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A mis amigos de aquel rincón de Ibaraki

Cuando uno se dedica a la literatura japonesa, el haiku es algo que siempre sale al encuentro. Sin embargo, mi tesis de maestría fue sobre una obra narrativa del siglo XVII y mi interés estaba más bien en el tanka clásico, que expresa emociones e ideas de forma elegante e indirecta. En ese contexto, mi primer acercamiento serio con este tipo de poesía se dio a raíz de una plática que tuve con Yaxkin Melchy mientras regresábamos de visitar, también por vez primera, el jardín de ciruelos del Monte Tsukuba. Ante la pregunta de cuál era mi haiku para aquella ocasión, no supe qué responder. Después, pensando en no volverme a quedar sin el verso apropiado, me di cuenta de que muchas de las plantas y animales que había estado documentando durante mi estancia en aquel lugar no aparecían en tankas ni en El relato de un Genji, sino sólo en el haiku, más abierto a preservar la simpleza de lo cotidiano y no sólo retomar los elementos cargados de bagaje literario o simbólico.

Quizá no haya sido un hecho fortuito, sino el resultado de un enlace kármico el que sucediera así, pues el Monte Tsukuba es la montaña de la poesía, opacada sólo en el par de siglos recientes por el Fuji, ubicado al otro extremo de la planicie de Musashi (o de la zona metropolitana de Tokio). El primer poema dialógico dentro de los mitos Kiki 記紀, presentado en el apartado uno, menciona dicho topónimo, por lo que se convirtió en signo de las secuencias poéticas clásicas, es decir, del renga 連歌. Así, «vía de Tsukuba» (Tsukuba no michi 筑波の道) fue sinónimo de esa práctica de la que surgió el haikai y, siglos más tarde, el haiku. Bashô, después de recordar esa historia, escribió en el prefacio del Peregrinaje a Kashima (Kashima mairi 鹿島詣; 1687) que, ante ese par de cumbres que recordaba a las famosas Montañas del Ermitaño (Lúshān 廬山), en China, con su pico llamado Par de Espadas (Shuāngjiàn 双剣): “no se puede estar sin poemas [tanka], no se puede pasar de largo sin versos [haikai]. De verdad, parece que ha sido una montaña que sólo se puede amar” (waka naku ba aru bekarazu, ku naku ba sugu bekarazu. Makoto ni ai subeki yama no sugata narikerashi 和歌なくばあるべからず、句なくばすぐべからず。まことに愛すべき山のすがたなりけらし).

En la actualidad, «vía de Tsukuba» (Tsukuba no michi つくばの道) es el nombre dado al camino principal que conduce al Santuario del Monte Tsukuba (Tsukubasan Jinja 筑波山神社), espacio religioso formado en 1875 con la destrucción del Templo de la Meditación Media (Chūzenji 中禅寺), que había estado ahí desde inicios del siglo IX. Algunos elementos de su compleja historia religiosa son relevantes para la poesía aquí compilada, así que haré un breve resumen. Desde tiempos antiguos, como se ve en los poemas de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759), el Monte Tsukuba, con sus dos cumbres, fue visto como la unión de una deidad masculina y otra femenina, de la cual emanaba la fertilidad de los valles circundantes. Esos dioses fueron identificados con Izanagi 伊弉諾 e Izanami 伊弉冊 que, de acuerdo con los mitos Kiki, eran los creadores del archipiélago japonés y los ancestros de casi todos los dioses locales. En la versión transmitida por Los orígenes kármicos del Monte Tsukuba (Tsukubasan engi 筑波山縁起), un texto que se cree de inicios del siglo XIX, el sitio de la montaña sería la isla Onokoro, lugar a partir del cual esa pareja divina engendró las islas, los ríos, las montañas y la miríada de dioses que los pueblan. Ésta es la razón por la que Masaoka Shiki 政岡子規 dice en su tanka que Tsukuba es «la primavera del Origen del Sol» (Hi no moto no haru 日の本の春) y ésta es la historia que cuenta la serie de haikus mitológicos de Mizuhara Shūôshi 水原秋桜子. No olvidemos, sin embargo, que, durante casi un milenio, ambas cumbres fueron vistas como avatares cuyas fuentes eran dos formas tántricas del bodhisattva Avalokiteśvara (Kannon 観音), unidas al Deva del Gozo (Kangiten 歓喜天; Gaņeśa) en el caso masculino, y a la Devī del Discurso y del Ingenio (Benzaiten 弁財天, Sarasvati), en el femenino. Quizá es la confluencia de atributos de esas deidades lo que hizo de la montaña, también conocida como las Cumbres Púrpuras (Shihô 紫峰), una fuente de inspiración a través de los siglos.

1.

Este canto dialógico, presentado tanto en El registro de las cosas antiguas (Kojiki 古事記; 712), como en las Crónicas de Japón (Nihonshoki 日本書紀; 720) en las respectivas secciones dedicadas al mítico Emperador que Recorría los Paisajes (Keikô 景行) es considerado el primer sedôka 旋頭歌, poema compuesto por dos tercetos complementarios de 5-7-7 sonidos. La primera mitad es atribuida al Príncipe Ousu 小碓, mejor conocido como el Guerrero de Yamato (Yamato-Takeru 倭建 o 日本武), personaje mítico que habría derrotado a varios pueblos que no se sometían a la autoridad de su padre. Su segmento habría sido una pregunta a sus acompañantes cuando regresaban de una campaña en el noreste de Honshū. La segunda parte habría sido la respuesta de un portador de antorcha ante el silencio de los sirvientes del príncipe.

珥比麼利菟玖波塢須擬氐異玖用伽禰菟流
Niibari / Tsukuba o sugite / ikuyo ka netsuru

¿Cuánto he dormido
desde que atrás dejamos
Niibari y Tsukuba?

伽餓奈倍氐用珥波虛々能用比珥波苔塢伽塢
Kaga nabete / yo ni wa kokonoyo / hi niwa tôka o

Siguiéndose los días,
noches, nueve van ya
y días, diez.

2.

Takahashi no Mushimaro 高橋虫麻呂 (siglo VIII), funcionario en Hitachi y poeta. Éste es el poema 1757 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759), compuesto al subir el Monte Tsukuba.

草枕客之憂乎名草漏事毛有哉跡筑波嶺尓登而見者尾花落師付之田井尓鴈泣毛寒来喧奴新治乃鳥羽能淡海毛秋風尓白浪立奴筑波嶺乃吉久乎見者長氣尓念積来之憂者息沼

Kusamakura / tabi no uree o / nagusamoru / koto mo ari ya to / Tsukubane ni / noborite mireba / obana chiru / Shizuku no tai ni / kari ga ne mo / samuku ki nakinu / Niihari no / Toba no awaumi mo / akikaze ni / shiranami tachinu / Tsukubane no / yokeku o mireba / nagaki hi ni / omoitsumi koshi / uree wa yaminu

¡Que alguna cosa
las penas aliviara
de un viaje en que la hierba
sirve de almohada!

Y, al subir y observar,
desde el Monte Tsukuba:

voces de gansos
que van graznando
sobre arrozales
del gélido Shizuku
en que se esparcen
penachos de los pastos;

y aquel pantano
de Toba en el Niibari,
donde el viento de otoño
levanta blancas olas.

Viendo esas maravillas
desde el Monte Tsukuba,
desaparecen
todas las penas
acumuladas
después de un largo día.

Éste es el 1758 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759) y se trata del poema opuesto (hanka 反歌) al anterior.

筑波嶺乃須蘇廻乃田井尓秋田苅妹許将遺黄葉手折奈

Tsukubane no / susomi no tai ni / akita karu / imo gari yaramu / momiji teorana

Voy a cortar
hojas ocres para ella
que anda en la siega
otoñal de arrozales
a los pies del Tsukuba.

Éste es el poema 1759 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759), compuesto el día en que se sube al Monte Tsukuba para realizar el festival del Kagai 嬥謌.

鷲住筑波乃山之裳羽服津乃其津乃上尓率而 未通女牡士之徃集加賀布嬥歌尓他妻尓吾毛交牟吾妻尓他毛言問此山乎牛掃神之従来不禁行事叙今日耳者目串毛勿見事毛咎莫

Washi no sumu / Tsukuba no yama no / Mohakitsu no / sono tsu no ue ni / adomoite / otome otoko no / ikitsudoi / kagau kagai ni / hitozuma ni / a mo majiwaramu / waga tsuma ni / hito no kototoe / kono yama o / ushiwaku kami no / mukashi yori / isamenuwaza zo / kyô nomi wa / megushi mo na mi so / koto mo togamu na

Sobre aquel puerto
de Mohakitsu
en el Monte Tsukuba
donde habitan las águilas,
somos llevados.
Doncellas y mancebos
se irán reuniendo
y, en medio de la fiesta,
con una esposa ajena
también podría unirme
y mi mujer, de otro hombre,
puede tener propuesta.
Los dioses que gobiernan
esta montaña
desde tiempos remotos
lo permiten así.
Sólo por hoy,
¡ni notes la belleza,
ni reproches los actos!

 

Éste es el 1760 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万 集; c. 759) y se trata del poema opuesto (hanka 反歌) al anterior.

男神尓雲立登斯具礼零沾通友吾将反哉
Onokami ni / kumodachi nobori / shigure furi / nuretôru to mo / ware karerame ya

Sobre el dios macho,
se alzan súbitas nubes
y cae llovizna.
¿Acaso me iré así
totalmente mojado?

3.
Tajihi no Mahito Kunihito 丹比真人国人 (siglo VIII), funcionario del Ministerio de Asuntos Populares, gobernador de Izumo y de Tôtômi, exiliado a Izu en el 757 por su implicación en la conspiración de Tachibana no Naramaro 橘奈良麻呂. Éste es el poema 382 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759), compuesto al subir el Monte Tsukuba.

鷄之鳴東國尓高山者佐波尓雖有朋神之貴山乃儕立乃見杲石山跡神代従人之言嗣國見為築羽乃山矣冬木成時敷時跡不見而徃者益而戀石見雪消為山道尚矣名積叙吾来煎

Tori ga naku / azuma no kuni ni / takayama wa / sawa ni aredomo / futa kami no / tôtoki yama no / nami tachi no / mi ga hoshi yama to / kamiyo yori / hito no iitsugi / kunimi suru / Tsukuba no yama o / fuyugomori / tokijiki toki to / mizute ikaba / mashite koishimi / yukige suru / yamamichi sura o / nazumi zo waga keru

Aunque haya muchos
montes muy altos
en las tierras de oriente
en que cantan los gallos,
habla la gente
desde la era divina
de esos montes sagrados,
dos deidades en fila,
cuyo encuentro deseaba.
Al ir sin observar
que el monte de Tsukuba
de donde el territorio
de vista se domina
fuera de tiempo
aún se hallaba
sumido en el invierno,
con dificultad vengo
por sendas en deshielo
aumentado mi aprecio.

Éste es el poema 383 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759) y se trata del poema opuesto (hanka 反歌) al anterior.

築羽根矣卌耳見乍有金手雪消乃道矣名積来有鴨
Tsukubane o / yoso nomi mitsutsu / ari kanete / yukige no michi o / nazumi kuru kamo

Tras haber visto
al tal Monte Tsukuba,
sólo de lejos,
por sendas en deshielo
con pesar quizá llegue.

4.
Poema anónimo con el número 1095 de la Antología de la poesía japonesa antigua y moderna (Kokinwakashū 古今和歌集). Es presentado como «La canción de Hitachi» (Hitachi uta ひたちうた).

筑波嶺のこのもかのもに陰はあれど君がみかげにますかげはなし
Tsukubane no / kono mo kano mo ni / kage wa aredo / kimi ga mikage ni / masu kage wa nashi

Aunque haya encantos
en el Monte Tsukuba
por todas partes,
no hay una que supere
la de vuestra merced.

La palabra kage 陰 puede significar sombra, pero también protección o benevolencia de algún ser superior. Es homófona con kage 影, que significa silueta o imagen. Mientras tanto, mikage みかげ es una forma honorífica de cualquiera de las anteriores, especialmente usada para las imágenes de dioses, budas y aristócratas. De acuerdo con el poema, los bellos paisajes del Monte Tsukuba no se comparaban con la persona a quien iba dirigida o quizá su benevolencia superaba la sombra de aquella montaña.

5.
El Emperador del Claustro Repleto de Sol (Yôzeiin 陽成院; 869-949). Éste es el poema 776 de la Segunda antología de poesía japonesa (Gosenwakashū 後撰和歌集; 951).

筑波嶺の峰より落つるみなの河恋ぞつもりて淵となりける
Tsukubane no / mine yori otsuru / Minanogawa / koi zo tsumorite / fuchi to narikeru

El Río Minano
cae desde las cimas
del Monte Tsukuba:
así el amor se acopia
volviéndose hondonadas.

El nombre de este río que desciende del Monte Tsukuba se escribe con los caracteres para hombre y para mujer, Minano 男女, por lo que se entiende como símbolo del amor heterosexual y emblema de la fertilidad que prodiga la montaña. Actualmente, es sólo un vestigio de aquel pasado, pero su curso sigue pasando junto a santuarios que recuerdan su importancia religiosa.

6.
Nôin 能因 (988-1051), monje, poeta viajero y esteta. Éste es el poema número 164 de la Antología de poesía japonesa de las flores del lenguaje (Shikawakashū 詞花和歌集; 1152).

君が世はしら雲かかる筑波嶺のみねのつづきの海となるまで
Kimi ga yo wa / shirakumo kakaru / Tsukubane no / mine no tsuzuki no / umi to naru made

Vuestro reinado
hasta donde los montes
se vuelven mar
más allá del Tsukuba
lleno de blancas nubes.

Éste es el poema con el número 1303 de la Nueva antología imperial de poesía japonesa (Shinchokusenwakashū 新勅撰和歌集; 1234), acompañado por una introducción que dice que fue compuesto en Hitachi.

よそにのみおもひおこせしつくばねのみねの白雲けふ見つるかな
Yoso ni nomi / omoiokoseshi / Tsukubane no / mine no shirakumo / kyô mitsuru kana

Me hace pensar
tan sólo en otras cosas:
hoy pude ver
las nubes en las cimas
del tal Monte Tsukuba.

7.
Hattori Ransetsu 服部嵐雪 (1654-1707), samurái al servicio del señor feudal de Hitachi y poeta de haikai discípulo de Bashô. Este hokku fue incluido en la introducción en prosa a Peregrinaje a Kashima (Kashima mairi 鹿島詣).

ゆきは不申先むらさきのつくばかな
Yuki wa môsazu / murasaki no / Tsukuba kana

Huelga hablar de la nieve:
¡Monte Tsukuba
de color púrpura!

8.
Yosa Buson 与謝蕪村 (1716-1784), poeta de haikai y pintor.

行春やむらさきさむる筑羽山
Yuku haru ya / murasaki samuru / Tsukubasan

¡Abril termina!
Compruebo que es morado
Monte Tsukuba.

 


9.
Kobayashi Issa 小林一茶 (1763-1828), monje de la Escuela de la Verdad de la Tierra Pura (Jôdoshinshū 浄土真宗) y poeta de haikai.

よしきりや空の小隅のつくば山
Yoshikiri ya / sora no osumi no / Tsukubasan

¡Un carricero!
Y, en un rincón del cielo,
Monte Tsukuba.

冬枯や垣にゆひ込つくば山
Fuyugare ya / kaki ni yuikomu / Tsukubasan

¡Marchitez invernal!
Monte Tsukuba apresado
por aquel seto.

炭舟や筑波おろしを天窓から
Sumifune ya / Tsukuba oroshi o / atama kara

Barco carbonero.
El viento del Tsukuba
por la claraboya.

El viento que desciende de Monte Tsukuba (Tsukuba oroshi 筑波おろし) es en realidad una corriente invernal que atraviesa el sur de Ibaraki hacia Chiba, regiones desde las que se ve la montaña

10.
Masaoka Shiki 政岡子規 (1867-1902), reformador de la poesía japonesa, haikuísta, poeta de tanka y editor.

秋風や鳥飛び盡す筑波山
Akikaze ya / tori tobitsukusu / Tsukubasan

¡Viento otoñal!
Las aves vuelan hasta agotarse.
Monte Tsukuba.

名月や彷彿としてつくば山
Meigetsu ya / hôfutsu to shite / Tsukubasan

¡Luna de la cosecha!
Me la recuerda
Monte Tsukuba.

赤とんぼ筑波に雲もなかりけり
Aka tonbo / Tsukuba ni kumo mo / nakarikeri

Roja libélula.
Ni una nube tan solo
allá en Tsukuba.

いつはあれといつこはあれと日の本の春はつくばゆ朝日さしのぼる
Itsu wa are to / itsu ko wa are to / hi no moto no / haru wa Tsukuba yu / asahi sashinoboru

Es como siempre,
así como siempre ha sido:
la primavera
de Japón es Tsukuba.
Se alza el sol matutino.
11.
Nagatsuka Takashi 長塚節 (1879-1915), poeta de tanka discípulo de Masaoka Shiki 政岡子規 y novelista. Nació y creció en un pueblo de Ibaraki desde el que es visible el Monte Tsukuba.

筑波嶺に降りける雪は白駒の額毛に似たり消えずもあらぬか
Tsukubane ni / furikeru yuki wa / shirokoma no / nukage ni nitari / kiezu mo aranu ka

La nieve caída
en el Monte Tsukuba
de una yegua alba
se asemeja a las crines.
¿Tampoco se esfumará?

夕さればむらさき匂ふ筑波嶺のしづくの田居に雁鳴き渡る
Yū sareba / murasaki niou / Tsukubane no / shizuku no tai ni / kari naki wataru

Pasan los gansos
graznando sobre campos
que riega el Tsukuba.
Al llegar el ocaso,
reluce color púrpura.

蜀黍の穗ぬれに見ゆる筑波嶺ゆ棚引き渡る秋の白雲
Morokoshi no / honure ni miyuru / Tsukubane yu / tanabiki wataru / aki no shirakumo

Monte Tsukuba
visible entre las espigas
del campo de sorgo
Blancas nubes de otoño
se deslizan flotando.

筑波嶺に雪は降れども枯菊の刈らず殘れるしたもえに出づ
Tsukubane ni / yuki wa furedomo / karegiku no / karazu nokoreru / shitamoe ni izu

Aunque ya neva
sobre el Monte Tsukuba,
el no cortar
los crisantemos secos
es porque quedan brotes.

12.
Mizuhara Shūôshi 水原秋桜子 (1892-1981), médico obstetra con doctorado a cargo de la Oficina Médica del Ministerio de la Casa Imperial, profesor de ginecología en el Colegio Médico de Shôwa (Shôwa Igaku Senmongakkô 昭和医学専門学校), haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子 y de Matsune Tôyôjô 松根東洋城, luego adalid del haiku de vanguardia y editor. La siguiente secuencia de haikus (renku 連句) lleva el título de «Los orígenes kármicos de Monte Tsukuba» (Tsukubasan engi 筑波山縁起), fue compuesto en 1927 después de ver el texto del mismo nombre en el santuario e inscritos en 1979 en un monumento en los terrenos del mismo.

わだなかや鵜の鳥むるゝ島二つ
Wada naka ya / u no tori mururu / shima futatsu

Centro del mar:
dos islas en que se juntan
los cormoranes.

天霧らひ男峰は立てり望の夜を
Amagirai / omine wa tateri / mochi no yo o

Entre la niebla,
la Cumbre Viril se alza:
el plenilunio…

いづみわく女峰の萱の小春かな
Izumi waku / nyohô no kaya no / koharu kana

¡El suave invierno
en pastos de la Cumbre Hembra
donde mana agua!

国原や野火の走り火よもすから
Kunibara ya / nobi no hashiribi / yomosugara

¡Vastos terrenos!
Crepita el fuego agrario
toda la noche.

蚕の宮居端山霞に立てり見ゆ
Ko no miyai / hayama kasumi ni / tateri miyu

Santuario de polillas:
ver que se yergue
al pie en la niebla.

 
13.
Katô Shūson 加藤楸邨 (1905-1993), especialista en literatura japonesa, profesor de la Universidad de Ciencias y Humanidades de Tokio (Tôkyô Bunrika Daigaku 東京文理科大学), haikuísta discípulo de Mizuhara Shūôshi 水原秋桜子, selector de la sección de haiku del periódico Asahi 朝日 y miembro de la Academia Japonesa de las Artes (Nihon Geijutsuin 日本藝術院).

筑波嶺の消えて畦火も衰へぬ
Tsukubane no / kiete azebi mo / otoroenu

Fuego entre tierras
mengua ya al eclipsarse
Monte Tsukuba.

東風吹くや岩戸の神の二はしら
Kochi fuku ya / Iwato no kami no / futahashira

Las dos deidades
de la puerta de roca.
¡Sopla el levante!

14.
Kanbara Eiji 神原栄二 (n. 1932).

初筑波午後へむらさき深めけり
Hatsu Tsukuba / gogo e murasaki / fukamekeri

Primer Tsukuba:
hacia el ocaso el púrpura
se profundiza.

15.
Nenokawa Naoyuki 布川直幸 (n. 1945), haikuísta discípulo de Shimizu Keiko 清水径子, editor, miembro de la Asociación de Haiku Moderno (Gendai Haiku Kyôkai 現代俳句協会) y de la Asociación de Autores de Haiku de la Prefectura de Ibaraki (Ibarakiken Haiku Sakka Kyôkai 茨城県俳句作家協).

初富士に面と向かひて初筑波
Hatsu Fuji ni / tsura to mukaite / hatsu Tsukuba

Dirijo el rostro
al primer Monte Fuji.
Primer Tsukuba.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-..-

 

 

Junio 2022

Passejant per les pistes i corriols propers, aprofito un dia més per amarar-me de natura. És primavera, quan surto de casa la temperatura és ideal. Fresca a primera hora, m’ajuda a entrar en calor, mentre el cap es va buidant i s’adapta a l’entorn. De mica en mica, començo a percebre els petits detalls que m’envolten, desapareixen els neguits del dia a dia.

brunzit d’abelles

immòbil sobre l’ortiga

l’aranya cranc*

Encara que no el vegi, el xisclet d’un aligot* en fa imaginar el seu vol en cercles, per sobre del bosc i els prats. A la llunyania se senten les esquelles del ramat que pastura entre els roures, darrere els matolls que hi ha uns metres més enllà, unes corredisses precedeixen l’udol de la gossada que s’acosta. Han ensumat el senglar.

Entre brucs florits, l’olor del romaní m’acompanya fins al mirador. M’aturo una estona contemplant els núvols prims que passen sobre els arbres.

Video https://youtu.be/rmtJ3xxyWPI

 

*https://macronatura.es/2019/09/16/arana-cangrejo-de-las-flores/

* https://es.wikipedia.org/wiki/Buteo_buteo

-.-

Paseando por los caminos y senderos cercanos, aprovecho un día más para empaparme de naturaleza. Es primavera, cuando salgo de casa la temperatura es ideal. Fresca a primera hora, me ayuda a entrar en calor mientras la mente se va liberando y se adapta al entorno. Lentamente, empiezo a percibir los pequeños detalles que me rodean, desaparecen las preocupaciones del día a día.

zumbido de abejas

inmóvil sobre la ortiga

la araña cangrejo*

Aunque no lo vea, el chillido de un ratonero* me hace imaginar su vuelo en círculos, sobre el bosque y los prados. En la lejanía se oyen los cencerros del rebaño que pasta entre los robles, detrás de los matorrales que hay unos metros más allá, unas carreras preceden el aullido de la jauría que se acerca. Han husmeado el jabalí.

Entre brezos floridos, el olor del romero me acompaña hasta el mirador. Me detengo un rato contemplando las delgadas nubes que pasan sobre los árboles.

Video https://youtu.be/rmtJ3xxyWPI

*https://macronatura.es/2019/09/16/arana-cangrejo-de-las-flores/

* https://es.wikipedia.org/wiki/Buteo_buteo

Haiku 40

40

やぶいりや守袋をわすれ草

yabuiri ya mamori- bukuro o  wasure kusa

Regresando de las vacaciones
no olvida
el talismán en la bolsa.

Desglose:

やぶいり [yabuiri: vacaciones del criado], [ya: partícula]守袋 [mamori-bukuro: bolsa protectora], [o: partícula], わすれ草 [wasure kusa: no olvidar]


Comentario y notas culturales:

 Según el profesor Shimizu, la bolsa ha sido cosida por la madre y el joven criado la llevará de vuelta, con sumo cuidado. Es una especie de símbolo: “No me olvides”. Realmente, Mamori-bukuro es un sutra protector inserto en una pequeña bolsa de brocado, quizá el recuerdo de un viaje a un templo o santuario. Puede ser un motivo de  mala suerte si no se lleva.

A veces se regresa con nostalgia… en otras puede convertirse en un alivio, como nos muestra Buson:

 

A.- やぶ入の宿は狂女の隣かな

yabuiri no yado wa kyō- jo no tonari kana

El criado en vacaciones
junto a la casa
de una chica loca.

* Kyōjo es una mujer lunática que, a menudo, representaba algún papel en el teatro noh.

Junio 2022

Monarca

Días de bruma, mar turbulento, humedad, lluvias y nieve, lentamente se acerca el invierno. Me llegan sensaciones de otros olores; los colores que atrapan entre ocres, amarillos, verdes; los ruidos de cambios atmosféricos, de la vida;  otros gustos, el frío en la piel…

Días atrás me llama la atención la presencia de una monarca al sol de una mañana otoñal, bastante fresca.

Me detengo para observarla en sus movimientos suaves, el brillo y colorido de sus alas, el detalle de su anatomía, ¡tantas sensaciones! , todo contacto,  hasta que alzo vuelo y se posó en una flor de la canastita de plata.*

 No es habitual encontrar monarcas en este hábitat, una… dos, cada tanto, se ven un poco más las que llamamos lecheras: mariposas blancas.

Siguiendo por el entorno puedo observar una oruga sobre una pared, capturo el instante y este es el resultado.

La vivencia trae a mi memoria un haiku de Bashô.

胡蝶にもならで秋経る菜虫哉

Kochô ni mo narade aki furu namushi kana

El otoño avanza
y la oruga no consigue convertirse
en una mariposa cualquiera

-(Trad. Vicente Haya)
Bashô, Clásico, haiku de lo sagrado

Preparo un té  y mientras lo bebo, abro el foro de ERDH donde dejé un haiku que motivó este acontecimiento, me atraparon respuestas poéticas que llegan al corazón y cada una de las percepciones que potencian el aware

https://foros.elrincondelhaiku.org/viewtopic.php?f=8&t=39337

Tomo el comentario que dejó JLVicent: “qué sueños tendrá esa monarca…; igual anda tras la pista de Zhuang Zi” , investigo y encuentro:

Una vez, soñé que era una mariposa,

revoloteando aquí y allá, a todos los efectos

una mariposa. Sólo era consciente de mi felicidad como

mariposa, sin saber que era yo mismo. Pronto me desperté,

y allí estaba yo, verdaderamente yo mismo otra vez. Ahora ya no

sé si yo era entonces un hombre soñando que era un

mariposa, o si ahora soy una mariposa, soñando que soy un hombre.

*https://es.wikipedia.org/wiki/Lobularia_maritima

Junio 2022

Llegamos, casi sin darnos cuenta, a la mitad del 2022, y con junio llega también el verano en el hemisferio norte. El haiku de este mes tiene por kigo la palabra 蛍 “hotaru, luciérnaga”, elemento que encontramos desde la antigüedad en poesía japonesa, como vemos en los dos tankas que siguen. El primero, de Ki no Tomonori, viene compilado con el número 562 en el Kokin Wakashuu, la primera antología imperial.

夕されば蛍よりけに燃ゆれども光見ねばやひとのつれなき

yuu sareba hotaru yori ke ni moyure domo hikari mineba ya hito no tsurenaki

al anochecer más que las luciérnagas ardo y sin embargo no alumbro ¿seguirá mi amor indiferente?

 

El siguiente, perteneciente a Izumi Shikibu, lo encontramos en el Go Shuui Wakashuu, cuarta antología imperial, con el número 1162.

もの思へば沢の蛍もわが身よりあくがれ出づる魂かとぞ見る

mono omoeba sawa no hotaru mo wa ga mi yori akugare idzuru tama ka to zo miru

pensando en aquello, vi las luciérnagas volar en el pantano, y parecía como si mi alma se alejase de mí

Dos hermosos poemas románticos de la segunda mitad del período Heian (794-1185). Pero a Bashou siempre le gustaba darle una vuelta a las cosas; verlas de forma distinta, y esta vez se basa en las enseñanzas de Zhuang Zhou, también conocido como Chuang Tzu, filósofo chino del siglo IV, de gran influencia no sólo en Asia, sino también en Europa. Él establece, a través de sus alegorías, lo que considera un tonto: “aquel quien pierde de vista el Tao y se aleja de su naturaleza innata”. Bashou lo expresa en el siguiente haiku.

愚に暗く茨をつかむ蛍哉

gu ni kuraku ibara wo tsukamu hotaru kana

tontamente en la oscuridad atrapo las espinas ¡oh, luciérnagas!

El haiku muestra una típica actividad veraniega que se realiza hasta nuestros días, la caza de luciérnagas. Pero el autor no sólo se deleita con la escena en la que se percibe la ceguera humana de buscar la satisfacción inmediata sin ponderar consecuencias; además, juega con los kanjis del primer verso 愚に暗く que, reordenados, forman la palabra 暗愚 “angu”, imbecilidad. Por lo tanto, no sólo tenemos la oscuridad en el sentido de la ausencia de luz, sino de inteligencia o perspicacia.

Y así, con la ironía tan propia de Bashou, me despido esperando tengan todos un maravilloso verano. Yo por mi parte, en Santiago de Chile, pasaré el invierno soñando con la tibieza de una noche estival.

Mágica noche de San Juan

No hay, en la cultura popular de Occidente, una fiesta más mágica. La mañana de San Juan, tan maravillosamente cantada por el romancero y por el cancionero español, viene precedida por la gran noche de la purificación y de la luz. Solsticio de verano, cuando el “sol inmóvil” (que es lo que significa “solsticio”) parece detenido en algún punto del ecuador celeste. En el hemisferio austral, ese momento ocurre hacia el 21 de diciembre. Aquí, en el hemisferio boreal, es ahora, hacia el 21 de junio, cuando la noche más corta y el día más largo del año evocan una suerte de iluminación cósmica. Para los griegos, el solsticio de verano era la “puerta de los hombres” -a diferencia del solsticio de invierno, la “puerta de los dioses”-, como si se quisiera subrayar, al hilo de la luz, la exaltación pagana del verano. El cristianismo asumió los ritos estacionales y los rebautizó, en un intento de fijar, en el calendario litúrgico, los momentos estelares, coincidiendo, aproximadamente, con los solsticios y con los equinoccios: la Navidad, la Pascua, el nacimiento de San Juan Bautista, la fiesta de San Miguel Arcángel.

                Muchas veces hemos recordado el prodigio del rayo de sol que ilumina, en ambos equinoccios, el capitel de la Anunciación de la iglesia burgalesa de San Juan de Ortega: prodigio de una técnica sutil, que implica un profundo conocimiento de la astronomía, pero que es, al mismo tiempo, y quizá en primer lugar, el símbolo de un misterio teológico. En relación con los cambios estacionales en general, hay testimonios mucho más remotos: La orientación de los cuatro círculos concéntricos de Stonehenge está determinada por el solsticio de verano: se sospecha que la llamada Piedra Talón tenía mucho que ver con la observación de esa primera mañana del solsticio, pero, en general, esos conjuntos circulares de la Edad del Bronce debieron funcionar como observatorios astronómicos para la predicción de los cambios estacionales y, paralelamente, como centros ceremoniales relacionados con ellos.

En Egipto, las sombras producidas por la pirámide de Keops marcaban, con exactitud matemática, las fechas de los equinoccios de primavera y otoño y los solsticios de invierno y verano. Al otro lado del mundo, los mayas orientaban sus ciudades en relación con el movimiento de la bóveda celeste; y en la fortaleza de Chichén Itzá se observa el descenso de serpiente Kukulkán, formada por las sombras que se crean en los vértices de la fortaleza cuando comienzan el verano y el invierno… Los incas celebraban, el 24 de junio, el Inti-Raymi o Fiesta del Sol en la explanada de Sacsayhuamán, cerca de Cuzco. Al despuntar la primera mañana de verano, el inca levantaba sus brazos al cielo y exclamaba: «¡Oh, mi Sol! ¡Oh, mi Sol! Envíanos tu calor, que el frío desaparezca. ¡Oh, mi Sol!»

                Los rituales del fuego sugieren el simbolismo de darle fuerza al sol, fuente de la vida, en el momento en que en empieza a crecer o a declinar. Los celtas celebraban, el primero de mayo, el festival del Beltane o “buen fuego”, con hogueras coronadas por pértigas, y hacían pasar al ganado entre las llamas para purificarlo. Las hogueras purificadoras se encendían y se encienden por todo el mundo, sobre todo en las culturas agrarias, para asegurar las cosechas, pero esos rituales de fuego tienen también otro sentido más profundo, como observa Mircea Eliade: “»una combustión, una anulación de los pecados y de las faltas del individuo y de la comunidad en su conjunto, y no una simple purificación”, pues «la regeneración es, como lo indica su nombre, un nuevo nacimiento».

                Y, junto al fuego, el agua, el “agua de gracia” de San Juan: las nueve olas de la fertilidad en la playa gallega de La Lanzada, o el agua de los “baños de amor”, enramada de trébol, albahaca, romero, lavanda y ruda… La iglesia visigótica de Baños de Cerrato (Palencia), dedicada a San Juan Bautista, fue erigida, en el siglo VII, por el rey godo de Toledo, Recesvinto, tras ser curado allí mismo por las aguas de unas fuentes o baños consagrados a las ninfas. En numerosos lugares, se suele recoger esa noche el agua de una fuente o manantial señalado, dejándola reposar a la luz de la luna; a la mañana siguiente, las muchachas se lavan la cara con esa agua revitalizadora, seguras de conservar la belleza y la juventud.

                Noche mágica por excelencia, la noche de San Juan. Noche en la que es posible ver, como en un instante de iluminación, la “flor de agua”; abrir las puertas invisibles y trasladarse al otro lado del espejo; liberarse de los encantamientos; encontrar el amor… Noche para el ensueño y para la purificación evocada por el bautismo en el Jordán. Mañana también mágica, en la que el conde Olinos madruga para dar agua a su caballo en las orillas del mar, y en la que

el infante Arnaldos ve venir una galera y escucha la misteriosa canción de un marinero, poderosa, pero reservada:

“yo no digo mi canción

sino a quien conmigo va”.

***

Junio 2022

Haibun 33

En el último latido del invierno brota la primavera…

Cada paso que doy es un silencio que se hunde en la arena… nadie cerca, sólo la mar y sus mil perfiles antes de morir en la orilla… el viento se hace añicos en mi cara.

Camino, paso a paso… A lo lejos, casi posado sobre el horizonte, arrastrado por el práctico, maniobra un buque granelero para entrar al puerto. Huele a mar… una mar que no sabe de silencios.

En la bahía luce el sol, llueve… un sol frío, una lluvia fría… late, ya débil, el corazón del invierno. Recorro la playa, sorteo las algas y la madera que anoche arrastró la tormenta. En una charca, dejada por la marea, un pequeño pez nada ajeno a la mar.

Charrán patinegro

Entre idas y venidas revolotean, gritones, un grupo de charránes… ancestrales graznidos que ponen verbo al cielo. Sigo con la mirada el vuelo acrobático de uno de ellos… cernido en el aire, sin demora, inicia su vertical y vertiginosa zambullida… la mar se rompe… en su pico da los últimos coletazos un pez.

En la orilla se deshace la espuma de la última ola… se deshace mi mirada atrapada como el pequeño pez que gira y gira en una charca ajeno a la mar.

La bruma va cubriendo la bahía, el mundo se empequeñece… Poco a poco, paso a paso, continúo con el paseo. En la playa vuelve a soplar el viento…

un viento suave…

parece que me mira

la gaviota muerta

 

Asturias, donde la tierra siempre es verde.

                                                                                 Alfredo Benjamín Ramírez Sancho
Asturias (España)

Mayo 2022

CONSTRUIR

Junto a la ría,
de gaviotas olvidada,
la vieja hélice.

 

DECONSTRUIR

Ayer, ¿o fue anteayer?, de uno de estos días de primavera, hice el mismo largo paseo mañanero por la ría de Avilés –ciudad donde desde hace dos semanas me ocupa mi afición por la cerámica–. A un lado del paseo, en el suelo, había objetos de hierro, testigos mudos y herrumbrosos de la otrora floreciente industria siderúrgica de esta ciudad asturiana. Al observar una gran hélice de hierro, hoy inútil dormida sobre la hierba, que pudo ser parte de algún mecanismo de los Altos Hornos o tal vez de algún barco, me vino la imagen común en los puertos de las gaviotas que siguen el rastro de los barcos cuando estos se acercan a tierra, los barcos que todavía hoy creo que se mueven ayudados por la propulsión de hélices.

     En otro tiempo los movimientos de esta hélice, que hoy yace ruinosa, pudieron ser saludados por decenas de gaviotas ansiosas. Hélice ruinosa, pero viva. Hoy, entre sus aspas crece la hierba y asoma alguna flor. El olvido, pasaporte del tiempo, no acabará  con la vida de esta vieja gloria. Inútil, pero viva.

Sobre el olvido renovado por la presencia de una flor, también inspirado en un día de primavera, hay un hermoso poema de Masaoka Shiki que deseo compartir con los lectores del Rincón del Haiku.

Wasureorishi
Hachi ni hana saki
Haruhi kana.

忘れ おりし
鉢 の 花 咲
春日 かな

En día de primavera,
de un tiesto olvidado,
brota una flor.

El poema de Shiki es infinitamente más directo y hermoso que el mío. En mis versos yo he tenido que pensar en las gaviotas para que la vieja hélice recobrara vida.  Recorrí un largo camino. El de Shiki es mucho más corto. Él no necesita mencionar el agente del olvido: solo el hecho. Y el milagro: la flor que brota donde nadie lo espera. Pero ahí debía de estar el haijin para ser testigo. “El haijin, testigo de milagros” sería un bonito título para un taller de haiku, ¿no os parece? De los milagros cotidianos que están ahí, a cada paso que damos, bajo cada mirada que lanzamos.