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Abril 2022

CONSTRUIR

Tarde de abril.
Con nada que se interponga
entre el agua y yo.

 

DECONSTRUIR

Con el paraguas en la mano por si me sorprendía la lluvia, en el paseo de la tarde de hace dos o tres días, mis pasos me llevaron al paraje que por acá llaman “los praos cimeros” (sin duda por oposición a los prados bajeros que están, muy cerca, en el fondo del vallejo donde suelo pasar los fines de semana, en el Real de San Vicente). Me sorprendió el vigor y alegría con que salía el agua de la fuente de ese paraje. Una fuente con sus tres caños rebosantes de agua, como se puede apreciar en la foto. Una vigor y alegría tal vez debidos a las abundantes lluvias de las últimas semanas, después de un invierno bastante seco.

  El agua. Cuando mis ojos se clavaron en los tres chorros, con el cuerpo suspendido entre una tierra bajo la cual corrían los manantiales y un cielo preñado de nubes, con la cabeza perdida en medio del aire húmedo de la tarde, me pareció que el agua y mi conciencia eran uno, un algo que no supe qué.

    Dándole vueltas a esta impresión, cuando regresé a casa, me acordé de los maravillosos versos de la haijina Tagami Kikusha (1753-1826) donde, tal vez con una sensación teniendo, en su caso, a la luna enfrente, escribió:

Tsuki to ware to
Bakari noririnu
Hashi suzumi.

Tomando el fresco
sobre el puente a solas,
la luna y yo.

Parece que pudo inspirarse en este otro haiku de la famosa Sono jo o Shiba Sonome:

Dormidos todos,
no se interpone nada
entre la luna y yo. 

Es un acto osado personalizar el haiku con un pronombre cualquiera, como el “yo” de la última palabra de mi haiku (o el ware japonés del primer verso de Tagami) porque el haiku es, por esencia, impersonal, tan impersonal como es la naturaleza. Pero en este caso, me ha parecido que no iba contra el espíritu poético el incluir esta concesión, porque la individualidad se me apareció disuelta en la naturaleza representada aquí por el agua.

   Que el haijin se disuelva en su entorno (naturaleza o situación ambiental) al máximo y, camuflado en el peor de los casos, lance al aire su “fotografía” de tres versos, es tan natural como la respiración o el sonido suave de la lluvia al caer en un charco.  En el haiku de este mes el camuflaje ha sido torpe: el pronombre “yo” dentro de una fuente cantarina al comienzo de la primavera.

Lluvia y fuente. Otra vez  el agua…  Y es que el agua… ¿Es que somos algo más que agua con sensaciones?

Cerezos

El cerezo nos regala belleza, nos regala vida. “Imán de los sentidos” –recordando a Calderón-, el cerezo es luz, armonía, fragancia, alimento y abrazo. Si Herodoto llamó a Egipto “don del Nilo”, podemos decir que el Valle del Jerte ha llegado a ser el “don del cerezo”. Se cree que fueron los árabes quienes bautizaron al río y al valle como “Xerit” o “Xerete” –con el doble significado de aguas cristalinas y paraje angosto- y quienes implantaron o perfeccionaron el cultivo del cerezo. Todo es bello en el árbol: el raso gris de la corteza, el satén deslumbrante y delicado de las flores, la forma y el color del fruto, las hojas verdes del verano, sus tonos ocres y leonados en la melancolía del otoño…

El cerezo es un mundo: junto al frutal originario del Asia Menor, que nos brinda, en sus múltiples variedades, la “perla roja” –que aquí, en el Valle del Jerte, alcanza su máxima calidad reconocida-, se despliega el cerezo ornamental, nacido en el corazón de Asia y reimplantado en China y en Japón. Los remotos antepasados del Neolítico ya conocían y disfrutaban de los frutos del cerezo salvaje. Las primeras referencias de cultivo se remontan a la Grecia clásica, y los romanos cultivaban más de diez variedades, entre ellas la afamada cereza de Lusitania, probable antecesora de la nuestra. Según cuenta Plinio, fue Lúculo, general romano, quien importó algunas variedades de cerezo desde la colonia griega de Kerassos, ubicada en la costa del Mar Negro, tras combatir contra Mitrídates, rey del Ponto, a finales del siglo I a. C. Ahí podría estar también el origen de la palabra “cerezo” (del griego “kerassos”, que habría derivado en el latín “cerasus”).

En la cultura japonesa, la flor del cerezo –asociada con el ruiseñor, uguisu– llegó a imponerse como símbolo de belleza y de afirmación nacional frente a la cultura china, simbolizada por la flor del ciruelo. Hoy como ayer –en una larga persistencia popular y culta- las flores por excelencia, hana, son las del cerezo, sakura, que resumen, al mismo tiempo, toda la primavera, como recordaba Dogen, poeta y monje del siglo XIII: “En primavera, las flores de cerezo; en verano, el cuco; en otoño, la luna llena; en invierno, la nieve límpida y fría; si la mente está serena, ésa es la estación más feliz del año”. En la estética japonesa, “nieve, luna y flores” forman la “trinidad de la belleza” que sigue el paso de las estaciones y representa la totalidad de la naturaleza y de los sentimientos humanos. Ryôkan (1758-1831) lo expresó maravillosamente en su “poema final”:

 

«¿cuál será mi legado?

las flores de la primavera

el cuco en las montañas

las hojas del otoño”. 

                No hay nada más bello ni más frágil. La flor del cerezo nos recuerda, en su fugacidad, que, aunque estamos de paso, debemos valorar cada instante y aprender a morir bellamente. Por eso simboliza el honor del guerrero o samurai: porque cae antes de perder su integridad, y porque encarna las cualidades esenciales del ideal caballeresco: pureza, lealtad, honestidad y valor. El samurai se parece a la flor del cerezo, presta a morir al primer soplo de la brisa matinal. Cada primavera, desde el siglo VIII, los japoneses celebran el festival de hanami (“contemplar las flores”), cuando los cerezos ornamentales despliegan su floración rosada. Una leyenda dice que la flor del cerezo japonés es, en origen, blanca –como la nuestra-, pero que toma esa tonalidad rosa de la sangre de los antepasados que yacen bajo el árbol… La celebración del hanami reúne, en comunión gozosa, a nativos y a forasteros, tal como dice un célebre haiku de Issa:

“bajo la sombra

del cerezo florido,

nadie es extraño”.

La gente suele llevarse una esterilla –que se llama gozâ– y, a la sombra de los cerezos en flor, se bebe sake (vino de arroz), se canta y se baila., en una fiesta que se prolonga hasta muy tarde con la contemplación de los “cerezos de noche”. Todo el país sigue con expectación los partes meteorológicos que anuncian, con varios días de antelación, el acontecimiento, y se disponen trenes especiales, los “trenes de las flores”, para visitar los parajes más célebres. Los primeros cerezos florecen, en enero, en las islas de Okinawa (al sur), y los últimos, en mayo, en la isla de Hokkaido (al norte). Son muy populares los hanami de Kyoto, Tokio y Yokohama, pero el más famoso es el del monte Yoshino, en la región de Nara, donde unos cien mil cerezos, agrupados en masas discontinuas, florecen hacia el 10 o el 15 de abril. Se dice que los primeros cerezos fueron plantados en Yoshino por el sacerdote budista Enno Ozunu (a finales del siglo VII), poniéndolos bajo la protección de Zaô Gongen, divinidad de la montaña, que representa la fuerza y la cólera contra el espíritu del mal. Otra leyenda habla de la diosa de la primavera, cuyo espíritu habría tomado posesión de un cerezo que habría hecho descender del cielo.

                En la pintura clásica coreana aparece con frecuencia el tema de las “cuatro plantas nobles”: la flor de cerezo, la orquídea, el crisantemo y el bambú, pero el cerezo tiene también una larga e intensa simbología en Europa. Bajo su sombra bailan las hadas eslavas y los duendes nórdicos, en una ambigua danza de protección o de amenaza; sus flores representan el incesante ciclo del vivir, el morir y el renacer, y el árbol mismo entra de lleno en la “leyenda dorada”: floreciendo o reverdeciendo a destiempo, quemándose en el solsticio invernal para fortalecer al sol o para asegurar la fertilidad, dando nombre a numerosas advocaciones marianas… El “tiempo de las cerezas” evoca la primavera, pero es también el título de una canción alegre y subversiva que alentó a los revolucionarios de la Comuna de París.

En el imaginario colectivo, el cerezo –consagrado a Venus- favorece el amor, permite expresar los tres deseos de los cuentos y adivinar el futuro, protege a las personas y a los bienes, modula los sueños con diversa fortuna… También aquí, en el Valle del Jerte, protagoniza la “enramá” de la noche mágica de San Juan y el caudal de las coplas:

“A tu puerta puse un guindo,

y a tu ventana, un cerezo,

por cada guinda, un abrazo

por cada cereza, un beso.”

La cereza es el “fruto del paraíso” que se sugiere en algunas obras del arte cristiano medieval, pero es, directamente, el alimento prodigioso –entre la necesidad y la gula- que remite a la niñez, al robo furtivo, a la libertad de los campos. Rica en potasio y en vitaminas A y C, baja en calorías, la cereza despliega sus poderes con adjetivos rotundos: diurética, refrescante, astringente, reconstituyente, antirreumática, cardiotónica, cicatrizante… En sí misma, o en sus conexiones naturales con el árbol que la regala, participa en el “agua de vida” -ese aguardiente insuperable de 42 grados- y aviva la imaginación gastronómica en toda su gama. Y aquí, precisamente aquí, contamos con las mejores cerezas del mundo, ésas que han merecido el sello de denominación de origen: la “navalinda” con rabo, y las cuatro picotas que son como los cuatro ases de la baraja: la “ambrunés”, la “pico negro”, la “pico limón negro” y la “pico colorado”.

                El cerezo requiere aire, altura, frescor: todo un ideal de vida. Un millón de cerezos aguardan al viajero en el Valle del Jerte. Uno solo sería suficiente para la felicidad. A finales del siglo XII, el poeta japonés Saigyô –que tanto amó este árbol- se despedía del mundo con este deseo:

Quiero morir

bajo los cerezos floridos

en este mes primaveral

cuando sea luna llena.

***

Haiku 38

38 

LAS VACACIONES DE LOS SIRVIENTES [1]

  

やぶ入の夢や小豆の煮るうち

Yabuiri no yume ya azuki no niru uchi

El joven criado está durmiendo
en sus vacaciones,
mientras hierven las judías.

Desglose:

 やぶ入[ yabuiri: vacaciones concedidas a los criados], [yume: sueño], 小豆[adzuki: judía o frijol rojo], 煮る[niru: hervir, cocinar a fuego lento], うち[uchi: dentro, mientras].

Comentario y notas culturales:

 Sin duda se trata del regreso a casa en las vacaciones concedidas a los criados, aprendices y sirvientes. Quizá, lo primero e imprescindible era un sueño reparador en el hogar, en la cama que se añora. Litetalmente hablamos de sueño, por lo tanto duerme en un merecido y profundo descanso. A partir de aquí, el haiku sugiere y relaciona las imágenes en una escena: hierven las judías rojas a fuego lento (véase la sugerente imagen y los matices cromáticos del rojo en ambos elementos. ambos “rojos”…Según Blyth (Spring, págs. 145-146): “en Kyoto existía la costumbre de dar a los aprendices que regresaban pastel de arroz con una pasta de judías rojas” -a este plato se le conoce como “botamochi”-. Según el orientalista británico, el joven había llegado a casa y conversado con su madre, quien le estaba preparando la comida. Hubiera o no madre, lo importante es el detalle: un fuego lento que no hace ruido, que no parece suficiente para despertar al criado de su sueño.

 

 [1] Dos veces al año los sirvientes (criados y aprendices) disponían de unas cortas vacaciones. El referido a la primavera se conoce como Yabuiri o Día de los sirvientes -el 16 de enero- mientras que el segundo ocurría en la misma jornada del sexto o séptimo mes. Era, en algunos casos, la única oportunidad de ver a sus familias. Estas breves vacaciones solían comenzar con luna llena y se prolongaban algo menos de dos semanas. Por último, el kigo yabu-iri significa literalmente “entrada al matorral/arbusto o arboleda”. Véase al respecto Amy England: “Translation From Yosa Buson Yabu-Iri: Servants’Holiday” (Frogpond, The Journal of the Haiku Society of America, vol. 33, 2, spring/summer 2010, págs.82-87).

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Abril 2022

En la época en que en Japón se utilizaba el calendario lunar, el cuarto mes marcaba el fin de la primavera. Así, mientras en la actualidad, en el hemisferio norte se le da la bienvenida, Bashou le da la despedida en el haiku que revisaremos este mes.

La inspiración de este poema viene del final de la primera sección del capítulo “Waka Murasaki” del Genji monogatari, aquel en el que Genji conoce por vez primera al amor de su vida ―o a uno de los más puros que tuvo―. En él, durante una fiesta improvisada a las afueras de un templo rural, se le pide que toque el koto con el siguiente comentario: 「みてひとつあそばして山の鳥をも驚かし給へ」’Basta una melodía… para sorprender a las aves de la montaña’. De ahí toma Bashou la inspiración para el siguiente haiku.

 

散る花や鳥もおどろく琴の塵

chiru hana ya tori mo odoroku koto no chiri

flores que caen y aves sorprendidas, polvo del koto

 

El último verso, 琴の塵 “koto no chiri”: polvo del koto, a su vez, hace referencia a una leyenda china sobre un noble que cantaba tan bello que la vibración de su voz movía el polvo en la viga que sostenía el tejado.

Un aspecto interesante de este haiku es el vuelco direccional de la sorpresa: habitualmente, en poesía, es el hombre el que se siente conmovido por la naturaleza, pero en esta ocasión, es el mundo natural el que es estremecido.

Así, con la despedida de Bashou, saludamos a esta nueva estación. Y para mover aun más el torbellino del tiempo, incorporamos la geografía en la ecuación, pues desde donde estoy escribiendo este artículo; Santiago de Chile, le damos la bienvenida al otoño.

Cómo diría Bécquer, sin importar el cuándo o el cómo, ¡habrá poesía!

La fiesta del Buda

En principio, esta sección se organiza en torno a los elementos naturales de la poesía japonesa, pero he decidido tomar como eje para el mes de abril una festividad que nos muestra cómo este tipo de palabras estacionales también señalan un estado preciso del bioma. Elegí el cumpleaños del Buda Śākyamuni, puesto que se celebra actualmente en el octavo día del cuarto mes del calendario gregoriano, es decir, el 8 de abril. Sin embargo, hasta la Era Meiji (1868-1912), se tomaba como referencia el calendario lunisolar para la misma fecha, por lo que se conmemoraba originalmente en mayo. Esta diferencia conlleva diferentes asociaciones, pues, ese día de abril, la floración de los cerezos se encuentra en apogeo en la mayor parte de Honshū, mientras que su correspondiente en mayo ya era considerado el inicio del verano, época de deutzias y creciente verdor.

De acuerdo con Las crónicas de Japón (Nihon shoki 日本書紀; 720), fue la reina Suiko 推古 (554-628), misma que declaró el budismo como doctrina oficial de Yamato, quien instituyó dicha festividad en el país en el año 606 con la develación de la escultura conocida como el Gran Buda de Asuka. La celebración es conocida principalmente como Busshôe 仏生会, que significa «Congregación del Nacimiento del Buda», o Kanbutsue 灌仏会, que quiere decir «Congregación de la Unción del Buda». Este último nombre se debe a que, de acuerdo con textos del Gran Vehículo como el Sutra de la Obra Completa (sánscrito: Lalitavistara Sūtra; japonés: Fuyôkyô 普曜経) o el Sutra del Origen de la Práctica (sánscrito: Cārya Nidāna; japonés: Shugyôhongikyô 修行本起経), inmediatamente después de emerger del costado derecho de su madre, el niño fue bañado por los dioses Brahmā (Bonten 梵天) e Indra (Taishakuten 帝釈天) con las aguas que los dragones Nanda 難陀 y Upananda (Batsunanda 跋難陀) vertían de sus bocas. Ese acto es recreado anualmente con la práctica devocional de rociar agua perfumada sobre esculturas del Buda niño que apuntan con la mano derecha al cielo y con la izquierda al suelo, con lo que se busca la propia purificación y la generación de mérito.

En los templos de Japón, se construyen pabellones florales (hanamidô 花御堂) en los que se coloca la estatuilla con los instrumentos para rociarla. Como agua perfumada, es frecuente el uso de té de hojas fermentadas de hortensia (Hydrangea macrophylla o ajisai 紫陽花), conocido en japonés como amacha 甘茶. Tanto el pabellón, como el té, constituyen palabras estacionales conectadas con la festividad, por lo que se han movido de mayo a abril. Al coincidir actualmente con el apogeo de la primavera y la floración de los cerezos, esta celebración budista también se conoce como el «Festival de las flores» (hanamatsuri 花祭り), lo que conecta el esplendor natural con ese acontecimiento trascendental. Este apelativo, junto con celebraciones en parques, fue promovido a principios del siglo XX por monjes de la Escuela de la Verdad de la Tierra Pura (Jôdoshinshū 浄土真宗), entre quienes destaca Andô Reigan 安藤嶺丸 (1870-1943) y algunos asociados al Centro Cultural Japonés Ekô de Alemania (Doitsu Ekô Nihon Bunka Sentā ドイツ惠光日本文化センター), como forma de revitalizar y promover el budismo.

En los poemas seleccionados, se pueden ver claramente las dos diferentes estaciones. Por un lado, entre el de Bashô 芭蕉 de finales del siglo XVII y el de Yoshitake Tsukijirô 吉武月二郎 de principios del XX, los poemas hacen referencia a mayo. Por otro lado, a partir del tanka de Yosano Akiko 与謝野晶子 de principios del siglo XX se puede ver el desplazamiento hacia inicios de abril. Para intentar mantener la brevedad y la métrica en la medida de lo posible, se traduce Busshôe 仏生会 por «fiesta del Buda» y, tanto Kanbutsue 灌仏会, como simplemente Kanbutsu 灌仏, por «unción del Buda». Sólo se incluyen poemas donde predomina el tema natural, pero también existen los de actividad humana. Tal vez nos permitan reflexionar sobre cómo incorporar palabras como Pascua, Viernes Santo o Candelaria a nuestros haikus.

1.

Matsuo Bashô 松尾芭蕉 (1644-1694).  Poema en la entrada del 8° día del 4° mes del 3er año de la era Jôkyô 貞亨 (1686) del diario Textillo en el equipaje de un peregrino (Oi no kobumi 笈の小文), donde relata haber visto el parto mientras visitaba los templos de Nara.

灌仏の日に生まれあふ鹿の子哉
Kanbutsu no / hi ni umare au / ka no ko kana

¡Ah, un cervato
que fue parido el día
de unción del buda!

Tras el apareamiento de los ciervos en el otoño, las crías nacen durante el verano siguiente. Por este motivo, ka no ko y shika no ko 鹿の子, que significan «crías de ciervo», son palabras estacionales de esa estación.

2.

Enomoto Shidô 槐本之道 (c. 1659- 1708), herbolario y poeta de haikai discípulo de Bashô.

灌仏や三笠のやまの夏こだち
Kanbutsu ya / Mikasa no yama no /natsu kodachi

¡Unción del Buda!
La arboleda estival
del Monte Mikasa.

El nombre Mikasa 三笠 puede referirse tanto al Monte Wakakusa 若草, como al Kasuga 春日, ambos localizados junto a la zona de templos de Nara, donde el poeta estaría de peregrinaje. Por su parte, natsukodachi 夏こだち, «arboleda estival», es una palabra estacional que señala la verde exuberancia de los árboles entre mayo y septiembre. Debido a que el Monte Wakakusa es mantenido sin árboles, cubierto de hierba, es posible que se refiera al Kasuga, cuyo bosque es sagrado.

3.

Kagami Shikô 各務支考 (1665-1731), uno de los diez discípulos principales de Bashô.

灌仏や世は卯花のほとゝぎす
Kanbutsu ya / yo wa unohana no / hototogisu

¡Unción del Buda!
El cuquillo en las deutzias
es este mundo.

El canto del cuquillo o cuco menor (Cuculus poliocephalus), hototogisu とゝぎす en japonés, es el signo por antonomasia de la belleza del verano, mientras que las deutzias caracterizan al mes de mayo. De hecho, el nombre nipón de la planta, unohana 卯花, significa «flor del signo del conejo» por brotar en el cuarto mes del calendario lunar. Aun más, llegó a llamarse a tal periodo «mes de las flores del signo del conejo» (unohanazuki 卯の花月). En este sentido, el poema yuxtapone la conmemoración de la manifestación terrenal del Buda Śākyamuni con la belleza transitoria de este mundo. ¿Se trata de una oposición o de un paralelismo?

4.

Nakagawa Otsuyū 中川乙由 (1675-1739), poeta de haikai discípulo de Kagami Shikô 各務支考 y de Iwada Ryôto 岩田涼菟, fundador de la facción de haikai de Ise.

蓮の芽はどこを指す仏生会
Hasu no me wa / doko o sasu / busshôe

¿A dónde apunta
el retoño de loto?
Fiesta del Buda.

Mientras que hasu 蓮, que significa loto, es una palabra estacional del final del verano lunar, hasu no me 蓮の芽, «retoños de loto», lo es de mediados de primavera. Es posible que se refiera en realidad a la escultura del Buda niño, ya que estas plantas son símbolos de su doctrina.

5.

Chiyo 千代 (1703-1775), poetisa de haikai discípula de Kagami Shikô 各務支考, artesana montadora de rollos y monja de la Escuela de la Verdad de la Tierra Pura (Jôdoshinshū 浄土真宗).

潅仏や蔦の若葉もあゆみそめ
Kanbutsu ya / tsuta no wakaba mo / ayumi some

¡Unción del Buda!
Hasta las hojas tiernas de parra
comienzan a avanzar.

Wakaba 若葉, que significa «hojas tiernas» o «brotes de hoja», es una palabra estacional del inicio del verano del calendario lunar.

6.

Ôshima Ryôta 大島蓼太 (1718-1787), sastre, bordador, maestro de haikai y crítico.

灌仏やけふは茶による柳かげ
Kanbutsu ya / kyô wa cha niyoru / yanagi kage

¡Unción del buda!
Hoy el tono del sauce.
es como el té.

7.

Masaoka Shiki 正岡子規 (1867-1902), reformador de la poesía japonesa, haikuísta y editor.

げんげんもつつじも時と咲きいでて佛生るる日に逢はんとや
Gengen mo / tsutsuji mo toki to / saki idete / hotoke umaruru / hi ni awan to ya

Tanto el astrágalo,
como las azaleas,
dan flor a su tiempo.
¿Los encontraré el día
en que el Buda nació?

Gengen げんげん es una palabra pivote (kakekotoba 掛け詞) que hace referencia, por un lado, al Astragalus sinicus, una leguminosa que florece a mediados de la primavera, y, por otro, significa «cada palabra». Por su parte, las azaleas florecen entre el final de la primavera lunar y el inicio del verano. Shiki se pregunta si verá coincidir esos fenómenos en ese día.

卯の花に仏は暑き赤子哉
Unohana ni / hotoke wa atsuki / akago kana

Para las deutzias,
¡ay, el Buda ha de ser
un bebé cálido!

 

灌仏や浮世は罌粟の花盛
Kanbutsu ya / ukiyo wa keshi no / hanazakari

¡Unción del buda!
Apogeo de amapolas
del mundo flotante.

Flor de amapola (keshi no hana 罌粟の花) es una palabra estacional de mayo. Por su parte, «mundo flotante» (ukiyo o fusei 浮世) es una traducción del sánscrito saṃsāra, que se refiere a la existencia incierta en este mundo ilusorio de sufrimiento. La combinación de caracteres usada en el haiku enfatiza la transitoriedad y tiene la connotación, desde el siglo XVII, de los placeres breves y las modas. De esta forma, se establece un contraste entre el fenómeno trascendental que se recrea anualmente y la floración fugaz de esa hierba.

花御堂の花しほれたる夕日哉
Hanamidô no / hana shioretaru / yūhi kana

¡Ay, sol de ocaso!
Las del pabellón de flores
se han marchitado.

 

古寺のつつじ見にとて来し我ぞ佛生るる日には逢ひける
Furudera no / tsutsuji mi ni tote / kishi ware zo / hotoke umaruru / hi ni wa aikeru

Yo que venía
para ver las azaleas
del viejo templo,
me las encontré el día
en que el Buda nació.

8.

Yosano Akiko 与謝野晶子 (1878-1942), poetisa de tanka, ensayista, crítica y activista por los derechos de las mujeres.

菜の花の御寺も桃のおん堂も仏うまるる人まうでかな
Nanohana no / o-tera mo momo no / ondô mo / hotoke umaruru / hito môde kana

Gente atiborra
en su peregrinaje
al buda nacido,
en templo de canolas,
en salón del durazno.

Nanohana 菜の花 nombra una variedad de Brassica rapa caracterizada por sus flores amarillas de cuatro pétalos redondeados agrupadas en racimos, las cuales producen una fragancia intensa, aceitosa. Es una de tres especies a las que, en español, puede llamárseles canola o colza, ya que se produce aceite con sus semillas, pero también es consumida como verdura. Florecen entre marzo y abril, al igual que los duraznos (momo 桃). En este sentido, éste es el primer poema que sitúa la llegada del Buda a nuestro mundo en este mes.

Umaru うまる es una palabra pivote (kakekotoba 掛け詞) que significa, por un lado, nacer (umaru 生まる) y, por otro, atestarse (umaru 埋まる).

9.

Yoshitake Tsukijirô 吉武月二郎 (1885-1940).

松蝉の声の嗄れたる花祭
Matsuzemi no / koe no karetaru / hanamatsuri

Fiesta de flores:
las cigarras de los pinos
se vuelven roncas.


Las cigarras de los pinos (Terpnosia vacua) son una especie que emerge entre mayo y junio, antes que la mayoría de estos insectos. Como su nombre indica, habitan arboledas de pinos.

10.

Kawabata Bôsha 川端茅舎 (1897-1941), pintor discípulo de Kishida Kyūsei 岸田劉生 y haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子.

灌佛や鳶の子笛を吹きならふ
Kanbutsu ya / tobi no ko fue o / fuki narau

¡Unción del Buda!
Las crías del milano
imitan flautas.

Los milanos negros (Milvus migrans) construyen sus nidos en lo alto de los árboles durante la primavera, cuando las ramas están secas. Por este motivo, estas construcciones son palabras estacionales de los tres meses de dicha estación y, por extensión, también lo son las crías.

11.

Ushiro Boseki 右城暮石 (1899-1995), obrero, haikuísta y editor.

菜の花や灌仏頃の里のさま
Nanohana ya / kanbutsu goro no / sato no sama

¡Flores de canola!
El aspecto de la aldea
durante la Unción.

 

灌仏や四月の山のはつ桜
Kanbutsu ya / shigatsu no yama no / hatsu sakura

¡Unción del Buda!
Los primeros cerezos
del monte en abril.

12.

Hino Sôjô 日野草城 (1901-1956), abogado, director de la filial de Kobe de la Compañía de Seguros Sumitomo; en sus inicios, haikuísta tradicional discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子, luego, adalid del haiku vanguardista.

夕空のはなやかになりぬ仏生会
Yūzora no / hanayaka ni narinu / busshôe

El cielo de ocaso
se volvió colorido.
Fiesta del Buda.

13.

Hoshino Tatsuko 星野立子 (1903-1984), haikuísta discípula de Takahama Kyôshi 高浜虚子, editora, encargada de la sección de haiku del periódico Asahi 朝日 y delegada cultural del gobierno.

堂前の大山櫻灌佛会
Dô mae no / ô yamazakura / kanbutsue

Unción del Buda.
Gran cerezo de monte
frente al recinto.

14.

Ôno Rinka 大野林火 (1904-1982), profesor, haikuísta discípulo de Usuda Arô 臼田亞浪, editor y presidente de la Asociación de Haikuístas (Haijin Kyôkai 俳人協会).

どしや降りに落花ただよふ仏生会
Doshaburi ni / rakka tadayou / busshôe

Flores caídas
flotan con aguacero.
Fiesta del Buda.

15.

Yuriyama Ukô 百合山羽公 (1904-1991), haikuísta discípulo de Ikenouchi Takeshi 池内たけし.

灌仏につばめのかへす園のみゆ
Kanbutsu ni / tsubame no kaesu / en no miyu

Unción del Buda:
ver el jardín devuelto
a las golondrinas.

Tsubame つばめ, que significa golondrina, es una palabra estacional de mediados de la primavera.

16.
Hosomi Ayako 細見綾子 (1907-1997), haikuísta discípula de Matsuse Seisei 松瀬青々, compiladora, correctora y editora.

灌仏会山に紫つつじかな
Kanbutsue / yama ni murasaki / tsutsuji kana

Unción del buda.
Ah, las azaleas púrpuras
en la montaña.

山裾の三椏の花灌仏会
Yamasuso no / mitsumata no hana / kanbutsue

Unción del Buda.
Matas de papel en flor
al pie del monte.

Mitsumata no hana 三椏の花 es una palabra estacional de mediados de primavera. Mitsumata 三椏 es el nombre dado a la Edgeworthia chrysantha, un arbusto originario de China que fue llevado a Japón a comienzos del siglo XVII para fabricar papel con su corteza. Sus flores amarillas con blanco crecen en racimos. Pese a ser introducida, esta planta se ha vuelto silvestre en algunas zonas del sur de Honshū.

17.
Kishida Chigyô 岸田稚魚 (1918-1988), haikuísta y editor.

仏生会花の梢の見えずなり
Busshôe / hana no kozue no / miezu nari

Fiesta del buda:
sucedió sin que viera
copas floridas.

灌仏やぽつんぽつんと石に雨
Kanbutsu ya / potsun potsun to / ishi ni ame

Unción del Buda.
Llueve sobre las piedras
con un plop, plop.

18.
Mori Sumio 森澄雄 (1919-2010), haikuísta discípulo de Katô Shūson 加藤楸邨, editor y miembro de la Academia Japonesa de las Artes (Nihon Geijutsuin 日本芸術院).

鶏鳴のあとの暁ヶ雲仏生会
Keimei no / ato no akatsuki ga kumo / busshôe

Las nubes del alba
tras canto de los gallos.
Fiesta del Buda.

19.

Nozawa Setsuko 野澤節子 (1920-1995), haikuísta, editora y diarista.

仏生会蝌蚪も新たなものの数
Busshôe / kato mo aratana / mono no kazu

Fiesta del Buda.
Entre las cosas nuevas,
los renacuajos.

Los renacuajos son una palabra estacional de abril, mes en el que comienzan a aparecer en los arrozales y cuerpos naturales de agua.

20.

Īda Ryūta 飯田龍太 (1920-2007)

梢高き鳥は子持か仏生会
Kozue takaki / tori wa komochi ka / busshôe

¿Están criando
las aves de las copas?
Fiesta del Buda.

Komochidori 子持鳥, que significa «aves que crían», es una palabra estacional de mediados de la primavera. En este haiku, no se utiliza exactamente la misma palabra, pero se hace referencia a esta situación.

21.
Washitani Nanako 鷲谷七菜子 (1923-2018), haikuísta discípula de Mizuhara Shūôshi 水原秋桜子 y de Yamaguchi Sôdô 山口草堂 y editora.

みづうみのこまかきひかり仏生会
Mizūmi no / komakaki hikari / busshôe

Escasa luz
reflejada en el lago.
Fiesta del buda.

22.
Okamoto Hitomi 岡本眸 (1928-2018), secretaria, haikuísta discípula de Tomiyasu Fūsei 富安風生 y editora.

一雨後の杉の香立ちの仏生会
Hito ugo no / sugi no ka tachi no / busshôe

Fiesta del Buda
en que hay olor a cedros
tras una lluvia.

雨ふれば甘茶と思ふ仏生会
Ame fureba / amacha to omou / busshôe

En té de hortensias
pensaría si llueve.
Fiesta del Buda.

23.

Miyatsu Akihiko 宮津昭彦 (1929-2011), haikuísta discípulo de Ôno Rinka 大野林火, vicepresidente de la Asociación de Haikuístas (Haijin Kyôkai 俳人協会) y empleado de la Companía de Seguros Sumitomo.

仏生会城山の鳶海に啼き
Busshôe / Shiroyama no tobi / ume ni naki

Fiesta del Buda.
Un milano en el Monte del Castillo
silba desde un ciruelo.

24.

Ômine Akira 大峯顕 (1929-2018), filósofo de la religión, profesor emérito de la Universidad de Osaka, monje de la Escuela de la Verdad de la Tierra Pura (Jôdoshinshū 浄土真宗) y haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子.

鳶は舞ひ鴉は流れ花まつり
Tobi wa mai / karasu wa nagare / hanamatsuri

El milano se alza
y el cuervo se escabulle.
Fiesta de flores.

25.

Itami Mikihiko 伊丹三樹彦 (1929-2019), haikuísta y fotógrafo.

花散らしは鴬の嘴仏生会
Hana chirashi wa / uguisu no hashi / busshôe

Tira las flores
el ruiseñor con su pico.
Fiesta del Buda.

El uguisu 鴬 (Horornis diphone) es un ave cantora nativa del este de Asia a la que, en español, se le ha equiparado con el ruiseñor o la alondra. Se convirtió en el ave por excelencia de la primavera desde la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759).

26.

Nagamura Yūsaku 長村雄作 (n. 1931)

大粒の雨降り出せり花祭
Ôtsubu no / amefuri daseri / hanamatsuri

Y se desata
lluvia de grandes gotas.
Fiesta de flores.

27.

Murata Chikako 村田近子 (n. 1934)

一山に鳥声はづむ花まつり
Hitoyama ni / torigoe hazumu / hanamatsuri

Brotan las voces
de las aves del monte.
Fiesta de flores.

28.

Ôgushi Akira 大串章 (n. 1937), haikuísta, editor y divulgador del haiku en programas de televisión.

花祭り滝の飛沫の木の間より
Hanamatsuri / taki no shibuki no / ki no ma yori

Fiesta de flores,
pero entre árboles rociados
por la cascada.

29.

Kôno Shirô 河野史朗

鹿も居る南円堂の花まつり
Shika mo iru / Nan’endô no / hanamatsuri

También hay ciervos
en la fiesta de las flores
del Nan’endô.


El Recinto Circular Sur o Nan’endô 南円堂 es parte del Templo de la Fortuna Emergente (Kôfukuji 興福寺), base central de la Escuela de la Apariencia de los Fenómenos (Hossôshū 法相宗), ubicado al borde del actual parque de Nara, donde deambulan los ciervos mensajeros de los dioses de Kasuga. El espacio está dedicado al bodhisattva Avalokiteśvara (Kannon 観音) y es el noveno del circuito de los 33 Sitios de Peregrinación del Oeste del País (Saikoku sanjūsanshô 西国三十三所).

Magnolias en flor

El género Magnolia existe desde el periodo Cretácico de la era Mesozoica, hace al menos 95 millones de años, cuando los dinosaurios se destacaban entre la fauna y aún no había abejas que realizaran la polinización. En su larga estancia en el planeta, este grupo de árboles de grandes flores se ha diversificado en alrededor de 210 especies distribuidas en torno al Océano Pacífico: en el este y sureste de Asia, por un lado, y en el continente americano, por otro. Los afectos y conexiones poéticas suscitadas por el encuentro con las magnolias, tanto en Japón, como en México, ya fueron exploradas por Yaxkin Melchy en su entrada para esta revista de junio de 2020, mes en que florece la especie Magnolia obovata o hoonoki 朴の.

En esta ocasión, yo me concentro en la más abundante de las especies japonesas, Magnolia kobus o kobushi 辛夷, que florece justamente en marzo y cuyo nombre es una palabra estacional del mismo periodo. Sus flores blancas poseen seis pétalos alargados que les dan un diámetro de alrededor de 10 cm y emanan una intensa fragancia muy agradable. Pueden presentar algunas marcas rosadas. Al igual que otros árboles más conocidos que florecen en la primavera, carecen de hojas durante dicho fenómeno, que tiene lugar cuando ya ha pasado la floración de los ciruelos, pero todavía no llega el apogeo de los cerezos. También se le da el nombre de tauchizakura 田打ち桜, que significa “cerezos del labrado”, ya que su florecimiento marcaba el inicio de los trabajos agrícolas. Pese a todas estas características, están prácticamente ausentes de la poesía clásica.

1.

Masaoka Shiki 政岡子規 (1867-1902), reformador de la poesía japonesa, haikuísta y editor.

鴉来て踏落したる辛夷哉
Karasu kite / fumi otoshitaru / kobushi kana

Ay, las magnolias
pisadas y tiradas
al venir un cuervo.

古宮の名代の辛夷咲きにけり
Furumiya no / nadai no kobushi no / sakinikeri

Han florecido
las famosas magnolias
del viejo palacio.

題目の碑がある寺の辛夷かな
Daimoku no / hi ga aru tera no / kobushi kana

Ah, la magnolia
del templo de la estela
que invoca el sutra.

Daimoku 題目 se refiere a la invocación del nombre del Sutra del Loto (Namu Myôhôrengekyô 南無妙法蓮華経), una práctica de la Escuela de Nichiren (Nichirenshū 日蓮宗).

2.

Watanabe Suiha 渡邊水巴 (1882-1946), haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子.

降りしきる雪をとどめず辛夷かな
Furishikiru / yuki o todomezu / kobushi kana

Sin que pararan
las intensas nevadas,
unas magnolias.

3.

Matsumura Sôseki 松村蒼石 (1887-1982), haikuísta discípulo de Īda Dakotsu 飯田蛇笏 y de su hijo Ryūta 龍太.

林中や辛夷花びら反りて散る
Rinchū ya / kobushi hanabira / sorite chiru

Centro del bosque.
Un pétalo de magnolia
se dobla y se cae.

4.

Mitsuhashi Takajo 三橋鷹女 (1899-1972), poeta de tanka, haikuísta de vanguardia discípula de Ono Bushi 小野蕪子 y colaboradora en revistas de haiku.

中年の辛夷を愛づる限りなく
Chūnen no / kobushi o mezuru / kagiri naku

No tiene límites
mi amor por las magnolias
en madurez.

5.

Awano Seiho 阿波野青畝 (1899-1992), haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子, editor y consultor de la Asociación de Haikuístas (Haijin Kyôkai 俳人協会).

雲表に雪の嶺のぞく辛夷かな
Unpyô ni / yuki no ne no zoku / kobushi kana

Esa magnolia
cual la cumbre nevada
sobre las nubes.

馬や牛ども糞落す辛夷かな
Uma ya ushi / domo fun otosu / kobushi kana

Dejan su estiércol
los caballos y vacas.
Ah, las magnolias.

6.

Yuriyama Ukô 百合山羽公 (1904-1991), haikuísta discípulo de Ikenouchi Takeshi 池内たけし.

鶏鳴や風まださむき辛夷の木
Keimei ya / kaze mada samuki / kobushi no ki

¡Cantan los gallos!
El viento es frío aún.
Unos magnolios.

7.

Fukuda Ryôtei 福田蓼汀 (1905-1988), haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子, editor, vicepresidente de Asociación de Haikuístas (Haijin Kyôkai 俳人協会) y montañista.

尾根越しの風に匂ふは花辛夷
One goshi no /kaze ni niou wa / hana kobushi

Aroma en el viento
que traspasa la sierra:
magnolias en flor

8.

Katô Shūson 加藤秋邨 (1905-1993), especialista en literatura japonesa y haikuísta discípulo de Mizuhara Shūôshi 水原秋桜子.

雪前雪後今年の辛夷暗かりき
Setsuzen setsugo / kotoshi no kobushi / kurakariki

Las magnolias de este año
antes y después de la nieve.
Estando oscuro.

9.

Hosomi Ayako 細見綾子 (1907-1997), haikuísta discípula de Matsuse Seisei 松瀬青々, compiladora, correctora y editora.

豆まきを待つ間見つけし辛夷の芽
Mamemaki o / matsu ma mitsukeshi / kobushi no me

Botón de magnolia
encontrado al esperar
que lancen frijoles.

Mamemaki 豆まき se refiere a la práctica ritual de lanzar frijoles de soya en la víspera del primer día del calendario lunar para ahuyentar a los espíritus malignos.

わさび田に散りてゐるらむかの辛夷
Wasabiden ni / chirite iruramu / kano kobushi

Se despetala
en plantío de wasabi
esa magnolia

鵯の喧嘩辛夷の花を散らしたり
Hiyodori no / kenka kobushi o / chirashitari

La riña de bulbules:
tiraron flores
de la magnolia.

Hidyodori 鵯 es la especie de ave paseriforme Hypsipetes amaurotis, conocida en español como bulbul orejipardo, que habita el extremo oriental de Asia, de Sajalín a Taiwán. Miden alrededor de 28 cm de longitud, son de color pardo grisáceo y, como su nombre en nuestra lengua indica, tiene mejillas de un tono de café más llamativo.

辛夷散りしあとの林の風を聞く
Kobushi chirishi / ato no hayashi no / kaze o kiku

Escucho el viento
tras caída de magnolias
en la arboleda.

10.

Nomura Toshirô 能村登四郎 (1911-2001), haikuísta discípulo de Mizuhara Shūôshi 水原秋桜子 y editor.

辛夷散り十日の沼の萌黄なす
Kobushi chiri / tôka no numa no / moegi nasu

Caen magnolias.
Tierna berenjena en ciénaga
el décimo día.

大寺の合掌造り辛夷咲く
Ôtera no / gasshôzukuri / kobushi saku

Agudos techos
de paja de un gran templo.
Florecen magnolias.

11.

Hayashi Shô 林翔 (1914-2009), haikuísta y editor.

白き小鳥千羽の舞か辛夷咲く
Shiroki kotori / senba no mai ka / kobushi saku

¿Es una danza
de mil pajaritos blancos?
Florecen magnolias.

12.

Saitô Gen 斎藤玄 (1914-1980), empleado de banco y haikuísta de vanguardia discípulo de Saitô Sanki 西東三鬼.

病室に見えずて匂ふ花辛夷
Byôshitsu ni / miezute niou / hana konushi

Magnolia en flor
que huele sin ser vista
en cuarto de hospital.

13.

Nomiyama Asuka 野見山朱鳥 (1917-1970), haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子 y editor.

辛夷散る烈風ベートーヴエン忌なり
Kobushi chiru / reppū Bētô / venki nari

Caen magnolias.
Vendaval y aniversario fúnebre
de Beethoven.

14.

Kishida Chigyô 岸田稚魚 (1918-1988), haikuísta y editor.

あの家の辛夷が咲いてわれは鬱
Ano ie no / kobushi ga saite / ware wa utsu

En esa casa,
florecen las magnolias.
Yo, deprimido.

風のなき日々の辛夷の照り疲れ
Kaze no naki / hibi no kobushi no / teri tsukare

Ajado brillo
de magnolias en días
en que no hay viento.

15.

Mori Sumio 森澄雄 (1919-2010), haikuísta discípulo de Katô Shūson 加藤楸邨, editor y miembro de la Academia Japonesa de las Artes (Nihon Geijutsuin 日本芸術院).

友の死を仰いでゐたる夜の辛夷
Tomo no shi o / aoide itaru / yo no kobushi

Esas magnolias
de la noche en que se afronta
muerte de amigo.

梅辛夷三月月も太りゆく
Ume kobushi / sangetsu tsuki mo / futori yuku

Ciruelos y magnolias.
También la luna de marzo
sigue rechoncha.

16.

Nozawa Setsuko 野澤節子 (1920-1995), haikuísta, editora y diarista.

辛夷散るうごくものなき水の上
Kobushi chiru / ugoku mono no naki / mizu no ue

Caen magnolias
No hay nada que se mueva
sobre las aguas.

17.

Ishida Katsuhiko 石田勝彦 (1920-2004), haikuísta discípulo de Ishida Hakyô 石田波郷, editor y miembro de la Asociación de Haikuístas (Haijin Kyôkai 俳人協会)

林中の花や辛夷はひとりの木
Rinchū no hana ya / kobushi wa hitori no ki

¡Ah, las flores de la arboleda!
Solo en el magnolio.

18.

Īda Ryūta 飯田龍太 (1920-2007), haikuísta hijo de Īda Dakotsu 飯田蛇笏, periodista y editor.

もの思ひつつ見て遠き花辛夷
Monoomoi / tsutsu mite tôki / hana kobushi

Mientras pensaba,
vi una magnolia en flor
allá a lo lejos.

辛夷咲く黒雲の風青空へ
Kobushi saku / kurokumo no kaze / aozora e

Florecen magnolias.
Viento de nubes negras
hacia el cielo azul.

19.

Kiyosaki Toshio 清崎敏郎 (1922-1999), especialista en literatura japonesa, profesor de la Universidad de Keiô 慶應 y haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子.

残雪の少し汚るゝ辛夷の芽
Zansetsu no / sukoshi yogoruru / kobushi no me

Algo manchados
los capullos de magnolia
por restos de nieve.

20.

Okai Shôji 岡井省二 (1925-2001) , haikuísta discípulo de Katô Shūson 加藤楸邨 y de Mori Sumio 森澄雄.

辛夷咲き畳のうへに死者生者
Kobushi saki / tatami no ue ni / shisha shôya

Florecen magnolias.
El difunto y los vivos
sobre el tatami.

21.

Arima Akito 有馬朗人 (1930-2020), físico nuclear que postuló el modelo interactivo de bosones, profesor emérito de la Universidad de Tokio, Ministro de Educación, director del Museo de Ciencia, haikuísta discípulo de Yamaguchi Seison 山口青邨, colaborador de la revista Hototogisu ホトトギス, presidente de la Asociación Internacional de Haiku, etc.

辛夷咲く空へ嬰児の掌を開く
Kobushi saku / sora e eiji no / te o hiraku

Florecen magnolias.
El bebé abre su palma
hacia el cielo.

22.

Takaha Shugyô 鷹羽狩行 (n. 1930), haikuísta discípulo de Yamaguchi Seishi 山口誓子, miembro de la Academia Japonesa de las Artes (Nihon Geijutsuin 日本芸術院) y de la mesa directiva del Museo Literario de la Poesía Japonesa Moderna (Nihon Gendai Shika Bungakukan 日本現代詩歌文学館).

幻の辛夷かがやく枯木中
Maboroshi no / kobushi kagayaku / kareki naka

Entre árboles secos,
la magnolia de ensueño
resplandeciendo.

Marzo 2022

CONSTRUIR

Medio escondidas,

¿son blancas o violetas?

Viento del sur.

DECONSTRUIR

 En un socavón del suelo, que cuando llovía rebosaba de agua y criaba nenúfares, ayer descubrí violetas. Flores de febrero, callados heraldos de la primavera.  Poblaban los bordes del socavón marcado por grandes piedras. Eran, naturalmente, de color violeta. Flores delicadas, que aman pasar desapercibidas, diminutas, vergonzosas tras las hojas grandes de sus plantas. Pero yo las vi poco antes del anochecer, cuando la luz se vuelve incierta.

   Pero en el fondo del socavón había también violetas blancas. Ligeramente más pequeñas que las moradas y que crecen en más profusión. Deben de ser silvestres: crecieron solas y conviven al lado de las otras, de las moradas. Entremedias pequeños laureles brotados espontáneamente de las semillas caídas de un gran laurel que crece en la grada de arriba, la hiedra omnipresente, otras hierbas. Y las violetas que crecen entre dos grandes piedras. Todas comparten, apretadamente, el espacio del fondo del socavón. Tan apretadamente que, si uno no se acerca, resulta difícil desde lejos, y a la hora en que yo las vi, precisar si son violetas de color blanco, las asalvajadas, o de color morado, las plantadas por mí hace ya bastantes años. Por eso, «¿blancas o violetas?».

Pero la pregunta se la llevó el viento. Procedía del sur. Es el viento del suroeste que, donde yo vivo, llega de Extremadura y nos suele ir acompañado de subidas de la temperatura. El viento que tritura los tiempos, que dispersa y anula, como hace la luz con las oscuridad, las interrogaciones, los discernimientos, las verdades del ser humano. ¿Eran blancas o eran violetas? ¿Quién lo sabe? Obotsu kana, diría Buson.

Buson (1716-1784) es el haijin de quien algo comenté el mes pasado a propósito de su habilidad para insinuar historias. Tiene un tercer verso donde los colores a debatir eran el blanco y el amarillo.  Y no eran violetas, sino las flores del té.

El haiku dice así:

Las flores del té
¿son blancas o amarillas?
¿Quién lo sabe?

 

Cha no hana ya
Shiro ni mo ki ni mo.
Obotsu kana.

 

茶 の 花 や
しろにも きにも
おぼつ かな。

 

Un haiku que muestra la maravillosa cualidad pictórica de los haikus de Buson, que destacó como haijin y como pintor.

Acompaño esta entrega con una foto. La  saqué a la mañana siguiente de observar las violetas, con más luz, da el sol lo cual no favorece mucho la calidad de la imagen. Los rayos solares golpean las violetas, pero al fondo, en penumbra, se distinguen débilmente unos puntos blancos: son las silvestres de tonos blancos. Son tan pequeñas que uno no puede evitar preguntarse … ¿son blancas o violetas? ¿A quién le importa?  Viento del sur.

Elogio de la penumbra

                Releo, en la indecisa luz que anticipa ya la primavera, un célebre ensayo de Junichiro Tanizaki (1886-1965): “El elogio de la sombra”. Borges plagió ese bello título en otro libro que aludía a su condición de ciego, añadiendo los temas de la vejez y la ética a su universo de espejos, laberintos y espadas. En un texto conmovedor, que en realidad es “una oración”, Borges nos dice: “Pedir que no anochezcan mis ojos sería una locura; sé de millares de personas que ven y que no son particularmente felices, justas o sabias…” Tanizaki aborda la sombra, no como contrafigura de la visión, sino como trasfondo y fermento de la percepción estética del Japón tradicional.

                   De manera sutil, con la precisión de un poeta, Tanizaki nos va revelando en este breve ensayo -que muchos consideran su obra maestra- los fulgurantes secretos de la sombra: una sombra que, no siendo absoluta, va siempre de la mano de la luz, evocando el silencio, la penumbra, una cierta austeridad callada. No es, sin embargo, un ensayo sombrío, sino luminoso, vivísimo, volcado hacia la totalidad de lo real, abarcando en el arco de la belleza lo más refinado y lo más rutinario. Tanizaki sintoniza con el gran poeta Bashô, que definía el haiku -ese breve poema de 17 sonidos- como “el camino ordinario”, “lo que ocurre aquí, en este momento”. En el haiku, que trata de fijar la eternidad del instante, abundan las observaciones de penumbra: en la oscuridad muere y se aja el crisantemo, se adensa la nieve, se olvida el ciego de sí mismo, se desdibuja una colina anónima, se aviva la brasa, se expande el sonido de una campana o el canto ensimismado del ruiseñor, se funden los enamorados…

                Partiendo de elementos corrientes, como los tabiques móviles o shôji, con la lechosa claridad del espeso papel blanco, Tanizaki defiende una estética basada en la naturalidad y en la sencillez, tratando de conciliar las pautas de la vivienda tradicional japonesa con las comodidades de la técnica: cañerías, ventanas de cristal, estufas de gas o estufas eléctricas. El ensayo discurre, deliciosamente, a través de una nostalgia razonada, haciéndonos ver, por ejemplo, la sensualidad del retrete de estilo japonés, concebido para la paz del espíritu, “donde, al amparo de sencillas paredes de superficies lisas, puedes contemplar el azul del cielo y el verdor del follaje”: “Aun a riesgo de repetirme, añadiré que cierto matiz de penumbra, una absoluta limpieza y un silencio tal que el zumbido de un mosquito pueda lastimar el oído, son también indispensables.” Este ejemplo es bien expresivo, porque demuestra la impregnación poética del lugar más sórdido de la casa, merced a una estrecha asociación con la naturaleza, armonizando con el sonido de la lluvia, el canto de los insectos, el gorjeo de los pájaros y las noches de luna.

                El escritor se ocupa también de otras cosas “divinas”, como el papel hôsho, “similar a la aterciopelada superficie de la primera nieve”; la pátina que va oscureciendo los objetos de metal; la exquisita turbiedad del jade o las ligeras nubes que turban el cristal del Japón; la intimidad que exhala la luz de los viejos candelabros, realzando las belleza de las lacas y sus reflejos profundos y espesos en las superficies negras, marrones o rojas, con infinitas “capas de oscuridad”: “No es que tengamos ninguna prevención a priori contra todo lo que reluce, pero siempre hemos preferido los reflejos profundos, algo velados, al brillo superficial y gélido; es decir, tanto en las piedras naturales como en las materias artificiales, ese brillo alterado que evoca irresistiblemente los efectos del tiempo…”

                La verdadera contemplación requiere penumbra: la densidad indefinida de la sopa roja de miso estancada en el fondo del cuenco; los colores de ese dulce gelatinoso llamado yôkan sobre una bandeja lacada; el realce de los alimentos blancos cuando emergen de la oscuridad… Y, en el teatro nôh, la sensualidad de los rostros, realzada por los trajes marrón mate o verde sobrio y por la oscuridad del escenario. Los edificios religiosos y civiles reiteran ese “sabor de zen” en la sombra vasta y profunda que proyectan los aleros y en la luz indirecta y difusa que filtran los shôji, equilibrada en la sala de estar por la relativa profundidad del cuadro o la composición floral que adornan el hueco del tokonoma.

***

Haiku 37

37  

御忌の鐘ひゞくや谷の氷まで

gyoki no kane hibiku ya tani no koori made

 La campana de Hônen
resuena
hasta en el hielo del valle.

 Desglose:

 御忌[Gyoki: ceremonia Gyoki-Daie en honor a Hônen], [no: partícula], [kane: campana], ひゞく [hibiku, es decir, 響く: resonar, vibrar, ser escuchado lejos], [ya: partícula], [tani: valle], [no: partícula], [koori: hielo] まで[made: tan lejos como, hasta].

 

Comentario y notas culturales:

Seguimos en la ceremonia Gyoki-Daie. Chio-in es el templo principal de la secta budista Jodo («Tierra Pura»). La campana del templo, de 74 toneladas, fue construida en 1633 y es la más grande de Japón. Se necesita la fuerza de hasta 17 monjes. La vibración, el sonido de la campana alcanza el valle. Según el profesor Shimizu, aquella vibración derrite el hielo del valle anunciando la llegada de la primavera (el fin del frío aún presente a principios de año Nuevo y el comienzo de un clima más cálido). Hoy solo se tañe la campana dos veces al año: el 1 de enero y en abril, durante la ceremonia en honor a Hônen.

Marzo 2022

Y comenzando el tercer mes, empezamos a decirle adiós al invierno y a prepararnos para la primavera. Para ello no hay nada mejor que un haiku de Bashou que nos hable de esos primeros brotes de cerezos que flotan en el aire montañoso.

El poema que inspira el haiku de este mes, es un tanka que encontramos compilado con el número 74 en el Ogura hyakunin isshu, antología privada del año 1235, compilada por Fujiwara no Sadaie, y también en el segundo rollo de amor de la séptima antología imperial Senzai Wakashuu. El poema pertenece a Minamoto no Toshiyori (1055-1129), quien, entre otros logros, fue el compilador de la quinta antología imperial Kin’you Wakashuu.

うかりける人を初瀬の山おろしよはげしかれとはいのらぬものを

ukarikeru hito wo hatsuse no yama oroshi yo hageshikare to wa inoranu mono wo

que aquella que me aflige sea fría como el viento de montaña en Hatsuse no es por lo que oré

 

Toshiyori compuso este poema en su viaje al templo Hasedera en Nara, lugar donde se venera una imagen del bodhisattva Kannon ―también llamado el Buda de la Compasión― y usualmente representado con forma de mujer. Al rezarle por el amor de una mujer y sentir el frío viento de montaña, u “oroshi”, lo percibe como la frialdad del corazón femenino.

Por su parte, Bashou toma de este poema la localidad, el templo Hasedera, pero jugando con la homofonía le da un giro importante al haiku. En el primer verso del tanka tenemos el adjetivo “ukarikeru” 憂かりける: “afligido”. En cambio, en el primer verso del haiku tenemos el verbo “ukarekeru” 浮かれけるque se puede interpretar como “flotar”, pero también tiene el sentido de “estar alegre” o “ser bullicioso”. Es fácil imaginarse la alegría de la gente que, después del frío invierno, habitualmente nevado en las montañas, se ve rodeada de las tempranas flores del yamazakura.

うかれける人や初瀬の山桜

ukarekeru hito ya hatsuse no yama zakura

deambula alegre la gente, cerezos de montaña en Hatsuse

Y para que nos acompañe en los últimos días de invierno y en el inicio esperanzador de la primavera, es que me tomé la libertad de incluir ambos significados en la traducción del haiku. ¡Que todos podamos también experimentar la alegría de caminar entre las flores!