Entrega nº 65. 16 de julio

Han pasado siete años desde que comencé a sentirme enfermo, pero en los primeros días no sufrí particularmente. A veces me venía el dolor corporal a medida que la enfermedad progresaba, pero lo olvidé cuando se calmó y no dejó rastro. Es desde el año pasado que he sido torturado mentalmente hasta el punto de desear volverme loco, y en esta situación terminé convirtiéndome en una persona enferma de por vida, que no podría sobrevivir sin tener a alguien con él desde la mañana a la noche.

Cuando no puedes trabajar y sufres, surgen todo tipo de problemas, la cuestión de la vida y la muerte es importante, pero como es extraordinariamente simple, una vez que uno ha aceptado su destino, se resuelve de inmediato. Una pregunta que concierne más directamente al bienestar y al sufrimiento del paciente es la cuestión de la vida familiar, la cuestión de los cuidados.

Cuando una enfermedad se ha vuelto dolorosa, o cuando el paciente está tan débil que se siente solo, la calidad de la atención ofrecida repercute en él de forma decisiva para su bienestar, cuando estamos tristes y solos en particular, es suficiente que las personas presentes a tu lado te cuiden bien, o en otras palabras, que empaticen con tu estado de ánimo y te calmen, para que puedas olvidar casi por completo tus sufrimientos.

Sin embargo, si las personas encargadas de la atención, es decir, las mujeres de la familia, son torpes, entonces el paciente está obligado a enojarse, a enfadarse y regruñir, de modo que se añade un dolor innecesario al dolor habitual de la enfermedad. Nuestra casa no tiene un nivel lo suficientemente alto como para tener una criada, y mucho menos podríamos emplear a una enfermera, por lo que son las personas de la familia las que me cuidan, pero como no pueden hacerlo hasta después de que hayan realizado todas las tareas domésticas, después de la comida, la limpieza, la lavandería y la costura, es absolutamente imposible para ellas permanecer pegadas a mi lado desde la mañana hasta la noche. Entonces el paciente pide tenerlos permanentemente con él. Las mujeres responden que es imposible porque tienen que hacer muchas cosas. Entonces comienza una discusión.

E incluso si las mujeres se sientan a su lado, como no saben cómo apaciguar al paciente, no pueden disipar su aburrimiento insoportable. Las mujeres de mi familia no tienen ese talento. Luego, nos preguntamos qué se debe hacer. Desde su nacimiento, todas estas mujeres han vivido en las provincias y, por supuesto, no han recibido educación. Se puede decir que ni siquiera han recibido eso que ahora llaman educación en el hogar. Dado que están bastante orgullosas de hacer el trabajo de cocina, en condiciones normales, no había ningún problema y no tenía ningún requisito en particular, pero cuando una mañana apareció un gran problema, cuando el cabeza de familia enfermó, cuando la necesidad apareció de repente para cuidarlo, me di cuenta de que no podían soportarlo. En una familia donde nadie tiene formación, pueden no tener claro si es más urgente atender a un paciente o barrer el jardín. Y aún más, incluso cuando se sientan a mi lado, estas mujeres no tienen la menor idea de los medios que pueden usar para calmar mis sufrimientos. Sería bueno que me hablaran de algo, pero como no tienen tema para conversar, se quedan de brazos cruzados. Si les pido que me lean la prensa, no podrán leer un periódico en el que no expliquen la pronunciación de los caracteres chinos. Si les pido que me ayuden con las indicaciones fonéticas en silabario, se cansan rápidamente. Estas mujeres son, por así decirlo, buenas para nada. Me di cuenta por primera vez dada mi situación: hay que educar también a las niñas.

Notas del traductor y las fuentes

– Shiki siempre toma como referencia para el comienzo de su enfermedad, su regreso de China, en mayo de 1895. Hizo referencias ya en las entregas 1 y 14.

– Recordemos que sus amigos pusieron turnos de vigilancia y apoyo al acompañamiento, por ejemplo en la entrega 5 hablaba de Hekigotô y su esposa Shigeeko.

– Sobre lo que Shiki refiere de que una vez que uno ha aceptado su destino, se resuelve de inmediato, ya habló en la entrega 42.

– La familia Masaoka era una familia de guerreros de bajo rango, con poca riqueza. La muerte prematura del padre, seguida de la supresión de la clase guerrera (y con ello las rentas relacionadas) en 1876, había precipitado los problemas económicos.

– La extraordinaria figura de Florence Nightingale (1820-1910) y su trabajo durante la Guerra de Crimea (1853-1855), tuvo y tiene un gran reconocimiento mundial (quizá sea España de los países donde menos se le reconoce socialmente). En Japón, su impacto fue muy importante y gracias a ello la profesión de Enfermería se desarrolló rápidamente, particularmente desde 1887. Hoy, casi siglo y medio después, Japón anda a la cabeza del uso robótico como apoyo a los cuidados.

– Desde el decreto de 1872, los sucesivos gobiernos de Meiji se preocuparon por el establecimiento de una política educativa nacional, pero pronto entendieron que la escuela no podía ser suficiente y que debía ser apoyada por la familia en la educación de los niños, y por ello Shiki habla de la educación en el hogar. Fueron años importante en la organización de la Educación en Japón.

– Los periódicos japoneses se han dividido durante mucho tiempo (al menos hasta finales de la década de 1880) en periódicos «grandes» y «pequeños», debido a su contenido, pero también a su estilo. Los «grandes periódicos», serios, con muchos caracteres chinos, eran de difícil acceso en todos los sentidos, a diferencia de los «pequeños periódicos», más entretenidos y más accesibles para los menos alfabetizados, porque indicaban la pronunciación de los caracteres mediante signos silábicos fonéticos. Las mujeres, generalmente, sabían leer signos silábicos, pero el acceso al mundo de los sinogramas o caracteres chinos, estaba reservado tan solo para un puñado de ellas. Hablamos de 1900, época donde el patriarcado más feroz regía el mundo, y japón no era, ni mucho menos, una excepción. Shiki seguirá hablando de esto en las próximas entregas.