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Kohaku llamó. “Ven”

古白日来

13 de octubre de 1901

 

…Mi mente cambió de repente. Bueno, no puedo soportarlo ¿Qué debo hacer? Puedo ver a mano un cuchillo desafilado de unas dos pulgadas de largo y un punzón de unas dos pulgadas de largo. Aparece una fiebre suicida de forma irregular …Pero no puedes morir con esta espada desafilada o un punzón. Sé que hay una navaja en la habitación de al lado. Si tuviera esa navaja, sería capaz de cortar mi garganta, pero lamentablemente, ahora ni siquiera puedo gatear. No hay forma de que pueda cortar la nuez de la garganta con este cuchillo. Pero si me atravieso el corazón con un punzón, estoy seguro de que moriré. Pero no puedo. La muerte no da miedo, pero el sufrimiento sí. Es aterrador pensar que incluso el dolor de la enfermedad es insoportable y que la muerte está por encima de eso. Eso no es todo. Después de todo, cuando miro un cuchillo, siento una sensación de pavor brotando del fondo de mi corazón. Cuando volví a ver este cuchillo hoy, me sentí mareado y asustado. Traté de levantarlo con mis manos, pero me contuve, pensando que ese era el lugar. En mi corazón, dos cosas están peleando: si quiero tomarlo o no. Mientras pensaba en ello, sollocé… comencé a llorar. Para entonces mi madre había regresado. Debía de ser tan temprano que había salido al porche.

Cuando la sangre se me sube a la cabeza, no puedo abrir los ojos. Como no puedo abrir los ojos, no puedo leer los periódicos. Como no puedo leer periódicos, sigo pensando. Como sigo pensando, sé que la muerte se acerca. Como sé que la muerte se acerca, quiero divertirme antes de eso. Como quiero divertirme, me apetece probar algún festín excepcional. Como tengo ganas de probar un festín excepcional, necesito algo en lo que ocuparme. Como necesito algo en qué ocuparme, llego a pensar en vender mis libros. No, no, no quiero vender mis libros. Pues bien, estoy en problemas. Como estoy en problemas, la sangre se me sube a la cabeza aún más.

Kohaku llamó. «Ven».

Cuando volvía a sollozar, me visitó Shihouta. Mientras me quejaba con él de Hototogisu, del dinero y de otras cosas, se hizo de noche y me sentí mejor.

 

14 de octubre de 1901

Nadie me llamó.

15 de octubre de 1901

Como no pude dormir la noche anterior a ayer, me quedé dormido ayer temprano por la noche. Me desperté y dormí, me desperté y dormí hasta el amanecer; y pronto tuve una deposición.

Como me sentía fatal, escribí a mi tío de Matsuyama.

 

Notas:

Las imágenes del Gyoga Manroku se corresponden con la página final del Volumen 1 y el comienzo del Volumen 2 .

Puedes conocer más a fondo todo lo que rodea esta historia clicando aquí.

Se escribe una sentencia espantosa. Shiki, que estaba solo, consideró suicidarse con un pequeño cuchillo y un punzón de la caja de la piedra de tinta. Sabía que había una navaja ideal para el suicidio por la casa, pero no podía buscar y llegar tan lejos. Cuando estaba pensando, «La muerte no da miedo, pero el sufrimiento sí», Yae volvió. En el entorno de Shiki aún se preguntan ¿Fue el espíritu de Kohaku, que vino del inframundo, lo que llevó a Shiki a tales pensamientos?

Kohaku vuelve del inframundo y sale de su tumba para incitar a Shiki

Nota de Rie Yamanouchi. Creo que el texto transmite fuertemente la irritación y la impaciencia de Shiki con su enfermedad. Al mismo tiempo, muestra una fuerza mental extraordinaria al hacer que suene humorístico, repitiendo la misma estructura de la oración en broma y representando cómicamente su apego a los banquetes y los libros. Rie Yamanouchi

Sentados a la izquierda Kohaku y a la derecha Shiki

Cuando casi había terminado el primer volumen de Gyouga-Manroku, Shiki estaba tan deprimido por el final de su vida que le asaltaron pensamientos suicidas. Así que dibujó un cuchillo y un punzón; junto a ellos escribió: «Kohaku llamó, ‘Ven'». El primo y antiguo aprendiz de Shiki, Kohaku Fujino, que estudió con Shōyō Tsubouchi en el Senmon Gakko de Tokio, escribió novelas y obras de teatro, así como haiku, que Shiki editó en su honor después de que éste se disparara en 1895. Shiki confesó a su mejor amigo, el gran novelista Sōseki Natsume, que por aquel entonces estudiaba en Londres, que la vida le resultaba demasiado penosa, «de hecho, sufro el dolor de no poder vivir. En mi diario, hay un lugar donde los cuatro caracteres «Kohaku llamó: Ven».’ están escritos en caracteres especiales«. (Carta de Shiki a Soseki, fechada el 6 de noviembre de 1901).

Nota de Hiroe Moriguchi. En la simple frase «Nadie me llamó», podemos sentir lo encantado que estaba Shiki cuando recibía visitas. Como no podía salir, hablar con ellos era probablemente el único momento en que sentía conexión con la sociedad.  Hiroe Moriguchi

REUNIONES: COMIDA Y SAKE SÍ, PERO POESÍA Y PINTURA TAMBIÉN

Imagen 1.- Fiesta de despedida de Mokugo (Chu) Asai que se iba a París a estudiar. Dibujado por el propio Chu Asai el 16 de enero, apareció publicado en la edición de enero de «Hototogisu» (1900).

Seguimos profundizando en el conocimiento de Shiki y su entorno a través de imágenes generalmente poco conocidas.

El dibujo representa una fiesta de despedida de Mokugo (Chu) Asai que se iba a París a estudiar. Dibujado por el propio Chu Asai, apareció publicado en la edición de enero de «Hototogisu» (1900).

La fiesta de despedida de Chu Asai, que fue a París a visitar la exposición internacional y a cursar estudios en el extranjero, se llevó a cabo el 16 de enero de 1900 en Shikian. Los participantes de la fiesta fueron Shiki, Chu Asai, Meisetsu Naito (haijin), Katsunan Kuga, Izan Shimomura (pintor y haijin), Fusetsu Nakamura (pintor), Hyotei Ioki (reportero de prensa y haijin), Seisei Matsuse (haijin) y Kyoshi Takahama (haijin). Escribieron textos sobre un cuadro creado conjuntamente por los tres pintores (Izan Shimomura -de quien hablaremos en la próxima entrada-, Chu Asai -a quien presentamos en la entrada anterior- y Fusetsu Nakamura  -de quien hablaremos en esta entrada-) y comieron comida occidental y disfrutaron de la fiesta, una fiesta con sake, poesía y pintura.

Shiki expresó la atmósfera en un improvisado poema tanka:

 ふらんすのぱりに行く絵師送らんと画をかきにけり牛ひくにけり

En la fiesta
de despedida de un pintor
que parte a París, Francia,
creamos pinturas
y comemos carne de res
     Shiki

La ciudad de Taito (Taitō es una zona especial de la Metrópolis de Tokio, en Japón y es común que se autodenomine en otros idiomas como «Ciudad de Taitō») creó un folleto titulado «Taito Burari Sanpo», o paseo por la ciudad de Taitō. El apartado 6 del folleto, que está subtitulada «Masaoka Shiki Yukari no Chi (Kuhi) wo Otozureru», se nombran lugares de visita relacionados con Shiki Masaoka, artículos sobre Shiki y monumentos de piedra grabados con poemas haiku de Shiki en la ciudad de Taitō.

Imagen 2.- Unas imágenes cómicas creadas conjuntamente por tres pintores (Izan Shimomura, Chu Asai y Fusetsu Nakamura) en la fiesta de despedida de Chu Asai.

Por otro lado Chu Asai le regaló una pintura de acuarela de flores de otoño a Shiki, y pidió prestada una gran jaula de pájaros para Shikian antes de emprender el viaje, tal y como se narraba en la entrega anterior.

Nakamura Fusetsu (1866-1943) era pintor japonés de estilo yōga. También fue conocido como calígrafo. En 1894 conoció a Shiki, quien también trabajó como periodista, y obtuvo un puesto haciendo ilustraciones para Small Japanism , un periódico anticolonialista. Fue en este momento que comenzó a usar el nombre «Fusetsu» (infalible). En 1895 viajó a China en compañía de Masaoka, que entonces trabajaba como corresponsal de guerra. Allí, pintó escenas de la Primera Guerra Sino-Japonesa y despertó interés por la caligrafía. Más tarde, trabajó tanto para el Nippon Shimbun como para el Asahi Shimbun.

Imagen 3. Nakamura_Fusetsu

En 1900, envió pinturas a la Exposición Universal de París y recibió un pequeño premio. Poco después, se fue a Francia a estudiar con Raphaël Collin; luego con Jean-Paul Laurens

 

 

 

 

 

 

Imágenes 4 y 5.- Pinturas de Fusetsu

 

Su influencia en Shiki, y por tanto en el haiku en general es TRASCENDENTAL, dado que el sashei que tanto proclamó el maestro tiene mucho de Fusetsu. Charles Trumbull, en su artículo “MASAOKA SHIKI Y LOS ORÍGENES DEL SHASEI” afirma lo siguiente: (puedes leer dicho artículo traducido al español clicando aquí)

<<Las principales influencias en el desarrollo estético de Shiki llegaron a través del pintor de estilo occidental Nakamura Fusetsu. Shiki lo conoció en 1894 mientras trabajaba como editor del periódico Shōnippon, “y, bajo la influencia de Fusetsu, comenzó a aclarar aún más sus ideas sobre el haiku, tomando prestados ciertos conceptos de realismo del arte y combinándolos con los ya recibidos del novelista Tsubouchi Shōyō.

Fusetsu heredó el mensaje de su maestro, Asai Chū, quien a su vez había sido uno de los alumnos de Antonio Fontanesi (1818-1882). Este pintor fue un destacado paisajista italiano del siglo XIX que había sido invitado a Japón por el gobierno para enseñar en la Escuela Técnica de Arte y, aunque sólo estuvo allí dos años, influyó en toda una generación de artistas japoneses. De acuerdo con las notas de clase tomadas por sus alumnos, Fontanesi resumió así su teoría de la pintura: “El método básico de la pintura occidental es: primero, la forma correcta; segundo, el equilibrio de color y tercero, imaginar siempre mientras pintas que están mirando una hermosa escena a través de una ventana”. Al mismo tiempo, apreciaba mucho la observación y el esbozo de lo natural>>.

Imagen 6.- Nakamura Fusetsu  pinta a Shiki junto a un poema de Tsuchiya Bunmei

Nota: Mi agradecimiento a Danny Ya Mono por detectar una pérdida de sílabas en la tanka original de Shiki que ya ha sido corregida debidamente. GRACIAS.

LA DESACRALIZACIÓN

Bashô, a quien Justino Rodríguez llama el divino Bashô, ciertamente, fue elevado a los altares. En nuestro ámbito cristiano occidental, el poeta místico Juan de la Cruz gozó del mismo privilegio, pero con una diferencia de grado; el monje carmelita fue canonizado, es decir, reconocido como persona que se encuentra en la corte celestial del Dios cristiano. En cambio, Matsuo Bashô, en un país como Japón, donde, según Enrique Gómez Carrillo: Sus dioses nacionales, los de la antigua religión Sinto, son los héroes, los sabios, los poetas, fue incluido en el círculo de los kamis.

Y Masaoka Shiki, ante un mito fundacional y un kami del haikai no hokku, inicia la desacralización.

Shiki hace una lectura crítica de la obra de Bashô, la cual, según dice, era vista como un conjunto de escrituras sagradas por sus seguidores. De momento, veo esa crítica como una batalla naval en la que la nave de Shiki embiste a la nao del Maestro. La nao se hunde y, ahora, busco en el fondo entre los restos cubiertos de algas marinas. Lo primero que hallo es el ku del hibisco:

michinobe no

mukuge wa uma ni

kuwarekeri

He aquí la versión de Caqui, Revista Brasileira de Haicai:

A flor

Da beira da estrada

Foi comida pelo cavalo

 

La flor

De la orilla del camino

Fue devorada por el caballo

Me apena decir que al estar limpiando de algas el original japonés, se salpicó la traducción que hicieron Elías Rovira y Jaime Lorente de la traducción italiana de Lorenzo Marinucci. Me disculpo con ellos por mi defectuosa reconstrucción:

En el camino

un hibisco devorado

por el caballo

Recuerdo las palabras que la Maga les dice a Horacio y sus compañeros, en Rayuela: “ustedes ven la vida como cuadros de una exposición, pero no están en ella”. Y el Maestro no andaba de mirón asomándose al camino, estaba en el camino. Trato de acompañarlo como acompañé, hace tiempo, a Mutanabbi cuando salió huyendo de Egipto:

Nos llevaban rápidas las monturas, con los belfos blancos

y las pezuñas verdes de rugl y de yanam.

El arabista Emilio García Gómez aclara que, para aumentar la rapidez de la marcha no habían dejado pacer a las camellas, por eso llevaban los belfos blancos y las pezuñas verdes por el rugl y el yanam, hierbas del desierto, que habían pisado.

Sigo hurgando entre los restos. Una parte de la nao quedó enterrada en el limo del fondo, de ahí extraigo esto:

hito tose ni

ichido tsumaruru

nazuna kana

 

Durante el año

se recoge una vez,

la hierba nazuna

Lo cual me remite a:

yoku mireba

nazuna hana saku

kakine kana

 

Si miro con cuidado

la nazuna florece

junto al seto

Me atrevo a intentar un honka dori, espero que no sea juzgado como un mero versioneo; tomémoslo como un ku sin pretensiones o simple vehículo de mi opinión:

Si miro con cuidado

entre el fango y las algas

una joya

¿Por qué la actitud crítica de Shiki? El haiku estaba en decadencia, necesitaba ser renovado. Shiki es el renovador. Veamos lo esencial de la crítica que hace a la obra de Bashô, la cual se tenía como el modelo a seguir:

Afirma que los kus del Maestro fueron recogidos sin hacer distinción entre los buenos y los fallidos. Que los buenos serán unos doscientos de los más de mil que escribió. Que el ku del viejo estanque es una especie de reliquia sin valor literario. Esos hechos que señala, a fuer de hechos, son irrefutables, y uno de ellos posee una importancia capital para la comprensión de la perspectiva estética del Maestro. Aceptemos los hechos y agradezcamos a Shiki el haberlos señalado; sin embargo, su opinión acerca del sentido del ku del viejo estanque parece cuestionable.

Vicente Haya en el prólogo de Aware dice que los japoneses incluyen en sus antologías haikus malos sin juzgarlos. De ahí que no deba extrañarnos la actitud de quienes recopilaron los kus de Bashô.

Que los haikus aceptables no pasen de doscientos también es comprensible porque el Maestro desarrolló su estilo en los últimos años de su vida.

Lo cuestionable del ku del viejo estanque es su asimilación al Zen. Shiki, aunque tiene sus dudas, termina por aceptar que “la verdad del practicante Zen es la médula del estilo de Bashô”, y que ese ku “expresa poéticamente este tal como son las cosas.”

Si el estilo de Bashô es Zen ¿por qué en Oi no Kobumi (Notitas de morral) afirma que su arte no le ha traído paz?

 ¿Y la influencia Zen en el haiku? Podría decirse que sólo proporcionó un método a las tendencias contemplativas del alma japonesa, ya mencionadas por Nuria Parés. Y que afinó la agudeza de Saigyô, Bashô y Santôka.

Por lo que respecta a los poemas Zen, están en el Shodó, el Zenrin…

¿Y el hecho de importancia capital señalado por Shiki? Al insistir en el nulo valor literario de los kus más famosos de Bashô nos hace sospechar que el haikai no hokku es un género no literario. ¿Será posible tamaña paradoja? ¿Una literatura que no sea literaria?  O, ¿de qué otra manera podría decirse esto?

Bashô da la espalda a la naturaleza estilizada de la poesía establecida, no al fluir de la naturaleza, y presta atención a lo inmediato, lo ordinario, lo que no se toma en cuenta ni es digno de poetizar, y lo nombra con un lenguaje adecuado, sencillo, sin retórica. En fin, una literatura no convencional.

Haiku 50

50

Escuchando el koto en un atardecer de primavera

 

瀟湘の鴈のなみだやおぼろ月

Shou- shou no gan no namida ya oborozuki

Las lágrimas de los gansos
en los ríos de Xiaoxiang;
luna brumosa.

Asistimos a un haiku con reminiscencias de la cultura china, quizá vinculado a la visión de un cuadro que evoca este paisaje. No olvidemos que Buson privilegió el estilo chino de su maestro indirecto: Bashô (especialmente entre 1680 y 1683). Los gansos que parten de viaje es un tópico constante en el haiku (de hecho Bashô nos habla de este suceso cuando abandona Kioto rumbo a Edo, en 1672). Buson nos muestra una escena velada, con la clásica luna llena, evocando escenas propias de los poetas de la dinastía Tang, a la que tanto admira. Un haiku con matices clásicas que recurre a la técnica alusiva del pasado (honzetsu).

                 瀟湘 shou-shou se refiere a los lagos y ríos de China de la zona central (Xiaoxiang, en la provincia de Henan, que se convirtió en un tópico de la literatura china como lugar simbólico en que se exiliaban a hombres talentosos, aunque también era un paraje lleno de bestias salvajes). Buson no lo visitó, pero intenta convertirlo en un suceso creíble.

Abril 2023

Con el inicio de abril ya ha llegado la primavera al hemisferio norte, aunque en el periodo Edo (1603-1868), la época de Bashou, todavía se utilizaba el calendario lunar, en el cual, el Cuarto Mes ―que si hacemos una conversión al calendario actual iría desde el 05 al 21 de mayo― marcaba el fin de esta estación. Y para darle la bienvenida en esta ocasión les traigo dos haikus del maestro.

El primero tiene su inspiración en un poema estilo tanka de Nouin que figura con el número 116 en el Shin Kokin Wakashuu, la octava antología imperial, compilada en el año 1205 por Fujiwara no Sadaie.

 

山里の春の夕暮来てみれば入相の鐘に花ぞ散りける

yamazato no haru no yuugure kire mireba iriahi no kane ni hana zo chiri keru

si veo llegar el atardecer veraniego en la montaña, al sonido de la campana del atardecer caen las flores

Bashou toma el concepto de la campana que tañe en el templo al atardecer, pero cambia el enfoque de los pétalos al aroma.

鐘消えて花の香は撞く夕哉

kane kiete hana no ka wa tsuku yuube kana

calla la campana y me atraviesa el aroma de las flores, atardecer

Nouin (988 – 1051), ―nombre que toma Tachibana no Nagayasu al convertirse en monje― al igual que Bashou, no menciona la flor a la que se refiere, y es interesante la utilización que ambos hacen de esta palabra, ya que es, hasta cierto punto, contraria a la evolución del uso del término. En el periodo Heian se comienza a abandonar la fuerte influencia china de periodos anteriores, y a desarrollar una conciencia nacional propia y autentica que se refleja, evidentemente, en todas las expresiones de arte, entre ellas la poesía y el lenguaje. Así “花 hana” = flor, previamente se refería al ciruelo, árbol importado desde China, y que en poesía era utilizado para evocar su perfume, o sus ramas torcidas; mientras que, posteriormente, hará referencia al cerezo, árbol que existía en Japón, y se asocia con los pétalos y con la espera por la floración o la nostalgia por su caída.

El segundo haiku está basado en un setsuwa o cuento tradicional de la colección Shaseki shuu (1283), el cual narra lo siguiente: cuando la Emperatriz Shoushi, quien tuviera entre sus damas de compañía a Murasaki Shikibu, quiso trasplantar un árbol de cerezos yaezakura desde el Templo Koufuku-ji a la capital, los monjes se opusieron. Impresionada por estos hombres con fama de rudos, pero que apreciaban la belleza de las flores, la emperatriz cesó en su intento y mandó construir una cerca en Yono no shou, donde estos árboles estaban plantados, y puso una guardia para su custodia. Desde entonces a este lugar se le llama “Hanagaki no shou” 花垣の庄 o la villa de las flores cercadas. Bashou toma esta historia para componer su haiku.

一里はみな花守の子孫かや

hito sato wa mina hanamori no shison ka ya

en la villa ¿son todos descendientes de los guardias florales?

Espero les gusten los haikus que he seleccionado para esta ocasión, y las historias detrás de lo que inspiró al maestro al componerlos. Me despido desde un Santiago de Chile que no quiere dejar ir el verano ¡Hasta la próxima!

Espacio para el vuelo (y 2)

Viento en los pinos

Escucho “La ascensión de la alondra”, de Vaughan Williams, y me pierdo en un abismo de sensaciones. Ese poema sinfónico, inspirado en el poema homónimo de George Meredith, evoca “el canto hecho de luz” y me lleva al mundo de los trovadores: a Bernart de Ventadorn, viendo cómo la alondra mueve sus alas de alegría contra el rayo de sol, y se desvanece, y se deja caer por la dulzura que le llega al corazón, despertando en el enamorado la llama del deseo… Esa es también la alondra de Bashô, que canta sobre los campos en absoluta libertad, y la de Rikuto, desvaneciéndose en el inmenso cielo azul… En ese espacio ilimitado para el canto y el vuelo, la poesía japonesa nos sorprende con uno de los sonidos más sutiles: el del “viento en los pinos”.

                “Lo profundo es el aire”, dice Jorge Guillén, recogiendo poéticamente el vacío inagotable del Tao o el concepto japonés de Ma: espacio entre cosas cercanas, o pausa entre dos fenómenos o acciones. Si lo pensamos bien, esa “presencia por ausencia” es el alma del haiku: lo que dice más allá del decir; su aire es su silencio. Pero acercándonos a la expresión concreta, se nos despliega un inmenso abanico: el viento, por ejemplo, recibe diferentes nombres, según su procedencia, intensidad, e incluso textura: frío, cálido, seco, húmedo, violento, suave… Hay un viento de río y de mar, y hasta un viento secreto, pero el más delicado es el “viento en los pinos” (matsukaze), brisa ligera que, en las tardes de verano, suele escucharse en los bosques. Se dice que, a los amantes del té, el ruido del agua hirviendo les evoca ese sonido, que Bashô asocia con el del agua al caer las agujas empujadas por el viento. Más mundana, y con un toque de melancolía, Sogetsu-ni sólo escucha, después del baile, el rumor de los pinos y el canto de los insectos. (De la poesía arábigoandaluza nos llegan otras evocaciones. Un poeta pacense del siglo XII le pide al rey “un halcón de límpidas alas, cuyo plumaje se haya combado por el viento Norte”. Y en la Sala de Dos Hermanas de la Alhambra, hay un verso prodigioso, un delicado conjuro de defensa, que dice: “La brisa la protege con su magia”).

                En “El aire y los sueños”, Gaston Bachelard habla de nuestro “sueño de vuelo”, de una imaginación abierta, que es, sobre todo, “un tipo de movilidad espiritual, el tipo de movilidad espiritual más grande, más vivaz, más viva.” Qué fuerza tiene el aire, ese elemento invisible… El haiku lo refleja maravillosamente: en la niebla que flota, luminosa, sobre el embarcadero; en la alondra que mide sus fuerzas con el viento primaveral, el mismo que va tropezando por ahí como un borracho; en el sauce que se peina y se despeina; en los campos quemados y en la mirada de un mendigo; en la mariposa cubierta de arena y en la sombra de una cometa sobre la nieve… El viento de otoño (akikaze) es el viento por antonomasia: intenso, áspero, el que ahonda la soledad y desvela al insomne.  Santôka asume su punzante frescor como conjura ante su propia muerte. Y Masajo Suzuki, enamorada, ve pasar con él a su amor secreto. Pero Kyoshi, que se acuerda de tantos montes y de tantos ríos, nos advierte:

“está el haiku
en el viento de otoño,
pero está en todo…”

***

Haibun 44

Haibun 44

Cafetal

Voy por la rodada derecha del camino al cafetal. Mis primos, en fila india, marchan por la del lado izquierdo. El camino es verde y estrecho, las rodadas de los camiones son dos veredas de arcilla roja. A los lados hay matas de todas clases y árboles frutales.

Al llegar frente a un izote nos detenemos. Del fondo de la finca sale un olor penetrante. Hay mucha vegetación, no se ve el árbol pero el olor nos guía. “Ahí están las maltas”, exclama uno de los primos. El palo de naranja malta está cargado y sus ramas se encuentran al alcance de nuestras manos.

Al clavar las uñas en una malta para partirla, el olor de la delgada cáscara me embriaga. Muerdo un gajo oloroso, jugoso, fresco, mientras uno de mis pies se hunde en un hormiguero. Me pongo a zapatear para sacudirme las hormigas, y me dicen: “¿No que no sabías bailar la bamba?”

Llegamos al lugar del corte de café. Una de las tías, con el cabello cubierto por una pañoleta, y un tenate en la cintura, nos pregunta: “¿Quieren cortar en mi surco?” Todos queremos participar. Nos presta unos tenates amarillentos que parecen sombreros de palma sin ala, y nos los atamos a la cintura.

“Corten únicamente los maduros, y no recojan los que se caigan, esos son para la pepena”.

La hojarasca forma un colchón en el suelo del cafetal. No resisto la tentación de saltar. Uno de los primos me dice: “Ahorita ponte a cortar, y después, si quieres, te acuestas en la hojarasca”.

Uno de los cortadores nos advierte: “Cuidado con los pollitos, ya maté uno”, y nos muestra la hoja en que lo encontró. El pollito es una oruga blanca con púas en el espinazo. “Son venenosos”.

Llenamos varios tenates. Al atardecer se suspende el corte. Un camión de redilas se lleva los frutos del cafeto guardados en costales. Los llevan a despulpar. Nosotros, sudorosos, con hambre, regresamos a la casa de los tíos.

Anochecer –
A punto de cocerse
la polenta

 

                                                                                   Jorge Moreno Bulbarela   “Jor”
Xalapa, Veracruz (México)

Frente a la habitación de enfermo

病室前ノ糸瓜棚 臥シテ見ル所

Utilizando unos diferentes tonos de los pigmentos de las pinturas y mirando al exterior de la “habitación de enfermo”, se dibujan seis calabazas, unas grandes y otras pequeñas, para potenciar la sensación de perspectiva que da la convergencia del enrejado.

El enrejado de calabazas visto desde la posición acostada

Notas.-

Esas calabazas, son de las que se saca el jugo sanador que facilita la expulsión de flemas de sus pulmones, y a las que dedicó sus últimos haikus antes de morir.