun’in.

Período: 晩春 banshun o fines de primavera

Categoría: 天文 tenmon o astronomía

Haijin: Hara Sekitei (1886-1951)

門の花静かに白し花曇

mon no hana shizuka ni shiroshi hanagumori

las flores de la puerta tranquilamente blancas, nublado de cerezos

Kigo: 蜃気楼 shinkirou = espejismo. Cuando la temperatura cerca de la superficie de la tierra varía de un lugar a otro los rayos de luz se refractan debido a la diferencia en la densidad del aire, lo que hace que los objetos en el suelo parezcan flotar en el aire y que las cosas distantes parezcan más cercanas.  Variación 海市 kaishi.

Período: 晩春 banshun o fines de primavera

Categoría: 天文 tenmon o astronomía

Haijin: Mimura Jun’ya (1953- )

蜃気楼将棋倒しに消えにけり

shinkirou shougidaoshi ni kie ni keri

espejismos, desaparecieron como fichas de dominó

Kigo: 忘れ霜 wasurejimo = helada tardía, literalmente “helada olvidada”. Helada que sucede a fines de primavera, que daña los vegetales, las moras y las plantas de té. En la antigüedad se le llamaba “helada de despedida de la 88° noche” y era muy temida por los agricultores. Variaciones 別れ霜 wakarejimo、霜の名残 shimo no nagori、晩霜 osojimo、終霜 shuusou、名残の霜 nagori no shimo、霜の別れ shimo no wakare、霜の果 shimo no hate y 霜害 sougai.

Período: 晩春 banshun o fines de primavera

Categoría: 天文 tenmon o astronomía

Haijin: Kobayashi Issa (1763-1828)

鶯も元気を直せ忘れ霜

uguisu mo genki wo naose wasurejimo

ruiseñor recupera tu energía, es la última helada

Con este haiku que nos llama, como al ruiseñor, a enfrentar con ánimo una nueva estación, y agradeciendo su compañía en otra jornada de este viaje por “El mundo del kigo”, me despido hasta el próximo artículo.