ZEN, EL ESTADO MENTAL DEL HAIKU 11. NO MATERIALIDAD, 12. AMOR Y 13. CORAJE

11

Materialidad

El Zen, como el haiku, enfatiza lo material frente a lo llamado espiritual. No hay argumentos abstractos ni principios generales. Todo es concreto. Si echamos un vistazo a una serie de haikus, descubriremos que tratan enteramente de cosas: nieve, flores de cerezo, gente bailando, ranas, el viento. A Walden le pasa lo mismo. Hablando de él mismo, Thoreau dice

Sentí que algunas bayas que había comido en la ladera de una colina habían alimentado mi genio.

Lawrence nos dice, en El Hombre que Murió, que Cristo se dio cuenta, después de su muerte, con respecto a María Magdalena, que su enseñanza, su vida misma, había sido demasiado espiritual.

Les pedí a todos que me sirvieran con el cadáver de su amor. Y al final les ofrecí sólo el cadáver de mi amor.

Estas palabras parecen una llamada muy alejada de aquellas palabras en las que Chora se describe a sí mismo, pero hay una profunda afinidad entre ellas:

夜はうれしく素は静かや春の雨

Yo wa ureshiku    hiru washizuka ya    haru no ame

Por la noche, felicidad;
de día, tranquilidad,
lluvia primaveral.

(Chora)

 

冷永にせんべい二枚様良が夏

Hiyamizu ni    senbei ni-mai    chora ga natsu

Agua fría,
dos galletas:
el verano de Chora.

 

El segundo de estos dos poemas nos recuerda las palabras de reproche a Marta,

Pero una cosa es suficiente.

Es un error suponer que en la poesía hemos de percibir lo absoluto en lo relativo, lo eterno, lo infinito en lo finito, lo espiritual en lo material. Si hay alguna antítesis al Zen, es este tipo de zoroastrismo, en el que es tan fácil caer, porque es de la propia naturaleza del intelecto funcionar dicotómicamente. Nuestra vida poética, nuestra vida religiosa es una larga e interminable lucha contra esta tendencia. La naturaleza del alma, sin embargo, es simple; el ojo del alma es único. Eckhart dice:

Ein Meister spricht: “Die Seele ist ein Punkt oder eine Ecke, wo sich Zeit und Ewigkeit treffen. Die Seele aber ist weder von Zeit noch von Ewigkeit gemacht, sondern sie hat eine Natur aus Nichts geschaffen zwischen beiden.” Ware sie von Zeit gemacht, so ware sie verganglich; ware sie dagegen von Ewigkeit geschaffen, so ware sie unwandelbar. (NT: Un maestro dice: “El alma es un punto o una esquina donde se encuentran el tiempo y la eternidad. Pero el alma no está hecha ni de tiempo ni de eternidad, sino que tiene una naturaleza creada de la nada entre ambas”. Si fue hecha de tiempo, fue transitoria; si fue creada de la eternidad, fue inmutable.

La materialidad del Zen se manifiesta en el hecho de que la vida religiosa está en su punto más bajo en la iglesia, donde todo está dispuesto para inclinar la mente hacia algún otro lugar, el Cielo o el Infierno, algún otro tiempo, el pasado o el futuro. Hay más religión en una taberna o en un campo de batalla. Es por eso que, como dice Cristo,

los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios

Los hombres viven según el Zen. Todo lo que desean es verlo y sentirlo. Van al cine por ello. Los romances de vaqueros están llenos de fracasos para conseguirlo. Cuando el “asesino” entra en el salón de baile con las manos preparadas para desenfundar, es en su Zen en lo que se fijan nuestros ojos. Pero este llamado “Zen” no existe como tal. No hay nada de simbólico en él. Goethe dice,

Alles Vergangliche ist nur ein Gleichnis.

(NT: Todo lo que es transitorio es sólo una parábola).

Pero no nos dice de qué es un símbolo, porque no puede. Es “un símbolo propiamente dicho”, como lo llama Carlyle, lo que significa, como diría Rinzai, un no-símbolo. En este sentido podemos recordar los versos de Keats:

Es un defecto

en la felicidad ver más allá de nuestra frontera,

nos obliga a lamentarnos en los cielos de verano,

estropeando el canto del ruiseñor.

En poesía, al menos tal como la entienden los poetas de haiku, simplemente no se puede prescindir de las cosas. Contraste el primero de los siguientes poemas con los otros tres, todos sobre el tema del cambio de sirvientes, que en la antigüedad tenía lugar el quinto día del tercer mes del calendario lunar:

出がはりや幼心に物はれ

Degawari ya    osana-gokoro ni    monoaware

Cambio de sirvientes:
el patetismo
de su corazón infantil.

(Ransetsu)

 

出がはりや傘提げてタながめ

Degawari ya    karakasa sagete    yū nagame

El criado que se va;
paraguas en mano,
contempla el atardecer.

(Kyoroku)

 

出代や農へ落す涙かな

Degawari ya    tatami e otosu    namida kana

El cambio de sirvientes;
sus lágrimas
salpican el tatami.

(Taigi)

 

紙屑や出代のあとの物淋し

Kamikuzu ya    degawari no    ato no mono sabishi

Algunos trozos de papel,
Después de que ella se haya ido:
Un sentimiento de soledad.

(Senna)

La poesía se ocupa mucho de los paraguas, los tatamis, los trozos de papel. Goethe, con la valentía que le caracteriza, parece contradecir sus propias palabras sobre el carácter “simbólico” de todas las cosas:

No busques, te lo ruego, no hay nada detrás de los fenómenos. Ellos mismos son su propia lección. (Sie selbst sind die Lehre.) (NT: Tú mismo eres la enseñanza).

En el conocido poema estadounidense Little Boy Blue, de Eugene Field, se nos cuenta la lección que las cosas guardan para nosotros; pero las cosas (los juguetes) son tan fuertes que son capaces de superar el peso muerto de su propia lección y hablar por sí mismas:

El perrito de juguete está cubierto de polvo,

pero se mantiene firme y robusto.

El soldadito de plomo está rojo de óxido,

y su mosquete se amolda en sus manos.

Hubo un tiempo en que el perrito de juguete era nuevo,

y al soldadito le pasaba igual,

y fue en aquel tiempo cuando nuestro Pequeño Niño Azul,

los besó y los puso allí.

“Ahora no te vayas hasta que yo venga”, dijo,

“y no hagas ningún ruido”.

Así que, caminando a su cama nido,

soñaba con sus bonitos juguetes.

Y mientras soñaba, la canción de un ángel,

despertó a nuestro Pequeño Niño Azul.

Ah, los años son muchos, los años son largos,

pero nuestros amiguitos de juguete son fieles.

¡Ay!, fieles al Pequeño Niño Azul permanecen,

cada uno en el mismo viejo lugar,

esperando el toque de una pequeña mano,

y la sonrisa de una carita.

Y se preguntan, mientras esperan todos estos largos años,

en el polvo de esa pequeña silla,

“qué ha sido de nuestro Pequeño Niño Azul,”

desde que los besó y los puso allí.

(Rompecabezas: señala la línea donde está el Zen). Esta es la fidelidad de las cosas, aquello a lo que el salmista se refiere indirectamente en los versos tantas veces citados:

El Señor es mi pastor;

nada me falta.

Se ve en lo siguiente;

あろし置く笑に地震る夏野哉

Oroshi oku    oi ni naefuru    natsuno kana

El altar ambulante acaba de posarse,
sacudido por un terremoto,
en el páramo de verano.

(Buson)

 

夕風や水青鷺の麗をうつ

Yûkaze ya    mizu aosagi no    hagi wo utsu

Con la brisa de la tarde,
el agua choca
contra las patas de la garza.

(Buson)

 

蝋打に花さくも打たれけり

Hae uchi ni    hana saku kusa mo    utare keri

Golpeando la mosca,
he golpeado también
una planta en flor.

(Issa)

Otro poeta estadounidense nos ofrece una lista de las cosas que más valora un poeta, especialmente un poeta de haiku, valora más:

sombras, colores, nubes, brotes de hierba y restos de orugas, ramas donde se posan las abejas silvestres, ¡colores que manchan el pétalo de la violeta.[1]

Esta es la practicidad del haiku. La practicidad del Zen resulta de la constitución del mundo en que vivimos. Cualquier creencia que tengamos carece de sentido excepto en la medida en que motiva nuestra vida interior, con la necesaria expresión en la forma y los actos:

Pero en verdad la convicción, que nunca fue tan excelente, ¿es inútil hasta que se convierte en conducta?[2]

Esta “sentida certeza indudable de la experiencia” debe ser sentida dentro y a través del cuerpo:

Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, se la dio diciendo: Bebed de ella todos.[3]

En la Ceremonia del Té, es el olor, el sabor del té, el sonido del agua hirviendo, el tacto de la tetera lo que da al devoto el significado que ningún pensamiento abstracto, ninguna observación de la ceremonia del té podrá transmitir jamás.

La duda de cualquier tipo no puede ser eliminada, excepto la acción.[4]

¿Qué tipo de acción es esta? Es la actividad física de escuchar al higurashi mientras las sombras caen en el cielo. Era el olor de la flor que Buda mostró ante la congregación de monjes. Es el sabor de la lágrima que cae, no sabemos por qué, el tacto del torno del dentista, la visión de las personas feas que amamos.

Suponemos que el cuerpo es una máquina y que el alma lo conduce a voluntad de aquí para allá, pero es al revés. Nuestro presumido autocontrol, confesión y penitencia, reforma, conversión, salvación, … todo está determinado físicamente, en nuestros cuerpos. Estos tienen la verdadera vida oscura. Es la raíz la que en la tierra fría y silenciosa decide qué flores han de florecer al viento y al sol. Spengler lo ha descrito a su manera, con su pensamiento característico, casi físico, su violencia intelectual:

El ser cósmico vegetal, cargado de destino, sangre, sexo, posee un inmemorial dominio y lo conserva. Es la vida. El otro sólo es un sirviente de la vida. Pero este otro quiere, no servir, sino gobernar; más aún, cree que gobierna, pues una de las pretensiones más decididas del espíritu humano es su pretensión de tener poder sobre el cuerpo, sobre la “naturaleza”. Pero la pregunta es: ¿no es esta misma creencia un servicio a la vida? ¿Por qué nuestro pensamiento piensa así? Tal vez porque el “ello” cósmico quiere que así sea. El pensamiento muestra su poder cuando llama al cuerpo al movimiento, cuando establece la miseria del cuerpo y ordena a las voces de la sangre que callen. Pero en verdad la sangre gobierna, en el sentido de que, silenciosamente, ordena que la actividad del pensamiento comience y cese.[5]

Incluso cuando el tema no admite un tratamiento muy burdo o terrenal, es bueno volver a lo material aunque sólo sea por un momento, no sea que perdamos el contacto con el terreno firme:

“Entonces dime”, dije, “¿de dónde crees que vienen estos momentos?” ¿Y me darás la mitad de tu cebolla? “Con mucho gusto”, y respondió, “porque ningún hombre puede comerse una cebolla entera; y en cuanto a ese otro asunto; bueno, creo que la puerta del cielo está entreabierta de vez en cuando, y esa luz brilla sobre nosotros por un momento entre su apertura y su cierre”.[6]

雷晴れて一樹の夕日蝉の撃

Rai harete    ichiju no yūhi    semi no koe

La tormenta ha amainado,
el sol del atardecer brilla en un árbol
donde canta una cigarra.

(Shiki)

Por este aspecto de materialidad, las cosas animadas e inanimadas pierden gran parte de su diferencia, como también lo hacen las humanas y las no humanas. El hombre pierde su dignidad de señor de la creación, las cosas se ven con su naturaleza de Buda plenamente desplegada:

Era tan grande que no pudo evitar sentirse un poco tímida con él, como le había sucedido con el cordero; sin embargo, venció su timidez con un gran esfuerzo, cortó un trozo y se lo entregó a la Reina Roja.

“¡Qué impertinencia!”, dijo el Budín. “Me pregunto qué te parecería si cortara una rebanada de ti, criatura!”

Imagen 19

La Calabaza, de Mushakoji Saneatsu

Esta igualdad de las cosas y de nosotros mismos, nuestra naturaleza común, es recíproca. Sólo existimos si ellas existen. No serán despreciadas. Somos iguales y podemos convivir armoniosamente, sólo si se reconoce nuestra independencia y dependencia, nuestra separación y continuidad. Las cosas ya han hecho su parte; nos corresponde a nosotros hacer la nuestra:

“Bueno, ahora que nos hemos visto”, dijo el Unicornio, “si tú crees en mí, yo creeré en ti. ¿Es un trato?” “Sí, si quieres”, dijo Alicia.

 

12

Amor

El zen es amor al universo. Sin este “amor”, la alegría es incierta, el dolor es inevitable, todo carece de sentido. Otelo dice,

Cuando no te quiero,

¡el caos vuelve!

Este amor debe ser completo, …… no es que apunte al universo como un todo, sino que la personalidad como un todo debe debe concentrarse en la cosa; la cosa debe estar impregnada con la personalidad. Luego tenemos el estado, descrito abstractamente por el Dr. Suzuki en las siguientes palabras:

Cuando se coge un objeto, todo lo demás, Uno y Todo, viene junto con él, no a modo de sugestión, sino de manera omniinclusiva, en el sentido de que el objeto es completo en sí mismo.

Dickens nos ofrece lo mismo, pero vivo y palpitante:

Los caballos y los perros son el capricho de algunos hombres. Para son las bromas … el alojamiento, esposa e hijos… lectura, escritura y aritmética… rapé, tabaco y sueño.

Obtenemos el mismo amor completo y desinteresado por el universo, concentrado en una cosa descrita en el Caso 19 del Hekiganroku:

Cualquiera que fuera la pregunta que le hicieran a Gutei,

él simplemente levantaba un dedo.

Debe ser sin calificaciones ni reservas, tomando el universo en buena salud y en mala salud, para bien y para mal, sin miedo a la muerte.

Si debo morir,

me encontraré con la oscuridad como con una novia,

¡y la abrazaré entre mis brazos![7]

Debe ser sin apego a la vida. El ejemplo clásico de esto en la literatura inglesa es la escena de la muerte del viejo Euclio, de Pope:

“¿Su dinero, señor?”— “Mi dinero, señor, ¿eso es todo? Por qué —si es necesario—(entonces llora) se lo doy a Paul”— “¿La mansión, señor?”— “¡La mansión! ¡sostenedme! Eso no, no puedo separarme de eso”, y murió.

En la medida en que dudamos de la “paternidad” de Dios, de su amor por el gorrión, los gusanos y los gérmenes de las enfermedades, no tenemos tranquilidad, porque no podemos evitar amarlo por la belleza de las hojas y las flores, de la lluvia que cae, las montañas brumosas y

“¡oh, qué condenados minutos cuenta el que idolatra y, no obstante duda; sospecha y, sin embargo, ama profundamente!”.[8]

La relación entre el amor y la poesía puede ser fácil de identificar, pero la relación con el Zen es mucho más difícil. Míralo así. Si estamos sin amor propio, sin avaricia, sin deseo de ganancia, de felicidad, de vida misma, toda esta energía debe desbordarse en alguna parte. Se desborda en todas las cosas, incluido en uno mismo, de modo que ahora ninguna acción es egoísta o desinteresada, buena o mala, sino que es como la luz del sol o la lluvia, pero con mente en lugar de sin mente.

Decimos que vemos la belleza de las finas gotas de lluvia, el brillo de las hojas al sol, las estrellas en su calma, pero lo que realmente vemos es la mente del hombre, nuestra propia mente, en todas estas cosas. A través de nuestra actividad y cooperación, estas cosas inanimadas adquieren mente y afecto. Las olas ahogan con pesar al náufrago, el sol abrasa con remordimiento al viajero cansado,

Sosteniendo su pañuelo de bolsillo

ante sus ojos llorosos.

A cambio, nos convertimos en criaturas ventosas, lluviosas, estrelladas, soleadas, que viven en todas las cosas, en todos los tiempos y lugares. Un hombre que existe así, ayuda a su prójimo como se ayuda a sí mismo; porque le produce el mismo placer. Si se le pide que camine una milla, con gusto camina dos, pero también, como dice Goldsmith,

El desnudo se viste todos los días

cuando se pone la ropa.

El hecho es que, como señaló una vez Bernard Shaw, no podemos persuadirnos a nosotros mismos de amar a lo desagradable, a los enemigos, a aquellos que nos dañan, ya sean cosas o personas. Aquí ambos, el cristianismo y el budismo, fallan. Pero lo que podemos hacer es vaciar nuestra mente del amor propio al darnos cuenta de un hecho: el hecho de que no hay un yo al que amar ni un amante al que amar. Nadie nos alaba, nadie nos culpa, nadie mata, nadie mató. Son sólo innumerables Budas que se inclinan unos ante otros, hombres, criaturas y cosas que alaban a Dios de común acuerdo.

Este tipo de “amor”, entonces, no es el primer paso ni es el medio, sino el fin, el objetivo y la consumación de nuestra peregrinación aquí. Se expresa de maneras muy distintas al altruismo y la abnegación. Es continuo y sin esfuerzo, inconsciente y sin nombre, pero lo sentimos y lo conocemos en nosotros mismos y en los demás como la salud del alma.

澁いとこ母が喰ひけり山の柿

Shibui toko    haha ga kui keri    yama no kaki

Caquis de montaña;
la madre está comiendo
las partes astringentes.

(Issa)

El Zen no puede cambiar el carácter innato de un hombre. (Lo que llamamos “carácter innato” es la Budeidad universal e idéntica en su manifestación físicamente limitada y específica). Nada puede hacerlo. No puede convertir un corazón frío y egoísta en uno cálido y amoroso. Lo que sí hace es cambiar la dirección de la energía interior, sacar a la luz todo el poder latente, para mostrar cosas interesantes que no se notaron o que se consideraban insignificantes o repulsivas:

山門をぎいと鎖すや秋の暮

Sanmon wo    gli to tozasu ya    aki no kure

Cerrando la puerta del gran templo,
¡un crujido!:
tarde de otoño.

(Shiki)

 

吾行けば共に歩みぬ遠案山子

Ware yukeba    tomo ni ayuminu    tōkakashi

Caminaba conmigo
mientras yo caminaba,
el espantapájaros a lo lejos.

(San-in)

Este amor es de Aquel que es tan libre como podríamos ser nosotros mismos, si tan sólo lo deseáramos. Hacemos nuestras solemnes e inútiles preguntas, y obtenemos nuestras respuestas, pero difícilmente son de nuestro agrado, pero

¡No estoy obligado a complacerte con mis respuestas![9]

Sin embargo, en nuestro corazón secreto amamos el universo tal como es, las cosas cortas tan cortas, las cosas largas tan largas, e interiormente detestamos ese mundo falsamente justo y superficialmente perfecto que pretendemos esperar o en el que pretendemos creer.

Así como el Zen es amor, el haiku puede denominarse poemas de amor y el Chushingura una historia de amor. El amor apasionado entre los sexos no está implícito aquí, y debe admitirse como una debilidad fundamental tanto del budismo como del cristianismo, que nunca han abordado el amor entre hombres y mujeres, sino que han ignorado todo el asunto, como si todos hubiéramos venido al mundo por generación espontánea, en lugar de como resultado del amor de nuestros padres.

El haiku es una expresión de la alegría de nuestro reencuentro con las cosas de las que nos hemos separado por la autoconciencia, tan fuerte y tierna en el acto sexual, más difusa, pero igualmente poderosa y delicada en nuestros momentos poéticos. Aunque nuestro amor por las cosas sea tan débil, todos deseamos ser amados ardientemente de la manera equivocada, la no budista, la no cristiana. Keats dice,

A ti mismo, tu alma, por piedad, dámelo todo,

no retengas ni un átomo de ningún átomo, o moriré,

y aquí, como siempre, es difícil evitar tirar al bebé con el agua del baño, especialmente porque desde el punto de vista zen, el bebé es el agua del baño; sin bebé, no hay agua para el baño; sin agua para el baño, no hay bebé. En verdad, es difícil amar como Dios ama al justo y al injusto, al violador y a la violada, a la babosa y a la lechuga.

 

 

13

Coraje

La última de estas manifestaciones del Zen es la valentía. Aunque no es una de las virtudes especialmente enfatizadas por un moralista, incluye las otras doce características mencionadas anteriormente: altruismo, soledad, aceptación agradecida, silencio, no intelectualidad, contradicción, humor, libertad, no moralidad, materialidad y amor. Todos estos elementos están de alguna manera presentes cuando se realiza un acto de valentía. Puede que sea difícil, sin embargo, es posible ver cómo el coraje es una parte esencial, incluso la más esencial, de un poeta. Podemos considerar el asunto de la siguiente manera.

Cuando oímos hablar de alguna calamidad que nos afecta a nosotros mismos, nuestros padres o familiares, la mente se esfuerza instantáneamente por encontrar alguna compensación barata, algún beneficio en la pérdida, algo que nos consuele de la inevitable pena. Esto no es malo en sí mismo. Es un elemento necesario en un universo que, aunque nos apoya constantemente, no deja de atacarnos y amenazarnos sin un momento de respiro; el mundo, la carne y el diablo nos atacan todo el tiempo. Pero esta división en pérdidas y ganancias debe entenderse y considerarse superficial; puede que incluso fuerte y profundamente superficial, siendo sólo las olas en la superficie de un profundo abismo de aguas. En nuestra timidez y egoísmo preguntamos con recelo: “Supongamos que pudiera asumir, y de hecho lo hiciera, todos los males y alegrías de toda la Creación, ¿cómo puedo saber si ese es un estado bendito o no?” En otras palabras; ¿El universo es bueno o no? ¿Sería mejor que nunca hubiera existido? O para decirlo de otra manera, ¿preferirías ser un terrón, un guijarro al borde del camino, o tomarías lo amargo con lo dulce, serías un hombre de dolores y experimentado en quebrantos, además de regocijarte siempre en el camino, en la presencia de Dios?

Es en respuesta a esta pregunta donde se muestra el coraje del poeta, y el coraje es, por tanto, la mayor de las virtudes, porque sin él la verdadera vida poética, la verdadera vida religiosa, es imposible:

​Dios no hará que su obra se manifieste por cobardes.

Sin coraje, ni siquiera se puede llegar a primera base, como dicen los americanos. Este coraje es de dos clases, que se corresponden aproximadamente con la división popular en coraje físico y coraje mental. Ambos son importantes; la falta de cualquiera de ellos es fatal para una vida de perfección. Por valor físico se entiende el valor en relación con el dolor físico y la muerte. Por coraje mental, la voluntad de mirar los hechos a la cara, la capacidad de comprender la inutilidad, el sinsentido de las cosas,[10] el poder de percibir la propia falta de autoestima, la carencia de cualquier derecho, la ausencia del llamado “amor de Dios” por nosotros,[11] es decir, la “indiferencia” del universo. Spengler dice,

Por comprender el mundo me refiero a ser igual al mundo.

El coraje es vida, vivir. Vida es cambio; el cambio es sufrimiento; la voluntad de sufrir es coraje. El mundo es, por un lado, un mundo de derecho, y

La naturaleza está escrita en lenguaje matemático,

pero la vida es incalculable.

Cuando Raleigh navegó hasta Cádiz y todos los fuertes y barcos abrieron fuego contra él a la vez, se negó a disparar también y respondió con un toque de trompetas insultantes. Prefiero esta bravuconería a las más sabias disposiciones para asegurar la victoria; ¡Viene del corazón![12] y va hacia ello.[13]

Goethe le dijo una vez a Eckermann,

La Divinidad es eficaz en los vivos y no en los muertos, en el devenir y en el cambiar, no en el devenir y el fijarse, y por eso, de manera similar, la razón (Vernunft) sólo se preocupa de aspirar a lo divino a través del devenir y el vivir; y la comprensión (Verstand) sólo para hacer uso del devenir y del fijarse.

Este “luchar hacia lo divino” es vida, es coraje. Cada animal y cada planta, en la medida en que hace este esfuerzo, tiene este coraje. Es una luz que, por muy baja que sea, arde hasta el final y sólo se apaga con la muerte. No sólo los hombres, sino todas las cosas son

debilitadas por el tiempo y el destino, pero fuertes en la voluntad de esforzarse, buscar, encontrar sin ceder.[14]

Es la voluntad de vivir que en las cosas inanimadas es la voluntad de existir. En el budismo se llama el “así de las cosas” que a su vez es el “devenir” de las cosas de Goethe.

Se requiere valor para dar cuerda al reloj antes de ser ejecutado. Hace falta valor para descartar todo lo que colorea la mente y la emoción de una cosa, para desdeñar todo lo que pasa por poesía pero que es ornamento superfluo, palabras que atascan el alma. El valor religioso y poético son una y la misma cosa en sus manifestaciones más elevadas. En la siguiente cita de Spengler podemos aplicar sus palabras con facilidad:

Con el despertar del alma, también la dirección alcanza primero expresión viva, la expresión clásica en la firme adhesión al presente próximo y la exclusión de lo lejano y futuro, la expresión fáustica en la dirección-energía que sólo tiene ojos para los horizontes más lejanos; la expresión china en el libre vagabundeo de aquí para allá que, sin embargo, se dirige a la meta; egipcio en la marcha decidida por el camino una vez iniciado.[15]

Otra cita de Spengler pondrá aún más de manifiesto que la poesía es coraje.

Consideremos su tratamiento (de Hebbel) de la historia de Judith. Shakespeare la habría tomado tal cual era y habría olido un secreto del mundo en el encanto fisonómico de la pura aventura.[16]

Este “secreto del mundo” está en la mente del propio Shakespeare. Él debe sacar los esqueletos de su propio armario y, cuando esto se haga, todo lo sombrío y horroroso aparece como “encanto fisionómico”, lo que Schiller llama “diversión”; la historia sórdida y brutal se convierte en “pura” aventura. Es el coraje del poeta el que efectúa esta transformación. Emerson dice:

El heroísmo siente y nunca razona, y por lo tanto siempre tiene razón.

Es el heroísmo del poeta lo que hace que cada palabra poética que Cristo pronunció sea perfectamente verdadera y eternamente válida.

De la valentía viene la falta de palabras y el silencio:

si tienes un dolor, no se lo digas al enemigo,

díselo a tu montura, y cabalga cantando.[17]

 

De él se deriva la abnegación:

Tuve una sensación singular al estar en su compañía. Porque apenas podía creer que estaba presente en la muerte de un amigo, y por lo tanto no me compadecí de él.[18]

Da libertad:

格に入りて、格を出て始めて自在を得べし。

Acata las reglas, luego tíralas por la borda, y por primera vez alcanzarás la libertad.[19]

La sencillez es su acompañante invariable:

道のほとりのあだどとの中に我が

一念の養心を築しむ。                    鴨長明

Cosas triviales dichas al borde del camino alegran la fe de mi corazón despierto.[20]

Nos permite aceptar contradicciones y absurdos sin cuestionarlos:

高山重から市君恩重し。

一髪艦からす、我が命軽し。

                                                                大石良離

Diez mil montañas no son pesadas, pero la benevolencia de mi señor sí. Un solo cabello no es, pero mi vida sí.[21]

El valor da esa “soledad” que desafía toda definición:

人を相手にせす、 天を相手にせよ

No trates con los hombres; trata con el Cielo.[22]

 

Nos hace intimar con las cosas materiales:

養水を汲まざれしば善農となること能はナ。 大宰春

A menos que un hombre sirva con cucharón, no puede ser un buen agricultor.[23]

 

Es totalmente no intelectual:

あしはらの, みずほの図はかんながら

ことあげせぬ戦。

                                                         人旅

Japón es un país donde la gente no discute contra la voluntad de los dioses.[24]

El coraje es lo que nos dota del poder de aceptar con gratitud todo lo que sucede; dice Bashō:

見るととろ花cあらすと云ととなし、

思よととろ月にあらすと云ふととなし。

No hay nada que veas que no sea una flor; no hay nada en lo que puedas pensar que no sea la luna.

Debemos tener esa audacia que no se acobarda ante lo absurdo.

La Reina Roja dijo: “Esa es una pobre y delgada manera de hacer las cosas. Aquí, la mayoría de las veces tenemos días y noches dos o tres a la vez, y a veces en el invierno tomamos hasta cinco noches juntas, para entrar en calor”.

“¿Son cinco noches más cálidas que una noche, ¿entonces?” se aventuró a preguntar Alicia.

“Cinco veces más calientes, por supuesto”.

“Pero deberían ser cinco veces más frías, por la misma regla”.

“¡Eso es!”, gritó la Reina Roja.

“Cinco veces más caliente, aun cinco veces más frío, así como yo soy cinco veces más rica que tú, y cinco veces más lista”.

Sin coraje, nunca seremos capaces de comprender… el hecho de que todas las cosas, todos los acontecimientos son vehículos de algo que está muy por encima y más allá de las reglas de la moralidad:

El sol poniente se refleja tanto en las ventanas de las casas de beneficencia como en la morada del rico.

Por último, el amor y el valor son una sola cosa en las siguientes líneas del final de Woodnotes I de Emerson:

Cuando el bosque me engañe

cuando la noche y la mañana yazcan,

cuando el mar y la tierra se nieguen a alimentarme,

será tiempo suficiente para morir:

entonces mi madre me dará

una almohada en su campo más verde,

ni las flores de junio despreciarán cubrir

la arcilla de su amante difunto.

:::::::::::::::::::::::::::

 

[1] Emerson, Woodnotes, I.

[2] Sartor Resartus.

[3] Matt, 26, 27.

[4] Sartor Resartus.

[5] Lo cósmico y el microcosmos.

[6] Belloc, El comedor de cebollas.

[7] Medida por medida, III, 1.

[8] Othello, 3, 3.

[9] El Mercader de Venecia, IV, 1, 65

[10] Goethe dice: Lo importante en la vida es la vida, no el resultado de la vida.

[11] El cansancio no demuestra que tiene dónde descansar. Arnold, Empédocles.

[12] La naturaleza de Buda.

[13] Stevenson, Los Almirantes Ingleses.

[14] Tennyson, Ulises.

[15] Simbolismo y espacio, IV.

[16] Destino y Causalidad, XI.

[17] Proverbios de Alfred, 1246-50.

[18] Phaedo, 58.

[19] Bashō.

[20] Kamo no Chōmei, siglos XII-XIII.

[21] Oishi Yoshio, 1659-1703.

[22] Saigō Takamori, 1827-1877.

[23] Dazai Shuntai, 1680-1747.

[24] Kakinomoto-no-Hitomaro, c.662-c.709.

Breve historia de El Rincón del Haiku

El Rincón del Haiku nace en la primavera de 2001 y es el primer sitio web en español dedicado al haiku y su escritura en el ámbito hispanoamericano, con atención a su origen japonés. Lo crea Luis Corrales Vasco, por entonces estudiante de Ingeniería de Telecomunicaciones en la Universidad de Sevilla, mientras cursa una asignatura del profesor Fernando Rodríguez-Izquierdo. Corrales -cuyo seudónimo será Nanook- diseña un espacio múltiple, con una revista electrónica dotada de ISSN, un foro que propicia las primeras interacciones entre autores muy distantes geográficamente y un tablón de exposición y crítica que recoge, semestral o anualmente, las muestras enviadas por cientos de autores para su valoración por parte de los otros participantes y de los expertos invitados. El Rincón se convierte así en punto de encuentro e inspiración de algunos proyectos que verán la luz en años posteriores en España, Cuba, Colombia, Argentina, México, etc.

LA REVISTA ELECTRÓNICA (años 2001-2023)

La revista en línea El Rincón del Haiku (ISSN: 1699-5406) es la primera en el ámbito hispanohablante con actualización mensual, series periódicas, colaboraciones colectivas y artículos de expertos y poetas, como Fernando Rodríguez-Izquierdo (2001-2006), Vicente Haya (2003-2007), Rafael García Bidó (2005-2009), Frutos Soriano (2005-2008), Marcos Andrés Minguell  “Maramín” (2002), Israel López Balan “il.balan” (2004-2006), Luis Carril (2006-2009), Genaro Ortega (2001-2012), Alfonso Cisneros Cox “Katzu”  (2004-2008), Francisco Basallote (2006), Susana Benet “Palmira” (2005-2013), Santiago Larreta (2006-2008), José Luis Vicent  “Barlo” (2014) o María Victoria Porras ”Mavi” (2003-2007). Desde muy pronto la revista publica además libros de autores que escriben desde México, Colombia, R. Dominicana o España, como Jorge Martínez Ruiz (Meditación, 2002), Frutos Soriano (Papel de fumar, 2004), Félix Arce “Momiji” (Haijin, 2002), Rafael García Bidó (Huellas de unicornio, 2002),  Félix Alcántara Llarenas (La luna puesta por sello en 2003 y El espíritu de las afueras en 2005), Fernando López Rodríguez (Vecino del viento y las chicharras, 2005), Luis Carril (Agua del tiempo, 2007), Sergio Pinteño “Barbarroja” (Del natural, 2008), Carmen Millán “Camila”, Enrique Villanueva, Israel López Balan “il.balan” y Susana Dorantes “Susana D.”(Azoteas, 2005) o Juan Francisco Pérez “Raijo” y María Victoria Porras “Mavi” (A la intemperie, 2005). Muchas de estas series y obras pueden ser aún consultadas entrando en la revista clásica de El Rincón del Haiku:
https://clasica.elrincondelhaiku.org/index_cont.php

 La revista permanece inactiva entre agosto de 2014 y diciembre de 2016, cuando pasa a tener un formato wordpress:  https://nueva.elrincondelhaiku.org/  A partir de ahí, la portada muestra un acceso para foros, otro para la revista wordpress y otro para la edición de 2001.

Las labores de gestión, moderación, edición y RR.SS. las realiza el equipo formado por Gorka Arellano, José Luis Vicent, Elías Rovira Gil y Mavi Porras. Gorka Arellano es el actual titular. Así mismo, son coordinadores de sección Mª Ángeles Millán “Hikari” (haibun), Jaspe Uriel Martínez “Ajenjo” (foto-haiku) y Sandra Pérez “Hachi Dori” (talleres infantiles). El traspaso que hace Luis Corrales de la titularidad en 2016 y los cambios en el soporte de foro y revista se deben a necesidades técnicas y humanas y se encaminan a garantizar la continuidad del proyecto nacido en 2001.

En enero de 2017, la revista electrónica ERDH se actualiza con series firmadas por Vicente Haya, Frutos Soriano, Ángel Aguilar, Julia Guzmán “Akiro”, Jorge Giallorenzi “Hitotsu”, Ángeles Hidalgo “Kaur”, Toñi Sánchez Verdejo “Diente de león” y Jorge Braulio Rodríguez (que continuó con su serie en 2018). Vicente Haya seleccionó haiku infantil desde 2017 hasta 2020. En 2018, suman sus firmas Xaro Ortolá “Destellos”, Patricia Herrera y Coriolano González “Guillermo Fontes”, Félix Arce “Momiji”, Mercedes Pérez “Kotori”, Rafael García Bidó, Joaquín de la Calzada “Tatewari” y Alfredo Benjamín Ramírez “Alberasan”.  En 2019 comienzan dos secciones de traducción que perduran hasta hoy: la de Carlos Viveros Torres y la de Jaime Lorente (con quien colabora Setsuko Takeoka y, más recientemente, Taeko Kawai). También se publican las series de Yordan Rey, Antonio Martínez “Antôka”, Leticia Sicilia “Hadaverde”, Isabel Pose “Miraalsur” y Sandra Pérez “Hachi Dori”, cuya colaboración gráfica se extenderá hasta 2020. En ese año, se incorporan los aportes de José Manuel Martín Portales, Yaxkin Melchy Ramos, Ana López Navajas y Rogelio Rodríguez “Viento”, así como del profesor Carlos Rubio, quien sigue colaborando cada mes. Las series de ERDH se enriquecieron en 2021 con las firmas de Emiliano Castro, Fernando Rodríguez-Izquierdo, Gregorio Dávila “Grego”, Paco Ayala “Lentisco”, Susana Benet “Palmira”, Llanos Castillo y José María Bermejo quien mantiene una sección de ensayo hasta nuestros días; y en 2022, sumaron sus aportes Joan Anton Mencos “mencs6”, María Isabel Vidal “Mary Vidal” y Enrique Linares. A lo largo de 2023 hemos disfrutado de las entregas de Jeancarlos Guzmán, Jorge Moreno Bulbarela y Juan Felipe Jaramillo “Diente de león”. Entre 2020 y 2023, se ha ido publicando una extensa serie de la profesora Marcela Chandía que estrenará sección en 2024, cuando se incorporen también a ERDH las firmas de Julia Jorge, Juan Francisco Ramos, Roxana Dávila y Carlos Barbosa”.

Secciones como la de foto-haiku, han albergado series completas de Lázaro Orihuela “manglerojo” y Jaspe Uriel Martínez “Ajenjo”, y obras como Luz de Palabras de Coriolano González y Fátima Martín. Las secciones de foto-haibun, haibun y audio-haibun han permitido recopilar -además de autores presentes en otras secciones- a otros como Diana González de Cosío, Priscila Vergara, Miguel González “William Cue”, Yulier Canuto, Roxana Dávila, Maikel Iglesias, Mayra Rosa Soris “Diáfana”, Lester Flores, Lázaro Díaz Cala, Juan Lorenzo Collado, Margarita Alcalá “Marga”, José Ángel Cebrián o María Rosalía Gila.

LOS ESPACIOS DE PARTICIPACIÓN (2001-2007) https://clasica.elrincondelhaiku.org/sec6.php

Entre 2001 y 2007, la producción de El Tablón y La Pizarra es valorada por estudiosos como Chantal Maillard, Carlos Spinedi, Antonio Cabezas, Ricardo de la Fuente, Osvaldo Svanascini, Aullón de Haro, Rodríguez-Izquierdo, Vicente Haya, José María Bermejo o Ruiz Tinoco.

Además de muchos haikus de autores ya nombrados, resultan apreciados otros de Mar Ordóñez, Ángel J. Aguilar, Pedro Sánchez Sanz “Aki Sanz”, Roberto Baena, Valle Oporto “Eva Comas”, Jordi Climent, Santiago Larreta, Ricardo Fernández Moyano, María Cristina Parada, Juan José Mostaza “Setsufu”, José Martel, Margarita García Zenteno, Elsa Serra, David Collazos, Carlos Fleitas, Isabel Pose “Miraalsur”, Sergio Pinteño “Barbarroja”, Konstantin Dimitrov, Luis Elía “Luelir”, César Bianchi “El viejo Libo”, Marcos Andrés Minguell “Maramín”, Manuel López Gil, Rodolfo Langer, Pablo Milea, Heras, Feral, García Godoy, Luisa Arellano, María Santamarina o Alfonso Muñoz.

ANTOLOGÍAS Y POEMARIOS. CELYA Y HAIBOOKS

El trabajo en ERDH de Vicente Haya desde Decir la Nada (2003), ejercerá una influencia decisiva ya en los primeros años. Sus comentarios en El Tablón y La Pizarra impulsarán una profundización en el haiku en español, reforzada por la edición en papel de los primeros poemarios publicados con su respaldo y el de Luis Corrales: la antología Poetas de corazón japonés (Celya, 2005), La senda de Buson de Luis Corrales, Alonso Salas, Miguel Ibáñez y Gabriel Segovia, y A la intemperie de Juan Francisco Pérez “Raijo” y María Victoria Porras, ambos libros publicados en Haibooks en 2006.  Este sello acabará teniendo un amplio recorrido gracias a la continuidad brindada desde Albacete (Ediciones QVE, UNO Editorial).

En los años siguientes, aparecerán dos títulos que habían quedado pendientes, Huellas de unicornio de Rafael García Bidó y El musgo que indica el norte de Luis Carril; así como una larga lista de libros cuyos autores son igualmente influidos por esta forma de traducir, entender y explicar el haiku, y que están relacionados con ERDH desde El Tablón (como Frutos Soriano, Sandra Pérez o Félix Arce),  desde La Pizarra (como José Luis Vicent, Giovanni Jara “Gio”, Manuel Díez “Orzas” o Enrique Linares), o desde 2008 en adelante (como Mercedes Pérez “Kotori”, Elías Rovira, Gorka Arellano, Juan Carlos Moreno, Ana Añón “Anyon”, Isabel Rodríguez “Isa”, Anna María Santolaria “Estela”, María Jesús Pérez “Marya Jesús”, Toñi Sánchez Verdejo “Diente de león”, Ana López Navajas o Xaro Ortolá “Destellos”).

EL GIRO HACIA LA PRÁCTICA Y LA FORMACIÓN COLECTIVAS.  EL FORO DESDE 2007
https://foros.elrincondelhaiku.org/index.php

En noviembre de 2006 se sustituye el foro primitivo por un espacio estructurado de cara al cuidado de una comunidad que va a crecer con el estudio y el aprendizaje argumentado y sostenido en la práctica. Acaba así una primera etapa en que La Pizarra recogía toda la producción de haiku, y se estructura un formato en el que no hay certamen. El cambio tiene también una relación de apoyo mutuo con un proyecto que ve la luz en esos años, el Concurso Internacional de Haiku de la UCLM. En el foro se activa un Buzón para que los autores compartan los haikus y se publican selecciones comentadas mensuales a cargo de los moderadores Frutos Soriano, Luis Carril, Susana Benet, José Luis Vicent o Mavi. Por reconocimiento nombraremos al menos a algunos de los autores: Desde 2006 se incorporan usuarios que ya venían participando como Elsa Pascual “María”, Gustavo Scarone, Rogelio Rodríguez “Viento”, Radoslav Ivelic, Mikel Merlo Arana, Julia Guzmán, Jorge Braulio Rodríguez, Sergio Abadía  y Mercedes Zayas “Pintura”; y desde 2008 empiezan a participar otros como Javier Sancho “Javinchi”, Mercedes Pérez “Kotori”, María Argentina “Marymontaña”, Bibi Gibb “Bibisan”, María Dech “Annur”, Mirta Gili, Indhira, María Isabel Vidal “Mary Vidal”, José Antonio Fernández, Claudia Bakún, Epifanía Pérez “Fany.pb”, Lilí Balladares o Joan Anton Mencos “mencs6”.

ANTOLOGÍAS Y POEMARIOS: COMARES (LA VELETA)

En 2009 se impulsa desde el foro Un viejo estanque (Comares, 2014), primera antología publicada en una editorial de renombre y distribución asegurada. Los antólogos son Susana Benet y Frutos Soriano, asistidos en la tarea por Luis Carril. Junto a la gran mayoría de los autores citados hasta ahora, el libro recoge también obra escogida de poetas ajenos a ERDH y al estilo que han ido creando los espacios virtuales de trabajo comunitario.

NOVEDADES: CUADERNOS COLECTIVOS Y TRADUCCIONES DE DESCARGA GRATUITALos últimos años han traído una puesta en valor de estas dos décadas de trabajo colectivo, a través de selecciones ilustradas de haiku en la revista (como las realizadas con obra de Ana Sotos y Nacho Muñoz), selecciones comentadas y selecciones de autores.

Extraído del cuaderno PECES: https://nueva.elrincondelhaiku.org/wp-content/uploads/2018/07/ANA-SOTOS-CUADERNO-DE-PECES-.pdf

Por otro lado, en la última década se  han hecho cambios tan importantes en el foro como la extinción de la jerarquía por rangos de los usuarios, a propuesta de Gorka Arellano; y se han incorporado al trabajo comunitario, por citar solo algunos, autores como Idalberto Tamayo, José Antonio González, Cecilia Iunnisso, Ángeles Hidalgo “Kaur”, Pilar Carmona “Piluca C.P.”, María Ángeles Millán “Hikari”, Cristina Ghiringuelli “Panda”, Lázaro Orihuela “manglerojo”,  Raonel Cruz “rcdiaz”, Luis Herrero Sierra, Paco Ayala “Lentisco”, Robert Rodríguez “Vanni Fucci”, Javier Miranda “Higurashi”, Juan Francisco Ramos, Jaspe Uriel Martínez “Ajenjo”, Roxana Dávila Peña, Héctor González “GonzálezGonzález”, Rubén Marín Salvador “Benrû”, Nicolás Gallego “Gallo” o José Luis Solís “joseluisol” . En nuestra memoria siempre, Pedro Pagés “Yama”, Santiago Larreta Irisarri, Cristina Ghiringhelli “Panda” y Mirta Gili.

Desde que comenzara en 2017 la traducción de Elías Rovira de Una cama de enfermo de seis pies de largo de Shiki, hemos ido viendo que era posible dar a conocer obras poco accesibles, de manera fácil y gratuita. En ese empeño están hoy tanto Elías Rovira como Jaime Lorente poniendo al alcance de los lectores libros que, en bastantes casos, estaban traducidos al inglés, italiano, portugués, ruso o francés, pero aún no estaban disponibles en nuestro idioma. Hemos disfrutado desde hace años de traducciones parciales –gracias, por ejemplo, a Julia Guzmán, Leticia Sicilia o Jorge Braulio Rodríguez- pero la traducción de obra completa en disposición gratuita ha florecido conforme Elías Rovira y Jaime Lorente han obtenido el consentimiento de editoriales y autores para traducir al español (conjunta o separadamente). Muchos de los libros se publican además en edición no venal en Sabi-Shiori, el sello editorial de este último.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las notas a pie de página, entrevistas con autores o artículos propios añadidos a menudo por los traductores, hacen de estos libros gratuitos trabajos excelentes de investigación y compilación. En la actualidad publicamos semanalmente la traducción al alimón de R.H. Blyth y están a disposición de los lectores obras como Hitorigoto de Onitsura, Bashô Zôdan, Byōshō Rokushaku y Gyôga Manroku de Shiki, Labios humedecidos de Sugita Hisajo, Ikimonofûei y El futuro del haiku de Kaneko Tohta, El nuevo haiku emergente de Itô Yûki, compilaciones sobre el shasei de Shiki o su relación con el béisbol, y muchas otras obras y artículos (de Cristina Banella, Lorenzo Marinucci, Gabrielle Miguélez da Silva o Elena Diakonova, entre otros). La última novedad, a fecha de noviembre 2023, es la traducción de La tranquila alegría de la paz y la armonía: La vida y obra de Kyoshi Takahama de Katsuya Hiromoto.

ZEN, EL ESTADO MENTAL DEL HAIKU 9. NO MORALIDAD Y 10. SENCILLEZ

9

No moralidad

El Zen no es moral. Sobre la moralidad como tal, la moralidad pura, hay algo duro, mecánico y muerto que a menudo… nos hace desear prescindir de ella. Las llamadas «buenas» acciones son, en lo que a su moralidad se refiere, frías, y nos mueven a una admiración meramente fría. Es en la manera, más que en la acción o en sus resultados, en la manera de la persona que lo hace, donde reside el valor. Esto tiene muy poco que ver con los «modales» de la persona, con la amabilidad de la acción. En The Revolutionist’s Handbook, Shaw dice,

Si pegas a tu hijo, asegúrate de que lo haces con rabia.

En el fondo, esta “manera” es la poesía de la acción. No tiene nada que ver con la moralidad. Por ejemplo,

 

むむつとして戻れば庭に柳かな

Mutto shite     modoreba niwa modoreba niwa ni    yanagi kana

Enojado y ofendido,
regresé:
el sauce del jardín.

(Ryōta)

Esto no es poesía en absoluto. Sin embargo, aquí, como siempre, nos topamos con la misma dificultad en el tratamiento de cualquier problema. La poesía es una cosa, la moral es otra, y sin embargo son una cosa,… y sin embargo son dos cosas. Sea como fuere el problema, tanto si consideramos la poesía y la moral como una o como dos cosas, estamos obligados a caer en algún error u otro, simplemente porque, como tú y yo, esto y aquello, es y no es, son tanto una cosa como dos cosas.

Por un lado, la moral es de tal importancia que Eckhart en uno de sus dichos la califica por encima de la religión, por encima de Dios mismo:

Dem gerechten Menschen ist es so ernst um die Gerechtigkeit: ware Gott nicht gerecht, sie achteten nicht eine Bohne auf Gott.

(NT.- Traducción: El hombre justo se toma muy en serio la justicia: si Dios no fuera justo, no le prestaría ni puñetero caso.)

Thoreau en Walden dice,

Toda nuestra vida es asombrosamente moral. No hay ni un instante de tregua entre la virtud y el vicio.

Matthew Arnold dice en su ensayo sobre Wordsworth,

Una poesía de rebelión contra las ideas morales, es una poesía de rebelión contra la vida; una poesía de indiferencia hacia las ideas morales es una poesía de indiferencia hacia la vida.

Buda enseñó que mediante el cumplimiento de las leyes morales un hombre puede entrar en el Nirvana. Nunca sugirió que fuera posible por otro medio. La enseñanza de Cristo es exactamente la misma. El joven rico fracasa como candidato al Reino de los Cielos porque su moralidad no llega lo suficientemente lejos. La justicia de los escribas y fariseos debe ser superada, … pero por la justicia, no por nada que supuestamente la trascienda.

Entonces Jesús dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho. Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer el bien; pero a mí no siempre me tendréis.[1]

Engo plantea la cuestión de un modo aún más llamativo:

若是本分人、須是有照耕夫之牛、 奪飢人之食底手脚。

(碧巌録、 第三則)

Si eres un hombre de verdad, puedes ahuyentar libremente el buey del granjero, o arrebatarle la comida a un hombre hambriento.

Maquiavelo ha dicho lo que todos los maestros de moral y hombres buenos profesionales temían decir:

Entre las maravillosas hazañas de Aníbal se enumera ésta: que habiendo dirigido un enorme ejército, compuesto de varias razas de hombres, a luchar en tierras extranjeras, no surgieron disensiones ni entre ellos ni contra el príncipe, ni en su mala o buena fortuna. Esto se debía nada menos que a su crueldad inhumana, que, junto con su valor sin límite, lo hacía reverenciado y terrible a los ojos de sus soldados, pero sin esa crueldad, sus otras virtudes no serían suficientes para producir este efecto.[2]

Dos capítulos antes de este, Maquiavelo nos ha dado la regla general de la que ésta es una ilustración particular:

Por lo tanto, es necesario que un príncipe desee mantener su propio saber sobre cómo hacer el mal, y hacer uso de él o no según la necesidad.[3]

Imagen 17

Daitō Kokushi, de Hakuin

 

Cuando un perro del pueblo le ladró de camino a casa, Taigi dijo,

 

犬を打つ石のさてなし冬の月

Inu wo utsu   ishi no sate nashi   fuyu no tsuki

Ni una sola piedra
para tirar al perro;
luna invernal.

(Taigi)

 

Esto es poesía, por muy inhumano que sea también. El punto radica en el hecho de que Cristo y Engo no fueron impedidos por su moralidad para hacer la voluntad de Dios. Eckhart dice lo mismo, contradiciendo gustosamente lo que comenta en otra parte:

Wer aber Gott nicht allein sucht, liebt und im Sinne hat den hindert niche nur schlechte Gesellschaft, sondern auch gute, und nicht allein die Strasse, sondern auch die Kirche und auch nicht nur bose Worte und Werke, sondern ich behaupte: auch gute Worte und Werke. Denn das Hindernis liegt in ihm.

(NT.- Traducción: Pero el que no busca, no ama y no tiene en cuenta sólo a Dios, es estorbado no sólo por las Malas Compañías, sino también por las Buenas Compañías, y no sólo por la Calle, sino también por la Iglesia, y no sólo por las Malas Palabras y Obras, sino también, sostengo, por las Buenas Palabras y Obras. Porque el Obstáculo está en él.)

Este es el tema de St. Mawr, en el que Lawrence habla de

personas que realizan actos externos de lealtad, piedad, abnegación. Pero interiormente están empeñados en socavar, traicionar. Dirigen toda su sutil y malvada voluntad contra cualquier ser vivo positivo. Se hacen pasar por lo ideal, para envenenar lo real.

Un ejemplo sutil de esto, lo da Lawrence en El hombre que Murió:

Porque el destello del triunfo había brillado en sus ojos: la codicia de dar.

No es una visión meramente superficial la que considera esto algo que está por encima de la moralidad como destructivo. La vida sólo es posible a través de la muerte.

A menos que un grano de maíz caiga al suelo y muera …

Pero el lado positivo del asunto está en la vida misma.

Trata de aferrarte a lo vivo que destruye a su paso, pero sigue siendo dulce.[4]

Lo extraño es que debido a, o a pesar de, o independientemente de la moralidad, todas las cosas ayudan para bien, todo lo que contemplamos está lleno de bendiciones:

Perseguimos un fin mezquino, muy aparte del bien público, pero nuestro acto se organiza por un magnetismo irresistible en línea con los polos del mundo.[5]

La última palabra la tiene Spinoza, quien en sus conversaciones con Blyenburg explica lo mejor que puede su convicción de que el bien y el mal son distinciones humanas:

…….la ausencia del bien existe sólo con respecto al entendimiento del hombre, no con respecto al de Dios.

“El entendimiento de Dios” es lo que tenemos en momentos de iluminación, de inspiración. Lo que sigue, le da al hombre la comprensión (es decir, la mía) del problema del mal y del problema práctico de cómo adaptarse a él. Si algo va a existir, si el universo va a existir, debe haber actividad:

Im Anfang war die Tat

(NT: En el principio, fue el hecho.)

Para la actividad debe haber tiempo, una cosa debe seguir a la otra; debe haber un cambio. Así surgen en nuestra mente comparaciones entre lo bueno y lo malo, lo simple y lo complicado, aquí y allá, entonces y ahora. En cierto sentido, todas las cosas son iguales, indiferenciadas. En otro sentido, más fácilmente percibido, las cosas son diferentes, desiguales; uno es largo, el otro es corto, uno es negro y el otro es blanco. Si nos gusta un color y no nos gusta otro, el que nos disgusta nos resulta doloroso, deseamos que desaparezca del universo, nos esforzamos por explicarlo, por explicar su presencia.

Sigo defendiendo una orilla equivocada e imposible.[6]

Lo mismo ocurre con los juicios morales. Lo que es angustioso, moralmente se considera una ilusión o se descarta como un misterio sagrado. Lo que, por supuesto, deberíamos hacer es ponernos en la pizarra en la que deseamos que suceda todo lo que sucede. Pero el dolor y la pena por nosotros mismos, por aquellos a quienes amamos,… ¿cómo pueden ser tan deseados como se desea la felicidad y la alegría? La respuesta es que no lo son, no pueden serlo y no deberían desearse tanto.

Hay dos tipos de deseo,[7] uno desde nuestras mentes superficiales y temporales, otro desde nuestro yo más profundo, el cual, porque es originalmente y en esencia, uno con la naturaleza de todas las cosas, desea que lo que fue, lo que es y lo que será sea así. Por un lado, deseamos poder comer en exceso sin pagar el sufrimiento; por otro, deseamos (con nuestro cuerpo) lo que debe suceder, el consiguiente malestar y la mala salud. Esta importancia del cuerpo se realiza en el dogma cristiano. Froude dice en “La filosofía del cristianismo”:

La doctrina carnal de los sacramentos… ha sido durante mucho tiempo un obstáculo para los protestantes. Era la esencia misma del cristianismo. A menos que el cuerpo pudiera ser purificado, el alma no podría salvarse, o mejor dicho, como desde el principio el alma y la carne eran un solo hombre e inseparables, sin su carne el hombre se perdía o dejaría de existir.

Spinoza hace hincapié en el cuerpo de un modo inesperado en un filósofo tan puramente intelectual:

Aún no sabemos lo que el cuerpo puede o no puede hacer, o lo que de forma natural se desprendería de su estructura… La estructura del cuerpo excede infinitamente cualquier artificio de la habilidad humana, y una infinidad de cosas, como he demostrado, deberían derivarse de ella.

El deseo del cuerpo es el verdadero deseo, lo que Dios desea, y este deseo debe filtrarse, abrirse paso desde el cuerpo y llegar a la mente reacia.

La carne está dispuesta, pero el espíritu es débil.

La única manera de llegar al estado de aceptación voluntaria de todas las cosas es a través del sufrimiento. Este sufrimiento puede ser voluntario o involuntario; puede ser la causa de la iluminación o no. El sufrimiento profundo puede ser el pedagogo «que nos conduce a Cristo», puede llevarnos a la aceptación de la voluntad de Dios, por la cual nos convertimos en Buda, y conocemos la verdad del universo por mera introspección.

Sin embargo, si la vida aún no nos ha atormentado con el dolor que la iluminación nos impone, debemos, por algún medio, de otro modo padecer ese sufrimiento vicario que se simboliza en el Yuimakyō por la enfermedad de Yuima, que está enfermo porque, y sólo porque el mundo está enfermo.

¿Por qué el sufrimiento debe ser el requisito indispensable para la iluminación? Tal pregunta no puede plantearse porque se refiere al universo en su conjunto. Sólo podemos preguntar y recibir respuesta sobre la relación de las partes. Una pregunta del “¿por qué?” relativa al universo implicaría algo fuera de él. Es así porque es así. Por eso Cristo cuelga contorsionado en la cruz, y debe colgar allí para siempre. Ya sea en la carne, en el tiempo, o en el espíritu compasivo, en la eternidad, el hombre debe sufrir.

El infierno no tiene límites, ni está circunscrito

en un solo lugar; porque donde estamos es el Infierno,

y donde está el infierno, allí debemos estar siempre.[8]

Si el hombre debe sufrir, Dios debe sufrir; este sufrimiento más profundo es la divinidad de las cosas. Así dice Saigyō,

心なき身にもあわれは知られけり、

しぎ立つ澤の秋の夕ぐれ

Kokoro naki     mi nimo aware wa    shirare keri

Shigi tatsu sawa no          aki no yūgure.

Incluso en la mente
del insensato
surge el dolor,
cuando la agachadiza levanta sus alas
en la tarde de otoño sobre los pantanos.

Es en este sentido en el que decimos que el Zen no es moral. Vive una vida más profunda que la moral como tal, ni abatido por el pecado ni exultante por la acción virtuosa, una vida de dolorosa alegría sin cesar.

10

Simplicidad

El zen tiene una sencillez extrema y la volubilidad del idioma japonés ha sido completamente superada en el haiku. Cuando decimos “pensamiento oriental”, es decir, la manera de aprehender el mundo por parte de japoneses, chinos, coreanos e indios, nos referimos a una unidad de practicidad china, simplicidad y sencillez japonesas, independencia coreana y no egoísmo indio. Semejante sencillez, sin embargo, implica una extraordinaria agudeza, como la que encontramos, por ejemplo, en lo siguiente:

  • Lo mejor de todo es que Dios está con nosotros.[9]
  • Lo que sea que interese, es interesante.[10]
  • Ist Gottes Gottheit mir nicht inniglich gemein, wie kann ich dann sein Sohn und er mein Vater sein? (NT: Si no aprecio la deidad de Dios, ¿cómo puedo ser yo su hijo y él mi padre?).[11]
  • 天下皆知求其所不知。
    而莫知求其所日知者。(荘子、外常、駄錠、第十)
    Personas de todo el mundo intentan saber lo que no saben, en lugar de intentar saber lo que ya saben.[12]
  • Was Gott liebt das ist; was Gott nicht liebt, das ist nicht  (NT: Lo que Dios ama es, lo que Dios no ama, no es).[13]
  • 門逢葬迦、 入門逢踊物。
    (林旬集)
    Sal, y conocerás a Shakamuni;
    Ve a casa, y conocerás a Miroku.
  • Vaya donde vaya, el sabio está en casa.[14]
  • Gott ist namenlos. (NT: Dios no tiene nombre.)[15]
  • Y si Dios no muriera por los hombres y no se entregara eternamente por el hombre, el hombre no podría existir.[16]

No hay nada misterioso, nada sutil y complicado, nada «poético» en el mundo:

Nunca hubo misterio,

pero figura en las flores;

nunca hubo historia secreta,

pero los pájaros la cuentan en los bosques.[17]

Uno de las frases registradas de Bashō es:

Para escribir haikai, conseguid un niño de un metro de alto.

                                                         俳譜は三尺の前にさせよ

Como ejemplo de ello podemos tomar uno de los versos del propio Bashō:

道のベの木植は馬てくはれけり

Michi no be no mokuge wa uma ni kuware keri.

La rosa de Sharon
al borde del camino,
fue devorada por el caballo.

(Bashō)

Lo que Bashō quiere decir es algo que pertenece al Zen, a saber, que no debemos desear hacer algo inteligente, escribir un buen poema, sino hacerlo tan naturalmente, tan libremente, tan despreocupadamente como un niño lo hace todo. Tomemos, por ejemplo, el poema que Bashō compuso un día de nieve cuando Sora lo llamó:

君火をけ好き物見せん雪まろげ

Kimi hi take     yoki mono miseru    yukimaroge

Tú enciende el fuego;
Te mostraré algo bonito:
¡Una gran bola de nieve!

(Sora)

Compara esta sencillez con la de Issa;

うまさうな雪がふはりふうはりと

Umasōna     yuki ga fiwari     fawari to

¡Podría comérmela!
Esta nieve que cae
Tan suave, tan suave

(Issa)

Un ejemplo de non plus ultra:

時雨れけり走り入りけり時れにけり俺

Shigure keri     hashiriiri keri     hare ni keri

Llegó un chaparrón;
corriendo hacia adentro,
se despejó.

(Izen)

Spengler cita a Goethe de la siguiente manera:

Lo más alto que el hombre puede alcanzar es el asombro; y si el fenómeno principal (la lluvia, el correr hacia adentro y el despeje) le hace maravillarse, que se contente, nada más elevado se le puede ofrecer, y nada más se debe buscar detrás de eso; aquí está el límite.

Spengler explica este «fenómeno primordial» como

aquel en el que la idea del devenir se presenta neta.[18]

Imagen 18Pino de Ryōto            Pino de Gijōen

La vida del Zen es aquella en la que la idea de devenir se presenta en la actividad, la actividad de la mente, del cuerpo o de ambos. El objetivo del haiku es expresar los fenómenos primordiales con palabras. La idea del devenir se presenta con el menor material posible. Esta escasez de material es la causa de la engañosa sencillez del haiku, y esta sencillez es en sí misma un atractivo para el lector por toda su delicadeza y profundidad de sentimiento poético. Como ejemplo de esto, podemos tomar el siguiente;

桜散る日さヘタとなり にけり

Sakura chiru     hisae yûbe to     nari ni keri

Este día
en el que cayeron las flores de cerezo
ha llegado a su fin.

(Chora)

Durante todo el día las flores de cerezo se han ido cayendo, y esta leve sensación de inevitable pérdida y abatimiento se profundiza cuando el día empieza a oscurecerse y se hace de noche. En el crepúsculo, las ramas están casi desnudas y el suelo está cubierto de los pétalos brillantes que una vez fueron tan hermosos.

名月や只美しく登み渡る

Meigetsu ya     tada utsukushiku    sumiwataru

La luna llena,
sencillamente encantadora,
impecablemente clara.

(Chora)

見れば登り見ねぱ晴れゆく月見かな

Mireba kumori     mineba hareyuku     tsukimi kana

Contemplando la luna:
al mirar, se nubla;
sin mirar, se aclara.

(Chora)

Conocido ejemplo de Bashō, en alabanza del más bello lugar de Japón:

松島や ああ松島や松島や

Matsushima ya     aa matsushima ya     matsushima ya

¡Matsushima!
¡Ah, Matsushima, ah!
¡Matsushima, ah!

(Bashō)[19]

Bashō y Chora son los mayores poetas de la sencillez:

初秋や海も黄田の一みどり

Hatsu-aki ya    umi mo aota no    hito midori

Comienza el otoño;
el mar y los campos,
todo un mismo verde.

(Bashō)

とのあたり目見ゆるものは皆涼し

Ko no atari    me ni miyuru mono wa    mina suzushi

Todo alrededor,
eso se ve a simple vista,
es fresco y puro.

(Bashō)

Donde parece haber menos Zen, puede haber más.

La simplicidad es el trasfondo filosófico de toda la poesía asiática, como lo es de toda la ciencia europea. Shiki dice:

衣車すぎて煙うづまく若葉かな

Kisha sugite    kemuri uzumaku    wakaba kana

El tren pasa;
¡cómo se arremolina el humo
alrededor de las hojas jóvenes!

(Shiki)

Esta simplicidad en el ámbito del pensamiento y del sentimiento aparece como brevedad en el de la forma. El silencio es más profundo que el habla; del silencio nace el habla y a él vuelve. ¿Cómo representar la actividad que está más allá de la palabra y del habla y del silencio? La brevedad del haiku tiene su origen en el intento de apelar desde el inconsciente de un ser humano. Spengler da por una vez una ilustración práctica de ello en una pareja de ancianos sentados al sol del atardecer en completa armonía de silencio:

Cuanto más profunda e íntima es una comunión espiritual, más fácilmente prescinde de signos y vínculos a través de la conciencia despierta. Una verdadera camaradería se hace entender con pocas palabras, una verdadera fe calla por completo. El ejemplo más puro de una comprensión que va más allá del lenguaje es la vieja pareja de campesinos sentada al atardecer frente a su cabaña y se entretienen mutuamente sin palabra, ya que cada uno sabe lo que el otro piensa y siente. Las palabras sólo perturbarían la armonía. Desde tal estado de comprensión recíproca, algo se remonta mucho más allá de la existencia colectiva del mundo animal superior, en lo más profundo de la historia primitiva de la vida en libre movimiento. Aquí la liberación de la conciencia despierta está, por momentos, muy cerca de lograrse.[20]

Walter de la Mare tiene un poema que repite este pensamiento:

Cuando todo está en paz, dos amigos a gusto solos

hablan con todo su corazón, pero aún así

entre las notas de gracia

de la voz del amor

de cada uno a cada uno

tiembla un discurso más raro,

y su presencia llena cada pausa.[21]

La sencillez del tema, que es una de las marcadas características del haiku, la elección de los aspectos pacíficos y de la naturaleza, la evitación de todo lo confuso y violento, tanto en el hombre como en la naturaleza, se debe a una delicada sensibilidad que no soporta lo dramático y lo hiperbólico. No se debe de ninguna manera a la superficialidad:

El mar es tan profundo en calma como en tormenta.[22]

Como dice Johnson, (que podría tomarse como el lema de todos los haiku),

Nada es poco para quien lo siente con gran sensibilidad.

::::::::::::::::::::::

[1] Mc, 14:6-7.

[2] El Príncipe, Crueldad y Clemencia. Véase también su ensayo sobre Castruccio Castracani.

[3] Sobre el elogio o la culpa.

[4] St. Mawr.

[5] Emerson.

[6] Matthew Arnold, Una noche de verano.

[7] Compare los dos significados de «disfrute». Cuando Schiller dice. «Todo arte está dedicado al disfrute” se refiere a algo muy diferente del disfrute ordinario, más bien lo que Wordsworth expresó con “El pensamiento no lo fue; en el disfrute expiró”, y Spinoza en “Beatitudo non est virtutis pretium sed ipsa virtus NT: La felicidad no es el precio de la virtud, sino la virtud misma.”

[8] Marlowe, Fausto.

[9] Wesley.

[10] Hazlitt.

[11] Silesius.

[12] Sōshi.

[13] Eckhart.

[14] Emerson, Woodnotes I.

[15] Eckhart.

[16] Blake, Jerusalem.

[17] Emerson, La Apología.

[18] Fisionomía y Sistemática.

[19] NT: No se ha podido demostrar la autoría del haiku, no aparece recogido entre los 980 poemas del Maestro, tampoco en la web de la Universidad de Yamanashi ken, de tal modo que atribuirlo a Bashō es pura leyenda.

[20] Pueblos, razas, lenguas, IV.

[21] Silencio.

[22] Donne, Sermons, Mundus Mari.

ZEN, EL ESTADO MENTAL DEL HAIKU 8. LIBERTAD.

8

 Libertad

La libertad del Zen se manifiesta de formas muy diversas. ¿Qué es la verdadera libertad?

Pero, ¿qué debo hacer? dijo Alice. “Lo que quieras”, dijo el lacayo,
y empezó a silbar.

La libertad no es hacer lo que te gusta, sino que te guste lo que haces. Cuando sentimos dolor, pena y soledad, estamos a salvo. Nosotros podemos pensar como Satanás en el Infierno,

Aquí al menos

seremos libres; el Todopoderoso no ha construido

aquí por su envidia, no nos echará de aquí.

Esta es la libertad que Buson sintió un día, sentado solo en la oscuridad, recordando el rostro de su padre, la voz de su madre:

父母のことのみ思ふ秋の暮        蕪村

Chichi-haha no   koto nomi omō   aki no kure

Es de noche, otoño;
sólo pienso
en mis padres.

(Buson)

Es libertad para gustos y aversiones, no en el sentido de que nos volvemos indiferentes o insensibles, sino de que las cosas agradables no se sentimentalizan ni se falsifican:

遣羽子にまけし美人の総かな

Yaribane ni  makeshi bijin no  ikari kana

Vencida en el juego de pala y volante,
la bella doncella
¡muy enojada! 

(Shiki)

Del mismo modo, las cosas desagradables, feas o repugnantes resultan interesantes y significativas. El haiku se esfuerza por quitar lo que Coleridge llamaba

La película de la familiaridad y la solicitud egoísta.

Más difíciles de superar y de liberarse son las costumbres del lenguaje y las asociaciones de palabras. La palabra “roncar”, con su connotación humorística, abruma la poesía de los dos haiku siguientes, el primero con su extraña mezcla de lo inmaterial, lo humano y el mundo de los insectos; el segundo con su patetismo:

秋の夜や夢と新ときりぎりす

Akino yo ya    yume to ibikı to    kirigirisu

Una noche de otoño;
sueños, ronquidos,
el canto de los grillos.

 

(Suiō)

其人の鼾さへなし秋の輝

Sono hito no    ibiki sae nashi   aki no semi

Incluso sus ronquidos
ya no se oyen:
las cigarras de otoño.

(Kikaku)

Escrito tras la muerte de Kōsai, 工斎, discípulo de Bashō, el segundo verso significa que, aunque las cigarras siguen cantando en otoño, el menos inteligente e inteligible de los sonidos humanos, sus ronquidos, ahora son inaudibles en la muerte.

Es la libertad de lo que los hombres consideran ordinariamente posible e imposible.

間至人不知利子。 王促日。 至人陣 。大

深焚。而不能熱。河漢選面不能塞。疾雷破山。

 原振形,而不能驚。 若然者乗雲気。騎日月。而

遊学四海之外。死生無髪於己, 而況利害之端

(荘子内篇二。)

“¿Sabe un hombre de verdad lo que son pérdidas y ganancias?” dijo Ogei. “El Hombre Real es un ser espiritual- una entidad absoluta, por encima de la relatividad. Si el Gran Océano se secara por el calor, él no sentiría calor; si la Vía Láctea se congelara, él no sentiría frío. Aunque los truenos desgarraran las montañas y las tempestades sacudieran los mares, él permanecería impasible. Un hombre así puede subir a las nubes, cabalgar sobre el sol y la luna, navegar más allá de los cuatro océanos. La vida y la muerte no pueden cambiarle. ¿Cómo podrían entonces afectarle las ganancias y las pérdidas?”.

Un hombre así es como Dios, con quien todo es posible. En tal estado de ánimo iluminado, Cristo gritó,

             Os digo que, aun de estas piedras, Dios es capaz de darle hijos a Abraham.

Confucio, con toda su sobriedad, tiene un pasaje en armonía con el espíritu de las palabras de Cristo:

唯天下至誠、 鶴能漆其性、 能書其性、 則能恋

人之性、能霊人之性、 則能霊物之性、 能憲

物之性、則可以賞天地之化育、可以費天地

之化育、 則可以奥天地参笑。 (中席甘ニ)

Sólo quien ha alcanzado la (perfecta) sinceridad bajo el Cielo puede agotar (las infinitas posibilidades de) su naturaleza. Quien lo hace, puede agotar la naturaleza del hombre, y con ello la naturaleza de (todas las demás) cosas, alcanzando así (el poder de) tomar parte en la (actividad) transformadora y vivificadora del Cielo y de la Tierra, y como Hombre, hacer un Tercero con ellos.

Hay libertad frente al miedo a los resultados de las propias acciones:

生不受天党、死不伯地獄。 (障林句集)

Vivo, no me recibirán en los Salones Celestiales;

muerto, no temo al Infierno.

Hay libertad de los límites de tiempo y lugar

Alles was noch künftig ist in tausend und aber tausend Jahrenwenn denn die Welt so lange steht, das hat Gott jetzt gemacht, und alles was manch tausend Jahr veryanges ist, das soll er heute noch machen.[1]

(NT.- Traducción: “Todo lo que todavía estará en el futuro dentro de miles y miles años, cuando el mundo dure tanto tiempo, Dios lo ha hecho ahora, y todo lo que es muy antiguo, de hace muchos miles de años, debería seguir haciéndolo hoy”).

¿Cómo vamos a conseguirlo?

Dios no está atado al Tiempo ni al Lugar, está en todas partes al mismo tiempo; y esto lo sabremos en la medida en que seamos capaces, si dondequiera que estemos, nuestros deseos son estar con Él.[2]

“Estar con Él” no significa estar en ningún tipo de Cielo en el espacio o en el tiempo. Significa sentir el dolor y el placer igual que Dios, pero sin temor a que el dolor llegue o el placer huya, ya que son la trama y el tejido de nuestra existencia temporal y espacial. Significa estar libre de la vida y de la muerte, en el sentido de que sabemos que

empezamos a morir cuando vivimos, y la larga vida no es más que una prolongación de la muerte…. Lo que no tiene principio puede estar seguro de no tener final.[3]

Esta es la libertad deseada fervientemente por los estoicos, expresada por Virgilio en las palabras,

“Felix qui potuit rerum cognoscere causas,

atque metus omnes, et inexorabile fatum

subjectis pedibus, strepitumque acherontis avari” [Geórgicas, 2, 490].

(NT.- Traducción: Feliz el que ha sabido conocer las causas de las cosas,

y ha puesto fin a todo miedo, al destino implacable,

y al ruido del codicioso Aqueronte, bajo sus pies).

Pero en lugar de en tonos tan solemne, esto lo dice mejor Stevenson en Aes Triplex, expresado con la misma vivacidad y vitalidad, el dinamismo y la diversión que implica esta libertad:

Si nos aferráramos con tanta devoción como algunos filósofos pretenden que lo hacemos a la idea abstracta de la vida, o si tuviéramos la mitad de miedo que ellos pretenden que tenemos al accidente subversivo que acaba con todo, las trompetas podrían sonar a cada hora y nadie las seguiría a la batalla; el “blue-peter” podría volar hasta en un camión, pero ¿quién subiría? ¿un barco en alta mar? Piensa (si esos filósofos tuvieran razón) con qué espíritu debemos afrontar el peligro cotidiano de la mesa del comedor; ¡un lugar más mortífero que cualquier campo de batalla de la historia, donde la mayor parte de nuestros antepasados han dejado miserablemente sus huesos!

笠もなき我を時雨るる何となんと

Kasa mo naki    ware wo shigururu    nanto nanto

Que llueva, en invierno,
y ni siquiera un sombrero-paraguas,
¡Vaya, vaya!

(Bashō)

La libertad de credos, declaraciones generales, -ismos y -ologías, puede parecer que empobrece la vida intelectual. Puede parecer que ataca la raíz del cristianismo. Pero no es así:

“Su templo, fundado hace unos dieciocho siglos, yace ahora en ruinas, cubierto de selva, morada de lúgubres criaturas: no obstante, aventúrate; en una cripta baja, arqueada con fragmentos caídos, ¡encuentras el altar todavía allí, y su Lámpara sagrada perennemente encendida!”.[4]

只たのめ花もはらはらあの通り

Tada tanome    hana mo hara hara    ano tôri

Simplemente confía:
¿No revolotean los pétalos hacia abajo
así, sin más?

(Issa)

Libertad de la moral, de las nociones de progreso, de todos los ideales abstractos, de los valores preconcebidos que la mente está supuesta a otorgar a las cosas; y ¿qué queda? Spengler dice:

“Para el hombre que en estas cosas ha conquistado su libertad incondicional de perspectiva más allá de todo interés personal, no hay dependencia, ni prioridad, ni relación de causa-efecto, ni diferenciación de valor o importancia. Lo que asigna rangos relativos entre los detalles-hechos individuales es simplemente la mayor o menor pureza y fuerza de su forma-lenguaje, su simbolismo, más allá de toda cuestión de bien y mal, alto y bajo, útil e ideal”.[5]

Debemos liberarnos de la idea, y liberarnos del hecho de buscar la felicidad, de buscar la belleza o la importancia. Así que Buson dice:

さびしさのちれしくもあちの夢

Sabishisa no   ureshiku mo ari   aki no kure

Una víspera de otoño,
hay alegría también
en la soledad.

(Buson)

Escapar del sentimiento de que la felicidad es un fin en sí misma, es una tarea de toda la vida. Pero al menos podemos librarnos de la noción, implantada en nosotros indirectamente desde niños, que tenemos derecho a ciertas cosas, entre ellas y quizás la principal, la felicidad. En Sartor Resarlus, Carlyle dice:

“Pero el capricho que tenemos de la Felicidad es algo así. Mediante ciertas valoraciones y promedios de nuestros propios golpes, llegamos a una especie de suerte terrestre media: creemos que nos pertenece por naturaleza y por derecho imprescriptible. Es el simple pago de nuestros salarios, de nuestros merecimientos; no requiere ni agradecimiento ni queja; en el excedente que pueda haber contamos la Felicidad; cualquier déficit es de nuevo Miseria”.[6]

Thomas Jefferson lo expresó con palabras que nunca dejan de conmovernos y que, sin embargo, son casi universalmente malinterpretadas:

“Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre ellos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.

Pero Carlyle tiene una palabra que rompe todos los sofismas:

No ames el placer: ama a Dios.

Ama todo lo que fue, es y debe ser. Ama las cosas.

Este es el Sí Eterno, donde toda contradicción se resuelve: donde quien camina, está bien dentro de él.

 

Matthew Arnold lo expresa de forma más sombría y no menos enfática que Carlyle:

“Podrías, Pausanius, aprender cuán profunda es esta falta:

podrías discernir, tan sólo una vez, que no tienes derecho a la dicha…”[7]

Cuando aprendamos esto sin amargura ni arrepentimiento, cuando consintamos, estemos de acuerdo o incluso deseemos que así sea, comprenderemos por primera vez el significado de la libertad.

……………………

[1] San Agustín, citado por Eckhart.

[2] William Penn.

[3] Hydriotaphia.

[4]  Sartor Resartus.

[5] Introducción, 11.

[6] Capítulo IX.

[7] Empédocles.

Zen, el estado mental del haiku 7. Humor.

7

Humor

El humor es un elemento indispensable de la poesía y la religión que tan a menudo se ha dejado de lado y olvidado, con desastrosos resultados. (La religión católica romana es una honrosa excepción a la regla de que el cristianismo carece de humor en todos sus credos y actitud general). No fue un mero accidente que el haiku surgiera de la “deportividad” de los poetastros y se volviera serio, se convirtiera en literatura de la mano de Bashō. La ligereza, la franqueza, la falta de sentimentalismo (el enemigo mortal de toda risa verdadera), la paradoja central que yace en algún lugar oculta en cada haiku, proviene, no de, sino a través de, poemas tan primitivos como los siguientes:

まん丸に出づれど長き春日かな[1]

Manmaru ni    izuredo nagaki    harubi kana

Emergiendo una esfera perfecta,
y sin embargo, qué largo es
el día de primavera.

Sōkan (1458-1546)

 

月に柄をさしたらばよき闘扉かな

Tsuki ni e wo sashitaraba yoki uchiwa kana

Un mango
en la Luna,
¡y qué abanico más estupendo!

(Sōkan)

 

歌軍文武二道の能かな

Uta ikusa    bunbu nidô no    kawazu kana

La rana
tiene ambas artes,
del canto y de la batalla.

Teishitsu (1609-1673)

 

森息の 嵐も自し今朝の冬

Hana-iki no    arashi mo shiroshi    kesa no fuyu

Hasta la tormenta de aliento
es blanca,
esta mañana de invierno.

Shō-i (Siglo XVII)

 

早乙女やよでれぬものは歌ばかり来山

Saotome ya    yogorenu mono wa    uta bakari

Mujeres plantando arroz,
todo en ellas sucio,
menos su canto.

Raizan (1653-1716)

 

El haiku delata su origen en uno de sus temas, extraño e indigno para la literatura, Los Amores de los Gatos.

設て起て大欠して猫の

Nete okite    ôakubi shite    neko no koi

Después de haber dormido, el gato se levanta,
y con grandes bostezos,
sale a hacer el amor.

(Issa)

 

猿につく飯さへ見 す猫の糖

Hige ni tsuku   meshi sae miezu   neko no koi

Amores de gatos;
se olvida hasta del arroz
pegado a sus bigotes.

(Taigi)

 

おそろしや石垣崩す猫の糖

Osoroshi ya   ishigaki kuzusu   neko no koi

¡Qué horror!
han roto el muro de piedra,
¡gatos enamorados!

(Shiki)

Lear comentó:

Había un anciano que dijo: “¡Silencio!

veo a un joven en este arbusto”.

Cuando le preguntaron: “¿Es pequeño?”, respondió:

“en absoluto: ¡es cuatro veces más grande que el arbusto!”.

 

Se trata de la incomprensibilidad general de las cosas, debido a su esencia aparentemente espacial, pero que en realidad no lo es; porque cuando lo expresamos con palabras, nadie, ni siquiera el escritor, sabe de qué está hablando. Cuando leemos el texto de Lear, inmediatamente sabemos algo, algo que no puede expresarse con palabras con sentido y validez lógica, sino que requiere otra expresión.

En el siguiente texto de Lear, la vaca es el universo, cuyo corazón tratamos de ablandar de diferentes maneras:

Había un anciano que dijo:

“¿Cómo huiré de esta horrible vaca?

Me sentaré en este escalón,

y si sigo sonriendo,

tal vez ablande el corazón de la vaca.”

Los senryū se originaron en el siglo XVIII con Karai Hachiemon, 1718-1790, cuyo seudónimo era Senryū. Son más cínicos y menos refinados que los haiku, pero lo que es más importante, carecen del elemento de interpenetración que es el aspecto religioso de todos los haiku. Hay líneas en The Housekeper, de Lamb, que pueden escribirse como un senryū. El tema es el caracol:

Dondequiera que vaya,
llama cuando quieras,
seguro que está en casa.

Los siguientes, están bastante por encima de la media en valor poético. Después de todo, son en cierta medida un asunto personal, especialmente el primero. Si enfatizas el humor, es un senryū, si miras más la poesía es un haiku:

 

道問へば一度にうごく田植笠

Michi toeba ichido ni ugoku

Al preguntar por el camino,
todos los sombreros de bambú
se mueven a la vez.

 

資少しあふ、いでして見む

Uchiwa-uri sukoshi aoide dashite mise

El vendedor de abanicos,
sacó uno
mostrando cómo airearse.

 

かみなをまねて魔やつとさ

Kaminari wo    manete haragake    yatto sase

Imitando el trueno,
por fin logra
ponerse el chaleco.

Un dicho afirma que si alguien está desnudo, un trueno se llevará su ombligo. Una madre lo utiliza para conseguir que su terco hijo se ponga la camiseta interior, haciendo un ruido imitando el trueno.

無きもののやうにとらヘるととろてん

Naki mono no yõ ni toraeru tokoroten

Sacar el agar-agar,
es como recoger
nada.

Esta gelatina del alga gelidium (agar-agar) es transparente y suele conservarse en agua, y cuando intentamos sacarla parece como si recogiéramos algo invisible, inexistente.

El humor del haiku y del zen es mucho más fundamental que el de este tipo bastante obvio. Desciende a algo más profundo que el inconsciente, donde las represiones aguardan con una mala disimulada impaciencia. Va más allá, al reino donde una cosa es y no es al mismo tiempo, y sin embargo al mismo tiempo es. Tomemos un ejemplo difícil de Bashō:

塚も動け我が泣く声は秋の風

tsuka mo ugoke   waga naku koe wa   aki no kaze

¡Muévete, oh tumba!
el viento de otoño
es la voz de mi lamento

Fue compuesto a la muerte de Isshō. Pensemos sobre esto. Nuestra fe mueve montañas. Nuestro amor mueve el sol y las otras estrellas. Con nuestro violento dolor la naturaleza misma es compasiva, y la tumba tiembla en la ráfaga otoñal que es una con nuestro lamento. Nuestra fe no mueve ni un grano de arena, y mucho menos una montaña. El sol brilla sobre justos e injustos. Esta contradicción, ya apareció antes:

El Señor es mi pastor:

nada me falta

con los hechos reales de la vida humana, debe su poder a la verdad, y a la propia falsedad, que expone. Por decirlo de otro modo, toda verdad contiene una especie de falsedad que nos atrae por su propio absurdo, por la incongruencia del hecho en su naturaleza contradictoria. Notamos en nuestros huesos que hay algo raro, algo extraño en todo, y cuando esta contradicción tiene un sentido profundo, religioso, poético, cuando todo se revela y vemos a través de él, lloramos con una alegría incontrolable o reímos con una pena irreprimible.

Toda verdadera risa, toda risa que sale de la barriga, es hasta cierto punto una comprensión de la verdad, verdad que la mente normal con su conciencia difusa y su prominente intelectualidad no sólo nunca puede alcanzar, sino que puede y de hecho evita u oculta continuamente. Lo extraño es que este mundo del que deseamos liberarnos es, sin embargo, aquel en el que realmente deseamos vivir, de un modo u otro. Y cuando se piensa en ello, ¿no es acaso la fuerza del paroxismo del deleite (se habla incluso de un hombre “muriéndose de risa”) que tenemos en los chistes y el ingenio, una evidencia de que estamos momentáneamente iluminados, Budas, elevados por encima de la moral y la religión, más allá de la vida y la muerte, en un reino sin tiempo ni espacio que rebosa de felicidad perpetua, que es, sin embargo, este mundo de esperanzas y temores, remordimientos y aprensiones.

Todas las variedades del humor pueden compararse con las experiencias Zen y con el haiku. He aquí algunos ejemplos que el lector debe descubrir por sí mismo:

  1. La risa de la desilusión

Cuando Rinzai se iluminó a manos de Obaku, dijo,

“No hay mucho en este budismo de Obaku”.

黄葉伸法無多子

晝見れば首筋赤き螢哉

Hiru mireba   kubisuji akaki   hotaru kana

A la luz del día,
la nuca de la libélula
es roja.

(Bashō)[2]

  1. La risa de la idiotez estudiada

Bashō[3] dijo a los monjes reunidos: “Si tienes un palo, te lo daré. Si no tienes un palo, te lo quitaré”.

芭さ煮和宵示衆五休有荘杖子我輿称控杖子、

休無控杖子我奪休控杖子。(無門闘、四ート四)

(Compárese el problema de la decapitación del gato sin cuerpo en Alicia en el País de las Maravillas visto con anterioridad).

蛇逃げて我を見し眼の草に競る

Hebi nigete    ware wo mnishi me no    kusa ni nokoru

La serpiente se deslizó,
pero los ojos que me miraban
permanecieron en la hierba.

(Kyoshi)

  1. Idiotez espontánea

Como el tejado tenía goteras, un maestro zen dijo a dos monjes que trajeran algo para recoger el agua. Uno trajo un balde, el otro una cesta. El primero fue severamente reprendido, el segundo fue muy elogiado.

柴の戸や錠の代りにかたつむり

Shiba no to ya    jô no kawari ni    katatsumuri

Una puerta de matorrales;
para el candado,
este caracol.

(Issa)

  1. Hipérbole

遊大地撮来如栗米粒大。

(Seppō) cogió el globo terrestre entre el índice y el pulgar, y encontró que no era más grande que un grano de arroz.

乞食かな天地を着たる夏衣

Kojiki kana tenchi wo kitaru natsu-goromo

El mendigo,
tiene cielo y tierra
¡para su ropa de verano!

(Kikaku)

  1. Dilema

風穴和宵因骨問。語獄沙離徴如何通不犯。

穴云、長憶江南三月襲、鶴鶴略階百花香。

(無門闘、ニ十四)

Un monje preguntó a Fuketsu: “Hablar y callar pertenecen a los mundos de lo absoluto y lo relativo; ¿cómo podemos escapar de ambos errores?” Fuketsu respondió,

“Siempre pienso en Konan en marzo;

las perdices pían entre las flores perfumadas”.

  1. Humor escatológico

特門因僧間、如何是俳。 門、乾尿概。 (無門闘、 ニチー)

Un monje preguntó a Unmon: “¿Qué es Buda?”.

“Un palo de mierda seca”, respondió Unmon.

驚が梅の小枝て養をして

uguisu ga   ume no koeda ni   fun wo shite

                            El uguisu
caga
en la esbelta rama del ciruelo

(Onitsura)

 

  1. Humor ácido

都。俺問法眠。 悲超春和荷。如何是師。 法説云。 該是慧超。

Cierto monje le dijo a Hōgen,

“Yo, Echō, te pregunto: ‘¿Qué es Buda?’ ”

Hōgen respondió: “¡Tú eres Echō!”

頼牛そろそろ登れ富士の山

Katatsumuri    soro soro nobore    fuji no yama

Oh caracol,
escala el monte Fuji,
¡pero despacio, despacio!

(Issa)

No puedo dejar de citar Reminiscencias de la vida y el carácter escocés, de Dean Ramsay:

Un caballero sentado en la diligencia en Berwick, se quejó amargamente de que el cojín sobre el que se sentaba estaba bastante mojado. Al mirar hacia el techo, vio un agujero a través del cual la lluvia descendía copiosamente, y de inmediato explicó la desgracia. Llamó al cochero y con gran ira le reprochó el mal que sufría, y le señaló el agujero que era la causa del mismo. Sin embargo, toda la satisfacción que obtuvo fue la tranquila e impasible respuesta: “Ay, muchos se han quejado de ese agujero”.

 

  1. Romper con lo convencional

Cuando Hyakujo llamó a los monjes ante él, puso una botella de agua en el suelo, y diciéndoles que no la llamaran botella de agua, les preguntó cómo la llamarían. Isan se acercó y le dio una patada.[4]

御幸にも織笠ぬが変案由子かな

Miyuki nimo   amigasa nuganu   kakashi kana

Ni siquiera ante Su Majestad,
el espantapájaros se quita
su sombrero trenzado.

(Dansui)

  1. Pasar de lo sublime a lo ridículo.

 

越飛限危間、菜甲宇入業林を驚指示、飛去、

実勢了也未。倍玉、勢了也州玉、洗鉢去。 其徴有省。

Un monje dijo una vez a Jōshu: “Acabo de entrar en este monasterio. Te ruego que me des alguna instrucción y guía”.
Jōshu le dijo: “¿has desayunado?”. El monje contestó. “lo he hecho”. Jōshu le dijo: “entonces lava tus cuencos”. El monje cayó en la cuenta.

 

夕顔の花で洟かむ娘かな

Yūgao no    hana de hana kamu   musume kana

La joven chica
se sonó la nariz
sobre la gloria de la tarde.

(Issa)

……………………………………………………

[1] Aquí hay un juego de palabras 日 =  “sol” y “día”

[2] NT.- Blyth atribuye este poema erróneamente a Bashō, pero su autoría es falsa. Así aparece indicado por varios académicos y en la web de la Universidad de Yamanashi, que recopila el hokku de Bashō:

https://www2.yamanashi-ken.ac.jp/~itoyo/basho/haikusyu/zongihen/Defaul.htm

[3] NT.- Aquí se refiere a un monje zen coreano, no al famoso haijin japonés

[4] Véase Mumonkan, 40

Mirta Gili

 

 

 

 

 

 

 

Sobre la autora

Mirta Gili nació y vivió en San Nicolás de los Arroyos, Buenos Aires, Argentina, hasta su fallecimiento en los primeros meses de 2023.  Participó muy activamente en diversos momentos en los foros de El Rincón del Haiku y fue un miembro destacado de nuestra comunidad.

La selección que hemos realizado, quiere ser un homenaje y un reconocimiento al gusto que tantas veces demostró por el trabajo argumentado y colectivo.  Creemos que estos haikus de Mirta representan significativamente su manera de entender el haiku y han sido escogidos con el cariño y el respeto que merecen entre los recibidos para Autores Haiku-dô (de la revista ERDH) y entre su variada producción en el foro desde 2008 hasta 2021.

Mirta permanecerá siempre en el recuerdo de cuantos la conocimos.

 “No escribo como quiero sino como puedo”

                                                                                         Mirta Gili 

 

voces que ya no oiré…

un viento helado

atraviesa los frutos del arce

 

 

rozando el suelo,

toman color

las mandarinas

 

 

plaza soleada –

del bolsillo otra vez

saca semillas

 

 

sin huellas la nieve,

algunas hojas secas

cruzan el puente

 

 

amanece –

en la ventana del niño

un reno de felpa

 

 

otro aniversario…

oliendo a oscuras

las flores al ligustro

 

 

«Se Vende»…

y el malvón

se ha cubierto de flores

 

 

mañana helada –

el viento acerca

el murmullo de un grillo

 

 

semillas del fresno…

en vaivén

el brillo de la luna

 

 

sobre la tumba

del gato en el jardín,

mentas y ortigas

 

 

tarde de otoño,

esquivando a los niños

la mariposa

 

 

huele a claveles…

una mosca vuela

en la cara del muerto

 

 

llovizna –

el andar de una oruga

entre la menta

 

 

clavel del aire –

atrapan panaderos

sus flores secas

 

 

tenue sol…

podan

el lugar de los trinos

 

 

jacarandá,

el plac de una flor

en el silencio del alba

 

 

une las ramas

del rosal muerto:

la telaraña

 

 

rancho isleño –

ahumadas las ropas

del espantapájaros

 

 

antes de morir…

limpió sus alas

la cucaracha

 

 

bajo las tipas…

el abuelo matea

soplando pétalos

 

 

sin hojas…

el cielo entre las pajas

del nido vacío

 

 

ronda de niños –

un pechiblanco muerto

entre las flores

 

 

patio de luz,

al alba sube y baja

el chillar de golondrinas

 

 

lluvia nocturna,

los pétalos blanquean

el tronco del cerezo

 

 

bajo la parra…

mi abuela recoge

la araña que cae

 

 

en el lodo…

el brillo de una piña

a medio abrir

 

 

totoral,

se agrandan sobre el agua

los ojos del ternero

 

 

resuena un trueno –

vuelve en silencio un pato

bajo la lluvia

 

 

noche sin luna,

desde el cuarto mi madre

llama a su madre

 

 

primero de año –

cerca del nido roto

vuela el hornero

 

 

otra ráfaga,

mi sombra se mezcla

con la del ciprés

 

 

risas en el agua,

en el cuenco de rocas

los renacuajos…

 

 

desvainando arvejas

junto a mi madre;

el gallo canta también…

 

 

se pierde en la sombra

el sol en las alas

del alguacil

-.-

Noviembre 2023

CONSTRUIR

Cables eléctricos
Sobre el suelo mojado.
No pasa nadie.

DECONSTRUIR

Es un haiku urbano, hasta con cables eléctricos. Lo compuse anteayer, al pasear por un pequeño pueblo de la bella comarca de las Hurdes, en el norte de la provincia de Cáceres, poco antes de volver al hotel. Era el anochecer de un día lluvioso y el pavimento de la calle desierta estaba mojado, como se aprecia en la fotografía. Me impresionó la luz del crepúsculo tamizada por el amarillo de las farolas y, sobre todo, que entre las dos dimensiones de esta visión, los cables del tendido eléctrico y el suelo no hubiera nadie en ese momento. El momento y nadie.

Sobre el momento, como expresión de la transformación incesante de la vida, y de nadie, como expresión de la nada y del vacío, tuve la suerte de hablar el jueves de la semana pasada en la Facultad de Derecho de la UCLM, en Albacete. Ambos conceptos, dije en tal ocasión, me han parecido siempre dos pilares importantes para la composición del haiku. El primero, la transformación o el cambio, tal vez la única realidad perceptible de la existencia humana, representa para el haijin un desafío constante: cazar el instante, como el fotógrafo captura con su cámara el estatismo del momento, por medio de sus herramientas que no son otra cosa que sus sensaciones y su inspiración. En la charla hablé de recursos para tener éxito en esta caza: los verbos de movimiento e, igualmente y con mayor efecto muchas veces, la ausencia de tales verbos para apresar el estatismo y la inmovilidad. En este haiku, los dos primeros versos carecen de verbo. En el tercero, sí que hay uno. Este contraste, o similar, me ha parecido siempre de gran interés para un buen haiku.

   En segundo lugar, la nada. En el budismo, el estímulo espiritual más inspirador y constante en la cultura japonesa en la cual nace y crece el haikai, que hoy llamamos haiku, es un concepto central. La nada, vacío o vacuidad (sunyāta, creo que se dice en sánscrito), en el doble sentido del vacío de la realidad fenoménica, del mundo; y en el sentido de vacío del yo, de ese desasimiento espiritual no muy diferente al empleado por los místicos cristianos cuando escriben sobre vaciarse de uno mismo, empezando por abandonar la caverna tenebrosa del ego, gran enemigo del haiku, y salir a la luz del vacío.  La científica Ann L’Huiller (1958), nobel de Física de este año, afirma que el ser humano está compuesto básicamente de vacío. Me serví de las ideas de la nada oriental que expone el filósofo Shinichi Hisamatsu (1889-1990) para aplicarlas a la manufactura del haiku. La nada oriental es un estado de conciencia creativo, no nihilista, no pasivo, no imaginado, y por supuesto no dualista, originado de la convicción de que el ser y el no ser, lejos de ser realidades contrapuestas, son simples productos mentales. Bueno, no quiero aburrir a los amables lectores de El Rincón con ontologías.

   Solo me gustaría indicar que la analogía sobre el agua y la ola que emplea Hisamatsu para relacionar sujeto y objeto o, en términos de la creación poética que nos ocupa, creador y obra de arte, o haijin  y  haiku, me pareció muy pertinente y la comenté en la charla de Albacete. La ola, simple movimiento del agua provocado generalmente por el viento, no deja nunca de ser agua. En su resurgir como ola y en volver al agua de la que es parte, está su esencia y su devenir. Cité en la charla esta algunos recursos para dotar a nuestros haikus de esta atmósfera de la nada o del vacío: la enumeración, el silencio, la inmovilidad y, por supuesto, las menciones explícitas de términos “negativos” como «no», «nada», «nadie» y similares.

   En el haiku de este mes, hay un «nadie» en el verso final. He aquí dos buenos ejemplos. Son de Buson. En el primero, hay enumeración y un «no».

Bramó tres veces
Y no se le oyó más.
Ciervo en la lluvia.

 En el segundo , un «ni»:

 A la sombra del monte
Ni un pájaro se oye
Labrando en el campo.
 

Cité igualmente en Albacete como ilustración de este punto sobre la nada un magnífico haiku que obtuvo el accésit del Concurso Internacional de Haiku de este año convocado por la AGHA:

 Marea baja.
Al levantar la piedra,
No había nada.

 Lo firmó Alicia Céspedes, de Argentina. Por desgracia, Alicia, nos informaron, falleció a los pocos días de enviar este concurso al jurado del concurso. Por eso, un haiku, el suyo, doblemente impresionante. Vida y muerte fundidas en la nada. Vida-muerte; y no vida y muerte. Fusión. La del momento con la nada. Fundidas en un haiku.

Sabor de zen

Una mujer joven vuela, de Madrid a Tokio, el mismo día en que Murakami recibe en Oviedo el premio Princesa de Asturias de las Letras. De pronto, la viajera recuerda un sabor: el del pastel de té verde matcha, que resume y anticipa el de la magdalena de Proust, cuando “el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan y aguardan, y esperan, sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo.” En mi memoria personal, el sabor de las castañas dulces evoca el de un postre servido en la mitad vacía de un erizo verde. Fue en Kioto y en otoño, tal vez acompañado por un espontáneo ikebana de hojas de arce.

En el “Genji monogatari” -el refinado relato cortesano del siglo X- se despliega todo un abanico de sabores, vinculados a las celebraciones rituales o a las veladas íntimas, junto con la poesía, el canto, la música y la danza. (Un ejemplo notable era el festival Gosechi para celebrar la entronización del emperador o los primeros frutos).  Junto a comidas más ligeras -como brotes primaverales, arroz hervido o al vapor, bacalao, frutas y frutos secos- aparecen los manjares más exquisitos: faisán, trucha, venado o jabalí para el año nuevo; tortas envueltas en hojas de camelia; pastelillos de arroz con semillas de sésamo o de amapola, o con los cinco colores budistas (rojo, blanco, negro, amarillo y azul o verde). Y siempre, como bebida por antonomasia, el sake: tan popular que, en japonés, sake es el nombre del “alcohol”…

Sabores y sabores, también en el haiku. Imágenes al vuelo, como esta de Bashô: unos monjes, sorbiendo té en silencio, frente a la muda belleza de los crisantemos. Issa, siempre intenso, se comería la nieve que cae mansamente. Ryôkan siente la suavidad de la brisa, y ve caer unas peonías blancas en su sopa. Kyoshi observa con qué silencio mastica la mariposa su comida… De repente, Hekigodô nos sorprende con una imagen poderosa: la del buey que, en un cruce, camino del matadero, mira por última vez el cielo de otoño. Santôka nos regala una apacible estampa campestre: viento fresco en los pinos; hombre comiendo, caballo comiendo. Su escudilla de mendigo acepta hojas caídas y granizo, pero esta vez hay tallarines, y Santôka recuerda su infancia: “esta es mi ofrenda, madre: me lo comeré todo…” El poeta sabe que ya es otoño porque vuelve a saborear el agua, y siente su delicia y la canta, sintiéndose morir, como si fuera su poema de adiós. (En otro poema de despedida, Shiki pide ser recordado como el que amó los caquis y la poesía).

Hay alguien que bebe solo -anota Bashô- y que no se consuela ni con las flores de cerezo, ni con la luna. Más radical, un poeta anónimo sentencia: si no hay sake, no hay belleza. La deidad sintoísta del sake es también la del cultivo y la cosecha del arroz, y es venerada en santuarios como el de Matsuo Taisha, en Kioto, o el de Oniwa, en Nara. El sake marca las grandes celebraciones religiosas o profanas, la bienvenida a los dioses y el intercambio nupcial –“tres sorbos, tres copas”- entre el novio y la novia. Dulce o seco, caliente o frío, ese “vino” de arroz fermentado acompaña cualquier comida.

Arroz y pescado -síntesis y compendio de la cocina japonesa- encuentran una combinación perfecta en el sushi, sumando mutuamente protección antibacteriana y sabor. Hay detalles de gran sutileza: según un experto, “al prensar el arroz a mano, los granos deberán estar lo suficientemente juntos como para ver la luz de una bombilla a través de los huecos…” El sashimi incluye cualquier alimento cortado en lonchas (sea pescado crudo, verdura o tofu); de ahí la importancia del cuchillo, como dice un refrán popular: “lo más importante es cortar; cocinar viene después”.

El detalle de acunar el cuenco entre la palma y los dedos viene de la costumbre antigua de comer en el suelo. Si tomamos, por ejemplo, la sopa de miso -otra gran joya gastronómica-, podemos comprender a Tanizaki: “desde que destapas un cuenco de laca hasta que te lo llevas a la boca, experimentas el placer de contemplar en sus profundidades oscuras un líquido cuyo color apenas se distingue del color del continente y que se estanca, silencioso, en el fondo. Imposible discernir la naturaleza de lo que hay en las tinieblas del cuenco, pero tu mano percibe una lenta oscilación fluida, una ligera exudación que cubre los bordes del cuenco y que dice que hay un vapor y el perfume que exhala dicho vapor ofrece un sutil anticipo del sabor del líquido antes de que te llene la boca…”

Hay otras historias con sabor de zen. En 1237, el maestro Dogen redactó unas Instrucciones para el cocinero (tenzo) de un monasterio. Allí se dice: “Remangándose es como el tenzo realiza el espíritu de la Vía. Tened cuidado de no confundir un grano de arroz con un grano de arena”. El texto recoge varias iluminaciones o satori: la anciana que ofreció al buda, con un corazón puro, el agua con que había lavado su arroz; el rey Ashoka, ya moribundo, ofreciendo medio mango a un monasterio; el maestro Tozan Shuso, que respondió al monje que le preguntaba sobre el buda: “¡Tres libras de sésamo!”… También el cocinero puede alcanzar su satori poniendo toda su atención en la preparación de la comida, sin perder el tiempo en cosas inútiles.

Ese es también el espíritu de la Vía del té –chadô, chanoyu-, tal como lo expresó Sen Rikyû: “El té no es más que esto: Primero calientas el agua, luego preparas el té. Luego lo bebes correctamente. Eso es todo lo que necesitas saber.” Rikyû perfeccionó la Vía ahondando en los valores del wabi (frugalidad, simplicidad y humildad), con detalles como la puerta baja de la cabaña, que obligaba a todos a entrar agachándose, o la norma, para los samurai, de dejar fuera la espada… Un dicho esotérico lo resume así: “el sabor del té y el sabor del zen son uno” (cha zen ichi imi).

***

HAIBUN 50

Haibun 50

Els cingles de Tavertet*

La vermellor de l’albada es va difuminant a poc a poc, deixant un cel sense ombra de núvols, i la xafogor de la nit passada fa preveure un dia molt calorós. Vàrem fer bé, ahir, de canviar la ruta prevista. Avui, com a mínim, la major part del camí la podrem fer pel bosc.

La pista que agafem es comença a enfilar de seguida, entremig d’un alzinar. Les fulles dels arbres semblen més grises de l’habitual, amb aquest temps ressec i polsegós i, fins i tot, la molsa que cobreix parcialment els grans còdols escampats aquí i allà, es veu cremada i es desprèn amb facilitat en tocar-la. De tant en tant passem al costat d’alguns espantallops*, amb les seves càpsules ja madures. Mai puc estar-me’n de fer-les sonar una mica.

Deixant el camí, agafem un corriol a la nostra dreta, que, a mesura que ens endinsem en el canal que ens durà al cim, va fent ziga-zagues entre les pedres, com més va més abruptes, per tal de guanyar alçada. El bosc es va esclarissant, i en diversos punts ens porta a una lleixa, que voreja el cingle vermell, en què trobem cagallons de cabres i, en la sorra, les empremtes de les seves peülles.

És una paret impressionant, amb alçades de prop de 200 metres sobre nosaltres, i una gran extensió del bosc als nostres peus. En tota ella s’aprecien clarament les franges sedimentàries que la conformen, grogues i grises de les capes calcàries, vermelloses de les argiloses, que s’estenen al llarg de diversos kilòmetres seguint el curs del riu.

Un cop a dalt, agafem un camí que recorre tot el pla superior, amb l’esperança de veure algun dels grups de voltors que nien en aquesta zona. Aquest tram, suau, ens du a l’extrem del cingle, des d’on baixem fins al Pantà de Sau, gairebé buit per la sequera, cosa que ens permet de veure l’església i una part de l’antic poble de Sant Romà.

les fulles seques
remuntant la cinglera
dos voltors negres

 

Los riscos de Tavertet*

Los tonos rojizos de la aurora se van difuminando lentamente, dejando un cielo sin rastro de nubes, y el bochorno de la noche pasada hace prever un día muy caluroso. Hicimos bien, ayer, en cambiar la ruta prevista. Hoy, como mínimo, buena parte del camino la podremos hacer por el bosque.

La pista que cogemos empieza a ascender enseguida, atravesando el encinar. Las hojas de los árboles parecen más grises de lo habitual, con este tiempo reseco y polvoriento y, incluso, el musgo que cubre parcialmente los grandes bloques de piedra caídos aquí y allá, se ve quemado y se desprende con facilidad al tocarlo. De vez en cuando pasamos junto a algunos espantalobos*, con sus cápsulas ya maduras. Nunca puedo evitar rozarlas para hacerlas sonar un poco.

Dejando el camino, cogemos una vereda a nuestra derecha que, a medida que nos adentramos en el canal que nos llevará a la cima, va haciendo zigzags entre las piedras, cada vez más abruptos, para ganar altura. El bosque se va aclarando, y en varias zonas da lugar a un estrecho rellano, que bordea el risco, en el que encontramos cagarrutas de cabras y, en la arenilla, las huellas de sus pezuñas.

Es una pared impresionante, con alturas cercanas a los de 200 metros sobre nosotros y una gran extensión de bosque a nuestros pies. En toda ella se aprecian claramente las franjas sedimentarias que la conforman, amarillas y grises en las capas calcáreas y rojizas en las arcillosas, que se extienden a lo largo de varios kilómetros siguiendo el curso del rio.

Una vez arriba, cogemos un camino que recorre todo el plano superior, con la esperanza de ver alguno de los grupos de buitres que anidan en esta zona. Este tramo, suave, nos lleva hasta la punta del risco, desde donde bajamos hasta el Pantano de Sau, casi vacío por la sequía, lo que nos permite ver la iglesia y una buena parte del antiguo pueblo de Sant Romà.

las hojas secas
remontando el riscal
dos buitres negros

Joan Antón Mencos Pascual
Sant Julià de Vilatorta, Barcelona