Archivo de la etiqueta: Haikus

Ariel Bartolini

 

 

 

 

 

 

 

Unas palabras del autor

 

Intento el haiku desde 2015.

Primero fue un camino hacia la brevedad. Enseguida una intuición, que no llegaría a aquella por condensar o por cifrar, sino por un nuevo objeto en la escritura. La percepción de un instante, la exploración de sus resonancias y sus pliegues.

Descubrí la perspectiva nutriente de una larga tradición, remontada a poetas itinerantes del Japón del siglo XVII. Una escritura que apoya en las sensaciones un diapasón, capaz de hacer reverberar y hacer audibles ecos replegados en un suceso insignificante.

“Eso” que el diapasón logra resonar queda en el haiku como una sonoridad aguarda en un instrumento musical. Cada lector toca el instrumento y oye. El instante registrado, se extiende, se reinterpreta. Cada lectura renueva una percepción, como los aros de una piedra que cae al agua.

Una escritura que no crea sino que capta. Es una red lanzada. Una vez recogida, es el pulido, la búsqueda del término, la métrica, la música. La respiración del haiku. Afinación de la red, de la captura. El haiku es un roce del afuera que nos impulsa a inventariar y registrar.

Mi camino hacia el haiku se inició en un curso con Alberto Silva. Luego con lecturas y deslumbramientos. Bashó, Shiki, Taigi, Kyoshi, Soseki. Experiencias de crecimiento en Paseos.net, luego -y hasta ahora- en El Rincón del Haiku, la Escuela Makoto. Un curso y el conocimiento de Vicente Haya. Participar del grupo Puente y Camino.

Ahora invitado por El Rincón del Haiku, mi casa, ofrezco esta recopilación de haikus que estuvieron honrados por sus selecciones semanales y mensuales. Cada comentario y cada selección fueron para mí el espacio de pequeños y sucesivos pasos.

Los comparto, siempre agradecido a cada uno por los intercambios que hay en ellos, por las lecturas que fueron afinando estas breves músicas del mundo.

 

la tanza en vuelo,
dos perros olfateando
tripas de pez 

*

luna entre álamos.
en un crujir de hojas
se ovilla el gato

*

campanadas
con la tierra que vuela
empieza a llover

*

en el viento
las hebras del yuchán,
sol de la tarde

*

haz de luz –
el vuelo de una abeja
sobre el remanso

*

luz de luna.
un silencio en el canto
de los zorzales

*

graznido.
el brillo de una rama
en la corriente

*

luna de día,
las ramas del sauce
rozan la helada

*

menta en el cerro,
el tronco de un molle
partió la roca

*

brisa nocturna,
se oye una comadreja
entre las cañas

*

el olor del ajo
en la tabla mojada.
luna creciente

*

la brisa llega
de los naranjos en flor.
luna creciente

*

luna de tarde.
levanta vuelo un zorzal
en la hojarasca

*

niebla en los álamos.
el brillo de la helada
cubriendo un perro

 

Noviembre 2021

Haikutopías

         Para la presente entrega de Ladera norte he recogido titulares de noticias aparecidas en el diario El País durante el mes de octubre. Todas ellas están marcadas por el signo de la catástrofe, la corrupción, la violencia, la indignidad, la degradación… los signos más habituales de los desafortunados tiempos que corren.

         El haiku -en su diminuta humildad que lo eleva a la categoría de piedra angular- pretende servir de contrapeso a semejante tropelía que socava los fundamentos de la humanidad y su ecosfera.

         La utopía es el último recurso y quizás el único –sin esperanza con convencimiento, que diría el poeta- que puede repararlo y redimirlo.

<<El Papa deplora la “larga incapacidad” de la Iglesia ante los casos de pederastia>>

Chispea.

La niña toca los cuernos

del caracol.

 

<<Una ciclista que ha logrado salir de Afganistán cuenta
los miedos y la lucha para practicar su deporte
La huida en bicicleta del terror talibán>>

Bosque de hayas.

Huellas de bicicleta

por el sendero.

 

<<La Fiscalía pide intervenir millones de euros en bitcoins
de una supuesta estafa>>

Roce de ramas.

Entre las hojas del suelo

una moneda.

<<Las vidas ahogadas en el mar menor
Tras el último episodio estival de peces muertos, en el que se recogieron más de cuatro toneladas y media de cadáveres, la paciencia general se ha agotado.>>

Mar rizada.

Por todo el arenal

conchas de almejas.

 


<<El impacto medioambiental del gran derrame petrolero
en la costa sur de California “es irreversible»>>

En las rocas

manchadas de galipote

se mecen las anémonas.

 

<<Disparos con mira telescópica y silenciador en pleno parque nacional
La Guardia Civil asegura que cada vez resulta más frecuente en España que cazadores furtivos utilicen técnicas y material propios de unidades militares>>

Entre dos luces.

Monte a través, una piara

de jabalíes.


<<Un terremoto de magnitud 4,8, el mayor desde el inicio
de la erupción del volcán, sacude la isla de La Palma>>

Aire caliente.

El temblor en la rama

que deja el saltamontes.

 

 

Noviembre 2021

La libélula,
incapaz de posarse en la punta
de la hoja de hierba.

– Matsuo Bashô
(Trad. Vicente Haya)

«15. Tratar a todos los seres vivientes con respeto y consideración.
a. Prevenir la crueldad contra los animales que se mantengan en las sociedades humanas y protegerlos del sufrimiento.

16. Promover una cultura de tolerancia, no violencia y paz.
a. Alentar y apoyar la comprensión mutua, la solidaridad y la cooperación entre todos los pueblos tanto dentro como entre las naciones.
f. Reconocer que la paz es la integridad creada por relaciones correctas con uno mismo, otras personas, otras culturas, otras formas de vida, la Tierra y con el todo más grande, del cual somos parte».

(de la Carta de la Tierra)

Octubre 2021

CONSTRUIR

En la pileta
Lengüetea  la gata.
Cae la tarde.

DECONSTRUIR

Acompaño una fotografía de la gata Sally dando lametazos al agua del recipiente que hay sobre la mesa del patio de mi casa. Era a esa hora en que la tarde cae y pierde brillo el sol de final de verano. Una tarde estremecida, de repente, por las pequeñas ondas concéntrica de la pileta en forma de flor de loto desatadas por la lengua sedienta de Sally. Un descubrimiento que me sacudió mientras estaba sentado a la mesa hace dos o tres semanas.

   Me pareció que estos tres versos ilustran ese, ¿sexto, séptimo?, principio del arte de composición del haiku según Matsuo Basho que desde hace varios meses vengo comentando, uno a uno, en este foro siguiendo la interpretación de Makoto Ueda. El mes pasado hablé de la resonancia, del eco que produce un buen haiku. El mes que viene, tocará el principio de la fragancia. Hoy toca el del reflejo.

     Este principio yo lo interpreto en un doble sentido. Primero, conforme afirma Ueda,  como el reflejo observado en la segunda parte del poema del enunciado de la primera. Es decir, la segunda parte es la correspondencia fiel de la primera mitad, tan fiel como la imagen representada en un espejo es el resultado de la forma expuesta ante la bruñida superficie del mismo. Pero, misterio del haiku, no es una correspondencia cronológica. En el universo poético del haiku el tiempo está disuelto en un mar en el cual no hay comienzo ni final, en el pozo insondable del no tiempo donde se ahoga sin remedio toda concepción humana del mismo.  ¿Qué ocurre antes: la sucesión de lametazos de Sally o mi conciencia de la caída de la tarde? Ni lo sé, ni me interesa saberlo. Sí que sé que cuando la gata bebe de la pileta, la tarde se desmorona. Es decir, el desmoronamiento de la tarde es el reflejo del acto de beber del felino. Podría invertir el orden de los versos y escribir:

Cae la tarde.
Lengüetea la gata
en la pileta,

En este caso las lametadas de Sally son el resultado, el reflejo, de la caída de la tarde. La sucesión cronológica y la lógica hechas añicos. El mundo del haiku.

    Pero el concepto de reflejo del haiku también, a mi entender modesto, posee otra dimensión, una vertiente, menos filosófica (si filosófico ha podido parecer el anterior razonamiento), una vertiente sinestésica. Me refiero al valor semántico que contiene el término “reflejo”: un valor visual. En este poema, se observa claramente –aunque mejor a través de la fotografía adjuntada que de la lectura del haiku– en la relación directa entre el acto de lamer la superficie del agua y la tarde. Esta, la tarde, se hallaba reflejada apaciblemente en el espejo de la pequeña superficie del agua. Pero tal reflejo ha sido perturbado por la intromisión inesperada de la lengua de Sally. Las ondas concéntricas, visibles en la fotografía a pesar de su estado borroso, son la prueba. El elemento de visualidad, por tanto, con o sin documento gráfico, está presente en estos versos.

    El haiku japonés es rico en visualidad, a veces en forma de color, otras veces en forma de un sutil brillo agazapado en sombras, como el fulgor débil de las estrellas en una noche sin luna. En el haiku, el lector “ve cosas”. Recordemos el famoso de la rana del viejo estanque de Basho. Sin mencionarlas, también en él hay ondas concéntricas causadas por el salto de rana. El lector las “ve”.

    En los siguientes dos poemas igualmente podemos “ver” reflejos, colores, brillos. Uno es el famoso de Rensetsu (1654-1707) sobre la sandía cuyo opulento color rojo, aunque no se mencione –o tal vez por eso– casi deslumbra.

Mi hitotsu  o
moteatsukaeru
suika kana

Capaz solita
de cuidarse a sí misma,
¡ah, la sandía!

Otro, más sutil, es este de Issa  (1763-1828):

 Yabukage mo
tsuki sae seseba
wagaya kana

 Aun bajo los árboles,
mi casa, cuando la luna brilla,
es mi casa.

Podrá ser una casa a la que en todo el día no llega el sol por estar a la umbría de árboles, pero con el fulgor suave de la luna, se convierte en la casa de Issa, en la humilde vivienda de un poeta, de un mago de la realidad capaz de hacernos ver reflejos.

Octubre 2021

Ya está la abuelita
hablándole a los peces de colores
en el idioma de su pueblo.

– Niño japonés de 11 años
(Trad. Vicente Haya)
(Gracias a Elías Rovira)

«12. Defender el derecho de todos, sin discriminación, a un entorno natural y social que apoye la dignidad humana, la salud física y el bienestar espiritual, con especial atención a los derechos de los pueblos indígenas y las minorías.
a. Eliminar la discriminación en todas sus formas, tales como aquellas basadas en la raza, el color, el género, la orientación sexual, la religión, el idioma y el origen nacional, étnico o social.
b. Afirmar el derecho de los pueblos indígenas a su espiritualidad, conocimientos, tierras y recursos y a sus prácticas vinculadas a un modo de vida sostenible.
c. Honrar y apoyar a los jóvenes de nuestras comunidades, habilitándolos para que ejerzan su papel esencial en la creación de sociedades sostenibles.
d. Proteger y restaurar lugares de importancia que tengan un significado cultural y espiritual».

(de la Carta de la Tierra)

Octubre 2021

Este mes abordaremos un bello haiku de otoño, inspirado en un waka del período Heian.

El Ise monogatari es considerado el primer “uta monogatari”, es decir, una antología poética cuya contextualización venía escrita en prosa. Aunque durante mucho tiempo se le atribuyó a Ariwara no Narihira (825-880) debido a su contenido, análisis posteriores, tanto lingüísticos como socio biográficos, concluyeron que, si bien parte del texto es de su autoría, hay también escritos pertenecientes a otros autores. Por esta razón es considerada en la actualidad una obra anónima.

En la sección 29, con motivo de su reencuentro con un antiguo amor, escribe el protagonista, durante una fiesta en un jardín, el siguiente poema:

花にあかぬなげきはいつもせしかどもけふの今宵に似る時はなし

hana ni aka nugeki wa itsumo seshika domo kefu no ima yohi ni niru toki wa nashi

nunca suficientes flores, ni tiempo para contemplarlas, pero como esta noche no hay otra

El autor siente que en esa noche, más que ninguna otra, se percibe el lamento de no poder observar eternamente las flores.

Este poema aparece también compilado en el segundo rollo de primavera del Shin Kokin Wakashuu, la octava antología imperial, bajo la autoría de Ariwara no Narihira.

El poema de Bashou aparece en el compilatorio Zoku renju de su maestro Kitamura Kigin, poeta y clasicista de principios del período Edo. El haiku se considera parte de una serie de 10 que Bashou compuso en la zona de Iga Ueno cuando tenía entre 18 y 29 años de edad.

けふの今宵寝る時もなき月見哉

kefu no koyohi neru toki mo naki tsukimi kana

hoy de nuevo sin tiempo para dormir contemplando la luna

Si bien podemos apreciar la luna durante todo el año, ya desde tiempos del Manyoushuu primera antología de poesía autóctona japonesa (año 759)― se consideraba un tópico de otoño  que provocaba sentimientos de melancolía.

Es interesante que al tomar el último verso del poema de Narihira y agregarle el “tsukimi” o contemplación de la luna, Bashou lo mueve de estación, de primavera a otoño. Pero sin importar la estación que sea, así como Narihira quería contemplar las flores por siempre, nosotros podemos disfrutar eternamente de la poesía japonesa.