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Así como la Navidad en Japón porta un tinte de festividad extranjera en el ambiente general del país –aunque otra cosa sea para los cristianos-, celebrar el Año Nuevo goza allí de una secular tradición para todos; aunque en el antiguo Japón se hacía coincidir el Año Nuevo con los primeros atisbos de la Primavera, hacia fines de Febrero. Con la modernización de Japón promovida por la era Meiji, el Año Nuevo japonés se ha identificado ya con el del calendario occidental; siendo allí sin embargo una solemne festividad que dura tres días (1, 2 y 3 de Enero) para acentuar así su significado vitalista de renovación. Lo cual es, por cierto, muy afín con la mentalidad shintoísta: en Año Nuevo se conmemora –a grandes rasgos- que los “kami” o espíritus divinizados de los ancestros velan especialmente por los vivos.
Tal inspiración la recoge Onitsura (1660-1738), coetáneo con Bashoo –siendo dieciocho años más joven que dicho maestro-, en el siguiente haiku (ver icono):
ooashita /
mukashi fukinishi /
matsu no kaze
La gran mañana:
aires de antaño llegan
de entre los pinos.
He aquí una traducción palabra por palabra, siguiendo los tres versos japoneses:
Gran-mañana/ (desde) antiguo-sopla / pino(-s)-de-viento//
El último verso ha de interpretarse como ‘viento de (los) pinos’, invirtiendo nuestro orden léxico, según la sintaxis japonesa. Obviamente, quiere significar ‘el viento que sopla entre los pinos’. La métrica de este haiku es impecable, según la conocida pauta 5/7/5 sílabas.
“La gran mañana” se refiere a los albores de la solemne fiesta de Año Nuevo. El segundo verso –coincidente con el de la traducción-, mediante su frase “aires de antaño” puede evocar a los japoneses los “kami” o deidades de la naturaleza, así como a todos nos hace recordar a nuestros antepasados.
Aunque el viento sea invisible, se hace visible en el vibrar de las ramitas y agujas verdes de los pinos, e incluso posiblemente se nos hace audible, mediante un tenue silbo al rozar entre las ramas. Es de notar también el contraste temporal entre “de antiguo” y “gran mañana” presente.
El verbo “fuku” ‘soplar’ (2º verso) aparece sufijado por “-nishi”, posiblemente una insinuada perífrasis verbal factitiva: ‘fuki-ni-suru” ‘hacer soplar’, expresión reducida en este contexto a “fuki-ni-shi”. La función de dicho sufijo puede ser intensiva: enfatizar el verbo “fuku” en su semántica visual y auditiva ya comentada.
En plena naturaleza, desde un pinar acariciado por el viento, Onitsura nos invita pues a celebrar en grande la entrada del año, que se nos presenta aquí como ese aire campestre que nos llega, trayendo nueva vida a nuestros pulmones, y mostrándonos también una nueva imagen sumamente grata a la vista.
Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala. Universidad de Sevilla.