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Haiku 12

うぐひすの啼くやちいさき口明て

uguisu no naku ya chiisaki kuchi aite

 

El llanto del ruiseñor-

su pequeña boca

abierta.

 

Aunque naku presenta las dos acepciones, aquí “cantar” no parece la respuesta más adecuada. El canto del ruiseñor es un tópico, una costumbre; sin embargo, el hecho de que llame, reclame atención, grite o llore forma parte de un acontecimiento especial, y Buson observa cómo, en ese gesto, el ruiseñor mantiene su pequeña boca abierta.

A nivel del kanji, es interesante destacar cómo el haijin emplea el término “ugüisu” en hiragana, para introducir “く” que es una muestra visual de la propia acción (el pico abierto) del animal.

Después, vuelve a recurrir al hiragana para introducir el verbo: en un primer vistazo, el lector japonés observa el pico del ruiseñor, abierto, en dos ocasiones, acompañado del kanji de boca (perfectamente reconocible). Buson, sin embargo, podría haber optado por el inequívoco kanji (koe: voz, canto, sonido, “trino, gorjeo”) pero prefiere la sutileza de la ambigüedad.

Febrero 2020

CONSTRUIR

Tic tac de reloj.

En la ventana de un hospital

Ha amanecido.

DESTRUIR

En medio de las alharacas navideñas y de Año Nuevo de estos días, sean ruidosas y rutilantes o calladas y espirituales, tal vez resulte hasta saludable que los sanos (o los que creemos estar sanos) pensemos un instante en la habitación de un hospital donde yace alguien confinado en su lecho de enfermo. Podríamos ser nosotros.

   Por la ventana este enfermo ver cómo la luz del nuevo día se adueña lenta y suavemente de su pequeña estancia. ¿Es un amanecer que le traerá un día de alivio, de dolor, de desconsuelo, de indiferencia? ¿O le traerá amargura ante otra jornada más de sufrimiento? ¿O esperanza por una recuperación? No importa.

El amanecer es el tiempo diluido en luz, un tiempo que no le pertenece. Solo él conoce su estado de ánimo, cualquiera que sea, ante este prodigioso acontecimiento que el nacimiento del nuevo día. El hecho está ahí, anunciado inexorablemente por la pulsación del reloj.

Me recuerda este haiku uno famoso de la haijin Chiyo (1703-75). Las circuns-tancias en que lo compuso nos las cuenta Daisetz Suzu-ki en su clásico El Zen y la cultura japonesa.

   Esta gran poetisa, deseando mejorar su arte, visitó a un célebre maestro del haiku. El maestro le dio un tema sobre el cual componer un haiku. Era un tema favorito de la poesía clásica japonesa: el cuclillo (hototogisu). Una característica llamativa de esta ave es que es muy difícil verla u oírla pues solo canta cuando vuela por la noche.

   Chiyo compuso varios poemas sobre el cuclillo, pero ninguno la satisfacía y rechazaba todos porque le parecían conceptuales o vacíos del espíritu del haiku. No sabía qué escribir ni cómo expresar su genio poético. Temía no cumplir la tarea que le había encomendado el maestro. Una noche estuvo en vela dándole vueltas al tema tan concentrada que se olvidó del paso de las horas. Sin saber cómo, empezó a clarear el nuevo día. Al tomar conciencia de esta luz débilmente vista por los paneles de papel de su casa, en la mente de Chiyo se formó el siguiente haiku:

 

Hototogisu,

Hotogogisu tote,

Akenikeri!

 

Una traducción torpe puede ser esta:

 

Al cuclillo,

Llamando al cuclillo todo el tiempo,

Ha amanecido.

 

Cuando mostró estos versos al maestro, este lo aceptó como una de los más bellos haikus que había leído. La razón de su satisfacción era que comunicaba genuinamente el sentimiento más hondo sobre el cuclillo, sin artificiosidad ni esquemas intelectuales destinados a lograr determinado efecto estético. Era un haiku inocente y puro.

   Tal vez la larga meditación nocturna de Chiyo sobre el cuclillo le había ayudado a abrirse al Inconsciente, a dejar a un lado su ego, a vaciarse de sí misma. Zen en estado puro.

   Zen puede ser la habitación de un hospital en el momento en que el tic tac deja de sonar y cede el protagonismo a la luz del amanecer. Aunque en la cama no haya nadie.

   Zen puede ser que quien ocupa el lecho de enfermo sea yo o el dueño del ojo que lee estas líneas; o él o ella. Digo «sea» como podía haber dicho «haya sido» o «será». Aquí el tiempo no importa. Tampoco importa quien sea el sujeto.

Solo importa este fugaz regreso al Inconsciente.

La racionalidad de lo fáctico

Un primer planteamiento que me parece esencial para ir concretando la intuición que quiero compartir en este espacio es el que tiene que ver con la concepción del Universo. Es obvio que sabemos del Universo aquello que de momento podemos saber, es decir aquello que nuestra capacidad racional va siendo capaz de conocer de la realidad física que nos envuelve y de la que formamos parte. Al último tramo de ese camino interminable llamamos ciencia, y sin duda nos llevará en el futuro a una comprensión cabal de su génesis, composición y estructura. En realidad no sabemos cuándo llegaremos a tener un conocimiento absoluto del Universo, pero sí sabemos ya que ese conocimiento que adquiriremos estará absolutamente condicionado por nuestra capacidad racional. Desde nuestra racionalidad sabemos que el Universo es una realidad física y fáctica. Más allá de la racionalidad imaginativa de las antiguas leyendas mitológicas, la búsqueda de sus leyes internas objetivas ha venido ocupándonos desde Aristóteles. En la medida en que avanza nuestra observación (apoyada en los recursos técnicos) también avanza nuestra racionalidad, es decir la capacidad conceptual de elaborar teorías cada vez más consensuadas y verificables. La verdad es que si pudiéramos hacer el ejercicio de distanciarnos un poco de lo que hace nuestra razón, no sabríamos decir con certeza si el Universo ha creado la racionalidad o si la racionalidad ha creado la idea de Universo. Parece que ambas cosas estén ocurriendo, en realidad, al mismo tiempo.

Lo cierto, desde mi punto de vista, y esto es lo fundamental, es que solo puede darse algún tipo de saber en el ámbito de la facticidad. Para mí no solo es fáctico aquello que tiene que ver con los hechos (y no con la imaginación o la teoría). Esta definición académica me parece insuficiente. Fáctico es lo que ya es como es, lo que va a seguir siendo como está previsto (aunque ‘lo previsto’ esté sujeto a muchas las variables). Lo que ya posee una identidad concreta y definitiva, aunque sea desconocida de momento, aunque sea una identidad en desarrollo. Solo en tanto fáctico el Universo puede ser conocido, la naturaleza puede ser estudiada… Y esa capacidad para conocer y saber de lo fáctico es la racionalidad, que podríamos entender entonces como una auto-capacidad de lo fáctico de conocerse y reconocerse a sí mismo. Así pues, como antes apuntaba, el fenómeno del conocimiento que se está dando en el hombre podemos entenderlo desde dos perspectivas posibles: o bien el Universo fáctico ha generado una capacidad de auto-conocerse en eso que llamamos racionalidad humana, o bien la especie del homo sapiens sapiens, como especie animal, ha ido madurando una racionalidad o capacidad de conocer (su principal cualidad para sobrevivir) con la que ahora se propone dar cuenta del Universo. En cualquier caso, la vinculación entre la racionalidad y la facticidad es esencial y necesaria.

Esta obviedad que acabo de delimitar no solo constituye la condición de posibilidad de la ciencia, sino también la práctica totalidad del acervo cultural en el que nos movemos, nos relacionamos y pensamos. Hasta el momento, no se ha planteado ninguna alternativa al pensamiento fáctico, aunque es extraordinariamente variado su arco de desarrollo: desde la matemática pura hasta la mística, pasando por toda la física, la filosofía, la teología, la metafísica… Desde lo más concreto hasta lo más sutil, desde lo más obvio hasta lo más indeterminado y misterioso, todo está ahí fácticamente ante nuestra mirada, su realidad se nos impone sencillamente, y nosotros intentamos reconocer qué lugar ocupamos en medio de esa realidad gracias a nuestros sentidos y a nuestra capacidad de elaborar ideas y conceptos, a través de los cuales nuestra mente ordena y discrimina los datos percibidos y los combina en síntesis nuevas, convirtiendo en ideas lo que hemos percibido, creando un pensamiento cada vez más incisivo y penetrante sobre el mundo en el que vivimos. Pero ese mundo-Universo está ahí. Y nosotros nos hemos encontrado con eso, estamos arrojados a él. Tendremos ocasión de profundizar en esta idea básica de lo fáctico dialogando, en lo posible, con Heidegger, porque me parece fundamental para entender la experiencia del haijín desde el punto de vista de la racionalidad, que es el único punto de vista que hoy está sobre la mesa para enjuiciar qué está haciendo el haijín en el preciso momento en que se encuentra escribiendo un haiku. Mi intención en estas colaboraciones es proponer otra interpretación de la experiencia del haijín, otra interpretación que tenga que ver con la emergencia de la conciencia y de la experiencia poética a ella vinculada. Pero antes debo reconocer que la interpretación de la racionalidad fáctica queda plenamente justificada si nos atenemos al propio desarrollo evolutivo de nuestra especie.

Mucho antes de la aparición del Homo Sapiens hace unos 200.000 años, la especie homo se había ido configurando a base de enfrentarse a un permanente estado de resolución de problemas, que es la tónica general en la que se ha desarrollado la vida desde hace 3.700 millones de años, y en la que han sobrevivido desde hace 700 millones de años lo que los científicos consideran propiamente animales, si bien los vertebrados aparecen 200 millones de años después. En todas las fases de este largo camino evolutivo, la adaptabilidad ha marcado la posibilidad de sobrevivir, y la adaptabilidad ha venido propiciada por una búsqueda de las respuestas más adecuadas a los problemas que se iban planteando, teniendo en cuenta que en esa búsqueda se produjeron errores, mutaciones y miles de circunstancias imprevisibles que precisamente fomentaron la versatilidad de los sistemas de respuesta-adaptación. No hay duda de que el sistema de respuesta-adaptación más eficaz y desarrollado ha venido a ser el cerebro humano, que ha conseguido en su lentísima formación convertir las necesidades en capacidades y destrezas, responder adecuadamente a cada pregunta, por decirlo de otra manera. Esa estrategia que ha posibilitado el engarce neuronal de lo que ha terminado siendo el cerebro humano continúa desarrollándose sin solución de continuidad en una progresión imparable. Pero más allá del maravilloso órgano que protege nuestro cráneo, lo que me importa subrayar es que toda esa evolución ha determinado la racionalidad desde la que ahora el hombre está intentando comprender su lugar en el Universo. La racionalidad, en efecto, se ha ido configurando a través de las estrategias de respuesta-supervivencia de algunos animales (nosotros) que desarrollaron un sistema cerebral complejo.

Es tal el peso objetivo de esta realidad, que a nadie se le ocurre ‘razonablemente’ que exista algún tipo de experiencia que se salga del ámbito de la racionalidad (a no ser la locura), o que haya algún tipo de pregunta que se salga de esa esfera y no pueda ser respondida racionalmente tarde o temprano. Como ya he dicho, las experiencias místicas, vengan de la creencia religiosa o del pensamiento metafísico, quedan por completo incluidas en las formas de la racionalidad humana, cuestión a la que seguramente volveré en otro momento dada la vinculación que ha tenido el haiku con el budismo, por ejemplo.

Si nos quedamos, por tanto, con la idea comúnmente aceptada de que nuestra racionalidad es la única que puede dar cuenta de la naturaleza fáctica de la que formamos parte y en la que no tenemos más remedio que movemos para permanecer en la vida, entonces quedará claro que la experiencia del haijín, sea la que fuese, habrá de quedar enmarcada y condicionada por esa realidad, y que parece configurarse en una especie de ‘relación’ que se establece en un determinado momento entre la naturaleza fáctica y la capacidad perceptiva-racional de un determinado sujeto, relación que queda verbalizada de modo directo y sencillo. Podría servirnos de ejemplo el conocido haiku de Bashô: “Un viejo estanque; / se zambulle una rana, / ruido de agua”. El haijín, parece claro, se limita a constatar una experiencia perceptual-visual-sensorial-auditiva concreta, que le permite poner en relación fáctica al viejo estanque (cuyo contenido líquido busca el equilibrio en situación de reposo), a la rana (cuya naturaleza animal le permite saltar sobre sus patas traseras y zambullirse en el agua para reequilibrar su temperatura corporal), y el ruido de agua que se produce tras el impacto, y que no es más que el efecto sonoro de las ondas producidas por la fricción de dos cuerpos, y que en este caso podríamos entender como la consecuencia audible del primer principio de Arquímedes. Bashô, según la perspectiva de la racionalidad, acaso con toda ingenuidad, acaba de constatar la naturaleza fáctica del mundo circundante. Y puede hacerlo porque él mismo, aunque no lo tenga en cuenta, dispone de un órgano visual y otro auditivo muy sofisticados, y de los enlaces de un sistema nervioso que transmiten a su cerebro lo que esos órganos han captado.

¿Sería posible que Bashô estuviera haciendo otra cosa que lo que acabamos de decir? ¿Sería posible entender la experiencia del haijín fuera de la racionalidad? ¿Sería posible que lo que acaba de decirnos Bashô fuese, en realidad, una experiencia radical de que el mundo que sigue estando ‘ahí’ ha dejado de ser fáctico?

Intentaremos abordar estas preguntas camino del no saber.

 

 

INÉDITOS

Nota inicial: Los textos reproducidos a continuación, se hicieron públicos por primera vez en 1926, en el volumen 14 de las Obras completas de Shiki (Shiki zenshû) publicado por las ediciones Arusu, bajo el título “Fragmentos inéditos de Una cama de enfermo de seis pies de largo”. Se cree que son borradores sobre diferentes temas de textos preparados por Shiki para esta obra, que nunca llegaron a publicarse en vida.

– Recientemente hemos creado una sección de ofertas de trabajo en un periódico de Tokio y es extremadamente práctico, pero ¿hasta dónde podemos fiarnos? Todo el mundo se lo pregunta. Acabo de escuchar la opinión de una persona que, leyendo uno de estos anuncios, se comprometió a ir a ver concretamente de qué se trataba.

Como el anuncio decía que estaban buscando un empleado de oficina cerca de Kakigara-chô, la persona fue a la dirección indicada, y allí se encontró con una persona de aspecto sospechoso, instalado en una pequeña estancia que medía menos de 3 por 4 m. Según esta persona, el trabajo consistía en recuperar el dinero de préstamos o acosar a los deudores, y además era necesario comenzar depositando 30 yenes. El salario dependía de las habilidades de cada cual. Este tipo de trabajo, en cualquier caso, al tener que dejar como depósito 30 yenes, es inconcebible para un estudiante con pocos recursos, así que la persona en cuestión abandonó el lugar sin más.

Luego también fue a otra dirección donde buscaban igualmente a un empleado de oficina. Había un pequeño edificio con un letrero nuevo. En respuesta a sus preguntas, fue informado de que reclutaban empleados para una compañía de seguros y que pagaban de acuerdo con el monto de pólizas conseguidas. Esta remuneración se correspondía con el diez por ciento de lo conseguido. Cuando preguntó si se podía convertir en empleado asalariado, le dijeron que poco a poco, que cuando hubiera conseguido dinero para la empresa, que no era imposible para una persona capaz.

– En un bosque de la familia imperial cerca de Berlín, en Alemania, donde el emperador cazó con el Tsarévitch de Rusia, en una hora y media se dice que mataron a 739 ciervos y venados. De este total, el Emperador habría matado a 39 él mismo, y el Tsarévitch a 27. Además, cuando cierto conde invitó al emperador de Alemania en su reserva de caza, habrían matado en un día a 6256 faisanes, 159 conejos y 13 liebres. Al pie del monte Fuji, cientos de hombres no habrían matado en dos días ni dos ciervos: es el día y la noche.

– Cuando un perro ve a otro perro, inmediatamente le lame el ano. O bien, cuando encuentra un excremento junto a un camino, lo huele de inmediato. Como resultado, parece que las enfermedades de los perros se transmiten muy fácilmente.

Notas del traductor y las fuentes

– Las tres ediciones de Shiki zenshû (Obras completas de Shiki) publicadas hasta el momento y comentadas por Janine Beichmann, la biógrafa de Shiki, son:

* Samukawa, Sokotsu, et al., eds. Shiki Zenshû. 15 volúmenes, Arusu, 1924- 1926. Una edición bellamente producida pero no tan completa como la siguiente.

*Kawahigashi, Hekigotô, et al., eds. Shiki Zenshû. 22 volúmenes, Kaizosha, 1929-1931. Más completa que la edición Arusu, pero no tan completa como la siguiente.

*Masaoka, Chûsaburô, et al., eds. Shiki Zenshû. 25 volúmenes (22 de la obra de Shiki y tres volúmenes complementarios de obras secundarias). Kôdansha, 1975-1978. El mejor de todos los trabajos recopilados hasta ahora. Ensamblado minuciosamente para incluir mucho material nuevo que no se conocía antes, sus textos se basan en comparaciones con todas las versiones conocidas e incluyen mucho material complementario, así como abundantes ilustraciones.

Sobre el yen: (¥) La palabra «yen» significa «círculo» u «objeto redondo». Esta moneda fue adoptada de forma oficial por el gobierno Meiji a través de la «Ley de la Nueva Moneda» y aprobada en 1871.

– El Tsarévitch era el primogénito del Zar de Rusia.

 

Nota: Kyoshi escribe a la muerte de Shiki

Reproducimos a continuación un fragmento de “Cien Haikus de Kyoshi*” escrito por Teiko Inahata**.

 

“Shiki yuku ya

ju-shichi nichi no

getsumei ni

  

Shiki ha fallecido

con la serena luz de la luna

de la decimoséptima noche.

 

 Kyoshi escribió este famoso poema de luto y condolencias con motivo de la muerte de Shiki.

Shiki murió en la madrugada del 19 de septiembre de 1902. Tenía treinta y seis años de edad, y Kyoshi veintiocho. Shiki fue un gran innovador del haiku y mentor de Kyoshi. Este escribe en sus memorias acerca de esa noche:

 <<… salí al jardín poco después de la medianoche. La hermosa luna estaba en lo más alto del cielo, por encima de los enrejados para las calabazas. Mirándola, mi corazón estaba lleno de una emoción indescriptible…>>

 Poco después, la madre de Shiki lo hizo llamar para decirle que este había fallecido. Kyoshi percibió que era como si el alma del difunto Shiki estuviera ascendiendo hacia el cielo. En ese momento, casi involuntariamente, el haiku surgió de sus labios. El haiku, creado tan espontáneamente, es sin embargo solemne y refinado, y refleja el afecto y la veneración que él sentía por Shiki”.

* Recordamos que Kyoshi fue amigo y discípulo de Shiki, y se mantuvo con él y lo cuidó hasta el final.

**Teiko Inahata.- Nacida en 1931, nieta de Kyoshi, aprendió haiku de su abuelo y de su padre Takahama Toshio. Ha editado la revista de haiku “Hototogisu” y selecciona las entradas de haiku para el periódico Asahi. Ha sido presidenta de la Asociación de Haiku Tradicional de Japón, directora del Museo Kyoshi Memorial y asesora de la Asociación Internacional de Haiku.

Shiki ha muerto

Masaoka Shiki ha muerto. El viernes 19 de septiembre de 1902 alrededor de la 1,00 a.m. El día 18, había escrito con su propia mano sus tres últimos poemas.

 

糸瓜咲て痰のつまりし佛かな

Hechima saite

Tan no tsumarishi

Hotoke kana

 

Esponjas en flor

Ahogado por la flema

Un hombre muerto [un Buda]

 

 

痰一斗糸瓜の水も間にあはず

Tan itto

Hechima no mizu mo

Ma ni awazu

 

Un barril de flema

El agua de esponja

Ya no es suficiente

 

をととひのへちまの水も取らざりき

Ototoi no

Hechima no mizu mo

Torazariki

 

La noche pasada

nadie ha recogido

el agua de esponja

 

Estos poemas se publicaron en la portada del diario Nihon el domingo 21 de septiembre, en el centro de la página, en gran formato, como un facsímil del texto caligrafiado por Shiki.

 

Notas del traductor y las fuentes

Caligrafía de los tres poemas digitalizada en la Biblioteca Nacional de la Dieta (Tokio). La digitalización completa y original del kakemono, su caja y forma de conservación, puede descargarse desde aquí.

 

Portada del diario Nihon del domingo 21 de septiembre de 1902. Puede verse el gran espacio reservado en el centro de dicha portada, a la fiel reproducción del texto caligrafiado por Shiki.

– Se traduce luffa (hechima) por esponja. Es un tipo de calabaza llamada esponja vegetal, o calabaza esponjosa, usada en fresco por la medicina china porque produce un jugo con el que se prepara un “agua” expectorante, y seca, como esponja o estropajo en todo el mundo. Shiki plantó dichas esponjas en su jardín en junio de 1901. También es llamada Luffa acutangula, calabaza de seda, okra china (Canadá), turai (India ), khia mướp Khia (Vietnam), บวบ เหลี่ยม o buap liyam (Tailandia) y sigua 丝瓜 (China).

– En este mismo sentido, y sobre sus variaciones en países hispanohablantes, Jorge Braulio comenta literalmente lo siguiente (Hojas en la Acera -HELA- nº 35 año IX, septiembre 2017, pag. 32):

Hechima: Luffa aegyptiaca. Fam. Cucurbitáceas. Lufa. Es una planta trepadora, originaria del sur y sureste asiático. El epíteto «aegyptiaca» se debe a que, a principios del siglo XVIII, los botánicos europeos la conocieron en Egipto. Se le atribuyen propiedades medicinales, entre las que se cuenta el alivio de las flemas y la tos. En Argentina: esponja. En Colombia: pepinillo de esponja. En Costa Rica y Nicaragua: paste. En Cuba: estropajo, friega platos, jaboncillo. En España: esponja vegetal, esponja de calabaza. En Puerto Rico: esponja, esponja de pobre, servilleta de pobre. En República Dominicana: esponja, musú, servilleta de pobre. Venezuela: quimgombo.

Lo que Shiki denomina como agua de estropajo- hechima no mizu- es un remedio casero elaborado con el zumo de dicha planta”.

– En base a esto, en el mismo artículo, Jorge Braulio (Cuba) traduce los poemas del siguiente modo:

Estropajo en flor.

Ahora soy un Buda

ahogado en flemas.

 

Litros de flema.

Ni el agua de estropajo

me sirve ya.

 

Desde anteayer,

nadie recoge agua

de estropajo.

 

– Lozerand comenta que el término hotoke, puede designar tanto a un Buda como a un difunto (por eso, dado su doble sentido, se hace constar entre corchetes).

Entrega nº 127. 17 de septiembre

– Carta de “El ermitaño de las fragancias, alias el que se tira pedos”.

Os presento mis saludos. Últimamente, las entregas de una cama de enfermo de seis pies de largo son apenas fragmentos muy breves. Cuando siento el dolor, pregunto acerca de su salud.

Y Bodhidharma también lo hace. Desde el Día de los Muertos, se retiró a su cueva y, con una cinta anudada en la cabeza, emprendió la ascesis bajo la cascada y ya no hubo más noticias de él.

 

Haibyô no

Yume miru naran

Hototogisu

Gômon nado ni

Dare ga kaketa ka

 

¿Podría ser el sueño

de un tuberculoso? [De un haijin enfermo?]

El Cuco,

a la tortura,

¿Quién lo ha sometido? [Cucú, cucú]

 

Notas del traductor y las fuentes

– Shiki se encuentra muy mal. No hubo entrega el día 16.

– Como ya se refirió en las entregas 25, 60 y 77, Shiki llama en clave de humor a su propia casa como la casa de “El ermitaño de las fragancias”, alias “el que se tira pedos”. No se le escapa el hedor y el humor sarcástico le ayuda en estos momentos, como ya se ha dicho, tras tanto tiempo encerrado, sin poder incorporarse y con alteraciones gravísimas de su salud, úlceras, efectos secundarios de medicamentos y nutrición anti-astringente y expectorante, alteraciones intestinales, etc.

– Shiki parece parafrasear a Nishi Shôjiro, un poeta de kyôka (sílabas que literalmente significan “poemas locos”, o “poemas cómicos”), es decir, de una especie de waka (generalmente tanka) paródica.

– Las entregas se hicieron breves a partir del 31 de agosto (con la relativa excepción del 7 de septiembre), y cada vez más breves a partir del 11 de septiembre, cuando Shiki notó el empeoramiento de su condición, y especialmente a partir del 12.

– Irónicamente, Nishi se comparaba con Bodhidharma para mostrar compasión y disculparse por su silencio. El Día de los Muertos (Obon) se celebraba alrededor del día 15 del séptimo mes del antiguo calendario. Después de la transición al nuevo calendario en 1873, las fechas de este festival divergieron según las regiones de Japón: en algunas se celebra a mediados de julio, en otras a mediados de agosto y en otros tiene una fecha variable de acuerdo con el antiguo calendario lunar.

– Lozerand advierte: El poema tiene dos juegos de palabras que se hacen ver entre corchetes.

El primero es sobre la homofonía entre el hai , que designa haiku, y el hai , que designa los pulmones.

El segundo lo hace con el verbo kakeru (aquí en la forma completa e interrogativa: kaketa ka) y el sonido del grito del cuco (kaketaka). Así, se podría decir que escuchamos la canción del poeta del haiku tras saber del sufrimiento de los tuberculosos. Obviamente es una referencia al nombre literario elegido por el propio Shiki: «el cuco», es decir «el poeta tuberculoso».

– Shiki vuelve a hablar de la tortura: ya lo hizo en su reciente entrega 123 del 12 de septiembre.

Revista de haikus