Sergio Pinteño Padilla

 

 

 

 

 

Unas palabras del autor

No hay mucho que decir acerca del autor. Poco o nada que pueda aportar algo significativo a lo que realmente cobra verdadero protagonismo: aquello que revela y calla el propio haiku. Creo que bastará con señalar que, aunque me crié en un barrio de ciudad, tuve la suerte de quedar expuesto, todos los veranos de mi infancia, a la maravilla natural que se esconde en este rinconcito del Atlántico que rodea al entorno de Doñana. Es ahí de donde brota mi haiku más de 30 años después, en un torpe intento de nombrar la luz, el mar, el viento y las criaturas que se fueron tramando, día a día, lentamente en mi corazón.

 

Abriéndose a la luz

el violeta de la flor

del alcaucil

*

Viento calmo

lo justo para turbar

una espiguilla

*

En el hervor del caldo

el súbito abrirse

de las almejas

*

Pasta el potrillo

su resuello impregna

la hierba fresca

*

Rayo en la noche,

una cabra tensando

su propia soga

*

La luz y el viento

entran en lo profundo

del cañaveral

*

A contraviento

gaviotas

graznando en lo oscuro

*

Tras la tormenta

esparciendo cenizas

a orillas del mar

*

Amamantando

lame la gata a sus crías

Calima nocturna

*

Esa culebra

la forma en que quedó

enroscada al morir

*

Escampó

el canto de la abubilla

parece otro

*

Las lleva el aire

a la mañana

cenizas del rescoldo

*

Al deshojarla

en el corazón de la lechuga

un caracol

*

En silencio

de vuelta con mi padre.

Prunos en flor