8
Libertad
La libertad del Zen se manifiesta de formas muy diversas. ¿Qué es la verdadera libertad?
Pero, ¿qué debo hacer? dijo Alice. “Lo que quieras”, dijo el lacayo,
y empezó a silbar.
La libertad no es hacer lo que te gusta, sino que te guste lo que haces. Cuando sentimos dolor, pena y soledad, estamos a salvo. Nosotros podemos pensar como Satanás en el Infierno,
Aquí al menos
seremos libres; el Todopoderoso no ha construido
aquí por su envidia, no nos echará de aquí.
Esta es la libertad que Buson sintió un día, sentado solo en la oscuridad, recordando el rostro de su padre, la voz de su madre:
父母のことのみ思ふ秋の暮 蕪村
Chichi-haha no koto nomi omō aki no kure
Es de noche, otoño;
sólo pienso
en mis padres.
(Buson)
Es libertad para gustos y aversiones, no en el sentido de que nos volvemos indiferentes o insensibles, sino de que las cosas agradables no se sentimentalizan ni se falsifican:
遣羽子にまけし美人の総かな
Yaribane ni makeshi bijin no ikari kana
Vencida en el juego de pala y volante,
la bella doncella
¡muy enojada!
(Shiki)
Del mismo modo, las cosas desagradables, feas o repugnantes resultan interesantes y significativas. El haiku se esfuerza por quitar lo que Coleridge llamaba
La película de la familiaridad y la solicitud egoísta.
Más difíciles de superar y de liberarse son las costumbres del lenguaje y las asociaciones de palabras. La palabra “roncar”, con su connotación humorística, abruma la poesía de los dos haiku siguientes, el primero con su extraña mezcla de lo inmaterial, lo humano y el mundo de los insectos; el segundo con su patetismo:
秋の夜や夢と新ときりぎりす
Akino yo ya yume to ibikı to kirigirisu
Una noche de otoño;
sueños, ronquidos,
el canto de los grillos.
(Suiō)
其人の鼾さへなし秋の輝
Sono hito no ibiki sae nashi aki no semi
Incluso sus ronquidos
ya no se oyen:
las cigarras de otoño.
(Kikaku)
Escrito tras la muerte de Kōsai, 工斎, discípulo de Bashō, el segundo verso significa que, aunque las cigarras siguen cantando en otoño, el menos inteligente e inteligible de los sonidos humanos, sus ronquidos, ahora son inaudibles en la muerte.
Es la libertad de lo que los hombres consideran ordinariamente posible e imposible.
間至人不知利子。 王促日。 至人陣 。大
深焚。而不能熱。河漢選面不能塞。疾雷破山。
原振形,而不能驚。 若然者乗雲気。騎日月。而
遊学四海之外。死生無髪於己, 而況利害之端
(荘子内篇二。)
“¿Sabe un hombre de verdad lo que son pérdidas y ganancias?” dijo Ogei. “El Hombre Real es un ser espiritual- una entidad absoluta, por encima de la relatividad. Si el Gran Océano se secara por el calor, él no sentiría calor; si la Vía Láctea se congelara, él no sentiría frío. Aunque los truenos desgarraran las montañas y las tempestades sacudieran los mares, él permanecería impasible. Un hombre así puede subir a las nubes, cabalgar sobre el sol y la luna, navegar más allá de los cuatro océanos. La vida y la muerte no pueden cambiarle. ¿Cómo podrían entonces afectarle las ganancias y las pérdidas?”.
Un hombre así es como Dios, con quien todo es posible. En tal estado de ánimo iluminado, Cristo gritó,
Os digo que, aun de estas piedras, Dios es capaz de darle hijos a Abraham.
Confucio, con toda su sobriedad, tiene un pasaje en armonía con el espíritu de las palabras de Cristo:
唯天下至誠、 鶴能漆其性、 能書其性、 則能恋
人之性、能霊人之性、 則能霊物之性、 能憲
物之性、則可以賞天地之化育、可以費天地
之化育、 則可以奥天地参笑。 (中席甘ニ)
Sólo quien ha alcanzado la (perfecta) sinceridad bajo el Cielo puede agotar (las infinitas posibilidades de) su naturaleza. Quien lo hace, puede agotar la naturaleza del hombre, y con ello la naturaleza de (todas las demás) cosas, alcanzando así (el poder de) tomar parte en la (actividad) transformadora y vivificadora del Cielo y de la Tierra, y como Hombre, hacer un Tercero con ellos.
Hay libertad frente al miedo a los resultados de las propias acciones:
生不受天党、死不伯地獄。 (障林句集)
Vivo, no me recibirán en los Salones Celestiales;
muerto, no temo al Infierno.
Hay libertad de los límites de tiempo y lugar
Alles was noch künftig ist in tausend und aber tausend Jahrenwenn denn die Welt so lange steht, das hat Gott jetzt gemacht, und alles was manch tausend Jahr veryanges ist, das soll er heute noch machen.[1]
(NT.- Traducción: “Todo lo que todavía estará en el futuro dentro de miles y miles años, cuando el mundo dure tanto tiempo, Dios lo ha hecho ahora, y todo lo que es muy antiguo, de hace muchos miles de años, debería seguir haciéndolo hoy”).
¿Cómo vamos a conseguirlo?
Dios no está atado al Tiempo ni al Lugar, está en todas partes al mismo tiempo; y esto lo sabremos en la medida en que seamos capaces, si dondequiera que estemos, nuestros deseos son estar con Él.[2]
“Estar con Él” no significa estar en ningún tipo de Cielo en el espacio o en el tiempo. Significa sentir el dolor y el placer igual que Dios, pero sin temor a que el dolor llegue o el placer huya, ya que son la trama y el tejido de nuestra existencia temporal y espacial. Significa estar libre de la vida y de la muerte, en el sentido de que sabemos que
empezamos a morir cuando vivimos, y la larga vida no es más que una prolongación de la muerte…. Lo que no tiene principio puede estar seguro de no tener final.[3]
Esta es la libertad deseada fervientemente por los estoicos, expresada por Virgilio en las palabras,
“Felix qui potuit rerum cognoscere causas,
atque metus omnes, et inexorabile fatum
subjectis pedibus, strepitumque acherontis avari” [Geórgicas, 2, 490].
(NT.- Traducción: Feliz el que ha sabido conocer las causas de las cosas,
y ha puesto fin a todo miedo, al destino implacable,
y al ruido del codicioso Aqueronte, bajo sus pies).
Pero en lugar de en tonos tan solemne, esto lo dice mejor Stevenson en Aes Triplex, expresado con la misma vivacidad y vitalidad, el dinamismo y la diversión que implica esta libertad:
Si nos aferráramos con tanta devoción como algunos filósofos pretenden que lo hacemos a la idea abstracta de la vida, o si tuviéramos la mitad de miedo que ellos pretenden que tenemos al accidente subversivo que acaba con todo, las trompetas podrían sonar a cada hora y nadie las seguiría a la batalla; el “blue-peter” podría volar hasta en un camión, pero ¿quién subiría? ¿un barco en alta mar? Piensa (si esos filósofos tuvieran razón) con qué espíritu debemos afrontar el peligro cotidiano de la mesa del comedor; ¡un lugar más mortífero que cualquier campo de batalla de la historia, donde la mayor parte de nuestros antepasados han dejado miserablemente sus huesos!
笠もなき我を時雨るる何となんと
Kasa mo naki ware wo shigururu nanto nanto
Que llueva, en invierno,
y ni siquiera un sombrero-paraguas,
¡Vaya, vaya!
(Bashō)
La libertad de credos, declaraciones generales, -ismos y -ologías, puede parecer que empobrece la vida intelectual. Puede parecer que ataca la raíz del cristianismo. Pero no es así:
“Su templo, fundado hace unos dieciocho siglos, yace ahora en ruinas, cubierto de selva, morada de lúgubres criaturas: no obstante, aventúrate; en una cripta baja, arqueada con fragmentos caídos, ¡encuentras el altar todavía allí, y su Lámpara sagrada perennemente encendida!”.[4]
只たのめ花もはらはらあの通り
Tada tanome hana mo hara hara ano tôri
Simplemente confía:
¿No revolotean los pétalos hacia abajo
así, sin más?
(Issa)
Libertad de la moral, de las nociones de progreso, de todos los ideales abstractos, de los valores preconcebidos que la mente está supuesta a otorgar a las cosas; y ¿qué queda? Spengler dice:
“Para el hombre que en estas cosas ha conquistado su libertad incondicional de perspectiva más allá de todo interés personal, no hay dependencia, ni prioridad, ni relación de causa-efecto, ni diferenciación de valor o importancia. Lo que asigna rangos relativos entre los detalles-hechos individuales es simplemente la mayor o menor pureza y fuerza de su forma-lenguaje, su simbolismo, más allá de toda cuestión de bien y mal, alto y bajo, útil e ideal”.[5]
Debemos liberarnos de la idea, y liberarnos del hecho de buscar la felicidad, de buscar la belleza o la importancia. Así que Buson dice:
さびしさのちれしくもあちの夢
Sabishisa no ureshiku mo ari aki no kure
Una víspera de otoño,
hay alegría también
en la soledad.
(Buson)
Escapar del sentimiento de que la felicidad es un fin en sí misma, es una tarea de toda la vida. Pero al menos podemos librarnos de la noción, implantada en nosotros indirectamente desde niños, que tenemos derecho a ciertas cosas, entre ellas y quizás la principal, la felicidad. En Sartor Resarlus, Carlyle dice:
“Pero el capricho que tenemos de la Felicidad es algo así. Mediante ciertas valoraciones y promedios de nuestros propios golpes, llegamos a una especie de suerte terrestre media: creemos que nos pertenece por naturaleza y por derecho imprescriptible. Es el simple pago de nuestros salarios, de nuestros merecimientos; no requiere ni agradecimiento ni queja; en el excedente que pueda haber contamos la Felicidad; cualquier déficit es de nuevo Miseria”.[6]
Thomas Jefferson lo expresó con palabras que nunca dejan de conmovernos y que, sin embargo, son casi universalmente malinterpretadas:
“Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre ellos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.
Pero Carlyle tiene una palabra que rompe todos los sofismas:
No ames el placer: ama a Dios.
Ama todo lo que fue, es y debe ser. Ama las cosas.
Este es el Sí Eterno, donde toda contradicción se resuelve: donde quien camina, está bien dentro de él.
Matthew Arnold lo expresa de forma más sombría y no menos enfática que Carlyle:
“Podrías, Pausanius, aprender cuán profunda es esta falta:
podrías discernir, tan sólo una vez, que no tienes derecho a la dicha…”[7]
Cuando aprendamos esto sin amargura ni arrepentimiento, cuando consintamos, estemos de acuerdo o incluso deseemos que así sea, comprenderemos por primera vez el significado de la libertad.
……………………
[1] San Agustín, citado por Eckhart.
[2] William Penn.
[3] Hydriotaphia.
[4] Sartor Resartus.
[5] Introducción, 11.
[6] Capítulo IX.
[7] Empédocles.