Mayo 2022

Este mes de mayo les traigo un poema inusual de Bashou, pero intensamente japonés, cargado de historia y tradiciones. Y para comenzar, también de forma inusual, lo haremos por el haiku:

あやめ生り軒の鰯のされかうべ

ayame oikeri noki no iwashi no sarekau be

crece el iris en el alero con el cráneo de la sardina

Partamos por el kigo: ayame, que significa iris, el cual hace referencia al Kodomo no hi o Día del niño, que se celebra el 5 de mayo. En esta festividad, que en la antigüedad estaba reservada a los varones, una de las costumbres era decorar con esta flor los aleros en contra de la mala suerte y la enfermedad. Luego tenemos otra referencia a una celebración tradicional: el Setsubun, que en el antiguo calendario era el último día antes de primavera y en la actualidad se festeja el 3 de febrero. En ella se pone énfasis en la “limpieza” de la energía para comenzar un nuevo ciclo. Uno de sus rituales consistía en colocar cabezas de sardinas, o iwashi, en ramas que se insertaban en dinteles de puertas o aleros de casas para ahuyentar a los demonios. Dado que transcurren un par de meses entre una celebración y otra, sólo queda el cráneo cuando comienzan a crecer los iris. Bashou une así estas dos festividades en su haiku.

Pero Bashou no sólo se basa en costumbres relacionadas con los festivales, sino que busca en las tradiciones literarias también. Cuando se habla de cráneos, uno famoso desde tiempos antiguos es el de Ono no Komachi, única mujer del selecto grupo de los Rokkasen o Seis Poetas Magistrales. De hecho, Kamo no Choumei, en su Mumyoushou, texto de teoría poética del período Kamakura, cuenta la siguiente anécdota sobre Ariwara no Narihira, otro de los Magistrales: “cuando Narihira secuestra a Takako y va con ella a cuestas por el campo, de pronto escucha una voz diciendo ‘cada vez que el viento otoñal sopla, oh, duelen mis ojos…’ pero por más que miraba quién podría estar hablando, sólo encontró un cráneo de cuyos ojos salían iris, por lo que pensó que sería un juego del viento pasando por lo orificios. Narihira pensó que este era un buen signo, y luego al preguntar a los lugareños, estos le dijeron que probablemente era el cráneo de Ono no Komachi, quien alguna vez había viajado por esa zona. Narihira, conmovido, dijo: Komachi debe ser, dado que crecen iris.”

Y así, con este haiku inusual, hemos podido realizar un viaje fantástico y misterioso, a través de siglos de lenguaje, tradiciones, leyendas y personajes. Si me preguntan a mí, una buenísima forma de comenzar un nuevo mes.