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El graznido del cuervo

No hay nada más ubicuo en el paisaje japonés que el graznido de los cuervos (Corvus macrorhyncos). No sólo es el único sonido animal que logra imponerse al chillido de las cigarras, sino que también son una de las pocas aves que se escuchan en el silencio invernal de los montes y zonas rurales, sin contar con que también están presentes en las ciudades. Aunque pueden ser considerados dañinos para la agricultura o molestos por su escándalo, los cuervos han tenido cierto valor simbólico y religioso debido a los mitos de origen continental que ponían a una de estas aves en el sol y que los convirtieron en emblemas del mismo. Por extensión, se asociaron a las múltiples deidades solares de Japón, en cuya iconografía suele aparecer un disco rojo con un cuervo de tres patas. Es particularmente importante el enviado por la diosa Amaterasu 天照 para guiar al Guerrero Divino (Jinmu 神武), fundador mítico del reino de Yamato, en su conquista del archipiélago japonés, pues se asocia al mandato divino de la casa imperial. Al mismo tiempo, son la inspiración formal de los tengu 天狗, seres sobrenaturales de moralidad ambigua que protegen las montañas, así como de algunas deidades emparentadas, entre las que destaca el Avatar de Īzuna (Īzuna Gongen 飯綱権現). De igual manera, el color de su plumaje sirve como parámetro de un cabello bonito.

El nombre japonés de estas aves totalmente negras es karasu, escribible con el carácter 烏 o con 鴉. Pese a su presencia constante, son poco frecuentes en la poesía clásica. En cambio, hay muchos haikus en los que aparecen y, con frecuencia, es su graznido el que atrae la atención. Aunque no se los asocia con una estación específica, existen palabras como “cuervo de frío” (kangarasu  寒烏), propia del invierno, o “primer cuervo” (hatsugarasu 初烏), relacionada con el Año Nuevo. Construyen sus grandes nidos en la primavera, cuando los árboles carecen de hojas, por lo que estas estructuras y sus crías funcionan como palabras de esa estación.

1.

El Príncipe de Ôtsu 大津 (663-686), poeta de kanshi y de waka, heredero al trono acusado de traición por la Emperatriz que Tuvo la Sucesión (Jitô 持統). Éste es el poema número 7 de El esplendor del estilo amado (Kaifūsô 懐風藻; 751) y tiene el título «Un poema antes de la muerte» (Rinjū ichizetsu 臨終一絕).

金烏臨西舍 鼓聲催短命 泉路無賓主 此夕誰家向

El cuervo dorado desciende a su residencia del oeste,
mientras las voces de los tambores apresuran mi corta vida.
En las sendas del inframundo, no hay huésped ni anfitrión:
en este ocaso, ¿a qué casa me dirigiré?

“Cuervo dorado” es una metáfora de origen chino para referirse al sol, la cual se basa en antiguos mitos. En este sentido, su descenso a la residencia occidental significa el ocaso.

2.
Poema anónimo con el número 1263 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759)

暁跡夜烏雖鳴此山上之木末之於者未静之

暁と夜烏鳴けどこの岡の木末の上はいまだ静けし
Akatoki to / yogarasu nakedo / kono oka no / konure no ue wa / imada shizukeshi

Pese al graznido
del cuervo nocturno al alba,
sobre las ramas
de aquellas colinas,
permanece el silencio.

3.

Poema anónimo con el número 3095 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759)

朝烏早勿鳴吾背子之旦開之容儀見者悲毛

朝烏早くな鳴きそ我が背子が朝明の姿見れば悲しも
Asagarasu / hayaku na naki so / waga seko ga / asake no sugata / mireba kanashi mo

Cuervo matutino,
no graznes tan temprano.
Ver la silueta
al alba de mi amado
¡me produce tristeza!

El amanecer es el momento de separación de los amados que pasaron la noche juntos, cuando el hombre solía partir de regreso a su propia residencia.

4.
Poema anónimo con el número 3521 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759)

可良須等布 於保乎曽杼里能 麻左[偏弖]尓毛 伎麻左奴伎美乎 許呂久等曽奈久

烏とふ大をそ鳥のまさでにも来まさぬ君をころくとぞ鳴く
Karasu chô / ô oso tori no / masade ni mo / komasanu kimi o / koroku to zo naku

Hasta esa tonta
ave llamada cuervo
me lo confirma:
que «acá, acá» llega ya
grazna sobre el ausente.

5.
El príncipe de Takamiya 高宮 (siglo VIII). Éste es el poema 3866 de la Antología de la miríada de hojas (Man’yôshū 万葉集; c. 759).

波羅門乃 作有流小田乎 喫烏 瞼腫而 幡幢尓居

波羅門の作れる小田を食む烏瞼腫れて幡桙に居り
Baramon no / tsukureru oda o / hamu karasu / manabuta harete / hatahoko ni ori

Cuervos devoran
el arrozal construido
por Bodhisena.
Inflamados los párpados,
sirven como estandartes. 

Bodhisena (704-760) fue un monje del sur de la India que llegó a Japón en el 736 buscando a la reencarnación del bodhisattva Mañjuśri, que reconoció en el monje Gyôki 行基. Fue uno de los transmisores de la Escuela de la Guirnalda de Flores (Kegonshū 華厳宗), introductor del estudio del sánscrito y consejero político que impulsó proyectos de construcción. El poema tiene un tono cómico visible en comparar los párpados inflamados con pendones, aunque no se puede saber a quien se refiere.

6.
Ikkyū Sōjun 一休宗純 (1394-1481), monje de la Escuela de Línjì (Rinzaishū 臨済宗), poeta sinófilo, calígrafo, abad del Templo de la Gran Virtud (Daitokuji 大徳寺) y preceptor imperial. Éste es el poema escrito para conmemorar su iluminación a la edad de 27 años, momento que ocurrió mientras meditaba en un bote sobre el Lago Biwa y, entre el sonido de las olas que lo hicieron olvidarse de sí mismo, escuchó el graznido de un cuervo.

十年以前識情心
嗔恚豪機在即今
鴉笑出塵羅漢果
昭陽日影玉顔吟

Los últimos diez años, el corazón conoció las pasiones,
lleno de una gran ira, pero la oportunidad está en el ahora.
Un cuervo ríe, salgo del polvo: al fin un arhat.
En Zhāoyáng, a la luz del sol, un rostro como el jade canta.

Para entender este zekku 絶句, es necesario referirse al hipotexto del que proceden las imágenes, escrito por Wáng Chānglíng 王昌齡 (698-757) y titulado «Versos otoñales en Zhǎngxìn» (Zhǎngxìn qiū cí 長信秋詞)

奉帚平明金殿開,  且將團扇暫徘徊。
玉顏不及寒鴉色,  猶帶昭陽日影來。

Dedicada a barrer desde el alba cuando el Palacio Dorado abre sus puertas
y sólo deambular en grupo con los abanicos para pasar el rato.
Un rostro como el jade no se compara con el color de un cuervo invernal
que aún recibe en Zhāoyáng la luz del sol.

Este poema se inspira en la historia de la consorte Bān Jiéyú 班婕妤 (48 a.e.c. – 2 a.e.c), que cayó de la gracia del emperador Chéng 成, pero logró convertirse en dama de compañía de la madre de éste gracias a su gran conocimiento y habilidad oratoria. Aquí se la muestra olvidada y sin mayor entretenimiento en el palacio de Zhǎngxìn, que mantiene limpio para visitantes que no llegarán. Los abanicos son una alusión a un poema de Bān en el que habla de estos objetos siendo descartados con la llegada del otoño por cortesanos asiduos a la novedad. Mientras tanto, Zhāoyáng es el palacio de la corte de Han, donde vivía la nueva consorte favorecida por el emperador, del que el sol era un símbolo. Con esta alusión, Ikkyū compara su situación precedente con la de aquella poetisa que languidecía sin recibir lo que esperaba. Finalmente, él experimenta la iluminación con el graznido del cuervo y deja atrás el resentimiento.


7.
Matsunaga Teitoku 松永貞徳 (1571-1654), poeta de renga discípulo de Satomura Joha 里村紹巴, poeta de tanka discípulo del Ministro de la Izquierda Kujô Tanemichi 九条稙通 y del señor feudal Hosokawa Yūsai 細川幽斎, estudioso de la poesía clásica, secretario privado del regente Toyotomi Hideyoshi 豊臣秀吉 y maestro de haikai en torno a quien se formó la escuela Teimon 貞門.

烏には似ぬうの花ぞ鷺の色
Karasu ni wa / ninu unohana zo / sagi no iro

¡Justo la deutzia
no se parece al cuervo!
Color de garzas.

El nombre en japonés de la Deutzia crenata es unohana 卯の花, donde u 卯 es el cuarto signo del zodiaco chino, el del conejo, hana 花 significa flor y no の indica una relación de pertenencia o inclusión del segundo término en el primero. En este sentido, la traducción del nombre es «flor del signo del conejo», derivado de que florecía en el cuarto mes del calendario lunar. Sin embargo, esa primera sílaba le suena al poeta como cormorán, u 鵜, un ave de color negro que es parte de una expresión popular «un cuervo que imita a un cormorán» (u no mane o suru karasu 鵜の真似をする烏), usada para llamar a alguien que, al no conocer su propio valor, incurre en los errores de aquellos a quienes imita. Las flores de la deutzia son blancas, por lo que no habría ningún parecido con un cuervo. La última parte del poema se debe a la palabra uro 烏鷺, formada por el sinograma para cuervo y el de garza, que significa «negro y blanco».

8.
Matsuo Bashô 松尾芭蕉 (1644-1694). Poema incrito en una pintura del mismo autor de 1680, cuando vivía recluido en Fukagawa, conservada en el Museo Idemitsu 出光 de Tokio. Las veinte sílabas y las imágenes de tinta señalan la influencia de la tradición poética china de este poema al ser cercano a un zekku 絶句.

枯枝に烏のとまりたるや秋の暮
Kareeda ni / karasu no tomaritaru ya / aki no kure

Está posado un cuervo
en la rama desnuda.
Ocaso otoñal.

Versión conservada en la compilación de hokku Arano 阿羅野 de 1689.

枯枝に烏とまりけり秋の暮れ
Kareeda ni / karasu tomarikeri / aki no kure

Se posó un cuervo
en la rama desnuda.
Ocaso otoñal.

Poema inscrito en una pintura del mismo autor de 1691 y acompañado de un comentario que lo sitúa una mañana en el Templo de Kisô (Kisôji 木曽寺), luego de levantarse con el sonido de las campanas y observar los árboles que parecían llenos de flores de tela blanca.

つね憎き烏も雪のあした哉
Tsune nikuki / karasu mo yuki mo / ashita kana

¡Ah, qué alba nevada
hasta con esos cuervos
siempre odiosos!

Versión conservada en la Antología de los leones mendigos (Komo jishi shū 薦獅子集; 1693)

ひごろにくき烏も雪の朝哉
Higoro nikuki / karasu mo yuki no / ashita kana

¡Ah, qué alba nevada
hasta con los normalmente
odiosos cuervos!

9.
Yosa Buson 与謝蕪村 (1716-1784), poeta de haikai y pintor.

己が羽の文字もよめたり初鴉
Ore ga ha no / moji mo yometari / hatsugarasu

También las letras
de sus plumas pude leer:
el primer cuervo.

10.
Kobayashi Issa 小林一茶 (1763-1828), monje de la Escuela de la Verdad de la Tierra Pura (Jôdoshinshū 浄土真宗) y poeta de haikai.

挑灯もちらりほらりやはつ烏
Tôchin mo / chirarihorari ya / hatsugarasu

Se avivan fuegos
también por aquí y por allá.
Primeros cuervos.

鳩の恋烏の恋や春の雨
Kamo no koi / karasu no koi ya / haru no ame

Amor de patos,
y el amor de los cuervos.
Lluvia vernal. 

La primavera es la temporada de reproducción de patos, cuervos y otras aves, por lo que pasan mayor tiempo en pareja.

11.
Sarai Kyokusen 皿井旭川 (1870-1945), médico otorrinolaringólogo, profesor de la Universidad Médica de Okayama (Okayama Ika Daigaku 岡山医科大学) y haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子.

浮腰となりし烏や柿紅葉
Ukigoshi to / narishi karasu ya / kaki momiji

Aquellos cuervos
se ponen muy inquietos.
Caqui enrojecido.

12.

Takahama Kyôshi 高浜虚子 (1874-1959), haikuísta discípulo de Masaoka Shiki 正岡子規, editor, novelista y dramaturgo.

初鴉廓の夜明けもたゝならず
Hatsu karasu / kaku no yoake mo / tada narazu

Primeros cuervos.
Todavía no amanece
sobre este barrio.

13.
Terada Torahiko 寺田寅彦 (1878-1935), físico, profesor de la Universidad Imperial de Tokio, miembro del Instituto de Investigaciones Físicas y Químicas (Rikagaku Kenkyūsho 理化学研究所), miembro de la Academia Imperial (Teikoku Gakushiin 帝国学士院) y haikuísta discípulo de Natsume Sôseki 夏目漱石.

夕立や鴉は飛んで牛ぬるゝ
Yūdachi ya / karasu wa tonde / ushi nururu

Chaparrón de ocaso.
Los cuervos se van volando
y el buey se moja. 

Yūdachi 夕立, traducida por “chaparrón de ocaso”, es una palabra estacional del verano que nombra lluvias intensas, pero breves.

14
Aizu Yaichi 会津八一 (1881-1956), docente de inglés, historiador del arte especialista en los periodos Asuka y Nara, profesor emérito de la Universidad de Waseda, poeta de tanka y haikuísta.

橋の霜鴉の痕を判ずべく
Hashi no shimo / karasu no ato o / hanzubeku

Escarcha en puente
para evaluar las huellas
de los cuervos.

15.
Taneda Santôka 種田山頭火 (1882-1940), haikuísta de estilo libre, caminante y monje de la Escuela Sôtô (Sôtôshū 曹洞宗).

鴉啼いてわたしも一人
Karasu naite / watashi mo hitori

Un cuervo grazna.
Yo también estoy solo.

風の中からかあかあ鴉
Kaze no naka kara / kā kā karasu

De entre los vientos,
el «¡croc! ¡croc!» de un cuervo.

16.
Īda Dakotsu 飯田蛇笏 (1885-1962), haikuísta díscipulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子 y editor.

五月山月出て鴉啼きしづむ
Satsukiyama / tsuki dete karasu / nakishizumu

Monte Satsuki:
sale la luna y los cuervos
graznan sin tregua.

17.
Hata Kôichi 畑耕一 (1886-1957), novelista, dramaturgo, periodista cultural, jefe editorial de varias publicaciones, compositor, profesor de la Universidad Meiji 明治 y haikuísta.

たそがれのなにか落しぬ鴉の巣
Tasogare no / nanika otoshinu / karasu no su

Lo que cayó
en la penumbra:
el nido de unos cuervos.


18.
Hayashibara Kôzô 林原耒井 (1887-1975), especialista en literatura inglesa, profesor de las universidades Hôsei 法政, Meiji 明治, etc. y haikuísta discípulo de Usuda Arô 臼田亜浪.

花桐に烏がとまりあな黒し
Hana kiri ni / karasu ga tomari / ana koroshi

Se posa un cuervo
en la paulonia en flor:
un hoyo negro. 

Las paulonias (Pawlonia tomentosa) florecen en mayo, por lo que su nombre es una palabra estacional de dicho mes.

19.
Takano Sujū 高野素十 (1893-1976), médico forense y serólogo con doctorado, profesor de la Universidad Médica de Niigata, haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子 y editor.

食べ飽きてとんとん歩く鴉の子
Tabe akite / tonton aruku / karasu no ko

Las crías de cuervo
caminan con un tap, tap
hartas de comer.

20.
Nishimura Kôhô 西村公鳳 (1895-1989)

子供らと鴉と浜の祭来る
Kodomo-ra to / karasu to hama no / matsuri kuru

Niños y cuervos
vienen al festival
hecho en la playa

21.
Okada Kôyô 岡田耿陽 (1897-1985), haikuísta díscipulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子 y editor.

桜蝦干せば来るなり浜鴉
Sakuraebi / hoseba kuru nari / hama karasu

Vienen al poner
a secar los camarones:
cuervos de playa. 

Sakuraebi 桜蝦 (Sergia lucens) es un tipo de camarón pequeño de color rosado que habita aguas profundas, pero sube a la superficie en la primavera. Su color recuerda al de los cerezos, además de que son capturados y puestos a secar en la playa en el mismo periodo del florecimiento de esos árboles. Por ello, su nombre es una palabra estacional de abril.

22.
Nakajima Getsuryū 中島月笠 (1899-1987), haikuísta discípulo de Watanabe Suiha 渡辺水巴.

夜鴉の含み声なり秋涼し
Yogarasu no / fukumigoe nari / aki suzushi

La voz ahogada
de un cuervo por la noche.
Un fresco otoño.

23.
Shiba Fukio 芝不器男 (1903-1930), haikuísta.

鴉はや唖々とゐるなリ菌狩
Karasu haya / ā to iru nari / kinokogari

¡Ay, aquel cuervo
está con su croc, croc!
Colecta de hongos. 

Los hongos son característicos de octubre, por lo que kinokogari 菌狩 o colecta de hongos es una palabra estacional de ese mes.

24.
Hashimoto Keiji 橋本鶏二 (1907-1990), haikuísta discípulo de Takahama Kyôshi 高浜虚子, editor y asesor de la Asociación de Haikuístas (Haijin Kyôkai 俳人協会).

炎天や鴉があるく森の底
Enten ya / karasu ga aruku / mori no soko

Suelo del bosque
en que camina un cuervo.
Sol abrasador. 

Enten 炎天, que significa sol abrasador, es una palabra estacional de julio, periodo del verano en que ya terminó el monzón.

25.
Ishikawa Keirô 石川桂郎 (1909-1975), haikuísta discípulo de Sugita Hisajo 杉田久女 y de Ishida Hakyô 石田波郷, novelista, ensayista, compilador y editor.

枯蓮に応ふるごとく唖鴉
Karehasu ni / irauru gotoku / ā karasu

Como respuesta
a los lotos marchitos,
«croc, croc» del cuervo. 

Los lotos marchitos son característicos del invierno y, en general, el prefijo kare 枯 forma palabras de esa estación.

26.
Ishida Hakyô 石田波郷 (1913-1969), haikuísta discípulo de Mizuhara Shūôshi 水原秋桜子 y editor.

山越の鴉こゑなし花辛夷
Yamagoshi no / karasu koe nashi / hana kobushi

No tiene voz
el cuervo que baja el monte.
Magnolia en flor.

27.
Takagi Haruko 高木晴子 (1915-2000), hija y discípula de Takahama Kyôshi 高浜虚子 y editora.

杜に鳴く鵯よ鴉よ鹿島宮
Mori ni naku / hiyo yo karasu yo / Kashimagū

¡Bulbules y cuervos
chillando en soto sagrado!
Santuario Kashima.

Los santuarios de Kashima (Kashima jinja 鹿島神社), distribuidos principalmente al noreste del país, están dedicados a Takemikazuchi 武甕槌 / 建御雷, dios de la guerra, protector contra los sismos y uno de los tutelares de los antiguos clanes aristocráticos Nakatomi 中臣 y Fujiwara 藤原. El centro de su culto se encuentra en la ciudad epónima en la prefectura de Ibaraki, el cual recibe la denominación de Jingū 神宮. Es famoso por su bosque con más de ochocientas especies de plantas y su jardín de ciervos, mensajeros del dios. Por su parte, chiyo o chiyodori 鵯, bulbul en español, es una palabra estacional de octubre, cuando dichas aves descienden de las montañas para comer frutos de la temporada.

28.
Kishida Chigyo 岸田稚魚 (1918-1988), haikuísta discípulo de Ishida Hakyô 石田波郷.

田楽やたまたま秋の鴉啼き
Dengaku ya / tamatama aki no / karasu naki

¡La danza agrícola!
De repente, el graznido
de un cuervo otoñal.

29.
Kawai Gaibu 河合凱夫 (1922-1999), director de la Escuela Primaria Central de la Ciudad de Noda (Nodashiritsu Chūô Shôgakkô 野田市立中央小学校) y haikuísta.

鴉来て深みにはまる紅葉谷
Karasu kite / fukami ni hamaru / momijidani

Un cuervo viene
y se interna en la espesura.
Valle otoñal.

Momijidani 紅葉谷 indica un valle de hojas coloridas por el otoño.

30.
Yagi Mikajo 八木三日女 (1924-2014), oftalmóloga con doctorado, profesora y haikuísta discípula de Hirahata Seitô 平畑静塔.

弁天に烏甘ゆる春の水
Benten ni karasu amayuru haru no mizu

Le es dulce al cuervo
el agua primaveral
del santuario a Benten.

Benten 弁天, que significa «Devī del Discurso», y Benzaiten 弁才天, «Devī del Discurso y el Ingenio», son los nombres japoneses de Sarasvatī, deidad de las aguas, la elocuencia, la música y la sabiduría, así como diosa tutelar de los antiguos clanes Taira 平 y Hôjô 北条. Sus santuarios suelen estar construidos en islas al centro de estanques artificiales, aunque los más importantes están en formaciones naturales.

31.
Hirano Hajime 平野哉

夏風邪や鴉に声を奪はれぬ
Natsu kaze ya / karasu ni koe o / ubawarenu

Gripe estival.
El cuervo debe haberme
robado la voz.

Entrevista a Luis Corrales Vasco

Luis Corrales Vasco: “Sigo siendo un pensador esporádico de haikus”

En la primavera de 2021, El Rincón del Haiku cumplía 20 años. Conversamos con Luis Corrales Vasco, haijin y creador de ERDH.

En primer lugar, Luis, gracias por prestarte tan amablemente a esta entrevista. Sabemos que leerte alegrará tanto a los viejos amigos como a los nuevos lectores y usuarios de ERDH.

Vamos al origen. Todo comienza en Sevilla, en las clases de Fernando Rodríguez-Izquierdo, cuando decides que vas a crear una página web como trabajo final que presentar en la asignatura. ¿Qué haiku es para ti el que llamarías verdaderamente “el primero”?

  En realidad, todo comienza muchos años antes, en mi etapa juvenil de cinéfilo, leyendo un clásico de la literatura cinematográfica como es Esculpir en el tiempo, de Andrei Tarkovski, cuando menciona el haiku japonés como una disciplina artística profundamente inspiradora para su trabajo. Tarkovski transcribe el haiku de la rana de Bashô (cuál si no), que me impacta tanto que parece que soy yo quien cae al estanque, en lugar de la rana.

Las clases de Fernando fueron un descubrimiento fortuito, pues vi la asignatura listada en algún documento universitario para acceder a créditos de libre configuración. Aun cuando no tenía nada que ver con mi formación técnica, lo vi clarísimo y me apunté.

 

¿Cuándo sientes tú que has empezado a escribir realmente haiku? A día de hoy, ¿escribes haiku, aunque sea esporádicamente?

El haiku primero se piensa, luego se mastica mentalmente una y otra vez, y en algún momento se decide uno a apuntarlo por primera vez. Cómo y por qué llegué a apuntar el primero, pues realmente no lo recuerdo. Hoy sigo siendo un pensador esporádico de haikus. Me sobreviene algo a partir de una cierta vivencia, que me ronda durante un tiempo, le doy mil vueltas y al fin termino por olvidarlo la mayor parte de las veces. No siento nostalgia alguna de esos haikus no escritos. Es muy difícil encontrar el molde adecuado en palabras.

 

Eres uno de los haijin pioneros, uno de los iniciadores del haiku bien entendido en castellano. ¿Tú crees que, independientemente de que se escriba haiku o no, ese descubrimiento es algo que se conserva para siempre, que te cambia para siempre?

No lo veo tanto en términos de cambio, sino más bien como un factor especial que entra a formar parte de nuestro camino vital como seres humanos. Esa incorporación natural a nuestro devenir creo que sí, que se conserva en adelante de una forma más o menos explícita.

 

¿Sigues de alguna manera la evolución del haiku? ¿Cómo lo ves?

Muy poquito. Increíblemente, después de tantos años alejado del foco que suponía para mí El rincón del haiku, hay haijines que aún se acuerdan de mí y me mandan libros a Centroeuropa. Estos regalos los agradezco mucho y consiguen mantenerme mínimamente conectado con la comunidad.

 

Durante los primeros años del milenio, desarrollas un trabajo titánico como creador de lo que sería la primera plataforma sobre haiku en español. ¿Qué hay en ese momento en otros idiomas? ¿En qué te inspiras para empezar a dar forma a El Rincón?

Recuerdo poco de aquella época. Algo había en las lenguas de nuestro entorno: portugués, inglés, alemán. En español, absolutamente nada. El hecho de crear una página web dedicada al haiku en español surgió como algo muy natural porque la idea me permitía aunar mi formación académica como ingeniero, desde siempre muy interesado en la programación, y por otro lo que se había convertido, gracias a las clases de Fernando en la Universidad, en una de mis pasiones culturales.

 

Más de uno nos lo hemos preguntado: ¿Eras consciente de estar abriendo una puerta tan importante para la gente que se acercaba al haiku a través de la página?

Por supuesto que no. La importancia llegó con el tiempo, claro. Se hizo obvio que había un interés descomunal por el tema y que la página web se estaba convirtiendo en un punto importante de encuentro, sobre todo cuando empezó a ser posible participar con colaboraciones, en los concursos, más tarde en el foro, etc. Todo ello me suponía un trabajo ingente, pero yo era muy masoquista en aquellos años y nunca me importó mientras dispuse de tiempo.

De la experiencia de levantar desde cero un proyecto que recibió tan inmediatamente la respuesta entusiasta de la comunidad hispanohablante, queremos saber también sobre el aspecto humano. ¿Se aprende más de lo esperable sobre las personas en un ambiente virtual?

El aspecto humano fue fundamental, incluso en un entorno virtual. Recuerdo muy bien los primeros contactos que fueron llegando. Estábamos todos muy desnortados, por eso me parece alucinante ver a algunos de aquellos nombres pioneros aún hoy al pie del cañón, habiendo recorrido un enorme camino, con excelentes publicaciones a sus espaldas. Me arranca una sonrisa. Por otro lado, para mí ha sido importantísimo haber ido conociendo personalmente a una buena parte de ellos. Como nota triste, en estos más de 20 años también han ido desapareciendo grandes amigos que nos dejaron multitud de recuerdos y que nos ayudaron a crecer.

Grandes personas que siempre recordaremos _()_

El Rincón ha permitido estrechar lazos de amistad entre poetas de los lugares más variados. El proyecto creció a una velocidad supersónica en los cinco primeros años y pronto aglutinaba a muchos cientos, quizá miles de personas de todo el mundo. Es un éxito sin lugar a duda. Entonces, ¿qué te hace ir dejando tu actividad como haijin y editor?

Principalmente, la falta de tiempo y el cansancio de los años. La edición de la revista siempre corrió de mi cuenta, habría sido muy difícil coordinar cualquier colaboración técnica en unos tiempos en los que programar y editar en web eran procesos eminentemente manuales y todavía muy rudimentarios. Nada que ver con las herramientas actuales. El proyecto, por tanto, en un momento dado se me hace muy grande y yo empiezo a flaquear.

Los que te conocemos, sabemos que has sido siempre muy creativo, muy inquieto intelectualmente. ¿Cómo comienza tu pasión por la fotografía?  Y, en cualquier caso, ¿por qué la fotografía?

Después de haber sido un cinéfilo insoportable y de haber hecho mi modesta contribución a una disciplina literaria tan inmediata y visual como es el haiku japonés, parece que la fotografía era la continuación natural, nada forzada, de mi aventura.

¿Qué leía el niño Luis Corrales? Por favor, pon algunos ejemplos. ¿Qué lees a tus hijos?

Leer, realmente no leía. Yo bebía libros. Recuerdo primeros títulos que me fascinaron, como El mago de Oz o La historia interminable. Luego estaba aquella colección de libros rojos que se llamaba Elige tu propia aventura. Muchos de mi quinta se acordarán de ellos, a mí me encantaban. Más tarde recuerdo haber leído a Poe, Conan-Doyle, Leroux, Verne. Con mis hijos leo de todo. Por supuesto, también haikus. Parece que han heredado ese interés por la lectura.

Si tuvieras que elegir un solo haijin, ¿cuál sería y por qué? Del mismo modo, otra petición difícil: Escoge un único haiku representativo del género (o dos o tres, vaya).

Por salirme un poco de los clásicos más clásicos, me voy a quedar con Santôka. Encarna la quintaesencia del haiku, y al mismo tiempo la más abrumadora desnudez humana frente a la naturaleza.

En cuanto a haikus, escogería algún clásico de Buson, uno de los grandes maestros japoneses, como este:

Se ha deshojado
la peonía, los pétalos
unos sobre otros.

Por otra parte, tengo debilidad por la poesía de Abbas Kiarostami, cineasta iraní que demuestra que no es necesario haber nacido en Kyôto para poder escribir buenos haikus ni acercarse a su esencia, como esta delicia escrita originalmente en persa:

Los gansos salvajes
van a posarse esta vez
entre las cañas cortadas.

Quizá es la pregunta más difícil pero ahí va: ¿Quién era Luis Corrales Vasco en la primavera de 2001 y quién es ahora?

En 2001 era un estudiante universitario algo holgazán que prefería pasar tardes en un cineclub antes que ponerse a estudiar lo que realmente tocaba, y que empezaba a dar vueltas a la idea de pasar una temporada fuera del país. Más de 20 años después, cuento mi estancia en el extranjero por décadas y gozo de una vida familiar y tranquila en Viena, epicentro cultural donde los haya. Sigo haciendo camino, ahora más centrado en la fotografía, y en la parte profesional he vuelto (oh, sorpresa) al desarrollo web como responsable de esta área en una empresa local muy molona.

 Nos gustaría mucho que nos propusieras dos personas a entrevistar en relación a los comienzos. También nos gustaría que les mandaras un saludo, si no te resulta engorroso.

Voy a mencionar dos nombres muy entrañables; dos pioneros donde los haya, que desde una fase muy temprana ayudaron a abrir camino a otros con sus propias composiciones. Uno de ellos es Félix Arce, a quien recuerdo con especial cariño porque debió de ser una de las primeras personas que contactó conmigo para hacerme llegar sus haikus y colaborar en El rincón del haiku, y que ya entonces mostraba una sensibilidad muy especial. La otra persona es Susana Benet, que estuvo desde el primer minuto a mi lado prestándome su tiempo y su arte en forma de haiga (pequeñas acuarelas con haiku), que publicábamos regularmente, con la que he tenido el placer de compartir cafés tanto en Valencia como en Viena. A los dos les mando un saludo y un recuerdo de la inocencia e inseguridad de aquellos comienzos que compartimos a través de la página.

Muchísimas gracias, Luis.  Ha sido un placer y un lujo. Dejamos a los lectores con tus respuestas a este cuestionario al vuelo. Un abrazo y el agradecimiento sincero de toda la comunidad ERDH. Hasta pronto.

 

Una virtud: La curiosidad innata.

Un defecto: La impaciencia.

Una máxima que compartes: Nada está escrito.

Una palabra de nuestra lengua: Calima.

Una palabra japonesa: Shima (isla).

Algo que intentas evitar: Meter la pata.

Algo a lo que siempre vuelves: A meter la pata.

Un libro: Por nombrar uno de los últimos que he leído: Exhalación, de Ted Chiang.

Una canción: Cualquiera de las 4 letzte Lieder, de Richard Strauss.

Una comida y una bebida: Lentejas, gazpacho (si cuela como bebida).

Una obra de arte: Trono de sangre, de Akira Kurosawa.

Un dolor: De pies, después de una larga caminata.

Un amor: Todos los grises entre el blanco y el negro (y una buena cámara para captarlos).

Un paisaje: Que combine mar y montaña.

Una persona con la que conversar: Con mi hijo Teo.

Una época en la que te hubiese gustado vivir: Aquella en la que serán posibles viajes interestelares.

Un deseo para el haiku en España y en Latinoamérica: Buen rollo y menos prisas por publicar.

Mayo 2022

Haibun 32_

Manantial

Cielo plomizo
Al abrir la ventana
el canto del cuco.

                       Con las copiosas lluvias de primavera -algo inusitado en esta región del sureste de España- han renacido antiguos manantiales. Lo noté hace ya unas semanas cuando, en el transcurso de mi recorrido habitual por la pista forestal con Nivo, mi perro pastor de pelo blanco, escucho a mi izquierda un leve rumor de agua y, para mi sorpresa, veo reflejadas las primeras luces de la mañana en un regato que desciende por la cuneta, sortea algunos argayos, desaparece bajo las rocas desprendidas de la ladera y vuelve a manar más abajo formando pequeñas cascadas, espumas, remansos donde se para a beber el perro… hasta desaparecer definitivamente de mi vista en un escarpado valle donde desemboca. Lo imagino uniéndose con otros arroyos en un solo cauce hasta desparramarse por los bancales donde resplandece el verdor primicial de los almendros.

            De regreso por el mismo camino, ahora cuesta arriba, me lo vuelvo a encontrar. El dulce canto de sus aguas puras me redime del cansancio y mitiga el sudor de mi frente. De nuevo Nivo hunde sus patas en el recodo donde se aquieta el torrente y bebe hasta que lo rebaso.

            Lentamente el sol se eleva sobre la pinada.

 A ambos lados
las rosadas flores
de las jaras.

Paco Ayala ,
Ceutí   (Murcia)

Mayo 2022

Mar

Tarde fresca. Decido sentarme al borde del acantilado desde donde puedo observar el mar y su movimiento. Una placidez profunda llena los sentidos. Sombras de pequeñas nubes corren del mar a la meseta.

Pasados unos minutos retomo la caminata por el sendero.

Tarde de abril.
Fulgor en las chauchas
del algarrobillo

http://faunayfloradelargentinanativa.blogspot.com/2017/08/algarrobo-patagonico-prosopis-denudans.html

Me dirijo hacia la orilla, avanzando con el sonido de las piedras bajo los pies.

La marea comienza a subir; entre espuma, arenas grises y pequeños remolinos unas Ostreas máximas (fósiles del Mioceno inferior).

En una zona donde la marea no baja  el bullicio de gaviotas y gaviotines,  brillos de pececillos que saltan en gran cantidad,  indica la presencia de un cardumen de sardinas. Cada tanto  asoman unas aletas, rígidas, y me parece ver desaparecer un ave. Son ¿tiburones? Es probable, si fueran delfines emergen y dejan ver sus cuerpos.

Más adelante encuentro una cueva formada en una roca, con algas verdes que parecen una verdadera obra de arte.

Olor de algas
Entre fucus*
unos erizos

*alga parda

Mayo 2022

Este mes de mayo les traigo un poema inusual de Bashou, pero intensamente japonés, cargado de historia y tradiciones. Y para comenzar, también de forma inusual, lo haremos por el haiku:

あやめ生り軒の鰯のされかうべ

ayame oikeri noki no iwashi no sarekau be

crece el iris en el alero con el cráneo de la sardina

Partamos por el kigo: ayame, que significa iris, el cual hace referencia al Kodomo no hi o Día del niño, que se celebra el 5 de mayo. En esta festividad, que en la antigüedad estaba reservada a los varones, una de las costumbres era decorar con esta flor los aleros en contra de la mala suerte y la enfermedad. Luego tenemos otra referencia a una celebración tradicional: el Setsubun, que en el antiguo calendario era el último día antes de primavera y en la actualidad se festeja el 3 de febrero. En ella se pone énfasis en la “limpieza” de la energía para comenzar un nuevo ciclo. Uno de sus rituales consistía en colocar cabezas de sardinas, o iwashi, en ramas que se insertaban en dinteles de puertas o aleros de casas para ahuyentar a los demonios. Dado que transcurren un par de meses entre una celebración y otra, sólo queda el cráneo cuando comienzan a crecer los iris. Bashou une así estas dos festividades en su haiku.

Pero Bashou no sólo se basa en costumbres relacionadas con los festivales, sino que busca en las tradiciones literarias también. Cuando se habla de cráneos, uno famoso desde tiempos antiguos es el de Ono no Komachi, única mujer del selecto grupo de los Rokkasen o Seis Poetas Magistrales. De hecho, Kamo no Choumei, en su Mumyoushou, texto de teoría poética del período Kamakura, cuenta la siguiente anécdota sobre Ariwara no Narihira, otro de los Magistrales: “cuando Narihira secuestra a Takako y va con ella a cuestas por el campo, de pronto escucha una voz diciendo ‘cada vez que el viento otoñal sopla, oh, duelen mis ojos…’ pero por más que miraba quién podría estar hablando, sólo encontró un cráneo de cuyos ojos salían iris, por lo que pensó que sería un juego del viento pasando por lo orificios. Narihira pensó que este era un buen signo, y luego al preguntar a los lugareños, estos le dijeron que probablemente era el cráneo de Ono no Komachi, quien alguna vez había viajado por esa zona. Narihira, conmovido, dijo: Komachi debe ser, dado que crecen iris.”

Y así, con este haiku inusual, hemos podido realizar un viaje fantástico y misterioso, a través de siglos de lenguaje, tradiciones, leyendas y personajes. Si me preguntan a mí, una buenísima forma de comenzar un nuevo mes.

Haiku 39

39

藪いりやよそ目ながらの愛宕山


Yabuiri ya yosome nagara no atago-san

Las vacaciones del sirviente-
durante todo el tiempo mira
el monte Atago.

Desglose:

 やぶ入[ yabuiri: vacaciones concedidas a los criados], よそ目[yosome: los ojos de otros], ながら[nagara: mientras, durante todo el tiempo], 愛宕山[atago-san: monte atago].

 

Comentario y notas culturales:

 Atago es una montaña (924 metros) al noroeste de Kyoto que alberga numerosos templos. Es un monte protector que se aprecia desde cualquier punto de la ciudad, de tal modo que en el regreso a casa el criado lo tiene presente. Es una especie de símbolo que le protege en el camino . El sufijo “san” hace referencia tanto a la montaña como al tratamiento de cortesía de una persona.

Como nos decía Kavafis en su célebre poema “Ítaca”, lo importante no era tanto la llegada como el propio viaje, el periplo: una oportunidad para sentir, admirar, celebrar la vida. Buson  capta a menudo esta sensación:

 

A.- やぶ入や鳩にめでつゝ男山

yabuiri ya hato ni mede- tsutsu Otoko- yama

Las vacaciones del criado-
admira las palomas
en la colina de Otokoyama.

* Otoko-yama: esta montaña, al sur de Kioto, es el sitio del Santuario Iwashimizu a Hachiman (el dios de la guerra). Las palomas son sus mensajeras y sirvientas: un paralelismo entre semejantes profesiones.

B.-やぶいりのまたいで過ぬ凧の糸

 yabuiri no mataide suginu tako no ito

 El criado en sus vacaciones
camina y pasa de largo
ante los hilos de las cometas.

Rosas

Vicente Huidobro advertía en su “Arte poética”: “Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas! / Hacedla florecer en el poema”. Así incitaba a la perfección, como lo haría Juan Ramón Jiménez, advirtiendo ante el poema acabado: “¡No le toques ya más, / que así es la rosa!” ¿Cómo apresar ese lujo sospechoso en la divagación de un artículo, sumando un peso más a la vasta y suntuosa bibliografía sobre las rosas de este mundo? Ninguna flor ha gravitado tanto sobre la cultura de Occidente, hasta ahogarla con su mórbido perfume. Traspuesta, idealizada, esculpida, la rosa ha enseñoreado las artes, ha refinado y enloquecido a sus amantes, se ha erigido en símbolo de la perfección absoluta. En la Edad Media era símbolo de silencio: su presencia en una reunión obligaba al secreto… ¿Cómo no recordar el “Roman de la Rose”, iniciado en el siglo XIII por el joven poeta Guillaume de Lorris, delicado compendio del Arte del Amor? ¿Cómo olvidar a todos los poetas que cantaron a esta flor divina? Rilke esculpió con ella el famoso epitafio que guarda su sueño en Raron:

“Rosa, oh contradicción pura, delicia

de no ser sueño de nadie bajo tantos párpados”.

                A Borges el perfume de la rosa y del jazmín le trae la certidumbre de la dicha perdida. La rosa uruguaya de Matilde Bianqui es rosa de lucha y de perdón y también “rosa verde de mar y de arena”. Pedro Salinas ve palpitar el pecho del océano en la “rosa frágil, de espuma, blanquísima”. Adscrita a la fugacidad, como si anticipara toda despedida, la rosa ha escapado del sino barroco para entrar, audazmente, en la inmortalidad, como si apelara a su origen divino, pues cuenta la leyenda que fue naciendo blanca y perfecta de las pisadas de Afrodita cuando, recién nacida de la espuma, la diosa erraba por las solitarias playas de Citerea. Otra leyenda siria explica la transformación de la rosa blanca en rosa roja: fue la misma diosa la que, al ir a socorrer a su amado Adonis, se pinchó con las espinas de un blanco rosal, tiñendo con su sangre las flores.

                Ya nunca dejará la rosa de ser símbolo de amor ruboroso y ardiente. Su culto prende arrebatado en los dioses y en los mortales. Su perfume trasmina e Oriente a Occidente, desdibujando las fronteras entre la muerte y la vida. En las tumbas egipcias se han encontrado restos de rosas, pero también los muertos han alimentado desde su oscuridad orgánica la semilla inmortal. Millares de volúmenes hablan de su éxito entre los eruditos. Se dice que un emperador chino tenía en su biblioteca más de quinientos volúmenes sobre el cultivo de las rosas. El escritor portugués Eça de Queiroz recuerda en un espléndido ensayo los rumbos de esta flor: su misterioso nacimiento en Citerea; aquel Jardín de Midas donde sólo crecían los rosales que Baco regaba con el agua purísima que, desde la fuente Castalia, traían las Náyades; las rosas que los pontífices del imperio romano cortaban al amanecer con la hoz de plata para perfumar las aras de Venus; la “capitular” de Carlomagno sobre el cultivo de la flor; los “torneos de rosas” en España y Provenza, donde damas y caballeros se arrojaban pesados ramos; la rosa bautizada como flor de María, “Rosa Mystica”; la rosa roja de los rosacruces, símbolo del amor divino, con su alegoría -“Dat rosa mel apibus”-; la esquiva rosa azul, posible e imposible, cifra de lo maravilloso y del olvido…

                En la metamorfosis de su color, cada superstición o creencia ha ido retocándola con inflexiones propias. La blanca rosa original, que primero fue roja por la sangre de Afrodita, lo será luego por la sangre redentora de Cristo. Pero hoy la rosa arrastra una existencia vergonzante y furtiva, como si hubiera consentido un mal pensamiento. Arrojada del paraíso, ya no inunda la vida, sino que la roza como al descuido, asustada de su propio rubor. Ya no es norma, sino lujo marginal. Madrid cuenta con la más bella rosaleda de Europa, pero esa espléndida excepción, apenas advertida, no puede con las tristes transmigraciones de los invernaderos ni con el oprobio de nuestra prisa. Ya no arrojan los novios su ramo ardiente a las puertas de sus enamoradas, esperando con ansia el “sí” o el “no”. Los amantes ya no se tiran rosas a la cara. Se diría que es ésta una edad bárbara que ha canjeado la pasión por la rutina, recordando vagamente que la rosa fue siempre ornato de banquetes y triunfos, gloria de los manteles y del vino, compañera de viaje, reclamo de los muertos que no querían sufrir el desaire de su ausencia.

                Anacreonte llegó a exagerar deliciosamente: “¿Qué sería de la humanidad sin la rosa?” Ella dio nombre, aunque simbólico, a la guerra entre York y Lancaster, las dos ramas de los Plantagenet, cuyos blasones respectivos eran una rosa blanca y una rosa roja. Mucho antes de esa incivil derivación, las primeras rosas del año eran ofrecidas en Roma, en las calendas de mayo, a la gran diosa de las cortesanas, que marchaban en procesión, envueltas en velos amarillos, al son de las cítaras. La diosa de los campos, la Dea-Dia, recibía también la ofrenda de los panes cubiertos de rosas. Ya el padre Homero nos contaba cómo había ungido Afrodita el cuerpo de Héctor con el óleo de la rosa silvestre, mientras inauguraba la metáfora insigne sobre la aurora, “la de rosados dedos”. Rosas en el agua del baño y en el vino de las libaciones. Rosas en los manteles de las bodas y en las apoteosis. Un mundo densamente embriagado. En la antigüedad fueron célebres las rosas de Damasco, Malta, la Campania y Poestum. También las de Persia que, junto con los pavos reales, forman la simbólica quintaesencia de aquel viejo país. La rosa sigue teniendo sus adeptos, pero ese culto apasionado se me antoja un culto de “gehto”. La rosa encarcelada, la rosa de las catacumbas se ve obligada a convivir con el hacinamiento. Ya no despliega su esplendor deslumbrante con su rica e íntima lentitud. La rosa urbana acelera su ciclo frágil, como si no fuera ya de este mundo, “sueño de nadie bajo tantos párpados”… Pero quien la regala da su alma.

***

Abril 2022

CONSTRUIR

Tarde de abril.
Con nada que se interponga
entre el agua y yo.

 

DECONSTRUIR

Con el paraguas en la mano por si me sorprendía la lluvia, en el paseo de la tarde de hace dos o tres días, mis pasos me llevaron al paraje que por acá llaman “los praos cimeros” (sin duda por oposición a los prados bajeros que están, muy cerca, en el fondo del vallejo donde suelo pasar los fines de semana, en el Real de San Vicente). Me sorprendió el vigor y alegría con que salía el agua de la fuente de ese paraje. Una fuente con sus tres caños rebosantes de agua, como se puede apreciar en la foto. Una vigor y alegría tal vez debidos a las abundantes lluvias de las últimas semanas, después de un invierno bastante seco.

  El agua. Cuando mis ojos se clavaron en los tres chorros, con el cuerpo suspendido entre una tierra bajo la cual corrían los manantiales y un cielo preñado de nubes, con la cabeza perdida en medio del aire húmedo de la tarde, me pareció que el agua y mi conciencia eran uno, un algo que no supe qué.

    Dándole vueltas a esta impresión, cuando regresé a casa, me acordé de los maravillosos versos de la haijina Tagami Kikusha (1753-1826) donde, tal vez con una sensación teniendo, en su caso, a la luna enfrente, escribió:

Tsuki to ware to
Bakari noririnu
Hashi suzumi.

Tomando el fresco
sobre el puente a solas,
la luna y yo.

Parece que pudo inspirarse en este otro haiku de la famosa Sono jo o Shiba Sonome:

Dormidos todos,
no se interpone nada
entre la luna y yo. 

Es un acto osado personalizar el haiku con un pronombre cualquiera, como el “yo” de la última palabra de mi haiku (o el ware japonés del primer verso de Tagami) porque el haiku es, por esencia, impersonal, tan impersonal como es la naturaleza. Pero en este caso, me ha parecido que no iba contra el espíritu poético el incluir esta concesión, porque la individualidad se me apareció disuelta en la naturaleza representada aquí por el agua.

   Que el haijin se disuelva en su entorno (naturaleza o situación ambiental) al máximo y, camuflado en el peor de los casos, lance al aire su “fotografía” de tres versos, es tan natural como la respiración o el sonido suave de la lluvia al caer en un charco.  En el haiku de este mes el camuflaje ha sido torpe: el pronombre “yo” dentro de una fuente cantarina al comienzo de la primavera.

Lluvia y fuente. Otra vez  el agua…  Y es que el agua… ¿Es que somos algo más que agua con sensaciones?