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Mayo 2023

CONSTRUIR

 

Le recordé

saboreando unas fresas.

Largo camino.

 

DECONSTRUIR

En el “Condes” del pasado mes, comenté la relación que hay entre, por un lado, la ausencia de artículos determinados e indeterminados de la lengua japonesa y, por otro, la visión unitaria de la realidad descrita en los haikus compuestos por los maestros japoneses. Fue a propósito de “los lirios” de mi haiku abrileño.

Hoy deseo comentar, y perdón por mi charlatanería de viejo profesor, otro tema bastante relacionado. Me refiero a la ausencia de marcación personal específica que hay en los verbos japoneses. No hay desinencias (ni, aun menos, pronombres personales antepuestos a los verbos, como se hace en inglés o francés) en la conjugación verbal que nos podrían permitir conocer quién habla: si soy yo, o tú, o él-ella, o nosotros, etc. Los japoneses, aunque esto lo conocen por otros recursos lingüísticos usados en la conversación, en el lenguaje escrito deben deducirlo por una especie de metatexto. Aun así, queda un amplio margen a la indefinición, a la ambigüedad. Estas dos cualidades –indefinición y ambigüedad–, que en nuestra expresión literaria suelen ser evitadas deliberadamente, pero que en la expresión literaria japonesa suelen ser valoradas, redunda en uno de los rasgos más esenciales del haiku: su impersonalidad.

   El haiku es, como la naturaleza, impersonal y frío. No es poesía de sentimientos ni de monsergas emocionales. Ni, por supuesto, de religión, ni de moralidad, ni de filosofía, ni de amores. Creo, en efecto, que este rasgo, el de la impersonalidad, al lado de los de la sacralidad y el de la inocencia, forma la santa trinidad de lo que, a mi modesto entender, constituye la esencia del haiku japonés.

En español, solo los infinitivos y los gerundios no son formas personales del verbo (a veces también los participios). En mi haiku de este mes, quizá porque no es fruto de la mente de un japonés, me he tomado la licencia de personalizar el primer verso con un pronombre. El de “Le” (podría haber sido “la). Sin embargo, en el segundo verso, me he servido del gerundio “saboreando” para introducir cierta impersonalidad en la acción de saborear. Es decir, ¿quién saborea las fresas? ¿Soy yo que recuerda a esa persona en el momento en que yo me puse a comer fresas que es una fruta de primavera? ¿O es esa otra persona a la cual estaba comiendo fresas en el pasado, la persona a quien recuerdo en el primer verso?

     Ambas interpretaciones son posibles. Las dos me valen. Con esta indefinición, he pretendido acercarme a la comentada impersonalidad del haiku japonés. Las dos fueron frutos de una sensación: la sensación poderosa del recuerdo, es decir, de la conciencia de un momento del pasado, generado por el acto de comer fresas. Y la sensación del pasado me hizo concluir: ¡qué largo camino este de la vida! Porque el haiku es hijo de la sensación.

Lo demás cae por su peso.  Como dice hermosamente Blyth: «Buscad el Reino de la Sensación, y todo lo demás se os dará por añadidura».

La celebración de la primavera en el templo Dragón Verde

El día del equinoccio de marzo, asistí por primera vez a una ceremonia de bienvenida a la primavera, al final de la meditación en un templo zen en San Francisco (USA). Es una costumbre en los templos zen de Norteamérica que proviene probablemente de Japón y China, cuna del Zen. En estos países, la llegada de la primavera se celebra con gran regocijo e inspiración. Quizás lo mismo pase en todos los países en los que el cambio de la estaciones se presenta de forma semejante. Pero no sucede lo mismo en los países tropicales. La ciudad en la que habito, como muchas otras de condiciones semejantes, ha sido llamada, por su clima amable, la “ciudad de la eterna primavera”. Pero en ella solo conocemos estaciones de lluvia y de sol, lo cual se refleja en la exuberancia de una vegetación que florece de manera continua.

Al ser incluido, de manera más bien inesperada, en una ceremonia que por medio de la palabra celebraba la primavera con versos, canciones y bellas declaraciones, algunas de ellas con un tono de fervor y veneración, al llegar mi turno, no logré juntar en mi escaso inglés palabras suficientes para expresar algo apropiado para el momento.

Los días anteriores habían sido de lluvias intensas y la tierra de la bahía de San Francisco, habitualmente reseca, se veía reverdecida; las ramas de cerezos, duraznos, ciruelos y muchos otros árboles habían comenzado a cubrirse con brotes delicados y llenos de color.  Aunque no lo expresé en inglés, en el momento requerido, esto fue lo que apareció en mi mente-corazón en ese momento y, después de la ceremonia, escribí en español:

Lluvias de primavera

Por la vieja senda

de las nubes blancas,

hijos e hijas de buenas familias

siguen sus huellas.

Tal vez un ghata (estrofa tradicional budista) sea apropiado para un templo zen, pero mi sensibilidad de haijin me recordaba que todavía era posible expresarse de una manera más natural, más simple, menos solemne. Y escribí después algunos haikús que solo ahora comparto:

lluvias de primavera…

el canto agudo de las ranas

hasta el alba

 

lluvias de primavera—

una garza solitaria

acecha en el jardín

 

primavera:

quieta la luna llena

sobre las olas

 

luna de primavera,

alegre el canto matutino

del pavo salvaje

 

 

  (San Riki Sui Shin)
Diente de León

Marzo -abril 2023
Green Gulch Farm, San Francisco CA.

Mayo 2023

En el calendario lunar que estaba en uso durante la época de Bashou, el verano iba desde Udzuki o el cuarto mes, hasta Minadzuki, el sexto. Si hacemos la conversión al calendario actual, sería desde el 05 de mayo al 6 de agosto. Por lo tanto, el haiku que les traigo esta oportunidad utiliza un kigo muy famoso, “hototogisu”, correspondiente a la estación veraniega.

El tanka que Bashou toma como inspiración o base para el haiku de esta ocasión es de Taira no Tadamori1096 – 1153), personaje conocido para todos quienes hayan leído la epopeya bélica Heike monogatari, ya que es uno de los personajes importantes del clan Taira, nada menos que padre de Kiyomori. Este tanka está compilado en el rollo de Otoño del Kin’you Wakashuu, la quinta antología imperial (1127), con el número 238.

行く人を招くか野辺のはな薄今宵もここに旅寝せよとや

yuku hito wo maneku ka nobe no hana susuki koyoi mo koko ni tabi neseyo to ya

al errante invita el miscanto del lado del campo, al amanecer a descansar del viaje

 

El verbo “maneku 招く” que significa invitar, llamar, es el que se utiliza para el famoso “maneki neko”, el icónico gato de la buena suerte que invita a los clientes con su patita levantada Para el haiku, Bashou cambia el foco del verbo “maneku”, que se refiere a quien es invitado, ya que en el poema de Tadamori, el miscanto invita o llama al viajero, mientras en su haiku es al cuco chico. Una estrategia muy utilizada por el maestro al tomar versos o ideas de poemas clásicos, más enfocados en las personas y sus sentimientos, y utilizarlos en el haiku, el que es más centrado en el entorno.

郭公まねくか麦のむら尾花

hototogisu maneku ka mugi no mura obana

cuco chico, te invita el miscanto o el trigo

Este cambio de foco al cuco chico o “hototogisu” ―que se puede escribir de muchas maneras, por ejemplo, 時鳥, 郭公, 杜鵑, 杜宇― le permite también cambiar la estación, ya que este es un kigo de verano. Sin embargo, igualmente utiliza la palabra “obana 尾花” o miscanto, la cual es kigo de otoño.

Profundicemos un poco en las expresiones diferentes que utiliza cada poema para referirse al “miscanto”. En el de Tadamori, el término es “susuki 薄”, específicamente, miscanthus sinensis, por lo que el poeta utiliza la planta, mientras que en el de Bashou, es “obana 尾花”, lo cual hace referencia a la punta de la planta, la “cola u oreja”. Como sucede con la poesía asiática en general, el efecto es visual, el poeta busca pintar una escena en la mente de quien escucha o lee el poema.

Un dato interesante sobre el miscanto, es que en la poesía se diferencia entre el “susuki 薄” o miscanthus sinensis, y el “ogi 荻” o miscanthus sacchariflorus. El último crece en colonias cerca de zonas húmedas, como lechos de ríos, o plantaciones de arroz, mientras que el primero crece en lugares más secos. Así, por ejemplo, en la parte superior del terraplén de un río crecería el susuki, y en la parte inferior, el ogi.

Espero les haya gustado este viaje entre poemas y palabras. Me despido desde un Santiago de Chile que por fin le dio la bienvenida al otoño y espero que estén disfrutando del paso de las estaciones junto a bella poesía.

Bajo la mata de mango

Bajo la mata de mango
al oído se hablan
dos niños

Idalberto Tamayo (Cuba)

 

Viento nocturno;
los frutos del maracuyá
suenan a hueco

Mercedes Pérez (España)

 

Comiendo mangos
a la sombra del mango.
Quién pide más

Rafael García Bidó (República Dominicana)

 

El caer de una hoja de aguacate
Poder morir entre el viento…

Rogelio Rodríguez (España)

 

Al sol de mediodía,
los brotes rojizos
del aguacate

Sandra Pérez (Argentina)

 

Sube un gavilán
por el árbol de aguacates.
Sol de invierno.

Esteban Sánchez Agudelo (Colombia)

El perenquén
y el olor de los plátanos
tras el crepúsculo

Coriolano González Montañez (España)

 

crepita el horno.
el beso de la abuela
sabe a guayaba

Álvaro Davila (México)

 

Temporada de lluvias…
En el aguacate
anida un mirlo pardo

Sandra Galarza Chacón (Ecuador)

 

Fresco nocturno
La rana platanera
está cantando

Jorge Braulio Rodríguez (Cuba)

 

Para el nochero
el aleteo del murciélago
desgajó un mango

Fernando López Rodríguez (Colombia)

 

Lluvia de verano…
La flor marchita
de la pitaya

Roberto Miguel Escaño (República Dominicana)

 

Plátanos verdes,
en un hueco del tallo
anida el mirlo.

Leticia Sicilia (España)

Teidou Oshou me dio el Pergamino de pinturas con cien flores de Nangaku

丁堂和尚より南岳の百花画巻をもらひて

大岩の穴より見ゆる秋の海
Oo-iwa no       ana yori miyuru       aki no umi

El mar de otoño,
visto a través del agujero
de una roca gigantesca

 

朝顔や 我に写生の 心あり
sa-gao ya    ware ni shasei no    kokoro ari

¡Oh gloria de la mañana,
cómo late mi corazón
al plasmar tu imagen!

 

草花を画く日課や秋に入る
Kusa-bana o     egaku nikka ya     aki ni iru

Mientras dibujo flores
como mi tarea diaria,
ha llegado el otoño

 

門川や机洗ふ子五六人
Kado-kawa ya     tsukue arau ko     go-roku nin

En el río Kado,
cinco o seis niños
lavan unos escritorios

 

物洗ふ七夕川の濁り哉
Mono arau    tanabata gawa no    nigori nari

La Vía Láctea
está embarrada
con cosas lavadas en ella

 

洗ひたる机洗ひたる硯哉
Arai tam tsukue arai taru suzuri nari

Lavando escritorios
y lavando
piedras de entintar

 

丁堂和尚より南岳の百花画巻をもらひて朝夕手を放さす
Chō dō oshō yori Minamidake no Sôka emaki o mora hite asayū te o hanasa su

Teidou Oshou (un sacerdote budista llamado Teidou) me dio un pergamino con cien flores de Nangaku*, y lo mantengo cerca de mí desde la mañana hasta la noche

 

病床の我に露ちる思ひあり
Byou-shou no    ware ni tsuyu chiru    omoi ari

En mi lecho de enfermo,
me siento como rocío
cayendo sobre la tierra

 

題画   Versos compuestos para una pintura

 

庭行くや露ちりかゝる足の甲
Niwa iku-ya    tsuyu chiri-kakaru    ashi-no kou

Al salir al jardín,
las gotas de rocío
empapan mis empeines

 

臥病十年    diez años de enfermedad en la cama

 

首あげて折々見るや庭の萩
Kubi age-te    ori-ori miru ya    niwa no hagi

De vez en cuando
levanto la cabeza
y observo el hagi* de mi jardín

 

親鸞賛 Haciendo un cumplido para Shinran

 

御連枝の末まで秋の錦哉
Gorenshi no    sue made aid no    nishiki kana

Tu lección, como el esplendor del otoño,
es glorificada hasta el final por tus seguidores
en la posteridad

 

薩摩知覧(チラン)の提灯といふを新圃にもらふたり
Con una linterna de Chiran (Satsuma) para mi nuevo campo

 

虫取る夜運座戻りの夜更けなど
Mushi toru ya     unza modori no     yofuke nado

Atrapo un insecto
a altas horas de la noche
de camino a casa tras un unza*

 

千里女子写真  Sobre una fotografía de la hija de Senri

 

桃の如く肥えて可愛や目口鼻
Momo no gotoku    koete ka-wa-i ya    me kuchi hana

Es regordeta
como un melocotón,
con bonitos ojos, boca y nariz

idem

 

桃の実に目鼻かきたる如きかな
Momo no mi ni    mehana kakitaru    gotokikana

Es como un melocotón
al que le han puesto
ojos y nariz

 

翡翠や芙蓉の枝に羽つくろひ
Hisui ya    fuyo no eda ni    ha-zukuroi

Un martín pescador
arregla sus plumas
sobre una rama de rosas confederadas

 

桃売の西瓜食ひ居る木陰哉
Momouri no    suika kui-iru   kokage kana

A la sombra de un árbol
donde un vendedor ambulante de melocotones
está comiendo una sandía

 

Notas:

Hago aquí una anotación que en algún momento pasaré al inicio del diario. Tras las primeras publicaciones, Danny Ya Mono, a quien le agradezco mucho sus comentarios, llamó la atención sobre que Shiki escribiera tanto texto de este tipo en katakana. Pasado un tiempo, me comenta que ha hallado en los textos que estudia, que hubo una época en que esta práctica del uso de este silabario, era muy extendida entre los escritores. ¡Qué curioso! Pues muchísimas gracias por el aporte Danny.

El plano que aparece a la izquierda de la imagen es de un lugar desconocido.

El rojo de debajo del haiku no está en la reproducción de «Gyouga-Manroku» publicada por Iwanami Shoten en 1918, por lo que es muy dudoso que haya sido puesto por Shiki.

Nota de Rie Yamanouchi (colaboradora en traducción): Fue difícil encontrar un término en lengua occidental que transmitiera el matiz de «Oo-iwa». Aunque usé la palabra «risco» primero, después de discutir con la profesora y las otras compañeras, llegamos a la conclusión que debería de ser mucho más grande que algo llamado “risco” para que hubiera un agujero atravesándolo y Shiki pudiera ver el mar a través de él. Se decidió usar “roca gigantesca”.  -Rie Yamanouchi (colaboradora en traducción)

*Hagi: trébol de arbusto japonés

*Shinran: el fundador de una rama budista (Jodo-Shin Shu)

*Unza: Encuentro de poetas de haiku. Tiene finalidad de selección, no de concurso (kukai) ni de mejora (tensaku). Se realiza para elegir los haikus que saldrán en un libro, una revista…

Shiki se quedó prendado del pergamino de flores silvestres de Nangaku, pero Teidou Oshou se negó a vendérselo. Con el tiempo, el pergamino se vendió a la Escuela de Arte de Tokio (Meiji 45, febrero) y sus pinturas se usaron como modelos para los estudiantes. El rollo mide 1321,5 cm de largo y 29,2 cm de ancho, con imágenes de colores pálidos. Representa las flores de las cuatro estaciones, con apariciones ocasionales de pájaros e insectos. El pergamino jugó un papel importante en la vida de Shiki, ya que lo consoló en su lecho de muerte. Al mismo tiempo, Shiki también estaba contribuyendo a la fama de Nangaku, en el sentido de que Nangaku podría no ser tan famoso como lo es ahora si Shiki no hubiera encontrado el pergamino y escrito este episodio y otros más en Una cama de enfermo de seis pies de largo.

Sobre el pergamino (Rollo de las flores de Nangaku), véase la entrega 104 de Una cama de enfermo de seis pies de largo, en la que Shiki, bromeando hace creer que es una mujer de la que se enamora y finalmente se entera que no podrá permanecer junto a ella) de 24 de agosto. En la entrega 111, de 31 de agosto se lo queda.

Fragmento de una de las imágenes de “la señorita Watanabe”, es decir, de El Rollo de las Flores (Sôka emaki) de Watanabe Nangaku. Se puede ver obra completa en http://jmapps.ne.jp/geidai/det.html?data_id=1047

Nota de Hiroe Monguchi: Creo que Shiki representa el corazón de un poeta de haiku, que se siente atraído por un insecto como si buscara un amigo con el que compartir su sensación de plenitud tras un encuentro con sus “rivales“ amigos poetas. -Hiroe Monguchi

Rosas confederadas: Hacen referencia a la rosa mutabilis. Sihiki ya las nombra en un haiku en su entrada al diario sobre la niña vestida con ch’ima-chogori.  Para verla, clicar aquí.

Flores y aves

Estaba seguro de que las aves conocidas como «ojos blancos» (mejiro 目白) eran un motivo estacional de primavera debido a la experiencia propia y a la gran cantidad de imágenes suyas en Instagram, donde aparecen entre los ciruelos y cerezos en flor. Sin embargo, de acuerdo con los almanaques estacionales (saikiji 歳時記) y los diccionarios, el nombre de estas aves debería evocar el verano o, incluso, el otoño. Con todo, los poemas aquí reunidos son todos de primavera, indicada en general por las imágenes florales. Esto nos enseña que las palabras estacionales (kigo 季語) son elementos aún en transformación y que, en el haiku, la experiencia poética prima también sobre las convenciones. En todo caso, dado que «ojo blanco» (mejiro 目白) debería situarnos teóricamente en otra estación, son los nombres de los ciruelos (ume 梅), cerezos (sakura 桜) y camelias (tsubaki 椿) las que nos ubican en diferentes periodos vernales, lo mismo que la palabra «flor» (hana 花) sin modificadores.

[Ojo blanco] Tsukuba, 20/02/2020

La especie Zosterops japonicus tiene un plumaje verdoso en la mayor parte del cuerpo y amarillo en el pecho, pero se caracteriza por el blanco que circunda sus ojos oscuros. Su presencia constante entre los árboles en flor se debe a que beben el néctar y cazan los insectos que los merodean, hábitos que deberían fortalecer su asociación primaveral.

 

1.

Kawai Emiko 河合笑子 en la revista Ao あを de mayo de 2001

 

うぐいすか枝先のゆれ目白かな

Uguisu ka eda saki no yure mejiro kana

 

¿Un ruiseñor?

El vibrar de la rama:

¡un ojo blanco!

 

El uguisu うぐいす es el ave asociada a la primavera desde la época clásica, ya que su singular canto puede oírse desde el inicio de esa estación, en la que se aparea. Es una especie exclusiva del este de Asia y sin parentesco cercano con otras aves de la esfera hispanohablante, por lo que no hay una traducción exacta para su nombre. Debido a la belleza de sus vocalizaciones y a su forma, se lo ha asociado con el ruiseñor y, ocasionalmente, con la alondra, pero sus patrones de sonido no se parecen en nada. Al pensar primero en esta ave, la autora evoca toda la tradición que le está asociada y que nos sitúa en la primavera, pero resulta que es un ojo blanco. Hay que recordar, además, que es difícil ver a los uguisu, que suelen trinar ocultos entre la vegetación, mientras que los ojos blancos son menos tímidos.

 

2.

Koishi Hideko 小石秀子 en la revista Ao あを de mayo de 2001

 

花鳥の目白きびきび枝から枝へ

Hanadori no mejiro kibikibi shi kara shi e

 

Aves y flores:

el ojo blanco vivaz

de rama en rama.

 

[Ojo blanco] Tsukuba, 20/02/2020

 

3.

Mori Norikazu 森理和 en la revista Ao あを de mayo de 2001

 

ひらひらと目白と夫と花の中

Hirahira to mejiro to tsuma to hana no naka

 

Revoloteo:

un ojo blanco y su amor

entre las flores.

 

4.

Kobayashi Mirai 小林巳禮 en la revista Hōzuki 酸漿 de mayo de 2002

 

紅梅の隣家に咲きて目白来る

Kōbai no rinka ni sakite mejiro kuru

 

Florece en la casa

de los ciruelos rojos.

Llegan ojos blancos.

 

El florecimiento de los ciruelos marca el inicio de la primavera lunar, pues comienzan a florecer desde el final de enero, pero llegan al apogeo entre febrero e inicios de marzo.

[Ojo blanco] Tsukuba, 20/02/2020

 

5.

Matsuda Kingo 松田欽吾 en la revista Ugetsu 雨月 de mayo de 2002

 

梅莟みはや訪ね来る目白かな

Ume tsubomi haya tazune kuru mejiro kana

 

Botón de ciruelo

¡Ah, ya viene de visita

un ojo blanco!

 

6.

Naitō Junko 内藤順子 en la revista Hōzuki 酸漿 de mayo de 2003

 

目白きて梅咲き満ちし勅願寺

Mejiro kite ume saki michi shi chokuganji

 

Vienen ojos blancos,

flores llenan los ciruelos:

un templo imperial.

 

La palabra chokuganji 勅願寺 nombra los templos construidos por orden de algún emperador, como lo fueron varios de los más famosos del área de Kansai. Por esta razón, la palabra puede evocar no sólo un templo antiguo, anterior a la separación forzada del budismo y del culto a los dioses, sino además uno imponente, como convendría a uno financiado por el estado.

 

7.

Nakajima Chieko 中島知恵子 en la revista Ugetsu 雨月 de junio de 2004.

 

梅の香の中飛び交へる目白かな

Ume no ka no naka tobikaeru mejiro kana

 

¡Ay, el ojo blanco

que puede planear en el aroma

de los ciruelos!

 

[Ojo blanco] Tsukuba, 20/02/2020

 

8.

Tanaka Kiyoko 田中きよ子 en la revista Hōzuki 酸漿 de junio de 2004

 

目白らの好む白梅ありにけり

Mejiro-ra no konomu hakubai arinikeri

 

Los ciruelos albos

parecen los preferidos

por los ojos blancos.

 

9.

Aoki Tamiko 青木民子 en la revista Hōzuki 酸漿 de junio de 2004

 

初桜目白十羽を飛ばしけり

Hatsu sakura mejiro jūwa o tobashikeri

 

Primeros cerezos.

Hicimos que volaran

diez ojos blancos

 

10.

Aizawa Yuriko 相沢有理子 en la revista Fudo 風土 de junio de 2007

 

花椿季節外れの目白群れ

Hanatsubaki kisetsuhazure no mejiro mure

 

Camelia en flor

Bandada de ojos blancos

fuera de estación.

 

Las camelias, a diferencia de otros árboles admirados por sus flores, tienen un periodo de florecimiento prolongado que va de enero a abril. De esta manera, cubren toda la primavera lunar y su nombre japonés, tsubaki 椿, puede evocar cualquier momento de esa estación. Al señalarnos que la bandada de ojos blancos está fuera de estación, la autora nos hace ver la falta de correspondencia entre su experiencia y los almanaques estacionales.

 

 

11.

Ozawa Akiyuki 小澤昭之 en la revista Sasa 笹 de mayo de 2010

 

目白ゐて白き椿の枝揺るる

Mejiro ite shiroki tsubaki no eda yururu

 

Un ojo blanco.

De la camelia blanca,

vibra la rama.

 

12.

Hayasaki Yasue 早崎泰江 en la revista Ao あを de abril de 2011

 

だしぬけに目白くるなり春動く

Tashinuke ni mejiro kuru nari haru ugoku

 

Y, de repente,

un ojo blanco vino.

Primavera en curso.

 [Ojo blanco] Tsukuba, 20/02/2020

En este haiku, el autor asocia claramente la llegada del ojo blanco con el avance de la primavera, con lo que rechaza sus asociaciones primarias con el verano o el otoño. El nombre de la estación es la palabra necesaria para situar temporalmente el poema.

 

13.

Sakai Akiko 堺昌子 en la revista Sugurono 末黒野 de junio de 2013

 

梅林や目白の影の池に揺れ

Bairin ya mejiro no kage no ike ni yure

 

Un ciruelar.

Ondas en el estanque

en que se refleja un ojo blanco.

Abril 2023

CONSTRUIR

¡Ay, cómo juega

entre las hojas de los lirios

la primavera!

DECONSTRUIR

Hace unos días, me impresionó los juegos de luces, con tantos matices de verdes, y los juegos de brillos y sombras del arriate de lirios, aun sin florecer como se aprecia en la foto adjuntada, que enmarca el espacio desde donde practico el arco. Hubiera deseado escribir:

¡Ay, cómo juega

entre hojas de lirios

la primavera!

De ese modo, hubiera contado siete sílabas el segundo verso (con hiato entre  la “e” y la”o”) y, tal vez, le hubiera dado mejor ritmo a todo el haiku. La verdad es que, sin embargo, deseaba personalizar a las hojas de estos lirios en concreto, usando sendos artículos determinados.

   El haiku japonés carece de determinación en los sustantivos, por la sencilla razón de que no existen artículos en la lengua japonesa. Es una de las indefiniciones, con ribetes de ambigüedad en no pocos casos, que da carácter a esta lengua. En español, por el contrario, como en la mayoría de las lenguas de nuestro entorno, personalizamos el discurso. Es como si tuviéramos necesidad de marcar nuestro conocimiento o desconocimiento, nuestra relación o no relación con las cosas, nuestra implicación emocional o no implicación con ellas. Dar un carácter o bien particular, concreto, o bien genérico a las cosas que nos rodean forma parte, por consiguiente, de nuestra percepción de la realidad.

    Por el contrario, en la mente de los maestros japoneses cuando componían haikus no existía tal dualidad. Y, en mi opinión, el haiku japonés tiene como cualidad central la descripción integral y holística de una realidad, que no es el resultado más que de una visión unitaria del mundo fenoménico.

   Pongamos como ejemplo comparativo el famoso haiku, de la rana que salta al viejo estanque del maestro Bashō. Lo recordamos:

 

 Furu ike ya                               El viejo estanque.                 

Kawazu tobikomu                Se zambulle una rana.

Mizu no oto                              Ruido del agua.

 

Y ¿por qué no “estanque” no puede indeterminarse con “un” y “rana” determinarse con “la”? Y traducir, entonces:

 

Un viejo estanque.

Se zambulle la rana.

Ruido del agua.

 

Sería, pues, un estanque desconocido por el poeta y una rana determinada por ser conocida previamente por este. ¡Claro que es posible! Seguro que el bueno de Bashō sonreiría con indulgente desaprobación –como a menudo desaprueban los japoneses– ante la frívola improcedencia de tal debate…  O se encogería de hombros porque en su lengua tal debate es imposible y la visión de las cosas es unitaria y no fragmentada en este aspecto gramatical.

La conclusión de estas reflexiones es  el reconocimiento de hasta qué punto nuestra visión del mundo se halla encadenada por el lenguaje con que nos expresamos y que modela nuestra mente. En mi haiku, los lirios los conozco bien: lo veo casi a diario cuando paso a su lado. Por eso, me salió natural escribir “los lirios” y no “unos lirios”, ni simplemente “lirios”, sin ningún artículo.   Y si son “los lirios”, por fuerza han  de tener “las hojas” y no “unas hojas”. Además, si hubiera escrito “unas hojas”, estaría reconociendo que había otras hojas de los lirios que no ofrecían tan sorprendente danza de brillos y sombras.

Hay otro poema de lirios que recuerdo. Es del haijin Hekigodō (1873-1937), discípulo de Shiki.

 

Los lirios del monte                        Yamayuri ni

empapados de la lluvia                Sosugu taiu ya

mientras canta el cuco.                Hototogisu.

 

山百合に

そすぐ大雨や

ほととぎす

LA DESACRALIZACIÓN

Bashô, a quien Justino Rodríguez llama el divino Bashô, ciertamente, fue elevado a los altares. En nuestro ámbito cristiano occidental, el poeta místico Juan de la Cruz gozó del mismo privilegio, pero con una diferencia de grado; el monje carmelita fue canonizado, es decir, reconocido como persona que se encuentra en la corte celestial del Dios cristiano. En cambio, Matsuo Bashô, en un país como Japón, donde, según Enrique Gómez Carrillo: Sus dioses nacionales, los de la antigua religión Sinto, son los héroes, los sabios, los poetas, fue incluido en el círculo de los kamis.

Y Masaoka Shiki, ante un mito fundacional y un kami del haikai no hokku, inicia la desacralización.

Shiki hace una lectura crítica de la obra de Bashô, la cual, según dice, era vista como un conjunto de escrituras sagradas por sus seguidores. De momento, veo esa crítica como una batalla naval en la que la nave de Shiki embiste a la nao del Maestro. La nao se hunde y, ahora, busco en el fondo entre los restos cubiertos de algas marinas. Lo primero que hallo es el ku del hibisco:

michinobe no

mukuge wa uma ni

kuwarekeri

He aquí la versión de Caqui, Revista Brasileira de Haicai:

A flor

Da beira da estrada

Foi comida pelo cavalo

 

La flor

De la orilla del camino

Fue devorada por el caballo

Me apena decir que al estar limpiando de algas el original japonés, se salpicó la traducción que hicieron Elías Rovira y Jaime Lorente de la traducción italiana de Lorenzo Marinucci. Me disculpo con ellos por mi defectuosa reconstrucción:

En el camino

un hibisco devorado

por el caballo

Recuerdo las palabras que la Maga les dice a Horacio y sus compañeros, en Rayuela: “ustedes ven la vida como cuadros de una exposición, pero no están en ella”. Y el Maestro no andaba de mirón asomándose al camino, estaba en el camino. Trato de acompañarlo como acompañé, hace tiempo, a Mutanabbi cuando salió huyendo de Egipto:

Nos llevaban rápidas las monturas, con los belfos blancos

y las pezuñas verdes de rugl y de yanam.

El arabista Emilio García Gómez aclara que, para aumentar la rapidez de la marcha no habían dejado pacer a las camellas, por eso llevaban los belfos blancos y las pezuñas verdes por el rugl y el yanam, hierbas del desierto, que habían pisado.

Sigo hurgando entre los restos. Una parte de la nao quedó enterrada en el limo del fondo, de ahí extraigo esto:

hito tose ni

ichido tsumaruru

nazuna kana

 

Durante el año

se recoge una vez,

la hierba nazuna

Lo cual me remite a:

yoku mireba

nazuna hana saku

kakine kana

 

Si miro con cuidado

la nazuna florece

junto al seto

Me atrevo a intentar un honka dori, espero que no sea juzgado como un mero versioneo; tomémoslo como un ku sin pretensiones o simple vehículo de mi opinión:

Si miro con cuidado

entre el fango y las algas

una joya

¿Por qué la actitud crítica de Shiki? El haiku estaba en decadencia, necesitaba ser renovado. Shiki es el renovador. Veamos lo esencial de la crítica que hace a la obra de Bashô, la cual se tenía como el modelo a seguir:

Afirma que los kus del Maestro fueron recogidos sin hacer distinción entre los buenos y los fallidos. Que los buenos serán unos doscientos de los más de mil que escribió. Que el ku del viejo estanque es una especie de reliquia sin valor literario. Esos hechos que señala, a fuer de hechos, son irrefutables, y uno de ellos posee una importancia capital para la comprensión de la perspectiva estética del Maestro. Aceptemos los hechos y agradezcamos a Shiki el haberlos señalado; sin embargo, su opinión acerca del sentido del ku del viejo estanque parece cuestionable.

Vicente Haya en el prólogo de Aware dice que los japoneses incluyen en sus antologías haikus malos sin juzgarlos. De ahí que no deba extrañarnos la actitud de quienes recopilaron los kus de Bashô.

Que los haikus aceptables no pasen de doscientos también es comprensible porque el Maestro desarrolló su estilo en los últimos años de su vida.

Lo cuestionable del ku del viejo estanque es su asimilación al Zen. Shiki, aunque tiene sus dudas, termina por aceptar que “la verdad del practicante Zen es la médula del estilo de Bashô”, y que ese ku “expresa poéticamente este tal como son las cosas.”

Si el estilo de Bashô es Zen ¿por qué en Oi no Kobumi (Notitas de morral) afirma que su arte no le ha traído paz?

 ¿Y la influencia Zen en el haiku? Podría decirse que sólo proporcionó un método a las tendencias contemplativas del alma japonesa, ya mencionadas por Nuria Parés. Y que afinó la agudeza de Saigyô, Bashô y Santôka.

Por lo que respecta a los poemas Zen, están en el Shodó, el Zenrin…

¿Y el hecho de importancia capital señalado por Shiki? Al insistir en el nulo valor literario de los kus más famosos de Bashô nos hace sospechar que el haikai no hokku es un género no literario. ¿Será posible tamaña paradoja? ¿Una literatura que no sea literaria?  O, ¿de qué otra manera podría decirse esto?

Bashô da la espalda a la naturaleza estilizada de la poesía establecida, no al fluir de la naturaleza, y presta atención a lo inmediato, lo ordinario, lo que no se toma en cuenta ni es digno de poetizar, y lo nombra con un lenguaje adecuado, sencillo, sin retórica. En fin, una literatura no convencional.