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De camino al no saber

              Con gran emoción, y enorme agradecimiento a los responsables de esta prestigiosa y rigurosa publicación que es El Rincón del Haiku, comienzo ahora una serie de colaboraciones con la sincera conciencia, como diría Borges, de que “voy a decir lo que no sé a quienes sabrán más que yo”. Pero de profundas perplejidades se nutre, dichosamente, nuestro camino en la tierra. De hecho, los lectores de esta revista somos muy afortunados de habernos encontrado algún día con una de las extrañezas más hermosas, que nos ha llegado en forma de sencilla estrofa poética desde el lejano oriente, acaso como la llave pequeñita que nos abra a horizontes no previstos en nuestros sofisticados geolocalizadores posmodernos.

            Aunque la importante acumulación de conocimientos sobre el haiku a la que hemos llegado hoy está directamente relacionada con nuestra capacidad de enamorarnos de las cosas elementales, que ya, en sí misma, supone una innegable revolución, no es menos cierto que nuestro afán de saber, nuestro instinto cultural, no tiene límites, y que ese mismo acopio pudiera colocarnos, a la vuelta de la esquina, sin darnos mucha cuenta, en un terreno seguro y confortable desde el que complacernos (como un niño burgués que manipula juguetes en su habitación alfombrada) de todo lo que ya sabemos y hemos sido capaces de acaudalar de esta peculiar tradición. Por eso me parece un ejercicio necesario volver una y otra vez al no saber, para que no nos traicione nuestra mentalidad occidental tan racionalista, y de paso nos veamos libres de caer en la tristeza de terminar enamorados de nosotros mismos, como suele ocurrir a las elites intelectuales o a los escritores de éxito. La propia elección del lema de esta sección, un inolvidable y misterioso verso de san Juan de la Cruz, sirva, pues, de aviso a navegantes, y también de petición de auxilio al poeta de las nadas, cuya ‘presencia’ me acompaña más allá del tiempo, las ideas y las creencias.

            Debo confesar, en esta especie de presentación, que mi acercamiento al haiku se produce a través de mi hermano Vicente Haya, en un momento en el que los dos iniciábamos un diálogo interminable, y que su certera punzada enseguida entró a formar parte de mi particular preocupación por entender qué sea eso de la experiencia poética, que es lo que en realidad me viene ocupando desde que comencé a escribir poemas. Por lo tanto, mi perspectiva del haiku es estrictamente poética, y eso precisamente es lo difícil de explicar, lo que me obliga a moverme en una especie de balbuceo aproximativo, que sin duda carece de la entidad argumental de los que se han acercado a él desde otras determinadas perspectivas que ya disponen de un armazón previo, como puede ser la histórica, la filosófica, la religiosa, la metafísica, la espiritual, la literaria, etc., y que a mí no me ‘interesan’ propiamente, aunque de todas ellas intento comprender sus argumentos y, desde luego, valorar sus testimonios.

            Mi intuición es que el haiku pertenece ‘radicalmente’ a la experiencia poética, pero no sé lo que es la experiencia poética, y ese no saber es mi campo de labranza, porque lo que llevo experimentado me deja bastante perplejo: no he podido acumular un saber sobre la experiencia poética sino más bien una intuición o una esperanza en que algún día pueda ser habitado, y pensado, el no saber. El haiku, en este sentido, no solo no ha contribuido a allanarme el camino hacia algún tipo de saber, sino que ha profundizado en ese hábitat abierto donde todo conocimiento ha de ser superado. Precisamente por eso me interesa.

            Aunque en las sucesivas entregas mensuales de este particular rincón que hoy abrimos intentaré compartir y ‘argumentar’ (poéticamente), en la medida de mis posibilidades, mi personal perspectiva de lo que significa el haiku como experiencia del haijín, resultará imprescindible abordar una mínima ‘deconstrucción cultural’, por decirlo así, porque toda nuestra experiencia, en cualquier ámbito de la vida y del pensamiento, está inevitablemente mediada por las pautas culturales que dominan nuestro tiempo y que hemos asumido de manera más o menos inocente a lo largo de nuestra vida. Por este motivo, no podemos hablar de ‘conciencia’, ‘racionalidad’, ‘facticidad’, ‘posibilidad’, ‘existencia’, ‘experiencia poética’, ‘verdad’, ‘pregunta por el sentido’, ‘lenguaje’ o ‘palabra’, pensando que todos compartimos una noción al menos similar de estos conceptos. Precisamente la ‘cultura’ nos acomoda en un terreno común y nos hace consumidores del acervo, es decir, nos provee de un conocimiento estable y progresivo, nos integra en la corriente, nos garantiza seguridad y, de paso, nos advierte de que no hay supervivencia fuera del sistema. Todo, desde luego, a condición (consciente o inconsciente) de aceptar las reglas de juego. Pero asimilar el haiku me obliga continuamente a salir de las reglas de juego, y es eso lo que pretendo compartir.

               No sé, como digo, lo que es la experiencia poética, pero sé que no es un saber sobre las cosas. Y a pesar de que puede considerarse claramente una ‘experiencia’ no es tampoco un saber sobre el hombre. Tal vez pudiera decir que es un tipo de experiencia que tiene lugar en el hombre sin que este se la pueda apropiar como suya. Algo que tiene que ver con las cosas pero que no define la mismidad de las cosas. Lo único que se puede intuir, en principio, es que se trata de una experiencia de tránsito. Desde luego, dicho negativamente, una especie de salida del saber hacia el no saber. Dicho positivamente, una salida de la racionalidad hacia la conciencia. En cualquier caso, en mi opinión, una experiencia que coloca la cuestión del sentido más allá de la racionalidad. Y que coloca al haiku dentro de la cuestión del sentido. Como si la experiencia poética fuese una experiencia que está teniendo lugar en el seno de la Totalidad, no en esta o aquella cualidad del hombre. Como si algo muy específico estuviera ocurriendo en el seno de la Totalidad, y su forma de ocurrir fuese eso que algunos hombres llaman experiencia poética, y que se ha hecho particularmente evidente en lo que algunos hombres reconocen como experiencia del haijín.

               Que esa experiencia del haijín tenga que ver directamente con algo esencial que está ocurriendo precisamente ahora en el seno de la Totalidad, y que eso tan esencial que está ocurriendo en el Todo se haga patente en la rotunda sencillez del haiku es lo que, a la postre, quisiera subrayar en las modestas consideraciones que iré desgranando en este espacio.

Enero 2020

… la sección se denominará “Con-des”, las sílabas iniciales, o casi, de “construir” y “destruir”. Con “construir» significo un haiku propio con que iniciaré mi colaboración. Con “destruir» significo el comentario, el análisis, la anécdota, o la mención de algún haiku o waka famoso en la literatura japonesa relacionado con algún motivo con el haiku propio aportado…

-.-

 

Entre la niebla,
la luna, el árbol, el monte.
Lejos, ladridos.

 

Compuesto en el curso de mi paseo cuando caía la noche y se elevaba la luna creciente sobre la Cabeza del Oso (el cerro que acoge mi casa en la sierra de Gredos). Un paseo que realizaba en compañía de mi fiel perrito Zarco. La visión mencionada, entre la niebla del vallejo, era espectacular. Una visión, borrosa, espectral, que los poetas antiguos japoneses denominaban «honobono». «Honobono» es eso: entrevisto a duras penas. Uno de esos términos entrañables para la sensibilidad de los japoneses. Quizás porque apunta a la ambigüedad y falta de precisión en los contornos.

Uno de los poemas «waka» (cinco versos) más célebres de la literatura japonesa empieza con tal palabra. Dice «Honobono to / Akashi no ura ni / asagiri ni / shima gakure yuku / fune o shi zo omou».  Muchos creen que es un poema anónimo, por sus arcaísmos y aire antiguo, aunque en el Kokinshu, la antología del año 905, se le atribuye al poeta Kakinomoto. Su traducción:

 

“Al alba tenue

en la bahía de Akashi,

y entre la bruma,

un barco de nostalgias

tras las islas se pierde.»

 

(Es la misma versión que aparece en «El pájaro y la flor. Mil quinientos años de poesía clásica japonesa» donde, por supuesto, lo «destruyo» con algún breve comentario)

El tercer verso de este haiku de la niebla vista con Zarco podría haber sido: «Al caer la noche» o «Tarde de otoño». En este último caso tendría entonces este verso cinco sílabas, que es lo que mandan los cánones del haiku convencional, pero quería darle una fuga acústica. Los cánones están, al fin y al cabo, para saltárselos. Es más divertido. Y, ciertamente, se oían ladridos a lo lejos. También, pues estaba en pleno campo, yo oía en mi paseo distantes esquilas de ovejas, pero este sonido me parecía demasiado bucólico, demasiado «hermoso». «Ladridos» me parecía más como viril. Y yo no persigo la belleza en mis modestos haikus. ¿Qué persigo?  Tampoco virilidad, claro. ¡Ah! Si lo supiera.

Esta vez no incluyo foto alguna. Que como lector/lectora te lo puedas imaginar es más sugerente, ¿verdad?

 

Entrega nº 122. 11 de septiembre

– Tan solo en un día, toda la parte inferior de mis demacradas piernas, de repente comenzó a inflamarse, y esta inflamación sobre la zona ya hinchada, se parece a una garrafa de sake colgando al final de un palo. A mis preguntas, el médico respondió que este es un fenómeno común entre los pacientes, relacionado con la mala circulación de la sangre. En cualquier caso, no es algo muy agradable.

Parece que Shihoda es un lector habitual de los Ocho Comodines (Hasshôjin). ¡Como lo entiendo! Entre aquellos a los que solo les seducen las novelas románticas, es raro encontrar un seguidor de Rijô.

Shihoda fue al mar, en Shinagawa, y atrapó doce pescados, tres de los cuales escaparon y saltaron del bote para volver al agua. Finalmente, parece que en total llegaron a pescar cuarenta por persona. ¡Qué gran pesca! Y ayer, en el Sumida, pescó cincuenta gobios, mientras que los que lo acompañaban solo pescaron diez. Como él dice, pescar es elegir bien un anzuelo, su cebo, y no andar cambiándolo.

Sachio me cuenta: una mala vaca patea cuando se ordeña. Si te enojas y la azotas, o si le atas las patas para ordeñarla a la fuerza, entonces la vaca ya no dará leche. Pasa igual con las personas, si se les pega para criarlas con el pretexto de que su naturaleza es mala, entonces poco a poco se irá dañando esa naturaleza y la pervertimos. Y así continuará.

Takashi se pregunta: ¿desbrozo un bosque con varias especies o quito la hiedra para apreciar el púrpura oscuro de los viñedos?

Notas del traductor y las fuentes

– Shiki ya refirió esos síntomas en algunas entregas anteriores, luego, va contando cosas sobre sus conversaciones con quienes le acompañan, casi como un ejercicio para mantener su mente en forma.

Sakamoto Shihoda –Shota- (Sakamoto Shoboto, 1873-1917), es un haijin, discípulo de Shiki, al que ya nos referimos en las entregas 26 de 7 de junio y en la entrega 20 de 1 de junio.

Los ocho comodines del almanaque de las flores (Hana-goyomi hasshôjin) es una novela cómica de Ryûtei Rijô (muerto en 1841), publicada en quince fascículos entre 1820 y 1849.

Shinagawa es una zona de Tokio que forma parte de su bahía.

– El Sumida es el río que atraviesa Tokio y desemboca en su bahía.

– Recordemos que de Itô Sachio (1864-1913) ya se ha hablado en numerosas entregas. Poeta y novelista que cultivó waka y tanka, y uno de los amigos que cuidaron de Shiki hasta el final.

– De Nagatsuka Takashi (1879-1915) ya se habló en la entrega 7 de 13 de mayo y en la 99 de 19 de agosto. Fue poeta y novelista de la vida campesina (La Tierra –Tsuchi-, 1910). Permaneció y se formó con Shiki desde 1900 hasta 1902, cuando murió el maestro, resultando ser un brillante discípulo en el campo de la waka.

Entrega nº 121. 10 de septiembre

– En el go, como en el ajedrez japonés, hay jugadas legales o limpias y jugadas tramposas. Curiosamente no dependen necesariamente de la personalidad del jugador, por lo que hay algo bastante extraordinario en todo ello. En el go, como en el ajedrez, una persona de naturaleza pacífica, un verdadero buen hombre en la vida ordinaria puede ser feliz atormentando a su adversario con jugadas marrulleras. Y, en el juego, alguien que da la impresión de poder robar o defraudar en la vida cotidiana puede transformarse por completo y actuar como un buen hombre. Hay algunos que nunca harán trampas e incluso jugarán de una manera noble y distinguida. Por supuesto, hay todo tipo de jugadores de ajedrez que han mostrado con él su carácter. Hay varias explicaciones para esto y creo que un análisis psicológico podría dar resultados interesantes. Por mencionar solo un aspecto: está claro, por ejemplo, que muchos jugadores inexpertos, mientras lo son, hacen trampas, y cuando progresan en su arte y aprenden a jugar correctamente, son muchos menos los que las siguen haciendo.

Notas del traductor y las fuentes

  • Cuatro entregas atrás, Shiki también hablaba del go.

Entrega nº 120. 9 de septiembre

En la sección “El mundo del haiku en Tokio”, en el número 10 de la 5ª serie de la revista Hototogisu:

 

Shigeyama no

Shizuku ya korite

Ayu to nari

 

En las laderas frondosas

Las gotas se van juntando

He aquí los peces de un año

(Kôson)

 

Hekigotô, al comentar este poema, concluye: “¿Y no es una exageración poner los caracteres chinos <<shigeyama>> cuando normalmente se usa <<mozan>>?”. Pero esa es una crítica muy fantasiosa. De hecho, hay un famoso y viejo poema:

 

Tsukubayama

Hayama shigeyama

Shigekeredo

Omoiiru ni wa

Sawarazarikeri

 

Montes Tsukuba,

Sus frondosas faldas y laderas

Son muy exuberantes (pobladas de miradas)

Pero para penetrar allí (pensar en ti)

Nada me detiene

 

 

¿Y no encontramos también este poema de Buson?

 

Shigeyama ya

Sate wa ie aru

Kaki wakaba

 

En la montaña frondosa

¡se adivina una casa!

hojas nuevas de caqui

(Buson)

 

 

Notas del traductor y las fuentes

– El famoso viejo poema que alude Shiki sobre el Monte Tsukuba, es un poema de Minamoto no Shigeyuki, recogido en Shin Kokinshû (Colección de poemas antiguos y modernos, recopilada alrededor de 920), con el número 1013. Una traducción inglesa es: «Kokinshû, traducido y editado por Laurel Rasplica Rodd, Princeton, Princeton University Press, 1984». También hay dos traducciones al español: “Poesía clásica japonesa, por Torquil Duthie, Madrid, Trotta, 2005”, y “Kokinshuu. Colección de poemas japoneses antiguos y modernos (el canon del clasicismo), traducido y editado por Carlos Rubio, Madrid, Hiperión, 2005”.

– Lozerand advierte sobre el contenido de ese poema: Las llamadas kake kotoba (“palabras clave”, “palabras de enlace”, o “palabras gancho”) se superponen, como una lectura fonética de una agrupación de kanji para sugerir varias interpretaciones: primero en el nivel literal y luego en niveles homofónicos subsidiarios. Aquí, con “Shigeru (Shigekeredo)”, tenemos el doble significado de “exuberante” y “pobladas de miradas”.

– De la misma manera, aquí “omoiiru” tiene el doble significado de “Penetrar” y “pensar profundamente”. Así, el poema superpone la idea de entrar en una montaña densa y la de pensar en un ser querido en medio de los ojos de todos.

– En el haiku de Buson, es necesario imaginar al poeta en un sendero de montaña cada vez más frondosa. La sospecha de una casa cercana, con sus árboles de caqui, puede ser la esperanza de una parada refrescante.

– Sobre su último verso “Kaki wakaba” (hojas nuevas -jóvenes- de caqui), cabe decir que puede encontrase en casi todos los saijiki (diccionarios de kigos) como un kigo de principios de verano.

 

 

 

 

Entrega nº 119. 8 de septiembre

– Recientemente, como no puedo comer bien, probablemente porque estoy débil, todo lo que veo, todo lo que oigo, me enoja mucho. De repente, sin siquiera hablar de política o negocios, en los periódicos y revistas todo me molesta.

No he leído cada uno de los textos que Rogetsu publicó en «La estrella del haiku» (Haiséi) y, por lo tanto, no sé con exactitud por dónde va, pero, sí puedo decir que me parece curioso que haya leído ahora por primera vez libros haikai de la era Genroku, y que eso, más sorprendentemente si cabe, lo anuncie a los cuatro vientos. Cuando lo veo escribir diez poemas de esa guisa, como le place, para pedir después críticas a sus poetas amigos de Tokio, y acabar publicando sin pudor sus comentarios negativos en esa revista, valoro su ausencia de sesgo; pero, sin embargo, no avergonzarse de un nivel tan bajo supondría un problema hasta para un general de la Armada. Nos gustaría un poco más de imaginación.

Por otra parte, no nos sorprende que Seisei, que está extraordinariamente dotado para la poesía, haya compuesto con toda ingenuidad doscientos poemas sobre el tema del cuco, pero, si él considera que lo que ha escrito son haikus, peca de una completa falta de experiencia en este campo. Se comprende ¿verdad?, ¡nada que ver con el tema!, atrapar doscientos cuclillos es como no atrapar ninguno.

 

Notas del traductor y las fuentes

– En la primera entrega, de 5 de mayo, Shiki ya hablaba de cuán molesto estaba y del enfado que a veces le provocaba simplemente cualquier cosa que pusiera en un diario. Reconoce su mal humor (por el dolor) y continúa apurando sus últimos días criticando duramente, para instruirlos, a sus discípulos y más cercanos seguidores.

Ishii Rogetsu (1873-1928) era un haijin seguidor de Shiki, médico, de origen campesino. En 1900 fundó la revista «La estrella del haiku» (Haiséi), cuyo nombre fue elegido por Shiki. Unos haikus suyos son:

Croan las minúsculas ranas

Las hojas recién brotadas

Una lluvia pasajera

(Trad. V Haya)

 

Fuerte tormenta otoñal.

En lo alto del cielo

¡las nubes quietas!

 

La era Genroku (1688-1704) es famosa porque en ella vivieron Ihara Saikaku (1642-1693), el gran novelista, Matsuo Bashô (1644-1694), el poeta y Chikamatsu Monzaemon (1653-1725), el autor de teatro. Es la primera edad de oro de la literatura del período Edo.

– De Matsuse Seisei (1869-1937), ya se habló en las entregas 71 y 74 de 22 y 25 de julio. Fue haijin, se convirtió en uno de los colaboradores que fomentaban la participación y los debates de la revista Hototogisu. Desde 1899 trabajó para el diario Ôsaka Asahi Shinbun, donde pronto se hizo cargo de la sección de haiku. En 1901 fundó la revista Takarabune. Unos haikus suyos son:

Hogareña,

sigue los rayos de sol

la mosca de invierno

(Trad. M Coyaud)

 

Tormenta de invierno.

Todos guardan silencio

en el barco anclado

 

Entrega nº 118. 7 de septiembre

-Hoy, mientras hojeaba una revisión, me encontré con publicaciones recientes sobre extractos de una antología de haikus seleccionada y comentada por el Viejo Meisetsu. Recojo aquí algunos de esos poemas y sus comentarios:

Shirozake ni

You mo mikka ya

Kusa no yado

 

Borracho tres días

De sake blanco-

Posada de las hierbas

 

Comentario: damas y caballeros nobles, se pasan el año festejando felizmente.

 

Na no hana no

Anata ni miyuru

Imo ga ie

 

Surgiendo algo más allá

Unas flores de colza

La casa de mi amor

 

Comentario: infinitas nubes doradas y la Vía Láctea para cruzar.

 

Yoki kinu ni

Yoki obi shimete

Atsui nari

 

Hermoso atuendo

Y hermoso fajín anudado

¡Qué calor!

 

Comentario: con el sudor, el polvo blanco se disolverá.

 

Inakabito no

Tsukitobasareshi

Matsuri kana

 

En la aldea

Los cuatro hierros en el aire.

¡Es la fiesta!

 

Comentario: “¡guau! ¡eso si que es una sorpresa!”, exclamó.

 

Yakunin no

Fuda tatete saru

Aota kana

 

El funcionario

Coloca su cartelito y se va

¡Verdes arrozales!

 

Comentario: ¿cómo? ¿de qué trata esto?

No hablaré aquí de la calidad de estos poemas, pero estoy un poco sorprendido por el mal gusto y la vulgaridad de los comentarios. El Viejo Meisetsu se suele burlar de las personas con críticas breves, y en menos que canta un gallo se mofa de sus poemas y sus prosas: es su gran especialidad. Sin embargo, los comentarios que hizo a esta selección de haikus son realmente infantiles y nunca imaginé que él podría ser el autor. Es cierto que los poemas extractados pueden haber sido mal elegidos y, por lo tanto, solo contienen versos torpes, pero si la gente se basara en esto para apreciar el talento del Viejo, podrían criticarlo injustamente.

 

Notas del traductor y las fuentes

– De Naitô Meisetsu (1847-1926), ya se habló en la entrega 24 de 5 de junio. Estudioso de Buson, fue un haijin de la escuela de Shiki, de Matsuyama, aun así, considerado uno de los pocos de la generación anterior.

– El comentario de Meisetsu que alude a la Vía Láctea, es sin duda una referencia a la famosa leyenda china de Niulang y Zhinü, (las estrellas Altaïr y Vega), amantes que no se encuentran hasta el séptimo día del séptimo mes (la noche de los sietes, Qi xi), cruzando la Vía Láctea que los separa. Ese día supone lo que en occidente “el día de los enamorados”. Para conocer a fondo el Qi Xi puedes clicar aquí.

– Para el comentario de la aldea, el Viejo Meisetsu utiliza unos términos del dialecto propio de la región de Nagasaki, y para el del funcionario, unos de la región de Gunma.

Entrega nº 117. 6 de septiembre

Aunque se trabaje en el puesto más humilde, es necesario tener un poco de tiempo libre para jugar al go”. Y ahí se ve a algunos que se dan aires de caballeros, pero, cuando los miras jugando, ¡están muy orgullosos de su primera partida ganada!, y luego, se apresuran a volver a querer jugar, como si estuvieran atormentados por un fuego ardiente tras perder dos o tres partidas seguidas. Pasan noches sin dormir, y hasta hacen crujir las fichas, sin respirar, sin pensar en los golpetazos que dan. Vistos desde fuera, parecen enloquecidos. Así, en estas condiciones, ¡es más que una cuestión de ocio!

Notas del traductor y las fuentes

– Ya se hizo alguna referencia al juego del go en las entregas 33 y 59 de 14 de junio y 10 de julio respectivamente. El go (gô) es un juego de tablero de estrategia para dos personas (en cada país oriental varía su nombre). Se originó en China hace más de 2500 años. Fue considerado una de las cuatro artes esenciales de la antigüedad China. Los textos más antiguos que hacen referencia al go son las analectas de Confucio. Los tableros pueden ser de 7×7, 9×9, 13×13 y 19×19. Cuantas más intersecciones, mayor la dificultad. Lo más normal es de 19×19. Se sabe que originalmente se jugaba en tableros de 17×17 pero cuando el juego llegó a Corea y Japón en los siglos V y VII d.C., los tableros de 19×19 ya se habían vuelto la norma. El go es muy popular en Asia Oriental, pero también ha ganado cierta popularidad en otras partes del mundo. Llegó a Europa a través de Japón, por lo cual se conoce por su nombre allí, go, del japonés igo.

Entrega nº 116. 5 de septiembre

Un día caluroso, penoso y melancólico está llegando a su fin, y de repente, las molestas voces de los carpinteros y escayolistas ya no se escuchan ahí al lado.

Aunque todavía no había desechado mi bandeja de la tarde, con su deliciosa berenjena en salmuera que me ha hecho chascar la lengua, me entregan una planta en una maceta que llega desde Mukojima. Entre las amplias hojas verdes, eclosionan generosamente flores blancas de siete u ocho pulgadas, ondulan y su aroma y frescura es indescriptible. En el tallo, hay atado un trozo de papel donde está escrito “yakaisô (planta de reunión vespertina)”, que es un nombre decepcionante para una planta, pero al lado, en letra más pequeña dice: “En otras palabras, yûgao”. En el dintel de la hornacina, completamente en el lado opuesto, en lugar del sempiterno paraguas, han colgado dos banderolas marrones ofrecidas a Rokkotsu de Tianjin por algunas personalidades. He hecho que cambien la planta que recibí de Mukojima de lugar y la sitúen debajo. Ahora, mientras contemplaba todo junto, descubrí otras posibilidades… ¿qué pasaría si bordamos esas flores sobre esas sedas?

Kurenai no

Hata ugokashite

Yûkaze no

Fukiiru nae ni

Shiroki mono

Yurayura yuragu

Tatsu wa dare

Yuragu wa nan zo

Kaguwashimi

Hito ka hana ka mo

Hana no yûgao

 

Escarlatas,

ondean las banderolas

con las ráfagas

del viento del anochecer.

Unas blancuras

ondulan y se balancean

¿Qué es eso que aparece?

¿Qué es eso que se balancea?

Esta dulce fragancia…

¿Es una mujer o es una flor?

Flor de yûgao, flor entre las flores.

 

 

Notas del traductor y las fuentes

Chascar la lengua, así, traducido literalmente al castellano, es una expresión que la RAE pone como ejemplo en su diccionario para el verbo chascar, pero en japonés, la expresión se usa como un giro para referirse a que alguna comida nos gusta mucho o que “se nos hace la boca agua”.

– Mukojima (de donde Shiki recibe la planta) está en Sumida, en el noreste de Tokio. Cuenta con el Mukojima Hyakkaen, un pequeño, encantador e histórico jardín de paseo del periodo Edo.

– Como se dijo en las notas de la entrega 92 de 12 de agosto, “yûgao” es un tipo de calabaza, de flor blanca. Se trata de la planta llamada lagenaria vulgaris o lagenaria siceraria, conocida como calabaza del peregrino.

– Lo del “sempiterno paraguas” es una traducción conjetural … Lozerand explica que el texto japonés mannen-gasa, parece haber sido acuñado por el propio Shiki. Se interpreta como “paraguas (kasa) que siempre están ahí (mannen)”.

– Satô Rokkotsu (1871-1944), fue un soldado apasionado por China, donde permaneció durante mucho tiempo con su cargo. Era un gran bibliófilo y un haijin.

Un poema suyo es:

 

Entristece este viento de primavera.

Fuera de la casa de té,

una geisha con un obi rojo.

(El obi es una faja ancha de tela fuerte que se lleva sobre el kimono y se ata a la espalda. Imprescindible en la vestimenta clásica japonesa, y por supuesto, en el atuendo de una geisha)

Tianjin es una gran ciudad en el noreste de China, a orillas del río Hai en su desembocadura en el golfo de Bohai.

– Lozerand hace notar con extrañeza que para hablar de algunas personalidades (los llamados notables del lugar), Shiki usa una palabra china, no registrada en japonés.

– El poema final es nuevamente un largo poema (chôka), del tipo de los de la entrega 99 de 19 de agosto.

 

Revista de haikus