Haiku 9

鶯の日枝をうしろに高音哉

uguisu no hie o ushiro ni takane kana

 

El canto agudo

de un ruiseñor-

detrás el monte Hiei.

De nuevo la agudeza visual de Buson quien, como un lienzo, plasma un instante convertido en inmortal: el ruiseñor y el monte de marco, la escena de un fondo contrastado. Según cierta leyenda tradicional, hubo un artista a quien se le ha pedido pintar una montaña: se demora en la entrega, incumple los plazos, y cuando se le pregunta el motivo, afirma: “aún no soy la montaña”. Así es, el haijin se funde con la naturaleza, igual que el canto agudo, elevado, de un animal que los occidentales (con nuestra visión del mundo) podríamos considerar insignificante frente a la grandeza de un monte. Pero aquí no hay categorías, sólo una fusión de sensaciones (visuales, auditivas) y la relación entre sus protagonistas: el canto dirigido al monte, donde la voz melódica del ugüisu reverbera por toda la eternidad. Son ecos de propia naturaleza, con sus leyes ajenas al ser humano.

El monte Hiei está situado al noreste de Kioto. Reunía en su espacio cerca 3.000 templos dispersos y centenares de monjes y familiares. En 1571, Nobunaga declara la guerra, elimina su población y quema los templos. Junto al monte Atago, este espacio sagrado de templos protegía a la ciudad de Kyoto de los demonios del norte.

 

En otras ocasiones, Buson se centra en la dirección del sonido:

 鶯の啼くやあちむきこちら向

uguisu no naku ya achimuki kochira muki

 

El canto del ruiseñor-

primero hacia un lado,

después hacia el otro.