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Introducción a la serie

Los sentidos y la nada: Reflexiones en torno a la estética japonesa desde la perspectiva de la negatividad y el cuerpo.

En esta sección abordaremos algunas reflexiones sobre la estética del Japón teniendo por eje central las nociones de cuerpo y negatividad. En todo caso se trata de ensayar aproximaciones a la sensibilidad del pueblo japonés desde su apertura a ideas como la perecibilidad de las cosas, la belleza de lo irregular, el aprecio de lo que se sugiere más que lo que se muestra, etc. En el contacto que he tenido con el pensamiento y el arte japonés, se revela constantemente una sensibilidad profunda e intuitiva hacia las cosas naturales y humanas; y esa sensibilidad viene dada por la confluencia de dos importantes tradiciones. Por un lado, el shintô, que nos dice que las cosas, y en especial aquellas naturales, están habitadas por kami; lo que lleva a las personas a valorar la naturaleza en su manifestación más sensible e inmediata. Por otro lado, el budismo, que enseña al pueblo japonés, que no hay esencias o presencias detrás de las apariencias; sino que a éstas solo las subyace el vacío, la nada (mu, 無). Así, las apariencias no esconden esencias o identidades en sí mismas, aún así, estas están “cargadas de divinidad”. El mundo que captamos con nuestro cuerpo, con nuestros sentidos, se nos manifiesta en sus apariciones valiosas y significativas, aunque efímeras, inescenciales y transitorias. El papel del artista no es otro que crear esas apariciones, proporcionar experiencias, hacer una escena con la que el espectador pueda lograr su propia experiencia sensible y con ella su “pequeña iluminación”. Así, exploraré la idea que esta estética de la negatividad pone al cuerpo en un lugar central, ya que es a través de éste que tenemos esos encuentros con las cosas del mundo.

Les doy la bienvenida a quienes quieran acompañarme en el camino de esta exploración. De antemano muchas gracias.

Sobre el autor: Jeancarlos Kevin Guzmán Paredes es candidato a magíster en filosofía por la PUCP. Bachiller en filosofía por la PUCP. Se ha desempeñado como pre-docente de diversos cursos del área de filosofía en Estudios Generales Ciencias y Estudios Generales Letras de la PUCP entre los que destacan Ciencia y Filosofía, Filosofía Moderna, Epistemología, Ética, Ética y ciudadanía, Argumentación. Ha participado como ponente y organizador en distintos eventos académicos y congresos. Es miembro asociado del Instituto Riva Agüero, forma parte del grupo “Presencia de los japoneses en el Perú. Siglos XVII – XX” del IRA – PUCP.  Además, es miembro fundador del Seminario permanente de filosofía contemporánea Hermes y es co-fundador y co-coordinador del Círculo de Estudios Japoneses Tenjin. Sus intereses están en Filosofía y metafísica del lenguaje, estética y filosofía del cuerpo. Además de la estética, historia, literatura y productos audiovisuales del Japón clásico y contemporáneo.

Jeancarlos K. Guzmán Paredes
Pontificia Universidad Católica del Perú

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Enero 2023

¡Akemashite omedetou gozaimasu! ¡Muy Feliz Año Nuevo! Estoy dichosa de estar con ustedes un año más gracias al maravilloso equipo de El Rincón del Haiku; hermosa comunidad que ha reunido a tantos y tantos a través de los años, y en diversos países, en torno al amor por esta magnífica contribución poética nipona que es el haiku. Este 2023 continuaré presentándoles mes a mes, siguiendo el paso de las estaciones, haikus de Matsuo Bashou, y las inspiraciones en diversas obras clásicas que tomó al componerlos.

Comenzaré con un bellísimo poema de Año Nuevo que nos permitirá reflexionar, como de seguro lo hizo el maestro hace siglos.

La primera referencia la encontramos en la sección 19 del Tsuredzure gusa de Kenkou Houshi, zuihitsu ―crónica autobiográfica ensayística― del año 1331. En ella, el autor habla sobre el paso de las estaciones y las características que reflejan la belleza de cada una, tanto las naturales como las humanas. Al final de esta sección llega al periodo que abarca el fin del año viejo y comienzo del nuevo:

“Y así, viendo el nuevo año amanecer en el cielo, te conmueve una sensación de absoluta novedad, a pesar de que el cielo no se ve diferente al de ayer. Es también conmovedora la visión de los pinos de año nuevo bellamente decorando las casas por toda la avenida principal.”

Este “pino de año nuevo” al que se refiere Kenkou, es el “kadomatsu” 門松, literalmente, el “pino de la puerta”, que hasta el día de hoy se utiliza como decoración de Año Nuevo, colocándose en las entradas de los hogares y también de las empresas, tiendas e instituciones públicas o privadas. Se consideran “shintai” 神体, o sea, hogares temporales para las deidades, ya que las celebraciones de Año Nuevo tienen como función principal recibir al “toshigami” 年神 o “dios del año” que traerá abundancia y bendiciones. Y es este objeto, hecho en la antigüedad, de ramas de pino y actualmente también de bambú, el que Bashou toma como una de las inspiraciones para su haiku.

門松やおもへば一夜三十年

kadomatsu ya omoheba ichiya sanjuu nen

el pino de la puerta, si lo pienso esta noche son treinta años

Por otra parte, “ichiya” 一夜 o “una noche”, hace referencia a una leyenda que figura en el Taiheiki, gunki o crónica guerrera del año 1364, sobre Sugawara no Michizane, poeta y estatista que tuvo gran influencia en el trabajo de Bashou. Allí se menciona cómo tras la muerte de Michizane, en una noche crecieron mil pinos en Ukon no Baba, Kitano, Kyoto. Uno de los tantos sucesos sobrenaturales que dice la leyenda, ocurrieron tras su muerte, la cual sucedió lejos de la capital, en Dazaifu, por hechos injustos, según refleja la historia, y que llevaron a deificar a Sugawara no Michizane como Tenjin, el dios de la sabiduría.

Bashou compuso este haiku en 1677, año en que, se dice, decidió convertirse en haijin profesional, a la edad de 34 años. Si consideramos el kadomatsu, que representa la festividad del cambio de año y la noche de la leyenda de Sugawara, se comprende que Bashou haya querido conmemorar su cambio de rumbo y la edad en la que lo estaba haciendo, con este haiku.

Y así como Bashou reflexiona sobre su vida pasada y futura, estoy segura de que todos lo hemos hecho en estos días. Quiero aprovechar de desearles a todos y cada uno de ustedes que este 2023 sea un año pleno, lleno de bendiciones, y agradecerles desde ya su compañía en este camino de aventuras de la mano de un gran viajero, Matsuo Bashou.

Haiku 47

47  

肘白き僧のかり寢や宵の春

Hiji shiroki sou no karine ya yoi no haru

 El brazo blanco
de un monje en su siesta-
atardecer de primavera.

Desglose:

 肘 [hiji: codo], 白き[shiroki -actual shiroi 白い- : blanco], 僧 [sou: monje budista], の[no: partícula], かり寢[ karine: siesta], や[ya: partícula], 宵 [yoi:] の [no: partícula], 春 [haru: primavera]

Comentario y notas culturales:

 Un haiku sin verbo. Elegancia del haijin y atención al detalle, a aquello que suele pasar desapercibido para el corazón insensible. Sugerente y sobrio, sin adornos y en el juego tácito de los complementarios luz (blanco) y oscuridad (negro).

 

 

La estación más hermosa

A principios del siglo XIII, el poeta Kamo no Chomei -desencantado por los desastres de su época- escribía desde su choza de ermitaño: “mi único deseo en esta vida es ver la belleza de las estaciones».  Cinco siglos más tarde, otro monje -el vitalista y melancólico Ryôkan- desvelaba el enigma de su legado a la posteridad: “¿Cuál será mi legado? Las flores de cerezo en primavera, el cuco en las montañas y las hojas de arce en el otoño…” En el umbral de un nuevo año, la memoria se vuelve hacia el mundo de las “palabras estacionales” (kigo), compiladas en los Saijiki, farragosos diccionarios que acotan y ensanchan la imparable vitalidad del haiku. Dicen que el día de fin de año Eugenio d’Ors quemaba, su página más bella, recordando quizás un dicho zen: “Cuando llegues a la cima de la montaña, sigue subiendo”.

Desde el 1 de enero de 1873, Japón se rige por el calendario solar occidental, pero su celebración del año nuevo sigue evocando el comienzo de la primavera, conforme al antiguo calendario lunar, con sus ritos y símbolos: el primer sueño auspicioso -sobre todo, si se sueña con el Fuji y con el halcón-; los adornos con ramas de pino, que simbolizan la longevidad; la bienvenida a la primera mañana con el canto del gallo… En los glosarios clásicos, la ronda de las estaciones se rige por las lunas, y aquí las iremos evocando a partir de la primavera, que comenzaba hacia el 4 de febrero, anunciada por el canto del ruiseñor. Los poetas la cantan con verdadera pasión. Shiki la ve nacer bajo su almohada de enfermo con el olor de la lavanda; Bashô da gracias al ciruelo por brindarle tan pronto sus flores, porque en su corazón todavía es invierno… Y, de pronto, la incomparable floración de los cerezos, ebrios de rosada blancura… Los poemas nos traen y nos llevan por todos los caminos primaverales: primeras violetas, primeros narcisos amarillos, primeras golondrinas, el vibrante vuelo vertical de la alondra, el grito de celo del faisán, las cometas que se entrecruzan en el aire y la cometa que el bebé de Issa sostiene, dormido, entre sus dedos…

Del verano nos llega el delicado resplandor de un arcoiris doble, tras el aguacero del monzón: un mes de lluvias torrenciales, intermitentes, que -como observa Bashô- han respetado milagrosamente el Pabellón de Oro… Después, un cielo inmenso, con largos días de luz que se corresponden, hacia el solsticio, con las noches más cortas. Buson celebra la delicia de cruzar el río estival con las zapatillas en la mano. Estación de las fiestas y de los fuegos artificiales. Estación del azul: el mar, el, cielo, las hortensias, la imposible rosa soñada; del morado de las malvas y de algunos lirios; del rojo de las amapolas y del color vino, casi negro, de las moras… En las horas de más calor, las cigarras taladran con su chirrido las rocas, y al frescor de la noche, entre las matas de hierba, junto al agua, las luciérnagas emiten su fresca luz verdeazulada…

Otoño es la estación más contemplativa. De nuevo, como en la primavera, el equinoccio iguala las noches con los días y nos regala la noche más bella: la de la luna llena de septiembre. Poco a poco, las noches se van alargando y se ahonda el sentimiento de soledad, percibido por Shiki en el sonido de la campana, cuyo sonido llega en oleadas a través de la noche oscura. Resuena en el silencio el murmullo de las oraciones y el recuerdo de los seres queridos. En las noches más claras, se ahonda el fulgor de la Vía Láctea, evocando la leyenda de Tanabata, el reencuentro amoroso del Boyero y de la Hilandera (Altair y Vega), en el río de las estrellas. Otoño: estación de los mil colores en montes y praderas; estación del rocío, de la recolección del arroz y de los frutos, de los salmones que remontan los ríos para desovar, del cri-cri de los grillos, de las bandadas de aves migratorias, de la berrea de los ciervos y de la caza…. Y nos queda el invierno, con su frío, sus nieves, su bajada al abismo de la oscuridad en el día más corto del año y su conquista progresiva del reino de la luz…

Alguien le preguntó a su maestro cuál era la estación más bella del año. Y el maestro contestó: ““En la primavera, la flor del cerezo; en el verano, el canto del cuco; en el otoño, la luna llena; en el invierno, la nieve… ¿Cuál? Esa: es decir, todas”.

***

Diciembre 2022

CONSTRUIR

Se fue noviembre.

Ajenos a la belleza,

los cables de la luz.

DECONSTRUIR

  La conjunción de belleza e indiferencia hacia esta no es infrecuente en el haiku japonés. He aquí dos muestras de Issa Kobayashi, el haijin de los animalitos más humildes, y de Matsuo Bashō:

Dedemushi ya                   El caracol

Akai hana ni wa               ni una sola vez mira

Me mo kakezu                   a la flor roja

 

Kashi no ki no                    Poco le importan

Hana ni kamawanu        las flores del cerezo

Sugata kana                       al viejo roble

 

  En el paseo por la ribera del río Tajo, en Talavera de la Reina, abundan los días en que se pueden capturar puestas de sol maravillosas. Como la de la foto que adjunto en esta entrega para los amigos de El Rincón del Haiku. Al final de un paseo dado la semana pasada, cuando ya no se veía el río, sino casas, me tropecé con los cables y las torretas de la luz eléctrica, con unos alambres que cortaban el espectacular fuego de las nubes en el poniente. A alguien, podrían parecerle estúpida o inoportuna esta presencia (cables, torres, tejados), puesta ahí por el hombre. A mí se me antojó que, por el contrario, estos cables anónimos embellecían el paisaje. Y se me ocurrió la pregunta: ¿serían conscientes del bello paisaje que se mostraba a esa hora delante de ellos?  Con nuestro característico orgullo, los seres humanos tendemos a pensar que la apreciación de la belleza es patrimonio exclusivo de la sensibilidad humana. No lo sé. Y, desde mi ignorancia, asumiré que no, que los cables no podían apreciar la belleza de la puesta de sol. El caracol del haiku de Issa ni siquiera alza la vista para apreciar el color rojo de la flor; ni al viejo roble del otro haiku le importa mucho la belleza de las flores del cerezo.

    La mente fotográfica del haijin es sensible a este desinterés, a este mostrarse ajeno a la belleza, y, tal vez por esto mismo y de esta manera indirecta, oblicua, enaltece aún más la belleza de la flor roja, de las flores del cerezo, de una coloreada puesta de sol sobre el río.

    La oblicuidad del haiku me parece una herencia del waka clásico japonés, en el cual la expresión directa y hasta el uso de los adjetivos calificativos se consideraban de pésimo o, cuanto menos, de dudoso gusto.

Por eso, no digamos que la luna es hermosa, sino más bien, en formato de haiku:

 

Ya son las tres,

Me he levantado cuatro veces

A ver la luna.  

Justamente este fue el ejemplo que, hace dos semanas y para definir qué un haiku, di a los asistentes a una charla titulada “Cosmovisión japonesa en 17 sílabas” organizada en Pravia (Asturias) por la Asociación de Escritores Asturianos.

Siempre me quedará la duda: la belleza de aquella puesta de sol, ¿habría sido percibida por los cables de la luz? De lo que no hay duda es de que noviembre se fue.

 Certeza del paso del tiempo contra incertidumbre de los fenómenos del mundo. Juntos en un cuadro de colores de fuego.

Diciembre 2022

Haibun 39 y 40

En el último mes del año quiero agradecer su colaboración a los autores que generosamente han participado para que la sección de haibun de ERDH se llene de contenido.

Colaboradores en 2022: Marga Alcalá, Enrique Linares Marti, Lester Flores López, Juan Lorenzo Collado Gómez, Paco Ayala Florenciano, Alfredo Benjamín Ramírez Sancho, Jorge Moreno Bulbarela, Julia Guzmán, Felix Arce Araiz Momiji.

Gracias a tod@s. Espero que en el futuro podamos seguir disfrutando de vuestras obras.

Desde aquí invito a los lectores y amantes del haiku y el haibun a seguir cultivando e investigando esta forma de escritura japonesa. Los publicados en esta sección, que empezó su andadura en abril de 2020, son solo una pequeña muestra del trabajo que se viene desarrollando en los países  hispanohablantes en cuanto a esta forma de arte japonés tan unida al haiku.

El correo para enviar vuestros haibun a  la revista mensual de ERDH es: haibunelrincondelhaiku@gmail.com

Para despedir este año traigo a la sección un hermoso haibun de José Luís Vicent publicado en Enero de 2012 en el apartado correspondiente del foro junto a un pequeño homenaje al maestro Matsúo Basho con un fragmento de Sendas de Oku:

-.-

Hoy he vuelto a recordar aquella vieja higuera de la infancia; aquel bancal colmado de misterios, hogar de la inocencia, árbol entre los sueños. Todo allí eran hojas y ramas, sombras vertidas contra un muro cercano. Hierbas tenaces que florecían entre los resquicios de la piedra. Áspera piel la del tiempo. Después, el tedio de los días venideros, tiempo de cenizas, círculos y más círculos, pasillos sin salida; y un letargo…, el del agua aprisionada en el interior de oquedades de silencio.
Tronco, corteza de elefante: memoria de una rama que al partirse propagó su fragancia para siempre. Bajo aquella higuera de antaño… no existe recuerdo alguno que pueda marchitarse.


Ya tiene brotes
la rama de la higuera
Nieva otra vez

 José Luis Vicent
Valencia (España)

                                                  …………………………………

Dicen que el río Kurobe tiene cuarenta y ocho rabiones y yo creo que los cruzamos todos y otros más, hasta que al fin fuimos a dar a una rada que nombran Nago.

Aunque había pasado la primavera, nos dijimos que las célebres glicinas de Tako bien merecían que las contemplásemos en el otoño temprano. Indagamos con la gente y nos contestaron: <<Desde aquí son unos cinco ri. Hay que pasar por la playa y en la falda de la montaña las encontrarán; pero como no hay sino unas cuantas chozas de pescadores, será muy difícil que puedan hallar un lugar en donde pasar la noche>>. Me asusté y decidí seguir hasta la provincia de Kaga:

 Penetro en el aroma
del arrozal temprano
El mar de Ariso*, late a mi derecha.

 *Ariso Umi: el mar furioso

 

 Matsúo Basho
Sendas de Oku, pag.147
Edición de Octavio Paz y Eikichi Hayashiya, Atalanta 2014

Os deseo una feliz salida y entrada de año.

Mari Ángeles Millán, Hikari

Diciembre 2022

Avui el dia es presenta ennuvolat. Surto a caminar per la vora del torrent, una ruta planera i relaxada, entre pollancres i faigs que van perdent la fulla. Encara que aquests núvols no sembla que hagin de descarregar, hi ha humitat a l’ambient.

A la riba de ponent, van creixent els nous pollancres, després de la tala de l’hivern passat. Els ocells estan esvalotats. Van d’aquí cap allà, entre piuladisses. Tal vegada intueixen pluja. Tant de bo! En saben més ells que no pas jo, això és segur.

1

matí embromat

les fulles dels pollancres

al torrent sec

M’enfilo cap als cingles. L’olor del romaní i la farigola m’acompanyen. Aquí i allà, els pins i roures morts acoloreixen el bosc. El corriol és ben cobert de fulles, i els fruits de l’arboç ressalten, vermells, escampats arreu.

El cel cobert no ha deixat que s’esvaneixi del tot la boira, però ja despunta el sol. Al meu davant, els turons i turonets sembla que llisquin entre la boira, empesa per la brisa.

2

sol de tardor

entre els colors del bosc

els arbres morts

Arribant a l’ermita de Sant Feliuet, faig parada per esmorzar, i, en uns minuts, ja em ronda un pit-roig. Li llenço unes engrunes i mengem plegats.

https://www.rutasconhistoria.es/loc/ermita-de-sant-feliuet-de-savassona

-.-

Hoy el día se presenta nublado. Salgo a caminar por la orilla del torrente, una ruta llana y relajada, entre chopos y hayas que van perdiendo la hoja. Aunque estas nubes no parece que vayan a descargar, hay humedad en el ambiente.

En la orilla de poniente, van creciendo los nuevos chopos, después de la tala del pasado invierno. Los pájaros están alborotados. Van de aquí para allá, entre trinos. Tal vez intuyen lluvia. ¡Ojalá! Saben más ellos que yo, eso es seguro.

1

mañana nublada

las hojas de los chopos

en el torrente seco

Subo hacia los riscos. El olor del romero y el tomillo me acompañan. Aquí y allá, los pinos y robles muertos colorean el bosque. El sendero está bien cubierto de hojas, y los frutos del madroño resaltan, rojos, esparcidos por todas partes.

El cielo cubierto no ha dejado que se desvanezca por completo la niebla, pero ya despunta el sol. Delante de mí, colinas y lomas parecen deslizarse entre la niebla, empujada por la brisa.

2

sol de otoño

entre los colores del bosque

los árboles muertos

Llegando a la ermita de Sant Feliuet, hago parada para el desayuno y, en unos minutos, ya me ronda un petirrojo. Le tiro unas migajas y comemos juntos.

https://www.rutasconhistoria.es/loc/ermita-de-sant-feliuet-de-savassona