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LOS ORÍGENES ESPIRITUALES DEL HAIKU (2)

  1. Zen

El Zen es la puesta en práctica, la realización (hacer real) del budismo Mahayana en la vida cotidiana. Un monje erudito debe mostrar su «saber» cuando un ladrón le amenaza, cuando le aclaman diez mil personas, cuando le sorprende un chaparrón repentino, cuando tiene que esperar horas a un autobús. Al mismo tiempo, en la misma acción, y mismo estado de ánimo, no hay ladrón, ni lluvia, ni espera; no se muestra nada, y no hay nadie que muestre nada. Es decir, por un lado el Zen es rigurosamente práctico, por el otro salvajemente idealista y suprarracional; y, sin embargo, es sólo un hombre escribiendo palabras en un papel, o una madre dando el pecho a su hijo.

¿Y qué tiene esto que ver con el haiku? Ya lo veremos. En próximas páginas, se traducen algunos de los breves pasajes recogidos en el Zetirinkushu. Esta antología fue compilada por Eichō,東陽英朝, fallecido en 1574, discípulo de Seccō de Myōshinji 雪江. Los artículos son lo que se conoce como agyo下語, o chakugo, 著語, recopilados por Eichō de unos doscientos centenares de libros, incluidos varios escritos zen, por ejemplo El Hekiganroku, Mumonkan, Shinjinmei; los Sutras; Las Analectas, La Gran Enseñanza, La Doctrina del Medio; Mencio; Las Odas; Laotse, Chuangtse; la poesía de Kanzan, Tōenmei, Tōhō, Ritaihaku, Hakurakuten; el Tōshisen.

Fueron utilizadas, y aún las utilizan, los monjes que estudian Zen en los monasterios, quienes seleccionan el pasaje que consideran capaz de resolver el problema que les plantea el maestro. Una ojeada a lo que sigue mostrará una profunda relación entre ellos y el haiku. En particular, podemos señalar:

破鏡不重照 落花難上枝

El espejo roto no volverá a reflejarse;
Las flores caídas difícilmente regresarán a la rama.

Compárese con el verso de Moritake:

落花枝に蹄ると見れば胡蝶かな

Ochiba eda ni    kaeru  to mireba    kochô kana

¿Una flor caída
regresando a la rama?
Era una mariposa.

Moritake, 1472-1549, fue sumo sacerdote del Gran Santuario de Ise; es bastante probable que este poema fuera para él un original. Tomemos de nuevo el siguiente:

春来遊寺客 花落閉門曾

Cuando llega la primavera, muchos visitantes se divierten

en el templo;

Cuando caen las flores, sólo queda el monje que cierra

la puerta.

 

Se desconoce su origen, pero podemos compararlo con los siguientes versos:

散って しづか なり円成寺         鬼貫

Hana chitte   mata shizuka nari   Enjyō-ji

Los cerezos en flor han caído,
el Templo Enjoji
vuelve a estar tranquilo.

(Onitsura, 1660-1783)

 

花散るや伽藍の樞 落しゆく    凡兆

Hana chiru ya    garan no toboso    otoshi yuku

Caen las flores;
cierra la gran puerta del templo,
y se marcha.

(Bonchō , fallecido en 1714)

 

花散りて木の間の寺となりにけり
Hana chirite      ko no ma no tera to        nari ni keri.

Las flores de los cerezos han caído,
el templo
a través de las ramas.

(Buson, 1715-1783)

 

Compárese también:

不知何虚寺、風塗鐘撃楽

No sé de qué templo
el viento trae el sonido de la campana.

 

花の雲鐘は上野か渡草か       芭蕉
 Hana no kumo    kane wa ueno ka    asakusa ka

 Una nube de cerezos en flor:
la campana… ¿es de Ueno?
¿es de Asakusa?

(Bashō)

En la siguiente selección, setenta y tres de unos cuatro mil, podemos ver la visión Zen del mundo en su camino a través de la poesía al haiku.

 芭蕉葉上無愁雨

只是時人聴断陽

Las gotas de lluvia repiquetean sobre la hoja del platanero, pero no son lágrimas de dolor;

son sólo la angustia de quien las escucha.

 

渓盤便是鷹長舌

山色覚非清浮身

La voz del torrente de la montaña es la de una gran lengua;

las líneas de las colinas, ¿no son el Cuerpo Puro de Buda?

 

如刀能割不自制

如眼能看不自看

Es [la vida] como una espada que hiere, pero no puede herirse a sí misma;

como un ojo que ve, pero no puede verse a sí mismo.

 

須得人評之

語不令人食

Las palabras no hacen que un hombre entienda;

debes hacer que el hombre las entienda.

 

賢被太虚室

鎌牛也汗出

Para poder pisotear el Gran Vacío,

la vaca de hierro debe sudar.

 

似虎多隻角

如年鉄尾巴

Es [la Verdad] como un tigre, pero con muchos cuernos;

como una vaca, pero no tiene cola.

 

相見阿阿笑

園林落葉多

Al encontrarse, los dos amigos ríen en voz alta;

en la arboleda, las hojas caídas son muchas.

 

資昏難 報藤

牛夜日頭明

El gallo anuncia el alba al atardecer ;

El sol brilla a medianoche.

 

泉撃中夜後

山色夕陽時

La voz de la fuente después de medianoche;

Los colores de las colinas al atardecer.

 

樹密猿聾響

波澄雁影深

Los gritos de los monos resuenan a través del denso bosque;

en el agua clara, los gansos salvajes se reflejan profundamente.

 

木難鳴子夜

狗映天明

El gallo de madera canta a medianoche:

el perro de paja ladra al cielo despejado.

 

山河並大地

全露法玉身

Montañas y ríos, la tierra entera,-

todos manifiestan la esencia del ser.

 

風定花縮落

鳥鳴山更幽

El viento amaina, pero las flores siguen cayendo;

un pájaro canta, y la montaña encierra aún más misterio.

 

有水皆合月

無山不帯雲

Todas las aguas contienen la luna;

ni una montaña sino las nubes la ciñen.

 

入林不動草

入水不立波

Al entrar en el bosque, no perturba ni una brizna de hierba;

entrando en el agua él [el poeta] no causa una ondulación.

 

一旬定乾坤

一剣亭天下

Una palabra [por ejemplo, de Cristo] determina el mundo entero;

una espada pacifica el cielo y la tierra.

 

梅変占春少

庭寛得月多

El ciruelo, menguante, contiene menos de la primavera;

pero el jardín es más ancho, y contiene más luna.

 

波弄月精神

El árbol manifiesta el poder corporal del viento;

la ola exhibe la naturaleza espiritual de la luna.

 

出門逢響迦

入門逢覇動

Sal y conocerás a Shakamuni;

vuelve a casa, y conocerás al Buda Miroku.

 

古今無二路

達者共同途

Desde antaño no había dos caminos

“los que han llegado” recorrieron todos el mismo camino.

 

汲水奨山勤

揚帆発岸行

Sacad agua, y pensad que las montañas se mueven:

iza la vela, y creerás que los acantilados huyen.

 

歳容無背面

鳥道絡東西

En la vasta inanidad no hay detrás ni delante;

el camino del pájaro conquista el Oriente y el Occidente.

 

只見錐頭利

不知要頭方

Sólo viendo el filo del punzón;

sin conocer la cuadratura del cincel de piedra.

 

傷此夜誠度

如薪漆火被

Esta noche el Buda entró en el Nirvana;

fue como leña quemada por completo.

 

一葉一響迦

一競一爾勤

Una hoja, un Shakamuni;

un cabello, un Miroku.

 

護生須是殺

殺索始安居

Para preservar la vida, hay que destruirla;

cuando se destruye completamente, por primera vez hay reposo.

 

雨中看果日

火菜前清泉

Percibiendo el sol en medio de la lluvia

sacando agua clara de las profundidades del fuego.

 

懐洲牛喫未

徐州馬場張

Cuando una vaca de Kaishū come hojas de morera,

el vientre de un caballo de Ekishū se distiende.

 

袖中日月蔵

栄内握乾坤

Tener el sol y la luna en la manga;

tener el universo en la palma de la mano.

 

不向自己食

向什棄虚食

Si no lo obtienes de ti mismo,

¿dónde irás a buscarlo?

 

牛飲水成乳

蛇飲水成毒

El agua que bebe una vaca se convierte en leche;

el agua que bebe una serpiente se convierte en veneno.

 

町寧損君徳

無言画有功

Muchas palabras dañan la virtud;

la falta de palabras es esencialmente eficaz.

 

欄千難共衛

山色看不同

Aunque nos apoyemos juntos en la misma balaustrada,

los colores de la montaña no son los mismos.

 

善哉観世香

全身入荒草

¡Qué bueno es  Todo el Cuerpo

de Kwannon entre en las hierbas silvestres!

 

結起一誓草

作丈六金身

Tomar una brizna de hierba,

úsala como un Buda dorado de dieciséis pies.

 

青山自青山

自雲自自雲

Las colinas azules son de por sí colinas azules:

las nubes blancas son de por sí nubes blancas.

 

不譲東魯書

争食西索意

Si no has leído las Analectas,

¿cómo puedes conocer el significado del Zen?

 

移花象葉到

途磨道不知

Plantar flores a las que acuden las mariposas,

Daruma dice: «No lo sé».

 

火不待日熱

風不待月演

El calor no espera al sol, para estar caliente,

ni el viento a la luna, para estar fresco.

 

法法不機蔵

古今常露

Desde antaño, todo es claro como la luz del día.

No hay nada oculto.

 

古松義般若

匿鳥弄買如

El viejo pino habla sabiduría divina;

el pájaro secreto manifiesta la verdad eterna.

 

有眼不食見

有耳不食聞

Viendo, no ven;

oyendo, no oyen.

 

黙梅花菓

三千世界香

Sólo un pistilo de la flor del ciruelo,

y los tres mil mundos son fragantes.

 

霊門棒頭短

薬山杓柄長

El bastón de Unmon[1] es demasiado corto;

el bastón[2] de Yakusan es demasiado largo.

 

人々脚渡下

有一坐具地

Todo hombre tiene bajo sus pies

suelo suficiente para hacer Zazen sobre él.

 

不是打殺人

被人打殺必

Si no lo matas,

serás asesinado por él.

 

欲問花楽歳

東君赤不知

Tal vez quieras preguntar de dónde vienen las flores,

pero ni siquiera Tōkun [el dios de la primavera]  lo sabe.

 

路逢達道人

不将語獣野

Si te encuentras con un iluminado en la calle,

no le saludes con palabras, ni con el silencio.

 

是非交結歳

聖亦不能知

Donde la interacción de “es” y “no es” es fija

ni siquiera los sabios pueden saberlo.

 

前水復後水

古今相績流

El agua antes y el agua después,

ahora y siempre fluyendo, se suceden.

 

文章千古事

得失寸心知

Lo que está escrito es de hace mucho tiempo,

pero el corazón conoce todas las ganancias y pérdidas.

 

更無薄覚虚

鳥跡印容中

No hay lugar donde buscar la mente;

es como las pisadas de los pájaros en el cielo.

 

元然無事坐

春来草自生

Quietamente sin hacer nada,

llega la primavera, la hierba crece por sí misma.

 

上無片瓦蓋頭

下無寸土立足

Arriba, ni una teja para cubrirse la cabeza;

abajo, ni un palmo de tierra para poner el pie.

 

ロ欲義而命衰

心欲録而裏亡

La boca desea hablar, pero las palabras desaparecen:

el corazón desea asociarse, pero los pensamientos se desvanecen

 

要知山上路

須是去来人

Si deseas conocer el camino que sube a la montaña.

Debes preguntar al hombre que va y viene por él.

 

只可容諸所有

又英寛諸所無

Simplemente hay que vaciar «es» de significado.

Y no tomar «no es» como real.

 

一鷹飛而撃天

Una mota volando oscurece el cielo:

una mota de polvo cubre la tierra.

 

争如著衣爽飯

此外更無伸意

¿Hay algo que se pueda comparar con llevar ropa y comer de los alimentos?

Más allá de esto no hay Buda ni Bodhisattva.

 

識得本心本性

正是宗門大病

Conociendo la Mente original, la Naturaleza esencial,

esta es la gran enfermedad de (nuestra) religión.

 

如茶正法眠蔵

大似南鏡相照

El tesoro ocular de la ley verdadera del Tathagata

es como dos espejos que se reflejan mutuamente.

 

不可以有心得

不可以無心求

No puede ser alcanzado por la mente

no debe buscarse mediante la falta de mente.

 

不可以語言造

不可以彼獣通

No puede ser creado por el habla;

no puede ser penetrado por el silencio.

 

雁無遺微之意

水無選影之心

Los gansos no quieren dejar atrás su reflejo;

el agua no tiene mente para retener su imagen.

 

落霞興孤驚斉飛

秋水共長天一色

La niebla que cae vuela junto con los patos salvajes;

las aguas del otoño son de un mismo color con el cielo.

 

老樹臥波塞影動

野畑洋草夕陽昏

El viejo árbol se inclina sobre las olas, su fría imagen se balancea;

la niebla se cierne sobre la hierba, el sol del atardecer se desvanece.

 

不信只看八九月

紛紛黄葉満山川川

Si no crees, mira septiembre, mira octubre,

cómo caen las hojas amarillas y llenan montaña y río.

 

落木千山天遠大

登江 道月分明

Por encima de las desnudas ramas de mil colinas, un vasto y lejano cielo;

sobre el sendero del río, una luna radiante.

 

物出輸王三寸銭

方知期界是刀鈴

Cuando Buda clavó sus tres pulgadas de hierro[3],

entonces se conocieron por primera vez las espadas y las lanzas del mundo.

 

到得崎索無別事

臓山姻雨街江潮

Fui y volví; no era nada especial[4]:

el monte Ro envuelto en niebla; Sekkô en marea alta.

 

 

[1]  Fallecido en 996; famoso por el uso del bastón en la enseñanza del Zen.

[2]  751-834; también famoso por el uso del bastón.

[3] Su lengua. Compárese: “No he venido a traer la paz, sino una espada”.

[4] La poesía, como el Zen, no es nada del otro mundo.

Haiku 53

53

“Un poeta shi chino [Su Dongpo] atesoraba tanto como un cuarto de hora de crepúsculo; en nuestro propio país, una poeta de waka [Sei Shonagon] alababa el amanecer púrpura”. -célebre frase del Periodo Heian-

  春の夜や宵あけぼのゝ其中に 

Haru no yo ya yoi akebono no sono naka ni

En medio del crepúsculo
y el alba;
noche de primavera

Este hokku de Buson se basa en la técnica de la alusión, utilizada por su maestro indirecto Bashô en sus inicios. Como indica Crowley (Haikai Poet Yosa Buson and the Bashô revival, p.111), se trata de una referencia a un poema chino de Su Dongpo y su poema “Noche de primavera”, donde escribe que: «Un cuarto de hora de noche de primavera vale mil piezas de oro». De acuerdo con Crowley, en chino, xiao 宵  tiene el mismo significado que ye 夜, al contrario que en japonés, donde yoi 宵 significa crepúsculo y yo 夜, noche. Así, determina que “Buson entendió mal el poema de Su Dongpo: ambos alaban la misma hora del atardecer”.

De igual modo, Buson cuestiona con humor el punto de vista de los escritores japoneses del Periodo Heian, como la autora Sei Shonagon (El libro de la Almohada) pues al comienzo de su célebre libro se dice: “En primavera, el amanecer es lo mejor”.

Buson introduce el humor alterando la tradición clásica. Si leemos el hokku, observamos la presencia continua de la noche, literalmente:

noche de primavera; noche amanecer entre medias

Buson junta las palabras yoi (noche) y akebono (amanecer), una detrás de la otra, yuxtaponiéndolas con el primer verso: noche de primavera. Al repetir dos veces la palabra noche, da mayor importancia a este momento temporal destacando un atractivo que parecía olvidado por los poetas japoneses. Buson, muy cercano a la poesía clásica china, rescata este valor.

“Lo de Shiki con el béisbol es un fenómeno absolutamente anormal”

A continuación unas imágenes sobre Shiki y el béisbol. A lo largo de todo Japón, se repiten monumentos y detalles en honor a su afición (Ueno, Matsuyama, etc.)

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“Lo de Shiki con el béisbol es un fenómeno absolutamente anormal”, decían los amigos íntimos de Shiki.

Masaoka Shiki, era de Matsuyama. Su pasión e interés por cuanto llegaba de fuera al recién abierto Japón, era desproporcionada, y el béisbol no escapó a dicha pasión. Escribió un libro sobre béisbol y fue el que introdujo muchos términos del juego del inglés al japonés.  Dado que el béisbol de la escuela secundaria es popular en la prefectura de Ehime, junto a la entrada principal del estadio principal se instaló un rincón de exhibición «Museo sin pelota» que presenta la historia del béisbol en la prefectura de Ehime. El nombre «No Ball» es una referencia al nombre de infancia de Shiki, «Noboru».

Shiki se convirtió en un jugador fanático cuando se introdujo el béisbol en Japón, y no terminó su carrera en el béisbol hasta que comenzó a toser sangre en 1889. La posición en la que jugaba con más frecuencia era la de receptor. No tenía ningún interés en otros deportes, pero estaba obsesionado con el béisbol.

Como su nombre de infancia era «升» (noboru), usó «野球» (noboru) como su seudónimo. Esto es cuatro años antes de que Zhong Ma Geng tradujera béisbol (béisbol) a «pelota de campo» (yakyuu) en 1894. Por lo tanto, aunque la pronunciación es diferente, Shiki fue la primera persona en inventar la palabra «pelota salvaje», aunque esta no es una traducción correspondiente a béisbol, es solo su propio seudónimo. De hecho, Shiki escribió en un ensayo en el «Nihon Shimbun» el 27 de julio de 1896:

«Actualmente no hay una traducción para béisbol, y la traducción que se proporciona aquí es mi propia creación. Aunque sé que esta traducción puede no ser apropiada, no tengo motivos para editarla apresuradamente. Por favor, infórmenme».

Para palabras importadas como «hitter», «runner», «thrower», «four bad balls», «high fly ball» y «shortstop», Shigui también tiene traducciones correspondientes al japonés y al chino, como:  «Bola cuatro», «Bola recta», «Bola voladora», «Cobertura corta». Sin embargo, no propuso una traducción para «béisbol».

Además, también hay oraciones en Shiki, como «まり投げて见たき広场や春の草» y «九つの人九つの场をしめてすースボールの初まら», que contribuyeron a la popularización de の初まら, traducción literaria wild ball (bola salvaje). Y junto con Xin Hai Feifeng, escribió «Yamabuki no Ichie», que se considera el primer libro sobre béisbol de Japón. Por todo ello, en 2002, ingresó en el Salón de la fama del Béisbol.

La estación de tren JR Shikoku «Estación de lanzamiento » ubicada en la ciudad de Matsuyama, y ​​el nombre de su subestación es «Yoqiu, の ・ ボ ー ル», conmemora el deporte que Shiki promovió activamente durante su vida.

El beisbol es uno de los deportes más arraigados en Japón y la llegada a sus tierras data del año 1872. En esa ocasión, un profesor estadounidense de nombre Horace Wilson, fue contratado por el gobierno de Japón con el fin de modernizar las instituciones educativas y fue ubicado para dar clases en la Universidad Keiko Gakko.  Con el paso del tiempo, el profesor se percató que muchos de los estudiantes presentaban una terrible condición física, así que para ayudarlos quiso implementar la práctica de un deporte en equipo que no fuera el soccer o el básquetbol. Fue ahí que les enseñó a jugar beisbol, un deporte que gustó tanto que hicieron la petición de que se construyera el primer estadio en el campus de la universidad.

Jorge Braulio, el haijin de Cuba, nos dice:

A Masaoka Shiki (1867-1902) le encantaba el béisbol. Escribió diez tankas y nueve haikus con esa temática. Fue él quien introdujo dicho deporte en la literatura japonesa y además, la traducción del muchos términos beisboleros que aún hoy se utilizan. Con un relieve en bronce de su efigie en el Hall de la Fama del Tokyo Dome -recinto que atesora las hazañas de los peloteros más célebres de Japón-, se recuerdan los aportes de este gran renovador del haiku.

Los textos en español, más que haikus de Shiki, son variaciones realizadas con los temas que aparecen en los originales. Nuestra ignorancia del idioma japonés nos impide ir más allá. Si incluimos la transcripción en romanji es porque nos anima la esperanza de que alguien, verdaderamente capacitado, los traduzca con la fidelidad que merece este importante escritor.

  1. (1890)

Mari nagete mitaki hiroba ya haru no kusa

Hierba primaveral.
¡Verse en este parque
lanzando bolas!

  1. (1890)

Koi shiranu neko no furi nari tama asobi

Como un gato
que no conoce el amor,
juego con la pelota.

  1. (1890)

Harukaze (shunpuu) ya mari mo nagetaki kusa no hara

Brisa de primavera.
¡Lanzar unas pelotas
en este hierbazal!

4- (1890)

Tama ukeru gokuhi wa kaze no yanagi kana

Atrapar bolas…
Un secreto del sauce
que mece el viento.

  1. (1896)

Wakakusa ya kodomo atsumari te mari wo utsu

Lozanas hierbas.
Los niños, uno a uno,
batean la bola.

  1. (1896)

Kusa shigemi BASEBALL no michi shiro shi

Espesa hierba.
Las líneas blancas
del campo de béisbol.

  1. (1898)

Natsukusa ya BASEBALL no hito too shi

Hierba estival.
Los peloteros
en la lejanía.

  1. (1899)

Ikegaki no soto wa kareno ya tama asobi

Campos baldíos.
Más allá de la cerca,
juegan pelota.

9.(1902)

Tanpopo ya BALL koroge te toori keri

Dientes de león:
entre ellos, rodando,
una pelota.

El pájaro de fuego

Un cuento ruso, genialmente orquestado por Igor Strawinsky, habla de un pájaro de fuego que aparece a medianoche, iluminando con su fulgor todo el jardín, para robar las manzanas de oro del zar. (Gaston Bachelard recuerda que su abuela llamaba “pájaros del fuego” a las pequeñas fogatas que ella misma provocaba al soplar con una pajita sobre la llama). El fuego está en el origen de todos los mitos. Prometeo escala el Olimpo, lo roba, lo guarda en un junco seco o en un tallo de hinojo, y se lo entrega a la humanidad, pagando un alto precio por su osadía… En otro relato mitológico, la diosa Izanami -que acaba de crear el archipiélago japonés- morirá al dar a luz a la divinidad del fuego. La chispa divina es poderosa y es ambigua. Igual que el monte Fuji -un volcán aparentemente dormido-, sugiere temor y peligro, pero también belleza y quietud. El fuego destruyó Pompeya, pero preservó, al mismo tiempo, sus ruinas bajo las cenizas del Vesubio.

                “Al amor de la lumbre” -bella expresión que remite a la niñez más cálida- se ha contado la historia de la humanidad. Nos lo recuerda Kapuscinski en su libro “Viajes con Herodoto”: “La gente se reúne alrededor del fuego para contar historias. Más tarde se llaman mitos y leyendas, pero en el momento en que se cuentan y se escucha, todo el mundo cree que son purísima verdad, la realidad más real… La luz del fuego atrae y compacta al grupo, libera sus mejores energías. La llama y la comunidad. La llama y la historia. La llama y la memoria”. En el “Alfanhuí” de Sánchez Ferlosio encontramos este pasaje delicioso: “El maestro contaba historias por la noche. Cuando empezaba a contar, la criada encendía la chimenea. La criada sabía todas las historias y avivaba el fuego cuando la historia crecía. Cuando se hacía monótona, la dejaba languidecer; en los momentos de emoción, volvía a echar leña en el fuego, hasta que la historia terminaba y lo dejaba apagarse. (…) Una noche se acabó la leña antes que la historia, y el maestro no pudo continuar”.

El fuego está en el corazón de la cultura japonesa; en los festivales, en la cerámica, en el chanoyu, en la poesía…  En verano, los fuegos artificiales o hanabi (flores de fuego) irrumpen desde las orillas de los ríos, en Tokio, Omagari o Nagaoka; desde los barcos, en el mar de Kumano, o frente a la costa de Mijayima. Fuegos relacionados, como nuestras “fallas”, con ritos de fertilidad y regeneración de la vida, purificación y catarsis, muerte y resurrección… Negro y rojo son los colores que identifican el lacado japonés; el rojo es un color sagrado: el color del fuego, de la sangre y del sol. En la cerámica japonesa se valora especialmente el celadón perfectamente cocido; tan exclusivo, que se conoce como “color oculto” (hisoku): un azul cristalino, similar al cielo despejado después de la lluvia… El fuego es esencial en la ceremonia del té: en el batido con agua caliente; en el sonido del agua hirviendo en la tetera; en el calor de manos y labios al contacto con la taza, en el aroma del incienso y en la cerámica (evocando aquellas tazas vidriadas, blancas o verdes, que -según Lu Yü- resaltan el color ámbar del brebaje); sobre todo, esas tazas rústicas modeladas a mano, cuya belleza, peso y tacto valora el invitado.

Con el toque humorístico, tan vinculado al haiku, Sôkan advierte: “aunque haga frío, / no te acerques al fuego, / buda de nieve…” La imagen reaparecerá, casi idéntica, en otro poema de Bashô: “enciende el fuego / y verás qué sorpresa: / ¡bola de nieve!”. Desde su pobreza alegremente asumida, Ryôkan muestra su confianza y su gratitud: “el viento trae / las hojas suficientes / para hacer fuego”. Y Hakyô -un poeta más cercano, casi contemporáneo- evoca, melancólicamente, las pálidas manos de unos enfermos calentándose sobre un fuego de hojas caídas… Y al final, una bella parábola de la tradición zen: Saliendo a la oscuridad de la noche, el maestro le ofrece el farol encendido a su discípulo, pero cuando éste va a cogerlo, el maestro apaga la llama; en ese mismo momento, el discípulo alcanza la iluminación…

***

Haibun 46

Haibun 46

Punto de encuentro

Esa citación de última hora ha puesto de patas arriba mi planificación para esta noche. Después de un afanoso día de trabajo, el cansancio me supera, y es la inercia de cumplir con una rutina de vida la que me impulsa a dirigirme al lugar orientado. Una reunión que ha perdido su encanto, su veracidad, su todo.  Sin embargo, asistimos sin chistar; tal vez alguna esperanza escondida de que algo provechoso se pueda obtener para el bien común.

Al salir, el perro me sigue y cuando llego hasta el portón del batey lo hago regresar a casa. Tomo el terraplén que lleva al pueblo, el cielo encapotado me ofrece por momentos una sonrisa de luna. Voy cerrando los ojos de tramo en tramo, como cuando era niña y caminaba de la mano de mi padre jugando a no tropezar sin ver.

El pssssss de los grillos entre los matorrales se ha vuelto tan familiar, que ya no lo extraño ni me asusta, apuro el paso al vislumbrar más de cerca las luces del pueblo. El aire de lluvia me pega de golpe en la cara mientras a lo lejos el ulular de una lechuza me hace exclamar: “¡solavaya!”

Relampaguea
Se ha soltado una tira
de las sandalias.

Se dejan escuchar las canciones patrióticas que anteceden la reunión, llego al caserío embriagada con el aroma de los jazmines y los lirios. Van saliendo de mala gana algunas personas de sus casas y comienzan a reunirse en medio de la calle, frente a un balcón que funge como tribuna, adornado con carteles, cadenetas, la bandera y el escudo. Después de entonar el Himno Nacional, un hombre grueso y colorado, con voz grave, comienza a leer un panfleto inacabable. Todos en silencio, pero da la impresión que nadie escucha; deben estar sumidos en sus pensamientos, haciéndose la misma pregunta que yo: «¿qué hago aquí?»

La mujer del bodeguero acaricia a un perro que lleva cargado como si fuera un bebé, el abuelito más longevo del lugar desde su silla de ruedas asiente con la cabeza cada vez que el lector hace una pausa.  Uno de los alcohólicos del barrio se tambalea sin dejar de tocar la caneca que lleva en el bolsillo trasero del pantalón. Dos señoras, cuchichean detrás de un muro dando trapazos para espantar los mosquitos. Se ha vuelto el centro de atención un grupo de niños que pinta monerías entre el público dejando escapar risas contenidas mientras saborean durofríos de guayaba.

Farola del poste
Chocan una y otra vez
los bichos de luz.

Llega la hora de las intervenciones. Por tercera vez el señor grueso y colorado pregunta si alguien tiene algo que plantear, el silencio le sucede. Todo termina casi sin haber empezado, algunos vecinos se agrupan para firmar la lista de los presentes, eso es lo más importante: la lista de asistencia. Solo para eso hemos venido a la asamblea del delegado.

De vuelta a casa
Al cerrar la puerta
el aguacero.

                                                                                           Mayra Rosa Soris
                    Santa Clara (Cuba)

Julio 2023

Escribo este artículo durante un frente lluvioso que afecta toda la zona centro sur de Chile, sin embargo, en el hemisferio norte, donde está Japón, es verano, y de esta estación es el haiku que les traigo.

夕顔の白ク夜ルの後架に紙燭とりて

yuugao no shiroku yoru no kouka ni shisoku torite

el blanco de la ipomoea alba, con una linterna de papel voy al baño

Comencemos por el kigo: “夕顔 yuugao o ipomoea alba”, planta trepadora del género Ipomoea, también conocida con los nombres vulgares de flor de luna, dama de noche, amole, entre otros. De flores blancas con forma de embudo, que florecen por la tarde y se marchitan en la mañana, de ahí proviene su nombre en japonés 夕 yuu, atardecer y 顔 kao (gao), rostro. Es un kigo de mediados de verano. Su utilización como tópico viene del mundo del waka o poesía clásica, sobre todo en la imagen que existe desde su aparición en el Genji monogatari.

En esta ocasión, el primer verso y la mitad del segundo “夕顔の白ク yuugao no shiroku, el blanco de la ipomoea alba” lo toma Bashou de la sección 19 del Tsuredzure gusa, zuihitsu escrito en el 1331 por Kenkou Houshi. En dicha sección, Kenkou habla de las cuatro estaciones, y cuando describe el verano dice lo siguiente:

“あやしき家に夕顔の白く見えて、蚊遣火ふすぶるもあはれなり”

“Se ve el blanco de la ipomoea alba y levantarse el humo de los fuegos para espantar los mosquitos.”

Por otra parte, el resto del haiku, Bashou lo toma de una escena al inicio del capítulo cuarto ‘Yuugao’ del Genji monogatari, redactado por Murasaki Shikibu en el año 1008. En este capítulo, Genji va a visitar a la que había sido su ama de cría. Llegando de noche, le llama la atención las flores que ve en el jardín de una casa cercana y pregunta por su nombre; le responden “yuugao”, y una de las damas de la casa le envía un abanico con el siguiente poema:

心あてにそれかとぞ見る白露の光そへたる夕顔の花

kokoro ate ni soreka to zo miru shiratsuyu no hikaru soetaru yuugao no hana

creo que es él a quien veo, la luz del blanco rocío para adornar la flor de la ipomoea

En el poema se juega con el nombre de Genji, Hikaru, que significa luz, y el rostro de la dama que él ve entre las persianas y que le llama la atención; lo que le hace preguntar por las flores como subterfugio para establecer contacto con las damas. Genji lee este poema a la luz de las antorchas caminando por el jardín hacia la residencia de la dama en cuestión, pero en el haiku, Bashou va al baño. Así, una vez más, el maestro trae algo del mundo clásico y lo pone en un contexto mundano. Aunque también podemos argumentar que toma algo del mundo frívolo, secular de la corte, pero que se puede disfrutar también desde una mirada más contemplativa, o en una situación más reflexiva, ya que “後架 kouka” se refiere a el baño en los templos budistas.

Dejo a ustedes la interpretación que más les agrade, y les propongo pensar en otras posibilidades; una de las bellezas que nos ofrece la poesía asiática, tan abierta a la interpretación personal.

Me despido desde un Santiago de Chile, que por lo menos por ahora, ha decidido entrar al invierno ¡Hasta el próximo artículo!

MADURAN LOS NÍSPEROS

El sonido del arroyo
entre las cañas –
Maduran los nísperos

Gorka Arellano (España)

 

Tordos al mediodía.
Las ramas polvosas
del níspero

Jorge Moreno Bulbarela (México)

 

el viento gélido
de este anochecer…
¡las flores del níspero!

Mercedes Pérez (España)

 

Granizada…
cayó del níspero
un pequeño gorrión.

Sandra Galarza Chacón (Ecuador)

 

Puesta de sol.
Por el suelo pesadas
ramas del níspero

Mirta Gili (Argentina)

 

Brisa fría –
Un murciélago tumba
unos nísperos

Esteban Sánchez Agudelo (Colombia)

 

De su nariz,
un vaho que envuelve
las flores del níspero

Mavi Porras (España)

 

cesa la lluvia-
un nisperero maduro
en cada carril

Ángeles Hidalgo (España)

 

Camino a casa,
nuestros bolsillos
llenos de nísperos.

Roxana Dávila Peña (México)

¿Sanar al yo o matar al yo? Un conflicto moderno innecesario.

En los últimos tiempos se ha hecho bastante común señalar al yo o al ego como obstáculo, como enemigo, como una construcción mental que debe ser abandonada. En muchas publicaciones de diferentes tópicos es frecuente encontrar términos como vencer, superar, desprenderse, dominar, controlar, quitar, dejar, o los más contundentes, acabar, matar, aniquilar el yo o el ego … para referirse a la actividad esencial del ser humano que quiere sanar su mente o liberarse del sufrimiento.

De modo muy general, podría decirse que la humanidad, consciente de sus limitaciones y continuos tropiezos en su búsqueda de bienestar, especialmente en Occidente, ha estado movida en especial por dos vectores que polarizan su relación con las ideas sobre el yo y sus inconvenientes.

El primero de ellos tendría como motivación central sanar al yo, reconociendo la debilidad y falta de gobernabilidad que la mayoría de los seres humanos tienen con respeto a sus propios cuerpos y mentes y, por lo tanto, con respecto a sus relaciones con los otros y el mundo. El yo sería una entidad sustancial más o menos bien delimitada para cada individuo regida por el libre albedrío, con capacidad de ser consciente y corregirse. Esta mirada está potenciada por un largo lastre neurotizante producto de los múltiples conflictos con los otros individuos y consigo mismo, la que encuentra sus mejores ejemplos en mitos como el de Edipo, Electra o Narciso. “Sanar” a este “yo”, personaje central de grandes tragedias, controlado, afectado caprichosamente por un poder superior, trátese de dioses o ideologías, sería la única garantía de una vida saludable y satisfactoria.

El segundo vector, fomentado por el agobio de un desarrollo social acelerado y apabullante, con una marcada tendencia a la despersonalización y a la pérdida de significado de los roles humanos, propone disolver el yo como el camino deseable.  El “yo” roto, fragmentado, múltiple, fruto de la deriva psicótica que hace imposible mantener una identidad propia, ha tenido un amplio respaldo en diversos movimientos artísticos e intelectuales en el siglo pasado y el presente. Aquí, el delirio y el éxtasis estarían representados por Dionisos y las vacantes como su contraparte mítica, forzando un poco las ideas nietzscheanas en la búsqueda de una liberación profunda y radical de lo humano que debe ser superado.

Más que un punto de equilibrio, estos vectores continúan jalonando el mundo moderno generando múltiples conflictos y desacuerdos que en buena parte explican la perseverancia del egocentrismo y la proliferación de múltiples comportamientos autodestructivos. Sin embargo, quizás en ambos vectores se busque una parte de verdad dado el reclamo inherente de “encontrar una salida”, de salir de un mundo insatisfactorio dominado por el sufrimiento (Dukkha) y el asunto quizás nunca haya sido definir cuál de los dos debería dominar. Utilizando un antiguo marco de reflexión budista, el tetralema de Nagarjuna (150-250 eC), más nos valdría considerar que la construcción de la verdad, incluyendo la verdad del yo, debería expresarse reconociendo la validez simultánea de estas cuatro afirmaciones:

  1. El yo existe y es real.
  2. El yo no existe y es ilusorio.
  3. El yo existe y no existe al mismo tiempo.
  4. El yo ni existe ni no existe.

*      *      *

Miremos dos haikus escritos por prestigiosos poetas y literatos latinoamericanos del siglo XX, ambos con una clara alusión al yo.

1. Jorge Luis Borges

Callan las cuerdas.
La música sabía
lo que yo siento.
[1]

La relación de Borges con el Japón estuvo marcada por el asombro, la admiración y un profundo respeto por su cultura espiritual. Pero su acercamiento a la esencia del zen y del haiku, solo alcanzó a rozar la periferia. Sus haikus publicados (17) son más bien producto de reflexiones sobre experiencias poéticas, que fruto del asombro de un hecho cotidiano vivido. Esto es evidente en este hermoso poemita que no tiene “sabor” de haiku, a pesar de su cuidadosa métrica silábica 5/7/5. Pero lo que lo aleja radicalmente de la “esencia” del haiku es la intromisión del yo del poeta sensible que oscurece el aware. Y sin aware, no hay haiku. El yo y su experiencia o necesidades, por profundas que sean, no son el objetivo del haiku. El haiku nace de un suceso vivido, no de una reflexión. Como tantos aficionados al haiku, Borges no logró captar este gesto delicado por el que los haijines clásicos forjaron este camino espiritual.

2. Mario Benedetti

En otra dirección, pero también con un cuidado extremo con la forma 5/7/5, Benedetti tampoco encuentra el camino para el corazón del haiku, pues como el mismo lo dice, sus llamados haikus “no difieren demasiado de mis restantes obras de poesía”.[2]

Cuando muera
no se olviden de enterrarme
con mi bolígrafo

 

Un poema breve, ingenioso, relacionado con el yo del escritor que valora tanto su herramienta de trabajo que la quiere aún después de su muerte y que lo expresa con la métrica japonesa 5/7/5 pues, según Benedetti: “Esta fidelidad estructural es, después de todo, lo único verdaderamente japonés de este modesto trabajo latinoamericano.” Aunque Benedetti es gran lector y amplio conocedor de lo publicado sobre haiku en Occidente, casi ninguno de sus más de 200 haikus tiene haimi (sabor de haiku) ni aware (asombro fruto de un suceso extraordinario), pero si nos ofrece ingeniosas reflexiones, divertidas o irónicas, opiniones políticas, meditaciones poéticas, que más corresponden al estilo propio del senryu y no del haiku.

3. A modo de conclusión:

En ambas poetas latinoamericanos es notable la necesidad de expresarse desde un lugar común, el yo. En ambos poemas, la presencia del yo impide al haiku, sin que ninguno de estos poemas pierda su valor poético. El haiku es un camino en el que yo no es importante, en el que el yo no tiene más valor que cualquier otra cosa que aparece. Si Borges se hubiera acercado más al haiku, no se hubiera puesto de presente y hubiera dejado que el silencio de las cuerdas resonara en el corazón de los lectores sin atribuirles ninguna intención y menos la de saber lo que un yo siente. Lo mismo con Benedetti, el respeto por el bolígrafo que permite la escritura trasciende la historia personal. En un haiku, su existencia cobra valor porque se expresa a través de un hecho significativo que ocurre en un momento y no por un destino ensoñado por el poeta.

Foto: Luis Bernardo Cano Jaramillo

[1] https://terebess.hu/english/haiku/borges.html.

[2] https://terebess.hu/english/haiku/benedetti.html.